Como aman los dioses (XXI) - Copos de nieve.

Tristeza, miedo y felicidad, sentimientos de mortales. Los Dioses existen y son criaturas caprichosas que no dicen por favor, ni dan las gracias. Pero, ¿qué pasaría si dos Dioses se enamoran de un mismo mortal?, una guerra por amor se desatará y el joven muchacho en medio del fuego cruzado quedará.

Como aman los dioses (Capítulo XXI) – Copos de nieve.

[Hailan]

—¡Que chico más raro!—siseó a mi oído con disimulo.

—¡Shhhh!, ¡Cállate Jyrki, que nos va a escuchar!—espeté.

Magnus no estaba muy lejos de sacar la cabeza por la ventana del taxi como un perro, eso y jadear con la lengua fuera, claro. El rubio miraba los edificios y peatones con tal asombro que parecía sacado de la cueva más recóndita. Yo en lo personal me sentía algo fastidiado el viaje al hotel, ya que por un lado el salir con Jyrki implicaba estar en un estado de alerta constante para que no ande toqueteando objetos delicados o destape productos sellados en alguna tienda, es tan hiperactivo, y yo siempre tengo que hacer el trabajo del que se libra su madre. Por otro lado tenemos a Magnus. Le dijimos para vernos en un sitio específico a una hora específica, y luego estuvimos esperándolo por unos eternos 15 minutos que me sacaron de las casillas, detesto a la gente impuntual.

No conforme con ello, parecía que me había sacado la lotería—¡Genial!, ¡Ahora tengo gemelos no idénticos!—pensé. Magnus preguntaba por aquello y por lo otro con la gran sonrisa de un niño campirano que visita por primera vez la gran ciudad. No sé si lo hacía por molestarme o simplemente porque de verdad desconocía este mundo fuera de su caverna, no me quedó otra opción que responder con evidente irritación a cada una de sus dudas acerca de nuestra forma de vida citadina. Luego del tormentoso viaje en taxi conseguimos llegar al "Le Fritz" en una pieza.

—¿Aquí vive Evan?—preguntó Magnus con aquella inocencia absurda.

—Sí… Aquí vive Evan, Magnus—respondí de forma automática, algo robótica.

Nos anuncié con la recepcionista y ella llamó a su vez a la habitación de Evan, confirmó que no fuéramos ladrones y nos dejó pasar sin más, aunque antes tuve que regañar y quitarle de las manos a Jyrki un jarrón decorativo de la recepción, todo ante la indignada mirada de la recepcionista. Subimos por el ascensor junto a una pareja de ancianos sonrientes, esta vez tuve que detener los curiosos dedos de Magnus que pretendían juguetear con los botones del ascensor.

—¡CHICOS!, adelante, pasen por favor, ¡Están en su casa!—nos dijo Evan al abrir la puerta. La cara de Magnus se iluminó como cuando un niño abre sus regalos de noche buena, Jyrki me codeó las costillas con una risilla indiscreta, yo puse los ojos en blanco. Aunque por lo menos ahora tendría a Evan para ayudarme con ese par. Pasamos y nos sentamos en el juego de muebles de la estancia de la habitación, he de admitir que Evan debía estar ganando muy bien como para pagar un sitio como ese por tantas noches.

—¿No lograron contactar a Seymour?—preguntó Evan preocupado.

—Pues a mí nunca me atendió—dijo Magnus alzando su móvil.

—¿Y a ustedes?—Jyrki y yo negamos con las cabezas.

—A mí también me preocupa—soltó Jyrki de repente—Ojalá y alguien que conociéramos supiera lo que le está pasando—dijo lanzándole la bola a Evan descaradamente.

—Pues sí, ojalá, pero no podemos seguir esperándolo, debemos comenzar el informe, con o sin él—suelta Evan con mal disimulo para cambiar el tema.

—Buen intento—le mascullé a Jyrki por lo bajo.

Finalmente nos ponemos manos a la obra, investigamos y discutimos el tema del informe, como era de esperarse tuve varios encontronazos con Magnus sobre el tema, una probada de mi propia medicina, supongo que así se sentían todos cuando me hago el sabelotodo, es irritante ser así. Como era lógico Jyrki no investigó mucho sobre el tema, lo que resultó en participaciones bobas y relajos infantiles de su parte. Evan reía, no sé si por cortesía para con los chistes malos de Jyrki, y se limitaba a hacer aportes puntuales y a asentir cuando sentía que alguno tenía un punto sólido, la verdad que no era para nada un mal estudiante.

Por supuesto que era evidente el favoritismo de Evan ante el chico dorado, pero no lo culpo, yo también andaría largando las babas por Magnus si fuera gay, y es que era súper evidente la tensión entre esos dos. En parte me hacía sentir un poco mal por Seymour, porque sé que le gusta Evan como no le ha gustado nadie antes en su vida y no sé lo que sucedió entre ellos, pero es evidente que no terminó bien, me hace sentir mal por mi amigo, pero al final Evan puede andar con quien él quiera y eso es solo asunto de él. En esas tocan la puerta.

—Debe haber un error—dice Evan levantándose—La de la limpieza no pasa a esta hora y no he pedido servicio a la habitación—nos explica dirigiéndose a la puerta. Como no podía ser de otra forma Magnus, Jyrki y yo levantamos un poco la mirada por sobre los muebles para chismosear, luego volteamos rápidamente antes de que se diera cuenta y disimulamos estar metidos de lleno en el informe.

—Era uno de esos chicos que hacen entregas...—nos suelta mientras vuelve a tomar asiento y coloca una caja azul aguamarina con un elegante lazo de regalo a su costado en el mueble.

—Ah, ¿Sí?—pregunta Jyrki de una forma tan indiscreta que casi salta fuera de mi boca una carcajada. Magnus mira la caja de regalo con algo de seriedad, permanece a la expectativa. Evan parece ser el único que quiere ignorar el regalo, pero los demás permanecemos impacientes por saber que es o quien lo envió, disimulamos lo mejor que podemos, pero Jyrki es… Bueno, Jyrki...

—Ajá... ¿Y no piensas abrirlo?—suelta mi chiflado amigo haciéndole entender a Evan que es la cosa más obvia del mundo el que seamos unos metiches de mierda.

—No creo que sea prudente...—dice con inseguridad.

—¡Ah vamos agua fiestas!, ni siquiera te estamos preguntando quien te lo envió, solo queremos saber que hay adentro de la caja—responde Jyrki sin más.

—Jyrki...—le reprendo.

—¡No!, Jyrki tiene razón, es un regalo, además no se ni quien lo envió—nos muestra que no trae tarjeta visible—¿Qué es lo peor que podría pasar?, ¿Una bomba?—dice riendo antes de deshacer el nudo del lazo y retirar la tapa. Todos nos acercamos a ver que tiene, Evan retira unos delicados papeles y descubre el contenido, dos pequeños aretes negros con algún tipo de incrustación en piedras preciosas. Por la presentación tan refinada fue fácil deducir que no eran de fantasía, eran auténticos. Evan remueve entre los papeles para ver si hay alguna carta del que lo envió, o la que lo envió en el más improbable de los casos. Encuentra finalmente una pequeña tarjeta escrita a mano con elegante caligrafía que pone un simple "¿Quién decide que es correcto y que no?", y eso es todo, no dice más nada.

Jyrki da un largo silbido de admiración y dice—Vaya regalito... Parecen Ópalos negros y si son reales deben valer una fortuna—

—Lo son—responde Evan con la mirada perdida.

—¿Desde cuándo sabes tanto sobre minerales y piedras preciosas Jyrki?—pregunté extrañado cayendo en cuenta.

—No soy tan ignorante como tú crees—dice sacándome la lengua.

—Parece que alguien te estima mucho, ¿No?—pregunta Magnus de repente, ese "¿No?" se sintió tan incómodo que Jyrki y yo nos miramos cómplices. Evan por fin volvió en sí y se mostró avergonzado con Magnus, este último no lo dijo de forma grosera o celosa, de hecho lo dijo sonriendo de forma tonta, pero parece que logró afectarle a Evan.

—Estos me los regaló mi jefe—suelta Evan de repente, parecía sentir la necesidad de justificarse ante Magnus.

—¿Tu jefe?—inquiere Jyrki.

—Sí, es que andaba con él y me detuve en una joyería, me gustaron tanto que decidí preguntar el precio, obviamente no podía pagarlos y él insistió en comprármelos, pero yo me negué—dice de forma orgullosa mirando fijamente los aretes—Creo que los venderé y donaré el dinero en algún lugar—dice con decisión.

—¿QUÉ?, ¿ESTÁS COMO LOCO?—le reprende Jyrki escandalizado y poniéndose de pie—¿Sabes el dinero que te pueden dar por ellos?, ¡Y tú lo quieres donar!, ¡Pfff!—

—Podrías comprarte una casa con el dinero Evan—le digo en forma de consejo.

—Podría, pero no quiero... Estoy cansado de que todo el mundo pague las cosas por mí, yo tengo mi propio trabajo y quiero ganarme las cosas por mi propio sudor para no depender de nadie. Trabajaré hasta reunir el dinero suficiente para alquilarme un apartamento y comprarme mis cosas—

Magnus sonríe de oreja a oreja con orgullo y Jyrki le mira como si fuera un paciente psiquiátrico. Aunque yo no creyese que estaba tomando la decisión más sensata aun así le respeto y admiro, porque es una persona trabajadora y honrada, y de no haber personas así, de seguro la humanidad ya se habría extinguido, tenemos que cuidar a las personas como él, porque están en peligro de extinción.

Pasaron casi tres horas desde que llegamos y la tarde se alzaba ante nosotros con un sol reluciente y benévolo. Jyrki y yo seguíamos castigados después de lo de la fiesta en casa de Seymour y lo de amanecer ese día en una celda no les causó mucha gracia a nuestros padres, por lo que aún estaban recelosos con nuestras salidas y nos dejaron venir a reunirnos solo porque se trataban de cosas de la escuela, sin embargo nos exigieron que regresáramos temprano, por lo cual terminamos nuestra parte del informe y le explicamos a los chicos el porque nos teníamos que ir. Ellos entendieron y dijeron que nos fuéramos tranquilos, que ellos terminarían lo que quedaba por hacer, aunque sospecho que ambos estaban más que complacidos de quedarse a solas el uno con el otro.

—¿Cuantos pretendientes crees que tenga Evan?—preguntó Jyrki de sopetón mientras bajamos por el ascensor.

—Pffff... ¿Y a mí que me importa eso?, no es asunto nuestro, bobo—

—¡Vamos Hailan!, ¿Me vas a decir que no te causa curiosidad saber si Evan se está enrollando con su jefe?—

—¡Sí!, te voy a decir que no me causa curiosidad porque a diferencia de ti no soy un metiche de mierda—le respondo de forma burlona, y él me contesta con el dedo corazón mientras ríe.

—Aunque esos aretes sí que se ven caros—agrego.

—Y que lo digas... Un par de ópalos negros como esos valen una fortuna—dice incrédulo—¿Qué crees que vean los chicos en Evan?—yo río ante su pregunta.

—No lo sé, quizás es porque hace mucho ejercicio o puede ser su cabello bien arreglado, su cara de ángel pintado o su piel bronceada que calienta más que el sol del verano—digo en forma de broma y Jyrki se carcajea estrepitosamente atrayendo la atención de los huéspedes del hotel—Pero yo que sé de esas cosas... Si algún día yo también me vuelvo gay quizás te responda—digo dándole un codazo y reímos mientras salimos del hotel.

[Evan]

Finalmente Jyrki y Hailan se habían ido, solo quedamos Magnus y yo, él hacía como si nada pasara, leía e iba armando el informe con gran precisión, no sé cómo podía permanecer tan sereno si yo sentía que podía cortar la tensión como a un pastel, las manos me sudaban y habitábamos en un silencio que a mí se me hacía insoportablemente delicioso, mientras que él lo abrazaba con una sonrisa y le desdoblaba con su hermosa voz solo para pedir mi aprobación en cada detalle del informe. En ese punto era poco lo inmerso que me encontraba en lo del informe, más bien centraba mi atención en otro tipo de inmersión visual.

Magnus llevaba una camisa de manga corta con un montón de caballitos estampados en ella, la complementaba con un short ajustado de jean azul, algo por encima de la rodilla. Seguro se había dado cuenta de que no podía quitarle los ojos de encima, si bien siempre me deleitaba con su rostro esta vez tenía la oportunidad de ver un poco más allá de lo que usualmente ocultaba a duras penas el uniforme del instituto. ¡Qué piernotas!, estaban tan bien esculpidas, de seguro practicaba algún deporte y luego toda esa delicada marea de vellos dorados subiendo por sus muslos. En menos de lo que cantaba un gallo tenía una tienda de acampar armada en mis pantalones.

—¿Todo en orden?—preguntó repentinamente sin apenas apartar la vista del ordenador.

—¡Claro!, ¿Por qué no habría de estarlo?—respondí nervioso intentando tapar mi erección con un cojín.

—Es que estas sudando mucho…—

—Tranquilo no pasa nada, no seas tonto, es solo que está haciendo mucho calor—dije levantándome del sillón tapándome con mi fiel cojín—Creo que le subiré un poco al aire acondicionado, discúlpame un momento—le dije nervioso mientras huía.

—Tranquilo, tómate tu tiempo—dijo sonriéndome de forma picara para volver su atención al teclado del portátil.

Yo correspondí la sonrisa y huí a mi recamara con prisa apenas me esfumé de su campo visual.

—Maldición no me traiciones así—dije reprochándole a mi puntiagudo amigo mientras buscaba la mejor forma de acomodarle dentro de mi boxer.

—¡OYE EVAN!—me gritó desde la sala de repente.

—DIME MAGNUS, EN UN MINUTO ESTOY CONTIGO—

—Es que tengo una pregunta para ti—

—Adelante—le dije desde mi habitación rogándole a mi miembro que volviera a dormir.

—Es que no se si te vaya a incomodar la pregunta…—

—Pues no creo que podamos descubrirlo si no la preguntas jejejeje—dije mientras luchaba con aquella parte de mi cuerpo.

—Es que… Quedé con la intriga de quien es tu jefe—dijo luego de un profundo suspiro que se escuchó en toda la estancia, y luego continuó—Sé que no tiene ningún tipo de justificación mi pregunta y comprenderé completamente si no quieres responderme, es solo que… Quiero saberlo, me causa curiosidad—

Esa pregunta me dejó un tanto helado, lo suficiente como para enfriar y noquear de una vez por todas esa parte conflictiva de mi anatomía. De inmediato medité y mil cosas pasaron por mi cabeza, sentí placer y culpa, vergüenza y esperanza, mi corazón latió a mil y mi estómago se revolvió como el mar en una tormenta ¿A que vino esa pregunta?, ¿Por qué quiere saber más de mi jefe?, ¿Acaso le molestó lo del regalo?, ¿Tendrá celos?, joder pero por supuesto que le debo gustar, ¿Y cómo no? después de tantas atenciones, después de darme aquellas flores en el patio, que por cierto aún no he indagado para saber de dónde carajos me conoce, de donde se me hace tan conocido, y es que ese numerito en el patio tuvo que ser planificado si porque sí.

¡Por Dios! y pensar que puede ser un psicópata o un espía y le he dado tanta confianza, incluso lo traje hasta aquí y ahora estamos solos, fácilmente podría secuestrarme o asesinarme, ¡A la mierda todo!, a la mierda el puto síndrome de Estocolmo, el muchacho es jo-di-da-mente hermoso, si tengo que morir en sus manos lo haré con una sonrisa en la cara, será una muerte dulce en manos de un ángel.

—Evan, ¿Sigues ahí?—dijo sacándome bruscamente de mi licuado mental.

—¡Sí!, sí, aquí estoy—dije tontamente.

—Discúlpame, creo que no debí haber preguntado eso—

—¡No te disculpes por favor!—dije saliendo rápidamente de mi habitación a su encuentro—Lo siento es que se me fue la onda por un par de segundos, supongo que estoy un poco agotado por tanta investigación—me excusé. Que estúpido y descarado he de haber sonado, el trabajo lo estaba haciendo Magnus básicamente solo.

—Sí, supongo que lo mejor será dejar esto hasta aquí por hoy—dijo cerrando el portátil—Si no tienes problema me gustaría llevarme el informe y lo termino yo en mi casa, así podrás descansar. Los chicos me contaron que eres muy trabajador, por favor no te molestes con ellos, me lo contaron porque les pregunté por ti…—

—No hay ningún problema, no me molesta para nada—dije lo más comprensivo que pude, francamente me conmovió hasta la médula su carita de vergüenza y arrepentimiento.

—Supongo que no debería meterme en cosas que no me incumben, pero es que me preocupo por ti Evan…—Literalmente morí de tanta dulzura, ese chico me iba a provocar un coma diabético—¿Entonces no tienes problema con que yo termine el informe?—yo negué con la cabeza—Bien, entonces supongo que ya es hora de irme, ya te he molestado lo suficiente—dijo derrotado metiendo su portátil en su mochila. Mi cerebro entró en modo alerta, joder no podía dejarle ir así tan fácil y con esa idea de que me molestaba, rápido, piensa algo Evan…

—¿Te importa si te acompaño?—pregunté de repente con una sonrisa tonta que no pude evitar, sus ojos turquesa centellaron.

—¿En serio?—yo asentí—¿Pero no estás cansado?—

—No te preocupes Magnus, lo haré encantado—

Bajamos el edificio, él apartaba su mirada de mí, ocultaba con vergüenza su rostro bajo los ensortijados mechones dorados, me sacaba un par de cabezas de altura y despedía un magnetismo envolvente, al sortear la entrada del hotel nos atacó una gélida brisa, el invierno se acercaba y con el quedaría atrás un año más.

—Puedes resfriarte Evan… Acompáñame hasta aquí, yo puedo caminar solo hasta mi parada—

—¿Esperarás un autobús?—él asintió—¿Vives muy lejos de aquí?—

—Más o menos—

—No tengo problema en acompañarte hasta que tomes el bus—

—Evan…—replicó.

—Tranquilo, no seas tonto, soy más resistente de lo que parezco—dije intentando levantarle el ánimo. Vi entre sus intenciones el llevarme la contraria de nuevo pero no le di tiempo a las dudas, salí a la calle con valor, el frío me estremeció, pero lo disimulé lo mejor que pude para que no pusiera más peros, extendí mi mano llamándole, él dio un largo suspiro y al fin volvió sus ojos a mí, sonreí con satisfacción mientras intentaba controlar el titiritero de mis dientes.

—En serio no hace falta que hagas esto Evan—dijo saliendo a mi encuentro.

—Lo sé, pero yo quiero hacerlo… Vamos—dije halándole del brazo.

—Pero solo hasta que llegue mi bus—

—Claro, aunque debería acompañarte hasta tu casa para cerciorarme de que llegues bien—dije picándole un ojo.

—En ese caso creo que tendría que devolverme a acompañarte para confirmar que llegues bien de regreso—

—Te gustan los círculos viciosos ¿Eh?—

—Me gustan los dialelos—

—¿Qué es eso?—dije en mi infinita ignorancia.

—Es un círculo vicioso con otro nombre—

—¿Ósea que es otro circulo vicioso?—

—No jajajaja… Es otro de los nombres que reciben los círculos viciosos—explicó a carcajadas.

—Creo que me confundiste más de lo que ya estaba—le dije sintiéndome completamente tonto.

—Es una forma más elegante para llamar a los ciclos sin fin Evan—

—Entiendo—dije sin entender, comprendiendo que no podría entender.

La oscuridad de la noche se manchaba en cientos de luces, hijas de la ciudad, farolas que iluminaban nuestro sendero de concreto y las luces interminables de los autos que nos pasaban a un costado, los edificios inmensos con sus centenares de lucecitas encendidas que rasgaban las nubes. El ruido de los autos mancillaba el sonido del viento helado y las calles ligeramente vacías, todos le huían al frío y allí estábamos nosotros dos, un par de locos en la intemperie, yo temblando como un chihuahua y él, pues… A Magnus parecía que nada le afectaba, el frío ni le inmutaba un poco.

—¿Tú crees en los ciclos infinitos Evan?, ¿Crees en el destino?—dijo de repente mientras caminábamos tras un largo rato de silencio.

—¿A qué te refieres?—me había tomado desprevenido.

—¿Crees que el destino ya esté escrito?, ¿Crees que seamos piezas del ajedrez de alguien más?, ¿En qué crees tú, o en quién?—

—Pues si te refieres a las religiones y Dios y todo eso, pues te diría que no me considero religioso, a decir verdad no me considero creyente de ninguna religión—

—¿Entonces en quién crees?—

—Creo en mi Magnus, creo que soy el único que hará las cosas por mí y para mí, soy el único que no podría fallarme, no me tomes a mal, es solo que casi siempre me he tenido solamente a mí mismo, y cuando depositas tu confianza en otras personas siempre corres el riesgo de que te fallen—la imagen de Seymour llegó a mi cabeza en ese momento—No creo en seres superiores a mí, si es a lo que te refieres, y no es que niegue rotundamente que puedan existir, es el hecho de que si existen pues no han hecho mucho por mi hasta ahora… Yo me levanto bien temprano todos los días para ir en busca del pan sin mucha ayuda de nadie—

—Entiendo…—dijo con la mirada distraída en el movimiento de sus pies, su cabello revoloteaba.

—¿Tu en que crees?—dije con curiosidad, de seguro pensaría que estaba loco o que era un sociópata radical, no quería espantar al chico que me había dado flores.

—Creo en todo Evan—dijo levantando la mirada, con una sonrisa que dirigió al cielo, el viento sopló más fuerte y temblé.

—¿Cómo así?—dije apretando la mandíbula para que no escuchara el bailoteo de mis dientes.

—Creo en todo, porque todo está vivo Evan, debajo de esta acera hay tierra, planta una semilla y saldrá vida, porque la tierra está viva. Tú y yo estamos vivos, cada célula de nuestros cuerpos respira y se regeneran, procrean más células, por cada una que muere nacen dos más… Incluso los autos que pasan a nuestro alrededor parecen vivos, se mueven, emiten luz y probablemente alguna vez su metal formó parte de algún ser vivo, y cuando sean desechados y se oxiden formarán parte de otro forma de vida, mira el rojo de tu sangre Evan… Contiene óxido de hierro, el metal de los autos…—Yo le observaba absorto, extasiado, cada palabra que salía de él era simplemente hipnotizante—Cada elemento Evan, cada pequeña partícula de materia proviene de alguna estrella que murió, el planeta vive y el universo también, las estrellas eternas del cielo morirán algún día y de sus restos nacerán otras, incluso lo que imaginamos o anhelamos, todo vive en nuestra mente—

—No sé ni que decirte Magnus…—

—No hace falta que me digas nada Evan… Tan solo tu presencia es suficiente para mí—

Sonreí y por un ínfimo momento mi cuerpo sintió calor, en mis mejillas. Que probabilidad existe, para conocer a una persona así me refiero, cuantos allí afuera son capaces de recrear lo que dice o piensa ese chico, ¿Que probabilidad hay de que exista alguien como él?, ¿Qué probabilidad hay de que vuelva a toparme con alguien así por el resto de mi vida?, no era muy bueno haciendo cálculos pero sabía que la respuesta sería, quizás nunca, ni en mil vidas… Y en ese momento, luchando por respirar el aire helado, luchando por controlar cada musculo de mi cuerpo me sentí afortunado, sentí que debía retribuirle algo, lo que sea…

—Se llama Céfiro—

—¿Quién?—dijo él.

—Mi jefe, es buena persona, me trata muy bien—le dije, el asintió—En realidad es de los mejores jefes que he tenido—

—No era necesario que me lo dijeras—

—Tu preguntaste, ¿No?—dije riendo.

—Touché—Y ambos reímos.

—Céfiro Astraios… Es el padre de Seymour—le confesé, por un momento me pareció verle tragar saliva y la preocupación alteró su semblante, por una milésima de segundo me pareció verle preocupado, pero luego volvió a esa sonrisa serena de siempre—Es muy generoso conmigo y le tengo mucho respeto, pero no siento nada por él, además es el padre de mi amigo…—

—Pasó algo entre ustedes, ¿No?, entre Seymour y tú—preguntó preocupado.

—Es algo de lo que prefiero no hablar…—dije con tristeza.

—Entiendo—Y finalmente llegamos a la parada, estaba vacía, ni un alma al rededor—No hace falta que esperes aquí conmigo Evan—.

—Era hasta que llegara el bus Magnus, en eso quedamos, ¿No?—

—¿Nunca te rindes cierto?—preguntó sonriendo.

—Nunca jajaja—

Y ambos nos sentamos a esperar su autobús… La calle estaba vacía, no había nadie allí afuera, incluso la marea de autos había cesado, era como si de pronto fuéramos los únicos en ese mundo frío y solitario.

Ya no sentía mis dedos, se estaban volviendo azules, no podía controlar los espasmos en todo mi cuerpo y mis dientes titiritaban contra mi voluntad, mis intentos por disimular fallaban y no podía ocultar mi malestar. De pronto sentí un brazo sobre mi hombro, su brazo, en un delicado pero firme movimiento me atrajo hacia él, no me dijo nada, simplemente me abrazó a su pecho y yo me dejé, tampoco le dije nada, pronto el frío me fue abandonando porque su cuerpo desprendía una calidez benevolente que me envolvía y me llenaba de paz, era como el sol, alejaba la inclemencia de la noche y me hacía sentir como un niño, como si nada en el mundo pudiese dañarme allí bajo sus brazos, no fue incomodo en lo absoluto y en ese momento no quise dejarle ir, quería estirar la noche lo más que pudiera, esperé que pasaran unos minutos de prudencia y le dije…

—No creo que el bus vaya a pasar a estas horas, ¿Qué opinarías si te digo que cenemos, nos distraigamos un rato y luego te pedimos un taxi?—Magnus bajó su mirada justo hacia mí, esta vez no pudo ocultar su cara de sorpresa—Sé que mañana es lunes de clases y tampoco quiero causarte problemas con tu familia, pero no se… De pronto se me ocurrió esa idea… Discúlpame, sé que es una tontería—dije titubeante a la expectativa de un rotundo no.

—Si a ti no te importa que mañana haya que madrugar para ir a clase a mí tampoco, además, de por si mi familia es problemática, así que me tiene sin cuidado, sé que no les importará si llego un poco tarde jajaja—

Maldije mi bocota cuando se puso de pie, me liberó del dulce cautiverio de sus brazos y volvió a sonreír, ¿No le dolía la cara de lo hermoso que era? Le propuse caminar un rato para encontrar un lugar para comer, ya estaba bien adentrada la noche. En el trayecto a pie me pedía que le explicara sobre la ciudad y sus sitios, al parecer no era de aquí, le guie lo mejor que pude, ya que yo mismo llevaba no mucho viviendo allí, éramos dos extraños en un país extraño, conociéndole, conociéndonos.

—¿Qué edad tienes Magnus?—

—¿Qué edad aparento?—me dijo retante.

—Como 18—

—Casi… Jajajaja tengo 19, ¿Y tú cuanto tiempo llevas viviendo aquí?—

—¿En esta zona de la ciudad?—

—No, en el país—

—No mucho, unas cuantas semanas, ¿Y tú?—

—Igual, un par de semanas. Mi familia se mudó aquí por asuntos de negocios y pues heme aquí, ¿Y la tuya?—no pude evitar suspirar.

—Pues familia como tal no hay, soy mi familia, dependo de mí, mis padres fallecieron y no tengo a nadie más en el mundo—

—Lo lamento…—

—No lo lamentes, qué más da, hay cosas contra las que no podemos hacer más—

—Hablas con sabiduría Evan—

—La sabiduría de la santa calle Magnus—

Luego de un largo paseo entramos a un restaurant de comida china y pedimos el arroz especial, Magnus se veía muy chistoso peleando con los palillos para recoger la comida.

—¡Malditos sean!, ¿Cómo le haces para usarlos con tanta soltura?—me preguntó.

—Es cuestión de práctica, observa…—y le mostraba como tomaba con delicadeza el arroz y me lo llevaba a la boca, el imitaba el movimiento y justo cuando conseguía tomar el arroz los palillos se le cruzaban y el arroz salía disparado en todas direcciones salpicándome la cara y todo el mantel.

—Evan… Discúlpame no fue mi intención, estoy tan apenado yo no…—decía con evidente vergüenza.

—JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA—

—¿Evan?—

—JAJAJAJA ¡No te preocupes tonto!, es que me causo mucha gracia, pero para que veas que no soy un desgraciado déjame te enseño…—y me levanté de mi asiento y me puse detrás de él, tomé su mano y le guie, con delicadeza. Su mano se sentía tibia y tersa, finalmente conseguimos llevar un poco de arroz a su boca, luego un poco de pollo y de repente otra vez palillos cruzados, el trozo de pollo fue a parar al suelo y por acto de reflejo ambos quisimos recogerlos y nos fuimos de inmediato debajo de la mesa, ambos nos agachamos y nos topamos de frente al mismo tiempo para recogerlo, nuestras manos se encontraron.

Sus ojos se clavaron en los míos, me sentí intimidado pero a la vez perdido, me perdí en su mirada, que ojos más hermosos. Fui capaz de sostener su mirada por unos segundos e incluso percibí el vapor que salía de su boca entre abierta de lo cerca que estábamos, y luego sentí vergüenza y dejé de mirarle, pero antes de levantarme para volver a mi asiento me tomó desprevenido y beso rápidamente mi mejilla, él volvió a su silla de un tirón y yo me quedé allí agachado, atontado, tocándome la mejilla con los dedos y sonriendo como tonto ¿Qué había pasado?, sentí una sensación cómica y placentera en la boca del estómago, ¿Estas eran las famosas mariposas que uno siente?, ¿El arroz chino especial se hacía con carne de mariposa o era él?, si, él me hacía sentir eso.

Luego salí de mi trance e intenté guardar la compostura, busqué el pedazo de pollo y no estaba en ninguna parte.

—¿Buscas esto?—dijo sonriendo mientras sostenía el trozo de carne con los palillos. Me puse de pie y me fui a mi asiento.

—Parece que los dominaste, ¿No?—

—Eres un buen maestro—y no pude evitar enrojecerme, el calor subiendo a mi cara, maldita sea.

Finalmente terminamos de comer sin agregar mucho a la conversación, se hizo un silencio entre nosotros, pero no era para nada incomodo, era un silencio que decía mucho y yo disfrutaba mucho su compañía. Ambos pagamos el plato del otro y salimos de allí, de nuevo el frío invernal, pronto nevaría en la ciudad.

—¿Y ahora qué quieres hacer?—preguntó.

—Quiero ver las estrellas—dije señalando al cielo entre tanta nube había una pequeña brecha en el cielo que permitía verlas—Creo que por aquí cerca hay un parque, podemos sentarnos para verlas y luego pedimos tu taxi, No quiero que tengas problemas con tu familia—

—Me parece excelente idea, pero en serio, mi familia ama los problemas, aunque hagas las cosas bien siempre buscaran la forma de estar en discordia, son alérgicos a la tranquilidad y la paz—

—¿Cómo puedes ser una persona tan serena si vienes de una familia así?—

—A veces me pregunto lo mismo, pero supongo que aún no tengo una respuesta para eso—dijo levantando las manos en señal de darse por vencido.

Luego caminamos y nos dirigimos al parque, era un enorme espacio de varias hectáreas con árboles, bancas y un bonito estanque, además de juegos para niños y máquinas para que la gente hiciera ejercicio al aire libre. Generalmente estaba lleno de personas y siempre había querido ir a sentarme en sus bancas y relajarme un rato, porque todos los días al salir del trabajo paso por allí, pero nunca había tenido tiempo de hacerlo.

Llegamos y francamente no me sorprendió el hecho de que estuviera vacío, la gente quería refugiarse del frío y pronto los verdes pastizales se pintarían del blanco del invierno. Encontramos una banca con la mejor vista, rodeada de árboles espesos y altos y dos farolas de luz blanca flanqueando cada extremo de la banca, al frente un camino de adoquines bañados con las hojas caídas de los árboles, la brisa helada las hacia bailar y rompían en un incesante cosquilleo al suelo el silencio de la noche. Frente a nosotros la estrella de la noche, un enorme estanque natural que serpenteaba por todo lo largo del parque, pacífico y apenas perturbable, se hacían ondas elegantes en el agua por cada hoja que caía sobre él, le atravesaba un antiguo puente en arco hecho de piedra, completamente colonizado por el musgo más verde, y detrás de la laguna más árboles que apenas lograban cubrir la inmensidad de la creación del hombre, los rascacielos y sus ciento de luces. Magnus parecía satisfecho.

—Es muy bonito aquí, gracias por traerme—

—Lo es, no me des las gracias—dije maravillado.

—Me siento perdido entre tantas construcciones de piedra y concreto, lo mío es la naturaleza…—me dijo con voz apenas audible.

—Santa naturaleza, tu santo de devoción—

—Exacto—me dijo con una sonrisa coqueta.

Permanecimos así, sentados y contemplando el espectáculo de la naturaleza, era simplemente reconfortante y cuando el frío amenazó con perturbar mi paz de nuevo me acerqué a su cuerpo disimuladamente, lo más cerca que pude y volví a disfrutar del calor que irradiaba el chico dorado. Permanecíamos callados, y luego de un rato Magnus estiró su brazo por detrás de mi espaldar y yo entendí el mensaje, o por lo menos entendí lo que quería entender, recosté finalmente mi cabeza en su hombro, estaba calentito y suave.

No quise mirar hacia arriba para ver su rostro, me avergonzaba y sacaba mi timidez a relucir, no sé de donde, porque no suelo ser así de tonto con nadie, pero Magnus produce ese efecto en mí que me hace doblegar mi carácter. Me sentía afortunado, protegido y me daba la sensación de que bajo sus brazos nada ni nadie podía alcanzarme, me hacía invulnerable y nada podría dañarme. Finalmente recordé el supuesto motivo que nos había traído aquí, miré arriba, completamente nublado, ni un lucero en el cielo, las estrellas también se habían ido a refugiar del clima, suspiré derrotado.

—Mala noche para ver las estrellas…—

—Y que lo digas—reproché desanimado.

—No importa, algún día te llevaré a conocer las estrellas—me dijo decidido, con una sonrisa enorme al cielo nublado, no pude evitar la dulce vergüenza, ¿De dónde sacaba todo ese encanto?

—Querrás decir “ver la estrellas”—le corregí.

—Nop—dijo negando con la cabeza—A conocer las estrellas—

—Si fuéramos astronautas…—le dije con sarcasmo.

—No hace falta serlo para navegar entre las estrellas, pero como te dije, es mejor conocerlas a solo mirarlas de lejos—yo sonreí de incredulidad, no sé de donde sacaba tantas ocurrencias—Te llevaré a conocerlas—decía con ilusión en sus ojos turquesa. Tras un par de minutos más en silencio se levantó y dijo…

—Pronto nevará será mejor que no nos atrape la nevada—dijo con seguridad extendiendo una mano para ayudar a levantarme, le miré desconcertado por un par de segundos.

—¿Cómo puedes predecir el clima?—dije incrédulo.

—En este momento no te puedo decir cómo… Solo te pediré que confíes en mí—dudé por un par de segundos, el permanecía con su mano aun extendida esperando mi respuesta. Confiar otra vez, me pedía confiar otra vez…—“Seymour, que mal me has hecho… Que me volviste tan desconfiado”—pensé.

Finalmente y con algo de duda le extendí mi mano y me sonrió una vez más— “el chico dorado de la sonrisa eterna”—pensé, y me causó gracia. Magnus me ayudó a levantar y caminamos con calma sobre los adoquines buscando la salida del parque.

—De seguro tienes una aplicación que te dice el clima—se me salió de repente.

—Si eso te deja dormir por las noches, sigue diciéndotelo jajajaja—

—Atrevido, jajajajaja—bromeé.

A medida que avanzábamos a la salida seguíamos el trayecto del lago, no lo había notado hasta que me percaté que venían siguiéndonos.

—Parece que no estamos completamente solos—dije con ironía.

—Pero que preciosidad—dijo totalmente encantado al ver el cisne cantor nadando apaciblemente en el estanque. Magnus se detuvo, se agachó y le hizo señas al ave para que se acercara, no pude evitar soltar una risilla. A veces pienso que Magnus parece un niño inocente, superdotado pero algo tonto. Pero pronto tendría que meterme mis pensamientos quien sabe dónde… Creo que tuve que recoger mi cara de asombro cuando vi que efectivamente el animal salió del agua a paso decidido en nuestra dirección, llegó justo donde estaba Magnus y este le acarició la cabeza ante mi asombro.

—¿No son agresivos?—pregunté algo desconfiado.

—Si les buscas pleito sí… Ven acércate y acarícialo—

—Magnus… No creo que sea buena idea…—

—No seas tonto, tienes que tener un poco de fe y confiar en mí, no puedes creer solo en ti mismo—y con mucha alegría se levantó y me haló del brazo, quise resistirme pero al ver su cara de felicidad no pude negarme… Me dejé llevar y el me condujo con mucho tacto a mi encuentro con el cisne, sostuvo mi mano con delicadeza, y me mostró como acariciar al ave. Esperé el primer picotazo con temor, pero grata fue mi sorpresa al ver que el animal sacudía la colita de felicidad ante mi caricia, finalmente sonreí. Luego de un minuto nos dimos vuelta e intentamos seguir nuestro camino, pero nos dimos cuenta que el animalito no quería dejar de seguirnos, a Magnus le causó mucha gracia y debo admitir que a mí también.

—Oye amigo creo que deberías irte, pronto empezará a nevar y deberías buscar un sitio acogedor para soportar el frío—le dijo Magnus al cisne.

—No creo que se vaya así, si quieres le arrojamos un pedazo, de pan o algo para que se vaya. ¿No tendrás uno en tu mochila?—

—No hace falta, mira…—

Había perdido de vista al animal por unos segundos y ya no estaba, miraba a todos lados por el estanque, los árboles o el pasto y no estaba.

—Allá arriba Evan—dijo señalándome el cielo, y allí estaba, se alejaba volando con elegancia, que animal tan majestuoso, no podía salir de mi asombro.

—Será mejor darnos prisa—dijo Magnus—No quiero que te resfríes por mi culpa—

—¿Sabes?, creo que engañaste a nuestro emplumado amigo, la verdad dudo mucho que caiga nieve…—

—Hombre de poca fe…—dijo sacándome la lengua de forma burlona.

Finalmente conseguimos salir del parque y para nuestra suerte iba pasando un taxi. Intenté insistirle para que subiera él solo, pero logró convencerme de subir para ir a dejarme a mi hotel primero, no me quedó otro remedio que aceptar, aunque de seguro se me habrían congelado las pelotas en el camino si me fuese ido a pies, pero es que me daba vergüenza con él, se preocupaba mucho por mí. El taxi paró frente a la entrada de mi hotel, y no sabía cómo debía despedirme, si dándole un apretón de manos o sin tocarlo en lo absoluto… Creo que él me leyó la mente y simplemente me abrazó, un abrazo que se me antojaba eterno, volver a reposar bajo sus brazos una vez más, me miro y dijo…

—Gracias por una noche maravillosa Evan, mi Jacinto—

Y así se fue, permanecí de pie en la entrada del hotel, de frente a la calle vacía me sentía, feliz, por primera vez desde hace mucho tiempo me sentía verdaderamente feliz y luego la agresiva brisa helada cedió y empezaron a caer miles de copos de nieve.

[Mike]

—Muy bien muchachos, mañana seguiremos mejorando la nueva estrategia—nos dijo fuerte y claro el entrenador con gran satisfacción por el buen rendimiento que estábamos teniendo últimamente.

Miré el reloj en mi muñeca, aún faltaba media hora para la siguiente clase, sin duda alguna la mejor parte de los lunes era la ducha caliente después de los entrenamientos. Salí en pelotas de la regadera individual, como acostumbrábamos todos en el equipo, ya nos teníamos mucha confianza y estaba charlando de cosas triviales con los chicos cuando empecé a sentir una pesadez a mis espaldas, esa sensación extracorpórea e instintiva que tienes cuando te sientes observado, miré disimuladamente sin que los chicos se percataran.

Y allí estaba Daniel de pie bajo la ducha, frotando su cuerpo desnudo a voluntad. Puede que para el resto de los chicos su presencia fuera algo común y corriente, pero para mí después de los eventos recientes ciertamente era algo complejo que se columpiaba entre el asco y la vergüenza. Su mirada era implacable, no cedía, se mostraba apacible y despreocupado deslizando la barra de jabón en los relieves que dibujaba su cuerpo, me sentí intrigado, pues ¿cómo carajos lograba sucumbir ante él?, si lo único que me inspiraba al verle era propinarle una buena golpiza para borrarle esa estúpida sonrisa de autosuficiencia.

En esas llevó su mano derecha a la boca disimuladamente e hizo un gesto obsceno de sexo oral tras el cual me guiñó un ojo, inmediatamente me transporte a aquel baño, a lo poco que recordaba, me sentí asqueado y volteé rápidamente para terminar de secarme y salir lo más pronto posible de allí, su sonrisa, su estúpida sonrisa, se la quería borrar a las malas. Me vestí rápidamente y dejé mis pertenencias en el locker que había en los vestuarios, y salí, necesitaba aire fresco para poder sacar todos esos recuerdos y…

—¡Mira por dónde vas idiota!—dije enfadado, algún imbécil había chocado accidentalmente conmigo. Estaba a punto de seguir mi camino sin más cuando escuché el frenón repentino.

—¿A quien le dices idiota maldito descerebrado?—No podía ser, esa voz…

—Escucha pendejo, no pienso repetir lo de la otra vez, con gusto te partiría tu puta cara de nuevo, pero tengo cosas mejores que hacer…—dije con intención de continuar mi camino, pero en cuanto volteé sentí como me empujó a traición, casi perdí el equilibrio. Más de una docena de ojos se paralizaron en el show que estábamos dando… Maldita sea, no necesitaba otra falta.

—Escucha, tu reinado del terror o lo que sea que te hacía sentir superior a los demás se acabó, eres mucho ruido y pocas nueces Mike Johnson—dijo lanzando su mochila al piso esperando una respuesta de mi parte. Sin duda alguna era un buen rival, era de mi tamaño, prefería dejar todo esto atrás pero no permitiría que me vieran huyendo de un enfrentamiento, me perderían respeto. Suspiré y también lancé mi mochila al piso tras de mí, me puse en guardia y llevé mis puños frente a mi rostro ya era hora de que mandara a este idiota a la enfermería.

—¡HEEEEY!, ¿Qué carajos creen que hacen par de cavernícolas?—dijo alterada su amiguita la de los huevos fritos—No te puedo dejar ni dos segundos solo para ir al baño porque buscas pelea Jordan—le reprendió halándole por el brazo—Y tu—dijo señalándome a mí, le miré divertido—No creo que te convenga meterte en más problemas si no quieres arriesgar tu puesto en el equipo o lo que sea…—me dijo de forma severa, consiguió arrancarme la sonrisa de la cara, me coloqué serio.

—¡Tú no te metas Elodie!, esto es entre él y yo…—dijo intentando zafársela del brazo.

—Pues si me meto, y lo hago porque se me da la regalada gana—le dijo de forma retante forcejeando para llevárselo por el brazo, era inútil, era como una ventisca intentando derrocar una montaña.

—No te metas, no eres mi madre—Ella le soltó de repente y se mostró sumamente ofendida

—¡PUES ALGUIEN TIENE QUE HACER EL TRABAJO QUE NO HACE TU MADRE!, ¡IDIOTA!—le gritó fúrica.

Él la miró sorprendida, recogió su mochila y se largó de allí sin esperarla, yo también tomé la mía y ella comenzó a espantar a los mirones.

—Muy bien gente, pueden ir en paz, circulen ya no hay nada que ver aquí—y se iba a marchar también pero quise aprovechar la oportunidad.

—¡Oye!—ella se detuvo.

—Quería decirte algo—

—¡GENIAL!, Porque yo también quería dejarte algo claro… ¡Deja de meterte con nosotros!, se la clase de patán que eres, ¡Déjalo en paz si no quieres tener problemas!, no sabes de lo que soy capaz para defender mis amigos—me amenazó.

—¿Que te hace creer que fui yo el que comenzó?—

—No me hace falta preguntarlo, es obvio que fuiste tú—dijo con desprecio.

—Me da igual lo que pienses de mí… Me tiene sin cuidado—le dije pedante.

—Sí, si… Pobre de ti, eres la victima perfecta. Ahora al grano, ¿Qué me ibas a decir?, no tengo todo el día—

—Quería saber si sabes algo de Seymour…—al escucharme bajó la guardia.

—Creo que deberíamos dejar la conversación hasta acá Mike—

—Espera…—dije sujetándola del brazo, ella me miró desconcertada.

—Lo siento, no debí hacer eso…—dije soltándola—Es solo que me preocupa, él nunca falta ni nada, y ya hace mucho que no viene a clases—ella me miró directamente, debatiéndose si hablar o no, finalmente y tras un largo suspiro cedió.

—En realidad ni nosotros sabemos a ciencia cierta por que no ha venido, no ha hablado con ninguno y ha estado completamente confinado a su casa, supongo que tendrá que ver con el hecho de que su padre haya vuelto…—

—¿Se padre se había ido?—

—No lo sé Mike, si quieres saberlo pregúntaselo a él, tú eras el que estaba obsesionado con él—

Y se fue, y me dejó allí pensativo y parado en medio del pasillo, pero la paz no duró mucho.

—Cachorrito—

—¿Sí?—

—¿Que hacías hablando con esa estúpida?—me dijo lo más tierna que pudo.

—Me estaba amenazando—respondí.

—¿Ah sí?—dijo perspicaz arqueando una ceja, incluso sus cejas eran de ese color rojo ardiente que coloreaba sus cabellos.

—Sí—dije saliendo de mi letargo, había permanecido con la mirada perdida desde que Elodie se había marchado—Me amenazaba porque estuve a punto de partirle la cara a su amiguito el rarito, pero tranquila, es cuestión de tiempo para hacerle entender a donde pertenece—

—¡NO!—gritó Fiamma tan fuerte que consiguió atraer la atención de medio instituto—¡Ni se te ocurra!—

—¿Pero qué pasó cachorrita?, pensé que eso era lo que querías… Dejarles en claro al grupito de ineptos a que parte de la cadena alimenticia pertenecen—

—¡No!, te lo prohíbo Mike, déjalos en paz, igual no tienen importancia, darles más relevancia solo provocaría que se sientan lo suficientemente prominentes como para tener nuestra atención, así que ¡No!—yo la miré no muy convencido, había estado comportándose extraño desde el día en el que apareció el fulano Magnus, más específicamente en nuestro incidente en el patio, supuse que era porque ya no quería meterse en más problemas con la dirección. En fin, decidí no darle más importancia.

—Si tú lo dices…—

—Claro, es más, hoy ando de buenas, pero muy buenas…—

—¿Ah sí?—dije de forma picara tomándola por la cintura.

—No baboso, no de esas buenas… Es en lo único que piensas Mike, sexo, ¿acaso no puedes parar de pensar en inseminar a alguien con tu descendencia por un minuto?—

—Va… Va… Deja de joder Fiamma, ya entendí, no estás de humor para una broma—

—Ignoraré eso—dijo pedante clavándome sus afilados ojos azules en mi yugular—Estoy feliz ¿por qué adivina que?—

—¿Conseguiste ser acreedora de algún exclusivo vestido edición limitada de algún diseñador?—dije burlón.

—No poco sesos… Es que al fin conseguí reservaciones para ese fabuloso restaurante del que te había hablado—dijo excesivamente animada, de repente mi teléfono vibró en mi bolsillo, y rápidamente lo saqué para leer el mensaje.

“Hola Mike, es Vanessa, la novia de William, espero me perdones, me tomé el atrevimiento de guardar tu número telefónico, es que Will es muy celoso con sus amigos y casi nunca los trae al apartamento, espero que podamos salir juntos los tres algún día, estoy segura de que a él le encantará retomar el tiempo perdido contigo, en fin… Que tengas bonito día ;)”

En ese momento se me encendió el foco, era la oportunidad perfecta, no podía desperdiciarla.

—¿Mike?—decía Fiamma chasqueándome los dedos—¿Estás prestando atención a lo que te estoy diciendo?—

—Claro cachorrita, que el restaurante al que querías ir y eso, ¿No?—le dije un poco confundido.

—Será mejor que me escuches cuando te hablo Mike Johnson, porque si no, te cortaré las pelotas y me haré un collar con ellas—tragué saliva.

—Pero las necesito para reproducirme cachorrita—

—Tan fácil como llevarte a dejar una muestra en un banco de esperma y ya de allí no las necesitarás, así que presta atención… ¿PUEDES O NO PUEDES IR HOY A LA RESERVACIÓN DEL RESTAURANTE?—

—¿Es hoy?—

—¿Es que acaso no escuchaste Mike?—ella puso los ojos en blanco.

—Vale, vale, pero hay un problema—

—¿Y ahora?—dijo con fastidio.

—Es que mi papá me pidió que le ayudara con unas reparaciones en la casa—

—¿Ósea que quieres que pospongamos la reservación?—yo asentí—Que bueno que decidí preguntarte primero, porque si es por ti valdríamos verga… ¿Es que acaso tu papá no sabe que existen los carpinteros y los fontaneros y así?—dijo molesta mientras texteaba en su móvil, supongo que cancelando la reservación.

—Claro, pero no lo sé, dijo que quería pasar más tiempo padre e hijo—dije mordiéndome la lengua, ella dio un largo suspiro.

—Supongo que no quedará otro remedio que ir, igual hace tiempo que no comparto con tus padres—

—Cachorrita, creo que será mejor en otra ocasión, no es como si fuésemos a hacer un picnic, voy a estar muy ocupado haciendo trabajo pesado y no quiero ignorarte, ya sabes como es mi padre de intenso y me voy a sentir muy mal dejándote allí ignorada—

—Que considerado cachorrito—dijo ella sin ningún tipo de emoción, asustaba un poco el no verla molesta.

—Es más cachorrita, me parece que fue muy considerado de tu parte el preguntarme primero por lo de la reservación, creo que estamos madurando como pareja—dije intentando soportar la risa interna, ni yo mismo me creía esas estupideces, pero todo fuera por zafarme hoy de ella, no arruinaría mis planes.

—Sabes Mike—dijo con algo de tristeza—Sé qué piensas que soy una bruja con el corazón helado, sé que a veces o la mayor parte del tiempo vivo imponiéndote cosas u hostigándote, pero yo también siento, también tengo sentimientos y hago estas cosas con mucha ilusión, para sacarnos adelante, yo lucho por evitar que TUS ERRORES—dijo clavándome el dedo en pecho—acaben con nuestra relación, y a veces pienso que no lo valoras—

—Pero cachorrita—

—No Mike, creo que tienes que reflexionar un poco más—

Y de esa forma se marchó dejándome allí solo en el pasillo, era extraño, porque estaba contento por haber obtenido lo que necesitaba, pero no se había sentido bien verla así, tan triste, Fiamma nunca se coloca triste, era muy raro verla mostrar sus sentimientos.

[…]

Revisé mi reloj, relucía, las ocho en punto pm, había llegado muy puntual, cosa rara. Es que estaba emocionado, me daba vergüenza conmigo mismo el comportarme así, me causaba una sensación extraña el admitir que estaba emocionado, ¡Por Dios!, no sentía estos estúpidos nervios desde la primera vez que lo hice con una chica, tras unos cuantos minutos luego de avisarles que estaba allí bajaron del edificio. No fue difícil convencer a Vanessa de invitarles a una cena, William si se resistió un poco, alegando que llegaría tarde al trabajo, ese chico era insaciable, nunca había conocido a una persona que tuviera tanta entereza para el trabajo, es decir el chico era hermoso y de rasgos finos, pero era engañoso, porque nadie sospecharía que trabajara como mula.

Ellos habían insistido ir en taxi, “que no debía preocuparme en ir a buscarles”, pero al final vencí yo. Supuse que habían imaginado que poseía un auto normalito porque grande fue su sorpresa al ver mi deportivo, igual de grande fue mi sorpresa al ver que vestían demasiado casual, ellos también me miraron desconcertados cuando me vieron calzando en un traje formal, la había cagado. Intenté mantenerme sereno para que no notaran la gota de sudor que hacía el tour de Francia en mi frente. Les abrí la puerta de mi vehículo.

—¡Mike!, que guapo que andas—dijo Vanessa divertida, tras darme un beso en la mejilla.

—Nos hubieras dicho y nos hubiésemos vestido más formales—dijo William nervioso luego de subir al auto.

—Cierto—asintió Vanessa con preocupación—¿Es muy formal el restaurante al que iremos?—

—No tanto jajaja—dije riendo de mi propia estupidez—Pero no se preocupen que yo conozco al de las reservaciones, así que nadie nos pondrá ninguna objeción—

—Aun así—dijo William consternado.

—Eso tiene solución—

Deshice el nudo de mi corbata y me la quité, abrí un par de botones de mi camisa y me la saqué por fuera del pantalón, me quité el saco y el reloj, luego metí mis dedos en mí pelo bien peinado y lo aloqué un poco. Me vi por el retrovisor y sonreí satisfecho por el resultado.

—Listo, ahora estamos en igualdad de condiciones—dije de forma picara, ella se carcajeó divertida de mi espontaneidad.

—Estaremos en igualdad de condiciones cuando yo también tenga un auto de estos—dijo William con ironía.

—Bobo—me mofé, ella simplemente reía.

No tardamos mucho en llegar al restaurante, el recepcionista me conocía de hace mucho tiempo, solíamos salir de juerga juntos y me debía muchos favores.

—¡Mike hermano!, ¿Qué tal?, ¿Cómo está todo?—me saludo efusivamente dándome un apretón de manos y un abrazo—¿Cómo esta Fiamma tu…?—Tuve que taparle la boca inmediatamente para que no metiera la pata.

—Ando acompañado…—dije señalando a los chicos—“Fiamma free”, ¿Entiendes?—

Él asintió y se quedó impresionado mirando a los chicos que venían tras mí, por la vestimenta supongo, Vanessa y William también se mostraron un tanto incomodos cuando vieron que realmente se trataba de un sitio elegante.

—Los admitiré porque vienen contigo—me sentenció discretamente al oído y luego sacó a relucir una sonrisa un tanto plástica.

—Bienvenidos—les dijo guiándonos a la mesa.

[…]

—¿Así que de donde se conocen?—preguntó Vanessa desenfadada, antes de darle un sorbo a su vino.

Yo tosí de la impresión, William me miró discretamente aprovechando que ella estaba distraída luchando por enredar la pasta en su tenedor, su mirada se llenó de pánico.

—Estemm… Pues, nos conocimos en…—titubeé.

—¡El Kindergarten!—

—¡En la escuela!—

Sentenciamos al unísono, Vanessa levantó la cara de su plato por unos segundos para dedicarnos una cara de confusión.

—¿Eh?—resopló.

—Claro—proseguí con confianza ante el pánico de William—En el Kindergarten y…—sentí la patada de William por debajo del mantel, corté en seguida.

—Ejem…—carraspeó él—Sí amor, en el jardín de infancia, éramos muy unidos hasta que nuestros caminos se separaron al entrar a la escuela. Por eso es que nunca te hablé de Mike, porque teníamos tiempo sin saber el uno del otro… ¿No es así Mike?—me dijo con un deje de reproche.

—¿Ah?—dije confundido, el tipo se había volado la barda, pero me miraba de una forma amenazante mientras Vanessa se perdía aún más en el lamentoso desierto de la confusión—Ah, ¡Sí!, ¡Sí!, es que teníamos mucho tiempo sin hablar siquiera—

—Tiene sentido—dijo mientras tragaba y daba otro sorbo a su vino—Porque nunca me había hablado de ti Mike.

—Ya que estamos en estas—dijo él—¿De quién fue la idea de organizar esta cena?—

—Culpable—dijo ella alzando la mano de forma graciosa, era algo infantil—Nunca salimos con tus amigos y de vez en cuando es bueno que saques un poco la cabeza del trabajo, te vas a volver un ermitaño un día de estos, y definitivamente no voy a compartir una cueva junto a ti—le dijo de una forma jocosamente amenazante.

—Pues lo de la cueva no es tan mala idea, estoy seguro de que son mucho más económicas que el apartamento—

Ella volteó los ojos fastidiada. Yo solo reía de sus ocurrencias, eran una pareja muy divertida, aunque me carcomía un poco el remordimiento de haberme acercado a él por medio de su novia, pero es que ese chico tenía algo… ¡Claro que me lo quería follar!, pero aparte de eso tenía cierto magnetismo, era algo en su forma de ser, tan honrado, tan decente, tan hermoso, definitivamente quería nadar en el mar de sus pecas.

—Bueno, si me permiten—dijo ella levantándose de la mesa—Iré al tocador de damas, así que no me extrañen mucho, vuelvo en unos segundos—

—Horas dirás—sentenció William. Ella le sacó la lengua y se fue contoneando hasta perderse entre las mesas, ella también era una chica hermosa.

En la ausencia de Vanessa fuimos atrapados en la red del silencio, era como si los cubiertos bailando sobre los platos y el sonido de los labios al sorber el vino acentuaran aún más el hecho de que ninguno de los dos se atrevía a decir algo en lo absoluto, pensaba en algo mordaz pero él me llevó la delantera y tomó la iniciativa.

—¿Seguro de que esto fue idea exclusiva de Vanessa?—

—¿Qué tan seguro estás tú de que fue así?—contrataqué.

—No mucho jajaja—

—Pues digamos que esta es mi forma de agradecer que me hayas salvado el otro día—

—No era necesario—dijo sorbiendo el líquido tinto.

—Lo era—

—Dame dos razones de por qué era necesario—

—Qué curioso que lo digas, porque fueron dos razones las que me llevaron a esto—

—¿La primera?—

—Que soy una persona agradecida—el asintió en conformidad.

—¿Y la segunda?—

—Que necesitaba preguntarte por qué—el me miró extrañado.

—¿Por qué?, ¿Qué?—insistió perspicaz.

—Porque decidiste hacerlo, ¿Porque me rescataste?—

—Porque soy buen samaritano—

—Mmmm… Lo eres, aunque me dijiste que no llevabas a cuanto maricón se emborrachara a tu casa—

—Esas no fueron mis palabras precisamente…—

—Tú me entendiste—

—¿Acaso me estoy expresando en alguna forma en la que no entiendas?—

—¿Entender…? Qué?—

—Que soy buen samaritano—

—Creo que es mejor respuesta el decir que te di lastima—

—Si eso te permite dormir en las noches—

—Aún hay algo que no me deja dormir en las noches—dije de forma lastimera.

—Creo que le estás dando muchas vueltas al asunto, pero ciertamente la cena está deliciosa—dijo con una escasa cantidad de sarcasmo mientras se llevaba un sustancioso trozo de pasta a la boca.

—Me dijiste que no hacías eso con nadie, ¿Por qué yo?—

—Por qué sucedió así y ya…—me dijo algo irritado, pero yo sentía que la verdad estaba en la punta de mi nariz, no dejaría que se me escapara—¿Por qué mejor no hablamos de aquellos gloriosos días en el jardín de infancia?—

—¿Por qué me llevaste aun estando tu novia?, por lo que ella corroboró tu no llevas a vuestra cueva actual ni siquiera a tus amigos, ¿Por qué sí a un desconocido borracho en una discoteca gay?—

—¿Quieres saber la verdad?—

—Lo quiero—

—¿Quieres saber la verdadera verdad?—dijo levantando una ceja de forma retante.

—¡Sí!, la verdadera entre las más verdaderas—dije divertido de su juego.

—La verdadera verdad es… Que no hay una verdadera razón, te vi vuelto un desastre tirado allí en el piso del baño, y algo en mi me pidió darte alojo en mi “cueva actual”—

—No te creo…—

—JAJAJAJA… ¿Es en serio?—dijo incrédulo.

—¡Sí!, yo en tu lugar no lo hubiese hecho, me ocultas algo—

—¡Pues yo si lo hice grandísimo idiota!, Si te preocupa que te haya violado, discúlpame pero no lo hice, prefiero hacerlo con chicos de mi nivel socioeconómico, para así conocer mucho mejor a mis victimas—

—Va… Pero no te alteres—

—Y ¿Cómo no hacerlo?, ¿Era una cena o un interrogatorio?—

—Un poco de ambas—

—Vale, te estoy muy agradecido por estarme agradecido, pero déjalo allí, creo que se las intenciones por dónde vienes y no va a pasar Mike… ¿Cuál dijiste que era tu apellido?—

—Nunca lo dije—el me miró con ganas de matarme—Vale, Johnson—

—Ok, no va a pasar, Mike Johnson, soy heterosexual y trabajo en un bar gay porque según mi jefe soy agradable ante nuestro público, pero no me pesa, ¿Sabes por qué?, porque gano bien y eso permite pagar el techo sobre mi cabeza y la de mi NOVIA—

—¿Qué yo que?—dijo Vanessa intrigada, ya había regresado.

—Nada amor, nada, si gustas continuas la cena con Mike a solas, a mí se me está haciendo tarde para ir al trabajo, no quiero arruinar la velada, pero no puedo llegar tarde—

—No te preocupes—le dije—Yo también tengo que madrugar para mañana—

—Pues creo que ya no me siento tan mal por haberme terminado el platillo antes que ustedes—dijo ella—¿Entonces…?, ¿Nos vamos?—dijo visiblemente incomoda.

—Sí, nos vamos—dijo William decidido y algo molesto—por favor—

[Nota del Autor]

Ya sé, ya se, me quieren matar, va, están en todo su derecho, en mi defensa les diré que he escalado bastante en mi carrera, en un par de meses comenzaré mis días como interno en un hospital, por lo menos ya no tendré que estar en plan foráneo, ya que mis pasantías de medicina las haré en mi ciudad natal; y mi último semestre fue el infierno, pero salí victorioso, he allí la causa de que muchos pensaran que esta vez el tiránico gobierno de Maduro erradicara mi existencia jajaja XD. Dejando eso de lado había tenido problemas con mi correo electrónico, mis disculpas a quienes no respondí, fue precisamente porque perdí todos sus mensajes, saben que los amo y que siempre les respondo, viejos conocidos o nuevos lectores.

Espero hayan disfrutado el capítulo, a mi francamente me emocionó escribir la parte de Evan, esto se está poniendo bueno, ¿Qué opinan?, yo siento que los personajes han crecido, y que por otro lado mi capacidad de escribir y redactar ha mejorado desde el primer capítulo (recuerden que nunca había escrito nada antes). Lo de siempre chicos, allí tienen mi correo (ahora si funciona), escríbanme sin ningún tipo de miedo, me encanta conocer a las personitas que están del otro lado del monitor. Justo en este momento estoy de vacaciones, pero aun cuando comience clases de nuevo pretendo ser más constante y no perderme como lo he hecho últimamente, como ya estaré en mi casa jejeje…

Correo: klismanbracamonte@gmail.com

Siempre vuestro, Klisman.