Comienzos en el Instituto (3)

Llevada por la líbido a lo prohibido, me encuentro en situaciones altamente destructivas y desagradables de las cuales tendré que librarme de alguna manera...

Comienzos en el Instituto (III)

El Pacto con el Diablo (o mejor dicho el Director)

Algoritmos, Borges, Historia Prehispánica, todo eso tenía que estudiar junto con mis demás compañeras para finales de cuatrimestre, mi actividad sexual me había tenido tan ocupada que mis notas comenzaron a bajar dramáticamente y fui llamada a la dirección, llamaron a mis padres, creí que era el fin del mundo y él día que los volví a ver no fue el más feliz de todos. Iban acompañados de una chica que yo nunca había visto en mi vida, mi mamá se veía muy molesta mientras que mi padre se mostraba igual de frío que lo normal.

La muchacha me miró de arriba abajo pero al encontrarse con la mirada de mi madre prefirió bajarla ella. Cuando salimos de la dirección mis padres me dijeron que lo tomara con calma, que no habían ido solo por la baja de mis calificaciones (ya se me hacía raro), que iban a dejar a Ingrid que era mi media hermana, yo no podía creerlo, la tipa tenía mi edad y yo nunca supe de ella, supe que su madre había muerto recientemente y la había mandado para la casa de mi papá, mi papá y mi mamá ya estaban divorciados en ese entonces y la aparición de Ingrid me tiró todas mis expectativas de que volvieran a estar juntos.

Mi mamá me dijo que me cuidara y que me quería mucho, que subiera mis calificaciones y que cuidara de mis amistades, que las relaciones son las que te llevan al poder. Mi papá me encomendó el cuidado de Ingrid un año menor que yo y por lo tanto entraría a primer grado, mi papá pidió que Ingrid compartiera la habitación conmigo pero le lloré a mi mamá que no lo dejara, que no lo hiciera, sabía que eso podía costarme la relación con Lorena y no quería arriesgarme. Ingrid se mostró indiferente ante mi reacción y sólo contemplaba la ventana muy pensativa.

Le dieron un lugar en el tercer piso del Internado, mientras no terminarán su ropa estaría usando la que acostumbraba que sería por una semana aproximadamente. Como era de esperarse con nuestras faltas y demás, Lorena y yo reprobamos varios cursos y en varias clases estaría con Ingrid. Cuando regresé a mi habitación Lorena estaba terminando la tarea de ambas, recuerdo que era una tipología sobre México Antiguo.

Traes una cara que no te fue nada bien con tus viejos eh… ¿Qué vinieron los dos juntos? - dijo ella terminando de escribir en la máquina y se sentó de lado mostrándome sus piernas y luego abriéndolas. La verdad no estaba de humor y ella lo notó cuando aparté la mirada sin descaro. Me eché en la cama y abracé la almohada.

Tengo una media hermana, acabo de conocerla hoy… y además estudiará en el Instituto también. – Lorena se sentó junto a mi y acarició mi cabello. Entonces dijo:

Mientras no se meta contigo… - dijo y yo me reí. Como que ya era demasiado tarde para que Ingrid evitara meterse conmigo. Comenzó a darme un masaje en los hombros y de pronto se abrió la puerta de la habitación, la monja nos preguntó que ¿qué hacíamos? Y Lorena reaccionó rápido:

Le preguntaba si se sentía bien… al parecer tiene un dolor de cabeza muy fuerte.

¿Es eso cierto, Luisa?

Sí, señorita. – respondí hundiendo mi rostro en la almohada.

En ese caso puedes descansar del siguiente periodo, darán gimnasia, supongo que descansar un poco no te vendrá mal. – dijo y me volteé para sonreírle, la verdad era que Sor Kaki como nosotras le habíamos puesto de apodo era bastante comprensiva, había profesado como monja muy joven y realmente nos llevaba unos cinco años a lo mucho. Viéndola bien no era una mujer fea, ni amargada y supongo que debajo del hábito no estaba tan mal o por lo menos se cargaba con un buen frente.

Lorena se levantó y me dijo que qué mal que Ingrid hubiera ingresado pero mientras no descubriera nuestros secretos estaríamos bien. No me había pasado por la cabeza que la hermanastra se pudiera dar cuenta que nos acostábamos con los que podíamos.

La última vez que fuimos a ver a los chicos Gerardo no acudió y todos quisieron cogerme, pero uno hizo referencia a que Gerardo me había nombrado como su puta exclusiva, yo me reí y les dije que si ellos no decían nada yo tampoco y Lorena solo pudo reírse conmigo. Nos la montamos bien los cinco esa tarde, a nadie le faltó ni le sobró semen. Recuerdo que tuve dos vergas metidas en la vagina al mismo tiempo y fue tremendo, mis jugos escurriendo por mis muslos, la pollota mas enorme en mis labios y a Lorena mamando mis senos.

No creíamos que entraran las dos pollas juntas pero lo logramos con mucho esfuerzo y dolor de mi parte, por eso me vino muy bien que me dejaran no acudir a gimnasia, mi vagina seguía muy adolorida y lo peor era que Lorena había quedado con ellos para el día siguiente al que mis padres llegaron, la llegada de mis padres fue por un lado un poco triste verlos tan separados como siempre y por otro lado nos llevaron cosas, cosas que ni el jardinerito podría conseguir en millones de años. Mi mamá me dijo que me veía muy tensa y me compró un masajeador de hombros y muchas baterías, me regalaron para ese entonces mi primer reproductor de compactos y me llevaron más cosas que sería imposible recordar, pero el masajeador de hombros acabó por darnos mucho placer a Lorena y a mi, lo utilizábamos como consolador. Me levanté y abrí los paquetes fui sacando las cosas y puse sobre la cama de Lorena las que iba a compartir, vi el masajeador y me lo empecé a pasar por los hombros pero al sentir la vibración probé poniéndolo entre mis piernas, mi panochita comenzó a mojarse más rápido que siempre y me metía los dedos suavemente y me pasé toda una hora masturbándome, frotando mis senos y pasando el masajeador por mis pezones, debo contarles que son algo grandes y oscuros, siempre se ponen como rocas.

Pasaron varios días y varias visitas a los chicos y Gerardo no se presentaba a nuestras sesiones de sexo que cada vez se ponía más fuerte y perverso, llegamos a utilizar hasta velas encendidas en nuestros anos mientras se las mamábamos a los chicos. Entonces dejé de darle importancia a lo que me dijo, que iba a matarme si me acostaba con los demás pero después de probar la doble penetración vaginal con mis amigos Bruno y Enrique yo no pude parar. Lorena quiso hacer lo mismo y se las metieron más fácil… siempre he envidiado de Lorena que todo le entra rápido y fácil y no importa su largo. El otro, que tenía el nombre más peculiar del instituto de varones solo le decíamos Will de cariño, me tenía a gatas y me estaba dando por el ano, iba de mi ano a mi vagina y me apretaba fuertemente los pezones jalándolos como si fuera a arrancármelos. Besaba mis hombros y me provocaba fuertes oleadas de placer, de momento sentí como se detuvo en seco y se separó de mi sin haber eyaculado, voltee a verlo y Lorena también se quedó quieta junto con sus acompañantes, Gerardo me estaba mirando de la forma más horrible que hubiera visto a nadie en su vida, me hinqué y me le quedé viendo. ¿Qué se sentía el patán? Yo estaba a punto de conseguir un orgasmo y su presencia lo impidió.

Ella lo pidió… - murmuró Will mientras se la meneaba como pidiéndole permiso para continuar, Gerardo lo miró de lo más indiferente y los otros volvieron a empujar al mismo ritmo dentro de Lorena.

Eres un hijo de puta… - murmuré y me levanté, tomé mi ropa y me tapé, realmente la mirada de Gerardo me enchinaba la piel de horror, y con justa razón, después se enterarán. Gerardo se dio la media vuelta, encendió un cigarro y se fue caminando de lo más normal. Cuando sentí Will me empujó al piso y me la enterró en la vagina, comenzó a moverse muy rápido y pronto se vino en mi. Yo no estaba satisfecha así que los otros dos pasaron a darme mi ronda por la boca y la vagina mientras Lorena era lamida y consentida por Will, ella hacía lo mismo con mis pezones. Terminamos rendidos unos sobre otros y riéndonos de lo llenos y satisfechos que estábamos. Ese día cuando regresamos, pasamos por un corredor donde las niñas fresas se juntaban a hablar de que harían cuando salieran del Instituto, en eso un sonido peculiar llamó mi atención.

¡Bastarda!, ¡Bastarda!... – decían a coro muchas de esas niñas. Tenían acorralada a Ingrid y volteé a mirar a Lorena que puso cara de "yo no sé nada" pero acabó confesando:

Bueno, los rumores se corren ¿no? – la miré horrible y le dije:

Eres una boca suelta. - Me acerqué al grupito y me les quedé viendo, al verme se callaron y les dije:

Váyanse a chingar la madre a otro lado niñitas de mamá y papá… estúpidas del orto, ojalá que el diablo se las coja en la noche y les duela bastante. ¿Por qué si se saben esa historia verdad? – les dije y todas se quedaron atónitas por mi florido lenguaje y por lo que comencé a decir: - A las niñas que vienen a esta escuela se las coge el demonio cuando sus padres no están divorciados, ya saben el negocio de corromper almas puras y ñoñas, se les aparece. – dije acercándome a ellas lentamente mientras creaba expectación por mi forma de expresarme – en forma de una sombra enorme, muy fea y como gelatinosa, luego salen tentáculos de ella que te cubren la boca para que no puedas gritar así tu compañera de al lado esté en sueño no muy profundo, luego te rompe la ropa y comienza a merodear por sus cuerpos causándoles mucho dolor y haciendo que se les abra la piel infectándola con una gran pus. Por ultimo, una especie de tentáculo mayor aparece en escena y tiene forma de verga, pero es como de treinta centímetros solo el glande y al entrar en ustedes aquí, las parte en dos y las deja inconscientes del dolor, - grité acercándome a una de golpe y le levanté la falda aprovechando para tocar su vulva, se puso a llorar y las demás me miraron asustadas- eso se comienza a repetir noche tras noche hasta que se gradúan y se van. – todas estaban espantadas, vi la cara de Lorena estaba divertidísima con mi historia, mi pobre hermanastra estaba asustada y eso que acababa de inventarme eso para defenderla. La miré a los ojos y le dije

Venga, acompáñanos. – una de las niñas que habían escuchado la historia me dijo como sin creerla:

¿Y que…? ¿A ti ya te ha cogido el demonio y por eso es que sabes los detalles? – yo me reí y le dije:

Claro, y me encanta, algún día te enseñaré las cicatrices que quedan. – la niña se miró con miedo con las demás y comenzamos a caminar con Ingrid. Esta me dijo:

¿Es cierto que pasa todo eso? – Lorena le dijo:

No seas boba, claro que no.

No, no pasa. – dije divertida – lo acabo de inventar para que esas estúpidas te dejaran en paz.

Gracias. – dijo sonriéndome y entonces me dijo:

Bueno, me regreso a mi habitación, me dejaron muchas tareas y eso que apenas llegue.

Siempre es así a comienzos de cuatrimestre.- dijo Lorena y nos despedimos de ella. Cuando llegué a la habitación encontré un sobre en mi cama. Creí que era un gesto de ternura de Lorena y lo abrí con prisa.

Luisa:

Te veo en los corredores a media noche, sola , si se te ocurre no hacerle caso a esta nota juro que hablaré con el director y la superiora créeme que la pasarás muy mal. Quiero que traigas algunas cosas, necesito ligas para cabello o de las normales, varios de esos prendedores que usan en el cabello, en fin todo aquello que puedas utilizar que sea elástico o con metal en el cabello.

No tenía firma, se la enseñé a Lorena acusándola, ella la leyó y dijo no saber ni como había llegado ahí.

Seguro es uno de los chicos queriendo jugar a algo… - dijo Lorena inquieta. – Voy contigo.

Nooo, capaz que me acusan y para qué queremos líos las dos. – dije preocupada. Lorena me ayudó a conseguir las liguitas y demás que me habían pedido. Salí cubierta por la noche aprovechando que esa noche le tocaba ronda a Sor Griselda y era una ancianita como de 70 años, así pasara enfrente de ella bailando desnuda y con reflectores no me vería. Salí con toda naturalidad de los dormitorios y llegué a las puertas que nunca cuidaban, los corredores estaban oscuros, y no podía ver. No me atreví a caminar mas de dos pasos y pensé en regresarme, en eso una luz me deslumbró y sentí que algo muy malo iba a pasarme, luego un golpe en la cabeza me dejó sin conciencia, realmente no tengo idea de cuanto tiempo fue el que estuve inconsciente, tenía las manos atadas a algo por separado según sentí, colgaba de una especie de lámpara, en medio de una bodega llena de humedad y cajas enormes, bancas arrumbadas y ruidos que me ponían los nervios de punta, tenía cinta canela en la boca que me impedía gritar, algo apretaba mi cuello fuertemente, miré hacia arriba y vi mis manos sujetas a una especie de tubo con muchas sogas, sentí una presencia detrás de mi y sentó como algo frío recorría mi espalda.

Te presento a Blood… - escuché la voz de Gerardo, tenía entre las manos una serpiente que al principio creí que era de plástico pero luego cuando la vi moverse sentí un escalofrío tremendo de miedo y angustia. La puso en mis piernas y la viscosidad de la serpiente me provocó nauseas pero la cinta canela no me dejaba gesticular. – Como veo que te gusta que intrusos se metan a tu cuerpo… no creo que Blood te moleste mucho ¿verdad? – preguntó y sentí como el animal se movía hacia arriba con la ayuda de Gerardo llegó a mi vagina desnuda y la empujó, sentí como se abría paso y Gerardo la detenía para que no se fuera entera. Las lágrimas comenzaron a aflorar de mis ojos y comencé a negar con la cabeza. Gerardo se rió y me preguntó:

¿Ahora te arrepientes de haberte dejado coger por dos a la vez por el mismo hoyo? – Le afirmé con la cabeza, quería que me quitara el animalejo pero ya. De un golpe lo quitó y lo mandó lejos. Me arrancó la cinta canela y pude sentir como la sangre salió de mis labios que habían sido maltratados.

¡¿Qué es lo que pretendes maldito?! – grité iracunda y temerosa al mismo tiempo. Gerardo se rió y me colocó otro pedazo de cinta para callarme. Luego puso cinta sobre mis pezones y en mi entrepierna, dio tirones muchos, los arrancaba de golpe y los volvía a colocar. Traté de cerrar las piernas para impedirle que me siguiera arrancando más vello púbico pero se rió como desquiciado para decir:

Eso de lo que estas colgada se llama arnés, si coloco amarres aquí y allá… - dijo amarrándome los tobillos. Jaló de una cuerda que estaba próxima y mis piernas se abrieron, quedé colgando de las muñecas y con las piernas bien abiertas, me colocó más cinta canela como el triple a lo que es una tira y dio un jalón que me dejó casi desfalleciendo de dolor. - ¿Te arrepientes Luisa? – me preguntó y yo asentí con todas mis fuerzas, el dijo en tono cínico.

¡La nena se arrepiente! – entonces tiró al mismo tiempo de las cintas canela que cubrían mis pezones y sentí un gran dolor invadiendo todo mi cuerpo. Para esos momentos mi vagina sangraba junto con mis labios y mis pezones. Se sacó del bolsillo del pantalón las liguitas que había conseguido y dio fuertes tirones de mi pezón derecho, sin que yo quisiera se endureció. – Eres muy puta chiquita… lo sabías… no creí que esto te excitara… - dijo y le dio varias vueltas a mi pezón con la liguita provocándome aun más dolor, hizo lo mismo con el otro y aun peor con mi clítoris, lo jaloneó con los dientes y después con los dedos.

¡Orina! – me ordenó. No podía hacer eso frente a él, volteé mi cabeza hacía un lado y no quise verlo más. - ¡Orina perra! – me gritó pero me contuve, entonces me dijo: - Ni modo, si orinabas pensaba parar ahí, fue por un frasco y lo abrió sacó varias agujas de diferente grosor y al verlas quedé atónita. Mis pezones estaban demasiado rojos y adoloridos por las ligas y los volvió a jalonear sin compasión, entonces me enterró una aguja en el pezón izquierdo lentamente la pasó y luego otra más gruesa y otra más gruesa y fue cambiándolas de grosor sin darme tiempo, yo lloraba y me movía para que me dejara en paz pero no podía. En determinado momento metió sus dedos en mi vagina y la sintió húmeda, entonces se burló: - ¿Qué tipo de perra eres? ¡Estás mojadísima! - Me miró como condescendiente y dijo:

Después de que te traigo regalos… - entonces me mostró tres aros como aretes. - Estos son piercings, son la moda ¿sabías? Si te los quitas, todo lo que te haré esta noche será poco comparado con lo siguiente. Abrí grande los ojos al sentir como me pasaba las agujas hasta llegar a clavos justo enfrente de las ligas que apretaban mis pezones, me puso los aros y arrancó las ligas, la sangre caía a gotas de esos tres lados. Mi mirada estaba perdida, no recuerdo bien pero el me dio varias cachetadas y no reaccioné. Se acercó al arnés que sujetaba mis muñecas y me bajó hasta que estuve a la altura de su pene, me lo fue metiendo despacio, muy despacio y luego comenzó a bombear como siempre son ese dolor en el útero. Se sujetaba de mi cadera y hacía todo en círculos entonces murmuró:

No puedo creer que después de que te la hayan metido dos al mismo tiempo la sigas teniendo tan apretada… - dijo y sentí como las convulsiones de un orgasmo se acercaban, cuando sucedió el me metió un dedo y apretó fuertemente en mi pared vaginal tallando mi vientre, eso me estimuló hasta que me hizo orinar. Se carcajeó sádica y desquiciadamente, no me importaba, ya no sentía más que el dolor en el clítoris y los pezones. Me arrancó la cinta canela y pude sentir el sabor de mi sangre en mis labios, no tenía fuerzas para luchar y no tenía fuerzas para gritar, solo podía mirarlo y el se paseaba desnudo sin ninguna culpa. Me miró y me preguntó:

¿Te arrepientes de haberles dado hoyo a todos ellos? – lo miré pidiendo misericordia y asentí, pero me dijo: - No, no te me haces congruente… habrá que castigarte más putita. – dijo y levantó un palo de escoba del piso, lo rompió y quedó una parte pequeña, se acercó a mi y besó mis hombros luego lo introdujo de golpe por mi ano y sentí un dolor no descriptible en unas pocas líneas, lo metía y lo sacaba violentamente, con todo el miedo del mundo junté fuerzas y dije:

¿Vas a matarme? - Gerardo me miró inquieto y dijo:

Pues espero que no te mueras, aunque lo mereces… no me apetece cargar con una muerta en mi conciencia además sólo te estoy dando un pequeño castigo… - Si ese era el pequeño nunca quise imaginarme cual sería el grande. Se cansó al parecer de lastimarme el ano con el palo de escoba y me dijo:

Era de plástico la escoba… no creo que te hayan quedado astillas pero igual te tendrá que revisar muy bien el médico y no sé que explicación darás. – me dijo, entonces me vino a la mente que habían pasado demasiadas horas y me había estado torturando desde hacía mucho seguro ya se habían dado cuenta de mi ausencia y Lorena les diría, esperaba que alguien llegara a ayudarme pero nadie aparecía, me sujetó de nuevo de las caderas y me la enterró bien adentro, esta vez bombeó hasta chorrearme entera, sin quererlo me vine junto con él. Entonces replicó:

¡Vez, tenemos química corporal!, no sé por qué tenías que hacerlo todo tan difícil. – dijo y tomó unas cuerdas al parecer de plástico, se veían extrañas y en efecto solo eran tiras de plástico pero tenían agujas pegadas al final. – ¡No quiero que me vuelvas a desafiar, puta! ¡Vuelve a ponerme en vergüenza con mis amigos y ya verás! – gritó y comenzó a azotarme la vagina con esos plásticos mojados, las agujas se enterraban a veces y el plástico dolía inmensamente. Grité todo lo que pude esperando que alguien me escuchara pero nadie lo hizo. Cuando se cansó de azotarme me quiso penetrar pero la sangre chorreaba y le dio asco, caminó hacia el arnés y me bajó aun más haciendo que mis pies estuvieran casi a la altura de mi cabeza.

¡Chúpamela, mi amor! – dijo y me pasó su verga por la boca varias veces, tuve que dejar que la metiera y que me follara la boca hasta venirse una vez más. Terminó echándome todo el semen en la cara y volvió a escupirme en la boca, luego me beso y tuve que responder cuando sentí que jalaba de los aros de mis pezones, me daba mucho miedo que los arrancara y mucho más el del clítoris. Se sentó junto a mi y observaba el aro del clítoris, yo solo lo veía brillar entre la oscuridad. Entonces Gerardo se levantó y gritó:

Y eso es todo público, ¡esta puta es mía! Pero como se portó mal, todos vamos a darle su nalgada. – gritó y las luces se encendieron, sonó un fuerte aplauso para Gerardo, en efecto era una bodega del Instituto de varones y nos estaban observando cerca de cuarenta chicos, todos se habían abierto la bragueta del pantalón y se masturbaban.

Amarrados y amordazados estaban mis amigos Will, Bruno y Enrique, varios chicos gay se los estaban rolando y les estaban metiendo la verga hasta acabar. Las lágrimas corrieron de mis ojos a mis senos al ver ese espectáculo que para mi era tan ofensivo, había sido humillada por Gerardo que al parecer iba a ser duro de quitar del camino y mis amantes temporales estaban siendo violados por esos mariposones que les llevaban uno o dos años. Siempre he creído que en el sexo todo se vale pero no cuando alguien no está de acuerdo como en este caso, ahora entiendo por qué el temor a cogerme cuando el advirtió que no lo hicieran la primera vez.

¡Por puta! – gritó un chico y con una tabla larga y con hoyos me dio un tremendo golpe en el trasero, se lo dio al siguiente que también me gritó una guarrada y me dio otro golpe, todos pasaron y me golpearon incluido Gerardo. Yo gritaba a más no poder con cada golpe, no los pude contar y la intensidad de mis gritos fue inversamente proporcional a la cantidad de golpes. Para terminar todos me rodearon por turnos masturbándose y me echaron su semen encima, quedé bañada, Gerardo dijo que si quería semen solo lo pidiera él tenía bastante para mi, mientras a mis amigos les hacían lo mismo que a mi con las agujas. Siguieron turnándose y uno le pidió permiso a Gerardo para que yo se la mamara, Gerardo se sintió con cierto poder y dijo:

Bueno…. Ya vieron todos de lo que soy capaz si me desobedecen, está bien, te la puede mamar. - dijo y tuve que chuparle su asquerosa polla a ese pendejo que tendría unos 15 años, pronto todos estaban haciendo peticiones de mi boca, mi ano y mi vagina, Gerardo negó con la cabeza y dijo que solo aquellos que le cumplieran favores realmente grandes los dejaría probarme sin restricciones y que esa mamada iba por cuenta de la casa. Cuando no hubo más carga de semen todos se pusieron los pantalones y se marcharon, mis amigos amantes estaban igual de exhaustos que yo y gemían de dolor puesto que no acababan de ponerles los piercings. Gerardo me desató las piernas y las manos, me dejó caer al piso como una muñeca, se colocó encima de mi y me penetró suavemente, esta vez no me montó como las demás, se la llevó despacio, después puso mis piernas en sus hombros y comenzó a empujármelo todo bien adentro.

Di que me amas.- gruñó. Al principio me negué a contestar pero lo volvió a preguntar jalando del piercing del clítoris.

Claro que te amo. – murmuré gimiendo, realmente me estaba provocando placer, se separó de mi y comenzó a pasar su lengua por mi vulva y mi ano, tenía escalofríos de placer, cuando me vine volvió a ensartármelo y bombeó como perro, como loco hasta terminarme bien adentro, cuando sacó su verga, todo el semen resbaló por mis muslos. Me dejó en el piso en lo que el tomaba fuerzas, la verdad es que yo estaba tan adolorida que no podía moverme, tomó una de las sabanas con las que habían cubierto unas cajas y me limpió el semen del cuerpo, me envolvió en ellas y me cargó. Le gritó algo a los muchachos que seguían violando a mis amigos, me recargó en su pecho y recogió mi ropa, la puso sobre mi y me llevó por los corredores, era un verdadero lío no perderse ahí, a veces se detenía a besarme en el cuello o la boca, y yo paraba mis pensamientos tratando de no corresponderle sentimentalmente, después de todo lo que había hecho, veinte minutos de ternura no lograrían que yo no quisiera vengarme, creí que me tiraría cuando llegáramos cerca de mi colegio, pero no lo hizo, miró su reloj y avanzó rápidamente por los arbustos de mi Instituto, me besó por última vez en ese día en los labios y me colocó en los brazos de alguien, yo no tenía fuerzas de nada. Solo pude sorprenderme cuando vi la cara del director, Gerardo intercambió un saludo con él pero eso fue todo. ¡Todo estaba muy arreglado!, el director me llevó a las duchas, a penas y podía estar de pie después de todo lo vivido esa noche. Así que terminé arrodillada bajo el agua helada.

Así que tenemos un secretito… Señorita Colmenares. – murmuró en sigilo. Creí que las monjas nos verían en cualquier momento.

Señor… yo no sabía lo que

Ahórrate las explicaciones, sé que tú y tu compañera de cuarto visitan a esos chicos cada que pueden y se montan bonitas orgías… ¿cómo repararas el daño a la institución Luisa?

No lo sé… - dije lavándome el cabello con desgano.

Te diré como… - dijo el hombre y con voz grave arguyó: - Quiero que le hagas a tu hermana todo lo que Gerardo te hizo a ti. – Sólo pude verlo con una mirada sorprendida. – Si no lo haces… tus padres sabrán el tipo de puta que eres, recuerda que tenemos fotos y videos… te quedas en tu Instituto Luisa. – dijo marchándose y dejándome bajo el chorro de agua helada. No cabía en mi cabeza hacerle eso a Ingrid. Vi los piercings que Gerardo me había colocado y pensé en las consecuencias de mis actos si me los quitaba o no hacía lo que el director deseaba, todo estaba tan manipulado. Ahora debía pensar en como debía actuar con mi media hermana para no ser delatada.

Continuará