Cómo cambió mi esposa

Nuevamente mi esposa había aceptado ir a otro bar swinger. La primera vez aceptó pero solo para ver. Esta vez fue igual: iríamos solo a ver.

El lugar era diferente al anterior, más grande, pero sobre todo con más show, hechos por el propio público. El ambiente se volvió más liberal a eso de la media noche: ya había parejas semidesnudas, había una mesa en la que dos hombres estaban acariciando sensualmente a una mujer y al rato ya uno la estaba penetrando.

Nosotros bailábamos y nos reíamos con las ocurrencias del público. Estando sentados descansando, vi a un hombre que miraba insistentemente hacia nosotros, dije que iba al baño y antes de entrar le hice una seña al tipo, se me acercó y le inquirí si le interesaba intentar algo con nosotros, intentar porque le aclaré que mi esposa teóricamente nunca aceptaría que un desconocido le hiciera el amor y menos en un lugar público, el aceptó y platicamos largo rato sobre la estrategia a seguir, acordando que no habría problema si no se lograba algo.

Estando sentados, el se acercó y nos pidió permiso para sentarse a un lado de nosotros, dijo que la vista era mejor y que había ido con unos amigos y amigas, pero que se retiraron y el prefirió quedarse a ver. De acuerdo a lo pactado no dijo nada más, se dedicó a ver lo que hacían otros, siempre bien educado. Al rato nos pidió lumbre para encender un cigarro y nos hizo el comentario que era divertido todo lo que estaba pasando, luego se disculpó por interrumpirnos, le dije que no había problema y nos contestó que si entonces no habría problema si se unía a nuestra plática, pues aunque divertido ya se estaba enfadando de estar solo. Fue así que comenzamos a platicar y conocernos un poco. Al rato ya hasta chistes picantes estábamos contando entre los tres. Empezaron a poner música de cumbias, de las que se bailar un poco, y me fui a bailar con mi esposa, regresamos al rato y seguimos platicando, luego empezó la música tipo salsa, de las que no se bailar, pero que a mi esposa le encantan, me pidió que fuésemos pero le dije que sabía que no lo hago bien, entonces el amigo, que llamaremos Joel, nos dijo que si mi esposa aceptaba y no había problema conmigo el sabía bailar bien, dije que adelante y se fueron a bailar.

Prácticamente todas las parejas que estaban bailando estaban enseñando mucho de su cuerpo y tocándose descaradamente, mi esposa y Joel eran los únicos que no lo hacían, de pronto al tener que acercarse uno al otro mi esposa sintió en su pubis la erección de Joel, que de inmediato se disculpó diciendo que era imposible dejar de ver lo que estaba sucediendo y sin excitarse, que si quería se fueran a sentar, mi esposa lo disculpó pero le pidió seguir bailando, tomando como algo natural el sentir de vez en cuando la erección de el en su cuerpo o sería que tal ves le gustó. Luego el le dijo que era mejor que se fueran a sentar pues, con todo respeto, se estaba excitando mucho y no quería faltarle al respeto. Estando todos sentados notamos que la mayoría de la gente traía ya muy poca ropa y propuse que jugáramos a algo y apostáramos prendas, como no traíamos ningún juego propuse jugar al disparejo, o sea, cada quien aventaba una moneda y si alguien caía disparejo a los otros dos perdía y se quitaría una prenda. Mi esposa dijo que no, que no tenía un cuerpo para andar mostrando, sobre todo después de 2 partos. Joel le dijo que solo era un juego, que no era para criticar a nadie y que al fin el cuerpo de la mujer, esté como esté siempre es bello, entonces aceptó. Después de algunos juegos, mi esposa solo traía puesto su brasier, su falda y sus calzones, yo con pantalón y calcetines y Joel con pantalón y un calcetín. Perdió mi esposa el siguiente juego y le dije que se tenía que quitar el brasier, dijo que no y se quitó el calzón. Perdió Joel 2 veces seguidas, por lo que se quedó en puros calzones. Si volvía a perder tendría que quedarse desnudo, por lo que preguntó que si le parábamos y para mi sorpresa mi esposa dijo que le siguiéramos. Perdí y me quité un calcetín. ¡Perdió Joel! antes que alguien dijera algo se quitó el calzón quedando desnudo, mi esposa estuvo atenta y pude ver como se sonrojaba y respiraba hondo, poniéndose algo nerviosa. Perdí los siguientes 2 juegos y me quedé en puro calzón. El siguiente lo perdió mi esposa ¿se quitaría el brasier? ¡lo hizo! quedó con los pechos a la vista de nosotros dos, a Joel de inmediato se le erectó el pene, cosa que no pasó desapercibida por mi mujer pues se le quedó viendo por breves segundos. Perdí yo y me desnudé. Ya solo quedaba mi esposa con pura falda, pero empezamos a perder Joel y yo y nos poníamos impacientes, como mi esposa lo notó nos dijo que si lo que queríamos era verla desnuda, no dijimos nada, pero ella se quitó la falda y los tres estábamos ya desnudos. La estuvimos contemplando y como si nos pusiéramos de acuerdo le empezamos a acariciar sus pezones, que ya los tenía erectos por la excitación. Sin oponer resistencia ni decir palabra alguna, dejó que la acostáramos sobre la mesa y empezamos a besarle sus pechos, mordiéndole los pezones y acariciando sus piernas. Dejé su pierna en paz para acariciarle el pelo, viendo de reojo como Joel seguía con su mano cada vez más cerca de su vagina, de pronto mi esposa abrió sus piernas, ofreciendo su sexo a la caricia de Joel quien de inmediato y con delicadeza le comenzó a acariciar su clítoris, cosa que hizo que mi esposa se estremeciera. Hábilmente Joel dejó de chuparle su pecho y se irguió sin dejar de acariciarle en su vagina, se acomodó de tal manera que mi esposa pudo agarrarle el pene y acariciarlo. Luego fue forzando la situación hasta tener su pene muy cerca de la cara de ella, no teniendo más remedio que llevárselo a la boca, me tocaba penetrar a mi esposa, pero no era lo que quería todavía, deseaba ver como la penetraba otro, así que me acerqué y le dije que ahora me lo chupara a mi, dejó el pene de Joel, agarró el mío y se lo llevó a la boca, le hice una seña a Joel para que la penetrara y ni tardo ni perezoso lo hizo, por supuesto poniéndose un condón, por fin se estaba cumpliendo mi fantasía, suavemente la penetró, empezó a bombearla despacio pero incrementando poco a poco la velocidad, de repente mi esposa tenía cerrados los ojos, gozando con las embestidas, ya se había sacado mi pene de su boca, pero lo tenía agarrado con fuerza con una mano, mientras susurraba: así, así, oh!. De repente dos parejas se sentaron muy cerca de nosotros para ver el espectáculo, cuando mi esposa los vio intentó que Joel se la sacara, pues le había dado pena, pero el se recostó sobre ella y le dijo que los dejara ver como se la cogía, que debía sentirse feliz por tener a dos hombres haciéndole el amor frente a otros, que seguramente estarían deseando participar. Entonces Joel la paró, sentándose en el sillón hizo que ella se sentara en el, cara a cara, obligándola a que le agarrara el pene, se lo colocara en la vagina y se sentara, cosa que hizo mi esposa, mientras ella subía y bajaba en ese pene desconocido, yo los dejé que siguieran solos, disfrutando viendo como se cogían a mi esposa, me estaba masturbando despacio para no venirme y al ver que algunas mujeres estaban atentas a lo que yo hacía me puse sumamente caliente, decidí terminar y vaciarme, pero justo en ese momento Joel aventó a mi esposa al sillón, se quitó el condón y se empezó a venir sobre la cara de ella, y mientras mi esposa se llevaba a la boca nuevamente ese pene ahora todo mojado de semen, yo aproveche para penetrarla en forma salvaje, cuando ella tuvo su orgasmo (había tenido ya otros dos) se la saqué y también me vine en la cara. Cuando después ella me preguntó que porqué no terminé dentro de ella, le dije que como algunas mujeres estaban viendo, quise que vieran como me vaciaba, cosa muy excitante. Vinieron unos aplausos de los mirones. Después de que mi esposa se hubo limpiado todo el semen que tenía en su cara y pelo, nos quedamos desnudos unos 10 minutos, Joel fumando un cigarro y mi esposa y yo abrazados.

Se me quedó viendo, como preguntándome qué pensaba de lo que habíamos hecho, por respuesta solo le di un beso. Joel quiso que nos siguiéramos viendo, no acepté, le dije que corríamos el peligro de que se mezclen los sentimientos, que si algún día coincidíamos lo podíamos hacer.

Después, en casa, ella me preguntó que si eso era lo que yo quería y le dije que sí. Desde hacía tiempo yo le había platicado mi fantasía de verla haciendo el amor con otro hombre y que tuviéramos libertad para tener relaciones sexuales con otros, siempre que no se involucran los sentimientos. Ella no aceptaba, aunque no le molestaba ese tipo de fantasías que yo tenía, por eso me dejó mudo cuando me preguntó que si alguien quisiera hacerle el amor no me molestaría, tragué saliva y luego de un momento le dije que no me molestaría, siempre que yo supiera en el momento preciso que saldría con alguien para hacerlo. Conste, me dijo, mientras mi pene estaba a punto de reventar por la situación tan excitante. La aventé a la cama y le hice el amor.

Pasaron los meses sin ninguna novedad, nunca comentamos lo sucedido en el bar. Pero un día me preguntó si me acordaba de Jorge, el que había sido su mejor amigo y se había ido a vivir a San Luis Potosí (en México), me confesó que el había estado enamorado de ella, pero que siempre lo vio como amigo y no aceptó ser su novia cuando se lo propuso, ahora ya estaba casado y estaría por unos días en la ciudad y la había invitado a salir precisamente ese día. Le dije que no había problema, que siempre era bonito volver a ver a los viejos amigos, que si quería ir adelante. ¿Y si se pone romántico?, me dijo, ¿si quisiera hacer el amor conmigo?, se me paró de inmediato el pene al momento que le estaba contestando: pues si quieres hacer el amor con el, pues hazlo, conste, me dijo. Llegó la noche y se bañó, poniéndose uno de sus mejores vestidos. Me dijo que se llevaría el coche y me dio un beso, antes de irse, le dije: ten, llévate estos preservativos por si hacen el amor y el no lleva, los agarró y me dijo: si lo vamos a hacer. Se fue, desde que le estaba dando los preservativos tenía ya mi pene bien erecto, al punto que hasta me dolía. Cuando vi que ya se había ido, de inmediato me acosté desnudo, me puse a imaginarla haciendo el amor con su amigo mientras me masturbaba. Acabé y me dispuse a dormir, serían casi las 12 de la noche cuando llegó. No se bañó, por lo que supuse que no hizo nada, cuando estuvo a mi lado le pregunté que como le había ido, bien, me dijo, mañana platicamos. Muy temprano me levanté y con sigilo fui a revisar su bolso, saqué el paquete de condones... ¡estaba abierto y faltaba uno! Me dieron celos, fui a acostarme a su lado nuevamente, cuando despertó le dije ¿si tuvieron relaciones, verdad? ¿cómo lo sabes? fue su respuesta, le respondí que usaron un condón, porque el paquete es de tres y nada más había dos, oye -me dijo- no me andes esculcando mis cosas, entonces si hicieron el amor, volví a preguntarle, ella estaba dándome la espalda, si, me respondió, pero vamos a dormir otro rato ¿si?, la abracé y dormimos otro rato.

Fin.