Comida de culo

A cualquier persona le gusta que le coman el culo, hasta a un macho hetero...

Si has dado el paso de disfrutar del sexo con otro tío, seguro que el sexo anal te gusta, tanto sea para meterle tu polla a otro por detrás, como para recibir un buen rabo en tu trasero. Bueno, tal vez solo quieras pajas o mamadas, puede ser.

Lo que he descubierto en mi experiencia es que, seas del tipo que seas, seguro que te gusta que te coman el culo. A algunos puede que no les guste comérselo a otro tío, pero no conozco a nadie que se niegue a que le metan la lengua entre las nalgas y le laman bien el ojete, es uno de los mayores placeres de la vida.

Hace unos años, cuando estaba iniciándome en el sexo homo y todavía estaba aprendiendo, me encontré en una situación muy morbosa en donde llegué a esta conclusión.

Recuerdo que era verano, estaba solo viviendo en Madrid después de trasladarme a la capital desde otra ciudad de España. Más tarde mi novia vendría a vivir conmigo, pero durante un tiempo estuve yo solo.

Ese verano hacía un calor de muerte. Y yo, como no, estaba todo el día salido. Bueno, más bien, todas las noches. Durante el día trabajaba, mucho, y por las noches me divertía. Todas las noches acababan, o en paja (la mayoría, la verdad) o con algún tipo de sexo acompañado. Fue cuando empecé a disfrutar de verdad de las pollas, muchas.

La vez que os estoy contando empezó como muchas otras, día de semana, cena y alguna copa después de cenar y para casa. En casa, medio avispado por el alcohol, sesión de sexo delante del ordenador, videos porno, chats, webcams…

Este día conecté con un tío que no estaba lejos de mi casa, a unas manzanas andando. Buscaba un tío que le comiese la polla, nada más. Él no tocaba, no chupaba, no follaba… solo daba polla y leche. El tema era morboso, llegabas a su casa, te recibía a oscuras sin pantalones, le comías la polla en el vestíbulo sin llegar a entrar en su casa, se corría en tu boca y te pirabas.

Era tarde ya y no encontraba nada cerca, así que me interesé por ello.

  • Yo: ¿cómo es tu polla?
  • Él: grande y gorda, seguro que te gusta. 19 centímetros.
  • Yo: joder, mola. No me importaría comértela.
  • Él: claro que sí, vente y te doy leche.
  • Yo: y tú a mí, ¿qué me haces?
  • Él: ya te he dicho que nada, vienes, te doy rabo, me corro en tu boca, y te vas. Lo tomas o lo dejas.
  • Yo: sí, lo entiendo, pero estoy muy caliente, seguro que me quiero correr
  • Él: pues te haces una paja, yo no te la toco.
  • Yo: ok, me hago una paja mientras te la chupo, ¿ok?
  • Él: vale, eso lo que tú quieras.
  • Yo: otro tema, en la boca paso, pero te puedes correr por encima de mi.
  • Él: en tu cara entonces, me gustas ver como los maricones como tú disfrutáis de la leche… y yo suelto mucha.

Joder, un macho hetero que quería un mamón al que despreciaba, y esa polla grande… me ponía mucho.

  • Yo: ok, venga, dime la dirección y voy. Ah! Y lávate bien para poder comerme tu rabo con gusto.
  • Él: claro que lo haré, menudo maricón estás hecho. Vas a disfrutar mucho.

Salí rápido, sin perder tiempo, y me acerqué a su casa.

Yo iba vestido con una camiseta, un pantalón vaquero corto y unas sandalias. No llevaba nada debajo del pantalón, así iba rozando todas mis partes y me ponía más cachondo. En el trayecto no paré de tocarme la polla, que me apretaba contra el pantalón y de sentir el roce en mi culo de las costuras traseras del pantalón. Menudo maricón estaba hecho.

Cuando llegué me abrió la puerta un poco, sacó la cabeza, nos vimos y me dejó entrar.

No había mucha luz en su recibidor, pero pude ver que estaba totalmente desnudo cuando pasé a su lado. Y tenía la polla tiesa.

  • Él: hola, ponte de rodillas y cómemela. Susurró en voz baja, era ya de madrugada y no querría que los vecinos se enterasen.

No dije nada, y me arrodillé delante de él sin pensarlo. La situación me parecía muy morbosa y me dejé hacer. Joder… qué pedazo de rabo tenía el tío, era lo más grande que había visto hasta el momento!

Me metí su polla en mi boca, lentamente, abriéndola bien para que entrase. Me la tragué entera sin respirar. La verdad es que me entró toda, cosa que dudaba… y sabía a gloria.

Mi nariz quedó pegada a los pelos de su pubis con lo que me inundó el olor de sexo de macho recién limpio, jabón… y ese aroma inconfundible de polla. Adoro ese olor.

Oí el jadeo perfectamente. Me quedé quieto un segundo y empecé a sacarme la polla lentamente de la boca, apretando suavemente los labios contra el tronco venoso.

El macho hetero, del que no supe su nombre, suspiraba de placer.

  • Él: ah, sí… chúpamela.

Llegué a su capullo y me regodeé en él, lo chupé como una piruleta, lo lamí con calma saboreando sus primeros fluidos.

  • Él: qué maricón estás hecho! Como te gusta comer polla.
  • Yo: sí, me mola tu polla, es enorme.
  • Él: ya sabía yo que te iba a gustar, sigue chupando.

El macho estaba encantado con su posición dominante, cuando me hablaba se mordía el labio inferior denotando el placer que le daba la situación.

Me volví a meter la polla en la boca algo más rápido y empecé un mete-saca con mi boca, agarrando sus piernas, velludas y duras.

La metí y saqué varias veces, y noté que se estaba excitando mucho, tanto por los jadeos que daba como por el hecho que ya empezaba a pasarme una mano por el pelo… tenía claro lo que querría hacer después, llevar él el ritmo.

  • Él: joder, tío, se ve que tienes práctica en chuparla.
  • Él: ah, ah, joder, ah…

No me gusta especialmente que me follen la boca, entiendo la excitación del que lo hace, a mi me gusta dominar a un tío o una tía llevando yo el ritmo un rato, pero si es excesivo, el que chupa no obtiene ningún placer físico, solo mental, si es que te pone ese tipo de actitudes. Yo lo hago un rato, pero podría pasar sin ello.

Como predije, me puso las dos manos en la cabeza y empezó a aumentar el ritmo mientras me la sujetaba.

  • Él: no te muevas maricón, te voy a dar lo que mereces.

Dijo entre jadeos. Me dejé hacer.

Empezó a aumentar el ritmo, yo abrí bien la boca apartando los dientes por si acaso y esperé. Me excitaron sus jadeos, el notar cómo se descontrolaba y se iba poniendo más cachondo con el paso de los segundos. Noté cómo mi boca empezaba a babear, no podía controlarlo, y noté como mi saliva salía y se caía por mi barbilla. Me acordé de las pelis porno en donde salivan todo exageradamente, me pregunté si tendría la misma pinta.

Tenía las manos libres así que aproveché para subir hasta sus huevos. Se los agarré despacio dejando que se moviesen en mi mano con el ritmo que estaba imprimiendo, sintiéndolos hinchados, peludos, me los imaginé llenos de semen espeso, mucho semen espeso.

El macho dio un pequeño respingo, no se debía esperar que le tocase las pelotas, y paró de follarme la boca, aunque no sacó la polla.

  • Él: ¿qué pasa?, ¿me quieres chupar los huevos también?
  • Yo: (sacando la polla de mi boca), sí, los tienes gordos, muy gordos.

Al sacar la polla de mi boca, mi saliva se quedó pegada a su polla, dejando un rastro de babas.

  • Él: joder, como me molan los tíos como tú… venga cómeme los huevos maricón.

Apartó su polla hacia arriba y empujó mi cabeza hacia adelante con la otra mano llevándome la boca a sus huevos. Hundí mi cara en su mata de pelo y lamí sus pelotas gordas. Qué ricas por Dios!, qué maravilla!

Alterné lamida con chupada, metía un huevo en mi boca y lo sacaba, lo chupaba y lo lamía, olía su aroma a macho caliente y me embriagaba.

  • Él: ah, ah, joder.

El tío jadeaba como un perro, bufaba como un oso de excitación, intentando no levantar la voz porque seguíamos en el vestíbulo de su casa.

No se oía nada alrededor, normal dada la hora, pero sí es verdad que se oía la calle perfectamente debido al silencio y cualquier gemido más allá de un susurro sería escuchado por los vecinos si estaban despiertos. Seguro que no le apetecía que sus vecinos supiesen de sus aficiones a darles rabo a machos viciosos.

Me llené de huevos, y empecé a notar que mi polla ya no cabía en el pantalón, tanto por el empalme que tenía, como por la postura, había terminado en estar de rodillas sentado en mi culo, con lo que me apretaba y me hacía daño, tenía que liberarla.

Le aparté.

  • Yo: tengo que sacarme la polla, me aprieta y quiero pajearme.
  • Él: ok, pero yo no te toco.
  • Yo: lo sé, tranqui, yo me la pelo solo.

Me levanté y me bajé el pantalón liberando mi rabo. Saltó hacia arriba, lleno de fluidos del calentón, dura como una piedra. Me quité la camiseta y me quedé en bolas como él.

No me había parado a mirarle y ahora lo hice. No sé veía demasiado, la verdad, pero sí pude ver un tío más alto que yo, con algo de barriga pero fuerte, musculoso. Y su rabo, qué pedazo de polla! Era más grande que la mía, no mucho, pero sí más grande. Tenía un capullo grande y atractivo, no me extraña que me gustase tanto comerlo.

  • Él: joder, está bien calzado también.
  • Yo: gracias, ¿no quieres probarla?
  • Él: jeje, ya te he dicho que no soy maricón, quiero un mamón como tú en el que vaciarme.
  • Yo: tienes una buena polla, sí señor
  • Él: venga, ponte de rodillas que te doy más rabo. Aún me falta un rato para darte leche, te lo tienes que currar.
  • Yo: ok, te la voy a chupar hasta que te corras y me des tu semen. Quiero que me riegues la cara como a una putita.

Me ponía mucho provocar a este macho “heterosexual”, estaba claro que le ponía cachondo. En experiencias pasadas, había comprobado que aquellos que solo buscan donde “vaciarse” son dominantes y esperan actitudes sumisas. Las provocaciones suelen excitarles mucho y lo que quería era que se excitase como un perro y vaciase sus huevos encima de mi.

  • Él: claro que te voy a dar leche. Venga, arrodíllate.
  • Yo: porqué no vamos a un sofá o algo más cómodo y te lo como todo a mi manera.
  • Él: mmmmm, habíamos quedado en que venías y me la comías aquí.
  • Yo: ya, pero si me dejas hacerte a mi manera, seguro que te doy más placer. Dije esto con voz de putita, arrastrando las palabras… solo me faltó menear el culo!
  • Él: ok, vamos al salón y me la comes. Mira que sois maricones.
  • Yo: si, nos encanta comer pollas grandes como la tuya, machote.
  • Él: joder, te voy a dar rabo hasta que te canses.

Se dio la vuelta y se fue hacia dentro de la casa, yo le seguí, mirándole el culo. Tenía un buen culo, musculoso, duro, seguro que tenía un ojete muy comestible…jeje, no me dejaría acercarme por miedo a volverse maricón! Jeje.

El salón estaba en penumbra, con una lámpara pequeña en una mesita encendida, un sofá, una mesa baja enfrente y con el ordenador en ella. Había también un par de cervezas, abiertas.

Yo tenía la polla a estallar de la excitación, allí desnudo en mitad del salón, destinado a darle placer a un tío que solo buscaba una boca que se la chupase. Me sentía muy sucio, usado como un objeto, me sentía como un pervertido, y muy muy excitado por la situación.

Decidí insistir en la parte de sentirme usado como una putita:

  • Yo: ¿estabas viendo porno en el ordenador?
  • Él: sí, mientras te buscaba.
  • Yo: ¿y qué tipo de porno?, ¿entre tíos?
  • Él: qué va!, tías buenas folladas por pollas grandes. Ya te he dicho que no me van los maricones.
  • Yo: es verdad. ¿porqué no te pones ese porno mientras yo te la chupo?.
  • Él: joder sí, mira que te gusta hacer guarradas, eres un salidorro!

Cogió el portátil y lo puso en el sofá. Cogió una de las cervezas y la apoyó en la mesita que tenía la lámpara, al alcance de su mano, y se sentó.

Abrió las piernas, enseñándome su polla mirando al techo, durísima y enorme, brillando de mi saliva sus fluidos. Con la postura que tenía, algo recostado, sus huevos peludos quedaban totalmente expuestos para que yo se los comiese.

Yo notaba mi polla y mi culo palpitar, estaba muy excitado, mucho. Aquello iba a ser un festín para mí.

Me acerqué a la mesa que había enfrente del sofá y la aparte para hacerme sitio, y me arrodillé entre sus piernas. Tenía su sexo, esplendoroso enfrente de mí.

  • Él: venga, deja de mirarme la polla y chúpamela.

Supongo que me había quedado parado un rato demasiado largo, vaya, ni me había dado cuenta.

Me adelanté un poco y me metí su polla en mi boca. Hasta el fondo. Pasando mi lengua por el tronco y sintiendo el capullo contra mi campanilla, llenándome la boca.

  • Él: buff…

Oí el bufido del “colega” y, si no hubiese tenido la boca ocupada, hubiese sonreído.

Llevé mi mano a sus huevos y se los agarré, y empecé manosearlos con calma mientras iniciaba el vaivén del mamón, notando como se llenaba mi boca de saliva, la dejaba salir, y la notaba caer por su polla hasta sus huevos, donde mojaba mi mano.

Estaba muy concentrado en su rabo con lo que no me había dado cuenta de que estaba bebiendo la cerveza hasta que noté que se movía a dejarla en la mesilla. Oí el ruido del cristal contra la mesa y noté que se volvía a colocar como antes.

Levanté la cabeza y le miré. Estaba mirando el porno del portátil. Yo era el que le hacía la paja con una mano, y con la otra le acariciaba los huevos.

En la pantalla estaba una chica joven comiéndole la polla a un hombre, con muchos tatuajes, y una polla descomunal, casi no le cabía en la boca.

Ni me miró. La sensación de ser una puta aumentó. Dios qué placer.

Me agaché a sus huevos, a comérselos. Pegué mi cara contra ellos mientras los lamía con la lengua y respiraba su, cada vez más acentuado, olor a sexo de macho. Notaba sus pelos en mi lengua, sus huevos moviéndose en mis labios, mi propia saliva, la que caía por su polla, mojándome la mejilla.

Con mis dedos de la mano que agarraba su tranca llegué a su capullo y jugueteé con su frenillo. Le oí bufar y suspirar. Su mano se posó en mi cabeza:

  • Él: cómeme los huevos maricón, así, lo haces muy bien.

Jadeaba, se iba a correr pronto. No, yo quería que durase más.

Con la presión en mi cabeza, que no era muy fuerte, pero sí que me bajó un poco y terminé con mi lengua por debajo de sus huevos, en esta zona que hay entre los huevos  y el culo.

Y seguí lamiendo esa piel que suele ser más suave, y la reacción fue la que me esperaba, volvió a bufar y su mano agarró mi pelo.

  • Él: ah, ah, joderrrrr.

Yo seguí lamiendo con ganas, pegué mis labios y chupé un poco y oí su jadeo, lo estaba disfrutando!

  • Él: ah, ah.

La posición era incómoda para mí, me empezaba a doler el cuello, tenía que ponerme más cómodo.

Me incorporé, y dejé de tocarle.

  • Yo: es incómodo. Si quieres que siga comiéndotelo todo tenemos que cambiar de postura.
  • Él: joder tío, ahora no me quedo así, ¿cómo nos ponemos?, me tienes que seguir comiendo como hacías y luego te riego la cara.
  • Yo: ok, me hago daño en el cuello de estar tan abajo, puedo apoyar la cabeza en el sofá y tú de pie en frente de mí, así.

Y me dí la vuelta sentándome en el suelo, apoyando el cuello en el cojín del sofá. Le moló la idea enseguida. Se levantó, puso las piernas a ambos lados de mi cuerpo y, agachándose un poco me metió la polla en la boca, follándomela, metiéndola entera y sacándola entera. La hostia, qué morbo, no era lo que yo estaba buscando, pero me permitía tocarme la polla también con una mano.

Con la otra le agarré el culo, que tenía musculoso y peludo. Como me ponía su culo, se lo comería… joder, eso, a ver si se lo podía comer. Empecé a sobarle el culo y se paró:

  • Él: tío, te estás emocionando. No me vas a follar, recuerda, yo soy el que da rabo aquí.
  • Yo: sí, perdona, pero tienes un culo tremendo. Venga, súbete al sofá y déjame comértelo.
  • Él: qué? Venga tío, me quieres comer el culo?
  • Yo: sí, seguro que te mola que te pase la lengua y te lo coma. ¿nunca te lo han comido?
  • Él: no, qué va, yo paso de eso.
  • Yo: pues no sabes lo que te pierdes, es lo máximo.
  • Él: joder, vale, pero nada de meterme la lengua ni un dedo ni hostias.
  • Yo: si, tranqui, no te preocupes. Si no te mola, paramos.

Y dicho esto con las dos manos le empujé suavemente para se moviese hacia mí, hasta que su culo quedó encima de mi cara. Le agarré las nalgas y tiré un poco hacia abajo, lo entendió y se fue bajando despacio, doblando las piernas, hasta que tuve sus huevos pegados a mi nariz y su ojete en mi boca.

Empecé a pasarle la lengua por su ojete despacio. Notaba los pliegues del esfínter en mi lengua, duro e impenetrable… para este macho aquel era un orificio de solo salida claro, no sabe lo que se perdía.

Y se lo comí con ganas, con lengua con labios succionando y él jadeaba, sudaba, bufaba sin moverse aguantando la posición con sus poderosas piernas. Estaba claro que le gustaba aquello.

  • Él: ah, hostia tío, qué cabrón! Sigue chupando…

Debí estar comiéndole el culo varios minutos, con los ojos cerrados (no veía nada, solo sus huevos contra mi cara) y me dejé inundar por el placer de tener aquello en mi boca, su polla en una mano haciéndole una paja, y con la otra me acariciaba la mía con calma, si le daba fuerte me correría enseguida del calentón que tenía.

  • Él: tío, sigue comiendo que me voy a correr, cabrón.

Jadeos.

  • Él: me voy a correr en tu cara y te voy a llenar de semen.
  • Yo: no, espera, que no he terminado.

Se movió sin decir nada, apretándose la base de la polla para retener el orgasmo, estaba claro que no me duraría mucho más.

  • Yo: apóyate en el sofá, así, de rodillas, y yo me pongo detrás a seguir comiéndote el culo.
  • Él: pero no te emociones!
  • Yo: joder, no, solo voy a seguir haciéndote lo mismo, pero desde otra posición más cómoda para los dos. Tranqui, paro cuando me digas.
  • Él: vale tío, pero con cuidado.

No se fiaba de mi, jeje, no me extraña, al levantarse me vió la polla, toda dura y tiesa y le entró el miedo de que se la metiese por detrás… cosa que no me importaría hacer. El tío tenía un buen culo, fuerte y velludo, redondo, daban ganas de azotarlo y moderlo, y follarlo. Pero no, no podía ser.

Se puso de rodillas en el sofá, le empujé un poco hacia adelante para que expusiese más el culo, cosa que hizo despacio, no se le veía convencido.

Yo me agaché detrás de su culo y suavemente se lo abrí con mis manos, dejando ese rico ojete a la vista. Me acerqué y, sacando la lengua todo lo que pude, se lo lamí despacio.

Jadeo de nuevo cuando mi lengua contactó con su piel.

Seguí lamiendo despacio, arriba y abajo, de nuevo notando los pliegues y cómo, aunque el hombre este no quería, notaba cómo se abría a mis caricias, con ganas de que lo penetrasen.

Antes de meter la punta de mi lengua, no fuese a mosquearse, me acerqué más y hundí mi boca en su culo, con lo que ahora mis labios cubrían su agujero y pude succionarle la zona.

Más jadeos.

  • Él: ah, joderrrr.

Levanté la mano para cogerle la polla, sin mirar ya que tenía mi cara hundida en su culo y llegué a ella siguiendo el reguero de líquidos que caían en mi mano. Se la agarré. No me dio tiempo casi ni a tocarle.

  • Él: no tío, no me toques que me corro.

Me dijo con voz entrecortada. Le hice caso, no le toqué.

Me aparté un poco para recolocarme, estaba de rodillas y se me estaba clavando algo, me fijé y vi cómo el macho estaba agarrado con fuerza a los cojines del sofá… el muy cabrón estaba muy cachondo, como en su vida.

Seguí comiéndole el culo a gusto, sobre todo con mi lengua, haciendo círculos alrededor de su esfínter, lamiendo arriba y abajo, presionando ligeramente, no mucho por si acaso, y notando cómo bufaba y gemía.

  • Él: joder, tío, qué cabrón!.

Más jadeos. Notaba su piel caliente en mi cara, su esfínter moviéndose en mi lengua, reaccionando al trabajo, seguro que le entraría un dedo o dos… pero no, no se dejaría.

En algún momento él empezó a culear, moviendo sus caderas y frotando su ojete contra mi boca y lengua, mientras jadeaba cada vez más rápido. Aquello se iba a terminar en breve.

En un momento dado se movió y yo me eché hacia atrás un poco mientras él se agarraba la polla.

Ya sabía lo que venía. Él, con el cuerpo tenso, y la apuntó a mi cara.

  • Él: me voy a correr, me voy a correr!
  • Yo: dame leche, venga, córrete en mi cara.
  • Él: sí, voy, ah, ah, ah

Cerré los ojos y la boca, y agarré mi polla para hacerme mi paja, siendo lo último que vi su mano subiendo y bajando velozmente por su polla, y entonces sentí cómo me caía un primer chorro en la mejilla, caliente y fuerte, y le siguieron un montón más, sentí su hombría en mi cara por todas partes, noté varios impactos en la nariz, frente, pelo, labios… no los conté, solo me dediqué a disfrutarlos y entonces aceleré mi mano para correrme yo también.

Nada, unos segundos y yo también me vine encima. Se juntaron sus gemidos indisimulados con los míos ahogados con la boca cerrada para que no me llenase de semen. Noté como mi leche caía en mi mano y en el suelo. Me corrí como una bestia, soltando lefazos a chorros en su alfombra.

  • Yo: uhmm, uhmm, uhmmm!!

Cuando terminamos se movió hacia un lado.

  • Él: espera que te acerco un papel para que te limpies un poco. No abras los ojos que te he lefado toda la cara.

Me acercó un pañuelo de papel a la mano y me lo llevé a los ojos limpiándomelos en lo posible.

Los abrí con cuidado, aún tenía algo de semen en una de las pestañas pero no parecía que hubiese peligro de que se me metiesen en el ojo. Me tendió la mano y me ayudó a levantarme.

  • Él: menudo maricón estás hecho.
  • Yo: claro que sí, me gustan las pollas y los culos como el tuyo.
  • Él: joder, menuda comida de culo, nunca me lo habían hecho.
  • Yo: ya, suele pasar, pero ¿a que te ha gustado?, es un placer.
  • Él: si, pero no se lo digas a nadie, es de maricones.
  • Yo: sí, puede ser, pero deberías probarlo tú también, aunque sea a una tía ¿no?
  • Él: a una tía claro que sí, pero a un tío paso, ya lo ves. Yo solo os quiero para vaciarme.

Yo ya me había limpiado, más o menos, aquello ya se había terminado.

  • Yo: ¿me puedes decir el baño?, quiero terminar de sacarme la leche de la cara.
  • Él: claro, vete hacia la salida, primera a la derecha.

Encontré la puerta, encendí la luz y entré. Me miré al espejo y vi que tenía semen por la cara y el pelo. Sonreí. Tenía una pinta de mariconazo… noté como mi culo se estremecía. No me hubiese importado ponerme a 4 patas para que me follase. Seguía muy cachondo. Me limpié el semen de la cara con algo de papel higiénico y me lavé con jabón.

El del pelo me lo quitaría en casa en la ducha mientras me hacía una paja o me metía algo en el culo, es lo que más me apetecía ahora.

Cuando ví que ya estaba más o menos decente, decidí que era hora de irme.

Me fui hacia la entrada a coger mi ropa, estaba toda allí.

  • Él: si quieres más leche otro día, dame un toque, siempre tengo los huevos llenos.
  • Yo: claro que sí, y si quieres, podemos follar también, yo creo que esa polla me entra por el culo.
  • Él: joder, menudo maricón. Claro que sí, te doy polla cuando quieras.

Yo me vestí mientras hablábamos y nos despedimos.

Salí a la calle, pensando en lo que había pasado. Resumiendo, le había chupado la polla, comido el culo y recibido el lefazo en la cara de un tío, hetero, hacía un rato. Notaba la cara pegoteada a pesar de habérmela lavado, y seguro que tenía manchas en el pelo de semen… mi polla estaba despertando de nuevo, se me iba a poner dura en nada, y mi culo pedía guerra. Estaba decidido, me iba a pegar una ducha para lavarme bien y me iba a masturbar con algo metido en el culo.