Como aman los dioses (XIV) - Bacanal en agonía.

Tristeza, miedo y felicidad, sentimientos de mortales. Los Dioses existen y son criaturas caprichosas que no dicen por favor, ni dan las gracias. Pero, ¿qué pasaría si dos Dioses se enamoran de un mismo mortal?, una guerra por amor se desatará y el joven muchacho en medio del fuego cruzado quedará.

Como aman los dioses (Capítulo XIV) - Bacanal en agonía.

[Giselle]

La música doblegaba mis oídos hasta hacerlos añicos, estaba muy alta y hacia vibrar a todo el lugar, todo el mundo bailaba frenético y es que no me había fallado el instinto, esto estaba a reventar de gente, incluso había tenido que estacionar mi auto en otra cuadra porque la calle estaba básicamente cerrada y repleta de coches. El lugar parecía haber salido directo del hueco más recóndito del infierno, no podía evitar sentirme como mojigata en esa fiesta, pero a pesar de todo, el haber crecido en un convento me había hecho ser bastante recatada para algunas cosas, y lo comparaba con el infierno precisamente porque apestaba a pecado ese lugar.

Todas las chicas bailaban como poseídas por demonios, se meneaban vulgar y descaradamente, como en una danza de apareamiento atrayendo la atención de los chicos. El lugar olía realmente a puro cigarrillo, sudor y alcohol, francamente costaba respirar así como también caminar. Habían instalado unos tubos y allí tenían a bailarines que estaban casi que desnudos contorsionándose en los postes de metal, estaban iluminados directamente por luces rojas como en esas tiendas donde venden objetos sexuales, eso me tenía muy impresionada. No había podido evitar fijarme en que todos parecían recién salidos de la ducha, pero se trataba de puro sudor y no creía que se debiera a calor, ni por bailar ya que hacía muchísimo frio en realidad.

Y sus pupilas… No se veían normales, estaban muy dilatadas, se veían enormes y negras, eso sumándole a que se sentía un grado de euforia en la gente que no era para nada normal. Todos actuaban con exageración y no parecían cansados a pesar de que ya eran casi las tres de la mañana, esta gente definitivamente estaba drogada. Es que hasta incluso había gente vomitando al frente de casa y peleas en la calle, este lugar estaba fuera de control, tenía miedo de estar allí. Pero estaba allí por una razón, tenía una sola cosa importante en mente, mi tía.

Tenía que hacer lo que había pedido Artemisa, ¡Tenía que conseguir a esos dos chicos!, ya la moral me importaba un bledo, solo quería regresar a mi pobre tía a la normalidad. Pero no sabía qué hacer ni por dónde empezar, esta vez no tenía un plan estipulado, ahora solo estaba a la deriva, solo yo junto a una botella de ambrosia de lujuria que me había dejado Artemisa, solo eso tenía…

— ¡SEÑORITA BELARBI!, ¡Que sorpresa verla aquí!—me dijo Seymour abalanzándose para abrazarme y apareciéndose de la nada. Él me estrujó con fuerza y con mucha efusividad como si fuésemos amigos del alma, eso me dejó desconcertada— ¡Bienvenida a la fiesta!, pase, pase, ¡Siéntase como en su casa!—

—Huummm, Gracias joven Astraios—le dije como pude, pues me estaba abrazando muy fuerte y me dejaba sin aire, seguido a esto me separé de él como pude, intentando no ser grosera, claro.

— ¿YA TIENE COPA O LE TRAIGO UNA?, ¡Oh!, ya veo que usted trajo esa cosa de la última vez, ¿Cómo era que se llamaba?, ¿Ambrosi de lujur?, ¿No?—

—Ambrosia de lujuria señor Astraios—le corregí.

Él también se veía muy desarreglado, con sus rizos bastante alborotados, y sus ojos azules parecían estar en pleno eclipse pues sus pupilas también estaban muy dilatadas, ¡Era obvio!, Seymour también estaba drogado, se notaba a simple vista porque estaba excesivamente eufórico.

—OH CLARO, CLARO, ¡Bueno!, déjeme y le consigo una copa, ¡Y no me llame así!, llámeme Seymour, ¡No se mueva!, ya vuelvo con la copa—dijo él apresurado, y desapareció de mi vista en un dos por tres.

Me quedé allí parada, expectante con la botella en la mano. Me sentía perdida, no sabía qué hacer, quería salir lo más rápido posible de ese lugar, no me sentía para nada cómoda, sabía que en cualquier momento ese vaso se iba a precipitar e iba a derramar algo malo en este lugar, un batallón de adolescentes drogados sin supervisión de nadie era una receta que estaba destinada a terminar en caos, ¿Pero qué hacer? Y en ese momento una luz se iluminó dentro de mi cabeza. Era obvio, ya uno de los dos estaba drogado, el plan se facilitaba mucho con eso, solo debía conseguir que alguno de los dos tomara el elixir e iría como abeja a la miel a intentar procrear abejitas con el otro, ¿Pero cómo conseguir que se bebieran la ambrosía?

—SEÑORITA BELARBI, ¡YA VOLVÍ!, ahora brindemos, por, por… ¡Bueno da igual por lo que brindemos!, ¡Pero hagámoslo de una vez!—dijo Seymour apareciendo de repente con un par de copas en las manos.

¡Era perfecto!, el universo estaba de mi parte esta noche, él solito me quitó impertinentemente la botella de entre las manos y sirvió dos copas.

—Salud, por…—

—Por el amor—dije yo completando la frase y alzando la copa junto a él.

— ¡POR EL AMOR ENTONCES!—respondió él casi gritando, con una enorme sonrisa.

Como jarabe para la tos se bebió toda la copa llena de ambrosía de lujuria, trago a trago sin parar ni para respirar. Yo estaba que daba saltitos de la alegría, él solito había hecho todo el trabajo por mí. Pero contuve mi alegría y simulé beberme la copa, en un descuido de él la escupí a una planta ornamental que tenía al lado, ahora sí tenía motivos para sonreír sin que él sospechase nada.

—Oiga Señorita Belarbi…—

—Llámame Giselle—le pedí con una enorme emoción contenida.

—Bueno, Giselle… ¿No habrá visto a Evan?, ¿Recuerda?, el guapo, ojos rallados, el que estaba conmigo el día ese de lo del aventón, ¿Recuerda?—preguntó él.

De inmediato comencé a escanear rápidamente con la mirada toda la pista a ver si lo veía. Mientras más rápido lo encontrara mejor para mí, pues el elixir no iba a tardar mucho en hacer su efecto—Está dentro de su propia recamara—escuché a una voz irrumpir mi cabeza, Era Artemisa. No sabía que ella escuchaba nuestra conversación, en ese momento me cuestioné cuanto alcance tenía la Diosa a todo lo que acontecía en mi vida, mi privacidad, mis cosas…Pero mi cabeza comenzó a descartar estupideces, era una ayuda, en esos momentos mi privacidad no era lo importante, pensaba en mi tía, en su agonía, ella era la razón por la que estaba aquí.

—Él está en su habitación—le respondí de sopetón y casi por inercia.

—Oh, ¿Y cómo sabes eso si acabas de llegar acá?—me preguntó él con cara de confusión.

¡Mierda!, había metido la pata, no debí decirle eso así sin filtro, debí pensar una forma más maquillada para decírselo, ahora él me miraba con cara de sospecha, ¿Qué iba a hacer? Me preguntaba preocupada una y otra vez.

—Bueno, diviértete en la fiesta Giselle, ESTÁS EN TU CASA, IRÉ A BUSCAR A EVAN JEJEJE—me dijo él cambiando a ese semblante risueño de hace unos segundos como si se le hubiese olvidado de lo que hablábamos.

Me dio otro fuerte abrazo llenándome de sudor y se fue directo a las escaleras dejándome allí sola. ¡Ufff!, de la que me salvé.

—Eso es todo cierva mía, dejemos que la poción haga su trabajo, puedes regresar a tu hogar con tranquilidad, tu tía está bien, ya levanté el efecto—le escuché decir a Artemisa dentro de mi cabeza. Sonreí llena de felicidad al escuchar eso, ahora al fin podría estar tranquila—Pero no te descuides, esto puede que aún no haya terminado, esperemos a ver como se toma mi hermano lo del mortal, ahora puedes irte de allí—dijo Artemisa. ¡Puta suerte la mía!, ahora ya no estaba tan feliz del todo, yo juraba que con esto se iba a acabar todo el show de andar de casamentera. Suspiré con pesadez, la parte buena es que mi tía ya estaba fuera de peligro y…

—Oye pddeciosa, ¿Quiedes bailad?—me dijo de repente un chico que se veía como un zombie, apestaba a vómito y se tambaleaba inestable, lucia desagradable.

— ¡NO!—le grité de repente— ¡Es decir!, no, gracias yo no bailo desde que me lesioné la rodilla—le dije antes de salir disparada de allí a la salida.

— ¿NO PUEDES BAILAR PERO SI CORRER?—me gritó el chico desde lejos.

— ¡EXACTO!—le grité antes de salir a la calle.

— ¡MALDITA BRUJA INSENSIBLE!—me gritó.

Debía salir de allí, ese chico me daba miedo, este lugar estaba fuera de control tenía miedo, yo…

—MALDITO DESGRACIADO, ¿QUÉ HACES TÚ AQUÍ?—escuche de repente. Se trataba de una chica vestida de hombre, llevaba un esmoquin puesto y un sombrero de copa, tenía una navaja en la mano y otro chico la sujetaba desde la espalda, pues ella estaba histérica y amenazaba a otro chico rubio que llevaba chaqueta de cuero de motociclista. Yo observaba atónita la escena.

—LARGATE DE AQUÍ, TU NO ERES BIENVENIDO A ESTA FIESTA MIKE JOHNSON, ¡SUELTAME JYRKI! QUE LO VOY A MATAR—

—ELODIE TRANQUILA, NO VAS A MATAR A NADIE—le decía el chico que la tenía agarrada por la espalda.

Todo el mundo veía el espectáculo y cuchicheaban cosas entre sí, el rubio no le respondía nada y optó por ignorarla, se retiró de allí y salió picando cauchos en su deportivo ante la mirada de todos en la calle. Yo estaba simplemente horrorizada por el comportamiento de todo el mundo en ese lugar, caminé hasta mi auto y salí de allí lo antes posible. Ya quería ver a mi tía y definitivamente no me quedaría a ver como terminaba todo ese desastre.

[Evan]

Sentía que las sabanas quemaban, era como estar desnudo bajo el sol ardiente del mediodía, de verdad la estaba pasando mal a pesar de que estaba encerrado, solo y a oscuras en mi habitación. Tenía el aire acondicionado a todo lo que daba y aun así sentía mi piel extremadamente caliente, sudaba a chorros y sentía con nitidez como las gotas de sudor caían por sobre mi sien. Era una extraña sensación de desesperación que me invadía, que me rodeaba, me sentía inquieto y no dejaba de revolotear encima de la cama, era como si el calor me picara por lo que no dejaba de arañar mi piel buscando calma en ello. Sabía que Jordan me había hecho eso, sabía que me había puesto algo en los tragos.

Estaba consciente de que me había drogado, porque yo no le había aceptado bebidas a más nadie. En ese momento lo estaba odiando, sabía que no debía confiar en él, pero lo hice, y fui un estúpido crédulo al hacerlo. Lo extraño es que estaba perfectamente consciente y lúcido, pero sin embargo estaba atrapado dentro de mi propio cuerpo drogado. Desde que había cruzado la puerta de mi habitación no paraba de alucinar cosas, sentía que me iba a pasar algo malo y sabía que nadie me iba a escuchar, pues la puerta no dejaba de vibrar por la música. Tenía mucho miedo de que nadie pudiese auxiliarme estando allí, yo nunca me había drogado ni nada por el estilo, no conocía ninguna de esas sensaciones y yo, yo… Yo me sentía muy solo.

Intentaba cerrar los ojos y pensar en mi hogar, en las costas solitarias y pacificas de Grecia, en cosas que me trajeran paz, pero ni cerrando los ojos podía dejar de ver cosas que sabía que no existían. No paraba de percibir el sol frente a mí, era como verlo directamente y me creía cegado. Tampoco sentía estar lo suficientemente bien como para pararme y salir a pedir ayuda, eso implicaba que podía rodar por las escaleras, y no quería eso. En ese instante escuché como tocaron la puerta, seguro se trataba de alguien de la fiesta por lo que no contesté, tocaron de nuevo, yo permanecía quieto y en silencio. Esta vez no tocaron y observé con temor como giraron la perilla.

— ¡Evan!, ¡Conque aquí estas!, ¿Dónde te habías metido?, ¡Estaba muy preocupado!, yo te estaba buscando por todos…—

Y no le permití seguir hablando. Me levanté con rapidez tan pronto lo vi y abracé a Seymour con todas mis fuerzas, hundí mi cabeza en su cuello y él correspondió el abrazo, olí su perfume, era dulce, olía a ¿Duraznos? Eso me sorprendió, ya le preguntaría después sobre eso. Más bien me concentré en su calor, su cuerpo era lo suficientemente delgado, y aunque él era un poco más bajo que yo, me sentí seguro entre sus brazos, sentí como se iban todos los demonios que me atormentaban, era él, él los espantaba.

—Evan, yo-yo te estaba buscando por todos lados—decía Seymour desesperado, su voz se quebraba—Tenía miedo por lo que dijiste, yo, ¡Yo no sabía qué hacer, no quiero que te vayas!, yo…—

— ¡Shhh!...—le callé con suavidad y él se calmó.

Seymour se alejó un poco de mí, no mucho, pero si lo suficiente como para verme directamente a los ojos.

—Evan, ¿Estabas llorando?—preguntó con tristeza.

—No, no, olvídalo, es que yo me sentía algo mal, creo que fue el alcohol—mentí.

No quería alarmarlo, además ya me sentía un poco mejor, por lo menos ya había parado de alucinar, ahora me sentía tranquilo, solo sentía algo de ¿Timidez?...

—Comprendo jejejeje, creo que yo también ando algo tocado—dijo pensativo.

—Pues con sinceridad, te vez horrible Seymour—le dije burlón. Y ahora que me fijaba bien si se veía muy mal, con su pelo rizado todo mojado y el cuello de la camisa como la boca de una flor, todo desparramado.

—Pues gracias eh, y tú tampoco es que te veas muy bien, normalmente pareces modelo, pero ahorita pareces un borracho—dijo haciéndose el ofendido.

— ¿Enserio?—pregunté preocupado.

Salí disparado al baño y encendí las luces de este, él se quejó del resplandor, pero le ignoré, fui directo al espejo del lavabo y me miré. Siendo sincero me asusté con lo que vi, si bien estaba muy despeinado, con la cara bastante magullada y sudada, vi que tenía las pupilas súper dilatadas, mis ojos, que comúnmente se veían entre verde y naranja estaban casi que totalmente negros.

—Seymour, ven acá—le llamé—A ver tus ojos—

— ¿Que tienen mis ojos?, ¿Te gustan eh?—me dijo con chulería.

— ¡No idiota!—le reprendí—Mira, tú también estas drogado, también tienes las pupilas dilatadas—

—Déjate de boberías Evan, yo no estoy drogado—me dijo, y a continuación me dio una nalgada.

— ¿Qué haces?—le pregunté serio.

— ¿Qué, que hago de qué?—

—Oh vamos, no es gracioso Seymour, no te pases de la raya, ¡Es en serio!, mírate los putos ojos, estamos bien drogados—

—Yo no veo nada Evan…—dijo mirándose al espejo junto a mí y de repente sentí que restregó ligeramente su paquete erecto con mis nalgas.

—Ya Seymour es enserio, no estoy de humor para juegos, ¡Déjate de estupideces!—

Le dije molesto con ademán de salir del baño, pero en esas él me detuvo halándome por la cintura, yo intenté soltarme pero él comenzó a aplicar fuerza.

—Ya Seymour compórtate como un adulto—le espeté quejándome mientras forcejeaba con él.

Seymour intentaba tomarme por la cintura y yo de soltarme de su agarre, pero el muy idiota tenía bastante fuerza. En menos de lo que me di cuenta ya estábamos jugando a forcejear por encima de mi cama. Él intentaba aplicarme llaves con sus piernas, pero yo también tenía fuerza y le daba guerra. Atrás había quedado mi supuesta molestia y ahora reíamos, habíamos hecho del frio intenso del cuarto nuestra propia aura de calor y ambos estábamos sudando ahora, podíamos escuchar que más allá de la puerta la fiesta seguía bastante encendida, pero nosotros estábamos concentrados en nuestra lucha.

En una de esas me aplicó otra llave y yo quedé boca bajo sobre la cama, le pedía que me soltara pero ahora entre risas, él sujetaba mis muñecas con sus manos y con sus piernas me sometía, escuchamos que el Dj había cambiado la canción que estaba sonando (a la cual ni siquiera le estábamos prestando atención) y colocó una que sin duda alguna pertenecía a Britney Spears era “Breathe on me”.

—Amo esa canción—dijo Seymour sin soltarme de su agarre. Comenzó a hacerme un baile “Sexy” y lento aun estando encima de mí. Yo no aguanté y comencé a reírme, porque lejos de verse sexy lo hacía mal y bailaba feo, pero aun así se veía tierno.

— ¿De qué te ríes idiota?—preguntó intentando contener su risa.

— ¿Ese es tu intento de baile sexy Seymour Astraios?—pregunté burlón.

—Pues en realidad lo estoy haciendo en juego—me dijo lento y al oído. Una corriente eléctrica atravesó mi espina y erizó mis vellos cuando sintió su aliento caliente y húmedo cerca de mi oído—Pero si quieres puedo intentar hacerlo mejor…—

Y comenzó a mover sus caderas lentamente y pegándose a mi trasero, sentí claramente su verga erecta y comencé a ponerme algo nervioso, sentía mucho más calor entre nosotros y veía que la cosa se estaba poniendo seria, podía escuchar como respiraba fuerte sobre mí, y mi corazón comenzaba a acelerarse.

—Seymour para por favor…—le decía suplicante. Pero mi cuerpo seguía inerte sobre la cama, podía sentir sus pectorales y todo su peso caliente sobre mí.

— ¿Quieres que pare?—preguntaba lentamente sobre mi oído, yo sentía que me estaba perdiendo en su voz cada vez más y tenía miedo porque me estaba gustando lo que estábamos haciendo.

—N-No, es decir ¡Sí!—corregí entre tartamudeos.

— ¿Sí… Qué?—preguntó casi en un susurro.

—Que pares por favor—

— ¿Por qué?... ¿No te gusta acaso?—decía mientras restregaba su paquete entre mis nalgas.

—No…—

—Porque esto me dice otra cosa—dijo metiendo su mano en mi bóxer, tomando mí pene que se sentía caliente e hinchado. Comenzó a olisquearme el cuello y a depositar leves besos que se asemejaban más bien a roces, sus labios se sentían calientes y húmedos. Él sacó su mano y volteó mi cuerpo quedando boca arriba, con él por encima de mí y con sus brazos firmes a cada lado de mi cabeza. Me miraba fijamente y con deseo, tenía la respiración entre cortada. La luz del baño lo iluminaba tenuemente pues el cuarto permanecía aun en la penumbra. En ese momento perdí el poco pudor que me quedaba y me lancé a por todo.

Lo tomé por el cuello y bruscamente lo halé hacia mí, comenzamos a besarnos de una forma salvaje, sentía su lengua jugueteando, causándome cosquillas por donde tocaba. Al mismo tiempo tomé su cintura, y pegué su cuerpo al mío, sentía su erección firme rozándose con la mía, tomé sus nalgas entre mis manos y las apretujé con fuerza, él soltó un gemido gutural.

— ¿Te gusta?—pregunté entre jadeos.

—Me encanta—respondió agitado—Hazme tuyo Evan, follame sin compasión—

Eso terminó de encenderme más, así que lo tomé con toda la fuerza entre mis brazos y lo volteé quedando él debajo de mí. Vi su cuello y me resultó irresistible así que fui a atacarlo sin pensarlo dos veces, mordía y succionaba con desesperación, con mi lengua recorría el contorno de su manzana de adán que se le marcaba mucho. Me encantaba su cuello, era largo y elegante, él se retorcía de placer sobre la cama y no dejaba de menearse para mi deleite. Su cara me volvía loco, tenía sus ojitos cerrados con fuerza y su boca gimiendo de una manera obscena.

Su camisa me estorbaba porque quería seguir bajando y él lo notó así que comenzó a desabotonársela con prisa, pero sus manos temblaban descontroladas así que tomé los dos extremos de la prenda y halé con fuerza, los botones volaron en el aire y escuché como se rasgaba, su pechó lucia precioso, de un blanco inmaculado y salpicado por algunas pecas, sus pezones eran anchos y muy rozados, me fui directo a ellos y comencé a chuparlos con necesidad, me sabían a gloria, Seymour comenzaba a retorcerse con fuerza y sostenía mi cabeza entre sus manos como intentando pararme, pero el placer podía más que él.

Cuando paré para tomar aire él me miró y yo lo miré, se veía jodidamente sexy y traía la cara bastante roja de la excitación, me vio lascivamente y se abalanzó a besarme con pasión. Me encantaban sus besos, eran dulces y delicados y luego salvajes y calientes. De pronto sentimos que la ropa estorbaba y procedimos a desvestirnos rápidamente. Él terminó antes que yo, traía unos boxers negros y su cuerpo era igual de hermoso como esa primera vez que lo vi en esa celda, delgado, alto, marcado y excesivamente blanco, con una cintura de infarto y un trasero redondito.

Yo aún no me había quitado el pantalón y estaba arrodillado en cuclillas sobre la cama, él se lanzó a desabrochar mi cinturón con maestría y agilidad y en un abrir y cerrar de ojos me había dejado sin pantalones, yo traía unos calzoncillos blancos que no conseguían abordar con totalidad la inmensidad de mi erección. Él miró con deseo mi paquete, se quedó embobado como pidiendo permiso, así que yo tomé su cabeza con brusquedad y la pegue a mi paquete con fuerza, él inspiró profundamente y al parecer le gustó lo que olió pues sonrió de una forma bastante perversa.

Chupó los espacios de piel que se asomaban entre mis ingles y sentí una oleada de placer cosquilloso que me hizo ver las estrellas o más bien imaginarlas en ese techo blanco y vacío. De la nada y sin previo aviso bajó mis calzoncillos y se metió mi polla de golpe en su boca, ahora ya no veía las estrellas, ahora veía los planetas gracias a su calor, a su humedad y a la suavidad de su boca, se esmeraba por robarme cada aliento, sentía como chupaba mi vitalidad, pero no me importaba ser abusado por él placer, succionaba con necesidad y yo me sentía cada vez más excitado.

Yo tomaba su cabeza y lo dirigía, quería demostrarle quien mandaba, pero él volvió a tomar la delantera cuando sentí el tope de su garganta. Él muy hijo de puta se la había tragado entera y eso era todo un logro porque mi pene era largo y grueso, sentía venirme así que lo paré en seco y él solo me dedico una risa juguetona y sexy.

—Seymour no creo aguantar mucho más—le dije entre jadeos.

—Oh no, eso sí que no—dijo decidido.

Y ante mi atónita mirada me dio la espalda y bajó sus boxers de una forma lenta y sexy. Ante mi quedó expuesto un precioso trasero, redondo y blanco como la leche, su agujero no tenía ni un pelo y era de un hermoso color rosado. Él sumergió su cabeza entre las almohadas y levanto su culo en pompa quedando en cuatro.

—Hazme tuyo—

Y esas simples dos palabras sacaron lo peor de mí, escupí mi polla y la coloqué en la entrada de su ano.

— ¿Estás seguro de que la quieres así en seco?—le pregunté preocupado.

—Evan méteme la polla de una puta vez—me dijo a manera de regaño.

—Tú lo pediste—

De un empujón entró y paré en secó, todo el cuerpo de Seymour comenzó a temblar, me asusté mucho y le pregunté si estaba bien. Él no decía nada y se limitó a hacerme señas con su mano, me dijo que le diera unos segundos, inmediatamente lo abracé y comencé a besarle el cuello. Ahora estaba nervioso, seguro lo había lastimado y yo… Pero el propio Seymour comenzó a moverse y se sintió increíble, se sentía apretado y caliente, poco a poco comenzó a tomar más ritmo y me miraba con cara de placer, con el ceño fruncido y los ojos azules suplicantes, me hizo señas de que continuara y yo lo tomé firmemente por la cintura.

Comencé a bombear, el culito de Seymour estaba apretado, cada vez gemía más fuerte y en el vaivén el chocar de sus nalgas sonaba como un chapoteo. Cada vez acelerábamos más el ritmo y nuestros cuerpos ya tenían una película de sudor. Ya había perdido la noción del tiempo, no sabía cuánto llevábamos así pero pronto comencé a sentir el característico cosquilleo, Seymour cada vez gemía más fuerte y no nos importaba porque la música afuera estaba aún muy fuerte.

Él se masturbaba cada vez más rápido y sentía que todo iba a explotar hasta que todo paró, parecía que el tiempo se derrumbaba ante mis propios ojos, las piernas me fallaron y colapsaron, Seymour apretó con fuerza mi pene y él rugió, comencé a sentir su semen caliente bañando mis piernas. Yo no aguanté mucho más y también exploté, el placer fue tan descomunal que caí de espaldas riendo con la respiración entre cortada. Era el orgasmo más grande que había experimentado en mi vida, él cayó a mi lado exhausto y luego solo se escuchó el silencio, ninguno sentía la necesidad de manchar ese silencio con palabras, simplemente sobraban, y no era incomodo en lo absoluto, porque ya se había demostrado lo que se tenía que demostrar.

—SEYMOUR VEN RAPIDO, TODOS ESTAN…—y Jordan paró en seco cuando nos vio.

Irrumpió en la habitación sin tocar, se veía muy agitado y sorprendido por nuestra desnudez, no lo vi venir, solo sentí como mi cara giró cuando recibí su puño. Todo pasó muy rápido, Jordan salió corriendo fuera de la habitación, Seymour se puso sus pantalones rápidamente y salió a perseguir a Jordan. Yo me quedé solo y desnudo sobre la cama, el cachete me palpitaba de dolor, la puerta estaba abierta y la música se colaba dentro de la habitación. Reaccioné y también me puse mis pantalones a la velocidad de la luz, necesitaba perseguirlos a los dos.

Salí hasta el pasillo y ya no estaban ninguno de los dos, me asomé por sobre los barandales y el piso de abajo era un desastre, solo veía al mar de personas y lo que parecía una trifulca en apogeo, las luces de discoteca no me dejaban ver muy bien. Sentí un leve mareo, me di cuenta de que ya no tenía tantas energías, estaba cansado y las cosas me daban vueltas, pero con todo y eso no pude dejar de sentirme observado. Volteé en dirección contraria a las escaleras, al pasillo que daba a las otras habitaciones, este seguía sumido en las tinieblas, pero en el fondo de esa oscuridad sentí una presencia solitaria, caminé lentamente y sentí el frio del piso en mis pies descalzos.

De pronto ese lugar se veía muy tétrico, frio y oscuro. Intenté enfocar mejor la vista y vi destellos dorados, me acerqué poco a poco a la penumbra y la música parecía extinguirse, un frio extraño cubría mi pecho desnudo. Allí lo vi, el chico de mis sueños, con sus rizos dorados danzando a expensas de la gravedad, con su cuerpo definido y esbelto, portaba una sencilla túnica blanquecina y todo su cuerpo parecía brillar en un fulgor dorado. Pero lo más preocupante de todo eran sus ojos, ese azul cristalino se veía impaciente, impenetrable, hipnotizaba. La severidad de esos ojos azules me intimidó, iba a preguntarle quien era, pero el inconfundible sonido de un disparo hizo saltar mi corazón.

Por instinto me eché al suelo, escuché atemorizado otros tres disparos, provenían del piso de abajo, de la fiesta. Me asomé lenta y cuidadosamente por el barandal al piso de abajo y vi a la gente enloquecida, como en una estampida corrían y gritaban en todas direcciones fuera de la casa. Volteé a las habitaciones y la figura del chico de mi sueño ya no estaba, seguro fue una alucinación, pero me hizo recorrer un escalofrió en todo el cuerpo.

— ¡EVAN!, ¿QUÉ HACES ALLÍ ASOMADO IDIOTA?, ¡ESCÓNDETE!—me gritó Elodie apareciéndose por las escaleras. Corrió en mi dirección y me tacleó al piso.

— ¡ELODIE!, ¿Qué está pasando allá abajo?, yo-yo escuché disparos ¿QUE ESTÁ OCURRIENDO?—le pregunté desesperado.

— ¡La policía!, la policía está aquí, tenemos que salir de esta casa ahora mismo si no queremos parar en la comandancia—me explicaba preocupada, ahora estaba a mi lado en el suelo y juntos asomados viendo el desastre de abajo.

—¡HEY USTEDES DOS!, ALTO AHÍ EN ESTE INSTANTE—Escuchamos que nos gritaron desde las escaleras. Cuando volteamos vimos que era un policía, pero como no llevaba pistola nos pusimos de pie y comenzamos a correr.

—¿EVAN PARA DONDE VAMOS?—preguntaba Elodie desesperada mientras corríamos entre los pasillos a oscuras.

—¡POR AQUÍ ATRÁS HAY OTRAS ESCALERAS ELODIE!—

Y la conduje a toda prisa a unas escaleras de emergencia que estaban al final de las habitaciones, estas daban al patio por la piscina. Bajamos con cuidado y allí escondidos entre las sombras podíamos observar la zona de la piscina. La gente aún corría enloquecida saliendo de la casa, algunos se iban al garaje, otros iban hasta la barra y se robaban las botellas, algunos otros caían y así por la estampida de gente.

—Sí salimos por el garaje nos van a interceptar justo en la calle—le dije a Elodie mientras pensaba en un plan para salir.

—Eso si no nos acorralan entre los autos de lujos de Seymour—dijo Elodie.

—Por cierto, ¿Sabes dónde están él, Jordan y los demás?—le pregunté.

—Ni se, ni me interesan. Si son inteligentes no se dejarán atrapar… ¡Maldita sea!, sabía que esta fiesta era mala idea, ¡LA PUTA QUE PARIÓ A JYRKI!—

—Oye Elodie ¿Y porque los policías llegaron disparando?—

—Cuando llegaron la gente pensó que era un regalo y que eran strippers, con toda la confusión de la fiesta ya los querían dejar desnudos a media pista de baile, ellos pedían que los dejaran e intentaban explicarles pero todos estaban tan borrachos que no les prestaban atención, por eso tuvieron que sacar las pistolas y disparar al aire para que vieran que eran policías de verdad, y pues al parecer llamaron refuerzos y los vecinos se están quejando, y bueno… Tú te imaginaras el resto Evan—

—Ok, comprendo…—le dije enmudecido.

—Oye Evan creo que tendremos que saltar la cerca y ocultarnos en la casa del vecino por un rato hasta que pasé todo…—dijo Elodie finalmente. Yo empezaba a sentir los parpados pesados, mi cuerpo se sentía adormecido.

—Pues yo te sigo…—

—A la señal de tres, Una… Dos… ¡TRES!—

Pero yo no esperé el tres y salí disparado a correr, Elodie me seguía de cerca. Sentía como mi cuerpo exprimía la adrenalina para no caer en coma, pues ya no tenía casi energías. Esquivábamos la gente que salía por todos lados y al césped que estaba bastante resbaloso. Vimos como los policías irrumpieron en el patio y como si supieran quienes éramos comenzaron a perseguirnos a Elodie y a mí, allí sí que nos asustamos y corrimos hasta la cerca de madera, ayudé a Elodie a subir y después subí yo. El plan era escondernos en el patio del vecino pero el policía también saltó la cerca así que siguió persiguiéndonos. Ya nos pisaba los talones y yo sentía que no podía más, estábamos a punto de salir a la calle pero Elodie resbaló y cayó, el policía se abalanzó sobre ella, la estaba sometiendo y ella gritaba como loca pidiendo auxilio.

No podía ser tan miserable y dejarla allí tirada aun para salvar mi propio pellejo, así que me regresé, tomé impulso y tacleé al policía, ambos caímos sobre el pavimento. Lo que al principio había sido una persecución policial ahora era una pelea a puños limpios entre el policía y yo, escuchaba como Elodie gritaba histérica al fondo, pero sentía que cada vez me quedaban menos fuerzas, ya veía borroso, pero aún seguía recibiendo golpes del policía aunque ya no me dolían tanto. Cada vez los sonidos se hacían más sordos y ya casi no escuchaba los gritos de Elodie, por inercia yo seguía defendiéndome, pero de repente sentí que mi cuerpo se paralizó, me dispararon a un costado con un paralizador eléctrico, caí al suelo inmóvil pero aun consiente, aunque tenía sueño, mucho sueño.

Luchaba por mantener mis ojos abiertos y cuando logré abrirlos bien, vi que todos los chicos estaban esposados y boca arriba sobre el pavimento, estaban Jyrki, Jordan, Hailan, Seymour e incluso Elodie, pero no lograba verlos bien, todo estaba muy borroso y enmudecía cada vez más, parecía ir en cámara lenta. También veía las luces de las patrullas estacionadas, a los policías de pie junto a nosotros, sentía que me quedaba dormido. También me pareció ver a Elodie gritando furiosa a una peli roja, parecía estar echándole la culpa de todo eso, y la peli roja reía. A su lado estaban otras dos chicas y un rubio, lo otro que recuerdo es haber estado dentro de una patrulla de policía y a mi lado Seymour esposado, intentaba decirme que todo estaría bien, pero no lograba enfocarlo, finalmente me rendí, dejé cerrar mis ojos y caí inconsciente.

[Nota del Autor]

¡Feliz navidad y felices fiestas a todos! Este es mi regalo para ustedes, espero les haya gustado el bacanal, a mí en lo personal me costó escribirlo jejeje, se me hizo complicado XD. Allí mi primer coqueteo con el erotismo, espero haber logrado esa escena, ¿Ustedes que opinan? Les pediré un poco de paciencia con el próximo capítulo pues aún no lo he terminado… Un abrazo desde mi querida y malograda tierra Venezuela, les quiero de donde sea que me lean <3.

Siempre vuestro, Klisman.