Como asumir que a tu mujer le gusta follar cn otro

Como aun siendo amantes, comprendí que el coño de Maria no estaba hecho para una sola polla.

Como asumir que a tu mujer le gusta follar con otros.

Conocí a María en Ashley Madison. Empezamos una aventura turbulenta que acabó con nosotros como pareja y desechando nuestras anteriores relaciones. Tan fuerte fue nuestra conexión sexual, que arrasó con todo lo demás. Ni que decir tiene que si estábamos en esa página era porque éramos infieles y buscábamos evadirnos de nuestras anteriores relaciones. Desde que empezamos a hablar, la sinceridad y el morbo fueron nuestra bandera. Me contaba sus escarceos y amantes, mientras yo también le relataba de mis escapadas con unas y con otras.

Cuando acabamos con nuestras anteriores relaciones y nos juntamos, teníamos una cosa muy clara. Nos gustaba la variedad y el morbo que nos proporcionaba follar con gente diferente. Siendo los dos así, no hubo problema y después de sentarnos a dialogar de adonde queríamos que llegara nuestra relación, acordamos tener una relación abierta, en la cual los dos podíamos tener relaciones sexuales con terceras personas, pero siempre con el conocimiento y el visto bueno de la otra parte. Esto unido a nuestros escarceos dentro del mundo swinger y la visita a varios clubs de intercambio, daban color a nuestro horizonte sexual, que no se veía limitado en ningún aspecto.

Siendo todavía amantes, me invitó a su consulta, María es físio y propietaria de un centro de fisioterapia.

Llevábamos varios encuentros y nuestro apetito sexual y nuestras ganas de morbosear crecían exponencialmente.

Al entrar en su consulta. Me hizo esperar sentado a que saliera el paciente anterior. Era miércoles por la tarde y yo era en último paciente que atendería. Esperaba que fuese un masaje con final feliz.

Nada más abandonar la consulta el último paciente, salió y me dijo:

  • Espera un momento, que ahora te recibo.

  • Ok morena. - Respondí yo un poco intrigado.

Pasaron unos cinco minutos y asomándose a la puerta de su consulta me indicó que pasara.

Al entrar, me encontré con una sala con una camilla blanca en el centro y una mesa de despacho en un rincón, unos aparadores con material y un pequeño lavabo con una toalla colgada. Tenía buena pinta el lugar, era muy acogedor y funcional, pero nada de lo que he relatado tenía importancia para mí. El fruto de mis deseos estaba detrás de la camilla con una bata blanca de enfermera que le llegaba hasta las rodillas. No se veía muy sexy, a no ser que supieras lo que se escondía debajo de esa bata.

Pero como siempre, mi morena iba a ser capaz de sorprenderme una vez más. Mirándome fijamente con sus ojos negros y la mirada llena de lujuria, se empezó a desabotonar la bata. Una vez fueron liberados todos los botones, abrió la bata y dejándola caer, descubrió la sorpresa que tenía guardada para mí.

Allí estaba ella, con un sujetador negro de encaje, unas medias negras de rejilla que terminaban en mitad del muslo y un liguero de encaje también que las mantenía en su sitio perfectamente. Todo ello coronado con un tanga minúsculo que casi no abarcaba la raja de su coño, que se marcaba y adivinaba debajo de ese diminuto pedacito de tela.

  • Estás para comerte enterita. - Le dije yo nada más verla y con cara de fucker.

  • Pues no sé a qué esperas, semental.- Dijo ella llevándose las manos a las tetas y amasándolas por encima del encaje negro. - Quiero que me folles bien fuerte.

Me lancé a comerle la boca y la arrinconé contra la pared. Mientras mis manos volaban por sus vertiginosas curvas alcanzando sus puntos de placer.

Sus hábiles manos ya se habían desprendido de mi camiseta y habían desabotonado mi pantalón, bajado mi calzoncillo y sacado mi rabo para empezar a acariciarlo. Mientras todo eso acontecía, una de mis manos ya se había apoderado del interior de su minúsculo tanga y tras tantear su vulva ya tenía dentro dos de mis dedos que hábilmente habían conseguido arrancarle el primer orgasmo de los muchos que iba a tener en esa tarde.

Las oleadas de calor que sentía al notar como su boca asediaba a la mía, no eran nada normales. Esa tarde María estába especialmente cachonda y se le notaba en su manera de actuar.

Una vez que me encontraba desnudo, me sentó en la camilla, y poniéndose de rodillas delante mío, se metió mi polla en la boca y comenzó a comérmela de una manera muy sensual, muy profunda y húmeda, sin dejar de mirarme a los ojos mientras con una de sus manos se acariciaba el clítoris hasta romper en un nuevo orgasmo que la hizo sacarse mi polla y gemir de placer hasta que acabó de correrse y pudo continuar con su mamada.

  • Ya la tengo a tope, y ahora te voy a follar. Vaya recibimiento me has hecho. Así recibes a todos?

  • No. Solo a los que quiero que me follen. - Me respondió muy segura de sí misma.

Me levanté de la camilla y ella hizo lo mismo. Le dí la vuelta e inclinándola hacia adelante hice que apoyara sus manos en la camilla. Con mis piernas, abrí las suyas y de pie como estábamos, puse mi glande entre sus labios y notando su abertura, empujé con todas mis fuerzas hasta que mis testículos hicieron tope en su hinchado clítoris, arrancándole un grito mezcla de dolor y placer. Sabía que le gustaba así, fuerte y animal. Y aunque se quejara, me pediría más al instante.

  • Ahhhhh. Dios qué bestia. Vamos párteme el coño. Ábremelo bien abierto. - Dijo María con voz autoritaria.

  • Asi te gusta ehhh zorra. Así te follan los demás que vienen a verte?

  • Si te portas bien te lo contaré todo. - Me dijo con voz retadora.

Al oír aquello, mi morbo se disparó y empecé a bombear tan rápido y profundo como podía. Era una de las mejores folladas que le estaba dando desde que conocía a esa bomba de mujer.

A rato de estar en esa postura, decidí cambiar para darle más intensidad aún.

La tumbé boca arriba en la camilla y sujetándola por debajo de los muslos tire de ella hasta situar su culo justo en el borde y poniéndome sus piernas en mis hombros, apunté la cabeza de mi polla en su agujero y de un movimiento de caderas la metí lo más profundo que pude. En esa posición mi polla entraba al máximo llegando a sus puntos de placer más íntimos, lo pude comprobar por él orgasmo instantáneo que tuvo. Su cuerpo empezó a temblar mientras mi polla la taladraba como un percutor. Profundo e intenso.

  • Dios que bueno. Sigue, sigue haciendo que me corra.

Espoleado por esas palabras, seguí follándola todo lo fuerte que pude, encadenando ella orgasmo tras orgasmo, exprimiéndome la polla con cada contracción de sus suelo pélvico.

Estaba a punto de correrme, cuando ella lo notó y empujándome me dijo.

  • No te corras, que te quiero sacar la leche yo. Túmbate.

  • Como tú digas. Aquí tú eres la jefa.

Me tumbé con la polla dura y desafiante apuntando a techo.

  • Ahora yo seré la que te folle. Te voy a sacar la leche, quiero que me marques y así oler a tí.

  • Pues móntame que te voy a llenar hasta que te rebose el coño.

Agachó la cabeza y metiéndose mi verga en la boca la saboreó a la vez que la ponía todavía más dura si cabe.

  • Que dura la tienes, me encanta así.

Nada más decir esto, se subió en la camilla y poniéndose de cuclillas y apoyando sus manos en mi pecho, sujetó mi miembro y guiándolo, se dejó caer ensartándose entera hasta que su pubis chocó con el mío. Un gemido ahogado surgió de su garganta a la vez que se mordía el labio inferior con fuerza. Comenzó a cabalgarme de manera feroz al compás de nuestros cuerpos que chocaban escandalosamente al dejarse caer mi amante encima de mí sin ningún miramiento.

A poco de estar así, cambio de postura y apoyo entonces sus rodillas a los lados de mi cadera. Fué entonces cuando se sentó encima mío y comenzó un movimiento de vaivén que hacía que mi verga bailara dentro de su vagina tocando todos los puntos posibles. Sus orgasmos eran continuos y con ellos su vagina se cerraba en torno a mi polla intentando exprimirla.

Estuve varias veces a punto del orgasmo, pero no lograba llegar al climax. Entonces ella paró y mirándome a los ojos me dijo. Voy a hacer que te corras. Todos a los que les he hecho esto se han corrido dentro de mí. Nadie se ha podido resistir. Fué entonces cuando dándose la vuelta, me montó de revés. La visión de su musculada espalda, los hoyuelos que marcaban el fin de esta y el principio de su perfecto culo, me pusieron mucho más cachondo todavía. Empezó con su baile de caderas y sus movimientos llevaban mi verga hacia todos los rincones de su interior, estrujándola e intentando exprimirla buscando su premio.

Esa mujer era una experta y sabía como llevarme al éxtasis. Al poco de estar cabalgándome así, empecé a notar un calor que ascendía desde mi pubis hasta mi pecho anunciando mi orgasmo.

  • Me voy a correr. Ahhhhh. Sigue así, vamosssssss. - Dije mientras me corría dentro de mi amante.

  • Si, si. Córrete. Lléname de leche. Vamos cabrón, correteeee. - Dijo María mientras se corría al mismo tiempo.

Coincidieron las convulsiones de mi miembro descargando una buena cantidad de semen, con las contracciones de su vagina que amasaba mi polla hasta dejarla seca.

Entonces, Maria hizo algo que no me esperaba. Levantó el culo hasta que mi verga salió de su interior, detrás de mi polla una chorrada de leche se escurrió tras ella. María lo notó y en la postura en la que estaba, hizo fuerza con su vagina y poco a poco empezó a aparecer por su abierto coño el resto de mi corrida mezclada con su flujo. Quedo todo encima de mis abdominales, pero la cosa no acababa ahí. María abandonó su sitio encima mío y una vez bajó de la camilla se metió mi polla en la boca hasta dejarla bien limpia y con su lengua recogió y lamió todo el semen que había salido de su coño. Subió besándome el torso hasta que su boca quedó frente a la mía y entonces me dió un beso lento, caliente y húmedo. Húmedo por la mezcla de fluidos que tenía en la boca. Todavía tenía algo de semen manchando su cara cuando me dijo:

  • Espera un momento.

Cogió el teléfono y se dispuso a llamar. Con una mano sujetaba el teléfono y con la otra mi polla, la cual acariciaba y estiraba intentando resucitarla.

  • Hola cari. Que voy a tardar un poco. Que ha llegado un paciente tarde y lo tengo que coger hoy. - Mintió María.

  • No te preocupes que prepararé la cena más tarde. - Respondió su marido ajeno a la realidad de su mujercita.

Colgó el teléfono y mirándome me dijo.

  • Tú y yo todavía no hemos acabado. Y como te has portado bien conmigo te voy a contar como atiendo a mis clientes VIP. - Me dijo volviéndose hacia mí y relamiéndose.

  • Soy todo oídos morenaza.

Me hizo sentarme en la camilla, se puso de rodillas sobre un cojín y ajustó la altura de la camilla para quedar justo a la altura que deseaba. Desde mi perspectiva podía ver su parte trasera reflejada en el espejo de la pared mientras ella se adueñaba de mi polla para masturbarme y chupármela a su antojo.

  • En está posición es como más me gusta sacarles la leche a mis amantes cuando vienen a verme. Disfruta de las vistas. - Dijo, dándole una buena lamida a mi verga.

  • Así es como te gusta que acaben? Mamándosela? Pues se irán bien contentos a su casa.

  • Muuuuyyyyy contentos. Y con los huevos vacíos. - Aclaró María.

Comenzó a pajearme de manera magistral mientras me relataba los amantes que habían pasado por su camilla y lo que le habían hecho. Entre narrativa y masturbación, morbo y felación, acabé corriéndome en su boca. Y hasta unas gotas cayeron sobre sus tetas. Se lo extendió pellizcándose los pezones, mientras me miraba y me decía.

  • Parece que te han gustado mis historias. Espero que las compartas de ahora en adelante conmigo. Porque pienso seguir follándome a quien quiera. Y aunque esté contigo, seguiré teniendo visitas de mis pacientes VIP cuando quiera.

Desde aquel momento comprendí que el coño de Maria no estaba hecho para una sola polla.

Si quieres que María os cuente las historias de sus amantes como hizo conmigo, dejadme un comentario, y podréis leerlas en el perfil de: senoritax