Como cambió mi vida 3.
Al domingo siguiente nos encontramos de nuevo, yo tenía en mente un proyecto ambicioso, en el que no solo incluía la escuelita para dar clases, sino escuelita para dar boxeo, básquet, lucha y demás.
Cómo cambió mi vida 3.
Fin de noviembre terminé mi primer año de universidad, con notas muy satisfactorias, todo el grupo aprobó sin tener que recuperar nada, me enteré que Cintia debía recuperar una materia ja ja, le podría decir si no necesita ayuda ja ja, que se la pida a mi hermano.
Cuando llegó la fecha, para festejar mi cumple número 20 hice un asado en casa, invité a Gladys, a Romy, madre e hijos, éramos seis que degustamos un bruto asado, con buen vino y postre.
No recibí ningún mensaje de mi familia, me dolió mucho, que les costaba mandar un feliz cumpleaños.
Al no tener que ir a ningún lado, ni facultad ni trabajo me la pasaba todo el día con los vagos, que tampoco hacían nada, era muy apreciado porque de vez en cuando les pagaba las birras, jugábamos al fútbol casi todos los días, yo lo hacía en el medio de la cancha, de cinco, metía pata, metía cuerpo, peso cien kilos, transpiraba como un chancho, varias veces me tiraron a la mierda, como tiré a algunos, todo eran risas y cargadas, al terminar el partido nos sentábamos en un costado de la cancha a tomar cervezas.
_Saben lo que tendríamos que hacer acá, una mesa bien grande para que podamos sentarnos a chupar todos, una bien larga, que quepamos todos, dije ante la mirada indagatoria de todos.
_Yo la podría hacer dijo Romy, pero me tendrías que dar para comprar el material.
_Mirá que la quiero de cinco metros, con unos bancos que no se los puedan “chorear”.
_Ja ja, nadie se la va “chorear”, si no lo hacemos nosotros ja ja.
Y Romy me llevó a su casa, tenía un lugar con una mesa de trabajo, algunas herramientas, quedamos que yo mandaría las maderas y él la construiría.
Al otro día ya tenía la madera en su casa, la construyó perfecta y en dos días, ahora tomábamos las cervezas bien sentados, en medio del rayo del sol, al costado de la cancha.
Lo del taller de Romy me dio una idea y se lo comenté.
_Romy qué te parece si vos construís cosas en madera para que los vagos vayan a venderlas y ganan unos mangos.
_Siii Clau, tendrías que poner el material y después vemos.
_Dejame pensarlo.
Llegaron las fiestas de fin de año, nos juntamos a cenar en la mesa comunitaria, cada familia traía algo para compartir, hubo mucha bebida, algunos terminamos borrachos, hubo también alguna pelea, pero no demasiado, más bien eran abrazos y “chupi”.
Les mandé felicidades a mi familia, ellos nada, y vi que habían recibido los tres mi mensaje, me dolió otra vez.
Llamé a Ester, nos encontramos unos metros antes del hotel internacional, a la misma habitación, Lilia la recepcionista dudó en opinar sobre el cambio, si bien el trabajo de Ester es de prostituta, no se puede comparar con la entrega y desenfreno que tiene Teresa y más Gladys, gozó muchísimo cuando la puse en cuatro contra el costado de la cama y parado desde atrás la ensartaba por la concha y por el culo.
Al estar bañándonos en el yacusi, Ester me contó que era sola, su marido la había abandonado hace como diez años, fue cuando en un accidente murió su único hijo, que trabajó limpiando casas, que una vez un dueño se la cogió casi de prepo, que para que no le contara a la mujer le dio bastante dinero, que una vecina le dijo si no quería probar lo de “ser acompañante”, que las primeras veces le costó un poco pero se fue acostumbrando, que tiene bastante dinero ahorrado y que le gustaría hacer algo por los demás, siente como que tendría que ayudar a la gente.
Para el comienzo de segundo año de la facultad de arquitectura, compré una moto, con la que llegaba en diez minutos de la villa a la facultad, antes con los colectivos media hora y si no hacía buena combinación una hora.
En medio de una clase de proyectos dije que vivía en la villa, si me podían ayudar, queremos vender cosas construidas en madera, que podamos llevarlas y traerlas a pulso.
Pasaron a llamarme el villero.
La profesora compartió la idea y le pidió opinión a la clase, éramos como cuarenta alumnos, todos de acuerdo, o por lo menos ninguno en contra, empezaron a llegar mesitas plegables, escaleras plegables, bancos encastrables, un montón de proyectos, todos con planos, algunos eran verdaderamente novedosos, otros demasiado caros y algunos un desastre.
Con los planos de todo lo que se podía construir lo fui a ver a Romy, cuando se los mostré me quedó mirando como diciéndome, qué te pasa bolu, cómo carajo crees que voy a hacer algo mirando lo que no entiendo una mierda.
Compré el material para construir varias cosas, quedamos que apenas entrara ganancia me devolverían el dinero.
Y con mucha paciencia le indicaba a Romy los cortes, las medidas, los encastres, cada detalle que marcaba el plano, él creo que lo único que comprendía era lo que tenía que hacer, es al pedo no entendía los planos, hasta que se aprendió de memoria todas las medidas, empezaron a salir, mesitas plegables, escaleras plegables a cagarse, los vagos y vagas venían retiraban dos o tres y se iban a venderlas, algunos tomaban el colectivo y vaya a saber dónde iban, cuando las vendían volvían por más, eran como siete los que salían a vender.
A los tres días me devolvieron todo lo que gasté, compraron mucha madera, el negocio prosperaba, tenían de qué vivir como ocho vagos, además sus familias, sin nada que pagar, sobre impuesto hablo, dejaba mucha ganancia.
Una mañana cuando iba para la facultad, paran a mi lado dos motos con esas cajas en las que llevan los pedidos, se me ocurrió otra idea.
Averigüé sobre el valor de las motos, cómo podríamos pagarlas, y demás.
Hablé con Gladys sobre la idea de comprar unas motos y que lo vagos trabajen repartiendo mercaderías de los negocios, a ella le pareció muy buena idea pero que tendría que ver muy bien a quién le podía entregar una moto, por lo que no la vendan, no se dediquen a “chorear” y que paguen las cuotas.
Cuando lo hablé con Romy me dijo más o menos lo mismo, que había uno o dos vagos que podrían, que tendrían que ser las chicas, que son menos jodidas.
Se armó un grupo de dos chicos y tres chicas, me empeñé con el pago de cinco motos, por un año tendría que pagar.
La verdad es que no sé cómo lo hicieron pero enseguida tenían muchos clientes, no paraban en ningún momento de trabajar, me parece que hubo “apretada” de todos los vagos de la villa a los comerciantes, ellos si daba lo mismo, tendrían nuevos repartidores, todas las entregas del comercio de la zona lo manejaba la villa, varias veces tuve que prestar mi moto para entregas urgentes.
Y lo que me temía sucedió, me vinieron a buscar dos mastodontes, que el jefe quiere hablar con vos, eran los narcos, los que tienen la distribución de la coca, los pacos y demás yerbas dentro y fuera de la villa.
Caminamos por unos senderos por los que nunca había estado, decí que tengo buen sentido de la orientación, sino no saldría más de ahí.
_Quiero que me distribuyan unos pedidos para mí, sé que hiciste un “negocito” con unas motos, yo quiero ser un cliente tuyo ja ja.
_Jefe, el negocio es de los chicos y chicas, yo puse la idea, no tengo nada que ver con eso.
_No me insultes, sé que sin vos la cosa no camina, así que decime cuánto me vas a cobrar por distribuir mis “ paquetes “ ja ja…
_Mire jefe, usted es muy inteligente, sino no estaría dónde está, comandando una banda impresionante por lo grande y bien organizada, dije que de diplomacia sabía no…
_Pondremos una moto para entrega, el resto no lo mezclemos, es para darle un vista de legalidad al asunto que no investiguen y si investigan no encontrarán nada qué le parece, probemos y vemos cómo nos va.
_Y cuánto me vas a cobrar.
_Nada jefe usted se arregla con el que reparte nada más.
_Bueno probemos un tiempito y vemos.
_Jefe le puedo pedir un inmenso favor.
_Ja ja pedir podés ahora a que lo haga es otro cantar.
_Podría no venderles a los de la banda nuestra, es para proteger los negocios y darle un viso legal como siempre, igual mucho ganancia no da.
Se quedó dudando unos instantes y dijo.
_Dale, lo vamos a hacer, vos te tendrás que ocupar con la abstinencia de algunos ja ja, y de paso yo te quiero pedir un favor a vos, sé que sos Maestro Mayor de Obras y estudiás arquitectura, quiero mejorar la casa acá, y hacerle algo para poder escapar en caso de que venga “la yuta”.
_Siiii, delo por hecho.
Estuve como tres días yendo a tomar medidas, cuando le llevé el proyecto me quedó mirando.
_Muy bien pendejo, es “más mejor“ de lo que yo había pensado, ese túnel está de la puta madre, tendré que echar a la mierda a los vecinos…
_No jefe haga que se vayan por un tiempo, pero que el túnel pase por debajo de su casa, así nadie sospechará.
Trajo unos obreros de Bolivia, alguien que nunca habíamos visto, cuando terminaron todo desaparecieron, se volvieron a Bolivia, no piensen mal.
El asunto del reparto de merca ya lo tenía pensado, pensé en que iban a querer que trabajáramos para ellos, también pensé en quién se podría hacer cargo de ese reparto…el hijo de Gladys, Yony, si ya trabaja para ellos en ese tema.
Cuando lo conversé con Gladys le hice ver que mejoraba su “condición de trabajo”, ahora iría en moto, ganaría más y viviría mejor.
Ella boluda no es, sabía que le estaba “dorando la píldora”, pero algo de razón tenía, le compré una moto al contado, a su nombre, que no figurara nadie de nuestra banda, encima en una concesionaria de la loma de la mierda.
Por el momento nos desatendimos del problema.
Los domingos viene el padre José a dar misa, se junta bastante gente, hay misa a las 8, a las 10 y a las 12, parece que tienen distribuidos los turnos, casi siempre la iglesia está llena.
El asunto es que el padre José pidió si yo no podía venir a hablar con él el domingo a eso de las 14horas.
Ahí estaba, firme como “rulo de estatua”, yo nunca fui de ir a misa, si bien era católico, nunca se medió por el tema de la iglesia y en mi familia tampoco eran practicantes, mi viejo le gustaba la fábrica, a mi madre las charlas con amigas, a mi hermano drogarse, todo antes que ir a la iglesia.
Apenas nos sentamos a hablar, me bajó todo mi currículum villero, los negocios de motos, de maderas, de la mesa al lado de la canchita, de los partidos de fútbol, de mi seudo noviazgo con Gladys, otro más que sabe todo de mí, el otro es el jefe narco.
Como me consideraba un pibe muy solidario, de buenos sentimientos, participativo y un montón de cosas más, me estaba “dorando la píldora” como digo yo.
Me pidió si no podía organizar una especie de “escuelita” donde enseñarle a leer y escribir a los que no supieran y a hacer los deberes con los que iban a la escuela.
No lo había pensado, no acerté en lo que quería hablar conmigo el padre José, pensé en algo sobre trabajo para alguien, de algún problema familiar dentro de la “banda nuestra”, hasta de algo con respecto a mi profesión, nada que ver, por lo tanto le pedí que me lo dejara pensar, quedamos que el próximo domingo a la misma hora nos encontrábamos de nuevo.
Al domingo siguiente nos encontramos de nuevo, yo tenía en mente un proyecto ambicioso, en el que no sólo incluía una escuelita para dar clases sino escuelita para dar boxeo, básquet, lucha, y demás.
El padre José me miraba admirado y contento, el problema vino cuando le dije que el centro de todo eso sería la iglesia, que durante la semana no se usa, en principio se opuse enfáticamente, después a medida que iba argumentando iba aflojando, y quedamos así, se apartaría los bancos y a dar lo que se pueda, Jesucristo miraba cómo jugábamos al básquet, se practica lucha o se hacían los deberes, se le gastaron los pies de tanto que los que se acercaban lo tocaban, el padre José vino varias veces durante la semana a controlar cómo iba la cosa, salió muy conforme.
Continuará.