Comiéndote el coño

Relato en el que describo cómo le como el coño.

Me acerco a ti tumbada de espaldas a mí. Mi ingle en tu culo y mi boca en tu nuca que empiezo a besar y morder. Notas como en mi ingle mi polla empieza a despertarse

Mis manos se dirigen a tus pechos y empiezan a trazar círculos con los dedos en la aureola de tus pezones que se empiezan a endurecer, lo que aprovecho para empezar a pellizcarlos y rozarlos suavemente.

Notas en tu culo como me voy poniendo cada vez más duro, apoyado contra tu cachete, lo que hace que empieces a mover tu culo hacia atrás, buscando rozarte y notarla.

Te beso el cuello hasta llegar a la oreja que mordisqueo un poco antes de preguntarte: “¿Estás cachonda zorrita?” A lo que obtengo una respuesta en forma de gemido y de tus caderas que se mueven más hacia atrás aplastando mi polla.

Lo interpreto como un sí, dado que tus bragas en la boca no te permiten dar una respuesta más clara, y empiezo a bajar mi mano hasta tu coño mientras aprieto mi polla contra tu culo. Recorro con mis dedos toda tu raja, notando tu humedad mientras con la otra mano te tiro de un pezón y te vuelvo a mordisquear la oreja para preguntarte: “Me apetece comerme este coñito, ¿quieres que lo haga?”. Tu respuesta vuelve a ser un gemido esta vez más profundo que vuelvo a interpretar de forma positiva.

Te pongo bocarriba y me tumbo sobre ti para que notes mi polla dura aplastándose sobre tu coño. Al mismo tiempo empiezo a morderte y besarte el cuello y poco a poco voy bajando hasta llegar a una de tus tetas que empiezo a recorrer con mi boca. Lamo en círculos tu aureola y rozo con los dientes tus pezones. De vez en cuando succiono fuerte tu pezón, torturándolo entre mi lengua y mi paladar. Tu otra teta, te la magreo con la mano, tirándote del pezón, duro como una piedra, y voy alternando, ahora es el pezón que magreaba el que lamo y muerdo.

Pero no me quedo ahí, porque noto la humedad en tu coño respondiendo a mis caricias que me moja la polla. Sigo bajando, besando desde tus tetas hacia tu barriga, deteniéndome un momento en tu ombligo para recorrer con mi lengua, a lo que respondes con un respingo.

Sigo bajando, besándote hasta llegar tu monte de venus que beso también. Noto tu cadera levantarse, pero decido pasar de largo y dirigirme a tu rodilla, desde donde empiezo a besar tus muslos internos, acercándome a tu ingle. Tus caderas se mueven intentando rozarte con mi boca, pero yo sigo recorriendo tus muslos desde la rodilla hasta la ingle, acercándome a tu coño pero no lo suficiente. Te oigo gemir e intentar mover las manos que tienes atadas, tus caderas se levantan, y cuando no te lo esperas, en uno de los recorridos por tus muslos, decido pasar mi lengua por todo tu coño, de abajo a arriba, hasta llegar a tu clítoris, que empiezo a succionar y lamer con fruición. Solo paro un momento para decirte: “Me encanta el sabor de tu coño, zorra”, a lo que vuelvo a dedicarme a torturarte el clítoris con mi lengua.

Mientras te lo lamo, empiezo a introducirte un dedo en el coño que no tiene ninguna dificultad para entrar ya que estás mojadísima. Engarfio un poco el dedo dentro de tu coño y empiezo a follarte con el mientras te sigo recorriendo el clítoris con mi lengua. Poco a poco voy a aumentando el ritmo de la follada y te empiezo a introducir un segundo dedo en el coño que tampoco tiene problemas para entrar, lo que me hace empezar a introducirte un tercer dedo en el coño.

Mi lengua sigue torturando tu clítoris al tiempo que te follo cada vez más fuerte con tres dedos en el coño. Tus caderas se mueven buscando pegarse más a mi boca aunque no es necesario porque yo la tengo pegada a tu clítoris, que no he dejado de lamer ni un momento.  Aumento el ritmo de la follada y de la comida de tu coño hasta que de repente…

Te oigo incrementar el volumen de tus gemidos a través de las bragas en tu boca que acaban por convertirse en un único gemido prolongado y tus caderas se tensan contra mi boca una última vez y noto mi mano mucho más llena de tus fluidos de lo que estaba hace un momento. Te has corrido pero yo sigo lamiéndote el clítoris mientras sigo notando como tu cuerpo se sigue estremeciendo hasta que tus caderas rehúyen mi boca.

Te dejo recomponerte, me tumbo a tu lado y mirándote a los ojos te digo: “espero que te haya gustado zorrita. Aunque… te has corrido sin permiso”. Un gemido quedo escapa de tu garganta.