Como conocí a mi hombre
En el lugar menos sospechado se puede encontrar tu camino.
Hola me llamo laura y os voy a contar como conocí a mi hombre.
Soy de familia humilde y vivo en un barrio de los considerados malos de Madrid. Mi hermano Antonio siempre fue una bala perdida por lo que a los 18 años ya estaba en la cárcel de Carabanchel. En esta época yo tenía 18 años, mido 1.65 y soy bonita de cara (aunque sea feo decirlo yo), delgada con unos pechos normales, vamos nada de particular salvo lo que hace a todos los hombres decirme soeces: un enorme culo, el cual me obliga a caminar con la espalda arqueada y que dicen, lo hago para provocar, pero no es cierto.
Un día fui con mis padres a ver a mi hermano a la cárcel. Era un sitio muy feo con paredes mugrientas y con aspecto de tristeza. En la sala donde nos reuníamos todos los familiares con los presos me fijé en un hombre, mayor que yo que tenía un aspecto que metía miedo. Era musculoso, de estatura media, llevaba muchos tatuajes, moreno y totalmente calvo.
Me fijé en él porque a pesar de toda esta apariencia sus ojos eran muy bonitos. Sin darme cuenta estuve en largo rato mirándolo y él se dio cuenta, picándome un ojo. Me ruboricé y le di la espalda continuando la conversación con mi familia. De rato en rato volvía a mirar en su dirección y siempre me estaba mirando. Vi como les hacía señas a algunos de los presos para que me vieran y me asusté un poco.
Al terminar la hora de visita, me puse de pie y oí uno silbidos y gritos:
Guau!!!: pedazo de culo tiene la hermana del Antonio. Gritaba uno.
El calvo no decía nada sino que me miraba como si fuera un lobo. Me asusté muchísimo y salí muy deprisa, sin despedirme de mi hermano.
Días después llamó mi hermano diciendo que quería hablar conmigo. Me dijo que un amigo de él se había fijado en mí y le gustaría que fuera a verle. Le dije que no. Que si estaba loco y le colgué.
Al mes siguiente volvieron mis padres a ver a mi hermano. Al llegar les dijeron que no podían verle pues había sufrido una paliza en el patio por parte de unos presos y estaba en enfermería. Mi madre, cuando llegó a casa, me abrazó y lloró desconsoladamente.
Al día siguiente, mi madre y mi padre me miraban de una forma extraña, pero sin decirme nada. Esta actitud me extraño un poco pero no le puse mucha atención.
Una mañana que estaba sola en casa con mi madre me dijo que las palizas a mi hermano iban a seguir si no aceptaba ir a ver a Miguel.
¿Miguel? Dije.
¿Quién es Miguel?
Mi madre me dijo que era el compañero de mi hermano. Que era una especie de jefe de una banda y que si no aceptaba ir a verle acabaría matándole.
Me enfurecí con mi madre.
¿Es que acaso pretendes que me entregue como una puta? Le increpé.
No es eso hija. Dijo sollozando.
Es que tu hermano está muy mal. Solo tienes que ir a hablar con él.
Le dije que si solo le importaba el bienestar de mi hermano, lo mejor era marcharme de casa. Luego me fui a mi habitación llorando. Al final acepté a ir a verle al día siguiente.
Esta vez me puse unos vaqueros y una camisa larga para que no se marcaran mis curvas. No me pinté la cara. Todo intentando ser lo más natural y anti-atractiva posible. Me armé de valor y fui a mi cita.
Al llegar esperé en la sala con otras familias durante un rato. Al abrirse la puerta salio él. Me miraba tan fijamente que me puse a temblar. Levanté la vista hacia sus ojos, y al ver la expresión de su cara me tranquilicé.
Se sentó a mi lado y me dijo:
Hola. ¿Como te llamas?
¡Laura! Le contesté.
Umm. Laurita dijo él.
¿Que quieres de mí? le dije.
Quiero que seas mi novia. Contestó.
¿Cómo? Estás loco.
Si. Por ti.
Pero si no me conoces de nada. Dije
Ya nos estamos conociendo.
Hice por levantarme. No podía seguir allí. Que se creía este cretino.
Me dijo:
- Si te levantas tu hermano puede sufrir un accidente.
Me volví a sentar.
¿Pero que quieres de mí? Dije
Ya te lo he dicho.
Pero no puede ser. Tú estas aquí dentro. Además, no te conozco y eres mucho mayor que yo
Eso no importa, dijo. Tú estas predestinada a ser mi mujer, lo vi nada más verte.
Pero no te asustes dijo. No pretendo forzarte.
Esto último me trastocó un poco por lo que seguimos hablando más de una hora hasta que se acabó el tiempo de visita. Me hizo prometerle que le escribiría y nos despedimos.
Al salir uno de los presos gritó:
Tía tienes un culo para hacerle un rosquete!
Miguel le miró y vi temor en los ojos del que me había dicho el piropo. Esto me agradó.
Días después me llegó una carta de Miguel. Era muy sentimental. Al final me decía que me quería mucho y que cuando saliera me iba a hacer su mujer. Me reí mucho de esto último y sobre la marcha, me puse a escribirle.
Estuvimos carteándonos varios meses.
Al principio, no sabía que escribirle. Pero luego, le contaba todo lo que me ocurría, pidiéndole consejo y compartiendo todos mis secretos como si fuera mi mejor amigo.
Ya esperaba sus cartas ansiosamente.
En sus cartas me contaba el día a día de la cárcel. Me decía que tenía unas ganas locas de verme. Que la próxima vez que fuera que me arreglara de una forma descotada. ! Quería ver a su mujer! Esto me excitó mucho. Yo sólo había estado con chicos de forma esporádica. Había dejado de ser virgen a los 16 y no había tenido más que una corta relación con otro chico después de eso.
La noche antes de ir a verle, estaba muy excitada, mi cuerpo temblaba con el recuerdo de sus palabras ("Vas a ser mi mujer"). Me masturbé y me dejé dormir.
A la mañana siguiente me puse el vestido más descotado que tenía. Era muy cortito y estrecho por lo que dejaba ver parte de las nalgas y se marcaban totalmente las caderas haciendo que mi culo pareciera aún más grande. De tal guisa, salí a verle.
Al llegar todo el mundo me miraba. Algunos presos, me silbaban. Otros decían soeces tales:
! Vaya suerte tiene el Miguel!
Pedazo de culo tiene la tía.
Eso si es un culo para un rosquete ..
Cuando Miguel me vio se le salieron los ojos de las órbitas y pegó un largo silbido.
¡Que buena estás tía! Dijo. Joder.
No me había equivocado contigo.
¿Te gusto? le pregunté.
Nena si no estuviera preso aquí, hoy te dejaba preñada.
Me ruboricé toda y me senté. Diciéndole un poco lanzada:
Tu no estas mal tampoco.
Siguiendo con su conversación subida de tono.
Se echó a reír y se sentó a mi lado, muy cerca, pasando su mano por encima de mi hombro. Yo no me podía mover, estaba paralizada. Todo se estaba acelerando y me asusté.
El cogió mi cabeza y acercando su boca a la mis labios, me dio un largo beso. Su lengua recorría todo mi paladar, entrelazando su lengua con la mía. Al final quedé como una muñeca de trapo en sus fuertes brazos.
Como todo el mundo me miraba, dejó de besarme y empezó a decirme cosas al oído:
Que buena estás nena. Te comería toda.
Tras el beso, estaba también lanzada. Acariciaba su espalda y sus fuertes brazos. Sin poderme contener fui a sus labios y se los mordí fuertemente.
Al ver mi reacción, empezó a meter la mano por mi falda, muy despacio, bajo la mesa para que nadie nos viera. Al notar la humedad en mi entrepierna, me dijo:
Tienes que dejarme tus bragas hoy.
Me puse a reír por su salida y le llamé loco.
De esta manera, magreándonos pasó la tarde. En un momento de la conversación le pregunté que significaba, que mi culo, "estaba bueno para un rosquete".
No quieras saberlo nena. Eso sólo es para las putas. Dijo con una voz un poco ronca y cambió de conversación.
Cuando nos despedimos deslicé mis bragas por mis piernas sin que nadie me viera y se las di.
Nos despedimos con un largo beso y quedé en verle a la semana siguiente.
Estuve toda la semana nerviosa y excitada. No veía la hora que llegara el día. Durante la semana había fantaseado con tener una relación sexual con él, pero sabía que era imposible. Incluso había llegado a comprar condones por si teníamos alguna oportunidad.
El día llegó. Me puse una ropa muy sexy que había comprado y cogí un taxi para ver a mi hombre.
Al llegar, se me acercó un carcelero y me dijo que la visita de hoy no iba a ser donde siempre, pues Miguel había solicitado verme en otro lugar. Donde se veían los matrimonios. Excitada e intrigada seguí al carcelero.
El hombre me llevó por unas escaleras que bajaban hacia un sótano. Luego un largo pasillo que parecía interminable. Ya me estaba empezando a asustar cuando llegamos a una celda en lo más profundo. Había una gran puerta con barrotes y estaba cerrada. El carcelero sin decir palabra la abrió y me cedió el paso.
Me detuve en la puerta sin entrar y me preguntó:
¿Hay algún problema?
¿Donde está Miguel? pregunté.
Está dentro, no tenga miedo. Si no quiere entrar podemos retroceder.
Viendo que su cara era sincera me decidí y entre.
Estaba muy oscuro y no veía nada. De pronto sentí que alguien me abrazaba por detrás, me volteaba y me daba un largo beso.
Miguel dije con voz entrecortada.
Si mi amor soy yo.
En ese momento arrancó mi traje y mi ropa interior dejándome completamente desnuda contra la pared. Me pasaba la lengua por las orejas y por mi cuello. Notaba su pene contra mi estómago. Le notaba duro y completamente erecto, por la presión que hacía.
Por favor Miguel dije entre jadeos, no quiero quedarme embarazada y es mi primera vez. Le dije, mintiéndole.
Inmediatamente me soltó y me dijo:
¡como!, eres virgen
Me quede callada y empezó a besarme en la frente.
Tranquila cariño. No lo sabía. Me soltó.
Ven, que podemos hacer otras cosas. Le dije muy decidida y caliente.
Le cogí por su polla, notándola enorme entre mis dedos. Le llevé a la cama, y me dijo:
mueve la manita cariño. Hazlo suavemente que no me dolerá.
Lo dijo como queriendo no asustarme e indicándome lo que tenía que hacer pues suponía que nunca había estado con un hombre.
Empecé a masturbarle. Muy suavemente haciéndolo de una forma un poco inexperta para que no sospechara.
Su polla era enorme, con una cabeza grande y redonda como una ciruela. Mi mano no conseguía abarcar todo su perímetro. Al moverla era tal su excitación que le salían chorros de líquido seminal por la punta, los cuales, se derramaban sobre mi mano.
Le dije mimosamente:
¿Cuánto tiempo llevas sin hacer el amor?
¡5 AÑOS!, dijo a la vez que volvía a salirle otro chorro de líquido preseminal.
Se me puso un nudo en el estómago. ¿Cómo iba a poder meterme aquel pedazo de polla? Seguro que no me va a caber. Además, si me la mete, seguro que me deja cargada me dije y mi vulva empezó a latir dolorosamente, por la excitación.
El, muy tiernamente me acariciaba la cabeza y me decía palabras cariñosas.
Descapullaba su polla, lentamente, viendo como su enorme cabeza rezumada jugos preseminales. Estos corrían por mi mano goteando en la cama donde se encontraba acostado boca arriba.
Tenía mi cabeza muy cerca de su polla. Mi boca se me hacía agua, al ver el hermoso rabo tan cerca.
Sin poderme resistir más empecé a lamer el semen que caía por mi mano, con la punta de la lengua, hasta llegar a su capullo, el cual introduje en mi boca mamándolo muy suavemente. Su pinga temblaba cada vez que succionaba sacándole gota a gota la leche que salía de sus huevos, la cual tragaba gimiendo.
- mmmmmMMMMMM.
Esto le volvió lo como loco y empezó a largar unos chingarazos por la punta, que me llenaron la boca. A la vez decía:
Cariño si sigues así me vas a hacer correr.
Lo único que yo atinaba a decir era:
Ummm. Slup, slup, Ummm. ¡Que rica está!
Ya sin poderme contener le dije:
Aaaahhhh, slup, slup. Si me quieres desvirgar, he traído condones.
Al decir esto noté como su pene se tensaba, creciendo aún más. Sabía que estaba a punto de correrse y yo no estaba dispuesta a dejar derramar ni una gota.
- No puedo aguantarrrrrrrr. Dijo
Cogió mi cabeza y noté un tremendo chingo de leche que golpeaba mi paladar.
aaaaahhhhhhhhhhh, mmmmaaaaaaaaaaaaaassssssssss.
Aggggg casi me atraganté.
Tragué y tragué hasta que se hubo corrido del todo. Era increíble la cantidad de leche que soltaba. No cabía más en mi boca, por lo que abrí mi garganta y dejé que fluyera directamente hasta mi estómago. Fue tal la corrida, que noté mi estómago tan lleno como si hubiera comido un gran banquete.
Cuando descargó la última gota, seguí succionándolo hasta dejarlo completamente brillante. No quería que se escapara una gota.
El alucinado, me dijo:
Hembra ve a buscar los condones si no quieres salir preñada de aquí.
¡Ahora mismo!
Me levanté, media mareada y fui a buscarlos, pues estaban en la ropa que había echo jirones.
Al agacharme me fijé en la celda. Era pequeña con un lavabo con un espejo. un retrete mugriento y una bañera a un lado. Mi macho me esperaba en el jergón boca arriba con su enorme polla enhiesta esperando a su hembra.
En ese momento me acordé de que le había mentido sobre mi virginidad y me asusté. Pero luego, pensé, que con la gran excitación que el tenía seguro que no se daba cuenta.
Al llegar a la cama tiró de mí poniéndome boca arriba y empezó a pasarme la lengua por todo el cuerpo, al llegar a mi clítoris sentí un gran calambre, mi cuerpo empezó a temblar y jadeé como una perra.
Me daba unos lengüetazos que me volvían loca. Sabía que si seguía me iba a hacer correr por lo que me safé como pude y le dije que la quería dentro.
Se dejó hacer. Cogí un condón con la mano, me lo introduje en la boca y se lo puse como una experta.
Vi una expresión rara en su cara pero no me dijo nada.
Sin darme tiempo a colocarme noté la punta en la entrada. Hizo un poco de presión pero no entraba. Era tan gorda que notaba como los huesos de la pelvis se lo impedían.
No entra cariño, le dije.
Tranquila. Con lo húmeda que estás pronto te entrará, dijo a la vez que restregaba la cabeza en mi breva.
Noté como entraba un poco y gemí de dolor.
AAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGG. ¡Sácala, Sácala! Le grité asustada.
El no hizo caso y empujó un poco más, metiéndomela hasta la mitad.
Chillando le decía que la sacara, que no podía tragármela.
Inmediatamente la sacó y dijo:
Perra, ¿no dijiste que eras virgen? Y me dio un tortazo que me tiró al suelo.
Por que me has engañado. Yo no te pedí que fueras virgen sino que no me engañaras.
Yo lloraba desconsoladamente.
Mi amor, no sabía como te lo ibas a tomar. Pensé que si te decía que no era virgen te enfadarías.
Lo que hiciste antes de estar con migo no me importa; pero lo que hagas de ahora en adelante si.
Te estaba tratando como a una niña y tienes el chocho reventado por no se sabe quien. Ni cuantos, añadió, para ofenderme.
Te vas a enterar de lo que es un macho de verdad.
Cogió su pene y tirando se arrancó en condón, me puso de cuatro patas y de una estocada me la metió hasta el fondo.
Esta vez, como estaba más dilatada, me entró con facilidad, pero me hizo ver las estrellas.
Ayyyyyyyyyyyyy. Grité con los ojos llenos de lágrimas.
¡Sácamela, por favor! Le suplicaba.
El no respondía y seguía bombeándome duramente.
Poco a poco me fui acostumbrando a la cogida.
Ummmm.Ahhhh. Cariño ponte el condón que me vas a dejar preñada.
UMMMM. Joder por favor ummmmmmMMM. Más flojito cariño.
Calla hembra, decía, te va a salir la leche por las orejas. Y me bombeaba con más fuerza.
AhhhhhhUUMMMMMMMMMM. Me babeaba de gusto.
Me dejé ir en el orgasmo más increíble que había tenido nunca.
¡Puta de mierda! Te estás meando toda, de gusto.
En ese momento noté que se le hinchaba la cabeza de su pinga soltando todo el contenido de sus huevos. Notaba como golpeaba cada corrida en el fondo del útero, dejándome el contenido de un yogurt.
AGGggggg. Ummmmmmmmm Me vas a preñar dije como una gata en celo, sintiendo como su leche llenaba toda mi breva.
El siguió bombeándome como si nada. Era como un toro cogiendo a su vaca.
- AAAAAAhhhhhhh. No paraba de gritar.
Chof, chof. hacía mi chocho al golpear sus huevos contra mi culo, después de meterme toda su polla.
Dame mi amor, soy tu hembra le decía pasando mi lengua por su mano.
Sus embestidas eran cada vez más fuertes. Tras una larga hora, me apretó por las caderas, y clavándomela hasta el fondo, inundó nuevamente, mi vulva.
Al verme de esta manera no pude contenerme y me volví como loca, mis ojos se desencajaron y me volví a correr berreando.
El era mi macho, mi semental y su leche en mi breva me quemaba, me volvía loca de placer.
Me la sacó y se quedó de pie mirando mi enorme culo en pompa con mi breva chorreando su semen.
Su cara era seria por lo que le pregunté:
que te pasa Miguel. Es que no te ha gustado. Dije entre jadeos
No es eso. Es que eres una cabrona. No acepto que nadie me engañe, dijo.
RRRRRRR. Pero cariño dije ronroneando como una gata. Lo siento. Pensé que si te decía que no era virgen me ibas a pegar
Él me dio una nalgada y me dijo:
Te acuerdas que me preguntaste una vez que era hacerte "el culo como un rosquete".
Si. Dije intrigada y asustada a la vez.
Pues ahora lo vas a saber.
Me cogió en brazos y me llevó hasta la bañera. Me dio una nalgada y me hizo ponerme de rodillas dentro de ella con el culo en popa.
Introdujo un dedo en mi culo y empezó un mete saca.
Me asusté y le dije, suelta Miguel que me haces daño.
Me dio una nalgada que me hizo ver las estrellas.
. Calla zorra que te voy a poner el culo como un rosquete. En ese momento entendí su significado.
Cogió su polla y empezó a masajearme el agujero del culo, intentando introducir la punta. Como era tan gorda, no encontraba hueco para entrar.
Cógete las nalgas y sepáralas más. Me ordenó.
Lo hice. El cogió un poco de semen de mi vulva con la cabeza del capullo y lo puso nuevamente en el agujero del culo.
La presión hacía que notara un gran ardor en ese lugar. Ya sin poder evitarlo, entro la cabeza, haciéndome gritar nuevamente.
AAAGGGGGGGGG. ¡Básta!
No me hizo caso y empujó un poco más.
En esto que noto como un calor que quema mi intestino, llenándome y le pregunto:
¿que haces?
Calla zorra, te estoy meando. Estoy marcándote para que sepas quien es tu macho.
Asqueada, intenté separarme, pero lo que conseguí fue, que resbalara haciéndole caer sobre mí e incrustarme la polla hasta los huevos pues el líquido introducido había lubrificado mi interior.
Por favor miguel no me hagas eso dije.
Calla joder. Me dio un tortazo que me hizo caer dentro de la bañera cuan larga era, saliéndosele el pene.
- ¡Es que todavía no lo entiendes!! Tu me perteneces y voy a hacer contigo lo que me de la gana!
Quedó de pie sobre mí. Con su rabo en la mano empezó a mearme por encima.
. Zorra, te voy a enseñar quien es tu macho.
Me estaba meando. Como era posible. ¡Dios! me meababa y me hacia sentir una cerda.
Como podía encontrarme yo en esa situación. Mi mente dio un vuelco. Estaba siendo totalmente poseída. Me sentía como una hembra animal. Sin poderlo resistir empecé a revolcarme en la bañera sintiendo su meada por todo mi cuerpo.
Notaba el culo botado hacia atrás, quemándome el esfínter, con unas ganas locas de que me lo atravesara.
Me sentía dominada, como una hembra en celo. Me puse de rodillas y acerqué mi cara a su chorreante pene dejando que la meada golpeara en mi cara, y le dije lujuriosamente:
MMMMMAAAAAaaaa: maaasssssssss. Miguel, macho mío hazme el rosquete por favor. Hazme lo que quieras ¡Soy tu puta!
Sin perder momento, mirándole a los ojos, introduje su polla en la boca y le mame el rabo hasta el tronco limpiándole los restos de la meada
Por favor cariño hazme el rosquete. Le volví a suplicar.
El me miró perplejo al ver mi entrega y sonriendo me cogió entre sus fuertes brazos llevándome al catre. Me puso de cuatro patas y cogiendo su enorme polla por la parte de atrás apuntó a mi agujero, el cual se encontraba llenito de su meada y lo introdujo muy lentamente. Al principio me dolió un poco pero una vez introdujo toda la cabeza el dolor disminuyó.
Empezó un leve movimiento de mete y saca para que mi culo se fuera dilatando y cuando vio que ya no me dolía dijo:
Ahora, cariño, te voy a hacer el rosquete.
Introdujo de golpe toda su polla y sentí como si se me desgarrara el culo.
Agggggggggg.
Por favor sácamela. No la aguanto. Agggggg.
Calla zorra. No querías un rosquete pues aquí lo tienes. Y siguió coleándome. Primero lentamente para ir acelerando el ritmo.
A cada embestida, como mi culo estaba lleno, la meada salía por los lados de su polla con tal presión que el músculo del esfínter se echaba hacia atrás, lo cual hacía que pareciera un rosquete.
Era tal la fuerza con la que me bombeaba que ya no sentía el esfínter. Solo sentía como un clavo ardiente que golpeaba rítmicamente muy adentro del intestino, poseyéndome y haciéndome suya.
Pensé que se me iba a desgarrar y no me importó. Recordé a esas tías de las revistas porno, que se les pone el culo enorme y me dejé llevar. Total si me desgarraba era mi macho. Me tendrían que llevar a la enfermería para curarme de la follada. Este pensamiento me excitó sobremanera
UMMMMM. Dame más fuerte, macho mío.
Hazme un rosquete cariño. uummmmMMMMM
Rómpeme el culo mi amor.
Al oírme me apretó con todas sus ganas y se corrió. Enloquecí y me fui con él. Estaba totalmente entregada y él lo sabía.
Era tanto el tiempo que hacía que no estaba con una mujer, y encima al ver el estado de excitación que yo tenía, que el rabo no se le bajaba y volvió a la carga follando mi enorme culo.
Perdí la cuenta de cuantos polvos me echó mi macho aquella noche, pero al despertar me encontré de espaldas a él, con su fuerte brazo y su pierna rodeándome, y un ardor en el culo.
Al intentar moverme me di cuenta de que no podía. Nos habíamos dormido con su polla empalada en mi interior.
Me acurruque entre sus fuertes brazos, sintiéndome muy enamorada. Era mi hombre, mi macho y me poseía completamente. Oía su fuerte respiración tras mi nuca y suavemente, moví mis caderas, en un movimiento circular alrededor del semi-relajado pene. Me deslizaba con facilidad, debido a la lubricación del balde de leche que tenía en mi interior.
Por la ventana entraba algo de luz por lo que deduje que ya era de día. MI MACHO LLEVABA DANDOME POLLA MÁS DE 8 HORAS.
A media mañana, él seguía durmiendo y me dieron muchas ganas de mear por lo que me fui soltando muy despacio de su abrazo. Luego, tiré muy lentamente de mis caderas, para que su polla saliera de mi culo.
Salió un trozo pero la cabeza no salía. El verme en esta situación, impensable hacía unas horas, me volvió a excitar.
Tiré un poco más hasta que la enorme cabeza, se salió. Este hizo un ruido como: ¡Chofff!, FFFIIIISSSssss. Seguido de un chorro de leche.
UMmmmmmm, gemí para mi misma. La sensación era alucinante, noté lo que era cuando una gata se ponía en celo. No podía parar de gemir.
UMmmmmmm, mis gemidos eran incontrolables.
No gemía para él pues sabía que estaba durmiendo; gemía porque el deseo me hacía gemir.
Me levanté y fui contoneándome, hacia el inodoro, notando mi vientre lleno. A cada paso, los fluidos de mi macho se bamboleaban en mi interior.
Me pasé el dedo corazón por el ano y lo encontré muy hinchado. El roce del dedo con la enorme humedad que salía de él me hizo volver a gemir.
Me entró curiosidad por ver como tendría el culo, por que me dirigí antes al lavabo.
Puse un pié en el inodoro y me escarranché para verme en el espejo.
Al separarme las nalgas vi el músculo del ano totalmente echado hacia atrás y me asusté un poco. Por lo que separé un poco más los pies y me abrí las nalgas para verme mejor.
¡Joder! Dije.
En ese momento, al hacer un poco de fuerza, se abrió enormemente y empezó a salir gran cantidad de leche.
Metí uno de mis dedos y se deslizó con facilidad. Introduje otro y lo mismo. Seguí uno a uno hasta que los tenía todos y no notaba nada. Empujé hacia adentro y pude meter la mano hasta la muñeca sin resistencia.
UMMMMMMMm. Jadeé lujuriosamente.
Lo tenía tan dormido que no notaba nada.
Tiré fuertemente, haciendo que todo el músculo del esfínter saliera tras mi mano, dejando un enorme boquete rodeado del músculo totalmente dilatado y arrugado a su alrededor.
Lo que vi. me hizo comprender lo que decían los compañeros de mi Miguel:
------ Mi culo estaba totalmente dilatado, parecía un Donut relleno de leche----
Viéndome en este estado y a mi macho sobre la cama con su polla hacia un lado no me pude aguantar.
-MMMMiau. Mmmmmm fui contoneándome hasta la cama, me sentía como una gata en celo. Necesitaba que me follara de nuevo.
Me puse de pié, con él entre mis piernas, a la altura de su rabo.
Notaba mi vulva dilatada hacia fuera, mi esfínter, grande y dilatado también. Acariciaba mi vientre, notando la presión de mi vejiga hinchada
No podía apartar la vista de su polla, grande, llena de venas. Acariciaba mis pechos y mi ardiente vulva.
Que pedazo de polla tengo para mi sola, me dije a la vez que haciendo fuerza para que saliera más lefa de mi interior, se me aflojaba la vejiga dejándome mear sobre él, chorreándole toda la polla y los huevos.
El calor le hizo despertar y al verme en este estado, se le infló la polla de nuevo.
¿Quieres más? Verdad cariño.
Miau. Le contesté pícaramente.
Me puse de 4 patas, totalmente escarranchada. Casi sin hacer fuerza siguió fluyendo de mi culo, las corridas que mi macho había depositado en mí.
Me puse a gemir:
-MMMMUmmmmm. Mi amor. Slup. Slup. Abrí mi boca, introduje su pinga mamándola suavemente, sintiendo como se dilataban nuevamente las venas sobre su piel, lo que hizo que mi clítoris comenzara a latir .
Fin.