Comienzos 1
Hola este es uno de los tres relatos que fueron eliminados cuando desapareció la categoría de primera vez. Los publico ahora mientras sigo escribiendo la serie de los vecinos. La protagonista es Sandra, la misma que aparece en mi primera serie el acuerdo. http://www.todorelatos.com/relato/63077/
Comienzos 1
(Una historia de Sandra)
Para saber algo más sobre los personajes de esta historia y conocer mejor sus antecedentes podéis leer mis otros relatos. La serie “El acuerdo” y “La celda”.
Pero podéis leer estos relatos con independencia. Espero os gusten.
- ¿Nerviosa?
- Un poco…la verdad.
- No te preocupes, lo harás muy bien. En este mes has aprendido todas las artes básicas de este oficio.
- Espero que sea suficiente.
- Sabes que sí estamos muy contentos contigo. Esto es simplemente un mero formalismo. Don Ramiro es muy exigente con el cumplimiento de las normas, ya lo sabes. Pero estás sobradamente preparada. Confía en mí.
- Gracias Irene. ¿Algún consejo?
- Sólo sé tú misma… tienes muy buen instinto, síguelo. Ah… deja lo mejor para el final. No te desgastes al principio, la noche es larga. Pero tampoco desatiendas a los primeros. Procura repartir tus fuerzas ya sabes…
- El cliente debe quedar plenamente satisfecho. La interrumpió Sandra.
Durante aquel mes Sandra se había entrenado a conciencia para poder ejercer bien su nuevo oficio de cortesana. Su jefe y su secretaria particular Irene se habían encargado personalmente de potenciar y mejorar las habilidades amatorias de Sandra, así como pulir otras cualidades que la convertirían en una meretriz de primera, es decir una escort o puta de lujo. No obstante, era costumbre de Don Ramiro antes de lanzar al mercado a una nueva chica, efectuar una sesión especial, que servía a la vez de presentación y de evaluación final del proceso de instrucción. La sesión consistía en una jornada intensiva de las nuevas candidatas así se comprobaba su aceptación entre los clientes y su capacidad para atenderlos y dejarlos satisfechos. Estos dos aspectos marcarían la cotización y el caché inicial de la nueva cortesana.
Para el debut de Sandra se habían programado tres servicios de diferente duración. Primero tendría que atender a un caballero en un servicio corto de una hora, después tendría una sesión especial en grupo de dos horas ampliables hasta tres y finalmente atender a otro caballero, de gustos más refinados durante hora y media ampliable a dos horas. Es decir su jornada podría extenderse por unas seis horas sin contar los necesarios descansos para asearse y prepararse para los diferentes clientes.
Sandra se encontraba algo nerviosa, a pesar de lo mucho que había aprendido durante su instrucción y las muchas cosas que había llegado a asumir para ejercer como prostituta; aquello era la verdadera piedra de toque. Se lanzaba públicamente al mundo de la prostitución y sin posibilidad de vuelta atrás. Además de la trascendencia del paso que daba otras cosas la inquietaban como si podría regular bien los tiempos de las sesiones, si sabría adaptarse a los gustos de sus clientes o si estos serían muy exigentes o pedirían cosas muy raras. Había leído muchas historias y novelas sobre la vida de distintas prostitutas y no le dio buena espina leer que tendría que atender a un caballero de gustos refinados… Por otra parte aunque confiaba en la palabra de su jefe en el sentido de que se le garantizaba su seguridad y la discreción de los clientes no las tenía todas consigo. Pero no tenía más remedio que seguir adelante, hacía tiempo que había quemado todas sus naves.
Irene condujo a Sandra a la habitación donde trabajaría y le dio algunas indicaciones de seguridad, unas palabras claves que harían entrar a los seguratas del burdel, sobre cómo administrar el tiempo unos discretos cambios de luces en algunas lámparas y cosas así. Las nociones básicas como la obligatoriedad del aseo y del preservativo ya las conocía de antes. Irene se despidió de ella con un beso y deseándole buena suerte en unos minutos llegaría su primer cliente…
Los nervios impidieron que Sandra estuviese sentada mucho tiempo así que se dedicó a recorrer la habitación, comprobar el estado del aseo y mirarse en los diferentes espejos. Realmente se sentía orgullosa de su figura y su cuerpo. Sandra era una mujer joven, con un cuerpo bastante atlético y muy flexible. Tenía unos pechos firmes y generosos aunque no demasiado grandes, unas caderas bastante anchas y un culito prieto y redondito. Aparte de sus abundantes encantos naturales, en el centro de belleza, al que acudía casi a diario desde que firmara su contrato como prostituta con Don Ramiro, le habían ayudado a potenciar y destacar sus atributos femeninos. El resultado era simplemente espectacular…
Primer servicio
Llamaron a la puerta y un muchacho, más que un hombre apareció tras el umbral. Era un joven de unos dieciocho años si éramos muy generosos. Su padre era un rico comerciante y quería que su hijo tuviese ya su primera experiencia sexual con una mujer y venciera de una vez por todas, su exagerada timidez. Sandra aunque sorprendida inicialmente por la juventud de su primer cliente, no tardó en reaccionar. Se acercó al muchacho le dio un cariñoso beso en la mejilla invitándolo a pasar.
- Hola Soy Sandra, encantada de conocerte.
- Lu… Luis… Me llamo Luis señorita.
- Tutéame Luis, después de todo vamos a ser muy buenos amigos ¿no?
El muchacho se ruborizó hasta la coronilla, parecía más un semáforo que un chaval. Ante sus ojos se encontraba una mujer encantadora, mucho más hermosa de lo que se había atrevido a imaginar. Sí es cierto había visto a muchas, muchas mujeres hermosas pero nunca había hablado con una de ellas. Aquella mujer vestía con elegancia un vestido negro ajustado con la falda quizás algo corta pero lejos de disgustarle la hacía más atractiva. El conjunto se completaba con unas sugerentes medias que conducían a unos lindos zapatos con no demasiado tacón. En realidad no sabía bien a dónde mirar, si a los pechos, a su trasero, a sus ojos… No quería ser grosero y mirar al escote de la chica mientras esta le hablaba pero tenía que esforzarse mucho… Estaba terriblemente nervioso y tenso y apenas había logrado dar un par de pasos dentro de la habitación.
- ¿Cómo… cómo dice…señorita?
Sandra siguió invitando al muchacho a entrar tirando de él suavemente mientras le sonreía amablemente.
- Que si vamos a ser algo más que amigos, Luis lo mejor es que nos tuteemos. Yo me llamo Sandra y estoy aquí para asegurarme de que pasas un buen rato… ¿Me dejas que cuelgue tu chaqueta, por favor?
Luis apenas dijo nada comprensible, pero se dejaba llevar. De modo que Sandra pudo quitarle su chaqueta si dificultad. Al hacerlo, pudo comprobar que era un muchacho atlético, quizás no trabajara pero era evidente que hacía ejercicio. Pero el muchacho parecía idiotizado y apenas hacía otra cosa que quedarse en medio de la alcoba mirando a Sandra como si de un espejismo se tratara. Era evidente de que ella debía dar el primer paso… Bueno, el primero, el segundo, el tercero y saber cuántos más antes de que aquel imberbe reaccionara ante sus encantos. Tendría que currárselo y con cuidado pues era evidente de que estaba agarrotado por los nervios. Entonces lo comprendió, ¡aquel muchacho era virgen!, lo habían traído allí para que tuviese su primera experiencia sexual. ¡Cielos! no se esperaba tener que hacer de maestra con su primer cliente, al fin y al cabo era una puta novata… Sin rodaje vamos.
- ¿Es tu primera vez?
- Ssss… Sí cómo ha sabido que sss… soy vir…virgen.
Llegó a decir entre avergonzado y enfadado. Sandra supo que tendría que hilar muy fino pues lo que menos quería era que el muchacho se sintiera menospreciado y se enfadara. Pero supo reaccionar rápidamente.
- No… No yo me referías a si era tu primera vez en nuestro local… Es que para mí también es mi primera vez ¿Sabes? Y estoy algo nerviosa… ¿De veras nunca habías estado con una mujer?
- No… nunca. ¿No me estarás tomando el pelo?
- No… no de verdad… es mi primera noche… quiero decir, mi primera noche en este local… Como te imaginarás no soy virgen pero sigo estando un poco nerviosilla.
- ¿De… de veras?
Mientras conversaban Sandra coqueteaba con el joven, le lanzaba miradas sugerentes y no dejaba de sonreírle abiertamente y muy delicadamente lo iba desnudando. Le quitó sin dificultad su camisa, sus zapatos y sus pantalones. Ahora sólo tenía la ropa interior y los calcetines…
- De veras… Soy novata. Así que en cierto modo es nuestra primera vez… ¿Te apetece una copa o mejor luego?
- ¿Una copa? Sí hombre te dará ánimos y van incluidas en… ya sabes en el servicio…
- No… Mejor… luego… ¿No te parece?
- Como quieras… no hay prisa… ¿Te apetece un baño?
- No… Yo…
- Verás… es norma de la casa que los clientes se aseen antes de… de seguir ya me entiendes… Si quieres, puedes darte una ducha rápida mientras yo me preparo un poco y así cuando salgas… comenzamos más relajados y cómodos ¿No te parece?
Sandra no paraba de lanzarle insinuantes miradas llenas de lujuria y de sonreírle con pícara inocencia. Al menos el muchacho parecía reaccionar y comenzaba a hablar y rozar tímidamente los brazos y el talle de Sandra. Sin oponer resistencia, el muchacho concordó con sus sugerencias y pasó al aseo. Cuando estaba entrando Sandra le comentó con cierta malicia la posibilidad de ducharse juntos pero el joven vivamente azorado se negó y cerró rápidamente la puerta del aseo.
Sandra se dio la vuelta reprochándose su malévola treta. Sabía que aquel jovencito no se atrevería por su timidez a ducharse con ella pero no pudo resistirse a torturarlo un poquito. No tardó en oír el ruido de la ducha por lo que sin dilación se quitó el vestido, los zapatos y las medias quedándose sólo con su ropa interior un elegante sujetador negro semitransparente y un exquisito tanguita a juego. Apenas le dio tiempo a preparar dos copas de cava cuando oyó que se abría la puerta del aseo. Al volverse vio a un indeciso Luis tapándose con una gran toalla. Sandra dejó sus copas sobre la mesita y sin perder la sonrisa llevó amablemente a su cliente al borde de la cama antes de que este tratase de salir espantado.
Ante todo debía evitar que los nervios del muchacho le impidieran disfrutar, quería que aquella primera experiencia le resultara inolvidable. Por eso no dejó de besarle tiernamente primero por su torso y cuello luego casi sin querer se fue acercando a su boca. Supo que lo estaba haciendo bien porque notó el fuerte palpitar de su corazón y algunos débiles gemidos apenas ahogados se escaparon de su agitado pecho. Cuando sus labios se entrelazaron y la traviesa lengua de Sandra comenzó a buscar la de su acompañante el cuerpo de Luis pareció sacudirse como por una descarga eléctrica.
- Tranquilo… Eso he sido sólo un beso… Vamos a probar otra vez… despacito…
Sandra volvió a acercarse poco a poco a la entreabierta y deseosa boca de Luis. Sus labios iban besando su cara hasta llegar de nuevo a los carnosos labios de Luis que guardaban expectantes. Esta vez la lengua de Luis se atrevió a rozarse con la de Sandra y empezaron a bailar una junto a otra. Así estuvieron besándose un ratito.
- No besas nada mal, ¿Sabes?… ¡Vaya! ¿Sabes que eres un joven bien guapo?
- No… se burle de mí señorita.
- No, no… Lo digo en serio, eres un muchacho muy atractivo.
- Gracias…
- No las merece… ¿Me ayudas a quitarme esto?
Sandra se dio la vuelta y sentándose a su lado invitó al joven a quitarle el sostén. Éste nervioso, comenzó a hurgar con el cierre con bastante torpeza. Ella ya se esperaba esa circunstancia, de hecho era un truquillo para forzar al muchacho a tocar su suave piel. Con bastante disimulo, logró ayudarlo a abrir el broche al tiempo que “sin querer” se cayó sobre el muchacho obligándole a sujetarla. Las manos del joven la asieron del talle comprobando la tersura y la dulce suavidad de la piel femenina. Embriagado por aquellas sensaciones, Luis comenzó a recorrer tímidamente el cuerpo de Sandra aunque evitó tocar sus pechos.
- ¿Te gusta lo que ves?
- ¿Cómo? ¡Oh! Sí… sí mucho… es usted muy guapa…
- ¿No te gustan mis pechos?
El rubor del joven no se puede describir, decir que el rojo parecía el tono natural de su piel es quedarse corto. Sin duda estaba disfrutando de la compañía de aquella muchacha pero apenas lograba superar su retraimiento. Temía cometer alguna torpeza y estropearlo todo…
- Sí… Sí claro que me gustan señorita.
- En primer lugar, llámame Sandra; y en segundo lugar si te gustan tócamelos, acarícialos no se van a romper ni a desgastar.
Sandra se colocó a horcajadas delante del joven y guió sus manos hacia sus pechos. Luis los sintió cálidos, tiernos y suaves. Redonditos y temblones con aquellos pezones que se endurecían con cada roce. Sandra echó su cabeza hacia atrás para ofrecérselos mejor al tiempo que comenzaba a gemir para asegurarle de que estaba haciéndolo bien…
- Sí… sí así muy bien… Eso es… OOoohhh
- ¿Te gusta?... ¿Lo… lo hago bien?
- Sí… sí… lo haces muy bien cariño con mucha suavidad… pero puedes asirlos con más fuerza si quieres… Y también puedes besarlos y chuparlos…
- ¿Quieres que los chupe?
- Sí… como si fueses un bebé… A las mujeres nos encanta que juguéis con nuestros pechos… Ahh… Así, muy bien aprendes muy rápido…
Sandra se acercó de nuevo a él para besarlo en señal de gratitud… Al hacerlo notó con su entrepierna el bulto que se ocultaba bajo aquella toalla. Y sintió una enorme curiosidad por ver qué se ocultaba realmente en la entrepierna del muchacho. Sin embargo en cuanto Sandra se acercó Luis la abrazó hacia sí y le dio un tórrido beso. Realmente aprendía muy rápido…
- Déjame ver lo que escondes debajo de esa toallita, anda.
Suplicó Sandra con cara de inocente mientras sus manos acariciaban el pecho del muchacho para seguir bajando con parsimoniosa lentitud hacia sus caderas. Cuando llegaron al borde de la toalla, Sandra miró con una pícara sonrisa al congestionado rostro del muchacho. Era evidente de que estaba disfrutando del trato de la muchacha y la dejaba hacer con total libertad. Al fin y al cabo ella era la profesional…
Cuando Sandra retiró la toalla, un enhiesto y duro falo la apuntó a la cara. Como si temiera romperlo, lo cogió con cuidado al tiempo que sus manos lo recorrían de arriba abajo con delicadeza. Para poder maniobrar mejor, Sandra se puso de rodillas entre las piernas del joven sin perder la sonrisa. Se relamía de gusto y lo miraba lujuriosa para demostrarle lo mucho que le gustaba.
- Tienes una bonita herramienta, Luis. Vas a hacer felices a muchas mujeres.
- ¿De veras?
- Sí… Tienes una polla encantadora, bastante gruesa y larga. Las he visto un poco mayores, no te voy a mentir pero la tuya no es en absoluto pequeña… Créeme yo diría que tiene el tamaño justo para no aterrorizar a las chicas y hacernos disfrutar como locas. ¿Me dejas que la pruebe?
Era una pregunta retórica, sin esperar respuesta Sandra se había lanzado contra el goloso polo que se le ofrecía y comenzó a lamerlo con cara de exquisito deleite desde las mismísimas pelotas hasta su brillante capullo. Algunas gotitas de líquido preseminal habían asomado ya y Sandra no perdió la ocasión de saborearlo. Luis no paraba de gemir y dudaba en lo que debía hacer si agarrar a Sandra para que no dejara su herramienta o levantarla y empalarla ya. Cada vez que la miraba, se encontraba con los traviesos ojos de aquella fogosa hembra y no podía sino dejarse hacer. Por fin Sandra se introdujo aquel caramelo y comenzó un suave subir y bajar cada vez más profundo. Su lengua jugueteaba cada vez que sus labios rodeaban la cabeza, aquello ya era demasiado y Luis echándose atrás como reprochándose su falta de aguante comenzó a descargar su lechada.
- AAAGGGGHHHH… NO… NO… Noooooo…
Los potentes chorros de leche que le alcanzaban directamente a la garganta no sorprendieron a Sandra, lo que la impresionó fue la enorme cantidad de líquido con dos descargas más como esa y no necesitaría almorzar. No obstante como buena profesional no dejó escapar ni una gota… Sandra con una mirada entre picarona y maliciosa le preguntó simulando tristeza.
- ¿No te gusta lo que te hago?
- No… er… esto sí… sí me gusta uf mucho… yo… (Logró responder abochornado)
- ¿Entonces por qué has dicho que no? (Insistía Sandra con fingida pena)
- Es… Verás… Yo… Quería aguantar más y… y follarte, ya sabes.
- ¡Aaah! (Exclamó Sandra simulando alivio) No te preocupes nos queda mucho tiempo para pasarlo bien. Esto es sólo el principio… Te quedan muchas energías y tu amiguito pronto estará listo para darme guerra. Pero una buena mamada es algo que todo chico debe experimentar por eso me ha gustado hacértela… Tienes una leche muy rica… y abundante. (Añadió relamiéndose como si degustara algo realmente sabroso) ¿Quieres… Quieres ver mi… conejito?(Preguntó simulando una tímida inocencia)
- Sssí… sí por supuesto. Adelante.
Los ojos de Luis se abrieron como platos era evidente de que la sugerencia de Sandra le resultaba de su agrado. Sandra sin dilación se incorporó y sonriéndole se llevó ambas manos a sus caderas justo donde se apoyaban los elásticos. Hizo ademán de quitarse el tanguita y se lo bajó unos centímetros pero mirándolo de nuevo con su traviesa sonrisa se dio la vuelta y le ofreció un espléndido panorama de su culito prieto. Sin entretenerse se lo fue quitando al tiempo que su culito y el tesoro de su entrepierna se iban ofreciendo cada vez más descaradamente a la ávida mirada del muchacho. Luis, apenas se atrevía a respirar, como si Sandra fuese una alucinación o un sueño que se desvanecería en cuanto parpadeara. Irguiéndose lentamente y balanceando sus caderas Sandra promocionaba el producto que pronto iba a poder degustar su joven cliente. Se volvió para comprobar el efecto de su mini-espectáculo y quedó satisfecha pues Luis estaba embobado, boquiabierto y lo que era más interesante otra incipiente erección.
- ¿Nunca habías visto a una mujer desnuda?
- Sí… Sí por supuesto (comentó desafiante)… En las revistas (terminó añadiendo bajando la voz, cuando vio la sorprendida mirada de Sandra)
- Esto es mucho mejor… ¿No crees?
Las palabras de Sandra eran una clara invitación a que la tocara y probara sin más preámbulos. Pero como Luis no parecía decidirse, Sandra con ademanes exageradamente provocadores se recostó sobre la cama. Y abriéndose de piernas comenzó a jugar con su coñito. Parecía una gatita mimosa con sus contoneos y sus ronroneos. El muchacho no permaneció impasible ante las lascivas miradas y los libidinosos gestos con que constantemente era invitado. Tímidamente se puso a su lado y comenzó a amasar y besar los pechos de Sandra.
- ¿No te gusta mi coñito? ¿No quieres jugar con mi conejito?
- Sí… pero…no sé… (Comenzó a reconocer lleno de vergüenza)
- Míralo, cómo brilla, está calentito y jugoso para ti. Tócalo… no muerde.
Sandra guió decidida la mano de Luis a su entrepierna y le ayudó a inspeccionar su primer coño. Luis lo notó empapado y cálido como le había dicho Sandra. En verdad, la muy puta, estaba disfrutando de aquel servicio y no hubiera necesitado del lubricante que se aplicó por si acaso. Estar con ese muchacho tan joven y tímido a la vez que inexperto la estaba excitando cada vez más. Jamás pensó que su primer trabajo como auténtica profesional le fuera tan excitante. Si todos los clientes eran como este iba a ser la mujer más feliz del mundo. Con tierna paciencia, le fue abriendo sus labios y señalando los diferentes puntos sensibles de su anatomía más íntima. Se sentía más una profesora que una puta. Estaba instruyendo a aquel muchacho en el arte del sexo y se esmeraba por enseñarle con cariño y paciencia. Le iba indicando cómo debía comenzar y por dónde proseguir. Le aconsejaba sobre la necesidad de ser tierno y no ir con prisas si quería que su compañera se derritiera en sus manos. Le animó a que catara y saboreara los jugos femeninos y le mostró el camino hacia el clítoris y le aleccionó sobre los mejores modos para estimular a una chica. Verdaderamente estaba disfrutando de su papel de cicerona…
Sin embargo, aquello no estaba del todo bien, no son las putas las que deben disfrutar primero, son los clientes. Así que tiernamente fue sacando a su embelesado amante de entre sus piernas y lo instó a penetrarla. Luis no puso objeción alguna, su pene ya estaba listo para la acción. Sandra con gran habilidad le colocó el preservativo con la boca pero el muchacho temiendo correrse no la dejó terminar. Sandra intuyó el motivo.
- ¿No quieres montarme? Déjame colocártelo… hazme caso te va a gustar más si te lo pongo a mi modo y no te preocupes que esta vez no terminarás en mi boca… Confía en mí.
Sandra llevó el preservativo hasta la base del pene empujándolo con delicadeza con sus labios. Luis estaba asombrado por la habilidad de Sandra, no sólo por cómo se lo había colocado sino porque se había tragado todo su palo con gran soltura. Le encantaba aquella cálida boca y su juguetona lengua pero Sandra no se demoró en sacárselo. Volvió a tumbarse al lado del chaval con sus piernas bien abiertas incitándolo a consumar el acto. Podría haberse colocado encima de él pero quería que fuese él el que llevase el ritmo y así aprendiera el arte del folleteo. Luis pronto comprendió lo que se esperaba de él y se colocó encima de su hembra. Sandra lo ayudó a encontrar su tierna rajita.
- ¿Ves? Estas a las puertas del cielo cariño. Mira ve recorriendo de arriba abajo mi rajita un par de veces y encontrarás enseguida la entrada a mi cuevita. Eso es, Aaah muy bien. Ahora solo tienes que empujar y verás como entra. Umm así muy bien despacio. ¿Lo sientes, sientes mi acogedor y estrecho coñito?
- Sí… Sí me aplasta, me aprieta… ¿No te hago daño verdad?
- Noomm uf qué va me estas matando de placer… A las mujeres nos gusta que nos llenen el coño con ternura como lo estás ah haciendo tú…
- Ahhh… Qué rico se siente…
- Sííí… ¿Ya la tienes toda dentro?... Ohhh
- No… aún queda un poco…
- A qué esperas… empuja sin miedo, lléname con tu rica piruleta.
Luis no se hizo de rogar más y empujó con fuerza enterrando su arma hasta la empuñadura. Sandra se arqueó al sentir la potente entrada dejando escapar un largo gemido de placer. Su vagina abrazó ansiosa la deliciosa estaca dispuesta a no dejarla escapar. Luis permaneció quieto unos instantes disfrutando del amable masaje que Sandra le proporcionaba y un poco indeciso del siguiente paso a seguir. No obstante su instinto lo impelió a comenzar un rápido y torpe bombeo de corto recorrido que la incomodó un poco.
- No tengas prisa cariño. Disfruta del momento… Lo mejor es coger un buen ritmo. Sácala despacito casi entera y vuélvemela a clavar. Ahh así cariño… Otra vez… Umm eso es. Muy bien.
Siguiendo las instrucciones de Sandra, Luis dio comienzo a un pistoneo más armónico, suave y placentero. Poco a poco comenzaba a acelerar la cadencia de sus embestidas pero sin perder su avenencia con el cuerpo de Sandra. Ésta casi sin querer buscaba coordinar sus movimientos con los de su compañero que cada vez mejoraba más sus habilidades amatorias. No obstante, el enormemente ruborizado rostro del muchacho, su mirada perdida y lo agitada de su respiración eran señales inequívocas de lo próximo de su orgasmo. Sandra pensó que era necesario darle otra importante lección. Apretándose contra él y estrechándolo con sus piernas le impidió seguir cabalgándola.
- ¿Te gusta mi coñito?
- Arf… SÍ… ¿POR Qué ah… paras? (Dijo enfadado al ver frenada su pasión)
- Oh… No tengas prisa… Un buen amante, como tú, umm, prolonga la llegada de su orgasmo. ¿Quieres acabar ya, mmm, tenemos mucho tiempo aún? ¿No quieres probar más posturas?
- Es… es que… estoy muy cerca…
- No te preocupes, haz como ahora, quédate quieto un ratito… dame besitos… y deja que se pase un poco. Cuando estés un poco más calmado sigues y así todas las veces que quieras.
- Ufff… No sé si podré…
- Claro… que sí hombre.
Sandra dejó que su amante descansara y cuando éste volvía a la acción lo animó a probar nuevas posturas. Luis no estaba muy seguro de qué otra postura probar, conocía algunas de las revistas pero no se atrevía a llevarlas a la práctica. De modo que Sandra llevando la iniciativa decidió por él. Se puso a cuatro patas ofreciéndole una nueva vista de sus tesoros, en esta ocasión hasta tenía disponible otro agujerito. Luis decidió ir a lo seguro y volvió a tomar posesión de su coñito. En esta otra postura le era mucho más fácil llevar un bombeo rápido y profundo. Así que asiéndola fuerte de las caderas le hizo a su chica una completa demostración de su potencia viril. Sandra tuvo que apoyarse en el cabecero de la cama para no darse con él en la cabeza. La rapidez y profundidad de las embestidas la habían pillado por sorpresa y apenas tuvo tiempo de reaccionar y acoplarse al frenético ritmo que le imponían desde atrás.
- ¿Te gusta Sandra? ¿Lo hago bien?
- OOOOHHHH… Sííí… Me vas a matar a pollazos no pares… Eres un sol… Aahh…
El chaval siguiendo los anteriores consejos de Sandra cuando sintió acercarse su corrida decidió parar. Pero ahora era Sandra la que quería seguir con la poderosa cabalgada. Frustrada trató de animar al muchacho a que continuara moviendo sus caderas buscándolo con insistencia. Pero el joven echándose sobre ella le asió sus pechos y comenzó a besarle el cuello y la espalda. Sandra comprendió lo que quería y dominó sus fogosos impulsos dejándose llevar. Después de todo ella era la que había decidido cederle la iniciativa. Estaba disfrutando cada vez más intensamente del progresivo buen hacer de su aprendiz y no reprimía sus jadeos y gemidos. Quería dejarle bien claro lo bien que lo estaba haciendo para que ganara más confianza en sí mismo. Cada vez se sentía más orgullosa de su buen hacer como maestra.
Luis continuó dos o tres veces con este juego que cada vez le gustaba más. Sentía los jadeos de su chica como triunfos propios, era capaz de satisfacer a una hembra y ¡qué hembra! Cada vez se volvía un poco más audaz y trataba de poner en práctica alguna nueva pequeña variante. Con el torso de Sandra más erguido, haciendo que Sandra apoyase la cabeza en la almohada, tumbándose sobre ella… ¡Hasta llegó a fijarse en el enorme espejo lateral de la habitación y se recreó varias veces en su suerte! Jamás había creído posible que él pudiera llegar a realizar las posturas que tantas veces viera en las revistas y en las pelis porno y allí estaba, era verdad, las estaba probando él y con una mujer de infarto como las de las revistas. Pero también se daba cuenta de que cada vez le costaba más trabajo dominarse, el deseado y a la vez postergado fin se sentía cada vez más cercano. Por eso decidió darle la vuelta a su chica, quería verle la cara cuando se descargara en su interior.
De nuevo Sandra se colocó en la postura del misionero pero en esta ocasión apoyó sus tobillos en los hombros del muchacho. Se ponía así más expuesta y dispuesta a ser penetrada a mayor profundidad. Ella también estaba muy caliente y se esforzaba por acabar a la misma vez que su cliente. Intentaba conseguir que su primera vez fuese algo inolvidable y enormemente placentero, la follada perfecta y de momento lo estaba consiguiendo. Luis la volvió a ensartar con decisión. Ahora sí que era él solamente el que llevaba el ritmo de la acción y lo estaba haciendo de maravilla. Los gemidos y bufidos de ambos iban en aumento, sus cuerpos ruborizados, transpiraban como prueba de su esfuerzo. Era evidente de que los dos estaban gozándose y muy próximos a su deseado clímax. Los embates de Luis se hicieron más profundos, más enérgicos y rápidos, su cuerpo se tensaba en un dulce e imparable crescendo. Un súbito chispazo de placer dio origen a una abundante descarga que teniendo su origen en la punta de su capullo se extendía por todo su cuerpo. Un animal gemido nacido de su garganta acabó por aliviar la enorme tensión sexual acumulada. Sandra al sentir el intenso orgasmo de su hombre no pudo contenerse más y se dejó llevar por la marea del suyo propio. Las involuntarias contracciones de su vagina acabaron de ordeñar al sorprendido Luis que jamás había sentido en sus carnes la satisfacción de hacer gozar a una mujer hasta el final.
Una sonrisa de satisfacción se reflejaba en los rostros de los jadeantes amantes que no parecían conscientes del mundo que los rodeaba. Luis se dejó caer sobre su hembra, ahora sí que era suya, la había poseído y disfrutado a cabalidad. Ya no era un chaval, era todo un hombre; capaz de satisfacer a cualquier hembra, lo había demostrado. Sandra lo dejó descansar mientras recuperaban la normalidad de su respiración, después hizo que saliera de ella antes de que su polla perdiera toda su turgencia. Le retiró el preservativo que estaba a rebosar, y comenzó a darle un suave masaje pera relajarlo. Las luces le indicaban que les quedaban unos quince minutos. Sandra los aprovechó para encomiar al muchacho por su buen polvo a la par que le daba nuevos consejos y sugerencias para cuando estuviese con su primera novia. Después lo llevó a la ducha donde lo enjabonó y lavó con cariño. Después de vestirse Luis se despidió de su primera mujer dándole un buen beso con lengua.
- Ha sido estupendo Sandra, jamás te olvidaré.
- Yo tampoco te olvidaré, después de todo, has sido mi primer cliente.
- ¿De veras no me has engañado con eso para darme ánimos?
- ¡Vaya el chico es más listo de lo que parece! Pensó Sandra. No, es la verdad, eres mi primer cliente, esta es mi primera noche y has estado fantástico, serás, bueno eres un gran amante.
- ¿Podré verte de nuevo?
- ¡Claro! Ya sabes dónde encontrarme.
Sandra lo despidió con un casto beso en la mejilla y un hasta luego. Al cerrar la puerta, un cúmulo de sensaciones se adueñaron de ella, por un lado la satisfacción del trabajo bien hecho, el agradable sentimiento de formar parte de los buenos recuerdos de otra persona y la plácida felicidad que deja orgasmo. Por otro la amarga sensación de vender y comerciar con su cuerpo, el desasosiego de haber vivido una mentira, una falacia, no había hecho el amor con aquel muchacho, sólo había tenido sexo. Pero esa había sido su decisión debía evitar implicarse emocionalmente con sus clientes era una puta no debía olvidarlo, debía asumirlo… Abrió el grifo del agua caliente y comenzó a relajarse con el baño de sales perfumadas.
La sonriente cara de satisfacción en el rostro de Luis hacía innecesario que su padre le preguntara cómo le había ido. Orgulloso de su hijo se tomaron un par de copas mientras le comentaba la experiencia. Tendría que conocer a la nueva. Después se acercaron a la recepcionista con la que ultimaron el pago y dejaron una buena propina para la puta. Luis agradeció para sus adentros que su padre lo pillara con aquellas revistas y se preguntaba cuánto tardaría en ahorrar lo necesario para volver a visitar a Sandra.