Comienzo con mi amante

Es mágico como con los pequeños susurros, las miradas, los jadeos y la respiración son suficientes para olvidar que detrás de la puerta existe una mujer que lo espera y un hombre que me espera a mi...

Hacía ya 7 años de estar tranquilamente en pareja, toda la vida normal de un matrimonio sin hijos, recién mudados de la ciudad a la costa, ingresé a un nuevo trabajo en donde básicamente trabajan puros hombres, para mi era normal por mi área profesional y con todo nunca me había fijado en alguien mas que mi pareja. así estuve unos 6 meses cuando un día contrataron a uno nuevo, por cierto esposo de una compañera, siempre que me hablaba de su marido lo imaginaba al tipo de ella: moreno, con más años que yo (yo tenía 27 en ese entonces) panzón y mal vestido. (en la región donde vivo por ser costa visten muy informal o bien del tipo sombrero y botas) en fin me imaginé algo muy guarro ellos ya tenían 2 hijos y acababa de embarazarse del tercero, ella era mas bien del tipo gordita/algún día estuve buena.

Cuando se presentó él conmigo para comenzar a trabajar no lo creía, lucía como de mi edad, moreno claro casi blanco, con barba de candado, cabello corto quebrado y un cuerpo que no le pedía nada a nadie, esa fue la primer impresión. No imaginé que mi amiga tuviera a un marido tan atractivo, aun así no lo tomé como hombre aunque a la vista resaltaban sus atractivos.

Pasó el tiempo como seis meses más y la relación era sólo de trabajo, él se comportaba tan normal como yo, en alguna ocasión se tuvo que acercar a mi oficina a dejarme información entonces yo sentada frente a la computadora se acercó por atrás de mi agachándose para señalar algo en el monitor, su pecho tocó mi espalda eso hizo que se me erizara la piel, pero actúe normal, eso lo repitió unas 2 veces más cuando un día aprovechando la entrega de papeleo al dármelos en las manos rozó su mano con la mía, (cabe mencionar que él trabaja como empleado de reparaciones en general por lo que aparte de su ya bien dotado físico robusto, el esfuerzo le hace tener unas manos y brazos gruesos), al sentir su mano me asusté un poco pues la señal ya era directa pero era esposo de mi amiga.

Al otro día a primera hora encontró el pretexto de ir a verme, él creía que me intimidaba y aunque lo hacia un poco no contaba con que yo de tímida no tengo nada, tomé la iniciativa y cuando quiso tocarme la mano lo tomé y no lo solté, tremendo susto se llevó y lo ví en su cara, le pregunté: oye Esteban ¿por qué haces esto, no piensas que puedo ir a decirle a tu esposa? Sólo se quedó sin palabras, cuando sonó mi teléfono y aprovecho para irse. Creí que con esto se acabaría el jueguito pues aunque me gustaba mucho no tenía interés en meterme en problemas, además me acababa de enterar que yo estaba embarazada.

Por la tarde, ya a la salida nos encontramos en donde se espera el transporte de personal, estábamos solos y él traía monedas jugando en sus manos, no hablábamos, era un poco incómodo pero el de pronto me dijo:

-Vamos a jugar un volado:  si yo pierdo me haces lo que tu quieras, si tu pierdes yo te hago lo que quiera.

Por nervios no contesté solo sonreí con cara de estas loco…! Abordamos el autobús y se sentó conmigo, me tomó de la mano y me dijo:

-Así es como debe de ser.

Sentí rico que me tomara de la mano, me hacía caricias con desesperación en los dedos en la palma, con su mano podía casi envolver por completo la mía, se bajó en su destino y por ese día fue todo.

Los siguientes días fueron de saludos y sonrisas de travesura, me llamaba por teléfono a todo momento para platicar y sacar a relucir sus encantos, me llevaba dulces, chocolates y cuanta cosa se le ocurriera, yo comencé a sentir qué el tomaba muy enserio ese papelito que se traía y guardaba distancia física con él. Durante las llamadas me hacía solicitudes de que me acercará por donde el estaba, generalmente siempre le tocaba estar en lugares solo, así que era una estrategia para llevarme a él.

Un día por aburrimiento acepté y fui con él, en cuanto me recibió cerró la puerta de la oficina donde estaba, la luz estaba apagada noté sus nervios yo caminé hacia delante de él para alejarme, mi corazón latía demasiado rápido y quería librarme de esa situación lo mas rápido posible, pero como siempre tenemos en nuestro inconsciente esa parte de deseo por las cosas prohibidas, por hacer eso que no debes, por llevar a cabo tus mas bajos instintos, eso es lo que me llevó a su llamado. De pronto se me acercó por la espalda y me abrazó, sentir ese cuerpo tan caliente tomarme por la cintura y acercarme a él fue irresistible. Me volteé quedamos de frente, comenzó a besarme las mejillas y hablando en voz baja me decía siente como estoy de nervioso, puso mi mano en su pecho y sentí que latía casi al ritmo mío, mientras desplazaba sus manos en mi cintura, mi espalda, provocó a que lo besara en la boca, toda su temperatura era más caliente a la mía por que podía sentirlo en su lengua, en sus manos y en su pecho, fue inevitable comernos a besos mientras que nos estrujábamos mutuamente, como ambos éramos casados nadie podía platicarnos nada sobre excitar, fueron sólo tres minutos de besos cuando yo ya sentía mi vagina escurrir, se recargó en una pared mientras me tomaba de las nalgas para juntarme a su pubis, se agachaba y levantaba, nos masturbábamos el uno al otro, pues yo como dije no soy nada tímida, le hacía presión hacia su miembro que desde el principio se sentía duro y antojable, mi vagina palpitaba al ritmo de sus movimientos, parecía que su miembro iba a reventar de su ropa, sentí que lo mojado se me iba a ver por encima de la ropa y me despegué de él, quise irme y abrí la puerta, me alcanzó jalándome del brazo y me volvió a acercar a él, continuamos con otra sesión de besos y apretujones que ya sentía hinchados los labios. Por fin tuve otro rato de cordura y entonces entre besos y cariños me retiré.

Eso fue el comienzo de una experiencia que al día de hoy no ha terminado.

Regresé a mi oficina, fascinada, asustada, mojada, nerviosa y encantada, con deseos de terminar lo que habíamos comenzado, en cuanto llegué ya me estaba hablando por teléfono:

-Me encantó, no te vayas, ven, quiero que vengas aquí conmigo, no voy a poder dormir.

Respiré hondo, profundo, le dije: - no puedo ahora, luego nos vemos.

Así comenzamos con una serie de fajes interminables, durante unos quince días, disfrutándonos uno al otro hasta que estábamos a punto de dar otro paso, nos deteníamos y nos separábamos, respirando inquietantemente pero nos deteníamos, supongo que él tendría que terminar sólo pues difícilmente creo que un hombre se quede con ese ímpetu, como tenía ganas de hacerlo terminar, de verle en su rostro esa cara de exceso placer de verlo temblar y arrojar sus líquidos sobre mí.  A pesar de que no soy una mujer bella siempre he tenido la satisfacción de tener a cuanto hombre se me antoja 1.55, 52 kg, cabello largo, castaña, 34B de sostén no tengo cuerpo voluptuoso ni súper formado pero sí mucha suerte, creo.

Llegó el día en que en medio de una oleada de calentura me dijo:

-       Tengo mucho tiempo soñando contigo mamacita, siempre se repite mi sueño y ya no soporto más, quiero hacerte el amor.

Le conteste:

-       Sabes que siento lo mismo, quiero hacerlo contigo, vamos a planearlo bien, quiero que cuando estemos juntos me digas qué es lo que sueñas y lo vamos a hacer.

Aunque siempre he tenido una definición de “hacer al amor” distinta, lo que yo quería era “SEXO”, para hacer el amor se requieren otros sentimientos y para con él lo que quería era quitarme las ganas y sentirme extasiada de su cuerpo, sentir su penetración en mi vagina, estar desnudos y sudorosos cabalgando a placer.

Nos pusimos de acuerdo y yo aprovechando mi consulta de embarazo del tercer mes pedí permiso de llegar tarde, él se las ingenió para ausentarse también. Después de mi consulta me dirigí al hotel donde me indicó, el ya había reservado la habitación y según la gran cantidad de mensajes que me enviaba desde temprano estaba desesperado porque yo llegara, es sin duda muy difícil mantenerte serena en estos casos, sabes a lo que vas, pero como digo, todos tenemos ese aprecio a hacer las cosas que no debes, dentro de mi estaba el temor de lo que hacía pues estaba embarazada de mi marido y no era la situación más cómoda, aunque no se me notaba casi nada el vientre tenía un poco de pena, mis nalgas, caderas, pechos y piernas por el contrario estaban muy bien torneados, cualidad que da el primer trimestre del embarazo.

Llegue por fin, aunque era de mañana sentí el día más largo de mi vida, entre los achaques del embarazo y los nervios de lo que iba a pasar, me sudaban las manos. Entré al hotel y él estaba en el recibidor, vestía un pantalón de mezclilla azul, tenis blancos y una playera cuello V blanca que lo hacía ver exquisito, muy ajustada a su pecho, espalda y abdomen. Extendió el brazo ofreciéndome su mano, me acerqué y deje que me dirigiera hacia la habitación, entramos, apenas cerró la puerta y me cargó como si fuéramos recién casados, comenzó a besarme y me depositó en la cama, se quitó la playera y se subió encima de mí, comenzamos a besarnos y tocarnos, primero todo muy tierno, me cargo de nuevo, se sentó en una orilla de la cama y quedé sentada sobre él con mis piernas abrazando su cintura. Me quitó la blusa, yo traía un sostén negro con broche enfrente, mis pechos preparándose para lactar se veían blancos como la leche, hinchados, estaban duros como si fueran de silicón, la aureola es rosada, a mí siempre me han gustado y creo que a quién los ha disfrutado también, abrió el broche y los tomó con sus manos, comenzó a besarlos, mi piel estaba ya algo pegajosa porque comenzaba a sudar igual que el. Los miraba, tocaba y chupaba como si quisiera sacar de mis entrañas la leche que todavía no tenían, la excitación iba aumentando, por mi parte al mismo tiempo que disfrutaba de sus lamidas lo besaba, reconociendo sus orejas, cuello, a veces el me besaba el pecho y luego yo con jalones de cabello lo levantaba para besarle la boca y el cuello. Poco a poco fui quedando sin ropa, en esos juegos de  besos e irse acercando a las zonas erógenas e ir desprendiendo la ropa que te estorba, lo dejé que tomara la iniciativa aunque normalmente soy yo la que decide qué o no hacer. Intentó hacerme sexo oral, besándome desde la planta de los pies, piernas, interior del muslo y cuando iba a llegar a mi vagina lo quité, no me es muy grato particularmente que me chupen y menos un desconocido.

Opté por tomar la iniciativa, ya desnuda yo  comencé a quitarle los pantalones, creo que se asustó por que quedó inmóvil, a besos y mordiscos me acerqué a su bóxer, le rosaba mis tetas en su pecho hasta llegar al área púbica, con mis manos toqué su miembro que para mi sorpresa ¡no estaba erecto!, me dijo que estaba nervioso, a mi nunca me había pasado estar así y que no se les parara. Bueno lo tomé con tranquilidad y le dije:

-Tu relájate que yo me encargo.

Comencé a besarle todo el contorno de su pubis, lo lamía, lo masturbaba con mis manos, subía a su pecho y le lamía las chichis, el cuello y volvía a bajar, la erección se fue dando poco a poco y eso me excitó más, sentir que por mis caricias produje que su miembro se pusiera duro y que por fin nos desahogaríamos de todas esas veces que nos derretíamos de placer no terminado. Es rico ir percibiendo el olor a deseo, si pones atención el cuerpo va liberando olores tan adictivos y seductores que hacen que des siempre ese paso y no te puedas detener, pues esa habitación olía a deseo y ¡vaya que olía!. Ya conociendo en persona su miembro hinchado lo tomé y le dí una lamida en la punta, el se levantó y tomó las riendas, me encantó esa actitud, se puso sobre mí y me pasaba su pene por mi vagina sin introducirlo, solo rozaba, yo sentía esa piel tan suave y caliente cerca de mi clítoris, yo ya tenía rato que había lubricado lo suficiente como para esperar más, cuando introdujo su dedo índice un poco dentro de mi, se escurrió de mi líquido transparente, viscoso y tibio ví su expresión de que no podía contenerse mas, se acercó y me dijo:

-ahora si no te me escapas mamacita, hasta que llores...!!!!

Es mágico como con los pequeños susurros, las miradas, los jadeos y la respiración son suficientes para olvidar que detrás de la puerta existe una familia que lo espera y una que me espera a mi, pero eso que importaba ya toda mojada empecé a sentir su pene donde yo quería, un impulso de energía paso desde mi espalda y se centro en la entrada de mi vagina, lo introdujo poco a poco, esos instantes de sentir la piel y la temperatura ajena dentro de mi es exquisita, comenzó a moverse como ya me era familiar, con un ritmo tan erótico que sólo causaba placer, estás deliciosa decía mientras nuestras miradas se transformaban de gusto a erotismo, nos mirábamos a los ojos como si con los ojos quisiéramos también sentir placer, todo nuestro cuerpo interactuaba, sentir el peso de su cuerpo en el mío, su piel ya húmeda, de pronto el se detenía un poco pero inmediatamente comenzaba yo a cabalgar en su cuerpo, fue increíble para mi conocer nuevas posturas en las que se siente la penetración en lo mas profundo, aunque no tiene un pene muy grande, incluso es de menor tamaño que el de mi esposo vaya que sabe usarlo, al tiempo que me reventaba del golpeteo frotaba mi clítoris y me excitaba al punto del orgasmo, a mi me gusta mas todo lo anterior al clímax pues el rato de placer es extenso, me cogía boca arriba, boca abajo, de lado, me cargaba, con piernas en V con piernas cerradas, sentada, parada….ah que aguante, después de un quejido lamentero se detuvo un momento y sentí como escurría de dentro de mi el liquido seminal hirviendo, mmmm tan rico!!!!!

Creí que había terminado, pero con el pene aún erecto lo volvió a introducir en mí y comenzó a penetrarme más, entraba y salía, eso es algo que a las mujeres nos encanta, las sorpresas, que al terminar no se hagan a un lado y se duerman. Pues me cumplió, hasta que casi lloraba y quedaba rozada no volvió a terminar, cuando lo hizo volvió a emitir un gemido de placer que me encanta que hagan los hombres, que demuestren el placer que están sintiendo. Terminamos agotados, sudados y satisfechos, le pregunté si era como la había soñado y dijo: -mucho mejor!.

Que raro que en el primer encuentro sexual pase esto, normalmente se requiere de un poco de tiempo de adaptación para llegar a este nivel de placer, por eso hizo esta experiencia algo diferente en mi vida.

Después de eso, hemos repetido unas 300 veces el acto sexual, ya llevamos 3 años de amantes y aunque nuestras familias ya se conocen, aunque ya no trabajamos en el mismo lugar seguimos disfrutando de los placeres del cuerpo, ahora con todo este tiempo de conocernos lejos de irse apagando el deseo cada ves que nos vemos nos utilizamos mutuamente para nuestros mas bajos deseos, no existe pena ni morbo, solo placer.