Como agua para chocolates

Pero mi reacción fue muy diferente al probar la codorniz, empecé a sentir que un intenso calor me invadía las piernas. Un cosquilleo en el centro de mí cuerpo no me dejaba estar correctamente sentada en mi silla. Empecé a sudar y a imaginar qué se sentiría al ir sentada a lomo de un caballo, abrazada por un villista, uno de esos que había visto una semana antes entrando a la plaza del pueblo, oliendo a sudor, a tierra, a amaneceres de peligro e incertidumbre, a vida y a muerte.

Hola a todos, este es un relato basado en uno de los personajes de la novela "COMO AGUA PARA CHOCOLATES" y espero que les guste.

GERTRUDIS

El día había comenzado como cualquier otro, mi hermana tita estaba preparando otra de sus exquisiteces culinarias, mamá Elena, mi hermana Rosaura su marido Pedro, y yo estábamos sentados en la mesa esperando que tita traiga la comida.

Todavía no lograba entender como hacia mi pequeña hermana para soportar el no estar con el hombre que amaba y encima tener que verlo a diario con nuestra hermana Rosaura.

Desde que Pedro acepto casarse con Rosaura al no obtener el permiso de mamá Elena para tomar a tita como su esposa la casa se encontraba muy incomoda a toda hora.

Tita procedió a servirnos su obra de arte, es que sus comidas siempre me parecieron eso una obra de arte, en mi plato pude reconocer la codorniz en pétalos de rosas. Pedro fue el primero en probar la comida, y alago con entusiasmo a tita por su gran labor, mamá Elena dijo que le faltaba sal y Rosaura exagerando como siempre comenzó a fingir que la comida le provocaba nauseas.

Pero mi reacción fue muy diferente al probar la codorniz, empecé a sentir que un intenso calor me invadía las piernas. Un cosquilleo en el centro de mí cuerpo no me dejaba estar correctamente sentada en mi silla. Empecé a sudar y a imaginar qué se sentiría al ir sentada a lomo de un caballo, abrazada por un villista, uno de esos que había visto una semana antes entrando a la plaza del pueblo, oliendo a sudor, a tierra, a amaneceres de peligro e incertidumbre, a vida y a muerte.

Iba al mercado en compañía de Chencha la sirvienta, cuando lo vi entrar por la calle principal de Piedras Negras, venía al frente de todos, obviamente capitaneando a la tropa. Nuestras miradas se encontraron y lo que vi en los ojos de él me hizo temblar. Vi muchas noches junto al fuego deseando la compañía de una mujer a la cual pudiera besar, una mujer a la que pudiera abrazar, una mujer... como yo.

Saque mi pañuelo y trate de que junto con el sudor se fueran de mi mente todos esos pensamientos pecaminosos. Pero era inútil, algo extraño me pasaba. Trate de buscar apoyo en Tita pero ella estaba ausente, su cuerpo estaba sobre la silla, sentado, y muy correctamente, por cierto, pero no había ningún signo de vida en sus ojos.

Al terminar la cena tenía que proceder a mi tarea diaria, siempre fui la encargada de limpiar los trastes pero después de el efecto que causo en mi la comida le pedí a tita que me cubriera mientras yo me preparaba un baño para sofocar esos calores.

Tuve que acarrear varios cubetas de agua hasta la novedosa regadera que había inventado un primo nuestro en Texas, la bañadera se encontraba atrás de la casa y estaba hecha con varios tablones de madera que formaban paredes. Abrí la ducha pero el agua fría parecía desvanecerse al tocar mi piel, sentía que ardía por dentro y por fuera y el fuego se apoderaba de mí, me sentía a punto de morir y entonces Salí corriendo desnuda hacia el campo que se encontraba detrás de la casa, corrí y corrí sin saber que era lo que necesitaba para apagar ese fuego tan intenso.

De pronto pude observar a alguien que se acercaba montado a un caballo, llego hasta donde me encontraba y me tomo entre sus brazos.

Cuando lo tuve frente a mi pude reconocerlo era aquel villista que había visto en Piedras Negras.

El caballo siguió galopando sin necesitar que su jinete le diera orden alguna, él solo me besaba y me apretaba contra su musculoso cuerpo, eran tantas sensaciones juntas, el galopeo intenso del caballo y las caricias que me proporcionaban ese hombre en vez de apagar el fuego lo intensificaba mas y mas y mas hasta que en un momento mi cuerpo empezó a temblar y sentí un pacer indescriptible entre mis piernas.

Aun después de eso mi cuerpo pedía más. De pronto sentí que nuestro viaje había terminado mi soldado se bajo del corcel y me tomo entre sus brazos, estábamos en alguna parte del bosque, en un claro muy bello. Me recostó sobre el pasto y se paró a observar mi desnudez regreso junto a mí y me susurro "eres la criatura más bella que he visto en mi vida" antes de que pudiera contestarle me tomo de la mejilla y me beso, a pesar de que no tenía experiencia alguna en eso disfrute cada rose de su cuerpo con el mío.

Javier, que así se llamaba mi soldado villista, se separo un poco para comenzar a despojarse de su ropa.

Jamás había visto el cuerpo de un hombre desnudo, no sabía que iba a ocurrir pero tampoco me importo solo quería que ese hombre me hiciera zulla para sacarme ese fuego tan intenso que me consumía por dentro.

Cuando se quito los pantalones no pude dejar de mirar ese trozo de carne que tenia entre las piernas, el solo imaginarme que eso entraría dentro de mi me hacía temblar, él me miro y se recostó sobre mí,

Tomo mis pechos y los apretó con mucha fuerza, vi como acercó su cara y comenzó a chuparme los pezones yo solo gritaba porque me encendía mas y a la vez me causaba corrientes de placer, después de varios minutos de tenerme así gimiendo volvió a poner su rostro a la altura del mío me miro y en sus ojos pude ver que dentro de el ardía el mismo fuego, y que estaba a punto de apagarlo.

Separo mis piernas y note como algo duro como una roca se quería adentrar en lo más profundo de mi, me dolía un poco pero la necesidad de tenerlo dentro era más urgente así que soporte hasta que sentí que comenzaba a penetrarme poco a poco, hasta que choco con algo que impedía que su aparato siguiera con su labor, ya no soportaba un minuto más y empuje con fuerza hasta que mi virginidad quedo atrás, atravesada por el miembro de mi amado soldado, ahora estaba llena de él.

Javier se movía hacia adelante y hacia atrás metiendo y sacando su pene una y otra vez nuestros gemidos y gritos se hacían eco por todo el bosque, mientras me penetraba no dejaba de mirarme a los ojos, y de decirme palabras que no legaba a entender.

Yo solo quería que continuara así para siempre, que me metiera su miembro cada vez más adentro y más fuerte. Mi cuerpo volvió a temblar y el placer se triplico por las embestidas de mi soldado y pocos segundos después me inundo con su leche.

Los dos estábamos sudados y felices pero el fuego seguía ahí, solo se fue por momento. Necesitaba más!

Continuara…