Comerte la polla
Una mujer sueña que se come la polla de un chico muy atractivo mientras duerme al lado de su novio.
Comerte la polla.
Necesito comerme tu polla. He estado tomando un batido con mis amigas, muy sositas las dos, y el vaso de crema de vainilla de una de ellas me estaba poniendo a cien por segundo. Veía aquel líquido allí, tan pastoso, con su color amarillento, seguro que algo rasposo en la garganta, y soñaba con tu semen resbalando sobre mí. Tengo hambre de ese pedazo de ti que regala leche.
La otra noche soñé que te hacía una mamadita. No recuerdo bien cómo ocurrían las cosas, no sé dónde nos encontrábamos, ni qué hacíamos allí. En medio de la bruma surgías tú, tu cuerpo desnudo atravesando la niebla, tan trabajado tu abdomen, con esos músculos, con tus brazos fuertes, esas piernas duras como columnas, la verga erecta.
Era un sueño divino, deseé que no se acabara durante mucho rato
Entonces yo aparecería desde algún sitio, no me acuerdo con claridad de ese detalle, y tú me acariciabas la melena, yo sonreía, no cruzábamos ni siquiera una palabra, no hacía falta, ambos sabíamos lo que queríamos, lo sabíamos perfectamente. Yo me ponía de rodillas, alguna vez tú me habías comentado que te encanta esa postura,
y empezaba a besarte el miembro, ese miembro precioso y generoso que tienes.
Iba muy caliente, sé que, en el sueño, sentía cómo me iba mojando, notaba la humedad de mi sexo adormecido, y me gustaba esa sensación de estar flotando en un juego sin tiempo
A pesar de mis calenturas, decidí ir lenta. Muy despacio. Un toque de lengua, diminuto, casi imperceptible. Después besitos en la cabeza de tu juguete, besitos dados con el labio, muy tiernos. Un lametón por todo el pene, lento muy muy lento tan lento que resulte irresistible. Una caricia hecha con dientes, no temas, muy suave, muy sabrosa, y un lengüetazo en tus testículos de impresión.
Un bañito de saliva, luego. Cómo me encanta comer pollas, es maravilloso, te arrodillas y te adueñas por unos instantes de un trozo de carne que responde agradecido a todos los estímulos. Es mágico, soy yo y es la polla, yo la moldeo, es como un trozo de arcilla en mis manos, tocas, aprietas, aflojas, amasas, lames, chupas, succionas, besas y el pene responde, da una contestación, nunca se queda indiferente.
Me entusiasma hacer mamadas, es lo que más me puede gustar
Sigo, seguía soñando, tenía ya todo tu falo en la boca, me embriagaba su tersura, ¡qué duro estaba!, su calor, me enloquecía el sonido de tu respiración agitada, te lo comía todo, como a ti te gusta, me tragaba toda esa polla inmensa que entraba en mi boca con arrogancia, sin pedir permiso. Subía y bajaba, con la lengua, sintiendo tu bravura en el paladar y en cielo de la boca, ¡qué gozada!, chupeteaba y mamaba, no podía parar, tu pene era mi amo en aquel instante, yo complaciente, sólo quería darte placer, mucho, llevarte al límite.
Estabas a punto de correrte, me lo dijiste con tu voz entrecortada, y yo te pregunté dónde te apetecía. A mí me gusta tragar, trago todo, pero sé que tú a veces prefieres otros lugares para dar rienda suelta a tus aportaciones lácteas.
Y, cuando ya notaba tus convulsiones en la boca, perdí de vista tus ojazos y esa cara perversa que tanto me gusta, y empecé a despertarme, y sentí un escalofrío, y experimenté un orgasmo, y me vacié entera yo solita mientras Fernando dormía a mi lado. Incluso roncaba
Cristina Padín Barca.