Como aman los dioses (XV) - Nuestra escisión.

Tristeza, miedo y felicidad, sentimientos de mortales. Los Dioses existen y son criaturas caprichosas que no dicen por favor, ni dan las gracias. Pero, ¿qué pasaría si dos Dioses se enamoran de un mismo mortal?, una guerra por amor se desatará y el joven muchacho en medio del fuego cruzado quedará.

Como aman los dioses (Capítulo XV) – Nuestra escisión.

[Evan]

Sea cual fuese la posición que tomara, daba igual… El piso seguía igual de frio y sucio, no se ablandaba por más volteretas que diera. Quería seguir durmiendo, pero un pequeño e inocente rayo de sol se posó en mi cara, calentándola, como mamá pájaro lo hace sobre sus huevos. Diminuto, pero increíblemente irritante, consiguió espantarme el sueño. Aunque la tarea de despertar se complicó, pues los parpados me pesaban horrores, obstinado, mi cuerpo se quejaba de dolor y me lo hacía saber con impaciencia, además, un asqueroso sabor colonizaba mi boca, la poca saliva que allí albergaba se sentía espesa y repugnante, tenía mucha sed, fácilmente habría podido beberme las aguas de un rio.

Un insidioso cotorreo taladraba sin piedad mi cabeza, me incorporé lentamente y con cansancio, tras un esfuerzo titánico conseguí abrir mansamente los ojos, intentando acostumbrarme a la luz. Poco a poco fui enfocando los rostros, allí yacían los chicos, Hailan, Seymour, Jyrki, Jordan y Elodie. Estaban tirados en el suelo, como yo. Aun conservaban sus trajes de fiesta, pero ahora lucían desaliñados, como el camión de la basura. Con pereza les ignoré y seguí escaneando la estancia hasta que vi los barrotes de metal, salté disparado del suelo.

—¡Chicos!, ¡Chicos!, ¿Dónde carajos estamos?—pregunté exaltado.

—¡Shhhh!—reprendió Elodie—No grites Evan, bájale volumen, deja el escandalo—dijo irritada, con fastidio.

—¡P-Pero!, ¡Pero! ¡Estamos en la cárcel!—

—Di algo que no sepamos ya…—dijo Hailan con cara de pocos amigos.

—Pero, pero ¿Cómo? ¡PUTA MADRE!, ¡Otra vez no!—me quejé.

—¿Como que otra vez?—preguntó Elodie perspicaz.

—No, ¡NADA!, ¡Tu ignóralo!—dijo Seymour con cara nerviosa. Él me hizo señas con sus ojos para que callara—De seguro no se le ha pasado el efecto aun…—agregó.

Quedé confundido, pero luego capté el mensaje y me cabreé un poco. De seguro Seymour no les había contado la peculiar forma en la que nos conocimos.

—¿Cual efecto?—pregunté recordando lo último que había dicho.

—Oh, ¿No lo sabes?—irrumpió Elodie con una risa sarcástica—Nos drogaron a todos anoche jejeje… Y por si no has visto los enormes barrotes que tienes al frente, nos metieron a toditos a la cárcel, ¡Bueno!, solo a nosotros seis… Al parecer alguien pensó que sería súper divertido llenar las bebidas con droga, ¡Claro!, pero no todo el crédito le pertenece a la maldita de Fiamma por drogarnos, porque por supuesto que fue ella—decía Elodie con cara iracunda—También debemos reconocer que no hubiese pasado nada de esto ¡SI HUBIÉSEMOS HECHO LA PUTA PIJAMADA JYRKI!—

Y Elodie explotó. Se abalanzó sobre Jyrki e inmediatamente todos saltamos a separarlos, pero ella era fuerte y se resistía.

—¡SUÉLTENME QUE LO QUIERO MATAR!—decía encarnizada, revolcándose como poseída en nuestros brazos.

—Pues con pijamada o no, igual parece que te divertiste—contraatacó Jyrki—Tan solo mírate Elodie… ¡Eres un desastre!, traes todo el maquillaje corrido, y ni hablar de lo que te vi haciendo anoche…—

Elodie que se encontraba fúrica se paralizó al oír eso, su cara empalideció y dejo de luchar.

—Oh si, jajajaja, claro que sí te vi—decía burlón. Ella movía la cabeza negando y suplicando desesperada su silencio, pero él también estaba molesto y se veía cansado de todo, así que continuó— ¿Eran de primer año?, ¿No?, hasta para mi es bajo eso Elodie, no debiste revolcarte con esas niñitas, ¿Qué carajos intentabas con ellas?, ¿Ahora eres lesbiana?—

—¿Y que sí lo es?—intervino Seymour a la defensiva.

—¡Pues ni soy lesbiana!, ¡Ni me revolqué con las de primer año!—

—¿Y entonces por qué te vi manoseando y besándote con ellas por detrás de las escaleras?—

—No fui yo… ¡FUERON ELLAS!, yo estaba toda borracha y drogada por culpa tuya y de Fiamma… ¡No fue mi culpa¡ es solo que ellas fueron amables conmigo, se acercaron a mí y dijeron que me admiraban por cómo había confrontado a Fiamma, incluso dijeron que eran como mi propio club de fans y luego me dieron de beber, y pues yo… No sabía cómo decirles que no, además pensaba que era solamente alcohol, ¿Cómo iba a saber que esa mierda tenía droga?—

—¡AY!, ¡Vamos!, no seas tan mosquita muerta Elodie, asume lo que hiciste y deja de excusarte en los demás—

Hailan, Jordan, Seymour y yo mirábamos absortos la discusión. Realmente estaban sacando las garras sin ningún tipo de remordimiento, el ambiente comenzaba a tornarse tenso.

—¡Ninguna mosquita muerta Jyrki!, ¡NOS DROGARON! ¿O acaso no entiendes eso?, TODO FUE IDEA DE FIAMMA ELLA QUERÍA VENGARSE—

—¿CUÁL ES TU MALDITA OBSESIÓN CON FIAMMA ELODIE?, de verdad bájale dos rayitas a tu obsesión con ella, parece que te gustara o algo así… Y en dicho caso tú tendrías la culpa y no yo, porque si tú no la hubieses cacheteado no nos hubiesen drogado en primer lugar, todo es tu culpa y de tu maldita rivalidad, ¡Estoy harto de que me culpen cada vez que las cosas salen mal!, son unos ingratos, yo solo intento que dejemos de ser unos marginados sociales, pero a ustedes les vale verga, solo piensan que soy un bufón que hace estupideces, ¿Pero saben algo?, yo también tengo sentimientos…—

Elodie quedó pasmada de la impresión y todos guardamos silencio, Jyrki se había pasado de la raya.

—Jyrki… Te pasaste hermano…—le dijo Jordan decepcionado.

—Elodie discúlpame, me dejé llevar por la rabia, creo que me pasé, yo…—

—¡NO!—respondió ella de golpe, visiblemente afectada con lágrimas en las mejillas—En parte tienes razón, la culpa es mía… AUN ASÍ NO QUIERO QUE ME VUELVAS A DIRIGIR LA PALABRA JYRKI KLAUS, ¡CRUZASTE LA LÍNEA!—Ella se puso de pie y se fue a un rincón oscuro de la celda, lejos de nosotros.

La tensión y la incomodidad habían arropado esa celda sucia y fría, todos permanecíamos sentados en el suelo, pues no había ni un solo sitio donde sentarse, el silencio nos había atrapado en esas paredes grises.

—Chicos, ¿Les han dicho por casualidad algo sobre cuando nos liberarán? ¿O algo así?—pregunté rompiendo el silencio.

—Solo nos han dicho que intentarán comunicarse con nuestros padres, que debemos esperar—dijo Hailan.

—Ok… Entiendo—respondí cortado.

Yo ya estaba preocupado, pero el dolor de cabeza que tenía no me permitía perderla justamente. Aunque permanecía en calma estaba aterrorizado por dentro, yo no tenía padres que vinieran a sacarme de aquí como a ellos, además era mayor de edad, corría el riesgo de ser deportado, o peor, quedarme encarcelado por mis antecedentes. De repente una puntada en mi costado comenzó a arder, me quejé.

—¿Estás bien?—preguntó Seymour acercándose preocupado.

—Sí, es solo que sentí una punzada y… ¿QUÉ MIERDAS ME PASÓ?—pregunté asustado cuando levanté mi camisa, vi una quemadura llena de ampollas en mi costado.

—Te paralizaron con un aparato de choque eléctrico, justo después de que te moliste a golpes con el policía… Por cierto, ¿Dónde aprendiste a pelear así de bien?—preguntó Hailan con una sonrisa.

—Hay que arreglárselas para defenderse cuando uno vive solo—respondí— ¡Diablos!, sí que estaba drogado entonces, porque ni me acordaba de esto… De seguro dejará cicatriz—me lamenté.

—Creo que esa es la menor de tus preocupaciones… Tienes todo el cuerpo lleno de moretones… Pero créeme que no exagero cuando te digo que eres tierra fértil, pues te nació un enorme tomate en la cara, tienes el cachete muy hinchado—dijo Hailan.

Yo me toqué la mejilla y él ciertamente tenía razón, traía una pelota caliente pegada a la mandíbula, me palpitaba y dolía cuando me la tocaba. Pero yo no recordaba ningún golpe tan fuerte de parte del policía como para…

—Esa hinchazón en el cachete no te la hizo el policía—agregó Seymour—¿CUÁL ES TU MALDITO PROBLEMA CON EVAN, JORDAN?—

Justo en ese instante recordé todo lo que había hecho durante la fiesta, Seymour y yo… Me sentí tan avergonzado, quería salir de allí, no sabía por qué lo había hecho, de seguro fue por la droga, pero esa ya no era excusa valida, ya ni siquiera podía mirarle a los ojos, no sabía qué hacer. Jordan miraba a Seymour con una expresión salpicada de sentimientos encontrados, su rostro era impenetrable, y aunque era difícil de leer lo que él estaba sintiendo, podía imaginármelo. Creo que en esa celda todos estábamos conscientes del por qué ese idiota me odiaba tanto, pero Seymour pecó de inocente con esa pregunta.

—¿Qué cuál es mi problema con este grieguito de mierda?, ¿QUÉ CUÁL ES MI PROBLEMA?, ¡MALDICIÓN ERES TAN ESTÚPIDO SEYMOUR! No podrías verlo ni aunque pudieses leer mentes, eres tan… ¡Ushh!, ¡LA PUTA MADRE QUE TE PARIÓ SEYMOUR ASTRAIOS!, ¿Qué debo hacer para que entiendas que me gustas?, ¡QUE ESTOY JODIAMENTE ENAMORADO DE TÍ!—

No me equivoqué, pero esta vez no me hacía tan feliz el tener la razón, ahora todo estaba de cabeza. Él nos había visto justo después de follar, nos consiguió desnudos, aún recuerdo el golpe que me estampó y aunque no era propio de mí, no quería regresárselo, él me daba lastima en ese momento. Las cosas no habían salido como yo las había planeado, se suponía que yo me iba a hacer a un lado para que ellos pudieran estar juntos, pero ahora ya era tarde. Jordan estaba al borde del colapso, ese muchacho que solía imponer respeto con su cuerpo regio de toro bravo, ya no derrochaba más que lastima, se veía frágil y herido. Tenía la cara enrojecida y las lágrimas ya araban surcos en su rostro, a pesar de sus inútiles esfuerzos por detenerlas.

Seymour le miraba acongojado, había enmudecido ante la confesión, quería decir algo, pero las palabras no salían de su boca, el ambiente se estaba volviendo aún más toxico y hasta Elodie que se había echado al rincón, permanecía atenta a la discusión.

—¿No piensas decir nada verdad?

¿Sabes?, ¡Me encantaría que ese maricón se regresara por donde vino!, pero a mí no me importa él, ¡ME IMPORTAS TÚ!—Continuó Jordan.

—No le llames así—dijo Seymour tímidamente defendiéndome.

—¿Cómo?, ¿QUÉ NO LO LLAME MARICÓN?, Pfff… Pero si eso es lo que él es, y no me vengas a decir que es muy machito y heterosexual, porque se estaba revolcando contigo, además, ¿Cuál es el problema con esa palabra? TÚ TAMBIÉN ERES MARICÓN, ¡YO MISMO SOY MARICÓN!—decía Jordan entre lágrimas, portaba una sonrisa cínica y hueca en su rostro. Sus insultos ya ni me molestaban, al contrario, me sentía mal por él. Sonaba desesperado, era un animal herido.

—Jordan, cálmate—intentó decirle Jyrki.

—¡TÚ NO TE METAS! ¡QUE TODA ESTA MIERDA ES TU CULPA CABRÓN!—le endosó a Jyrki, y este bajó la cabeza—Ahora… ¡LA COSA ES CONTIGO SEYMOUR ASTRAIOS!, me vale si él se queda a vivir aquí o se regresa a su país, pero déjame decirte una cosa, hasta para ser maricón hay que tener bolas, y si tienes bolas, SOLUCIONEMOS ESTO AQUÍ DE UNA VEZ POR TODAS…DECÍDETE, ¿ÉL O YO?—azotó Jordan.

Se hizo un silencio sepulcral y todos esperábamos la respuesta de Seymour. Él miraba a Jordan con una sonrisa incrédula, anegada en lágrimas, supongo que se negaba a creer que su amigo estuviese armando todo ese lio. Yo imploraba que le eligiese a él y no a mí, ya no quería seguir causando problemas entre ellos.

—Si de tener pelotas hablamos, entonces tú no serías el más indicado para dar el ejemplo, cuando a ti claramente te faltan… Si querías continuar con este circo no debiste pedirnos perdón ni a Evan ni a mí, en primer lugar. ¡Tener bolas también es respetar tus promesas!, y tú eres un hipócrita Jordan porque sabías que yo estaba enamorado de Evan. ¡Y sí!, reconozco que aunque no podrías terminar de regarla más, tienes razón en algo, en lo que dices, hasta para ser maricón hay que tener bolas, ¡POR ESO LO ELIJO A ÉL!, tú puedes ir a que te den…—respondió Seymour entre lágrimas con una frialdad forzada.

—Ok… Entiendo…—dijo Jordan con la voz cortada por el llanto—Tu, tú… ¡Y tú! pueden irse a la mierda los tres—nos señaló a Seymour, a Jyrki y a mí. Jordan se levantó y se sentó junto a Elodie, está le consoló con sus brazos.

—Tú también me mandarás a la mierda de seguro, ¿No?, arruiné tu cumpleaños…—le soltó Jyrki triste a Hailan.

—¡No!—respondió abrazándole con una sonrisa sincera—Gracias a ti ahora conseguí una cita con Mary—

Tras eso, todos guardamos silencio esperando noticias del mundo exterior, era evidente que el grupo de seis se había quebrado, Jordan y Elodie por un lado y Seymour, Hailan y Jyrki por el otro. Yo me consideraba peso muerto y no me incluía en el grupo, ya no me sentía parte de ellos, me invadía la vergüenza porque sabía que yo había provocado eso, yo…

—JORDAN SMITH… TU MAMÁ VINO A BUSCARTE—llamó una voz desde el otro lado de los barrotes. Afiné mi visión, la voz era de una mujer, llevaba uniforme de policía, su cara manchada en pecas, su cabello corto y rojo, era la policía, la agente Ailann— ¡Oh!, el griego de la otra vez, que coincidencia verte aquí de nuevo, espero que disfrutes la estadía, como te encanta golpear gente, esta vez me encargaré de que dures más tiempo de ese lado de las rejas, ponte cómodo—me soltó ella. Yo la miré lleno de odio y ella se retiró con una sonrisa de satisfacción.

Cuando se fue, apareció otro policía con una mujer de civil detrás de él, ella se veía mayor, como de treinta y muchos años, se parecía mucho a Jordan, con la piel de un blanco amarillento, pero ella lucia muy demacrada, algo despeinada y mal arreglada, despedía un olor fuerte a alcohol. El policía abrió la celda y Jordan se puso de pie, Elodie lo despidió con un abrazo y antes de cruzar la puerta nos dedicó una última mirada cargada de rabia. Salió y se fue directo a abrazar a su mamá, pero ella lo frenó con una sonora cachetada, todos guardamos silencio avergonzados.

—Debiste haberte quedado cuidando a los gemelos maldito mocoso, maldito el día en que decidí tenerte, solo ocasionas problemas, estoy harta de tí—

—¡Señora!—le interrumpió el policía—

S

olucione sus problemas en su casa, necesito que se retiren

Ella con rabia comenzó a empujar a Jordan para que caminara, él llevaba su cara enrojecida y las lágrimas no paraban de caer de sus ojos, el policía cerró la celda, quemando el silencio de la estancia con el sonido ensordecedor y ellos se retiraron. Ese chico no podía más que darme pena y lastima, y yo me sentía culpable por ello. Pasarían unos veinte minutos en los que Jyrki intentó preguntarme de donde me conocía la agente Ailann, pero Seymour le cortó el rollo diciéndole que no era el momento, luego de ese tiempo volvió el policía con un hombre algo mayor que reconocí por su piel morena, era el papá de Hailan. El señor lucia calmado, pero algo decepcionado al ver a su hijo de este lado del metal, Hailan se despidió de nosotros y el señor se lo llevó. Así sucedió con Jyrki al que lo vino a buscar una chica joven que resultó ser su hermana mayor, luego llegó por Elodie una mujer que de seguro era su mamá y así hasta que quedamos solo Seymour y yo.

—Tranquilo, saldremos de aquí, no te preocupes, de seguro Arthur no tarda en venir por nosotros, y no te preocupes por lo que dijo la policía, no permitiré que te dejen aquí—

—Está bien—le respondí seco, no me apetecía hablar en ese momento, solo quería salir de allí.

—Evan, creo que deberíamos hablar de lo que sucedió anoche, yo…—

—No Seymour, hagamos como que no sucedió nada, no tenemos nada de qué hablar, estábamos drogados y… Bueno, pasó lo que pasó… No se repetirá, ¡Y ya!, no quiero hablar de nada de esto o de aquello, mira lo que pasó con Jordan, solo pasemos la página y hagamos como que nada pasó—le dije cortante.

Él guardó silencio, pero yo no era capaz de seguir mis propios consejos, aparecían interminables ecos dentro de mi cabeza, no paraba de darle vueltas a lo que habíamos hecho anoche, a las palabras que habían intercambiado Jordan y Seymour, eran muchas cosas e intentaba procesarlas todas a la vez. Luego estaba la visión que tuve en el pasillo, estaba seguro de que fue obra de las drogas, pero se sintió tan real. Ese ser… Era tan hermoso como el chico que invadía mis sueños últimamente, era idéntico más bien, brillaba y lucia melancólico, parecía reclamarme algo, y yo no sabía qué, pero de seguro era mi imaginación. Sentía que me estaba volviendo loco, ¡Sí! Era eso, este maldito país me estaba volviendo loco.

—SEYMOUR ASTRAIOS—irrumpió la voz del policía retumbando en las paredes—Han venido por tí—

Detrás del joven policía apareció Arthur, con la cabeza más brillante y pelada que nunca, luciendo su traje de mayordomo tétrico. Jamás me había alegrado tanto de ver al calvo cascarrabias, eso era lo que necesitaba, salir de allí, al fin saldría de esa asquerosa mazmorra. El policía corrió las rejas, Seymour se puso de pie y yo también, nos miramos y ambos sonreímos, él cruzó la reja primero y fue directo a darle un enorme abrazó a Arthur, al que este último recibió con mucha seriedad. Yo estaba a punto de cruzar las rejas también hasta que el policía me detuvo bruscamente.

—Tú no te llamas Seymour Astraios, ¿O sí?—me preguntó el policía con una sonrisa descarada.

Y de un latigazo provocó un terrible estruendo, cerró las rejas en mi cara. El sonido del metal chocando hizo eco en todo el lugar, Seymour observaba con cara atónita y la felicidad de hace unos segundos, ya cercenada a la mitad. Yo no entendía que estaba pasando, una sensación horrible invadió mi estómago, sentía que el corazón iba a salirse de mi pecho comencé a hiperventilarme. Seymour observaba horrorizado y yo pude precisar una ligera sonrisa manchando la seriedad impoluta de Arthur.

—¿Qué hace?, ¡Vuelva a abrir la puta puerta!, ¡Déjelo salir!—le gritó Seymour al policía.

—Esas no son mis órdenes, retírense por favor—les indicó. Arthur hizo ademán de sacarlo del pasillo pero él se resistía, me seguía observando impresionado con cara de horror, con los ojos muy abiertos.

—¡Arthur!, ¿Qué haces?, ¡Suéltame estúpido!, ¿Por qué no sacan a Evan?, ¡Suéltame es una orden!—le decía resistiéndose, pero Arthur era mucho más fuerte que él.

Yo estaba entrando en pánico, quería hacer algo, ese maldito pelado lo estaba maltratando, me sentía impotente porque el metal me tenía enjaulado, el policía salió y Arthur sacó a Seymour a rastras de mi vista. Podía seguir escuchándole luchar en el pasillo.

—DEJAME ESTUPIDO…SI MI PAPÁ SE ENTERA YO… EVAN, NO TE PREOCUPES, YO… YO TE SACARÉ DE AQUÍ—

Y eso fue lo último que escuché, ahora solo atendía a mi respiración agitada, el frio estaba calando mis huesos, miraba a los alrededores y estaba completamente solo. La sed se intensificaba en mi boca, estaba preocupado, ¡No!, horrorizado, maldecía el día en que abandoné Grecia, el día que acepté grabar música en ese estudio de mierda. Estaba solo, a pesar de todo, yo estaba solo en este país, no tenía familia realmente, a la final era yo contra el mundo, como casi siempre lo fue.

[Seymour]

—¡MALDICIÓN ARTHUR QUE ME SUELTES DE UNA PUTA VEZ!, ¡Te juro por lo más sagrado que si no me sueltas me pondré a gritar aquí a plena calle!—le decía desesperado, mientras él intentaba hacerme entrar a la fuerza en la limusina.

—Mejor deje de actuar como niño malcriado, ¡Y entre de una vez al vehículo!—me dijo entre forcejeos.

—¡NO ES ACTUAR COMO NIÑO!, ¡CARAJO!, ¿Por qué demonios no liberaron a Evan?, ¡Ni de coña pienses que lo voy a dejar allí tirado!—

—Mejor olvídese de él, al fin y al cabo lo va a dejar donde lo encontró—me decía empujándome para entrar.

—¡COÑO!, ¡QUÉ DEJES DE EMPUJARME QUE NO SOY TU HIJO!, ¡Que no se te olvide que aquí tu trabajas para mí!—le amenacé dándole un empujón que nos separó a ambos. La gente pasaba por la calle viendo nuestro pequeño espectáculo—¡Deja de hacerte el demente y dime de una puta vez porque no lo dejaron en libertad!—

—Se equivoca joven, yo no trabajo para usted, el que me paga es su padre, por ende yo solo cumplo órdenes de él. Y como le acabo de decir, lo mejor será dejar que migración y la policía se encarguen del muchacho, La reunioncita de anoche llegó hasta los oídos de su padre y no está para nada contento con ello—me dijo mostrándome la primera plana del periódico, donde aparecían los estragos de nuestra fiesta y las patrullas rodeando mi hogar—Él me pidió que le pusiera un alto, y eso es justo lo que estoy haciendo. ¡Desde que llegó ese muchacho no ha hecho más que causar problemas! Y suficientes caprichos que le he aguantado a usted, pero ahora pone en peligro mi trabajo y eso sí que no se lo voy a permitir. ¡Es más!, no me sorprendería que lo de anoche haya sido culpa de él.

—¿Cómo que ordenes?, ¿De mi padre? ¡Pfff! No me hagas reír, ¡ESTARÁS MUY PENDEJO!, a mí me vale si lo que hago le gusta o no. Él nunca ha estado aquí para mí y ya es muy tarde para que se preocupe con quien ando o dejo de andar… Sí quiere, que venga él mismo en persona a decírmelo en la cara, porque yo no te voy a permitir este atropello, ahora… ¡AHORA HAZ TU MALDITO TRABAJO!, entra allí ¡Y soborna a esos malditos policías si es necesario!, no me importa cuánto cueste, ¡VE Y LO SACAS AHORA MISMO!… Si no quieres perder tu estúpido trabajo Arthur—

—¡JOVEN CÁLMESE!, yo solo estoy obedeciendo órdenes, su papá me está pagando por cuidarlo y yo…—

—¡A MI ME VALE MIL HECTAREAS DE VERGA ARTHUR!, ¡Entra de una puta vez!…O no, ¿Sabes qué?… ¡Lo haré yo mismo! Iré a sacarlo…Ahora entrégame mis cosas, mis tarjetas, mi móvil y mis papeles…Lo haré yo mismo, pelón idiota…—Él me observaba temeroso, pero a mi poco me importaba si lo estaba tratando como tapete, se lo había buscado tratando mal a Evan desde que llegó a nuestras vidas, ahora lo único que quería era ver al futuro padre de mis hijos cruzando esa puerta, saliendo de la comisaria…

—¿Qué?, ¿ACASO TAMPOCO PIENSAS DARME MIS COSAS?—le pregunté riendo incrédulo mientras corrían los segundos. Estaba hirviendo en cólera—¡Vamos!, habla, no te quedes allí parado como estúpido, ¿NO PIENSAS DARME MIS COSAS?, ¡Responde de una buena vez!—

—Joven…—prosiguió con cautela y lentamente ante mi reacción—Su papá me dijo que le pusiera un alto…Y eso incluye que deje de despilfarrar el dinero—Dijo apenado, la voz le temblaba.

—Oh… Entiendo… Por lo menos regrésame el teléfono para saber de los chicos, prometo que subiré a la limusina y dejaré de oponerme—

—¿Enserio joven?—exclamo sorprendido con felicidad—¡Sabía que usted entendería mi situación!, no lo hago porque quiero, yo a usted lo estimo muchísimo, ya sabe que yo solo obedezco ordenes, Pero… ¿Promete que subirá a la limusina?—preguntó incrédulo antes de entregarme el teléfono.

—Claro que subiré—

Arthur me miró incrédulo por un par de segundos preguntándose si debía confiar en mi palabra, pero a la final, cedió.

—Ok, tenga…Confió en usted—Y cuando me dio el móvil inmediatamente comencé a presionar los ruidosos números y acerqué el auricular a mi oreja.

—¿A quién está llamando joven?—preguntó con inocencia.

—A mi papá…—Respondí cínicamente—Voy a solucionar este maldito problema de una vez. Si tiene algo que decirme, que me lo diga en persona y en mi cara, y no por medio de sus lacayos. Le diré que tomaré el primer avión y saldré del país a verlo… Y no te preocupes Arthur, después de que hable con él y de que saquemos a Evan de la cárcel subiré a la limusina contigo, soy un hombre de palabra—le solté con sarcasmo e ira contenida.

De repente su cara siempre seria y arrugada fue corrupta por la sorpresa y el pánico. Se arrojó sobre mí para intentar arrancarme el teléfono, que por otro lado ya comenzaba a marcar, y a pesar de que él era más fuerte, yo era más joven y por tanto más ágil. Le esquivé y comenzamos una extraña danza de persecución sobre la acera, en la que yo evitaba sus embestidas como un ligero coleador.

—¡Por favor joven!, ¡No haga eso!, si llama a su papá lo más seguro es que me despida, venga acá, ¡Entrégueme ese teléfono por favor!—me decía desesperado, sudando por el cansancio a través de su traje.

—¡ME VALE SI TE BOTA!, TE DEBES DECIDIR ENTRE ÉL Y YO, ¿PARA QUIÉN ES TU LEALTAD PELÓN?—le decía entre salto y salto, y en esas escuché una voz femenina del otro lado de la línea.

—Muy buenas tardes, oficina del señor Céfiro Astraios en que le podemos ayudar—

—Comuníqueme con mi padre por favor, dígale que es su hijo, Seymour Astraios—le respondí a la secretaria. Arthur empalideció al ver que me atendieron el teléfono y se hincó casi que de rodillas sobre el concreto. De lado y lado los transeúntes se quedaban observando la escena. Yo aún vestido con el esmoquin desarreglado de la fiesta, y mi viejo mayordomo jadeando de rodillas, suplicando que le entregara el teléfono.

—Joven, Seymour…Por favor no hable con su papá, esto podría costarme mucho más que el trabajo de toda una vida, podrían hacernos daño a mí y a los míos. Yo le vi crecer, le quiero y le estimo como a un hijo, sé que en algún lugar de su corazón hallará misericordia para este pobre viejo, por lo que más quiera… ¡Cuelgue ese teléfono!—me pedía Arthur, que ya se encontraba al abismo cercano de un lagrimeo sincero, logró conmoverme.

Del otro lado del teléfono oía como la secretaria me decía que esperara un par de segundos, que mi padre estaba en una junta de la empresa y ella le interrumpiría. Vi a ese decrepito viejo de cabeza brillante y traje intachable, en sus arrugas dibujaba mis cortos años de vida, él siempre estuvo allí, más que un chofer o mayordomo multiusos, él era familia. No compartía mi sangre, pero si algo de lo que ni siquiera mi propia sangre podría jactarse, memorias, recuerdos, el básicamente me crió, nunca se había ido de mi lado, a diferencia de mi padre.

—Yo también deseo dejar a mi papá fuera de esto Arthur, no quiero verle o pelear contigo, ni mucho menos hacerle daño a nadie, solo quiero que me regreses mis cosas y que Evan salga. Yo quiero algo serio con él, por primera vez en mi vida conozco a alguien con quien quisiera tener un futuro, nunca había llegado alguien a mi vida que me hiciera pensar más allá de mi presente, y estoy dispuesto a luchar por él, y lo de anoche no fue por él, fue por culpa de unos idiotas del instituto, pero eso no se repetirá más—

—Joven… Yo—

—Tú me dices, porque si estas en lo cierto, él puede que te despida, pero lo que no va a hacer es dejarme sin fuentes de ingreso. Si él te bota yo mismo te contrataré—le interrumpí—Ahora responde, rápido… ¿Para quién es tu lealtad Arthur?—

Él permanecía hincado en el suelo, no por devoción o idolatría, sino más bien a modo de súplica, se debatía, no parecía muy convencido de mi proposición, luego de unos segundos meditando su respuesta volvió a hablar.

—Está bien, tenga—dijo regresándome las tarjetas e identificaciones con cara de derrota—Puede colgar esa llamada, espero cumpla su palabra, yo confío en usted, ahora si me disculpa, iré a sacar a su noviecito—dijo entre refunfuños con cara de pocos amigos, subió los escalones y entró de nuevo a la policía, yo corté la llamada tras un largo suspiro, aunque me pareció escuchar la voz de un hombre antes de colgar, pero no le di importancia.

[…]

Al cabo de un rato Arthur volvió a salir de la comisaria con cara de cansancio, tras unos segundos salió Evan después de él, no pude evitar sonreír como tonto al verle. Me buscó con la mirada y yo me levanté de la acera donde los esperaba sentado, encontró mi mirada y correspondió a mi sonrisa, la suya era hermosa. Evan tenía una belleza ruda y a la vez delicada, de alguna forma tenía un balance ideal, mediría unos uno setenta y tantos, con el cuerpo ligeramente musculado, con la piel de una blanco aceitunado, muy tersa a la vista.

Su cara tenía rasgos exóticos que lo hacían resaltar de entre todos en este país, exóticos pero delicados. Su nariz bien recta y afilada impedía el encuentro de unos ojos grandes y expresivos que cambiaban de color respecto a la luz, ellos eran amparados bajo unas cejas largas y rudas que hacían contraste a su vez con sus labios carnosos, que vestían de un rosa intenso. Tenía un lunar en su pómulo izquierdo que no manchaba el conjunto, al contrario, lo unificaba, era armonioso, y su cabellera danzaba a la brisa mientras bajaba los escalones, larga y lisa en su mayoría. No me cabía duda, quería despertar el resto de mis días viendo esa cara de ángel.

Se acercó a nuestro encuentro y lo abracé con fuerza, con ganas de nunca soltarlo, de que nunca se fuese de mi lado. Jamás habría llegado a imaginar que hubiese alguien en el mundo que me hiciese diluir la razón, lo que era lógico y correcto, que me hiciese fantasear más allá de las banalidades de la carne, más allá de las preocupaciones de un mañana, fantasear con un por siempre, él me hacía soñar eso. Antes le temía al envejecer, ahora temía a morir joven, porque no estaba seguro de si ascenderíamos juntos al sueño desconocido del que nadie despierta.

—¿Y ahora qué hacemos?—preguntó bajándome de las nubes que él mismo me había hecho cabalgar.

—¿Ah?—respondí con lo primero que salió de mi boca.

—¿Qué para dónde vamos?—

—Para casita Evan—

—Oh—respondió haciendo pucheros.

—Bueno, adelante, suban a la limusina—nos indicó Arthur abriéndonos las puertas de par en par. Evan me miró con una mueca de inseguridad ante el gesto del calvo.

—¿Sabes qué?, ¡Mejor no!, nos iremos en taxi Arthur, tomate el resto del día libre—le dije al calvo.

—Pero usted dijo que subiría…—

—Yo sé lo que dije—le interrumpí—Pero será mejor que hagamos las cosas de esta manera—él asintió comprendiendo lo incomodo que iba a ser el trayecto juntos los tres.

—Nos vamos Evan—

—Voy—respondió con despiste.

Dejamos a Arthur solo y nos subimos a un taxi. En el camino a casa le conté que tuve que amenazar a Arthur con lo de mi papá para que le sacara de allí, y mientras le iba relatando eso me llegó a la cabeza algo que dijo el pelón, algo a lo que no le presté atención, “podrían hacernos daño a mí y a los míos”, no le encontraba sentido a eso, ¿Que podía temerle Arthur a mi padre?, si básicamente había sido él, al que designó para suplir sus labores de padre cuando se fue ¿Por qué le temía tanto a mi papá después de tantos años de servicio?, eso no tenía sentido, en el peor de los casos un despido, y era algo que no concebía por lo exagerado que sonaba… Eso estaba raro. Llegamos a la casa, le pagué al taxista y bajamos.

Entre nosotros se creó un silencio de asombro, el jardín del frente de la casa tenía huellas de autos, como si hubiesen hecho un evento de camiones monstruo. Las flores habían sido decapitadas todas, Evan se agachó ante ellas e intentaba reanimar los tallos, pero estos caían desanimados, presas del maltrato de la juerga, latas de cerveza regadas hasta en la calle. Abrí la puerta con prisa, no quería que los vecinos nos vieran y nos lincharan a plena calle, entramos y quedamos atónitos, un par de agujeros en el techo por los disparos de los policías, ahora permitían la entrada de rayos de sol, un nuevo traga luz, pensé con ironía.

Macetas quebradas con la tierra regada por el piso, este último tapizado en barro, mezcla de tierra, cerveza seca y sabría Dios que otras sustancias más. Basura y más latas de cerveza. Se habían robado los cojines de los muebles y lo que quedaba de ellos sucio y llenos de pisadas, seguimos explorando la casa y la historia era siempre la misma, las cenizas del caos por doquier, parecía corral de ganado mi humilde choza, ahora de hecho si parecía una choza. En la cocina vimos muchas botellas quebradas, de seguro se robaron las que quedaban cuando llegó la policía. Los cuartos seguían intactos pues habían permanecidos cerrados bajo llave. Miré a Evan y él me miró a mí.

—Yo iré por la escoba, ve tú por las bolsas para comenzar a recoger la basura—me dijo con cansancio.

—Ammm… ¿Cómo? Jajajajaja, ¡NO!, estás loco si piensas que voy a limpiar este desastre—

—Ajá, ¿Y acaso piensas que lo voy a limpiar yo solo?, ¡Serás puerco!—se quejó.

—Ni lo uno, ni lo otro, mejor llamaré al jardinero, a las de la limpieza y a unos otros cuantos para que arreglen el techo y lo demás…—

—Seymour, hoy es domingo—

— ¿Y eso que?, ¡Igual les pagaré!, con lo generoso que soy no se van a quejar de absolutamente nada—

—Mmm… Bueno, pero ajá, ¿Y nosotros qué?—inquirió.

—¿Nosotros?, pues obviamente no nos quedaremos aquí mientras limpian, por lo menos no hoy. Tú y yo iremos a pasar el resto del día a otro lugar—

— ¿Ah, cómo?, ¿A dónde?—preguntó asustado.

—Tranquilo tonto, cuando lleguemos te digo—

— ¡No!, dime primero a donde piensas llevarnos—

—Ashh, no seas tan desconfiado, no pienso llevarte a un motel si es lo que crees—

—…—

Él guardo silencio de golpe y se mostró avergonzado. No debí haber dicho eso, al parecer después de lo de anoche seguía muy sensible al tema, y después de lo que sucedió con Jordan no tenía muy claro que cosas se cruzaban por su cabeza, era como caminar sobre hielo delgado, ahora que lo pensaba, estaba muy cerca de perderlo, tenía miedo de meter la pata otra vez.

—Entonces… ¿Nos vamos?—pregunté incómodo.

—Eso creo, pero recuerda que mañana es lunes—

—Tranquilo, para mañana este lugar estará como nuevo—

—Mmm… Bueno—me dijo escueto.

Tomamos un par de prendas en unas mochilas y fuimos hasta la cochera, tomé una de las camionetas y de allí salimos de la casa, no sin antes llamar al personal para que limpiaran y repararan el chiquero. Yo conducía con el rumbo fijo y Evan se empeñaba en evitarme la mirada, permanecía quieto, en silencio, en el asiento de copiloto, pero ese silencio fue interrumpido por un gorgoreo que salió de su estómago.

—¿Tienes hambre?—pregunté.

—¡Pensé que nunca lo ibas a preguntar!—respondió con reproche.

—Jajajaja, calma tigre, no te enojes… A ver, ¿Dónde quieres comer?, ¿McDonald’s?, ¿Burger King?—

—¡No!, basta de comida basura, tengo otra cosa en mente…—dijo con una mirada traviesa.

Evan aún no conocía muy bien las calles de la ciudad, por lo que nos hizo dar vueltas y vueltas alrededor de está, en busca de lo que según él “le había dado la impresión de ser un restaurante griego”. Luego de preguntarle a un millón de desconocidos encontramos el lugar, aparcamos y esperé mientras él se adentró a “Mykonos”, que a la final si resultó ser de comida griega. Al cabo de un rato salió con un montón de bolsas de papel con el logo del restaurante, venía haciendo malabares con las bebidas, y yo solo reía pues se veía tierno… Y torpe, pero tierno al fin.

—¡Deja de reírte como pendejo y ven a ayudar antes de que se me caiga todo esto!, que no salió nada barato por cierto, me costó un ojo de la cara—se quejó y yo bajé a ayudarle con las bolsas.

—No entiendo qué sentido tiene el que te quejes, cuando yo muy bien que te ofrecí mi tarjeta para que no gastaras de la tuya—contraataqué.

—¡Deja de querer pagarme todo Seymour!—espetó con irritación.

—¿Entonces para que te quejas del precio de las cosas?, si tú fuiste el que quisiste venir para acá en primer lugar…¡Quién te entiende!—le dije entre risas, me encantaba picarlo, se veía muy tierno cuando se molestaba.

—Como sea Seymour, sube las cosas y deja de pelar conmigo que no te estoy haciendo nada—

—Pero sí yo no estoy peleando contigo—

—¡Ay!, Ya Seymour por favor…—

Era increíblemente cómico y obstinado, y aun así me traía loco. En cierta medida era irónica la cosa, pues de ser homosexual me encantaba lo descomplicados que éramos los hombres, pero Evan no seguía la norma, o a lo mejor nadie en Grecia le había pasado el dato.

[Evan]

Subimos y él me ayudó a dejar las bolsas sobre los asientos, encendió la camioneta y continuamos la marcha.

—¿Y acaso no piensas servir la comida?—preguntó manoseando las bolsas con intención de abrirlas.

—¡Shhh!—le espeté golpeándole la mano—Tu con los ojos en el camino Seymour—

—¡Ajá!, ¿Pero y la comida?—se quejó.

—Estás no son hamburguesas que puedas comer de forma tan corriente mientras manejas, esto es algo más especial—respondí con una tímida sonrisa en mis labios.

—¿Langosta?—

—¡No idiota!, tu solo conduce—le regañe. Él resoplaba a la vez que me miraba con reproche.

—Eres muy mandón Evan—

—Y tú siempre quieres hacer lo que se te da la gana niño malcriado—le reprendí.

Seymour me miraba por el rabillo del ojo con una sonrisa burlona, casi, casi discreta, no disimulaba bien, yo por supuesto que no le miraba y mantenía la vista siempre al frente, me irritaba su actitud y él se lo estaba tomando todo a juego, lo cual hacía que me irritara aún más. La verdad es que lo que menos me apetecía en ese momento era ir a otro hotel a lidiar una noche más con él. Solo quería un lugar para mí solo, para poder hundir mi cara contra una almohada y quizás gritar un poco para desahogarme, quería bañarme, cambiarme ese estúpido traje sucio que aún no había conseguido despojar de mi cuerpo, comer lo que había comprado y engañar a mi mente, aunque sea por unos minutos con lo que había comprado, para imaginar y fantasear que estaba en mi hogar, en mi Grecia querida.

Tenía muchas cosas en la cabeza y quería poner todo en orden, me estaba cuestionando todo, mi futuro mi estadía mi…

—Jijijijiji—

—¿Qué te parece tan gracioso?—le pregunte con cara de pocos amigos.

—Es que te ves muy gracioso con esa cara de limón—

Tomé aire, inflé mis pulmones e intenté calmarme un poco para no salirme de mis cabales.

—Seymour, creo que no has entendido lo complicado de la situación o me parece que te lo estás tomando todo muy a la ligera… A ver, analicemos un poco, hace unas horas nos drogaron, estuvimos en prisión y pretendían dejarme allí encerrado por mis antecedentes, destrozaron literalmente tu casa…—

—Nuestra casa—me interrumpió mientras seguía conduciendo.

—¡No!… No es “nuestra casa”, dejemos eso claro, ¡Es tu casa!, y yo vivo allí por un acto de generosidad tuya—Seymour cambió totalmente su semblante alegre al escuchar eso—Yo sé que esto no te incumbe porque realmente no es tu problema, pero realmente temí quedar arrestado, ser deportado como un tonto, me sentí aterrado cuando me quedé solo allí, porque como bien sabes yo ni siquiera tengo familia a diferencia de ustedes y ni hablar de lo que provoqué entre tú y Jordan—

—Lo de Jordan no fue tu culpa, y lo sabes, no te culpes por eso—

—Oh sí, claro, ¡Pero por supuesto que fue mi culpa Seymour!, tu y yo no somos los Teletubbies, aquí nadie tiene retraso mental y creo que todos estamos lo suficientemente grandecitos como para saber lo que hicimos y lo que provocamos—

—Oh, ¿Si?, pues dime tú, ¿Que hicimos?, ¡Vamos!, anda, ¡Dime!, nosotros no le hemos hecho nada malo a él, no podemos doblegarnos en plan “pobrecito Jordan, no obtuvo lo que quería”, el amor es un juego en el que casi nunca se gana, él sabe eso, y bien que viste que se ha comportado como un niño malcriado solo porque no ganó esta vez y no obtuvo lo que quería, pero eso ya es otra cosa… ¡Pero anda!, vamos que sigo esperando, ¿Dime que hicimos tu y yo?—preguntaba molesto refiriéndose a nuestro encuentro sexual.

—Hicimos algo malo—le corté en seco.

—Evan… No puedo creer que después de todo lo que hemos pasado pienses así—dijo con la voz cortada, mirando siempre al frente del camino.

—No, no pienso que el amor entre dos hombres más allá de la amistad este mal—

—¿ENTONCES?—preguntó alterado.

—Pienso que un amor más allá de la amistad entre nosotros dos es algo que sí está mal—

—Ev…—

—¡No!—le interrumpí—Déjame continuar… No te imaginas como traigo la mente, tengo todo mezclado, me siento mal por lo que le provoqué a ese pobre muchacho, y por Dios, mira como hablas de él, se supone que es tu amigo y hablas de él como si fuera un bote de basura sin sentimientos, ¡Y SI ES NUESTRA CULPA!, tuya por ciego y despistado, ¡pfff! Hasta un niño podría haberse dado cuenta de que lo de Jordan eran celos por ti, tan solo bastaba ver cómo te miraba, ¡Y culpa mía por no alejarme a tiempo!, yo quería hacerme a un lado y dejarle el camino libre a él porque sabía que estaba genuinamente enamorado de ti—

—¡YO NO SOY TIERRA PARA CONQUISTA EVAN!, NO PUEDEN HACER TÍTULOS DE PROPIEDAD A PARTIR DE MÍ, YO ELIJO DE QUIEN ENAMORARME Y NO ES ALGO QUE USTEDES PUEDAN DECIDIR SIN CONSULTARME—decía molesto.

—¡PUES ELIJE A OTRO QUE NO SEA YO!—le grité.

—Ya llegamos—me dijo con voz quebrada, en sollozos, y apenas lo dijo apagó la camioneta y bajó de inmediato de ella.

No me dejó tiempo a reaccionar y tampoco me esperó, por lo que aguardé unos minutos dentro de la camioneta meditando lo que le había dicho. Sus lágrimas eran obvias, le había herido con mis palabras, y sé que no fue la mejor manera, pero el calor de la discusión… Tal vez no podía excusarme en eso, pero sé que si no se lo hubiese dicho en ese momento hubiese sido peor para mí después, necesitaba sacarlo todo y lo peor de todo es que ya había tomado decisiones, y no le había terminado de decir todo lo que quería decirle sobre nosotros y mi estadía en este país.

Pasaban los minutos y el no volvía, así que por iniciativa propia bajé del vehículo y tomé las bolsas con la comida griega. Una brisa marina gélida hizo danzar mis cabellos y observé el entorno, yo sabía que estábamos algo alejados de la ciudad, había notado el cambio de edificios por naturaleza durante el camino, suponía que me iba a traer a un hotel, pero lo que se erguía frente a mí no era eso, una vista impresionante de acantilados titánicos con un horizonte de aguas al fondo, y frente a mí, algo que asumí que Seymour llamaría “una choza para ricos”, una mansión al filo del abismo, de estilo clásico, color crema y de dos pisos, se veía descuidada, con enredaderas que se trepaban a sus costados, miré a los alrededores y no vi otras edificaciones, solo naturaleza y soledad.

La puerta estaba abierta, era obvio imaginar que Seymour había entrado allí, pero me daba algo de miedo entrar solo, es decir, ni siquiera sabía de quien era esa casa. Pero me estaba impacientando por lo que decidí entrar a buscarlo. Adentro estaba muy oscuro y olía a humedad, por supuesto que allí había vivido alguien con mucho dinero, era muy lujosa por dentro, sin embargo se notaba muy descuidada, seguro habría pasado mucho tiempo desde que alguien la habitó.

Comencé a llamar a Seymour con algo de timidez, lo hacía por lo bajito porque no quería que nadie me sacara allí a punta de escopetazos por invadir propiedad privada, aun así Seymour seguía sin responder, no veía señales de vida en esa casota, solo se escuchaban los lamentos de la vieja madera rechinando fastidiada a causa de la brisa, se sentía lúgubre ese lugar. Una única puerta abierta conducía a un corredor—Por aquí se fue—pensé. Caminé con mucha discreción intentando no hacer mucho ruido, las bolsas de comida se oponían al plan, a lo lejos observaba luz, el camino daba al patio trasero, me disponía a cruzarlo con valentía hasta que algo llamó mi atención, un retrato pintado. Ahora sabía a quién pertenecía la casa.

[…]

—No volviste por mí—

—No quería hacerlo—respondió escueto.

Seymour me daba la espalda, estaba sentado en una banqueta de madera cerca del filo del risco, admiraba la inmensidad del océano y la brisa nos golpeaba fuerte, se escuchaban las olas rompiéndose con violencia contra las rocas. El patio era lujoso, pero descuidado al igual que la casa, a nuestro alrededor una sociedad entera de esculturas cansadas, maltratadas por los tiempos y una piscina vacía que cobijaba maleza y flores salvajes. Yo estaba parado detrás de él, buscando las palabras adecuadas.

—Pensé que íbamos a pasar la noche a un hotel—le solté.

—¿Eso querías?—preguntó sin mucho ánimo.

—No… Es solo que… Lo último que llegué a imaginar es que me ibas a traer a tu casa de la infancia, ¿Estoy en lo correcto?—

—Estás en lo correcto, yo crecí aquí—

—Casi no te pareces a tu papá—

—Ya viste el cuadro, ¿No?—

—Imposible no verlo, es una pintura enorme. Por cierto, no pensé que fueses sido un bebé regordete jejeje—intenté cortar un poco la tensión.

—Mmm… Sí, muchos dulces son poco sanos, pero mantienen feliz a un niño—

Seymour ni siquiera volteaba a verme, sentía una increíble brecha entre los dos, me sentía mal por ello, yo la había abierto. Se veía tan melancólico sentado allí solo, contemplando el atardecer. El sol perecía y se ocultaba tras el horizonte líquido, ya estaba bastante oscuro y el frio se acentuaba, los débiles rayos de sol dibujaban la silueta de Seymour en un cálido naranja. Finalmente y tras un breve silencio me senté a su lado, fue allí cuando le vi, sus hermosos ojos azules ahora manchados por las lágrimas, quería consolarlo, quería abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien, pero sabía que lo que tenía que decirle solo iba a herirlo más, estaba buscando valor.

—¿Por qué siempre las personas que amo terminan alejándose de mí?—preguntó con la voz rota, mientras secaba sus lágrimas con la manga de su blazer.

Yo no sabía que responder, se me había hecho un nudo en la garganta, tenía la mirada perdida en algún punto del océano.

—No es que haya amado a muchas personas en mi vida…—decía con sonrisa melancólica—Pero las más importantes… Siempre se van, nunca se quedan, quizás es porque no soy suficiente, o tal vez haya algo malo en mí—

—No lo hay Seymour, eres perfecto en la forma que eres—

—Pues al parecer no basta jejeje, por ejemplo, mi papá se fue sin más, no le importó dejar a su único hijo aquí solo, sin familia y en las manos de extraños, corrí con la suerte de que Arthur no fuera mala persona, pero imagínate que hubiese caído en manos de malas personas, ¿Que sería de mí en este momento?—decía entre lágrimas.

—¡Pero eso no sucedió!, Arthur será el calvo más borde que conozco, pero hizo un buen trabajo cuidando de ti, tienes buenos amigos que te quieren y sé que es de las cosas que menos deberían de importar, pero nunca te falto dinero, ropa, comida o un techo, y estoy seguro de que nunca te faltarán, a juzgar por el patrimonio que heredarás—

—Sabes… El dinero nunca me ha importado Evan, no estoy apegado a él, es de las cosas más corrientes que existen en el mundo, y lo más importante, no puede comprar lo único que anhelo en este mundo—

Le observaba y sentía que me estrujaban el corazón, él se estaba mostrando con total sinceridad, ese era el verdadero Seymour, eso era lo que ocultaba bajo ese supuesto despiste y personalidad risueña, era lo más profundo que albergaba dentro de sí, después de eso no había nada más.

—Evan—

—¿Si?—

—¿Nunca has tenido la sensación de que cada vez se te hace más difícil amar a las personas nuevas que llegan a tu vida?, es como si se llevaran una parte de ti cada vez que se van, me siento roto—

—No lo sé, casi siempre he estado solo en mi vida Seymour—

El volteó su cara y sus ojos empapados me miraron con impresión, parecía que había salido de su tristeza por unos momentos para ver lo que había más allá, afuera de él.

—Yo puedo cambiar eso, si tan solo me dieras la oportunidad—dijo tomándome de las manos con ilusión, le miré a los ojos y las retiré lentamente, con delicadeza. Él asintió derrotado con una pequeña sonrisa de resignación, en ese momento él había comprendido al fin que no iba a corresponderle.

—¿Volverás a Grecia?—preguntó secando sus lágrimas e intentando cambiar su semblante por uno más alegre.

—Sabes, es algo que llevo meditando mucho… Pero no… Es mi tierra, pero ya no tengo nada que hacer allí. Venderé la casa que me quedó de mis padres y rentaré un apartamento aquí, espero que comprendas—

—¿No hay nada que pueda decir o hacer para que no te vayas de mi casa?, ¿Cierto?—yo negué con la cabeza—No te estoy corriendo ¿Sabes?, puedes vivir tranquilamente en mi casa, hay mucho espacio para los dos, que esto no haya funcionado entre nosotros no quiere decir que no podamos ser amigos—

—Por supuesto que seguiremos siendo amigos, bobo. Te quiero demasiado como para sacarte de mí vida Seymour, si hay alguien que se irá de tu vida, ese no seré yo—le dije con una sonrisa sincera, él me la devolvió—Pero no, ya está decidido… En tanto encuentre un lugar me mudaré de tu casa, ya es hora de independizarme. Con el trabajo que me conseguiste me alcanza y hasta me sobra para valerme por mi mismo—

—Respeto eso, y te apoyo en lo que necesites—me dijo con una sonrisa en su rostro, sus lágrimas ya secaban—Será muy extraño el no verte todos los días, ya me había acostumbrado a vivir acompañado—

—De eso no estés tan seguro jejeje… No sé qué opines de la idea, pero tengo ganas de seguir estudiando, y si a ti y a los chicos no les molesta, me gustaría continuar en el colegio donde estudian ustedes—le solté con algo de inseguridad por su reacción, Seymour me miraba perplejo, con los ojos a punto de salirse de sus cuencas—No te molesta… ¿O sí?—pregunté asustado.

Seymour en un acto de locura se abalanzó a rodearme con sus brazos, me estrechó con fuerza, no sé si fueron ideas mías, pero percibí un ligero cambio en ese abrazo, ya no se sentía incómodo, era un abrazo de amigos, respiré tranquilo.

—¿Estás loco?, ¡Tú puedes estudiar donde tú quieras pendejo!, por supuesto que no me molesta, y hablo a nombre de los chicos cuando te digo que nos encantaría tenerte allí—me decía al oído sin soltarme del abrazo. Sonreí.

—En ese caso, creo que comenzaré entonces con todo el proceso de admisión esta semana, espero ser admitido jejejeje—

—Bah… Ni te molestes en hacer eso—dijo poniéndose de pie y sacando su móvil del bolsillo.

—¿Qué haces?—pregunté sin entender muy bien.

—Llamando—dijo inocentemente mientras terminaba de marcar un número y acercaba el aparato a su oreja.

—¿A quién?—

—A la directora del instituto—

—¿AH?, ¿Cómo así?—pregunté alarmado.

—¿No te lo dije?, mi papá es el principal benefactor del instituto, considérate ingresado desde ahora mismo—

—Ya va… ¿Retrocede un poco?, ¿Cómo así que ingresado?—pregunté incrédulo.

—Por cierto, deja de ser tan egoísta y ve sacando esa comida que compraste que el hambre me está matando—yo le miraba incrédulo, intentando asimilar todo lo que salía de su boca—¿Aló?, ¿Beatriz?, ¡Sí!, sí, es Seymour Astraios… Sí, ¿Bien y  tú?, necesitaré un favorcito tuyo—decía hablándole al aparato mientras se dirigía al interior de la casa en busca de mejor señal—¡Es enserio lo de la comida Evan!, ¡Destápala o tendré que robártela!, ya vuelvo, iré a por unos platos para que comamos aquí afuera—me dijo con seriedad mientras tapaba el teléfono para que la “Beatriz” no le escuchara, seguido a esto se adentró en la casa parloteando. Yo me quedé solo en la vieja banca de madera.

Me reí como tonto pensando en lo del instituto, Seymour nunca dejaba de sorprenderme con sus locuras, era como un mini Gánster definitivamente. Sonreía con tranquilidad observando la maravilla del paisaje, el sol estaba enorme y anaranjado, estaba a segundos de ocultarse completamente por el horizonte marino y cederle el paso a la noche. Me sentía en paz, por fin estaba poniendo un orden en mi vida, Seymour había reaccionado mejor de lo que había esperado, ese chico tenía un corazón de oro puro.

El sol caía con rapidez, poco a poco le cedía paso a la noche, las ondas naranjas del océano ya se diluían. Disfrutaba el espectáculo desde la banca, hasta que el sol desapareció completamente por el horizonte y llegó la oscuridad, tras unos segundos oculto, quedé atónito ante lo que vi a continuación. Como si de la detonación de una bomba nuclear se tratase, la luz de sol retornó en un estallido, fue lo suficientemente brillante como para sentir mi piel ardiendo del calor, las ráfagas de viento volaron furiosas y calientes amenazando con derribarme de la banca.

Fue muy rápido, tan solo duró unos segundos y se escuchó un estruendo descomunal que me hizo saltar de la banca temiendo por mi vida. La bola de llamas y luz se hizo tan grande que cubrió el cielo en un segundo, tras eso volvió a concentrarse la luz en un punto hasta hacerse muy pequeña y desaparecer en otro estallido descomunal que dejó todo en oscuridad de nuevo. Las estrellas salieron y la luna hizo acto de presencia con timidez, como si nada hubiese ocurrido.

—¿PERO QUE PUTA MIERDA HA SIDO ESO?—escuché a Seymour a mis espaldas.

—No lo sé ¡Y tampoco quiero saberlo!, será mejor que entremos a la casa—le dije y ambos entramos. Estaba muy asustado por eso que vieron mis ojos, me cuestionaba si lo había alucinado, pero aún podía sentir el calor de la luz en mi piel ardiendo, y lo más extraño de todo, la inquietante paz que reinaba en los alrededores, como si nada hubiese pasado.

[Nota del Autor]

Mis queridos y desamparados lectores, me siento profundamente apenado por esta desaparición tan larga, probablemente habrán pensado que había muerto XD, bueno como verán sigo vivo aun, mi excusa para tanto abandono es la universidad, muchos ya sabrán que estudio medicina y que es una carrera absorbente, pero como lo prometí una vez, de que termino esta historia la termino, es algo que me agrada hacer (el escribir), y no solo ustedes se transportan a este mundo que he creado al leer, yo mismo lo hago al escribir.

Retomé la escritura y procuraré no perderme de esta forma tan fea, espero que aun tengan ganas de leerla jejeje… les amo, saludos desde la ya casi vacía Venezuela (casi todos mis amigos se han ido de aquí T.T), probablemente cuando me gradué yo también lo haga, ya saben, déjenme sus comentarios, valoraciones y pueden escribirme (Facebook, privado, Gmail) <3, el próximo capítulo lo publicaré en el transcurso de esta semana próxima.

Siempre vuestro, Klisman.