COLITA 2 Le llego la hora y lo asumio asi
Colita se deja llevar y prueba lo que duele y se siente ser poseido por primera vez.
Y así fue. Me pase todo el resto de la semana nervioso y sin saber que hacer para evitar lo que hasta yo creí inevitable. Pasaron los días y el viernes a la tarde viajaron mis padres a la casa de las sierras. Me pase esa noche en vela pensando que él llegaría en cualquier momento. Me desperté a eso de las 11.00 de la mañana con el ruido del timbre.
Abrí y sí, era él. Me saludo y paso como si nada hubiese sucedido esos días antes. Había traído una carne para hacer al horno para el almuerzo, así es que se instalo en la cocina. En un momento me llamo para preguntarme por la sal y siguió preparando de comer mientras me preguntaba por los estudios y que cuando rendía. Le conteste y seguimos charlando de cualquier cosa. Yo me había tranquilizado un poco, hasta qué, como si nada me pregunto si estaba listo para seguir con lo que habíamos dejado pendiente aquel día. Yo me puse colorado de nuevo y la voz se me quebraba. El se rió y me dijo que no tenia porque estar así de nervioso; que solo iba a seguir lo que había empezado.
Puso la carne al horno y se acerco a mí. Me palmeo la espalda y me dijo que era hora. Me tomo de la mano y me llevo escaleras arriba a la habitación de mis viejos. Desarmo la cama y solo dejo una sabana. Se desvistió y quedo sin nada. Así pude ver que lo que le colgaba entre las piernas era más grande de lo que recordaba. Yo ya no sabia que hacer, me sentía en un callejón sin salida y solo lo deje hacer. Se acerco y tomo mi mano. Me la llevo a sus testículos y pude palpar el tamaño que tenían.
Ciertamente eran más grandes que los míos. Y que decir de su pene. Era por lo menos el doble del mío. Dio la vuelta y se me pego en la espalda. Me apretó y me soltó. Me saco la ropa y se me pego nuevamente. Sentí ese pedazo de carne encima de la cintura, quemándome la espalda. Me hizo girar y me sentó en la cama. Se acerco y me asentó su pene en los labios. Yo repetí lo de la vez anterior. Simplemente abrí la boca y lo deje entrar. Me la metía y sacaba y yo lo sentía crecer mas y más dentro de mi boca. Estuvimos así un rato largísimo. Yo simplemente me dejaba hacer. Tenia la mente en blanco. Solo identificaba claramente el roce de esa cosa en mi lengua y mi paladar y la temperatura que tenia. No pensaba en nada. No decíamos nada. Era solo silencio y carne caliente.
Después me hizo que me acostara y se acostó pegado a mi espalda. Bajo un poco y metió su ya durísimo pene entre mis piernas y comenzó a moverse. La punta de su pene golpeaba mis testículos. Luego me hizo girar y ponerme en cuatro patas y me dijo que me iba a doler pero que me mantuviese firme. Yo seguía sin decir palabra, simplemente hice lo que me decía. Solo cuando sentí su babeante cabezota asentada en mi agujerito, comprendí lo que estaba haciendo. Mejor dicho lo que me estaba haciendo y lo doloroso que iba a ser. Sentí una ligera presión y mi año se estiro un poco. Mis manos me temblaban. Mis piernas me fallaban.
El seguía haciendo presión y retirándose. Empujaba y aflojaba. Pero cada vez empujaba un poquito mas y yo sentía como agujas en mi culito. El dolo fue ya tan grande que me quise zafar pero me agarro fuerte por él estomago y ya no dejo de empujar. Despacio pero inexorablemente se me iba metiendo semejante cosa dentro. Pude identificar claramente el avance por dentro. Milímetro a milímetro, hasta que el dolor fue tan grande que comencé a quejarme. Trate de reprimir mis lamentos, no tan solo por pudor sino porque a cada sonido que salía de mi boca, eso que me entraba se ponía más grande y duro. Así avanzo mas hasta que pude darme cuenta que ya toda la cabeza la tenia dentro y comenzaba a buscar mis profundidades. Ya el dolor fue insoportable y comencé a gritar. El reía bajito y seguía empujando. El intestino se me estiraba a su paso y abrazaba su pene como un elástico. Fue un momento interminable. No acababa mas de entrar. Las agujas en mi culo eran ya cuchillos que me cortaban la carne, cuando sentí esas dos pelotas chocar con mi colita.
Cuando ya no pudo avanzar mas se detuvo y sentí como el torrente de sangre que llenaba ese pedazo de carne llegaba a su máxima presión. Se quedo así unos segundos y se retiro lentamente. Para mí era una esperanza de que el dolor disminuyese pero cuando sentí que avanzaba nuevamente comprendí que lo peor estaba por venir. Me ardía muchísimo el culo. El dolor era insoportable, pero lo peor era sentirme una puta violada sin haber siquiera opuesto resistencia. Me dolían todos los músculos del cuerpo y del alma. Se me caían las lagrimas mientras él comenzaba a bombear primero despacio y luego con mayor velocidad. Así, agachado, con la cola en alto y la cabeza en la almohada recibí las embestidas que disminuían en velocidad pero aumentaban en fuerza y violencia. Eran estocadas que recibía en lo profundo, cerca del estomago. Cuando había pasado ya un buen rato de estar dale que dale detrás de mí, me di cuenta que ya no sentía tanto dolor, pero me sentía cada vez mas puta, una perrita, una mierda. Me sentía violado, poseído, abandonado, usado y esa era una sensación tan profunda, que marcaría el resto de las relaciones que tuvimos y seguimos teniendo.
Cuando por fin me terminó y se retiro fuera, sentí el ardor mas fuerte y unas ganas enormes de ir al baño. Corrí al inodoro y me senté justo a tiempo. Evacue esa mezcla de sangre, leche y mierda. Estuve horas hasta que sentí nuevamente que podía cerrar el culito. Pero me quede con la sensación grande de estar vacío adentro, como si su pene hubiese pasado a ser parte de mis entrañas, como si perteneciese al interior de mi intestino y de golpe no lo tenia más.
Mientras seguía sentado en el inodoro, él entro al baño y me palmeo la cara suavecito y paso a la ducha. Se lleno todo de vapor. Salio y yo seguía sentado. Se paro delante de mí y me la puso de nuevo en la boca. Estaba flácido pero mantenía un tamaño todavía considerable. Me pidió que lo chupase y lamiese y eso hice. Era distinto, tierno, blando. Me llamo un poco la atención la idea de haberlo tenido en mi interior hecha una furia, con todo el brío, potencia, violencia y ahora lo lamía suave, reposado.
Me dio las gracias y bajó a la cocina. Yo estuve un rato más sentado. Luego me vestí y baje. El seguía desnudo. Me pregunto porque me había vestido. Solo me encogí de hombros y él siguió preparando la salsa.
Comimos viendo televisión y sin decir palabra, pero yo estaba ya tranquilo.
Sabia que me esperaba una tarde agitada.
Pero eso se los cuento mas adelante. Les cuento como asumí el hecho de ser poseído. Porqué acepte que esto siguiera así, que me cogiera sin restricciones. Cuando él lo deseara. Como fue que nos descubrió mi hermana. Como me coge ahora que vivo en otra ciudad desde hace 9 meses y varias cosas que me pasaron desde entonces se las cuento en la próxima y ultima carta.