Como aprendí a ser una puta 2
Continuación de la otra historia
Después de aquella experiencia, cogí mi móvil sin haberme siquiera subido los leggins sabiendo que ahí había más pollas esperando para usarme, y debía complacerlas. Así era, varias llamadas perdidas y mensajes al WhatsApp preguntando si era Natalia la del chat. Las seis y media, con tanta historia ya había pasado casi media tarde y no me iba a dar tiempo a cumplir mi objetivo, pero no iba a darme por vencida. Devolví la llamada al primer número que vi y me cogió otro hombre mayor,
Hola? Natalia?
Si soy yo, disculpa que había otro delante, ¿no te importa no? - le dije lo más natural que pude
Enserio? ¿Asique eres una zorrita de verdad? Joder… Dame tu dirección
Al poco rato ya estaba allí, un hombre más o menos de la misma edad que el anterior pero notablemente más gordo. Al igual que antes abrí de rodillas y dispuesta a ser bañada por el jugo de sus huevos. Así fue, saco su enorme polla completamente rígida y lo más parecido a un saludo que tuvo conmigo fueron los pollazos que me propino por la cara antes de hacerme tragar a fondo. No hablaba mucho y se centraba en sacarme las babas. Fue bastante más rápido y al poco ya estaba soltando su semen por mi cara cada vez más destrozada por dos completos desconocidos.... Me limite sonreír y recibir pacientemente cada uno de los escupitajos de lefa que su polla volcaba sobre mí, no solo empapándome la cara si no también el coño, que a estas alturas no hacía más que chorrear como una fuente.
Cuando terminó de depositarme mi premio en la cara, me invito a terminar la tarea limpiando los restos que quedaban por su polla. No tuve más remedio que seguir lamiéndole el rabo a aquel gordo hasta que se dio por satisfecho, indicándome el final con unos cuantos golpes sobre mi lefada cara con su polla flácida. De nuevo se fue y me vi allí sola, como una simple puta que aceptaba su función, eso me gustaba, me sentía orgullosa de lo cerda que estaba siendo y quería más.
Llame al siguiente y esta vez sonaba una voz más joven, me dio cierta vergüenza por si quizás teníamos a alguien en común, pero decidí aceptar que viniera. No sabía nada de lo que acababa de pasar asique cuando llego y me vio de rodillas cubierta de lefa se quedó flipando... - menuda zorra estas hecha - según le vi era delgado, atlético, diría que estaba hasta bueno, unos años mayor que yo. Asentí con la cabeza, como una tonta.
Asique dejas que venga cualquiera a lefarte el careto puta? - volví a asentir
Es increíble lo cerdas que podéis llegar a ser, ¿no saben nada tus padres?
No, esto es cosa mía-
-Ya veo, menuda comepollas estas hecha, pues venga, al lio, que llevo dos días sin correrme y estoy que no puedo más... - me dijo mientras se desabrochaba el pantalón, yo calladita como una puta y cada vez más cachonda por cómo me hablaba.
Saco su polla empalmada, nada mal, diría que casi 20cm, tenía la punta llena de babas, me la acerco a la nariz. - huele cerda, dos días sin ducharme para tu boca, aunque seguro que con la capa de lefa que llevas encima ya ni hueles nada. Me es igual, vas a tener que limpiarlo y tragar.
Volví a sentir como mi coño chorreaba, realmente si podía oler su polla y era super intenso, y se me estaba haciendo la boca agua deseando empezar a limpiarle el cimbrel a aquel chulo que me trataba como un trapo. Abrí la boca y apoyo su capullo sobre mi lengua. - Lame cerda, y esmérate por dejarlo bien limpio- obedecí con ganas y empecé a lamer su capa de semen que tenía en la polla, poco a poco iba quitándolo todo y tragándomelo asegurándome de que viera su paso por mi lengua, chupé su glande para darlo por terminado y empezar a tragarme el tronco de su rabo. Abrí a fondo mi boca y me metí todo lo que pude, el por inercia me sujeto en esa posición y comenzó a bombearme la boca.
Es asombroso lo puta que eres, solo vales para comer pollas, pero que bien lo haces cerda- me decía triunfante mientras yo trataba de coger aire entre las sacudidas de su polla
Sabes? si no fuera porque estas bañada en semen y me vas a manchar, ya estarías comiéndome el ojete como dios manda niñata - después de esas palabras no pude evitar llevar mis manos a mi coñete, que parecía un río, metí mis dedos dentro del leggins y efectivamente, aquello era increíble. No había dejado de ser follada por la boca en ningún momento y solo quería seguir así, me tocaba el clítoris empapado en flujos mientras recibía polla.
-Eh! ¿De qué vas? ¿Quién coño te ha dado permiso para tocarte cerda? - me gritó mientras me abofeteaba la cara. No dije nada obviamente.
-Tú solo vas a disfrutar cuando tengas mi semen en tu coño en unos instantes- afirmó. No tomaba píldora, y no me había planteado para nada que esa tarde fuese a dejar mi coño a ninguno de mis invitados.
-No tomo píldora...- refunfuñe sacándome su rabo de la boca
-Quien te ha dicho que pares de chupar Natalia? - dijo mientras me insertaba de nuevo su miembro dentro de mi garganta.
Entonces quieres una colección de corridas en la cara? - Asentí humillada
Pues vas a tener que aguantar que te folle la boca como si fuera un coño vamos, sino difícil. - dijo con un tono casi empático.
-Pero supongo que eso para ti no es problema ¿verdad puta?
No había tenido tiempo de hacer un mínimo gesto cuando ya estaba de vuelta embistiendo mi cabeza, la tenía cada vez más dentro y no paraban de darme arcadas. Por ratos paraba dejándome con su rabo en la boca, apretando para que llegase hasta los huevos. Tras un rato largo usando mi cabeza a su antojo por fin llego el momento, me sujeto la mandíbula con el pulgar dentro de mi boca para asegurarse de que no la cerraba, y apuntando a mi cara, comenzó a bombear una cantidad ingente de semen, estaba espeso y caliente, gran parte calló en mi cara y en mi pelo, lo demás a la boca, me relamía para saborearlo.
Para no perder la costumbre me hizo limpiarle los restos rematándolo con algunas ligeras embestidas a mi garganta cuando consideraba que estaba demasiado tranquila. Era un puto saco de semen, llevaba encima la corrida de tres hombres y aún quería más, me sentía increíblemente cachonda a pesar del agobio que me producían las arcadas. Me sentía segura y quería seguir siendo el calcetín de las pajas de quien lo necesitara.
Las ocho y cuarto, en aproximadamente dos horas tenía a mi madre en casa, y yo tirada en el suelo del salón de casa como un trapo, cubierta de lefa al completo. Me había propuesto el reto de no tocarme hasta que no tuviera la quinta corrida sobre mí, como premio a mi trabajo, pero aparte de que me estaba costando muchísimo aguantar la tentación el tiempo se acababa, y tuve que recurrir a lo que ya había imaginado, tratar de quedar con los dos que faltaban a la vez.
Dispuesta a conseguirlo llame a uno de los dos, le comenté la situación y le daba muchísimo morbo, era un casado de a mi barrio. Al otro me costó un poco más convencerle porque quería que quedásemos a solas, pero acabo accediendo, un muchacho pelirrojo de unos 30 años. Yo ya me sentía cada vez más cómoda, constatando que esa era mi posición respecto a lo sexual, por debajo y al servicio de los hombres que lo necesiten.
Este ultimo encuentro fue mucho más suave porque había más tensión, hasta diría que era yo la que más cómoda se sentía comiéndome aquellos dos rabos. Me dejaron hacerlo mucho más a mi y no me cogían de la cabeza porque decían que la tenía llena de semen y daba asco. Me ponía más perra. El casado llevaba más la iniciativa y me daba algunos pollazos en la boca y en la cara, yo lo aceptaba con gusto.
El primero en correrse fue el chico pelirrojo, la verdad que soltó bastante para no tenerla muy grande, no se si eso importa. Soltó todo en mi frente juntándose con la lefa de los otros tres y completando mi mascarilla, estaba deseando mirarme al espejo. Por último, el casado me hizo chupársela mientras le agarraba los huevos, hasta que pudo vaciarlos en mi boca. Me encantaba el sabor de su polla y de su corrida, era especialmente fuerte.
Se fueron y eran las nueve y media, pronto iba a llegar mi madre. Fui al baño con cuidado de mantener todo el semen encima de mi y me puse frente al espejo. Ahí estaba, cachonda como nunca, la cara cubierta con el semen de cinco desconocidos, la boca todavía llena de lefa y el coño palpitando. No pare ni a ponerme cómoda, me metí la mano en las bragas y empecé a frotar mi empapado clítoris mientras me miraba al espejo observando el aspecto de puta que tenía.
Me corrí dos veces, empapándome entera a la vez que saboreaba y olía el semen que me cubría. Apenas estaba cogiendo aire con las piernas temblando cuando sonó la puerta, era mi madre. Rápido abrí el grifo de la ducha y disimulé que todo estaba yendo con normalidad.
Tenía mi objetivo cumplido y estaba muy orgullosa de haber saciado a esos cinco tipos, tenía miedo de que alguien se enterase, pero a pesar de ello sabía que quería seguir descubriendo este mundo. Había sido una tarde increíble limpiando pollas de cuarentones y la puta que tenía dentro cada vez tomaba más control sobre mi…