Comidas de empresa con Orgías al final
Martes bisex con el espíritu festivo propio de la navidad, compañeros que acaban de orgía en un spa, visitantes que se llevan una orgía de recuerdo de Madrid
Es martes de comidas de navidad, otro martes de los que nos gustan; el martes es el día oficial “bisex” aunque hay martes sin bisex, y bisex sin martes, como es de imaginar. Nosotros, como cada martes, recogemos nuestra pulsera, elegimos verde, siempre, y nos asomamos a ver qué nos encontramos. Este martes parece haber un poco de todo.
Entramos directos a la piscina, donde hoy encontramos otras parejas, quizás alguna más de lo habitual. La rubia de la pareja de al lado es un poco ruidosa, se ríe mucho, y parece nerviosa. De momento nos hace gracia, nos acercamos con cautela, parece bastante joven y habla muy alto. Está cerca de su acompañante, pero no están muy juntos entre sí; son dos compañeros de trabajo que estaban en la comida de empresa y han decidido acabar la tarde en el spa acompañándose mutuamente. Nos cuenta que entre ellos no han follado nunca. Ella se dedica a llamar a los hombres solos que pasan por el borde de la piscina.
- ¿es vuestra primera vez aquí, entonces? -Pregunta mi amigo.
- La de ella sí, yo vine hace unas semanas, se lo conté hoy en la comida, y le ha apetecido venir a ver cómo era… y ya la ves, está fuera de control… -contesta el muchacho, un poco azorado
- ¿has estado alguna vez con una mujer? ¿te apetece…? - Le pregunta a la rubia
- Mmm no, no he estado nunca con una tía… mmmm … pero sí. Tú me apeteces -dice mirándome directamente y acercando una de sus manos a mis tetas, acompañando sus palabras
- No podrías tener mejor mujer para estrenarte, ya verás – dice pícaro mi amigo mientras se acerca a las dos y mientras con una mano me coge el culo, acompaña mi mano bajo el agua, que se estaba ya acercando al coño de la rubia
Dos de los jóvenes que pasaban por el borde de la piscina, a los que llamó, se han unido a la fiesta, y somos varios cuerpos bajo el agua tibia, iluminados desde el fondo de la piscina, los que rodeamos a la rubia, que en ese momento cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás, recostándola en el borde de la piscina. Entre cuatro hombres y yo, no dejamos un centímetro de su cuerpo sin sobar, la cara de la rubia es un espectáculo, de entrega absoluta, de placer descontrolado. Su amigo ha sido también asaltado por uno de los muchachos que habían bajado a atender la llamada y se miran divertidos, siendo el centro de la melé que se está formando en el agua. Otro de los muchachos la levanta del culo lo suficiente para poder comerle las tetas a ras del agua y yo mientras tanto le meto los dedos dentro del coño. Ronronea. Mi amigo le toca el clítoris mientras yo la follo con los dedos, y mi amigo y yo nos comemos la boca, entre nosotros y con ella, divertidos, disfrutando de hacer equipo para proporcionar placer, que nos encanta. Alguno de los muchachos le coge también la polla a él y yo me encuentro una mano entre las piernas. He perdido la cuenta de cuántos estamos jugando, pegados, sobándonos, comiéndonos las bocas, pero no me da tiempo a intentar hacer cuentas. Viene el vigilante a regañarnos: en la piscina no se puede tener sexo. Nos dispersamos perezosamente, mi amigo y yo queremos ir a la zona de camas, la rubia y su compañero quieren quedarse en el agua. Nos despedimos de momento, y nos vamos a dar una vuelta.
Casi siempre que salimos de la pisci, nos damos un momento de sauna, para entrar en calor. La sauna es muy pequeña, así que todos estamos muy cerca allí. Es verdad que no permite encuentros muy largos, por aquello de la temperatura, pero alguna mamada se ha visto, sí. Y algunos encuentros buenos han empezado por un sobo en la sauna. Hoy nos encontramos dos jovencitos que están muy buenos, pajeándose mutuamente y comiéndose la boca. Nos sentamos, mi amigo del lado de los chicos, y yo en el escalón de debajo de mi amigo. para acelerar el asunto de entrar en calor, le voy comiendo la polla, de rodillas en el escalón inferior y uno de los chicos le coge la polla a mi amigo, mientras yo se la como, le masturba cogiéndosela del tronco y subiendo y bajando firmemente, mientras yo me esmero lamiéndole el capullo y el frenillo. Desde detrás, siento que me rodean el cuerpo y me cogen las tetas, una en cada mano, y me frotan una polla contra el culo. Ronroneo, me gusta. Miro la cara de mi amigo, encantado con su paja-mamada combinada, y la del joven que le masturba, encantado con la cara de placer de su masturbado. El hombre de mi espalda busca mi coño rodeándome la espalda, pegado literalmente a mí, y empezamos a estar realmente apretados en el poco espacio que hay. Decidimos seguir en el baño turco.
- Siempre hay buenos ratos en el baño turco en este sitio – le digo a mi amigo- me encanta ese lugar…
- Bueno, siempre que estás tú hay buenos momentos en el baño turco, sí – nos reímos los dos. Llevamos alrededor al menos a cuatro hombres. Y los que vendrán.
El lugar es mucho más húmedo pero no mucho menos cálido que la sauna. Eso sí, la piel resbala que es un gusto, mezcla de sudor y vapor, en tinieblas siempre, hoy iluminado también por las pulseritas de los asistentes. Hoy veo más verdes de los que he visto ningún día que he venido. Así que espero un encuentro más de todos con todos que un todos a mi alrededor, que es lo más frecuente. No me decepciona el comienzo, y el jovencito de antes y mi amigo se están comiendo las bocas y tocando las pollas antes de que terminemos de sentarnos del todo. El guapo mozo, al momento de sentarnos, se arrodilla delante de mi amigo, a comerle la polla, y otro mozo, de una edad parecida, se acerca a la fiesta y le acerca la polla a la boca a mi amigo.
Me quedo embelesada con la escena, viéndoles darse placer mutuamente, me pone muy cachonda ver las ganas que le ponen a complacerse unos a otros, las miradas que intercambian, la complicidad que se ha generado en un momento entre ellos. Mi amigo le come la polla al que está de pie, el que está sentado le está comiendo la polla a él, y el que está de pie masturba al jovencito que tiene la polla como una piedra y parece a punto de correrse en cualquier momento, de hecho, en el momento en el que mi amigo le agarra de la nuca, acercándole contra sí, el muchacho se corre como un loco con la paja del otro chico. Se marcha, tras despedirse amigablemente de mi amigo y del otro muchacho, que siguen jugando entre sí y conmigo, que ya tengo varios cuerpos alrededor, aunque uno en particular se hace sitio entre los demás y me toma para sí, con algo más de fuerza que los otros.
Normalmente en el baño turco pierdo la cuenta de las pollas que me meten en la boca y de las manos que soban todo mi cuerpo. Entre que no se ve apenas y que todo lo que me apetece es sentir y dejarme llevar, lo cierto es que no hago cuenta de los hombres que pasan por delante de mi boca. Me meto la polla que tengo delante, agarro los huevos que me quedan a mano, chupo, lamo, masturbo… pero hoy uno de los hombres ocupa siempre la posición de delante de mí, y la sigue ocupando cuando se corre, lo que no es lo habitual. Reconozco uno de los hombres que se acerca por la derecha de la escena, por el lado en el que mi amigo sigue jugueteando con otro de los chicos, nos sonreímos como saludo, y se sienta en el banco de al lado, cerca de donde estoy arrodillada. Me separa los labios del coño, y con la misma humedad que resbala por mi piel, y mi propio flujo, me va metiendo los dedos, acompasado a la velocidad a la que le estoy mamando la polla a ese que no se separa de mi boca en ningún momento. Echo la cabeza para atrás, buscando la boca de mi amigo-de-otros-martes rubio que me toca tan bien. El hombre de antes me coge la cabeza, y me la lleva de nuevo a su polla, exigente. En ese momento entra una parejita, buscando un sitio donde sentarse, y mi amigo me coge de la mano y me levanta del suelo.
- Ven, vamos a darnos una ducha, que hace mucho calor aquí
Le sigo, agradecida, porque de pronto estaba demasiado concurrido el baño turco. No termino de ser capaz de determinar si estoy incómoda o no, con la insistencia del hombre moreno que está tratando de que me vaya con él todo el rato. Me gusta cómo me toca. En todo caso, nos vamos un poco a la piscina, a regular un poco el calor acumulado, y a comentar las escenas vividas, tras una ducha rápida.
En la piscina, ya mucho menos concurrida que antes, hay un matrimonio algo mayor que nosotros, besándose y charlando animadamente. Nos quedamos cerca de ellos, charlando también entre nosotros, observando si la parejita da señales de querer jugar. Nos preguntan por el significado de los colores de las pulseras, hablamos amistosamente, alargo mi mano hacia el brazo de la chica, que sonríe y nos presentamos. Le acaricio los pechos
- Qué pechos más bonitos tienes – le digo. Y se sonríe, mientras me besa en los labios a modo de saludo.
Mi amigo se une al beso y a la caricia de pechos. Se presenta también y empezamos una conversación amigable, entre caricias suaves y besos chicos. El hombre de antes nos ha seguido a la piscina y me coge de la mano, me lleva hacia su cuerpo, arrastrándome un poco. “Quiero follarte” me dice, de frente. Miro a mi amigo. Me siento un poco confusa, porque por un lado me apetece, pero no he hecho una incursión en solitario en ninguna de nuestras visitas al spa. Asiente con la cabeza, leyendo mi pensamiento. “no te vayas lejos” me dice, y le hago caso. Al final de ese pasillo, casi a la vista desde la piscina, hay una pequeña sala con tres alturas, en la que ponemos las toallas, el hombre insistente, el rubio del baño turco que ha presenciado la escena, y otro que ha aparecido en algún momento que no he detectado.
Según llegamos, me tumba boca arriba con el culo justo al borde del escalón y me separa las piernas todo lo que dan. Mientras las sujeta, se mete todo mi coño en la boca. Le veo abrir la boca y poner sus labios desde mi clítoris hasta mi coño, con mis piernas separadas por sus manos, y empieza a mover la lengua en círculos en mi clítoris, y a apretar con la lengua dura en la entrada de mi coño, como si se lo quisiera follar así. Otras manos me pellizcan los pezones y me meten dos dedos en la boca, que chupo igual que antes les chupaba la polla, con ganas, con vicio. Me está poniendo cachondísima la situación y según empiezo a mover la cadera, la lengua acelera los movimientos hasta tenerme jadeando, deseando que no pare, a punto de correrme en cualquier instante. Le cojo la cabeza, le aprieto contra mí, cuando lo hago, separa un poco la lengua y me mira. Quiere que se lo pida, aunque mis ojos lo están suplicando, con esa mirada de perra en celo capaz de hacer o decir cualquier cosa con tal de obtener el deseado placer… se para y mi cuerpo protesta, mucho. Me saca el culo casi fuera del escalón y me mete la polla sin preámbulos, me la clava fuerte, tanto que grito ahogadamente, mientras el rubio al lado me encuentra el clítoris, que me toca entre las embestidas. Me corro como una loca, entre todas esas manos, pollas y bocas alrededor. Cuando lo hago, me saca la polla del coño y me la mete en la boca, para que chupe mi corrida, mientras me sujeta la cabeza contra su cadera.
- ¿cómo vas, niña? – pregunta mi amigo desde la entrada de la salita de las gradas
- Buah, qué corrida nene, ¿tú qué tal?
- Vengo a buscarte para otra fiestecita, vente anda, que te estamos esperando…
Me despido con un beso fugaz, y bajo las gradas, con mi toalla en la mano y le sonrío al rubio que ha estado conmigo todo este rato. Mi amigo le sonríe también. Al lado de mi amigo, el matrimonio de antes en la piscina, quieren encontrar un sitio más tranquilo donde estar a solas. Entramos en una de las salas que tiene cerrojo, los cuatro y el rubio, que le dice a mi amigo que qué bien se la como, que ya coincidimos otro martes en el baño turco y que muy bien todo. Es un hombre de más edad que nosotros, pero con un cuerpo cuidado, y unas maneras exquisitas. Entre él y mi amigo dan cuenta de la morena canaria que no sabe en qué manos ha caído. Yo me ocupo de su marido y nos vamos mezclando todos alternativamente. Mi amigo es único comiendo el coño. Bueno, mi amigo es único, en todo lo que hace. Empieza a comerle el coño mientras el rubio le toca las tetas, se las pellizca, y le toca el clítoris, mi amigo le mete los dedos y cuando empieza a follarsela así, con su mano entrando y saliendo rítmicamente de su coño, mirándola a la cara, haciéndola gozar, le veo esa expresión a ella, que tantas veces he visto pero que no me canso de ver. Esa cara de “para, me voy a morir de gusto”. Empieza a correrse pero él no para, no baja ni un poco la intensidad de los movimientos, sigue moviendo su mano y provocándole un orgasmo interminable, con el acompañamiento del hombre rubio pellizcándole las tetas y cogiéndole el culo, con la visión de su compañero tumbado debajo de mí, que le cabalgo mientras miramos embobados la escena, disfrutando del morbo del momento.
- Me voy a quedar sin probar tu boca… - me dice la canaria, mirándome mientras recupera el aliento, al dejarla ir mi amigo. Sonrío.
- Todavía estamos a tiempo, eh – le contesto
- No, no, yo no puedo ya seguir, me va a dar algo, ¡casi acaba conmigo tu hombre!
- Es el diablo, sí, me lo vas a decir a mí
Nos reímos, nos recomponemos un poco, nos despedimos unos de otros. Un placer, hasta otro día, muchas gracias. Nos subimos a tomar algo, comentando. Mi amigo me cuenta que la parejita son canarios pasando unos días de vacaciones en Madrid. Mira que yo creo que se quedan con buen recuerdo de la ciudad, eh…