Como aman los dioses (III) - Martillos y flores.

Tristeza, miedo y felicidad, sentimientos de mortales. Los Dioses existen y son criaturas caprichosas que no dicen por favor, ni dan las gracias. Pero, ¿qué pasaría si dos Dioses se enamoran de un mismo mortal?, una guerra por amor se desatará y el joven muchacho en medio del fuego cruzado quedará.

Como aman los dioses (Capítulo III) - Martillos y flores.

Mike Johnson, ese era el nombre que aparecía en mi acta de nacimiento. Estereotipo de macho alfa brabucón, deportista estrella y Don Juan popular con buena suerte para las señoritas. Hasta podría incluir “colección amplia de enfermedades venéreas”, si no fuera por el hecho de que eran solo rumores. Yo usaba protección con mis ligues… Y eso seguramente era lo que todos en el instituto pensaban de mí. No sería así si no fuera por el hecho de que también debía agregar “patán sin cerebro” a mí lista de etiquetas, tampoco es que conseguiría mucho haciéndome la victima de esta sociedad podrida y blah, blah y más blah…

Si yo hubiese querido cambiar esa imagen de mí, ante mis semejantes, hubiese bastado con dejar de hacer todo eso que acababa de describir en primer lugar. Y no lo hacía porque estaba seguro de que ese era mi papel en esta vida, el que siempre había interpretado. Todo hubiese sido perfecto en mi mundo, si no fuese por el detallito de que a ese tipo de animal no podían gustarle los hombres. Sí, ese era el único problema, porque estaba bastante seguro que todo lo que poseía bastaba para hacer feliz a los chicos de mi edad.

En la parte amorosa me había ido bien, es decir, por supuesto que tenía una lista infinita de ligues con chicas, eran como trofeos. Pero si hablábamos de amor como tal, ninguna llegó a producirme eso, solo era sexo y nunca llegaron a llenarme, eran básicamente mis pañuelos. No conocía el dichoso amor que todos vivían persiguiendo y estaba seguro de que no existía. Yo solo creía en el placer propio y la convivencia para el bien común.

Lo más sincero de mí, es que no era un bruto. No era sobresaliente, eso sí, pero mis neuronas funcionaban. Debía confesar además que mi cuerpo había comenzado a traicionarme desde hace un tiempo. Mis ojos se posaban en un mariquita del instituto, uno al que solía matonear y hacerle la vida miserable, en parte incitado por mi novia Fiamma. Me descubrí a mí mismo mirando su culo, apretado en el uniforme, me imaginaba follandolo y se me ponía dura como roca. Pensaba en su boca rasposa y barbuda chupando mi polla y otro montón de cochinadas más. Al principio pensé que sería por las hormonas y el tiempo que llevaba sin comerme un buen coño, esperando que Fiamma aflojara el tesorito. Intenté disipar esos pensamientos y parecía funcionar, pero incluso en las noches soñaba con él, haciéndolo mío.

No podía ser como el, a mí no podían gustarme los hombres, yo era un macho. Estuve en negación y probé follando mil y un coños en vacaciones, para deshacerme de esas ideas retorcidas en mi cabeza. Pero ni con eso logré apaciguar mis deseos. Un día estaba viendo porno y en un acto de curiosidad hice clic a una página de porno gay, no producía ningún efecto en mí el video que coloqué. Me alegré por eso, pero mi mente volvió a traicionarme y lo imaginé a él. Siendo follado, pidiendo clemencia, con el culo marcado y pidiendo verga. Me hice una buena paja y acabé en un orgasmo que consumió todo de mí.

Esa noche no pude dormir— ¡No soy gay!—me repetía una y otra vez, intentando creérmelo. Pero lo único que conseguí creer, fue aceptar el hecho de que no saciaría mi sed hasta tenerlo en mis brazos, hasta hacerlo mío. No sabía cómo hacer eso, el de seguro me odiaba o me temía por todo lo que le hice. Ya algo se me ocurriría para cuando se acabaran las vacaciones. Mi mayor temor se estaba cumpliendo, me gustaba un hombre.

[Elodie]

— ¿Enserio le conociste en un parque?—le pregunté asombrada.

—Sí, el pobre estaba todo empapado y tenía mucha hambre, además de que estaba guapísimo y presumo de que ni siquiera sabía dónde estaba—

Era temprano por la mañana en el instituto, estábamos sentados en el césped del patio, recostados a un árbol. Seymour me contaba de su nuevo “amigo”, Evan. Que rescató de las calles. La verdad no sabía si creerle o no eso de que no se lo había tirado, con lo caliente que era mi amigo eso no sonaba muy real, pero le daría el beneficio de la duda. Además era una buena acción. Estábamos en el césped, ya que por alguna razón no se había presentado el profesor de la primera clase. Por ese motivo hacíamos tiempo hasta la siguiente. Jordan y Hailan andaban caminado por ahí por los pasillos y Jyrki por algún motivo no asistió hoy.

— ¿Y tienes al chico encerrado en tu casa?—pregunté.

— ¡No estúpida! Escucha la historia… El a cada rato se queja de que yo pago todo por él, dijo que quería un trabajo, que estaba acostumbrado a trabajar en su país. Así que le conseguí empleo en la empresa de mi papá. Como se ve que es un chico de principios, le organicé una entrevista de trabajo, para que no sienta que se lo compro todo, pero de igual forma tendrá el trabajo. Todo está arreglado jajaja, hoy en la tarde lo llamarán para decirle que lo contrataron —

—Usted es diabólico amigo mío jajaja… ¿Y cuánto tiempo se quedará aquí?, ¿O volverá a su país?—pregunté.

—La verdad… ¡No lo sé! Esa es su decisión. Me encantaría que se quedara, la casa se siente alegre con el allí, además de que dijo que no tiene familia allá en Grecia y bueno… En ninguna parte. Técnicamente, él está solo en el mundo—decía Seymour en plan risueño, que hace mucho no le veía —De verdad me gustaría que se quedara…—

De repente sentimos como nos taparon el sol, con una amplia sombra. Pensé que eran los chicos pero…

— ¡Oh no puede ser cierto!, ¿Qué carajos quieres tú aquí? —le pregunté bastante enfadada a Mike Johnson.

—Mmm… Ho-hola, ¿Qué tal?, ¿Cómo están? Sé que esto es extraño, pero no vengo a molestarlos, lo prometo—contestó en son de paz.

Miraba a ese chico con bastante desconfianza. Me preguntaba que se traería entre manos ahora. Era extraño que nos hablara, si no era para insultarnos y menos con esa cara de cordero degollado.

—Pues habla ahora y vete—le espeté.

—Me preguntaba… ¿Si podía hablar con tigo a solas, Seymour?—

Miré a mi amigo y él también me vio con cara de “¿WTF?”

—Estem… Bueno, yo…—Seymour intentaba pronunciar palabra, pero lo interrumpí.

—Si tienes algo que decirle, ¡Dilo ahora!, ¡y vete!, él no quiere hablar con tigo—le dije con seguridad.

— ¡No Elodie! Está bien… Hablaré aquí cerca con el—

—Pero él es…—

—Si Elodie, sé lo que estoy haciendo. Todo estará bien, ¿Ok?—le miré con indignación. La verdad, no podía creer esto— ¿Elodie?—volvió a inquirir.

—Sí, sí, está bien… —le dije finalmente derrotada.

La cara de Mike se iluminó, con una sonrisa de victoria ante mí afirmación ¡Maldito idiota! Cuanto lo odiaba. Siempre le hizo la vida imposible a Seymour por ser gay y ahora venía como si nada hubiese pasado. Lo peor es que este pendejo se iba a hablar con el como si nada. Se alejaron poco y se sentaron en una banqueta donde los podía ver, pero lo suficientemente lejos para no escuchar lo que hablaban. Por el pasillo vi como entraban Hailan y Jordan con un alboroto, entre risas y carcajadas, pero pararon en seco cuando vieron la escena del banco, iban a ir inmediatamente hasta donde ellos estaban hablando. Pero les hice señas de que todo estaba bien, que se fueran y los dejaran solos. Confundidos accedieron.

Hablaron por un par de minutos y parecía que Mike le estaba pidiendo algo, a lo que Seymour no estaba muy seguro de si aceptar. Era buenísima en eso de los detectives, ¡Que me dieran ya mismo mi placa! Al cabo de un rato estaba algo consternada, pero vi que Seymour se levantó y lo dejó sentado en la banqueta. Se acercó a mí y dijo.

—Me está invitando a ir a ver el partido inaugural de la temporada de futbol—

— ¿QUÉ?, ¿Y para que quiere eso?, ¿Le dijiste que no?, ¿Cierto?—pregunté, y él me miro con cara de niño que cometió travesura.

—Le dije que solo iría si tu venias con nosotros—

—¿Y por qué le dijiste eso?, por Dios Seymour, ¡Es el tipo que te ha hecho la vida miserable todo este tiempo!, ¿estás loco?—no podía salir de mi asombro.

—Él me dijo que quiere hacer las paces con migo. Que está intentando cambiar y dejar atrás la persona que era. Que esta sería su forma personal de ofrecerme disculpas, y si era posible, comenzar de nuevo y ser amigos—

— ¿Y tú le creíste esa maraña de mentiras?—

— ¡Sí!… Bueno, al principio no, y tampoco es que tenga muchas ganas de ir, pero de verdad luce muy real su ofrenda de paz. Hasta me atrevería a decir que se ve arrepentido. Estaríamos en un sitio público y tu vendrías con migo, no hay forma de que algo salga mal—

—No lo sé Seymour…—dije dudosa.

— ¡Vamos!, hasta podríamos buscarte un novio que te quite todo ese estrés que traes allí abajo—me dijo señalando mi entrepierna.

—No seas estúpido—le empuje—Ammm… No sé ni lo que estoy diciendo, pero está bien. Acepto, iré con tigo. Conste que esto no me trae buena espina y dudo que las intenciones de ese cavernícola sean genuinas. Pero cuenta con migo, iré solo porque me preocupas—

Seymour se fue a hablar con el de nuevo y el cavernícola se veía muy contento con la respuesta de nuestra parte. Demasiado contento diría yo, solo espero que no sea algún truco sucio.

[Mike]

Esa mañana me había levantado no solo con el pie derecho, me levanté con ambos al mismo tiempo. Seguro, confiado e incluso con frescura, como lechuga recién cosechada. Al llegar al instituto mis amigos me decían que me veía muy alegre. Saludé a cada uno con los cinco al aire y las chicas cuchicheaban cuando caminaba por el pasillo, se reían. Incluso algunas me picaron el ojo. Me sentía confiado. Con chulería me aflojé un poco la corbata del uniforme, para verme mejor aún. Comencé a buscarlo con la mirada, por los pasillos, en el cafetín y luego al patio.

Y allí estaba el, bajo la sombra de un árbol, con esa amiguita suya, la que era rara. Se veía guapo, con su pelo ensortijado, castaño y brillante a la luz del sol. Esos ojos azules suyos, que ya me conocía tan bien, después de pasar tantas horas mirándolos en secreto. En los pasillos, en clase y hasta en mis pajas, me conocían muy bien esos ojos. Me acerqué a donde estaban ellos pero cuando el volteo y me vio…

Toda esa seguridad que traía con migo me pateó las pelotas y me dejo allí tirado, con nervios a flor de piel. Las manos comenzaron a sudarme y de repente el sol ya no estaba tan agradable. Comencé a transpirar, sentía las manchas húmedas de sudor en la espalda y axilas de mi camisa, solo estaba allí parado, como un idiota. Intenté hablar pero no me salían las palabras, el me miraban incrédulo y cuando al fin pude hacer mi petición, la loca de su amiga no lo dejó hablar, como leona con sus cachorros intentó que me fuera. No la culpaba por eso, supongo que ella era la que le levantaba el ánimo cuando yo se lo bajaba. Ellos libraron una lucha de miradas mientras yo seguía allí parado, como un pelmazo.

—No Elodie, está bien… hablaré aquí cerca con el—

Esas palabras me sacaron de mis pensamientos. Ella intentó replicar su decisión, pero finalmente la convenció. Solo pude sacar a relucir mi sonrisa, blanca y triunfal. Nos sentamos en una banqueta, al fin lo tenía para mi solito. Quedé absorto, él estaba buenísimo, aún más guapo que la última vez que lo vi. Además cargaba barba de un par de días. Quería saltar a besarlo y hacérselo allí en pleno patio, donde todos nos vieran, marcar territorio.

—¿Y bien?, ¿Qué era eso que querías decirme?—me saco de mis pensamientos de nuevo.

—Mmm, ¡Sí! Quería hablar con tigo porque me preguntaba… ¿Qué harás hoy?—

—A ver si entendí, ¿Me llamaste porque querías saber que haré hoy?—me miró confundido.

¡Mierda! De nada me sirvió practicar toda la noche. La lengua se me trabó y el sudor volvió. Nada estaba saliendo como lo planeé, ¡Abortar misión!, ¡Repito!, ¡Abortar la misión!…

—Pues si eso era todo lo que me ibas a decir… Con permiso me retiro…—

¡Carajo!, se levantó y se iba a ir, ¡haz algo!

— ¡Sí! Quería saber que ibas a hacer hoy, porque de verdad me gustaría que vinieses a verme jugar en el partido inaugural de la temporada, es el día de mañana—dije al fin de golpe, como si una presa se fuese desbordado—No sé si lo sabes, pero soy el capitán del equipo—dije  con chulería.

—Sí, eso lo sé, creo que todos lo sabemos. Muy amable tu invitación, ¡Pero no! Muchas gracias, tengo cosas que hacer, yo paso…—me contestó con indiferencia.

— ¿Y qué tienes que hacer que es tan importante?, ¡Cancélalo!—repliqué.

— ¿DISCULPA? No sé si tú y yo estamos en la misma sintonía, o te golpeaste muy duro la cabeza en un juego. Pero creo que se te olvido el hecho, de que desde que comenzamos el instituto, te has dedicado a hacer mi vida una puta mierda junto a tus amiguitos los sin sesos. Así que con tu permiso—me dijo bastante enojado.

Intentó irse por segunda vez. No sabía qué hacer para retenerlo, así que le tomé del brazo, el me miró aún más confundido. Supongo que notó algo en mi cara, porque volvió a sentarse y me dijo.

— ¿Por qué haces todo esto?, ¿Por qué me invitas al juego? No puedo simplemente olvidar todas las cosas que hiciste o dijiste de mí. Por favor no pretendas aparentar que nada pasó…—

—Escucha, quiero ofrecerte una disculpa, sé que esto no compensa todo ese daño físico que te hice, ni mucho menos los traumas que seguro te provoqué. Pero de verdad lo lamento de todo corazón. Sé que no puedo volver al pasado, pero quiero hacer las cosas bien ahora en el presente. Dejar de ser el matón de la escuela y si me lo permites, ser tu amigo. Por eso mi invitación. Como un primer paso, para demostrarte que todo esto es verdad—le dije intentando sonar convincente.

—No lo sé… No te odio, pero me siento muy incómodo con todo esto, ¿No bastaría con decirte que acepto tus disculpas?—

— ¡No! Me siento obligado moralmente a compensártelo de alguna forma, es más, hasta seria la ocasión ideal para presentarte a mis amigos del equipo y que todos vean lo genial que eres. Te lo aseguro, no te arrepentirás —

—¿Soy genial?—preguntó, evidentemente más confundido que antes. Se veía súper chistoso.

—Sí, ¡Lo eres! —

— ¿Cómo habrías de saberlo? Si siempre estabas ocupado llamándome “maricón” en los pasillos—eso me dejó descolocado, pero era verdad.

—Pues debes serlo, ¿No? Se ve que eres muy agradable…—

—Pues aunque aceptase, no me sentiría muy cómodo allí. Te ofrezco una propuesta—

—Te escucho—

—Aceptaré únicamente si puedo ir con uno de mis amigos—

— ¡Oye, oye, vamos más despacio!… Primero te integro a ti y luego vemos con ellos. Los llevas en otra ocasión—

—Esa es la única condición que pondré, si no, no hay trato. Es más, creo que llevaré a mi amiga Elodie. Sabes esa, la que estaba sentada con migo—dijo señalándola.

— ¿La que me odia?—

—Sí, ¡Esa misma!—

—Mmmm… bueno, está ¿Bien?, creo… Dame tu número y te escribiré para decirte donde nos veremos—

—Ok, pero déjame preguntarle a ella primero. ¡Ya vuelvo!—

Así se fue hasta donde estaba ella, no intentaba disimular ni en lo más mínimo que estaba disgustada con la propuesta. La verdad no me agradaba mucho la idea de que la loca de su amiga viniese a nuestra cita, pero no tenía más opción que aceptar. Si no, nunca lograría acercarme a él. Después de insistirle, él volvió, y me dijo que ella aceptó. Estuve a punto de dar saltos de la emoción, pero me contuve. Por mi imagen de macho rudo. Intercambiamos números y él se fue. Este es uno de los días más bizarros de mi vida, me atreví a dar el paso, lo que él no sabía es que terminará cayendo ante mí. Sonó el timbre y todos entramos a clases.

[Seymour]

Todo ese show con Mike Johnson me había desconcertado. Sin duda, una de las personas más extrañas que conocía. Es decir, ¿Quién logra cambiar así, de un día para otro?, ¿Cómo dejas de maltratar a alguien para al día siguiente intentar ganarte su amistad? Ese chico era extraño… Pero le ofrecería el beneficio de la duda. Opinaba que todos merecíamos una segunda oportunidad. Aunque también accedí a ir, en parte, porque sería de tontos desaprovechar la oportunidad de que tu matón personal deje de joderte la vida.

Elodie como de costumbre hizo la de chofer y me dejó en casa. Al llegar me concentré en encontrar las llaves en mi mochila. En cada bolsillito donde metía la mano encontraba alguna envoltura de caramelo y toda esa basura que amaba meterme en el estómago. Con torpeza las encontré y al abrir la puerta, una melodía acompañada de una voz preciosa sedujo mis oídos. La música provenía de la cocina, también pude percibir un olor delicioso a comida casera. Con sigilo me asomé, allí estaba Evan, de espaldas y cocinando. Bajó la llama y tapó la cacerola, tomó su teléfono del mesón, cambió la música que sonaba y puso otra pista. Esta era muy suave, con un mágico tono en los bajos, de percusión elegante y el tempo avanzaba con calma. Al fin pude oírle cantar…

— “Debiste verlo por la mirada en mis ojos,

Que había algo que faltaba”

“Debiste saberlo por el tono en mi voz,

Pero nunca escuchaste” —

Su voz sorprendentemente cambió y dejó de ser la siempre. Ya no sonaba como voz masculina, pero tampoco sonaba como mujer. Era una mezcla extraña de ambas. Dulce, delicada y casi angelical.

— “Jugaste a morir… Pero nunca sangraste

En vez de eso, te acostaste en la hierba

Enrollado y silbando” —

Cantaba en un tono de melancolía, con una tristeza serena. Pronunciaba cada palabra con una sonrisa tímida y amarga en sus labios. Mantenía sus ojos cerrados, mientras mecía sus caderas lentamente, al ritmo de los bajos. Que profundos, llenaban de calma.

— “Y dije en serio, cada palabra que dije,

Cuando dije que te amo, quise decir

Te amaré por siempre” —

La música se tornaba rápida, anunciando el coro con riffs de guitarras psicodélicas. Transmitían la sensación de viajar al paraíso de las lágrimas.

“Y voy a seguir amándote

Porque es lo único que quiero hacer

No quiero dormir

Solo seguir amándote”

La canción intentaba aferrase a la esperanza y él la cantaba como si se tratase de un arrullo, como una canción de cuna. Su voz embelesaba los sentidos, era hermosa y segura. Este chico de verdad era un prodigio de cantante, tenía un perfecto dominio de ella, una virtud única. Sin querer mis llaves irrumpieron el sonido y él volteó.

— ¿Cuánto llevas parado ahí?—

—Lo suficiente, como para saber que eres de los mejores intérpretes que estos humildes oídos han tenido la dicha de escuchar—

—Wow que exagerado… ¡La verdad!—decía mientras destapaba la olla y probaba una salsa que preparaba—Mmmm… Delicioso. Si pues, como te decía. Creo que exageras, porque soy eso… ¿Cómo es esa palabra? Esa que se usa cuando la gente no es profesional—

— ¿Amateur?—pregunté.

— ¡Sí! Esa, ¡Amateur!—

—Pues, sí. Pero debes saber que los mejores músicos del mundo en algún momento fueron amateur. El talento es algo que nunca se podría recrear artificialmente, ni siquiera con años de práctica. Así que deja de hacerte menos y siéntete orgulloso de ese don—le dije exaltado.

—Gracias… Eres muy bueno con migo—me agradeció, con una tierna sonrisa en su rostro.

Una sonrisa sincera. Eso lo pude notar porque sus ojos lo delataron. No se habían visto tan hermosos como hasta ahora.  Fijándome bien en ellos, descubrí matices nuevos de color, a simple viste parecían verdosos, pero si te fijabas bien, descubrías que en el borde eran azulados y cerca de la pupila se volvían dorados. Eran pardos.

— ¿Oye?, ¡Sigo aquí!—dijo agitando la mano en mi cara.

—Sí, sí, sí… Lo siento es que me perdí en t…s—me callé de golpe.

— ¿Qué te perdiste en dónde?—me preguntó intrigado.

—Olvídalo, seguro es el estrés de las clases y eso…—

—Mmm… sí, ¡Seguro fue eso!—contesto de forma poco creíble.

Él puso la mesa, sirvió y comimos mientras charlábamos. Este chico era un sol y la comida le había quedado exquisita. Tenía como mil años sin probar algo hecho con calor hogareño, o quizás nunca llegué a saber lo que era eso. En la tarde recibió la llamada donde lo aceptaban en el trabajo. Comenzaría mañana en la mañana, sería asistente de uno de los ejecutivos, y ascendería de acuerdo a su desempeño. Eso fue lo que acordé con la empresa. No pude evitar contagiarme con su alegría, además de felicitarlo, pasamos el resto del día charlando, y viendo películas en celebración por su nuevo empleo. Él había traído alegría a esta casa.

[Nota del Autor]

Gracias ante todo por leerme. Espero hayan disfrutado este tercer capítulo, que en sí no es un capitulo como tal, es la mitad de uno. Sí, efectivamente. Me había tardado en publicar porque quiero entregar de golpe un buen pedazo de este pastel. Dentro del transcurso de este día (y si mi internet Venezolano lo permite) prometo publicar sin falta la otra mitad. Si lo notan, aún estoy presentando personajes. Como prometí, esta será una historia larga. Me hace infinitamente feliz recibir su opiniones, y por eso también les agradezco, porque me hacen mejorar como autor. Les invito a escribirme al correo electrónico que aparece en mi perfil, con gusto les responderé, así como en los comentarios. Les aseguro que las cosas se saldrán de control. inserte guiño de autor**

Siempre vuestro, Klisman.