Como aman los dioses (II) - Entidades milenarias.
Tristeza, miedo y felicidad, sentimientos de mortales. Los Dioses existen y son criaturas caprichosas que no dicen por favor, ni dan las gracias. Pero, ¿qué pasaría si dos Dioses se enamoran de un mismo mortal?, una guerra por amor se desatará y el joven muchacho en medio del fuego cruzado quedará.
Como aman los dioses (Capítulo II) - Entidades milenarias.
— ¡Carajo!, ¿porque no abre la puta puerta de una vez? —
Solo eran las ocho de la mañana y no dejaba de sonar el timbre de la casa.
— ¿Quién será a estas horas? Por el amor a Dios, ¡es domingo! ¿Acaso no hay algo más sagrado que eso? —me dije para mí mismo aun enrollado entre las sabanas.
— ¡Mierda!, nadie contesta, ¿dónde estará él? De seguro que no escucha el timbre. Pero esta es su casa, son sus visitas, que el atienda— me decía mientras el timbre seguía sonando.
— ¡A la verga! —aun medio dormido me levanté como pude y fui hasta su habitación, para conseguirme con la sorpresa de que no estaba en la casa.
— ¡VOY! —grité bajando las escaleras mientras aun sonaba el timbre.
— ¡UN MOMENTO POR FAVOR!, ¿Será que puede esperar unos segundos?, claramente le dije que ¡YA VOY! Diablos, cuanta impaciencia—gritaba ya exasperado por toda la estancia.
Giré la perilla y la luz de la mañana me encandiló bastante. Esperaba que fuera algo importante, como para interrumpir mi sueño reparador—No es posible que la gente no tenga un poco de consid…—
— ¿Pero quién coños eres tú?—me dijo un chico de mi edad. Lo acompañaban dos chicos más y una chica.
— ¿Disculpa? —pregunté aun con incredulidad y sueño.
— ¿QUÉ QUIEN COÑO ERES?, ¿y qué haces en esta casa?, ¿acaso no me escuchaste? ¿O eres sordo?—
—Oye amigo, disculpa, pero no puedes llegar a una casa ajena a insultando a las personas, ¿ok?—
—Sí, pero esta no es tu casa, debes ser un ladrón o algo, ¿qué haces aquí?, ¿dime donde esta Seymour?, ¡CONTESTAME INMEDIATAMENTE O LLAMO A LA POLÍCIA!—este chico ya comenzaba a irritarme.
— ¡ÉL NO ESTÁ!—le dije con cara de pocos amigos. No quería comenzar el día de mal humor.
—Oye Jordan, no te alteres con el chico, si está aquí debe ser por alguna razón, ¿por qué mejor no esperamos a que llegué Seymour y…?—la chica intentaba calmarlo, pero solo parecía enfurecerle más.
— ¡CÁLLATE ELODIE! No esperaremos nada, ¡RESPONDE AHORA O LLAMO A LA POLICÍA! —sacó su teléfono.
—Oye, ya Bro… Relájate un poco. Míralo, tiene pijama puesta y se nota que durmió aquí—le dijo otro de los chicos.
— ¡NO ME RELAJARÉ UN COÑO HAILAN! —
—Oye chico, disculpa las molestias. Cuando llegué Seymour por favor le dices que vinimos y disculpa a nuestro amigo por favor—me dijo la chica con vergüenza en su rostro.
Y así se llevaron a su amiguito el histérico, casi que a la fuerza. ¿Pero qué clase de amigos tiene Seymour? Él se veía bastante tranquilo como para juntarse con esa clase de locos. Al rato este llegó y traía algunas bolsas de comida con sigo.
—Hey, ¡ya te levantaste dormilón! —me dijo de buen humor.
—Pues la verdad me tocó levantarme—bostecé.
— ¿Y eso? —
—Tocaron el timbre, fueron unos amigos tuyos y pues uno de ellos se puso histérico porque yo estaba aquí. Comenzó a insultarme y los otros chicos se lo llevaron. La chica me pidió que te avisara que vinieron—
—Oh gracias y disculpa lo que sucedió, de verdad no esperaba que pasara eso. Traje algunas cosas para preparar el almuerzo. Ya hoy no puedes salir a entrevistas de trabajo ni nada así, por eso estuve pensando… ¿Qué tal si salimos y vamos de compras?, para que tengas cosas que ponerte—
—Pero sabes que estoy en la banca rota—le miré con fastidio.
—El dinero no es problema…—
—Sí que te gusta despilfarrar el dinero, ¿eh? —volteé los ojos.
—Es para gastarlo—me guiñó el ojo pícaramente.
Así preparó algo y comimos, la verdad cocinaba muy bien. Llegó Arthur, su chofer y subimos a su vehículo. A mí no me gustaba, se me hacía parecido a una carroza fúnebre, aunque estaba completamente a juego con el día, que perezoso, oscuro y tranquilo jugaba a anochecer. El sol de fondo se ocultaba suspiraba más de una emoción en mí. Las farolas amarillas destellaban por doquier. Sin mucho porque tener que preocuparme, realmente me sentía tranquilo, solo viviendo un día a la vez.
—Ya llegamos—me sacó de mis pensamientos.
—Está bien—
Llegamos a un enorme edificio de cristal, allí se sentía el bullicio, habían muchísimas personas yendo y viniendo, muchos autos estacionados por doquier. Nunca había estado en un sitio así de enorme.
—Este es el centro comercial más grande de esta región—
— ¡Wow hay muchísima gente!, ¿qué haremos? —
—Pues primero necesitamos ropa interior para ti, luego compraremos calzado y el resto de ropa, ¡oh! y también necesitarás un teléfono y un…—no paraba de hablar.
—Jajajaja… Oye eso es demasiado—sonreí nervioso— ¿Por qué te tomas todas estas molestias con migo? —le pregunté algo apenado.
—Pu-pues no lo sé, fíjate, me sale hacerlo contigo. No vayas a pensar que lo hago con todo el mundo—dijo rascándose su cabeza con incomodidad.
— ¡Oh!... —no supe que responder.
—Está bien, sigamos—se puso algo rojo y rápidamente continuó caminando.
Entramos a una tienda donde vendían ropa interior e inmediatamente comenzó a elegir un montón de prendas. Caminaba por aquí y por allá, como loco. Volvía a mi preguntando si me gustaban, francamente no sabía que contestarle, así que le decía que si a todo, a mí me daba igual la verdad. En esas volvió con una prenda y me preguntó que si me gusta el modelo, lo tomé y me di cuenta de que le faltaba la parte que tapaba el trasero.
—Oye pero este está dañado, le falta la parte de tu sabes, la que tapa la parte de atrás…—
—No, no está dañado, ese es el diseño, es sexy—me miró con picardía, las demás personas nos observaron con curiosidad.
—No, no, ese no, prefiero ocultarlo todo, gracias…—le dije mientras lo fui a regresar donde lo encontró.
—Jajajajaja, está bien—
Pagó y salimos de allí, después me arrastró a un montón de zapaterías y tiendas de ropas, todas muy exclusivas y costosas. Me llevaba de un lado a otro, para todo pedía mi opinión, yo solo asentía con incomodidad. Gastando tanto dinero ajeno, me sentía como político recién elegido. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de ropa que había comprado, ya no podíamos con tantos paquetes. La gente se nos quedaba mirando raro. A la final incluso le pagó a un chico para que ayudara a llevarnos las bolsas a la carroza fúnebre, ya a bordo y a punto de irnos venía una chica corriendo como loca.
—SEÑOR… ESPERE, ¡OLVIDO SU TARJETA! —
Arthur lo miro con desaprobación y yo solo pude reír bajito para que este no me escuchara.
[Jordan]
—Uff al fin en casa, solo quiero acostarme, relajarme, olvidarme de todo y… ¿OIGAN QUE HACEN?, ¡bajen de allí! —grité.
Les gritaba a mis hermanos, eran gemelos. No me tomaban en serio y solo se reían. En sus pequeñitas manos tenían mi adorada consola de videojuegos. Aun cuando sabían que no me gusta que la tomaran sin mi permiso. Eran dos niños de 5 años, muy astutos y traviesos para su edad.
— ¡Solo queremos jugar! —
— ¡Sí!, solo por un ratito por favor, la vamos a cuidar bien—
Ponían caras de “no rompemos ni un plato”, pero yo los conocía bien.
— ¡Es la última advertencia chicos!, devuélvanmela y estaremos en paz—les dije seriamente.
El metal de fondo sonaba, esa banda que tanto amaba.
“Blinded by me, you can't see a thing, just call my name, 'cause I'll hear you scream”
“Master, Master”.
En ese instante libramos una lucha de miradas los gemelos y yo, esperando el próximo movimiento para atacar al enemigo. Ellos no bajaban la guardia, de repente solo sacaron sus lenguas y salieron huyendo por la ventana. Yo vivía en el segundo piso de nuestra casa, por lo que ellos bajaron por el árbol que daba a la ventana de mi habitación. Inmediatamente salí del cuarto, bajé las escaleras a toda prisa, salí por la puerta que da al jardín y me escondí detrás de la casita de Brandon.
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— ¡Shhhhhhh!, Perro tonto, deja de ladrar que me van a descubrir—
Como perro regañado (literalmente), volvió a su casa. Escuché como cuchicheaban, se acercaban sigilosamente tanteando el terreno, de sorpresa corrí y los atrapé. Me ayudó mi corpulento cuerpo de gimnasio. Estos niños no daban tregua e intentaban zafarse.
— ¡DÉJANOS JORDAN!, ¡O te las veras con nosotros! —
— ¡Ja’!, ¿Ustedes y cuantos más?, Vamos chicos ¡ríndanse ya! —
— ¡SOLO SI NOS PERMITES JUGAR! Es más, hasta podemos permitirte jugar con nosotros si quieres…—me propusieron.
—Vaya ofertón muchachos, sí que son generosos de permitirme jugar con mi propia consola—les respondí con sarcasmo—Bueno, ¡está bien! Pero deben comportarse—
Los liberé y como hermanos civilizados que éramos los tres, subimos de nuevo. Al subir escuché como discutían en su habitación.
— ¿Otra vez están peleando mamá y papá?, ya no quiero que lo hagan—dijo uno de los gemelos con la cara deshecha de tristeza.
Finalmente subimos, preparé todo y nos sentamos los tres a jugar a las carreras en la consola. La música ya se había detenido, solo se podían escuchar los gritos ahogados de mis padres. No sé cuánto más puedan soportarse, no pueden estar en una misma habitación sin querer matarse los dos. Mamá últimamente sale más de lo normal, llega muy tarde por la noche y papá solo puede reprocharle que él trabaja todo el día como un burro y ni siquiera tiene la dignidad de dejarle comida hecha antes de perderse de nuevo. Con tristeza veo como puede ser el fin de nuestra pequeña familia.
De hecho ya sus peleas no me afectaban tanto como antes, esto se había vuelto rutina para nosotros. Me preocupaban los gemelos, pero yo podía valerme por ellos y por mí. Hay veces donde llego a pensar que somos invisibles para nuestros padres, no se preocupaban si comimos o fuimos al colegio, cada uno vive en su mundo.
— ¿Hermanito? —
— ¿Sí? —le respondí sin dejar de mirar la pantalla.
—Gracias por dejarnos jugar contigo, sin ti nos aburriríamos muchísimo, ni papá ni mamá juegan con nosotros, ¿verdad Austin? —
—Si Justin, gracias hermanito—
Ambos soltaron sus controles y me abrazaron por unos largos segundos. Aun yo sentado me llegaban hasta las orejas. Eran tan pequeños y frágiles mis hermanos, les cocinaba, los bañaba, los llevaba a la escuela. Yo salía adelante por ellos, como si fueran mis hijos. Hasta cuando tenían reunión de padres en el colegio asistía yo. Sentía como mis ojos estaban a punto de desbordarse, me sequé las lágrimas y seguí jugando con ellos. ¡Sus sonrisas lo valían todo! El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos, me levanté y vi la pantalla.
—Ughhh es Elodie—dije para mí mismo.
Dejé el teléfono donde estaba y me dispuse a seguir jugando cuando de repente…
— ¿Aló?, ¿tía Elodie?, hermanito no quiere atenderte el teléfono, si… ¿y cómo está tu conejito?, si, Justin y yo lo queremos conocer y darle zanahorias, a ver si es cierto lo que nos dijo la maestra…—
Sorprendido le quite rápidamente el teléfono a Austin, y me lo acerque a la oreja.
— ¿Aloooó…?—pregunte con fastidio.
—Con que no querías atenderme el teléfono, ¿eh?, ¿acaso ya no me amas? —me dijo intentando hacerse la graciosa.
—Al punto mujer, que estoy en algo importante—
— ¿Acaso escucho tus jueguitos de fondo? —
—Al grano…—le dije disimulando.
—Llamaba para saber cómo estabas… y pues ¿para saber que fue todo ese espectáculo que hiciste cuando fuimos a dónde Seymour?...—
¡Carajo! Me agarró fuera de base, ni yo mismo sabía porque lo hice…
—Es una reacción normal, ¿no te parece?, a ese chico nunca lo habíamos visto y estaba solo en su casa—le dije con serenidad.
—No te creo en lo más mínimo—me espetó.
—Pero… ¿por qué?, ¿crees que miento?—
—Sí, tú sabes cómo es Seymour. De hecho, no debería sorprendernos que tuviese a un chico en su casa—
—Sí, pero tú y yo también sabemos que él nunca los dejaría solos en su casa, el solo se divierte con ellos y ya—
—Mmmm… pues si es extraño, pero tú sabes que siempre hay una primera vez para todo Jordan—
— ¿A qué te refieres? —
—A que a lo mejor este último no es solo un juego y yo no lo culparía. Con lo precioso que es ese muchacho, es un ángel, a lo mejor esta vez sí querrá ir enserio. Más lo que no me deja de sorprender fue tu reacción. Agresiva, casi parecían celos, aun cuando viste que el chico durmió allí y tú sabes que un ladrón no dormiría en la casa de su víctima, ¿verdad?—
Esto último me dejó muy pensativo, de allí le cambie el tema, hablamos por otro rato y le colgué. La verdad ni yo mismo sabía porque reaccioné así. Él y yo llevábamos bastante tiempo siendo amigos, desde la escuela. Siempre hemos sabido que él es gay, desde que lo conocemos. Podríamos hacer un desfile con todos los chicos que se ha llevado a la cama y siempre pasa lo mismo. Se divierte con ellos pero nunca les ha permitido quedarse en su casa siquiera, nunca le hemos conocido un novio oficial, todos solo han sido sus juguetes. Pero en ese momento sentí unas imperiosas ganas de moler a golpes al chico y sacarlo de su casa.
De lo que si me percaté, fue de que había dormido allí, si sabía que no era ningún ladrón, pero me molesto a sobremanera el saber qué hay alguien que consiguió romper la norma. Sabía que a Elodie no le bastaría eso que le dije, era muy curiosa y ese comportamiento nunca había sido propio de mí. Siempre le he respetado su condición y yo siempre he tenido novias, sabía que lo hice por proteger a mi amigo. Bueno, ya era tarde, preparé algo de cenar y luego llevé los gemelos a dormir, mañana era lunes y tocaba escuela.
[Seymour]
¡Qué mañana de lunes! El cielo estaba completamente limpio y sereno, hasta el sol estaba suave, creo que había más de un pájaro allá afuera interpretando alguna melodía. Ya tenía mi uniforme puesto y el aún no se había levantado, para colmo Arthur estaba por llegar…
—EVAN, ¡LEVANTATE POR FAVOR!, EVA…—le llamaba tocando la puerta.
Salió de su habitación, yo quedé embobado. Definitivamente este chico debería trabajar frente a las cámaras. Sin camisa y aun medio dormido, me abrió la puerta, su piel se notaba tersa, de un ligero color dorado. Su abdomen suave y marcado enaltecido con una cintura delgada, parecía como si la hubiese cincelado Michelangelo.
— ¡Oye! estoy aquí, ¿yuju? —me decía llamando mi atención a su cara.
Era imposible no comérselo con la mirada cada vez que lo veía—debía aprender a disimular un poco, él no era gay—decía para mis adentros.
—Emm si, si… Pues buenos días, jejeje… Vístete por favor, colócate uno de esos trajes que compramos para que desayunes, Arthur pasará recogiéndote en 15 minutos—
— ¿Y a dónde iré? Y tú, ¿qué harás? —
—Tu, a una entrevista de trabajo que te conseguí y yo a clases—
—Oh pero, ¿cómo haré para el empleo?, sabes que no tengo mis documentos a la mano—
—Pues… Los mandé a conseguir, no fue difícil la verdad Jejeje… Pero luego te cuento esa historia—el me miraba aun con sueño y con algo de incredulidad.
—Es-esta… ¿bien?, me alistaré, pero ¿de qué se trata el trabajo? —
—Te presentarás ante una empresa energética muy reconocida de aquí. Ellos te evaluarán y verán donde colocarte de acuerdo a lo que ellos determinen—
—Oh pues… ¡Genial!, creo que no tendré problemas para adaptarme, he hecho muchos trabajos en mi vida. Además, no me gusta sentir que me aprovecho de ti y quiero dejar de ser una carga lo antes posible—
—Te dije que el dinero no…—
—Sí, si… ya lo sé, que para ti “El dinero no es problema” —me dijo en tono burlón.
—Jajajajaja… Vaya que te adaptas rápido, eso me gusta. Confió en que te irá muy bien y sé que volverás con empleo, eres muy audaz—
—Eso espero…—
—Cualquier cosa me llamas del teléfono que te compré, ¿ok? —
—Sí, está bien, aun no lo sé usar muy bien. Pero, gracias por tanto—
—Agradéceme volviendo con ese empleo—le piqué el ojo y él solo sonrió.
Desayunó y Arthur llego por él. Se veía muy bien en su traje. Arthur aun le miraba con recelo y desconfianza, pero sin rechistar salió y se fueron los dos. Me dispuse a esperar y en eso oí la bocina del auto de Elodie que pasó por mí. Francamente no me gustaba conducir, todos los autos que tenía eran regalos de mi papá. Elodie tocaba la bocina como loca.
—Vamos súbete, rápido—
—Hola Elodie buenos días, yo muy bien ¿y tú?—le dije con sarcasmo.
—Es que eres muy lento, si fuera por ti llegaríamos tarde. Que te conozco como si te hubiese parido—
—Uy que graciosa estás esta mañana, estúpida—
Ella puso el auto en marcha, escuchaba una canción electrónica e hipnotizante, que retumbaba en los asientos y daba una sensación mágica.
— ¿Oye tonta como se llama esa canción?—
—Oh, ¿te gusta?, ¿no que mi música era rara?—
—Sí, sigue siendo rara, pero esta es bonita—
— ¡Oh que genial, te estas volviendo raro como yo!, huehuehue… Se llama Nightmusic de Grimes, ella lo es todo mi cielo—
La verdad no sé ni cómo éramos amigos. Esa sonrisita suya de autosuficiencia mientras conducía, tan segura de sí misma, tan irritante, correcta y sabelotodo, pero aun así la adoraba. Llegamos al instituto, un edificio enorme, para gente clase media-alta. Todo era diversión y risas en los pasillos hasta que nos topamos con ella junto a su sequito de retrasadas maquilladas y bien perfumadas. Caras perfectas, cuerpos perfectos, estirando los límites del uniforme hasta parecer el de una ramera. Sin duda alguna el cuerpo perfecto para que un demonio lo poseyera y viviese feliz en él.
Todos en el pasillo hicieron silencio, las miradas de Fiamma y Elodie lucharon por destruirse entre sí. Si fuese por esta última, se quedaría allí librando esa guerra estúpida de miradas, hasta que alguna lanzara la primera piedra. Así que le halé del brazo y seguimos caminando por los pasillos, buscando el aula que teníamos asignada.
— ¿Oye cuál es tu problema?, ¿no viste que estaba en algo importante?—me dijo reclamándome.
—Sí, si preciosa, como siempre lo hacen, pero ¿no puedes ignorarla por una vez en la vida y ya?—
— ¡No! Y tú sabes que es importante hacerle frente, porque si fuese por ella nos aplastaría con sus zapatos caros—
—Buen punto, pero ¿no te cansa ser el grupito de los marginados sociales?—
— ¡No! No me cansa, hay que seguir en la resistencia contra esa bruja, ¿no te habrás cambiado de bando, o sí?—
—No mi neurótica amiga, eso lo sabrás si llego maquillado como prostituta un día de estos —le dije y nos reímos.
Entramos al aula, el profesor aun no llegaba, ya estaban allí nuestros compañeros incluyendo a los insoportables de Fiamma y compañía. Vimos nuestros amigos al fondo, nos reservaban unos asientos. Así que nos acercamos y vi que allí estaba el brabucón, mi brabucón personal. Temí que el patán sin sesos de Mike Johnson me metiera el pie o algo, pero no sucedió, cosa que me desconcertó, solo me ignoró y ya. Se sentía bien estar de vuelta después de estas vacaciones y ver a este par de tontos. Mi grupo de amigos era pequeño y nos conocíamos desde la escuela. Elodie y yo nos sentamos.
— ¿Pero miren a quien tenemos aquí?, ¿tan difícil es enviar un mensaje?, ¿una llamadita?, sabes, incluso tienes las redes sociales hoy en día, todo lo que te he dado, ¿y así me pagas?, ¿ignorándome casi todas las vacaciones?, me dueles Seymour…—sollozaba Jyrki haciéndose la víctima, forzando ser gracioso… Como siempre.
—Pues hasta donde yo sé, tú también podías hacerlo Jyrki, ¿o acaso te amputaron las manos?—le conteste a mi amigo el payaso del grupo.
—Oh genial chicos, juro que si no hubiesen venido hoy me pegó un tiro… Ya saben lo intenso que es Jyrki, no es que no lo quiera, pero me tiene al borde de la locura—dijo Hailan.
—Otro ingrato, a ti te ignoraré si es lo que quieres—le dijo a Hailan—Y tu Seymour, pues fíjate que los tres tuvimos la caridad de “visitarte”, pero no estabas. No sé si tu nuevo criado te informó que fuimos…—a este imprudente no se le escapaba nada.
—Ahora que sacas el tema, ¿quién es el bombón que tienes de “chacha” en tu casa?, ¿y de cuando acá tu contratando servicio?—me dijo Elodie con sarcasmo.
—Para empezar no es del servicio, es mi obra de caridad—
—Pues si es así, hasta yo quiero ser filántropa, pero aun no me has respondido la pregunta, ¿desde cuándo dejas a tus ligues quedarse en tu casa?—me dijo con aquella mirada de detective.
—Desde que son extranjeros y no tienen ni familia, ni dinero, ni hogar—le espeté.
— ¿Ósea que es un vagabundo?—preguntó Hailan.
—¡CARAJO!, ¡QUE NO!—dije casi gritando.
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Cuando volteamos nos dimos cuenta de que todos nos estaban mirando con cara de burla y también nos percatamos de que había llegado el profesor. Este nos miraba con cara de desaprobación, guardamos silencio y comenzó la clase. Todo transcurrió normal y como un normal inicio de año escolar, el profesor nos dio el cronograma de evaluación y lo demás. Salimos al receso, ya en el bullicio de la cafetería cada uno eligió su desayuno. Yo me fui por un sándwich de pollo y jugo de pera. Nos dirigimos a nuestra mesa y comenzamos a desayunar.
— ¿Oigan chicos no notan que falta alguien?—preguntó Elodie entre mordiscos.
—Yo no, ¿y tú Jyrki?—
—Pues ni idea Hailansito ¿y tú Seymour?—
—No comiencen par de idiotas —dijo Elodie en son de amenaza.
—En realidad es raro que no haya llegado aún—dije.
— ¿Cuánto quieren apostar a que se retrasó por los gemelos otra vez?—dijo Jyrki.
—Yo les apuesto 10$ a que se quedó dormido —contestó Elodie.
—Yo también apuesto a que fue por los gemelos—agregó Hailan.
—A mí ni me metan, no me prestaré para eso. Además no los necesito—les dije con sonrisa burlona.
—Engreído—me dijo Jyrki sacándome la lengua.
—Es más, pregúntenle al mismo Jordan, ahí viene—
—Hola chicos, disculpen la demora, es que mi mamá me había dicho que ella llevaría a los gemelos a la escuela hoy, pero ni siquiera llegó a casa anoche. Me despertaron los gemelos y pues tuve que llevarlos a su escuela a la velocidad de la luz—decía con cansancio y se veía agitado, sudado y con el uniforme algo arrugado.
— ¡Páganos!—le dijeron casi al unísono Jyrki y Hailan a Elodie, con satisfacción en sus caras.
—Está bieeeeeen—dijo esta última arrastrando la “e”, sacó los 20$ y les pagó a ambos.
— ¿De qué me perdí?—
—De nada Jordan, solo ignóralos—contesté.
—Por cierto Elodie, no me había dado cuenta, ya te creció de nuevo el cabello. Te dije que no era para tanto —dijo Jordan.
—Sí, pero me dolió muchísimo, a ti no te duele porque estas casi que pelón con ese corte militar de lo último, pero si fueras una chica te dolería. Tan largo que tenía mí cabello…—decía con tristeza— Pero les juro que esa bruja me las va a pagar algún día, comenzaré a planear el contraataque—
— ¡Así se habla!, cuentas con migo para lo que sea que quieras hacerle a ese retoño de satán—le dijo Jyrki.
—No la apoyes en sus locuras, ya sabes cómo terminan… Aunque admito que si se pasó cuando te pego esa bola de chicles en el pelo—dijo Hailan.
—Listo, cambiemos el tema antes de que se le meta el espíritu de la guerrilla. ¡Hey Hailan!, ya se acerca tú cumpleaños 20, ¿qué te gustaría hacer?—preguntó Jordan.
—No le preguntes, si es por el probablemente terminaríamos todos jugando bingo en el geriátrico. Lo que necesita es una buena fiesta a todo volumen, con mucho alcohol, juegos de azar y mujerzuelas—dijo Jyrki exaltado, con cara de querer dominar el mundo.
—Déjalo hablar primero, es el cumpleañero, ¿no?—le contesté con calma.
—Mmmm… No lo sé chicos, preferiría algo tranquilo con ustedes cuatro, una pijamada o algo así —
— ¿Lo ven?, se los dije babosos…Seguro terminará trabajando en una fábrica de lápices o algo así de emocionante—
—Pero él es el cumpleañero, ¡él manda! así que eso haremos, ¡será una pijamada!, tú solo déjanoslo todo a nosotros—le dije a Hailan.
—Bueno, está bien, creo… Solo manténganlo todo tranquilo y no muy pomposo chicos—
— ¡Así será!—dije.
En esas sonó la campana, tomamos nuestras mochilas y como prisioneros a sus celdas nos dirigimos a la próxima clase, Jyrki se me acercó y me dijo.
— ¿Enserio haremos eso tan aburrido?, déjame ayudarte a organizar la “pijamada”, digo, para que no sea aburrida, vamos, ¡di que sí, porfa!—
Definitivamente no le salía bien poner la cara del gato con botas, más bien parecía un gato de la calle, aunque tenía razón, un poco de ayuda no me caería mal.
—Está bien, puedes ayudarme, es más, la podríamos hacer en mi casa, así que te daré el dinero y tú te encargas de comprar lo que haga falta, ¿va?—
—Claro, tú no te preocupes yo me encargo—
Esto último lo dijo como niño que hace travesuras, definitivamente le faltaban unos tornillos a mi amigo, pero bueno la verdad me da igual. Yo solo espero que las cosas estén tranquilas y en paz este año— ¿Me pregunto cómo le habrá ido a Evan en la entrevista de trabajo?—dije para mí mismo. Lo cierto es que no creo que haya forma de que la arruine, le envié a la empresa de mi papá y ser hijo del dueño me da muchos beneficios allí. Bueno, se podría decir que eso y el dinero es lo único que obtengo de ese señor, pero como él es mi único “familiar” no me duele gastar… Mejor dicho, derrochar su dinero, es su forma de “mantenerme feliz” y al parecer a él tampoco le importa, nunca le he importado. Entramos a clases y todo continuo con normalidad.
[Evan]
El trayecto a la entrevista fue tan incómodo, creo que Arthur pensaba que era una especie de parasito jajaja, pero no le culparía, yo también me sentía así. Tenía que conseguir ese empleo, no sabía cuánto me iba a quedar viviendo con Seymour y mientras lo hacía quería aportar de alguna forma. Trabajar no era algo desconocido para mí, desde que tenía memoria lo había hecho. Mis padres nunca fueron ricos y casi nunca lograron ser clase media siquiera. Aunque para ser sincero no recordaba mucho de ellos, fallecieron cuando yo estaba aún muy pequeño, solo guardaba en mi memoria a dos ancianitos llenos de arrugas, pero con un corazón liso y joven, lleno de amor. Amor que al parecer con el tiempo se fue concentrando como el vino.
Ya que ellos se enamoraron muy jóvenes y se casaron, pero nunca lograron concebir el fruto del amor. Sí, efectivamente, nunca lo lograron. Bastaría con ver una foto de ellos y verme a mí, hasta un ciego se daría cuenta de que era adoptado. Ellos y yo éramos muy distintos físicamente, en lo que si éramos iguales era la forma como afrontábamos la vida. Si bien éramos pobres nunca me faltó ni amor, ni comida. Lo único que me dejaron fue una casa humilde allá en Grecia y me enseñaron a ser feliz con lo poco que había. En conclusión estaba solo el mundo. Durante el camino intenté sacarle conversación a Arthur, pero sin mucho éxito. Me dejó allí y dijo que pasaría por mí a las doce en punto.
Estaba muy nervioso, nunca había solicitado trabajo en un sitio tan importante y esto lo decía en base a como lucía ese edificio. Elegante, moderno y enorme, con mucha gente yendo y viniendo, así lo describiría yo, como importante. Me acerqué a una chica que hacía de recepcionista, le dije que venía a una entrevista, ella me dijo que llegaba justo a tiempo que me estaban esperando. Le pidió a uno de los guardias de seguridad que me escoltara y así lo hizo. Que estrictos eran allí. Me llevó a una oficina, tocó la puerta y dieron luz verde desde el otro lado para que pasara.
Me recibió un hombre cincuentón, obeso, con cara de culo, como si estuviese infectado de rabia. Su pelo lucía como un peluquín y los botones de su ropa parecían estar pagando algún pecado. Siempre serio, me fue interrogado, acerca de cosas básicas, como mi nombre, edad, procedencia, antecedentes y experiencia laboral, que yo resumiría desde lavar trastes en un restaurant hasta hacer de músico callejero. El me miraba de mal humor, me escaneaba. Aun así, me dio las gracias por venir, me dijo que recibiría una llamada en mi teléfono al día siguiente, cuando terminaran de evaluarme y decidieran si darme el trabajo. Salí y miré la hora, las once y treinta. Me dispuse a esperar a Arthur. De verdad quería conseguir ese empleo.
[Giselle]
Oía las detonaciones, intentaban dispararme. Era difícil huir con estas pezuñas tan pequeñas, que resbalaban con el peso de este cuerpo en las piedras húmedas y llenas de musgo. Malditos eran los cazadores y maldita era mi fortuna, ¿de qué servía tanta musculatura en estos muslos peludos si no había un campo abierto para huir corriendo? En esta forma no se me permitía llorar, ni siquiera podía desahogarme, solo tragarme el miedo. Debía pensar rápido y la señora no escuchaba mis súplicas o simplemente las ignoraba... Como siempre lo hacía.
¡Eso es!, se me había ocurrido una idea. Dejé de correr y postré mis patas al suelo, agaché la cabeza y dejé que los cuernos hicieran el resto del trabajo. Oí las ramas crujir, tenía miedo, maldito bosque, lo odiaba. Contuve la respiración... ¡Y funcionó!, los cazadores siguieron de largo. Logré camuflajearme entre unos arbustos, así que esperé un tiempo prudencial, me levanté y seguí mi travesía.
Ya era de noche, había neblina y las nubes arropaban el cielo, ¡lo que me faltaba!, la señora me había dicho que para ir hacia donde ella estaba siguiese la luna. Volví a recostarme en el pasto y la brisa gélida mecía los árboles. No sabía qué había hecho para merecer esta pena, solo era una chica normal, con una vida normal de adolescente. Con nadie me metía, a todos respetaba. Solo podía esperar a que las nubes le dieran paso a la luna, la oscuridad de esa noche me recordaba todos esos libros que solía leer.
¡Eso!, la luna apareció, puse mis patas de pie y con todo mi corazón recé para que la señora escuchara mis súplicas. Fue escuchada… La luna proyectó un rayo de luz a la entrada de una cueva, estaba cubierta de plantas y musgo. Decidí entrar, no quería quedarme así por siempre, deseaba que ella me regresara a mi forma humana de nuevo. Estaba oscuro, caminé por largo rato y observé una tímida luz del otro lado de la cueva, por alguna razón se escuchaba el océano. Cuando logré salir de la cueva literal quede en shock. Ese lugar parecía sacado de un sueño.
Allí estaba la luna, como si la hubiesen reducido, pequeña y flotando en un cielo oscuro. Atada, como si se fuese a escapar, pero eso no fue lo único que me sorprendió. A los pies de la cueva había arena de playa y al parecer alguna clase de océano invisible, con peces nadando, aunque sin agua, daban la impresión de estar flotando. No muy lejos de la orilla había una pequeña isla que flotaba en lo alto del océano invisible, de allí es de donde partía la soga que sujetaba la luna.
—Seguro estoy imaginando todo esto, es decir seguro se me escapó algún hongo alucinógeno cuando comí ese pasto—me dije.
—No estás drogada, te lo aseguro, acércate, cierva mía—se escuchó una voz de mujer que resonó en todo el lugar.
¡Es la señora! A medida que me adentré entre los peces mi cuerpo sufrió una metamorfosis. Dejé de ser un ciervo y volví a ser humana de nuevo. Ciertamente el océano invisible era real, porque tuve que llegar nadando hasta la isla. Esta estaba llena de árboles, era un bosque y al comenzar a caminar escuché una jauría de perros, al fondo la pude ver al fin. Una mujer joven, de cuerpo delicado con pechos pequeños y una cara de rasgos divinos, sus ojos eran grandes y muy oscuros, de mirada profunda e intimidante, sus cabellos eran dorados y largos, estos parecían no obedecer a la gravedad. Llevaba puesta una corona plateada y su piel blanca brillaba con luminosidad. Vestía un vestido holgado, corto y blanco, estaba descalza y cargaba con sigo un arco.
—De rodillas, mortal—dijo con voz fuerte y segura.
Yo solo pude obedecer, me puse de rodillas y agaché la cabeza. De reojo pude ver como ella tomaba el arco, lo tensaba y aparecía de la nada una flecha hecha de luz, la apuntó con seguridad y la disparó. Con éxito le acertó a un ciervo, como el que yo era hace tan solo unos minutos. El pobre animal flechado cayó, luchaba por ponerse de pie, pero la flecha lo había herido de muerte. Ella con su mano señaló el animal y la jauría de perros bien entrenados corrió hasta este y lo descuartizaron. Yo miré la escena horrorizada y temerosa, aún seguía postrada de rodillas.
—Y bien mortal, ¿hiciste lo que te pedí? —me preguntó, recordando al fin mi presencia.
—Sí señora, el muchacho se llama Evan Hyacinthus y tiene 18 años—
— ¿Y sabe acerca de todo esto? —preguntó extendiendo los brazos.
—No mi señora Artemisa—
—Es la única advertencia que te haré mortal, así que escucha bien. ¡No vuelvas a pronunciar mi nombre! No lo ensucies con tus labios mortales, de lo contrario terminaras como ese animal—dijo con serenidad y señalando lo que aún quedaba del ciervo muerto.
—Si mi señora, perdone mi ofensa, no se repetirá—
—Así me gusta, sabía que no me había equivocado cuando te elegí—
—Mi señora, con respecto a eso, ¿podría preguntarle algo? —
—Adelante, pero cuida tus palabras—
—Me preguntaba, ¿si eso era todo lo que necesitaba de mí?, ¿solo espiar al muchacho?, es que quiero regresar a mi vida normal… Como humana—
—Me temo que por los momentos eso no podrá ser mi niña, aún te necesito para más trabajos, algunas veces los cumplirás como humana y otras en forma de ciervo—
Eso derrumbó mi mundo, solo pude sollozar por dentro, ¿cuán cruel puede llegar a ser un Dios con los mortales? y ella era una Diosa caprichosa. Pero sabía que si no la obedecía me mataría.
—Como usted desee señora y después de cumplir todos los trabajos que necesite ¿podré volver a mi vida normal? —
—Sí, pero solo si cumples lo que te pida—
Eso me llenó de esperanza, parecía que no todo estaba perdido.
— ¿Jugando con la vida de los mortales de nuevo?, ¿no era esa solo una etapa rebelde… hermana?, ya habíamos conversado esto, ¿O de verdad disfrutas el sufrimiento humano? —
De la nada se escuchó una voz de hombre, grave y seria, que hizo retumbar todo el lugar como un terremoto. La voz de la señora Artemisa solo era una suave brisa en comparación a ésta que imponía respeto y obediencia, de verdad era intimidante. Mientras esa misteriosa voz hablaba, el cielo oscuro de repente se iluminó con llamas. Todo lo que alcanzaba a la vista se cubrió de fuego y luz, era el mismísimo sol, en su glorioso tamaño natural, como si hubiese bajado del cielo. Los peces huyeron, el frio del lugar desapareció y en su lugar un calor infernal hizo presencia.
— ¡Hermano!— pronunció la señora, evidentemente asustada y sorprendida. Inmediatamente se inclinó con la cabeza gacha en muestra de respeto. ¿Quién era esa misteriosa voz que intimidaba incluso a una Diosa?
— ¿Has logrado encontrarlo? —preguntó la voz.
—Sí, él vive y tiene 18 años, pero no sabe nada de nuestro mundo—
—Eh esperado tanto por saber que está vivo—dijo la voz para sí misma. Hasta casi pude percibir que se escuchó melancólica por un momento.
—Pero las flores aún no se han extinguido por completo y él ya está vivo, ¿qué significa eso? —
—El oráculo sentenció, que hasta que la última flor de Jacinto no muriera su alma no regresaría por completo a su cuerpo y con ella sus recuerdos—
—Eso quiere decir que…—
—Sí, el aun no regresa, pero de igual forma buscaré mi oportunidad para verlo—
—Sabes que eso está prohibido, los Dioses no podemos mostrarnos a mortales. El padre te castigaría... —
—Pero no hay ninguna ley que me prohíba verlo en forma de humano—
— ¡MIRA LO QUE ÉL TE HA HECHO HACER, ES HUMILLANTE Y ES UN SIMPLE MORTAL!—gritó ella trastornada e indignada.
Las llamas de pronto comenzaron a tornarse furiosas y más calientes, de un color rojo oscuro. El lugar completo parecía estar a punto de perecer y mi piel desnuda comenzaba a arder del calor.
—Escucha esto... Eres una diosa, pero no tienes permitido cuestionar mis decisiones—decía la voz pausadamente, pero se podía entre leer el tono de amenaza—Obedece y no te pongas en mi camino Artemisa—
Cuando parecía que el lugar estaba a punto de estallar, simplemente desapareció la voz y las llamas en un estruendo descomunal. Todo volvió a la normalidad, el frio, la luz de la luna y los peces. La señora aun de rodillas miraba al cielo, con lágrimas en sus ojos, pero sin ningún tipo de emoción en su cara, estaba visiblemente afectada.
—Retírate—me dijo ella, fría y sin ningún tipo de expresión en su rostro.
—Puedes volver en forma humana por ahora, pero te llamaré cuando te necesite, Giselle—
Así me di la vuelta y regresé por donde llegué. La parte mala es que al convertirme en humana quedaba completamente desnuda, pero ya solucionaría eso. Ya en la civilización y en la comodidad de mi casa me puse a investigar más, en unos libros que pedí en la biblioteca, la mitología griega… Parecía que no eran tan solo "mitos" después de todo. ¿En qué carajos me metí?
[Nota del Autor]
Lo prometido es deuda, espero les haya gustado la segunda entrega de esta saga. Como se habrán percatado, de sopetón incluí gran parte de los personajes que hacen vida en esta historia, para comenzar a darle cuerpo a la trama. No lo hice en el primer capítulo, ya que en mi experiencia propia como lector, es pesado tragarse ese montón de nombres a la primera. Nuestro protagonista Evan, consiguió una estabilidad al fin ya veremos si le durará. El tercer capítulo lo tengo virtualmente listo, falto de correcciones, para entregarlo a sus ávidos ojos bien pulido, (soy perfeccionista), esto será mediado a un par de días, sin falta. Apreciaría muchísimo sus comentarios que con cariño contestaré. Apoyemos a los autores. Hasta hace poco no sabía la importancia y felicidad que un simple comentario podía propiciar. Sin robarles más minutos me despido dando las gracias por su lectura.
Siempre vuestro, Klisman.