Colgada en Buenos Aires III
Nuestra protagonista empezó su actividad laboral en Argentina, no todo iba a ser follar.
Mi segundo día en Argentina desde luego no fue como el segundo día de mi anterior viaje. En esta ocasión tocaba trabajar. Habíamos quedado a las tres de la tarde en el aeropuerto desde donde cogimos una avioneta que nos llevó a todo el equipo hasta el pueblo de Humahuaca, situado en la provincia de Salta. El viaje fue cómodo a pesar de lo mucho que se mueven estas cosas con alas.
La verdad es que Humahuaca es un pueblo enano en medio de la nada, pero debido a mi trabajo estaba más que acostumbrada a viajar a este tipo de lugares. Realmente el pueblo es lo más civilizado que hay cerca del campo de molinos que estábamos instalando. Esa tarde ya no íbamos a hacer nada pues era tarde para coger los 4x4 y visitar el campo. Nos instalamos en un pequeño hotel, en realidad el único decente de la zona, y cuando digo decente es que al menos estaba limpio. Todos nos instalamos en nuestra habitaciones. Yo ocupaba la habitación del fondo del pasillo, Bruno la contigua a la mía, Perez en la siguiente, Rosario, la asistente de Bruno la siguiente y Oswaldo, el ingeniero jefe en la última. Rosario había organizado todas las habitaciones dandome a mi la mejor habitación, me imagino que bajo instrucciones de Bruno. Como ya comenté Perez era un chico joven, se llamaba Fabian a aunque todo el mundo le trataba por su apellido. Es el tipico hombre anodino, un ejecutivo wannabe, ósea que solo piensa en llegar a lo más alto dentro de su profesión. Rosario era una chica muy atrativa.. Como la mayoría de las Argentinas con un tipazo conseguido a fuerza de deporte, bisturí y alimentarse exclusivamente a lechuga. Tenia unas tetas grandes y operadas que mostraba en un gran escote. Oswaldo era el abuelo del grupo, le calculo unos 60 años, calvo, gordito, simpático y muy paternal
Una vez duchados y cambiados de ropa, nos dirigimos todos al bar. La verdad es que el ambiente era muy distendido, lo cierto es que tenia más que claro que esta noche me iba a follar de nuevo a Bruno y mojaba mis bagas pensando que iba a ser la primera vez que me iba poseer como una pareja normal. Empezamos tomando fernets con cocacolas, no lo había probado nunca pero no solo estaba buenísimo, sino que además subía de lo lindo. Para cuando nos sentamos a la mesa yo llevaba dos en el cuerpo, lo cual unido a las tres botellas de vino que cayeron durante la cena y el par de rondas que me tomé en la sobremesa, realmente para cuando la gente empezó a despedirse estaba lo que se dice con una muy buena borrachera y una contagiosa risa tonta y bastante cachonda si he de ser sincera. Sucesivamente Oswaldo, Perez y Rosario se fueron despidiendo. Habíamos decidido salir del hotel a las 12, por lo que todo el mundo se tomo con mucha calma. Bruno y yo nos acabamos nuestras copas y subimos hacia la habitación, en el ascensor le fui rozando ligeramente su paquete, realmente podría habersela sacado y chupado, pero prefería darle al asunto un poco de morbo. Me quede con la boca abierta cuando salimos y clarisimamente pudimos oír unos gritos de placer viniendo de la habitación de Rosario.
- No te asustes, Rosario en la cama es muy ruidosa.
No dije nada, simplemente me dirigí a mi habitación
- Esperame en tu habitación, te voy a visitar en un minuto - me dijo Bruno.
Entre en la habitación y me encontré una caja, una rosa y un sobre encima de mi cama. Abrí el sobre y decía "quiero que abras la caja, dejala encima de la mesa, desnudate, ponte el antifaz, esposate a la espalda y esperame estilo perrito" Me hizo gracia lo de perrito, pero no pude evitar un escalofrío que recorrió mi espalda. En la caja había un antifaz, un juego de esposas, una pequeña barra de sometimiento, un plug anal, un vibrador enorme con ventosa y una bola vibratoria. Retiré la colcha, me desnude, me puse el antifaz, me esposé las manos a la espalda y me puse en la posición indicada.
La puerta se abrió, una brisa fría entró por la puerta, se me erizaron los pezones, oí un chismorreo en la puerta, Bruno no estaba solo, empece a jaderar medio contrariada por no tener un uno a uno pero excitada por la noche que me esperaba.
MI ano y mi vagina estaba a la disposición de mi publico, en ese momento mi ano empezaba a dilatarse y mi coño empezaba a chorrear, literalmente. Un dedo se posó en mi dilatado ano, no lo metió, simplemente empezó a masajear mi aojo del culo, despacio, sin prisas, tomandose su tiempo. Recogia jugos de mi coño y los pasaba por mi ojete, yo no podia esperar por una polla que invadiese alguno de mis agujeros, pero preferí dejarme hacer y ver como se desarrollaban los acontecimientos. Mis agujero todavía escocían por el sobre uso de la noche anterior, pero por lo menos en ese masaje de mi agüjerito trasero estaba siendo una ventaja. Un dedo entró en mi ojete y empezó a realizarme un pequeño masaje dentro de él. Un segundo dedo entró lo que provoco un nuevo escalofrío en mi espalda y un ligero suspiro salió de mi boca. Un tercer dedo entró, mis suspiros en ese momento ya eran más que ruidosos. Me había olvidado de todo y en particular del plug anal cuando este empezó a entrar en mis intestinos. Nunca había usado uno y la verdad me dolió hasta que la parte más ancha sobrepasó mi esfínter quedandose alojado en mi culete. Una polla entró en mi coño a la vez que dos manos agarraban fuertemente mi tetas, el placer era indescriptible, el vaivén se inició con rudeza, me estaban follando con fuerza y eso me gustaba.
Llevaba más de 15 minutos de bombeo sin haber cruzado palabras, solo gemidos cuando Bruno se dirigió a mi:
¿Te gustaría comerle ahora el coño a Rosario mientras alguien se la folla?.
Me encantaría.
¿Te encantaría el que?
Me encantaría comerle el coño a Rosario mientras me follas y alguien se la folla a ella.
¿Y le chuparías también la polla a su amante mientras entra y sale?
No me podría resistir.
¿Te gusta comer coños?
Me vuelve loca.
¿Y que te lo coman?
Sabes bien que si.
-
Siguió dandome duro, mis suspiros pasaron de los suspiros a los jadeos, Bruno sabia usar su polla, y yo tenia la suerte de disfrutarlo.
¿Te las has follado mucho? - pregunté.
¿A Rosario? - contestó.
A ella.
Constantemente. Le encanta que le den por el culo como a ti, antes le estaban dando por el culo, siempre grita así.
No sabes como me pone saberlo, dame cabrón, dame duro.
Era una gozada sentir su polla llegando hasta el fondo de mi coño que unido a la presión y el placer que me daba el plug era el no vas más. Tenia que haber venido antes a Humahuaca, para mi ya el pueblo del placer.
Bruno retiró su polla, introdujo aquel gran vibrador de la caja en mi coño , me agarró mi cabeza por mi coleta, subió mi cara e introdujo su polla en mi boca. Siempre me ha gustado recibir una polla recién salida de mi coño, me encanta su sabor, mis babas vaginales goteando de ellas. No tuvo piedad y la metió hasta el fondo, sin darme tiempo a prepararme empezó a follarme la boca. A su vez, el vibrador me estaba mantando de gusto, el plug era un invento fantástico y sentir los huevos de Bruno golpeando mi barbilla a cada envestida.
Me corría, me corría con fuerza cuando Bruno se corrió copiosamente en mi boca, su lefa explotando en mi boca hizo que me corriese por una última vez abriendo mi boca en un sordo grito saliendo de ella la polla de Bruno acompañada de gran cantidad de lechada mezclada con saliva. Caí rendida. Oí como la puerta se habría y se cerraba. No habíamos estado solos al fin de cuentas.
Bruno me abrió las esposas, bajo el antifaz dejandomelo en mi cuello y de un tirón saco el plug de mi culo. Me besó dulcemente, se cubrió con una toalla y sin decir nada él también se dirigió a la puerta.
A la mañana siguiente Perez, Oswaldo, Rosario, Bruno y yo nos encontramos en la recepción del hotel. Nadie me miraba raro, solo era yo la que miraba con curiosidad.
CONTINUARA.