Como aman los dioses (IV) - Intenciones sucias.
Tristeza, miedo y felicidad, sentimientos de mortales. Los Dioses existen y son criaturas caprichosas que no dicen por favor, ni dan las gracias. Pero, ¿qué pasaría si dos Dioses se enamoran de un mismo mortal?, una guerra por amor se desatará y el joven muchacho en medio del fuego cruzado quedará.
Como aman los dioses (Capítulo IV) - Intenciones sucias.
[Elodie]
Era miércoles, el día estaba gris y las clases habían transcurrido con la normalidad que permitían un montón de chicos con las hormonas a flor de piel, ósea básicamente nula. Al salir de clases volví a hacer la de chofer, con Hailan, Jyrki, Jordan y Seymour, como siempre... Ahora que lo pensaba tendría que hacerle una revolución a Seymour. A ver si les daba uso a esos “bebés” que tenía en su cochera, lo que el alegaba es que no le gustaba conducirlos, porque llamaban atención innecesaria. Cuando por fin llegué a mi casa, almorcé con mi familia. Mis tres hermanos mayores, mi mamá, mi papá y mi gata Margarita. Después de eso recibí un mensaje del idiota de mi amigo, recordándome que lo pasara recogiendo a las 3:30pm, para lo del juego. ¿En qué me había metido? Lo último que quería hacer era ir a ver a un montón de cavernícolas retrasados jugar con una bola y transpirar como cerdos. Eso, si los cerdos transpiraban. Lo que uno hacía por los amigos.
Pasé por Seymour y le toqué la bocina como posesa, aun así el no salió. Le llamé al teléfono y me pidió que subiera. Ese chico era tan fresco… Si a mí me decían a una hora, allí puntual me tendrían. Entré a la casa, y antes de subir las escaleras me dieron unas imperiosas ganas de ir al baño, así que decidí usar el de abajo. Giré la perilla y mi sorpresa fue mayúscula cuando vi al guapo de su nuevo compañero, haciendo del número uno y con su miembro al aire. Grité de la vergüenza y éste intentó taparse con las manos, olvidando el hecho de que aún estaba meando. Hizo un desastre de pis en el baño y casi me llenaba a mí. Salí gritando como loca de la casa y me encerré en la camioneta.
Molesta le marqué a Seymour y le pedí de mala gana que se apurara, porque si no le tocaría irse solo. Me preguntó ¿qué por qué no subí? Y disimulando le dije que si subía no iba a apurarse. Al cabo de unos minutos subió a la camioneta y me dijo.
—Ya Evan me contó, que a la próxima manda a que te pongan una orden de alejamiento por acoso sexual, ¡Calenturienta!—me gritó burlándose.
—Eres todo un comediante, ¡Pendejín! No me hinches los ovarios o te tocará ir solo al jueguito de tu matón favorito—
Con un triunfante silencio de su parte, conduje y llegamos al estadio de fútbol de la secundaria. Tan solo al entrar, fue un problema conseguir un espacio para estacionarnos. Al lograrlo, bajamos de la camioneta y se podían sentir los ánimos en el aire. Cada vez llegaban más autos repletos de personas, de todas las edades, con camisetas de los equipos y con las caras pintadas. Seymour me miraba y sonreía.
— ¿Entonces así es un partido de futbol americano? No está tan mal…—
—Yo tampoco había venido a uno antes—le dije—Hasta me atrevería a decir que se siente divertido—
—Sí, se ve divertido—
— ¿Y él donde dijo que nos vería?—pregunté.
—No lo sé, dijo que me llamaría cuando ya estuviésemos aquí—
— ¿Y ya le dijiste que estamos aquí?—
—Mmm… No aun jijiji—me dijo con esa sonrisa de inocencia que usaba cada vez que olvidaba algo importante.
— ¿Pues qué esperas?—le dije volteando los ojos.
Él le escribió y esperamos un rato recostados a la camioneta, viendo como llegaba la gente con algarabía. Pasaron unos minutos y le vimos caminando hacia nosotros a lo lejos… Debía admitir que se veía muy bien el rubio. El uniforme de su equipo era casi completamente negro, con detalles rojos y blancos, traía su casco en las manos y si de por si su cuerpo de gimnasio era fornido, con las corazas del uniforme se veía aún más enorme y fortachón.
—No pensé que vendrían chicos—nos dijo con una enorme sonrisa de satisfacción en su cara.
—Ni yo—contesté en burla. Seymour me dio un codazo y le miré de malas.
—No le prestes atención. Sí que se siente la energía en el aire eh, ¿Nervioso?—le preguntó Seymour a Mike para cambiar la conversación, ¡Que hipócrita!
—Pues algo, lo de rutina. El primer juego después de vacaciones siempre llena de nervios y por lo que veo vino muchísima gente—y tenía razón. Aún seguían llegando personas—Bueno chicos, síganme… Les reservé unos asientos buenísimos y además tengo que volver a calentar—
Le seguimos y efectivamente nos había reservado unos asientos en primera fila. Estaba anocheciendo, con una inminente amenaza de lluvia en el cielo. Las luces del estadio destellaban su fulgor al campo y las gradas estaban a punto de reventar. Incluso había una banda tocando. El ruido de esta y el de la gente emocionada no me permitían oír ni mis propios pensamientos. Mike le dijo algunas cosas a Seymour que no pude escuchar y se fue. Le pregunté a este último que le había dicho y me dijo que nada importante. Aunque su cara colorada decía otra cosa. Tenía hambre, así que le dije a Seymour que cuidara mi lugar mientras yo iba a por un perro caliente.
Tuve que hacer una fila inmensa por el estúpido perro caliente. Cuando volví, estaba a punto de comenzar el juego, había incluso más gente que antes. Entre empujones logré llegar y por un demonio, lo que me faltaba, ella estaba allí. Apoyando a su novio, supongo.
— ¡Pero miren lo que tenemos aquí muchachos!, ¿Te perdiste? Esto no es la biblioteca querida. ¿Por qué no nos haces un favor y mejor te vas?… Tú no perteneces aquí—me dijo Fiamma, con sonrisa burlona y en voz alta. Para que todos pudieran escuchar.
Andaba con sus amigas y estaba vestida como una ramera. Con un vestido negro, ceñido que mostraba de más. Su pelo rojo ardiente sujeto en una cola de caballo, con tanto maquillaje encima como para ir a recibir el Grammy. Sin embargo llevaba unas rayas negras en cada pómulo, como las que se hacen los jugadores. Imagino que para hacer el conjunto “deportivo” ¡Esa zorra! Se veía divina.
— Pues parece que tú también estas perdida “querida”, porque los burdeles no abren hasta las doce de la noche. Cúbrete, ¿Sí? Hay niños presentes—le respondí con ironía.
A lo que los allí presentes contestaron con un “OHHHHHHH, TURN DOWN FOR WHAT”. Sonreí victoriosa, ella no sabía ni que contestar. Iba a celebrar su cara de disgusto pero Seymour me jaló del brazo.
— ¿Qué carajo estás haciendo?—
— ¡Ella empezó!—le dije en mi defensa, antes de que él preguntara.
—Olvídalo. Mira sentémonos, que el juego va a comenzar—exclamó.
Se cantó el himno, luego las porristas hicieron un número y allí comenzó el partido. Como nunca le había prestado atención al futbol americano, realmente no entendía mucho. Me daba cuenta cuando alguno de los equipos hacia alguna anotación, porque el público celebraba. Del resto solo veía a un montón de chicos jugando rudo, aunque esa rudeza se fuera al carajo con cada pausa que hacían. Y fueron muchísimas. Mike se estaba luciendo en el campo, era como un pez en el agua. Su chulería se podía oler a kilómetros y cada oportunidad que tenía, volteaba a dónde nosotros estábamos, pelando el diente. Que extraño era ese chico, seguro le faltaba una caja de tornillos.
Ya al medio tiempo, el equipo contrario llevaba la delantera, pero en los dos últimos cuartos el equipo de Mike se recuperó. Ganaron el encuentro con una increíble última anotación que hizo él. Todos en el estadio se volvieron locos con ese último punto, y comenzaron a celebrar eufóricos. Su equipo lo cargó en brazos mientras lo felicitaba todo el mundo. Después de librarse de su horda de fanáticos, caminó hasta donde estábamos, mezclándose entre todos.
— Chicos, ¡Ganamos! —nos dijo con total felicidad.
— ¡Felicidades!, ¡Jugaste muy bien!, ¡Te luciste!—le felicitó Seymour. Este me dio un codazo, indicándome que le dijera algo a Mike.
—Felicidades cavernícola, ¡No juegas nada mal!, ¿Eh?—le dije con resignación e hipocresía.
— ¡Gracias chicos!, Se nos hizo algo difícil al principio, pero después pudimos estudiar los movimientos del enemigo y fue pan comido—
De golpe sentí vibrar mi teléfono en el bolsillo. Lo saqué y vi que era Jordan. Le contesté e intentaba escuchar, pero el ruido de la gente no me dejaba— ¿Aló? —repetía una y otra vez.
—Seymour, ¡Ya vuelvo!, Jordan me está llamando y no lo escucho—
—Tranquila, ve. Yo me quedo aquí con él, ¡Yo lo cuido!—contestó Mike, con la viva satisfacción en sus labios. Eso no me agradaba.
Seymour no replicó, ni nada. Que fácil olvidaba el pasado ese muchacho. Así, ignorada y como pude, logré salir del bullicio de fanáticos. Bajé hasta un pasillo solitario donde ya no había ruido y le volví a marcar a Jordan.
— ¿Aló?, ¿ALÓ JORDAN?, ¿ME ESCUCHAS?—Gritaba a mi rosado aparatito.
Súbitamente en el silencio de ese corredor, escuché unos ruidos extraños y me asusté.
— ¿Hay alguien allí?—pregunté.
De repente sentí como me tomaron por la retaguardia. Me taparon la boca y arrastraron de espaldas. Intenté gritar, soltarme pataleando, pero mi captor era grande y muy fuerte. No podía verle la cara. Seguro era algún violador loco que me haría participe de sus cochinos instintos. Escuché que eran más de uno y entré en pánico. Así que decidí morderlo, y tras eso me soltó.
— ¡AHGGGGG!—Gritó Jordan.
— ¿QUE CARAJOS ESTÁ MAL CON USTEDES?, ¡BOLA DE IMBÉCILES!, ¿Están locos de remate? Pensé que era un psicópata que me quería violar—les grité.
—Lo sentimos Elodie, pero no encontrábamos otra forma para traerte aquí sin que Seymour se diera cuenta—dijo Jyrki, interpretando al mafioso.
—En mi defensa, yo intenté detenerlos…—se excusó Hailan, lavándose las manos.
— ¿Y no era más fácil que me escribieran un mensaje y me pidieran venir sin que Seymour se diese cuenta?, ¿Ineptos?—les espeté fúrica, golpeándolos en los hombros.
— ¡Ya!, Tranquila, tampoco es para tanto—dijo Jyrki.
—Espero que no se infecte—se quejó Jordan, mirando la mordida que le había dejado.
— ¿Y qué carajos quieren?—pregunté, evidentemente enfadada con esos idiotas.
—Queremos que nos ayudes a espiar a Seymour—dijo Hailan con determinación —Ayer escuchamos toda la invitación de Mike en la escuela, y decidimos mantenerlo vigilado por si acaso. Nos da mala espina ese cambio de actitud tan repentino —
— ¿De quién fue idea está estupidez? —pregunté.
— ¡Mía!—dijo Jordan serio— ¡No permitiremos que le pase nada malo a Seymour!, Ayer esa escenita me pareció muy extraña. Cuando nos hiciste señas para que los dejáramos hablar solos, me puse a oírlos en secreto. Y no creemos que seas suficiente para protegerlo—
— ¡Sí!, ¡Eres una debilucha!—
— ¡Tu cállate Jyrki!—grité—Si soy tan debilucha, ¿Para qué quieren que los ayude? Además, ya el partido terminó genios. Ya no corre peligro...—volví a sentir la vibración de mi teléfono— ¡Esperen! Seymour me está llamando. Hagan silencio—les pedí.
— ¡Ponlo en altavoz!— dijo Jordan, y así lo hice.
— ¿Elodie?—
—Sí, ¿Qué sucede?, ¿Todo bien?—pregunté.
— ¡Sí!, pero, ¿Dónde te metiste? Mike me está pidiendo que lo acompañe a “Cielo de cristal” a celebrar el partido. No me dejes solo por favor—
— ¿El restaurant del centro?—aclaré.
— ¡Sí, ese!—respondió.
— ¡Sí, sí! No te preocupes, ya voy para allá, no te muevas, estaba en el baño…—mentí.
— ¡Oh bueno! Está bien, te espero... ¿Y qué quería Jordan?—
—No, nada importante. Solo tonterías, ya voy para allá—le colgué.
—Chicos enserio, yo puedo cuidarlo sola, ¿Ok? Estando conmigo, ¡Él no le va a hacer nada!—
— ¡Ve! Queremos que nos ayudes por lo siguiente. Sí, en efecto, tienes razón, estando allí con tigo no le hará nada. Pero queremos que te vengas con nosotros y lo sigamos, para ver que intenciones tiene cuando lo tenga para el solo... Y así lo atrapamos con las manos en la masa. Sabes que no estarás todos los días con el cuidándolo, y que en algún momento cuando no estés, logrará hacerle lo que sea que se traiga entre manos—expuso Jordan.
—Sí, tiene sentido, ¡Piénsalo!—dijo Hailan.
—Pues creo que tienen razón chicos, aun así tengo que volver antes de que sospechen algo. Fingiré que se me presentó una emergencia y así los dejo solos, ¿Ok?—
—Sí, ¡Perfecto! Ahora vete— dijo Jyrki.
— ¡Ah! Y chicos—
— ¿Sí?—contestaron al unísono.
—La próxima vez que me hagan algo así, los castraré—les espeté en tono serio. Sus caras se volvieron poemas.
[Mike]
Enserio no me podía creer que Seymour hubiese venido. Se me hacía difícil ocultar mi felicidad, aunque para mi mala suerte su amiguita la loca también había venido. Se me enredaban un poco los planes con su presencia, pero ya me las arreglaría. El juego salió bien, estaba nervioso, pero únicamente porque quería impresionarlo. Intenté sacar mis mejores jugadas, a ratos funcionaban y tenía su atención. El fingía muy bien estar emocionado por el partido, pero se notaba que estaba allí por compromiso. “Peor es nada” me dije a mi mismo. Se me complicó robar su atención y evitar que el otro equipo nos violase al mismo tiempo, por estar pendiente de ese mariquita.
Anoté un glorioso touchdown al final, que nos llevó a la victoria. Al fin conseguí tener toda su atención, mis compañeros me vitorearon y todos se me acercaron para felicitarme. Yo los ignoraba, mis compañeros ya comenzaban a mirarme raro, pero me valía. Después de rechazar propuestas para ir a festejar y evadir también a Fiamma, me acerqué hacia donde estaban ellos. Me felicitaron y su amiga se retiró porque atendería una llamada. ¡Esa era mi oportunidad!
— ¿Entonces?… ¿Te gustó el partido?—le pregunté, sacándole conversación.
—Sí, estuvo genial, nunca había venido a uno—
— ¿Enserio?, no te lo creo, ¿Y eso por qué?—
—Es que no soy mucho de deportes…—
—Pero tienes buen cuerpo, como para que me digas que no haces ningún ejercicio—le afirmé con chulería.
—Pues digamos que practico algo para mantenerme en forma, que no es precisamente un deporte—dijo sonrojado y algo apenado.
— ¿Y podría saber cómo te mantienes así de bien? Quizás me resulte a mí…—le insinué.
—No jajaja… ¡No puedes saberlo! Hey ¿Y por qué no vas a prestarle atención a tu club de fanáticos, o a tu novia?—dijo cambiándome la conversación.
—Eres mi invitado. Sería descortés dejarte solo, ella tiene un compromiso y ya se va—mentí—Además, quería preguntarte algo—carraspeé— ¡Vamos a celebrar con una cena!, ¿Sí?, ¡Yo invito!—le pregunté al fin.
—Mmm… Lo que pasa es que hoy me tengo que quedar en casa de Elodie para adelantar unas cuantas cosas de química. ¡Es más! Creo que ya se nos está haciendo tarde, si me disculpas un minuto, la llamaré a ver dónde se metió—
Y así, sin más, me dejo allí. Pretendiendo que me tragara esa mala excusa. Se retiró un poco hasta donde no podía escuchar lo que conversaba, pero no hacía falta leer mentes para saber que quería huir de aquí. Desesperadamente, intenté pensar algo para retenerlo y que aceptara la cena. Uff, era mucho más fácil cuando no tenía que decir por favor o gracias y los golpes lo solucionaban todo por mí, siempre te garantizaban la victoria. Pero esta vez no sabía cómo ganar. El terminó de hablar por teléfono con una sonrisa en su cara y se acercó.
—Ya la llamé, y ya viene para acá, para despedirnos. No se acordaba que teníamos que hacer eso justo hoy. Una lástima, creo que será para la próxima. Pero me gustó el juego, estuvo muy entretenido—me dijo cínicamente, feliz porque se iba a largar de aquí.
— ¿Pero por qué no lo hacen después?, ¿O le pides a ella que haga tu parte?—
—Pues déjame decirte que allí estas equivocado. ¡No sé cómo sea con tus amigos!, pero nosotros trabajamos todos, ¡No apoyamos sin vergüenzas!—
— ¿Y cuándo puedes?—pregunté ya algo exasperado.
— ¡Ay pues no sé! La verdad esta semana que viene estaré muy ocupado, y es el cumpleaños de un amigo. Como ayudaré a organizar, no creo que tenga mucho tiempo—
—Pero… Es salir, cenar ¡Y ya!, no te tomará mucho tiempo—dije casi suplicando.
Increíble lo que estaba haciendo por ese mariquita. Me estaba rebajando cuando todas las chicas y alguno que otro, morían por salir con migo. ¿Quién se había creído este niño fresa?
—Tranquilo, yo te aviso tonto jejeje… ¡Ah!, ¡Mira! Allí viene mi amiga, bueno, fue un placer. Gracias por la invitación…—
Ya estaba resignado e incluso les había dicho a los del equipo que no podría ir a celebrar con ellos. Este chico era un hueso duro de roer. Su amiga venía hacia nosotros, y junto a ella, mis planes frustrados. ¡Mierda!
— ¡Ah!, ¡Listo! Bueno, nos vamos—dijo destruyéndome la paciencia— ¡Hasta luego Mike! Vamos Elodie, antes de que se nos haga más tarde—
—Mmm si, sobre eso Seymour… Volví solo para decirte que llamaron de mi casa. Mi tía Clara está en el hospital, y me tengo que ir urgente—le contestó ella.
— ¿Y ella no que andaba de vacaciones fuera de la ciudad?—preguntó cuestionando la veracidad de su amiga.
— ¡No! Ya volvió, y bueno, ya me tengo que ir—
— ¡Te acompaño!—le dijo el antes de que yo pudiera replicar.
— ¡No! Tranquilo, iré sola. Hasta luego Mike, gracias por la invitación, estuvo todo muy bonito—dijo ella despidiéndose rápidamente.
Y en un abrir y cerrar de ojos ya se había marchado, dejando a su amigo solo y traicionado a su suerte. De verdad había quedado en evidencia. Intentando huir por todas las formas posibles, pero su amiga le dio el beso de Judas, jajaja…
—Entonces… Parece que ya no tienes nada que hacer hoy en la noche…—le dije.
—Mmm… ¡No!, ya no—dijo intentando disimular su rabia, pero tenía la cara roja.
— ¿Me esperas aquí mientras me cambio y vuelvo para que nos vayamos?—pregunté con la euforia contenida.
—Sí, yo te espero aquí jeje…—dijo forzando una sonrisa evidentemente resignado.
Triunfal, partí hacía los vestidores. La gente ya había comenzado a retirase del estadio y al llegar al vestuario vi que estaba solo. De seguro mis compañeros ya se habían ido a festejar pensé. Abrí mi locker y saqué una toalla, me senté en una de las bancas para comenzar a desvestirme, pero el silencio de la estancia fue interrumpido por el eco de unos tacones imponentes.
—Hola cachorrito, ¿Me extrañaste?—preguntó Fiamma, con la carita inocente que siempre usaba para calentarme— ¿Dónde te habías metido?, no me diste la oportunidad de felicitarte—dijo.
Le iba a contestar, pero cerró cualquier replica con un beso. Tomó mi barbilla y la apretó con sus uñas afiladas. Sus labios sabían a cereza y su lengua suave, jugaba a dominar. Mientras que sus dientes hacían de las suyas en mis labios. Ya comenzaba a sentir el calor en mi entrepierna, pero recordé que Seymour me esperaba. A lo que la aparté con suavidad.
— ¿Qué sucede cachorrito?, ¿No te gustó?—
—Sí me gustó, es sólo que llevo algo de prisa…—me excusé, intentando librarme de ella.
—Eso lo he notado… ¿Con quién y a donde con tanta prisa?, ¿Por qué no me buscaste al terminar el partido?—me atacó a preguntas, intentando camuflar su enojo tras un par de pestañeos coquetos.
—Lo que sucede es que un amigo en el centro tiene un problema con un negocio, y me pidió que fuera a darle una opinión—mentí.
— ¡Oh!, esperemos que tenga solución, ¡Pero aun no has contestado mi otra pregunta!, ¿Dónde estabas?—insistió.
—No te busqué, porque el entrenador me necesitaba para discutir fallas en algunas jugadas. Pero, ¿Y por qué no me buscaste tú?—contraataqué.
—Una de las chicas tuvo un accidente de señoritas, y tuvimos que acompañarla al baño—contestó. Supe que decía la verdad por su cara de asco.
—Que mal por tu amiga cachorrita, pero llevo prisa. No quiero ser descortés amor, pero mi amigo está esperándome—
—Bueno cachorro, entonces te dejo, para que tu amigo no espere más—y se despidió con un beso que supo a desconfianza en mi mejilla.
Salió del vestuario, dejando una estela a perfume tras sí. Supe que se había ido cuando los tacones dejaron paso al silencio. Recordé a Seymour, y rápidamente me duché, vestí y perfumé. Salí de allí, y él, solitario, seguía esperando por mí en las gradas. Cuando me vio, intentó cambiar su semblante de disgusto, pero sin mucho éxito.
— ¿Me acompañas?—pregunté con galantería, extendiéndole la mano.
—Claro…—contestó sin un ápice de ánimo.
Me siguió, y caminamos hasta el estacionamiento, donde estaba aparcado mi hijo, mi bebé, mi orgullo. Sabía que de seguro lo impresionaría montarse en semejante bestia de última generación. Con los caballos de fuerza suficientes como para derribar una casa. Sin siquiera abrir la puerta, me subí saltando por encima de esta. Le abrí la del copiloto y con cara estirada subió. Hice rugir el motor, pensando que eso le impresionaría, pero lucía aburrido. Me rendí y arrancamos. Francamente no sabía que tema de conversación debía sacar, realmente no sabía mucho de él, excepto como lograr que se cagara de miedo.
— ¿Tus padres no se molestaran si llegas tarde a casa?—pregunté tanteando el terreno.
—Creo que lo harían, si tuviese padres. Es decir solo tengo a mi papá, pero llevamos años sin hablarnos, lo que me lleva de nuevo a lo primero—contestó por inercia.
—Lo siento—respondí aun conduciendo.
Sí que la había embarrado con esa pregunta. Lejos de crear una conversación, creé un silencio incomodo entre ambos. Su semblante pasó de aburrido a triste en un santiamén por mi pregunta. Asomó su cabeza por la ventana de mi deportivo, y la brisa jugueteó con sus risos, meciéndolos en su rostro pálido. Lejos de parecer una cita, parecía como si lo estuviese llevando a una ejecución. Si no hacía algo y no me lo llevaba a la cama por las buenas tendría que usar el plan “B”, pero no quería llegar a ese extremo. Se me encendió la chispa y encendí la radio.
El poderoso equipo de sonido despertó, y apareció una canción que estaba muy de moda, creo que se llamaba “Light It Up”. Los fuertes bajos retumbaron junto a los sonidos de trompeta, lograron cambiarle un poco el semblante.
—Esa es buena, ¡Súbele!—dijo recuperando algo de su ánimo, mientras movía sus dedos al ritmo de la música. Por supuesto, le obedecí.
—Si es buena, pero con este equipo de sonido todo se escucha de puta madre—le comenté con mucho orgullo de mi auto.
—Eso es sobrevalorar, he escuchado mejores…—me dijo en burla.
— ¿Ah sí?, pero no todos los autos traen un sistema de sonido tan avanzado como este, ¡Chico listo!—repliqué en defensa de mi Porsche 918.
— ¡Puff!… ¿Este vejestorio?, no me escupas en la cara con eso. Yo hace tres años tuve uno igual a este, y recién salido al mercado. Pero lo cambié porque se volvió una chatarra, en comparación a los nuevos que tengo, claro—
—No sabía que tenías tanto dinero, no se te nota. Luces humilde para como vistes—dije sorprendido y dudoso. Realmente no me comía el cuento de que este mariquita estuviese tan forrado.
— ¡Es de pendejos engreídos andar gritando a los cuatro vientos que eres rico!...No confundas humildad con pobreza, que es de mala educación hablar con la cabeza vacía. Además, este se ve de segunda mano—dijo acido, volviendo a menospreciar el auto que con tanto sacrificio conseguí comprar.
—Aquí tienes tu segunda mano—le dije, para a continuación acelerar de golpe.
Metí la aceleración a todo lo que dio, y en un par de segundos habíamos alcanzado una velocidad parecida a la del sonido. No podía ni leer a cuantos Km por hora corríamos. La brisa de la noche me helaba las manos y maniobré entre el tráfico con maestría, saltándome incluso algunos semáforos en rojo. De fondo sonaba música electrónica y al pasar, las personas parecían fantasmas. Seymour se sostenía como podía al asiento, estirando las piernas al suelo del auto, para conseguir el mayor agarre posible. Con una de sus manos y como pudo, abrochó su cinturón. Su cara gritaba pánico, estaba más pálida de lo común. A lo lejos divisé una patrulla, y como pude bajé súbitamente la velocidad, intentando no derrapar. Lo conseguí y volvimos a una velocidad normal.
— ¿TE LA FUMASTE VERDE?—me gritó, y fue lo único que pudo decir. Aún estaba intentando salir del trance en el que había quedado inmerso desde hace unos minutos.
Yo estaba histérico de la risa. Me sentía lleno de adrenalina. Tenía los vellos erizados y mis músculos temblaban del frio y la emoción.
— ¡ESO ESTUVO DE PUTA MADRE!—grité feliz. Amaba ese tipo de emociones extremas.
—Ni se te ocurra volver a hacerlo, porque saltaré del auto—amenazó.
—Tu sereno mariqui…—
Estaba tan relajado y en confianza que casi lo llamé “mariquita”. Gracias al cielo me percaté y corte en seco. Carraspeé, tomé aire, y proseguí.
—Quise decir… Tu sereno Seymour, ya estamos por llegar—corregí, aun bajo su mirada amenazante.
Debía cuidar lo que decía si quería follarme ese culito, no quería tener que recurrir a la otra estrategia. Esta noche prometía y al fin me libraría de esos deseos insanos que me acongojaban, volvería a ser el mismo de siempre. El mundo era mío y nada podía salir mal.
[Jordan]
Llevábamos persiguiendo a Seymour y a Mike por diez minutos desde que salieron del estadio. Ya estábamos adentrados en el corazón de la ciudad y el transito estaba más ligero de lo común para ser una ciudad tan grande, eso nos dificultaba el espionaje. Procurábamos seguirlos con una manzana de retraso, para que no pudieran reconocer la camioneta de Elodie por los retrovisores.
—No sé cómo logran convencerme de hacer estas locuras, ¡Esto no es de gente bien!—se quejaba Elodie mientras conducía.
— ¡Es justo!, porque nosotros también te apoyamos en tu guerra con la flamita—dijo Hailan.
— ¡Exacto!—le apoyó Jyrki.
—No es “mi guerra”, es ¡Nuestra guerra!, ¿O es que acaso ustedes no han salido afectados por culpa de esa imbécil?—replicó Elodie.
—Algo… ¡Pero es tu culpa! En realidad ya no habría ninguna “guerra”, ¡Si la ignoráramos y ya! Pero como a ti te encanta la camorra…—Aseveré.
—Llámenme loca si quieren… Pero opino que la gente como Fiamma debería estar tras unos buenos barrotes. Esa mujer está desquiciada y aunque no lo demuestre, sería capaz de hacer lo que sea por conseguir lo que quiere—expuso ella.
—Creo que exageras, ¿No has considerado conseguirte un terapeuta?—preguntó Jyrki burlándose de ella.
— ¿Y tú para cuándo es que te consigues una novia?, ¡Ah, cierto!, ninguna te presta atención por ridículo—dijo Elodie.
— ¡Jajajajajajajaja!, ¡Me meo!, ¡Te dijeron tu precio payasito!—estalló Hailan burlándose.
A lo que Jyrki no aguantó y se abalanzó contra Hailan, para así iniciar una pelea. Se jaloneaban, mordían e insultaban entre sí en el asiento trasero de la camioneta. Por supuesto que esto ya era el pan de cada día. Algo parecido a problemas maritales, porque esos dos no podían vivir el uno sin el otro. Elodie comenzó a amedrentarlos, alegando “que le dañarían los asientos”. Una escena que sin duda me causaba gracia y ternura. Entretenidos los tres en la riña, no se percataron que a una manzana de distancia, el auto de Mike, aceleró inesperadamente. Les tuve que gritar por encima del escándalo que tenían para que me prestaran atención.
— ¡CHICOS MIREN!—les señalé, cuando al fin conseguí su atención.
— ¿Pero que le sucede a ese Lunático?, ¿Acaso quiere matarlos a los dos?—reaccionó finalmente Elodie, cuando alcanzo a ver el vehículo.
—Pero no te quedes ahí como tonta, ¡ACELERA!—indicó Jyrki agitado, aun bajo el agarre de Hailan.
Ella obedeció y aumentó súbitamente la velocidad. Me sorprendió el hecho de que supiese manejar tan bien, parecía piloto de fórmula uno. Esto se había transformado en una persecución callejera. Los autos nos reprendían con sus bocinas, al ver la osada velocidad a la que conducíamos. Incluso tuvimos que saltar varios semáforos en rojo, para no perderlos de vista. Yo en lo personal estaba aterrado con la peculiar forma de conducir de mi amiga. Ella no daba tregua, hacía danzar el volante de un lado a otro con destreza, para no perderlos. De forma inesperada, Mike desaceleró en un abrir y cerrar de ojos. Por un momento todos contuvimos la respiración, porque el lujoso auto amenazó con volcarse, y gracias a Dios esto no ocurrió. No sé cómo lo logró, ya que nosotros no pudimos igualar tal Azaña.
Cuando ella comenzaba a pisar el freno, notamos luces azules y rojas encima de nosotros, acompañadas de la característica sirena de la policía. Ya sabíamos porque Mike había disminuido la velocidad tan de repente.
— ¡Mierda!—exclamó Elodie.
Ella se detuvo a la orilla de la acera y nos pidió que guardáramos silencio. La patrulla se estacionó tras nosotros. Esperamos, y finalmente un joven oficial tocó a la ventana de Elodie.
— ¿Sí oficial, hay algún problema?—preguntó ella bajando el vidrio.
—Buenas noches señorita, ¿Sabe usted a qué velocidad iba?, conducía a 130 km por hora en una zona de 60—
— ¡Oh!, lo siento oficial, no lo noté—se excusó ella mintiendo.
—Me temo que tendré que pedirle sus documentos y licencia—
— ¿Andrés?—preguntó Jyrki con asombro, asomando la cabeza a la ventanilla de Elodie.
— ¿Jyrki?, ¿Eres tú?, ¡Hombre cuanto tiempo sin verte!, ¡Mira donde te vine a encontrar!, ¿Cómo está tu hermana? —dijo sorprendido el policía.
— ¡Está genial!, en la universidad. Ya casi se gradúa—
— ¡Hombre que bien!, cuando la veas, le das saludos de mi parte—
— ¡Claro que sí!, ¡Con gusto!—
— ¿Y ella es amiga tuya?—preguntó el policía señalando a Elodie.
—No, es mi novia—mintió él. Elodie se contuvo e interpreto su papel sonriente y sin rechistar.
— ¡Oh!, es muy guapa, por ser a ti, los dejaré ir solo con una pequeña multa—dijo el policía con una gran sonrisa.
— ¡Gracias hombre!, no esperaba menos, si casi somos familia—
—Ten—dijo, pasándole el minúsculo papel a Elodie— ¡Procura conducir con más calma la próxima!, no queremos que se malogre un rostro tan bonito. ¡Eh! Bueno, los dejo chicos, un placer verte Jyrki—
—Hasta luego, ¡Gracias Andrés!—se despidió del policía, y volvimos a retomar el camino hasta el restaurante.
— ¿De dónde lo conoces?—pregunté.
—El salió con mi hermana—contestó entre risas.
— ¿Y a ti?, ¿Qué te pasa?—preguntó Hailan ante la cara descompuesta de Elodie.
—Es que no valió la pena fingir que era novia de este pelmazo, me siento sucia—contestó con cara de asco.
— ¡Tonta!—espetó Jyrki.
[…]
Finalmente llegamos al “Cielo de cristal”, un restaurante nocturno, exclusivo y moderno. Famoso entre el público joven. Aparcamos en el estacionamiento, y allí vimos el Porsche de Mike estacionado. Bajamos y en la entrada Elodie tuvo que sobornar a la anfitriona del restaurante, cuando nos preguntó por reservación. Su cara valió oro cuando tuvo que sacar unos cuantos billetes de los grandes y entregárselos a la mujer de cara estirada. Después de que nuestra amiga se quejase porque no lleváramos dinero, la de la recepción comenzó a buscar una mesa apropiada para cuatro.
El techo y las paredes del lugar hacían honores a su nombre, hechos en su mayoría de cristal transparente, a través de los que se podía observar el firmamento nocturno y los imponentes rascacielos. La estancia era grande, pulcra y minimalista. Además de oscura, tenuemente iluminada por luces incandescentes, que dotaban el conjunto de una sensación de glamour e intimidad. Me preguntaba que planeaba hacer ese patán como para traerlo a un sitio así. Mientras caminábamos por el lugar, los buscábamos con la mirada, pero sin resultado. Finalmente nos proporcionó una mesa y pedimos algo ligero para cenar.
— ¿Seguros que este es el lugar correcto?—preguntó Hailan.
—Por supuesto idiota, ¿O acaso no viste el carro en el estacionamiento?—contestó Jyrki.
—Bueno, pero no están por ningún lado…—
—No podemos pasar de mesa en mesa chicos, solo estén atentos…—dijo Elodie cansada.
— ¡Que lindos peces!—dijo Jyrki, observando una enorme pecera que teníamos a un costado de la mesa.
—Sí, lo son—afirmé, embelesado por los animales— ¡Esperen un segundo!—susurré alertando a mis amigos— ¡Miren lo que hay detrás de la pecera!—mascullé hablando por lo bajo.
Cuando ellos observaron con detalle a través de esta, quedaron boquiabiertos. Efectivamente, allí estaban Mike y Seymour, del otro lado de la enorme pecera, que hacía de pared. Sentados en una mesa conversando, y cenando.
— ¿Y ahora qué sigue Genios?—inquirió Elodie.
—Pues espiar y esperar, ¡Tu tan solo observa!—dijo Jyrki, sacando de su bolsillo un pequeño aparatito en forma de audífono, que colocó en su oreja.
— ¿Qué es eso?—preguntó ella.
—Es un aparato que te permite amplificar las ondas sonoras en el ambiente, ¡Para tener un súper oído! Se lo pedí prestado a mi abuelo, él tiene problemas de sordera—explicó Jyrki.
— ¡Necesito amigos más normales!—dijo ella.
— ¡Shhh! Hagan silencio, ¡Suficiente hay con la música!—dijo este, acercando su oreja a la pecera.
[…]
— ¿Que escuchas?—pregunté impaciente.
—Mike le está contando de cómo Fiamma lo manipulaba, y lo obligaba a hacer todas las cosas malas que nos hizo…—
— ¡Lo ven!, ¡SE LOS DIJE, ESA MUJER ESTÁ LOCA!—gritó Elodie en jubilo.
— ¡Shhh! Calla, ¡Que hay más!—dijo mi amigo, concentrado en escuchar—Seymour le está preguntando que por que la obedece, siendo él es una persona tan influyente y él le respondió que ella conoce secretos de él y su familia, por eso se deja manipular—
—Ya sabemos quién es el poder detrás del trono—aseveró Hailan.
—Le está diciendo que la tiene como novia para mantenerla feliz, y que en realidad lleva tiempo pensando en terminarle porque ella nunca le gustó —prosiguió Jyrki.
—Sería un buen aliado…—dijo Elodie pensativa.
—No comiences ¡Por favor!—le respondí.
— ¡Shhh! Mike dijo que en realidad no es el chico malo que todos creen que es, y pidió dos tragos más a la camarera—continuó nuestro amigo el espía.
— ¡Eso ni se lo ha de creer el mismo!—exclamó Hailan.
— ¿Dos tragos más?, ¿Que mierda tiene Seymour en la cabeza?, mañana es jueves, ¡hay clases!—agregó mi amiga.
— ¡Que me dejen escuchar coño!—se quejó Jyrki—Seymour le está diciendo que ya no deberían tomar más, porque conducirán. Pero el patán de Mike lo está convenciendo…—
[Elodie]
Ya había pasado hora y media desde que Mike y Seymour hablaban cosas sin importancia. Me estaba hartando de estar aquí sentada, comiendo lechuga para conejos. Quería irme a casa, y Seymour lo único que hacía era beber y divertirse con el enemigo. Incluso le había tenido que enviar un mensaje a mis padres de que había salido a comer con los chicos y llegaría tarde, ya que ellos se preocupan excesivamente por mí. Jyrki permanecía oyendo la conversación, aguardando a que ocurriera algo trascendente y Hailan intentaba sin mucho éxito sacarle conversación a Jordan. Este último traía la cara roja de ira, que hacía justicia a su enorme cuerpo y corte militar. Él también había pedido unos tragos para sí.
Con cada carcajada que salía de Seymour, Jordan apretaba más los puños. No le había visto así desde que nos topamos con Evan. Comprendo que molestaba, que este tratara tan bien a la persona que había trapeado el piso con él. Comenzaba a sospechar que las repentinas rabietas de Jordan se debían a celos.
— ¡Chicos escuchen!—dijo Jyrki sacándome de mis pensamientos—Mike se puso en plan serio, y le está diciendo que la invitación no era específicamente para ser amigos—
— ¡Continua!—le dijo Jordan exaltado, casi gritando.
—Que durante todas las vacaciones pensó en invitarle a salir, porque le parecía un chico muy guapo—prosiguió Jyrki.
Los cuatro quedamos en shock e inmediatamente nos acercamos a la pecera, a través de esta vimos como Mike se le declaraba, con la mirada fija y tomándole la mano.
— ¡Ese maldito bastardo!—dijo Jordan— ¿Que pretende?, ¿Jugar con él?, ¿Humillarlo más?, si se atreve a hacerle algo ¡Juro que le partiré su puta cara!—amenazó casi gritando, con las venas marcadas en su cuello de la rabia.
— ¡Cállate que nos pueden escuchar Jordan!—le espeté.
— ¡Seymour le está rechazando la proposición! Le está diciendo que tiene a alguien nuevo en su vida, y que quiere lograr algo con esa persona. Además le está diciendo que él no le gusta—dijo Jyrki emocionado— ¡Oh! Le está pidiendo que lo lleve a casa, pero que primero irá al baño—
Emocionados los cuatro por la determinación de nuestro amigo, brindamos, mientras este tambaleándose entró al baño. Estaba feliz porque todo había salido bien después de todo, pero esa felicidad duró poco. Cuando a través de la pecera vimos como Mike sacaba un frasco de su bolsillo y vertía un polvillo en el trago de nuestro amigo. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Jordan se levantó hecho una fiera de su silla y se dirigió a la mesa de Mike, inmediatamente yo y los chicos nos levantamos a detenerlo, pero era muy fuerte para nosotros. Cuando Jordan llegó finalmente a la mesa, la cara del rubio mostro confusión y luego dolor, tras recibir un puñetazo de campeonato, que lo hizo caer de espaldas en la silla.
— ¿QUÉ MIERDAS TE PASA? ¡FENÓMENO!—grito Mike histérico, desde el suelo y con sangre en su boca.
— ¿Crees que puedes pasarte de listo con mi amigo verdad?, ¡Pero esta es la gota que rebasó el vaso!, ¿Qué planeas hacerle a mi amigo?, ¡RESPONDE DESGRACIADO!—gritó Jordan fuera de sí.
— ¡Eso no te incumbe!, ¡METETE TUS PREGUNTAS POR EL CULO!—
Por supuesto que el escandalo llamó la atención de las otras mesas, que ya habían comenzado a cuchichear. Mike se levantó tambaleante gracias al alcohol, y se abalanzó sobre Jordan. Ambos cayeron sobre la mesa, causando un gran desastre. Mi amigo intentaba quitárselo de encima, mientras Mike le soltaba un puñetazo tras otro en la cara. De improvisto y por la desesperación, Jordan sujetó uno de los puños de Mike, y con sus manos tomó uno de los dedos de este y lo dobló, hasta que se escuchó un crujido fracturándose. Mike emitió un alarido de dolor, momento que aprovechó el otro, para clavarle un gancho al estómago. La cara de Mike se descompuso de la ira, y le lanzo una patada a mi amigo que le hizo caer, lo tomo por el cuello y comenzó a ahorcarlo.
Inmediatamente, Jyrki y Hailan arrastraron consigo a Mike por la espalda, hasta que soltó a nuestro amigo, lo sostenían para que se detuviera. Jordan se levantó e iba a abalanzarse de nuevo contra Mike, pero no lo consiguió, ya que los meseros también lo sujetaron. Ya neutralizados ambos, no paraban de insultarse y maldecirse. En eso vimos como venía Seymour del baño, mareado, borracho y con la cara descompuesta, repitiendo una y otra vez que quería irse a casa porque se sentía mal. A lo que fui a socorrerlo para que no cayera.
Para completar la situación llegó la gerente, y nos amenazó a todos con llamar a la policía si no nos íbamos en ese momento. Por supuesto que nos obligaron a pagar los daños que habíamos ocasionado por la pelea. Como yo me había quedado sin efectivo, tuve que pedirle a un Seymour borracho que pagara con su tarjeta. Fue todo un desafío que recordara su clave. De igual forma Mike también tuvo que pagar su parte. Todo esto ocurrió bajo una tregua, mediada por la amenaza de la gerente. Mientras que las miradas de Mike y Jordan ardían con la intensidad de que se yo.
Después de eso, en el estacionamiento, tuvimos que cargar a Seymour en brazos, pues no podía consigo mismo. Los tragos nunca le habían sentado bien. Mientras hacíamos acrobacias para subirlo a la camioneta, Mike y Jordan seguían insultándose y amenazándose de muerte, con las caras desfiguradas y los cuerpos maltratados. Finalmente Mike salió disparado de allí, con la misma inconciencia que produce tantos atropellos en el mundo, y nosotros cinco abordamos la camioneta.
—Primero llevaré a Seymour a su casa, por su estado de ebriedad, y luego a ustedes chicos—rompí el silencio que reinaba en el auto.
— ¿Y porque mejor no te lo llevas a tu casa por esta noche?, ¡Míralo como está!, no sabe ni como se llama… Necesita que alguien cuide de él, ¡Allá estará solo!—argumentó Jordan.
—Él no va a estar solo en su casa, ¡Allá va a estar Evan!, él puede cuidarlo—le respondí.
— ¿AL QUE CONSEGUIMOS SOLO LA OTRA VEZ EN SU CASA?—preguntó alterándose de nuevo.
— ¡Ese mismo!—dije.
— ¿QUE MIERDAS LE ESTÁ OCURRIENDO A SEYMOUR ÚLTIMAMENTE?, por eso le ocurren cosas como está, ¡POR ANDAR DE CONFIANZUDO CON GENTE QUE NO ES DE FIAR!, ¡MEJOR LLÉVALO A TU A TU CASA!—me dijo prepotente y gritando, descargando su rabia conmigo.
— ¡OYE!, ¡BÁJALE DOS RAYITAS A TU ROLLO! Él es una persona de fiar, ¡Y SI TU ESTAS CELOSO NO ES MI PROBLEMA!, ¡Yo no tengo la culpa de esto!, como para que las pagues conmigo—le contesté también alterada.
Pero después me di cuenta de lo que le había dicho y me arrepentí, pero ya era tarde para eso…
— ¡NO SON CELOS! Esto es lo que me consigo por defender a un amigo, ¡Que piensen que soy maricón!, ¡Pero haz lo que se te dé la gana con el!, ya a mí me vale… Tan solo déjame a mi primero en mi casa, lo que a él suceda ¡Que sea tu responsabilidad!—me dijo bastante dolido.
Tuve que ceder y no le volví a responder. El trayecto hasta su casa fue silencioso e incómodo. Hasta Jyrki, que era el más escandaloso, sabía la gravedad de nuestra discusión y se mantenía serio y en silencio. Lo dejé a la puerta de su casa y realmente me hizo sentir como una basura al verlo caminar con dificultad y adolorido hasta su puerta, porque él tenía razón. Lo único que había hecho era defender a Seymour y a cambio de eso, recibió una acusación mía, por el calor del momento. Si bien me sentía mal, el solo logró convencerme aún más de sus celos.
Al dejar a Jordan proseguimos a casa de Seymour. Había comenzado a llover y el viaje hasta el hogar de este último, solo acentuó aún más el silencio e incomodidad del ambiente. Durante el trayecto Seymour se vomitó y cayó dormido. Al llegar, bajamos y Hailan lo cargó en brazos, toqué el timbre y salió el guapísimo inquilino de este. Evan, vestido en pijamas quedó boquiabierto y nos dejó pasar hasta la habitación de Seymour, le dejamos en su cama y Evan preguntó.
— ¡Por Dios!, ¿Que le sucedió?—
—No te preocupes, solo está dormido. Tomó mucho, y eso no le sienta bien, porque no sabe tomar. ¡Cuídalo por favor! Y procura que mañana asista al instituto—
— ¡Por supuesto!, ¡No se preocupen!, déjenlo todo en mis manos. Yo sé cómo revivir a un borracho, tengo una receta griega especial para la resaca—dijo con seguridad y preocupación.
—Bueno, ¡Confió en ti! Y muchas gracias, si nos disculpas tenemos que irnos…—le expresé.
—Claro, por supuesto, déjenme y los acompaño hasta la puerta…—
Y así lo hizo. Tan pronto este volvió a dentro de la vivienda, comencé a conducir de nuevo. Llevé a los chicos a sus casas y después de recibir un sermón de mis padres, al fin pude estar sola en mi cama. Rebobiné todo lo que había sucedido hoy. Me equivoqué y bajé la guardia, si no hubiese sido por la perspicacia de mis amigos no sabemos qué cosas le hubiese hecho a Seymour. Este había sido un golpe bajo y sabía que detrás de todo esto tenía que estar Fiamma, no terminaba de digerir eso de que a un animal como Mike pudiesen gustarle los hombres. Pero juré que no se repetirá, no permitiría que volviera a tocar a mis amigos.
[Nota del Autor]
He Aquí la otra mitad del anterior capítulo, espero lo hayan disfrutado. Agradezco de todo corazón a todas esas personas que palabra por palabra leen esta historia, que estoy plenamente consciente que no es muy acorde a la página, pero que aun así la disfrutan. Les entrego esta novela porque desde hace mucho tiempo he leído en esta página, y estaba muy animado por escribir. Bien pude publicar en otro sitio, pero este granito de arena es mi forma de dar las gracias a este recinto de pieles desnudas y fluidos corporales donde encontré joyas literarias. El próximo episodio viene en camino.
Siempre vuestro, Klisman.