Comienzos 2
Este es el segundo capítulo que fue eliminado cuando desapareció la categoría de primera vez. Espero que os guste.
Comienzos 2
(Una historia de Sandra)
Para saber algo más sobre los personajes de esta historia y conocer mejor sus antecedentes podéis leer mis otros relatos. La serie “El acuerdo” y “La celda”.
Pero podéis leer estos relatos con independencia. Espero os gusten.
Sandra atiende a sus primeros clientes en un prostíbulo como parte de su iniciación.
Segundo Servicio
- Parece que has tenido bastante éxito con tu primer cliente.
- ¡Irene! ¿Cuándo has entrado? No te he oído pasar.
- No te relajes demasiado, que te quedan dos servicios más.
- Oh sí es verdad. Ojala sean como este.
- ¿Lo has disfrutado verdad, zorra?
- Sí la verdad es que sí. (Confesó Sandra sin evitar azorarse un poco)
- Por lo que han comentado en recepción, parece que pusiste todo tu empeño en hacer un buen servicio. El cliente hablaba maravillas de ti, claro que era su primera vez, pero has dejado muy buena impresión. Con un poco de suerte puede que tengas al padre y al hijo en tu cartera de clientes.
- ¡Vaya! Gracias…
- De nada chica, me limito a transmitirte lo que han comentado a la salida. Por cierto, han dejado una suculenta propina para ti solita. Pero no te hagas demasiadas ilusiones, no todos los clientes son tan generosos, ni los servicios tan cómodos y placenteros. Los que vienen ahora te exigirán más. Así que no estés remoloneando y vete preparando para los siguientes. ¿Sabes que tienes que atender a un grupo no?
- ¿Un grupo? ¿No eran tres?
- Es que así llamamos a los servicios de más de dos clientes. No son muy corrientes estos servicios pero de vez en cuando… Y estos han esperado quince días para poder tenerte.
- No, ¿cómo podían esperarme si comienzo hoy?
- Es que Don Ramiro te los ha estado reservando para tu debut así que han estado esperándote hasta ahora. No son clientes habituales, son tres obreros a los que su jefe les ha regalado una fantástica se sesión con una puta de lujo. Así que ya sabes eres su regalo. No creo que sean tan tiernos como el anterior.
- ¡Pufff...! Ni yo. ¿Me alcanzas la toalla?...
Sandra no tardó en acicalarse y arreglarse para su siguiente servicio. Esta vez eligió un elegante conjunto rojo de sujetador y braguitas completados con un picardías semi-transparente a juego. Unos sofisticados zapatos de tacón y unas medias también rojas completaban su indumentaria. Volvió a maquillarse y se recogió el pelo con una graciosa coleta sujetada con una goma, como no, roja. Apenas le quedaban unos minutos para recibir a sus clientes y de nuevo una ligera inquietud la embargaba. ¿Cómo serían? ¿Serían muy exigentes? Seguro que más que el anterior sí. ¿Qué cosas querrían de ella? ¿Sería capaz de dejarlos tan satisfechos como al chico? Eran tres, no sería fácil. Llamaron a la puerta.
Apenas hubo entreabierto la puerta cuando unas gruesas manos decididas la empujaron para dejar franco el paso a la habitación. Tres fornidos hombres de mediana edad entraron con firme determinación hasta el centro de la habitación. Sandra apenas tuvo tiempo de echarse a un lado y apartarse antes de que la arrollaran aquellos brutos. Cuando hubieron pasado cerró la puerta y se volvió hacia ellos. Uno se había sentado en un pico de la cama con las piernas abiertas como queriendo enseñar su paquete. Otro que parecía el más joven, no llegaría a la treintena, había hecho algo parecido sentándose en un cómodo sofá. Y el tercero, el mayor de los tres, miraba en el espejo como si estuviese buscando algo mientras se rascaba despreocupadamente en su entrepierna. Evidentemente, no eran nada tímidos, a ver por dónde salían.
- Hola, soy Sandra.
- ¡Coño! La puta habla. Yo creía que las zorras sólo abrían la boca para chupar. Comentó el que estaba sentado sobre la cama.
- O tragar. Concluyó el del sofá.
- Vaya unos modales. La muy pendeja se presenta con educación y no sois capaces de presentaros. Valientes caballeros estáis hechos. Terció el más viejo. Yo soy Cabrón. Este es Pollón, señalando al de la cama. Y aquél es Cipotón. Y estamos listos para hacerte un favor, muñeca.
- Bueno, uno y los que te hagan falta zorrona… que ese culazo parece hambriento. Añadió el de la cama, es decir Pollón.
- Ven “pacá”, furcia, te voy a enseñar lo que es un hombre…
Evidentemente tendría que adoptar otra estrategia. No podía ir de putita tierna con aquellos brutos o sería un pelele en sus manos. Tendría que sacar sus uñas e imponerse si quería ser ella la que manejase el asunto.
- Muy bien nenes, así que os creéis muy hombres. Pues tendréis que demostrarlo. Aquí hay mucha hembra para vosotros y no estoy muy segura de que deis la talla.
El ataque de Sandra tuvo su efecto, el más joven e impulsivo, el del sillón, o sea Cipotón se levantó como un resorte lanzando votos dispuesto a hacer callar a aquella puta insolente. Pero el mayor, adivinando el juego de Sandra le cortó el paso.
- Dónde vas Cipotón… Que enseguida te calientas. La puta tiene razón, las cosas no se hablan se demuestran. De primera quiero ver si esta puta está lo suficientemente buena como para que me la folle. La quiero ver sin el envoltorio.
- Eso, eso… Jaleó Pollón.
Sandra ya tenía bien claro quién mandaba entre los tres y decidió que debía concentrar su atención en el mayor para dominarlos a todos. Por otra parte, el impulso violento del joven la había asustado algo, por lo que tendría que medir bien sus palabras. Irene le había asegurado que si los clientes se volvían violentos podía pedir socorro y los gorilas la rescatarían pero las primeras hostias se las llevaba seguro. Afortunadamente todo había quedado en un amago. Pero debía dejar bien claro que no toleraría otro.
- Oye dile al nene que no está en el patio del colegio. Y que si quiere jugar conmigo no se debe pasar un pelo. Si me ponéis la mano encima se acabó. Soy una puta no un saco de boxeo. ¿Enterados?
Sandra miró con firmeza a sus interlocutores sobre todo al impulsivo joven. Quería dejar bien claro las cosas que no estaba dispuesta a tolerar y lo estaba consiguiendo. El impulsivo y joven Cipotón apartó su mirada reprochándose su falta de dominio, había ido allí a follarse a una tía, no a perder los papeles y pelearse. Los tres hombres concordaron con las palabras de Sandra pero eso no significaba que la dejarían mangonearlos en todo.
- Enterados, zorrita. Tienes razón, nosotros tampoco hemos venido a pelearnos sino a follar. Perdona a Cipotón a veces es demasiado impulsivo. Concluyó Cabrón. ¿Nos vas a mostrar la mercancía o no?
- Pues claro a eso habéis venido. Dijo Sandra sonriendo con lujuriosa intención. Habéis venido a conocer a una hembra de verdad y aquí la tenéis…
Sandra se despojó con gracia y habilidad de sus prendas. Pensó por un momento en jugar con aquellos brutotes y quitarse las medias despacito y todo eso; pero temiendo impacientarlos, se despojó de su picardías y sostén mostrando sus hermosos y desafiantes pechos.
- ¿Os gusta la mercancía? Dijo orgullosa.
No le respondieron con palabras, los tres la miraban absortos como si temieran despertar de un sueño. Por toda respuesta afirmaban con la cabeza al tiempo que liberaban sus duras estacas de la prisión de sus pantalones. Los dejó embobados pero no por mucho tiempo. El que permanecía en la cama tiró de ella atrayéndola a su enhiesta polla conminándola a chupársela. Pero Sandra se zafó de él y los mandó a la ducha. De nuevo tenía que imponerse a la voluntad de sus clientes, debía hacerles cumplir las normas. Los dos más jóvenes estuvieron protestando con ella unos minutos, el más veterano sabiendo que era inútil quejarse, pasó rápidamente al baño y se duchó con premura. Cuando salió estaba dispuesto a reclamar a su hembra, mientras los otros dos seguían perdiendo el tiempo. Se sentó en el sofá con su mástil apuntando al cielo y echándose hacia atrás exigió las atenciones de Sandra.
- Vamos muñeca, deja de perder el tiempo con esos dos pánfilos y enséñame lo que sabes hacer.
- Como quieras encanto.
Sandra se volvió ignorando a los otros dos, y se acercó a Cabrón contoneándose seductoramente y luciendo una lúbrica sonrisa. Los otros dos comprendieron rápidamente lo que debían hacer y se lanzaron como posesos para alcanzar el aseo. No pensaron en ningún momento en compartir el aseo y ducharse juntos el que se quedara fuera a esperar. Nuevamente, la experiencia ganó a la juventud y el impetuoso Cipotón se quedó fuera observando cómo Cabrón comenzaba a disfrutar de las atenciones de Sandra. Ésta se había arrodillado de espaldas a él por lo que tenía una magnífica vista de su prieto culito, todavía cubierto por sus sugerentes braguitas. Miraba con envidia la cara de satisfacción de su compañero mientras la cabeza de la puta subía y bajaba con acompasado ritmo. Cabrón estaba disfrutando de la mamada y no hacía ningún esfuerzo por ocultárselo a su impulsivo compañero. “Así aprenderá para la próxima. Tiene que espabilar”. Se decía mientras sentía en su polla el ardiente abrazo de los labios de Sandra.
Sandra por su parte se concentraba en satisfacer la polla que tenía disponible olvidándose de las otras dos que seguramente no tardarían mucho en aparecer. La que ahora mismo le ocupaba la podría catalogar como una polla normal tirando a grande. Poco mas se podía decir de ella, salvo que parecía una piedra y su dueño tenía pinta de saber lo que hacía. Se preguntaba si los apodos que se habían puesto guardarían alguna relación con la realidad o eran simples fanfarronadas. Un ruido a sus espaldas le indicó que pronto tendría dos pollas que atender y la posible respuesta a sus cavilaciones.
Efectivamente, Pollón acababa de salir del aseo y se encontró con un ansioso Cipotón que apenas le dejó tiempo para apartarse. No tardó en descubrir la razón de las prisas de su compañero. La soberbia actuación de Sandra no dejaría a nadie indiferente.
- Pollón ven, parece que esta puta sabe usar la boca después de todo.
La invitación de Cabrón no fue desatendida y rápidamente se acercó al sillón colocándose al lado de su compañero. Sandra tenía otra polla que atender y aunque sorprendentemente no estaba totalmente erecta, se podía apreciar que era de un tamaño respetable. Como el más joven calzase otra herramienta similar… bueno entonces los motes estarían bien puestos. Sujetando la polla de Cabrón como para asegurarse de que no se iba a escapar, Sandra se lanzó golosa a por la de su compañero. Sin darle mucho tiempo a reaccionar se la tragó entera.
- ¡Vaya! Pollón se la ha metido hasta los huevos.
- Sí… Pero así es fácil, todavía está dormida, ya veremos si es capaz de hacer lo mismo cuando despierte.
Al tiempo que masturbaba la verga del más viejo, Sandra comenzó a chupar y succionar la herramienta de Pollón. Éste casi por instinto, sin pensar, asió su cabeza guiando los estimulantes movimientos de su puta. Verdaderamente, aquella boca sabía lo que se hacía, con cada lametón, con cada inmersión en aquella aterciopelada y cálida garganta, su querida herramienta cobraba más y más consistencia. Cada vez que Sandra llegaba a engullir su aparato hasta la base le costaba un poquito más. Cada vez la notaba un poquito más dura, un poquito más gruesa y sobre todo un poquito más larga. Pero para consternación de Pollón aquella maldita zorra se enfundaba su aparato con normalidad. Incluso se permitía el lujo de aguantar la respiración durante un minuto largo con todo su cipote llenándola las entrañas y sin pestañear.
- ¡Qué! Nunca os la habían mamado así ¿a que no?
Logró decir Sandra tomándose un pequeño respiro. Les miraba con total descaro. Una libidinosa sonrisa de satisfacción llenaba su cara de viciosa. Sus manos no paraban de masajear arriba y abajo, las dos trancas que tenía a su disposición. Aquellos hombres habían entrado buscando a una puta que les satisficiera y se habían encontrado con un zorrón de primera.
- Sí, zorra se puede decir que sabes usar tu boquita. (Cabrón se negaba a reconocer el buen trabajo de Sandra.) Vámonos a la cama para ver qué más sabes usar y estar más cómodos.
- Oye, ¿No crees que Cipotón está tardando mucho?
- ¡Nahh! Seguro que el “espabilao” se está haciendo una paja en la ducha.
Cipotón salió del baño bastante mosqueado y haciendo bastante ruido para darse a conocer. No le había hecho gracia el comentario de Cabrón. Sin embargo Sandra no se fijó en su enfado sino en la tremenda erección que lucía en su entrepierna. Efectivamente, los apodos no eran motes arbitrarios sino bastante descriptivos de la realidad. Si la verga de Pollón era bastante grande, la de Cipotón no se le quedaba atrás, a Sandra le pareció que era un poquitín más gorda, aunque no mucho más larga. Sin dar tiempo a mucho más se colocó delante de Sandra reclamando su parte. Mientras comenzaban las recriminaciones entre ellos, Sandra se dedicó a lo suyo y comenzó a tomarle las medidas a Cipotón. Comenzó suavemente para luego engullirse su herramienta por completo como había hecho con sus compañeros. Sorprendido por la habilidad de Sandra dejó escapar un gemido que acabó con las desavenencias entre ellos por el momento. Una vez de acuerdo, decidieron ir a la cama para como había dicho Cabrón estar más cómodos.
Una vez en la cama, Sandra fue agasajada con toda suerte de sobos, besos caricias, roces... Sandra no pudo evitar comparar estas caricias con las que le proporcionara un poco antes el joven inexperto. Mientras las de Luis eran suaves, tiernas y cariñosas. Las de los tres obreros eran rudas, enérgicas y descaradas. Las curtidas manos de los trabajadores, eran de tacto más áspero pero no era solo eso. Aquellos hombres no parecían muy interesados en hacerla gozar, más bien como dirían ellos: “querían calentarla para que les fuese más fácil follarla”. A pesar de todo, lo estaban consiguiendo. No porque fuesen hábiles, sino porque era tal la cantidad de estímulos simultáneos que le llegaban de todas partes de su anatomía que le era imposible no responder. Sandra tampoco permanecía ociosa y su boca y sus manos trabajaban a destajo.
- Creo que nuestra zorra ha estado demasiado tiempo “vestida” Vamos a ver qué esconde por aquí. Quizás haya más agujeritos que tapar.
Cabrón se había cansado ya de la boca de Sandra y quería probar nuevas sensaciones. Por eso, sin pensárselo mucho, le quitó el tanga que aún cubría los tesoros de la chica. Sandra sabía lo que venía a continuación, tenía que darse prisa…
- Vale. Cabrón pero primero la goma…
El tono de Sandra no admitía réplicas, era una de las pocas cosas que debía reclamar y en las que ella mandaba. El viejo Cabrón quiso hacerse el olvidadizo pero Sandra abandonando a los otros le hizo ver que no tenía opción.
- ¿Quieres acabar aquí la fiesta? Porque si es así sólo tienes que seguir desenfundado. Mira dónde tienes la puerta. El próximo que se quiera hacer el listo termina con la diversión.
- Serás Puta… (Replicó Cabrón, bastante ofendido.)
- Seré Puta pero nadie me dice cómo debo hacer mi trabajo. ¿Acaso te dicen a ti cómo hacer el tuyo?
- En eso tienes razón… Vale, perdona no volverá a pasar.
Cabrón se enfundó el preservativo y los otros dos volvieron a demandar la boca de Sandra. Sandra se quedó a cuatro patas, ofreciéndole su coño y su culito a Cabrón. Éste se colocó detrás agarrándose a las caderas de la muchacha dispuesto a penetrarla.
- AAAAAYYYYY. CABRÓN.
- Ese soy yo, ya nos vas conociendo ¿eh Zorra? Ya sabes por qué me llaman Cabrón, porque me gusta dar por culo.
El muy bruto la había empitonado por completo en su agujerito más estrecho. Le había abierto el culo hasta el fondo y sin anestesia. De verdad hacía honor al nombre. Una vez comprobados los efectos de su inyección, Cabrón comenzó un potente bombeo buscando la mayor incomodidad para Sandra. Sandra apenas podía masturbar a sus dos compañeros porque la embestía con deliberada rudeza. Los otros, que ya lo conocían, decidieron cambiar de postura y probar nuevos agujeros. Esta vez sin embargo parecía haber acuerdo entre ellos…
Pollón, una vez engomado, se colocó tumbado en la cama haciendo que Sandra se empalase por el coño. Cabrón la volvió a ensartar por el culo mientras que Cipotón le llenó la boca. Era la primera vez que Sandra tenía todos sus agujeros llenos con pollas naturales. Nunca había estado con tres hombres a la vez y a pesar de que era evidente que ella sólo era un mero objeto del que disfrutar, no podía evitar excitarse cada vez más. La constante e inacabable estimulación de todas sus zonas erógenas, aunque fuese tan exquisita y delicada como un bocadillo de aceitunas, no podría dar otro resultado. Afortunadamente para ella, no podía gemir. Bueno en realidad lo único que podía hacer era mantener el equilibrio agarrándose a la cabecera. El ritmo, la potencia y la profundidad de las penetraciones los marcaban ellos. Lo más que podía hacer ella era aguantar y encajar lo mejor posible los tremendos estacazos que le llegaban de todas partes. Sus tetas se bamboleaban frenéticas respondiendo al duro bombeo que venía de atrás. Su boca ensartaba el falo de Cipotón respondiendo al mismo empuje. Sandra tuvo la sensación de que no era la primera vez que esos tres se follaban juntos a una mujer.
Los tres obreros no paraban de alabar los diferentes agujeritos de Sandra. Cada uno el que tenía en suerte como si tratasen de convencerse entre ellos de que el agujero del que disfrutaban era el mejor. Sin embargo nadie puede soportar semejante ritmo indefinidamente. Sandra sin quererlo, estaba a punto de correrse. En cuanto lo hizo, los espasmos involuntarios que la recorrieron entera hicieron que Cabrón no pudiese contenerse más y acabara, significando el suceso con un prolongado gemido. Pollón continuó la cadencia de su pistoneo imperturbable por lo que Cabrón decidió salirse del cálido agujerito que tanto le gustaba. El alivio para el anito de Sandra duró poco. Cipotón en cuanto vio el asunto despejado, no se lo pensó dos veces, y cambió de aires. Poniéndose el preservativo de rigor no tuvo ningún reparo en perforar la puerta de atrás. Al fin y al cabo, él era el único que solo había catado una de las deliciosas entradas de la chica.
Sandra podía por fin descansar su dolorida mandíbula que comenzaba a resentirse por la labor continua y sin descanso a la que habíase visto forzada. El folleteo sin embargo, había cambiado poco para Sandra, seguía a merced de los hombres que la cabalgaban, la única diferencia era que ahora su cabeza podía mirar a los lados. Por lo demás las pollas que ahora la llenaban eran grandes pero había sido bien entrenada y no se quejaba. Este hecho no dejaba de asombrar a los obreros que se pensaban que las putas de lujo eran más delicadas y aguantaban menos los embates de un hombre de verdad. Al final resultaría que sí se merecerían el dineral que se pagaban por ellas. Si todas las putas de lujo eran como esta, no les importaría pagarse otra ronda por su cuenta.
Cabrón no se estuvo quieto demasiado tiempo, después de recuperarse un poco, volvió a la carga. Cipotón viéndolo acercarse, asió de la coleta a Sandra obligándola a echar la cabeza hacia atrás y después a erguirse ligeramente.
- ¡Mira Cabrón! El caballito. Esta yegua no para de pedir polla. ¿A que no? (Un tironcito en la coleta le indicó a Sandra que debía responder.)
- Vamos Cabrón a ver si eres capaz de llenarme.
- Te voy a tapar esa sucia boca furcia. Vas a aprender a mantener tu boca de guarra ocupada en cosas productivas.
Sandra no pudo responder nada más, la verga de Cabrón le tapó la boca. Otra vez tenía ocupados todos sus agujeritos. Sin embargo, los otros dos clientes estaban listos para descargarse. Sus bombeos eran ahora descoordinados, frenéticos y más intensos. Casi al unísono los dos hombres anunciaron sus respectivos orgasmos, poco después liberaban el espacio que ocupaban. Esto le permitió a Sandra poder dirigir ella el ritmo de su mamada y hacer las cosas a su modo. Cabrón terminó de agradecer las atenciones de la muchacha recuperando su erección. Ahora tenía otras intenciones…
Aprovechando el mayor espacio que había en la cama, Cabrón se tumbó obligando a Sandra a que lo cabalgara. Quería ver qué tal se movía esa puta. Conociendo los gustos de su cliente Sandra no tuvo ninguna de duda de por dónde debía ensartarse.
- ¡Qué malo es conocerse! ¿Eh puta? Has adivinado por dónde quería metértela.
- Es mi trabajo Cabrón. Conocer a mis clientes.
- ¿Y sabes también cómo me gusta cabalgar?... Oooh, Zorra sí que lo sabes.
Sandra había comenzado una veloz carrera y subía y bajaba furiosa sin dar tregua a la palpitante verga que la horadaba. Sus tetas se balanceaban con tanta furia que resultaba imposible localizar sus pezones. El fantástico espectáculo ofrecido capturó enseguida la atención de los dos espectadores. Cabrón dándose cuenta de la atención suscitada tuvo otra idea…
- Vamos, putita, date la vuelta para que mis amigos puedan ver lo buena amazona que eres.
Sandra obediente, se dio la vuelta sin sacarse el duro manubrio de su ojete. Dándole la espalda a Cabrón pero mirando a los otros dos que los observaban desde el sillón comenzó de nuevo su alocado galopar. Con una mirada cómplice, los dos obreros decidieron pronto qué hacer. Se colocaron uno a cada lado de la chica de modo que se asiera de las pollas que tenía a su disposición. No tardaron en tenerlas a tono, en cuanto lo hicieron, Cipotón se calzó el preservativo y se dispuso a probar el último agujerito que le quedaba por catar. Sandra, de nuevo atrapada entre los dos hombres poco podía hacer, y menos cuando Pollón la agarró del cabello y le enchufó su rabo. De nuevo a merced de sus clientes Sandra no podía evitar sentir oleada tras oleada de irrefrenable placer. Los orgasmos se sucedían los unos a los otros sin interrupción. Su única frustración y quizás también lo que la libraba de las seguras chanzas de sus clientes si estos se daban cuenta; era la imposibilidad de liberar su gozo en largos y prolongados gemidos.
Pollón y Cipotón se alternaban en sus posiciones, lo hacían ya tan a menudo que ni se quitaban el condón. Por su parte, Cabrón se estaba cansando de estar debajo y no poder dirigir la jodienda que era lo que más le gustaba. Así en uno de los numerosos intercambios entre Pollón y Cipotón, aprovechó para salir de debajo y cambiar de posición. Volvieron pues a la situación anterior. Cipotón quedó esta vez debajo ensartando a Sandra por el coño, Pollón se la metía por la boca y Cabrón seguía beneficiándose su culito…
- Tendrías que probar su coñito Cabrón no sabes lo que te pierdes. (Volvía a azuzarlo Cipotón)
- Estás tan obcecado con los culos que te pierdes los mejores coños (Corroboró Pollón)…
Las constantes insinuaciones de sus compañeros hartaron por fin a Cabrón…
- Tenéis razón… Es hora de catar cosas nuevas…
- MMMMMMMMmmmmmm…
- Sabía que te gustaría Zorrita.
Sin previo aviso Cabrón, haciendo honor a su nombre, le había clavado su estoque en el ocupado coño de Sandra. Dos embestidas más, y la vagina de Sandra quedó plenamente ocupada por las dos pollas. Apenas pudo contener el dolor y no morder la verga de Pollón que la tenía empitonada hasta la empuñadura.
- Ten cuidado Cabrón que no estás follando tú solo… Otra puta me la habría arrancado de cuajo por hacer tú la “gracieta”. Y te aseguro que no eres el único que sabes dar por culo.
Cabrón no dijo nada, sabía que se había pasado tres pueblos. Aquella puta de lujo les estaba dedicando el mejor polvo que recordara y no se merecía ese trato. Pero estaba mosqueado desde que le parara los pies por dos veces y tenía que hacérselo pagar.
- Esta guarra aguanta mucho más que eso… ¿No ves como sigue pidiendo verga?
Lo cierto es que tras la brutal penetración Sandra había alcanzado su enésimo orgasmo y a pesar de estar embozada se podían escuchar sus gemidos.
- Lo que pasa es que la estás matando, dos pollas en el mismo agujero… Cabrón eso es demasiado. (Comentó Cipotón.)
Cabrón no añadió nada más porque se estaba corriendo. La cálida estrechez de la vagina de Sandra, junto con los involuntarios estertores de su orgasmo habían sido demasiado para él. Que se sacudía frenéticamente mientras se descargaba con un largo y gutural gemido. Cipotón tampoco pudo aguantar mucho más, espoleado por Cabrón se unió a la fiesta orgásmica. Sandra incómoda logró removerse y expulsarlos de su maltratada vagina, era un alivio no tener a nadie detrás. Ahora sólo tenía al bueno de Pollón…
Pollón decidió cambiar de agujero pero ya fuera por probar algo nuevo o por tratar de compensar algo a la chica y no causarle mayor daño, el caso es que decidió usar su culito. La tumbó sobre la cama y entró en ella despacito con delicadeza, comenzando un placentero vaivén. Era agradable cambiar las violentas acometidas por las acompasadas y tiernas penetraciones. Sandra le demostró su agradecimiento aprisionando la dura estaca en su movimiento de retroceso al tiempo que la liberaba cuando comenzaba su avance. Este dulce masaje junto con los tiernos gemidos y gruñiditos de Sandra hicieron lo venirse rápidamente. Los sudorosos y jadeantes cuerpos de los cuatro necesitaban un respiro. Sobre todo Sandra que estaba desfallecida y calló rápidamente semi-inconsciente en una tensa duermevela.
El primero en recuperarse fue Cabrón, quien pronto exigió una nueva mamada. Aunque deseaba volver a follar a su puta, su miembro tardaba en reaccionar a las hábiles atenciones de la chica. Cipotón y Pollón más jóvenes no se demoraron en unirse a la fiesta pero sus herramientas recuperaron la vitalidad mucho antes. Al cabo de un rato, Sandra se encontraba otra vez con el cartel de no hay billetes. Todos sus agujeritos habían sido debidamente repartidos y rellenados. El folleteo sin embargo no era tan salvaje y desbocado como en ocasiones anteriores, el agotamiento y el cansancio habían hecho mella. No obstante, el efecto sobre el hermoso cuerpo de Sandra era el mismo, las numerosas atenciones la estaban llevando otra vez al séptimo cielo. Cabrón tuvo otra idea…
- Oye, preciosa… Ya sabemos la capacidad de tu coñito, y no está nada mal… Pero, ¿cuántas pollas caben en este culito tan acogedor?
- Joder… Cabrón no te pases…
- Cipotón eres muy joven… ¿Cuántas veces crees que te vas a poder tirar a una furcia como esta? Dime… Hay que aprovechar el momento. Esta guarra aguanta esto y más y si no pronto vamos a averiguarlo… ¿Qué Pollón te apuntas?
- Vale pero hagámoslo con cuidado… ¿eh?
Sandra como siempre tenía la boca ocupada y no podía hablar y miraba suplicante a Cipotón quien era el que en ese momento la estaba amordazando con su erección. Cipotón le devolvió la mirada encogiéndose de hombros haciéndole ver que poco podía hacer. La decisión estaba tomada, Pollón salió del coño para apuntar a su culito. La puerta estaba obstruida pero con paciencia y tesón… La gruesa estaca de Pollón comenzó a ensanchar el esfínter y se introducía con decisión en las angostas entrañas de la muchacha…
- AAYY… Despacio Cabrones me estáis matando… Uy… Despacio…
- Ya entra… Ya entra… Cielos… No me lo puedo creer… Tienes que probar esto Cipotón… es increíble…
Sandra en efecto no se lo creía… Apretaba los dientes para contener el dolor. Cipotón muy prudentemente sacó su herramienta previendo las posibles dificultades. Estaba extasiado contemplando las muecas en el atormentado rostro de Sandra. La estaban partiendo en dos pero la puta resistía y apenas se quejaba, estaba tan alucinado como sus compañeros. Al cabo de un buen rato, Pollón y Cabrón consiguieron su objetivo. Estaban los dos dentro, compartiendo como compañeros el culito de la puta. Permanecieron unos instantes para saborear su hazaña y luego dieron comienzo a su bombeo. Para Sandra fueron unos inacabables minutos eternos, agónicos. Para Pollón y Cabrón en cambio el tiempo pareció volar y antes de siquiera comenzar a saborearlo Cabrón, el autor de la idea se vino ostentosamente.
Cipotón recibía una agradable paja mientras sus compañeros se beneficiaban del orto de la muchacha pero cuando Cabrón terminó le surgió un tremendo dilema. Había visto en primer plano el tremendo dolor que padeció al ser empalada por esas dos vergas pero por otro lado, el morbo de utilizar los dos el mismo agujero de atrás era muy grande. Después de todo, como decía Cabrón, ¿cuándo iba a disponer de otra oportunidad como aquella? Tomó una decisión…
Ocupando el puesto de Cabrón, el imponente ariete de Cipotón comenzó a asaltar el anito de Sandra. Sandra se removía desesperada, las dos pollas eran enormes y nunca se podría acostumbrar a aquello. Enterró su cabeza entre la almohada para ahogar sus desgarradores gritos. Inmisericorde, los dos duros mástiles iban ocupando todo el espacio disponible, y eso era solo la entrada cuando comenzasen a moverse…
- Increíble… Tiene las dos pollas dentro del culo… Mira Cabrón debe estar totalmente abierta… La sientes Pollón…
- Vaya si la siento chico. Estoy en la gloria… Ninguna fulana de las que conozco serían capaces de aguantar esto…
Cabrón no apartaba la mirada del tórrido espectáculo pero su pajarito estaba seco y nadie podría devolverle la vida, ni con un kilo de Viagra… No obstante miraba con envidia a sus compañeros sin perderse detalle. Pollón y Cipotón comenzaron a mover sus caderas para horror de Sandra. Lentamente fueron aumentando la frecuencia de sus arremetidas. La locomotora tomaba velocidad y los émbolos no paraban de martillear en las entrañas femeninas. Sandra chillaba a pleno pulmón, el silbato de la locomotora, mientras los jadeos y gemidos guturales de los dos machos marcaban el ritmo de las bielas y el motor. Sandra trataba de mitigar el dolor buscando su propio placer acariciando su entrepierna. Pero el gozo que le proporcionaba su botoncito palidecía con las amargas quejas de su culito. El tiempo pasaba, el tren aceleraba mientras avanzaba a toda máquina como un caballo desbocado. La estampida acabó bruscamente en una explosión orgiástica que parecía querer prolongarse indefinidamente.
Aquella puta les había reventado, les había exprimido toda su leche en el polvo más salvaje que jamás recordaran. Sandra a pesar de todo, consiguió aliviarse y obtuvo su recompensa una vez que los dos brutos terminaran su alocada carrera. Los empapados cuerpos de los protagonistas tardaron varios minutos en recuperarse. Sandra miró las luces, les quedaba poco, menos mal. Necesitaba un descanso desesperadamente. Pero Cabrón aún no había terminado del todo…
- Tengo que reconocer que eres la mejor fulana con la que me he encontrado en toda mi vida. Y creo que mis compañeros piensan igual que yo…
- Sí Zorra eres la mejor… (Corroboró Cipotón.)
- La madre de todas las putas… (Concluyó Pollón.)
- Sí pero antes de irnos quiero ver a esta furcia en el aseo… Fijaos todos hemos pasado por la ducha y esta guarra ni la ha visto… Mirad cómo está la muy cerda…
Cabrón agarró violentamente el cabello de Sandra y empujándola con firmeza la llevó hasta la bañera y la metió dentro de ella. Sus compañeros le siguieron curiosos preguntándose qué pensaba hacer ahora Cabrón. Por mucho que quisieran no podrían volver a levantar sus flácidas herramientas ¿o sí?
- Bueno Puta, tú nos hiciste ducharnos al entrar, ahora nosotros te vamos a duchar al salir para que quedes limpita y puedas atender a los demás clientes…
Sin más historias comenzó a orinarse sobre el rostro de Sandra, pronto sintió los chorros de los otros dos cabrones apuntando a su boca, tetas, cara… Parecía que se habían bebido toda la cerveza del bar, la dejaron totalmente empapada.
- ¡Jo! Cabrón no sé cómo se te pueden ocurrir tantas ideas…
- Ya sabes Cipotón, más sabe el diablo por viejo que por diablo…
- Por cierto, Puta. Ha sido todo un placer conocerte. Te auguramos un gran futuro profesional…
Los tres hombres comenzaron a vestirse mientras no paraban de reír. Habían sido las dos mejores horas de su vida. Lástima que aquella zorra fuese tan cara, seguro que costaba un riñón poder contratarla. Habían hecho un buen trato cuando aceptaron cobrar parte de la factura en especias. Pero en la mente de los tres se había quedado el deseo de volver a visitar a Sandra costase lo que costase.
- Oye Cabrón ¿Por qué no nos duchamos?
- Qué ingenuo eres chaval… Tienes mucho que aprender. Anda Pollón explícaselo.
- ¿Crees que la parienta se va a creer que vienes de trabajar si ahora llegas oliendo a rosas? En cambio si hueles a sudor no sabrá en qué has estado trabajando…
Los tres salieron de la habitación entre sonoras carcajadas. Sandra seguía quieta en la bañera como si estuviese hipnotizada, incapaz de mover un músculo. Poco a poco volvió al mundo real. Tenía el coño, el culo y la mandíbula doloridos. Todos sus agujeritos estaban dañados y demandaban un descanso reparador. Abrió el grifo del agua caliente y lo dejó correr largo tiempo mientras el agua le escurría los restos de orín. Despacio, como si cualquier movimiento le costara horrores, se fue aseando. Después puso el tapón y echó las sales. Cuando la bañera estuvo llena cerró el grifo y se tumbó. Se quedó dormida…