Cómeme los huevos, zorra.

Cómeme los huevos, zorra. Abre bien la boca y llénatela de ellos...

Cómeme los huevos, zorra. Abre bien la boca y llénatela de ellos. Mírame mientras lo haces, quiero ver como tienes nada mas dentro de ti que mis huevos. Tú vas a verme desde abajo jadear, descontrolarme. Notarás mis manos que te empujan hacia mi para que tragues mas, para que no te distraigas y pares. Yo veré tu pelo negro rizado, tu lengua relamiendo mis cojones, tu mano derecha que me agarra los veinte centímetros de rabo tieso y me masturba sin parar de lamer.

Y tus tetas. Dios, tus tetas colgando en un vaivén sin pausa. No son bonitas, no diría eso de ellas. Pero son grandes y se balancean y me gusta tocártelas a cada rato mientras sigues chupando y chupando. A veces tu boca no se reprime y te metes mi polla en la boca, chupando con fruición y alevosía: primero un lado, luego otro, repasándolo con la lengua como si no te gustara otra cosa en la vida mas que sentir sus venas, su rugosidad natural, su dureza; luego intentas tragártela entera, te ahogas nada mas empezar y toses, pero vuelves a intentarlo porque te pone cachonda verte superada por mi rabo imponente llenando tu boca.

Entonces yo no puedo mas y al verte excitada te tiro de un empujón a la cama y te hago una comida de coño que no te esperas. Qué rico, qué mojado lo tienes, perra, cómo gimes, cómo me pides sigue, sigue amor mío, dale, no pares. Y cuando noto que te queda poco para correrte te agarro otra vez y te meto el pollón de nuevo en la boca. A chupar de nuevo, puta, te digo. Y tu obedeces, jodida por no haberte corrido pero caliente por sentirte dominada. Vuelves a comerme los huevos, vuelves a tragarte mi polla. La coges, la masturbas, yo no voy a aguantar mucho mas y tu lo sabes, puta. Entonces te la sacas de mi boca, enfocas el orificio de salida y lo miras desafiante (vamos, dame una buena corrida, cabrón, me dices, mánchame la cara, malparido).

Y me corro, vaya si me corro, te dejo la cara hecha un poema: las mejillas, las pestañas, los labios y un poco el pelo, todo embadurnado de lefa caliente.

Y tu que pensabas que eso acababa ahí, que no iba a poder seguir, te agarro de nuevo y te lanzo a la cama, algo mas violentamente que antes y te ensarto con el rabo aún duro. Yo con mi polla que rezuma las últimas gotas de semen vital, tu con la cara manchada y el semen que te resbala por la cara. Toma, toma, toma, puta, ¿querías esto verdad? Y tú no articulas palabra, solo gimes y gimes.

No paro, te doy bien duro hasta que te corres y te revuelves de placer en un estertor incontrolable. Entonces, y cuando aún no te has recuperado te la meto despacio por el culo y te doy unas cuantas sacudidas hasta correrme por segunda vez mientras te agarro las tetas como no, para dejarte una segunda entrega dentro de tus nalgas.

Desconcertada tú, arrasado yo, nos besamos, nos reímos y nos dormimos hasta que anochece.