Comencé el año candente!

Aquella fue la oportunidad que se me presentó para por primera vez tomar yo la iniciativa....!

¡Comencé el año candente!

Recuerdo que cuando escribí mi primer relato les dije que todos esos hechos eran reales, de la vida misma, historias o capítulos de mi vida sexual, la cual he disfrutado plenamente. Pero, aunque parezca contradictorio, mis dos primeros relatos que me han publicado, no me tienen a mí como protagonista, sino a mi esposa y a una "muy buena amiga" , pero que sin embargo las siento como mías por cuanto estuve al tanto de ambos casos en todo momento y en consecuencia los disfruté al máximo.

Es por esa razón que hoy quiero contarles algo que me pasó el 03 de enero de este mismo año, cuando regresaba a mi casa en el interior de Venezuela, luego de pasar las festividades de fin de año con la familia en otra ciudad. Regresaba a casa solo por cuanto mi esposa y mis niñas se quedarían unos días más en casa de la familia puesto que aún quedaban días de vacaciones para ellas, para colmo de males tenía que viajar con los malestares propios de los excesos de esos días y en transporte público, puesto que a mi vehículo se le antojó averiarse.

Debí abordar un taxi que me llevara a la terminal de pasajeros de Valencia donde abordaría el transporte que me llevaría a mi destino final, en realidad soy una persona de poco hablar y en las condiciones animosas que me encontraba, lo menos que quería era conversar y menos con un desconocido taxista, pero es muy común por, acá tomar un taxi y que el chofer sea un dicharachero de primera, que te hable sin parar acerca de tal o cual cosa, aunque uno no le siga la conversación, de tal modo que cuando aquel joven de más o menos 22 años comenzó a querer dialogar conmigo, no tuve más remedio que armarme de paciencia para de buen modo tratar de intercambiar una que otra palabra con él. Por esa misma costumbre de hablar que tienen algunos, los choferes de taxis aquí inclusive llegan al extremo de contarle a uno cosas, digamos íntimas y que a uno no le incumben en lo más mínimo, por ejemplo; que si monté y llevé una parejita a tal sitio y se veía que la mujer era casada, cosas como esas. Escuchando al muchacho en uno de esos cuentos se me ocurrió comentarle acerca de que yo había oído también que a ellos, los taxistas, algunas veces, algún pasajero incluso, les proponían pagarles de otra forma, fue un comentario que me pareció intrascendente y que en ningún momento entrañaba algo distinto, era solo seguirle el hilo de la conversación al joven, éste al momento me comenzó a narrar varias anécdotas de mujeres que había montado en su carro y al momento de llegar a su destino le decían que no tenían dinero que si podían pagarle aunque fuese con una "mamadita", me comentó que pocas veces aceptaba eso, no tanto porque no quisiera sino al temor de que le ocurriera algún percance de otra índole, como por ejemplo ser víctima de un atraco o un robo, cosa común en la Venezuela de hoy.

-Inclusive, me dice, el otro día se subió un señor y luego de indicarme que lo llevara a varios sitios, comenzó a mirarme de un modo extraño hasta que se me insinuó y me propuso hacerme una paja ¡imagínese!-.

Hasta ese momento, créanme, el "gusanillo del vicio", como suelo decirle a mis impulsos sexuales, lo tenía en mínimo, no se me había avivado, ni siquiera había reparado bien en el aspecto del muchacho que me llevaba, total lo que deseaba era regresar a mi casa. Pero así las cosas algo dentro de mí se comenzó a despertar y me encontré preguntándole al chofer que había hecho él ante tan inusual, supuse, situación o proposición, contestándome que temeroso y todo y por cuanto el señor le inspiró confianza, accedió a su ofrecimiento, no sin antes preguntarle que en donde harían tal cosa, a lo que su pasajero le señaló que fueran a un motel.

-¿y qué pasó allí?, le pregunté desinteresadamente,

-bueno jefe, me dice él entre risas, pasó lo que tenía que pasar, me lo saqué y bueno, el hombre se volvió loco con lo que vio, se me abalanzó encima a comérselo todo jajaja!

A mí particularmente, no me son ajenas las experiencias con personas de mi mismo sexo, las he tenido y muy buenas desde mi adolescencia, en otra oportunidad les contaré algunas de esas cosas vividas, no me considero de ninguna forma homosexual ni mucho menos, los hombres no me atraen; Uds. se preguntaran y entonces, ¿cómo es eso?, ¿cómo se pueden disfrutar esas situaciones de esa manera?, para ser sincero y a esta altura de mi vida en la cual cuento con 48 años de edad, haber leído bastante al respecto y haber vivido lo que he vivido, no he podido darle respuesta a esas interrogantes, mucho sabría agradecer si alguno de Uds. es psicólogo o sexólogo, que cuando lea esto me dé su diagnostico, que soy bisexual, tal vez, más no me gusta encasillar un gusto particular que me puedo dar en un momento, como una conducta o tipología particularmente sexual. Lo que sí es cierto es que me gusta, disfruto el hecho de que otro hombre me toque, me acaricie, me lo mame y hasta penetrar a otro o dejarme penetrar, son cosas que se fueron presentando en mi vida, las fui asumiendo y degustando.

Como les decía, al contarme esto este muchacho, se me presentó una disyuntiva que hasta ese día llevaba en cuanto a lo que les estoy contando, y no era otra cosa que el hecho cierto de que, si bien como les dije, yo he disfrutado cada uno de esos momentos, no era menos cierto que nunca había tomado la iniciativa, o había tenido la audacia de ser yo el que diera el primer paso (el machismo), créanlo, siempre se me habían insinuado a mí, y yo había seguido adelante. Así las cosas, y con el "gusanillo del vicio" ya despierto, comienzo a preguntarme ciertas cosas, ¿será verdad esto que me cuenta este tipo?, ¿y si me arriesgo?, ¿Qué va a pensar éste de mi?, pero él no me conoce y estoy casi seguro de que no lo voy a volver a ver, ni él a mí, todas estas cosas rondaban en mi cabeza a una velocidad sorprendente, el corazón se me aceleró causándome cierto temor pues soy hipertenso, pero era una buena oportunidad de inventarme una, el muchacho se veía sano, pulcro, educado, no mal parecido, bien afeitado, moreno como yo, aunque se veía que era más robusto y más alto como comprobé después. Además, estábamos llegando a la terminal y si no iba a actuar, ni modo, aquello quedaría en una oportunidad perdida. Decidí proceder, full temeroso y casi sin poder hablar le pregunto;

-¿por qué dices que el hombre se volvió loco cuando te vio?, que le causó ese estado, le dije mientras me reía-

-bueno jefe, uno no es mocho ni mucho menos, Ud. sabe, dijo mientras seguía conduciendo-

-¿en serio?, ¿tan grande es la cosa?, le dije sin mirarlo y como si nada, en ese momento el se voltea hacia mí y me mira de una manera interrogante, por lo menos así lo deduje en ese momento y me contestó en forma, creo que retadora, -mocho no soy jefe, son cosas que uno tiene-, el corazón parecía que se me iba a saltar cuando pronuncié las siguientes palabras: -y si le echamos un vistazo a eso tan grande-.

Hasta ese momento creo que a este joven, no se le había pasado por la mente de que un tipo como yo le saliera con esa, les repito soy sumamente serio y hasta mal encarado, como iba a pensar él que le iba a pasar eso conmigo, me miró incrédulo y recortó la velocidad diciéndome,

-déjese de vainas, ¿Ud. no está hablando en serio verdad?

-¿y por qué no?, puede que sea solo curiosidad, tú no tienes novia por cierto-, le interrogué,

-tenía, me mandó pal’ carajo, las mujeres son un peo, yo trabajo en este carro, estudio en la universidad, casi no tengo tiempo para echar vaina y quería que me la pasara encima de ella, no funcionó-

-te lo pregunto por lo que me estás contando y por lo que te acabo de decir, entonces, ¿en qué quedamos?-

-bueno si eso es verdad, ¿Cómo hacemos?, ¿de verdad quiere que se lo muestre?-, me decía, calculo yo, un tanto nervioso.

-sí, es verdad, quiero ver por qué se asustó el tipo que me dijiste-, le dije medio riendo, como para aflojar un poco la tirantez que se había creado entre nosotros, en este momento en el que se desarrolla esta conversación, ya estábamos llegando a la terminal, por lo que creí que no se decidiría, yo ya lo estaba y me sentía más tranquilo y confiado,

-tardó un poco en decirme, -y donde se lo enseño-, la terminal de la ciudad de Valencia, aquí en Venezuela, está casi rodeada de los mejores moteles de esta ciudad, así que por ese lado estábamos bien, pensé.

-vamos a un motel, ¿quieres?, no me respondió sino que enfiló su auto hacia la ruta que les mencioné y solo me dijo, -pero Ud. paga el hotel-,

-dale, no hay problema- le respondí, fuimos a uno que tiene nombre de santo por cierto, porque según él, era más discreto y económico, aunque, por la discreción no había problema pues su carro tiene vidrios ahumados y no se distinguen las personas que viajan en él.

Las habitaciones de estos sitios de verdad que las diseñaron de manera tal que apenas uno entra, se te vienen a la mente cualquier cantidad de imágenes eróticas. Una amplia cama, espejos por los cuatro costados, inclusive uno en el techo, de manera tal que cuando se está realizando cualquier "actividad", te vislumbras desde varios ángulos. Aire acondicionado. Una mesa, donde se coloca un termo con hielo y cuatro cervezas cortesías de la casa, pero que también puede servir de apoyo para otra "cosa". Asientos a los lados de la cama, música incorporada a la consola de la cama al igual que el control remoto para la TV que se encuentra enfrente. Todo bien planeado para "tirar", como le decimos acá al acto sexual propiamente tal.

Una vez encendido el aire acondicionado, abrí un poco una de las ventanitas que poseen estas habitaciones a manera de contar con luz natural suficiente, no me gusta hacer "eso" a oscuras. Estábamos nerviosos ambos, para que mentirles, puedo asegurar que las pocas palabras que nos decíamos, sin vernos a la cara, eran intrascendentes y no tenían nada que ver con lo que pasaría luego. Destapé dos cervezas de las que nos dieron y encendí el televisor, busqué el canal porno a manera de entrar en calor, pues si bien disponía de tiempo, la idea era ir al asunto rápido porque en esto no hay enamoramiento ni mucho menos, se trata solo de satisfacer la curiosidad y el deseo sexual primario que todos tenemos. Jaime, que así llamaré a mi taxista, se sentó en el borde izquierdo de la cama a mirar la TV y tomarse poco a poco la cerveza, yo por mi parte me recosté del lado derecho de la cama, haciéndole uno que otro comentario acerca de la película que proyectaban, donde se veía a uno de estos afortunados actores porno, ser literalmente engullido por dos espectaculares rubias. Miro de reojo a Jaime y veo que le gusta la película,

-por qué no te recuestas- le digo, lo que lentamente hace sin dejar de mirar la TV.

Estábamos un tanto cerca pero sin llegar a rosarnos siquiera, yo miraba la TV y de reojo a Jaime, ambos andábamos solo con franelas y pantalones jeans, así como calzados deportivos. La escena en la película había tomado un alto grado de calentamiento y era el hombre quien embestía a una de las mujeres en posición de perrito, mientras ésta le mamaba la cuca (vulva-concha) a la otra, entre grandes gemidos. Noto como Jaime se pasa la mano por encima del pantalón acariciándose su pene, mientras degustaba la película. En verdad no voy a decirles, como en otras historias que he leído aquí, que se le notaba un bulto impresionante y esas cosas, para nada, se veía sí, que se le estaba levantando aquello pero se notaba una cosa normal, ¿entonces por qué se volvió loco el tipo de la historia que Jaime me contó?, me pregunté medio sonriendo, claro era una fanfarronada suya, me dije, pero seguí mirándolo. Como quien no quiere la cosa me le acerqué un tanto, y puse mi mano izquierda sobre su bulto, se sobresaltó pero no la retiró, se dejó tocar (acaso no habíamos venido para eso), pude palpar lentamente lo que éste muchacho tenía entre sus piernas y efectivamente era algo muy largo y grueso, ¿serían los pantalones que le daban ese grososor?, pronto la sabría. Deslizaba mi mano lentamente y a todo lo largo y podía sentir como crecía aquello un poco más con mis caricias, mirábamos la TV.

Entonces pensé, si ya había llegado hasta este punto, si ambos sabíamos a que vinimos, pues no se crean que el muy bribón era un inocentón que no sabía lo que hacía o que yo embelesé, no!, estábamos solos los dos y ambos estábamos al corriente para que. Así que una vez hecha esta reflexión decidí lanzarme, me incorporé en la cama y de rodillas me coloqué a la altura de su pelvis, le dije, -¿puedo?-, dándole a demostrar que quería abrirle el pantalón, él simplemente hizo un mohín con la cabeza y los hombros indicándome que si, le aflojé los pantalones y tiré de ellos hasta medio muslo pero dejándole sus interiores puestos, y valla, ahí si se denotaba lo que Jaime me había dicho, no era "mocho" para nada, se le notaba un pene largo y grueso sobre todo a la mitad, se lo acaricié por encima de su ropa interior y noté como palpitó como queriendo salirse, se lo saqué y pude admirar aquel portento de guevo que se le disparó y le llegaba un poco más allá de su ombligo, guao!, no voy a caer en el absurdo de decirles, le medía tantos centímetros, como unos escritores de acá que pareciera que cargan consigo una cinta métrica par sus momentos de placer, no!, pero si les puedo decir que era como dos del mío, que ese si me lo he medido y tiene 16 cmts. , se lo sobé a todo lo largo mientras me saboreaba, lo miré a los ojos y le dije,

–Chamo, tenías razón, no eres mocho-, él solo sonrió viendo como yo poco a poco me lo acercaba para introducirme su pene en la boca lo más que pude. Me lo saboreé, me lo relamí, trataba de engullírmelo lo mas que podía, en pocas palabras le estaba dando la mamada de su vida, y porque no, de la mía también. En ese momento se me venían a la mente mil imágenes de películas que he visto o de situaciones vividas por mí en las que me hacían esto, por lo tanto trataba de emularlas con el miembro de Jaime, y creo que lo hacía bien por cuanto podía notar sus estremecimientos y sus quejidos, así como su mano en mi cabeza acariciándola tímidamente. Tomé un respiro para decirle que nos pusiéramos cómodos, lo cual hicimos, nos desnudamos por completo rápidamente y volvimos a tomar la misma posición y yo a seguir con lo mío, pude notar que Jaime era casi lampiño, pero que además de eso se rasuraba el pene y las bolas, que buen detalle (yo también lo hago), por eso seguí mamándole aquel pene de una manera que yo considero deliciosa, con saliva que dejaba correr a lo largo y ancho de aquello, para recogerla con mi lengua y engullir su cabeza profundamente (me excito al recordar y escribir esto), pude notar que al contrario mío la cabeza de su pene no era ancha, más bien era un tanto puntiaguda por lo que pensé, claro, con lo grueso que viene después imagínense si fuera cabezón también.

En eso estaba cuando sentí entre mis nalgas y por debajo de mis bolas su mano derecha como buscando lo que no se le había perdido, me rosaba lenta y brevemente causándome una rica excitación, en un momento noté como tomaba mi pene y lo jalonaba dándome a saber que aquel muchacho tenía bastante experiencia en esto y que además no le importaba tocar a otro hombre en esas partes. Al ir sintiendo sus caricias mi mamada ase fue acentuando haciendo que Jaime brincara como queriendo que yo me tragase todo aquello, mientras que de vez en cuando me sujetaba con ambas manos por la cabeza como queriendo enterrarse en mi garganta, créanme pero en algunos momento me atraganté. Luego sentí como se ensalivo un par de dedos y comenzó a intentar metérmelos en el trasero suave pero decididamente, por lo que sacándome su guevo de la boca le dije,

-epa, era solo una miradita y cuando mucho esto, o ¿es que quieres más?, su respuesta fue empujarme un poco más los dedos en mi ano.

Si bien por mi mente no me había pasado tener una relación sexual anal, me encontraba completamente limpio por aquel sitio, por lo que la idea no me molestó en lo absoluto, lo único era el temor que aquel pene me producía, pero igual estaba mi curiosidad y ganas de probar con algo así. Seguí mamándoselo pero me recosté porque me dolía un poco la nuca, haciéndole señas a Jaime para que se me acercara y me lo pusiera en la boca, allí noté que en verdad este joven estaba bien formado y era más grande que yo, amplio tórax sin ser atlético, abdomen normal y anchos muslos rematados en aquel machete hermoso. Se colocó a un lado mío acercándomelo a la boca, se lo saboreé todo nuevamente, cosquilleándole con la lengua en el frenillo porque sé que es una de las más ricas caricias que no puede recibir de una lengua, le sopesé sus bolas, las tenía grandes y colgantes, aguadas diría yo, me las introduje una a una en la boca lo que le hizo pegar una exclamación de placer sosteniéndome con su mano derecha mi cabeza, de allí deslicé mi lengua un poco más abajo y me le insinué en su orificio anal, solo se estremeció.

En casi todo momento yo me sobaba mi pene mientras le hacía aquella rica mamada pero yo estaba decidido a sentir aquello dentro de mí, así que se lo pregunté,

-¿quieres meterlo?- un movimiento de cabeza me indicó que si!, entonces le dije, -vamos a hacer una cosa, recuéstate y yo me monto encima-. Había oído a expertos por TV decir, que la manera más fácil de empezar una cogida anal era metiéndoselo uno primero, a fin de que la molestia inicial que esto causa, uno la pueda controlar, más aún si se trata de algo un "poco" grande como el de Jaime. El me obedeció acostándose de espaldas en el centro de la cama, aún teníamos un problema más, por la premura y lo desprevenido de esta situación, no contábamos con algún tipo de lubricante, por lo que tuvimos que acudir a la vieja y muy buena amiga, la saliva. Yo me le encaramé encima y luego de humedecer mi culo con abundante saliva, le agarré su pene y me coloqué la punta en mi culo, me pasé su cabeza por toda mi hendidura y por el orificio, como dudando, él no hacía movimiento alguno, solo esperaba mi accionar, me lo puse en la entrada y presioné lentamente sintiendo la tirantez de mi esfínter, hacía tiempo que por allí no entraba nada, me resbalaba saliéndose, por lo que más decidido lo apunté bien, Uds. que están leyendo esto y los que han tenido relaciones sexuales anales, saben que al principio molesta y hasta puede llegar a doler, solo una buena excitación y disposición hacen que ese trago amargo se pase rápido (díganme si no), los que lastimosamente por machismo, o por creer que por tirar por el culo los convertirá en maricas, no tienen idea del placer que se siente al hacerlo por allí, pruébenlo no se arrepentirán, no tengan miedo; en estas mismas páginas leí alguna vez, una especie de tratado o de loas a las relaciones sexuales anales, sobre todo las acometidas entre hombres, muy interesante y verdadero lo allí manifestado acerca de la potencialidad erógena de esa parte de uno, no me crean a mí, búsquenlo y léanlo. Seguí tratando de meterlo poco a poco hasta que una vez la cabeza dentro, solo tuve que bajar y sentir como aquel mástil me distendía mi ano y se abría camino a todo lo largo y ancho de él, ufff!, llegué a sentir como que me faltaba el aire y respiraba entrecortadamente, temiendo moverme puesto que lo tenía todo dentro y no quería sentir más dolor sino placer, así que lentamente subí y sentí como se resbalaba dentro de mi aquella cosa, lo saqué por completo, lo revisé, vi que estaba completamente limpio (buenas noticias) y lo ensalivé una vez más montándome sobre él nuevamente, ¡zas!, esta vez sí entró sin problemas y casi sin dolor, comencé entonces un sube y baja lento regodeándome en aquel palo y sintiendo como poco a poco ese placer particular me iba llegando, me sobaba al mismo tiempo mi pene que a estas alturas estaba durísimo, en un momento sentí como Jaime trataba, debajo de mi, de moverse para empujármelo mejor por lo que me incliné sobre su pecho para que pudiera hacerlo y sentí como me sujeto con fuerza por mis nalgas y casi levantándome, me dio un rico repique como de quince movimientos, largos y profundos, lo que me hizo pegar un chillido de placer, generalmente cuando tengo relaciones con mi pareja soy casi mudo, por decirlo así, solo leves exclamaciones al momento de eyacular, pero este loco literalmente me hizo gritar, un poco de dolor confundido con placer, pero ¡macho es macho y tenía que aguantar!.

Así estuvimos un buen rato hasta que noté que ya no me molestaba aquello y había que saber que tenía Jaime de verdad, así que le hice saber que me iba a incorporar y me lo saqué, guao!, se siente divino cuando una cosa así sale de uno, parecía un mástil, duro, arrogante, como era la oportunidad para darme banquete, me bajé de la cama y agarrándome de la pequeña mesa que les mencione, e inclinándome sobre ella y empinando el culo se lo ofrecí a Jaime, se me acercó lentamente masajeándose el guevo, me tocó y abrió las nalgas un rato, yo estaba expectante, luego sosteniendo su pene con una mano me rozaba mi hendidura anal a lo largo para luego sentir como lo ensalivaba y apuntaba bien al centro, no hizo mucho esfuerzo, a esa altura yo estaba haciéndome una paja y esperando me clavara, de un empellón se hundió dentro de mi soltando una exclamación de placer y yo un pequeño grito, me tomó por las caderas y comenzó a moverse rápido con fuerza, yo que al principio estaba recargado con mi pecho sobre la mesa, me incorporé y levanté el culo motivado a la fuerza que aquel mancebo le estaba imprimiendo a la cogida, me sacudía duro pero sin brusquedad, me miré por debajo mi pene y vi que se zarandeaba para todos lados debido al movimiento aquel, pasé mi mano por debajo de mi y le acaricié las bolas que me golpeaban por allí, lo que hizo que Jaime arreciara sus embates y soltara ese típico sonido que se hace succionando aire con la lengua entre los labios, Uds. saben cual, guao!, las piernas me flaqueaban y temblaban, y sentí como aquel pene como que crecía dentro de mí, por lo que le hice señas a Jaime de que se aguantara para que no acabara todavía y le puse una mano en su abdomen para que se detuviera, no quería que acabara, todavía no, así que apartándolo de mi y sacándomelo de nuevo, nos dimos un respiro, estábamos sudorosos a pesar del aire acondicionado, nos miramos y sonreímos,

-¿te gusta?-, le pregunto,

-Si-, fue escueta respuesta mientras me miraba y se sobaba el pene

Nos tomamos unos sorbos de cerveza y subiéndome de nuevo a la cama me le acomodé en cuatro patas (mi posición predilecta tanto para coger como para que me cojan), lo sentí colocarse detrás y agarrándome por las caderas me colocó a su altura, como les dije era un poco más alto que yo por lo que me ubicó a su nivel, hizo que empinara el culo y previa salivación, me clavó de nuevo pero esta vez lentamente, podía sentir lo largo de aquella cosa atravesándome hasta un tope, supongo que es la próstata. Sus movimientos se fueron progresivamente arreciando lo que hizo que nuevamente tratara yo como de incorporarme, entonces sentí como dejaba caer su cuerpo sobre su espalda, meter una mano debajo de mí y comenzar a sobarme el pene, poniendo su cabeza a un lado de la mía por lo que podía sentirle su respiración y el mis quejidos, guao!, que vaina tan rica esta!, por fin reparé en los espejos y pude verme o vernos, mejor dicho, guao!, que posición, que movimientos, pero sobre todo que expresiones las nuestras, que miradas, no reconocía mi propio rostro; en eso estábamos, cuando debido a su peso y a sus movimientos me fui resbalando poco a poco hasta caer de bruces sobre la cama con Jaime encima, eso como que lo emocionó porque se afincó duro contra mí lo que me hizo pegar un verdadero grito, allí si se me puso pequeño el mundo, eso lo envalentonó y sus movimientos arreciaron, fuertes, largos, profundos lo que me comenzó a causar cierta molestia y traté de incorporarme pero él no me dejaba, estaba en lo suyo, como alguien me dijo.

Yo no quería que aquello tan sabroso terminara así, de ninguna manera, yo quería si era posible, que me hiciera acabar por delante y por detrás y de esa forma no iba a ser, por lo que como pude le hice saber que me estaba molestando aquello, entendió y se separó de mi no sin antes darme unas tres sacudidas más, respiré!, Jaime me miraba de rodillas en la mano y sobándose aquel pene, yo me pasaba la mano por mi culo notando lo abierto que lo tenía, quedándome boca arriba me eche mas saliva y le hice señas para que me cogiera de frente, de inmediato se posicionó entre mis piernas, echó para atrás y a los lados mis piernas y trataba de metérmelo así, por lo que tuve que ayudarlo agarrándole el guevo con mi mano y apuntándomelo bien me lo metió de un tiro, uff! (esto me hizo recordar a alguien), así si, entraba y salía lentamente, se estiraba casi hasta dejarlo salir para luego empujarlo todo, yo me sobaba mi pene lentamente, estaba a reventar, sus movimientos se hicieron más rápidos, su respiración se entrecortó y sentí como crecía aquella cabeza dentro de mí, era el momento final, se acercaba nuestro clímax, me sacudí con más fuerza mi pene mientras apretaba el culo para sentirlo más a Jaime, vi en su rostro la expresión inequívoca de que iba acabar y se lo apreté con fuerza, mientras sentía sus contracciones dentro de mí y la calidez de su corrida, guao!, sentí como yo también contraía mi esfínter casi de forma involuntaria y al solo rozar mi pene sendas gotas de semen salieron de él llegándome casi a la cara y bañando mi pecho, Jaime soltó mis piernas y lo atraje contra mi pecho abrazándolo, se afincó duro dentro de mí y lo soltó todo, ufff!.

Cuanto duró así sobre y dentro mí, no lo sé, tampoco importa, todo estaba consumado, había comenzado el 2.009 ¡candente!