Colegiala e Inocente

El psicólogo de mi prestigioso instituto me coge en su oficina

En las tardes calurosas de mi ciudad era habitual encontrar a varias personas de mi edad cerca de un cuerpo de agua, y para apaciguar el calor y la constante deshidratación antes de la vacaciones de verano mis amigas y yo solíamos pasar un largo rato en unas mesas al lado de los bebedores de la escuela, dónde fue en dónde todo comenzó.

Para estas fechas por las altas temperaturas no recuerdo la última vez que me puse el suéter del colegio, y sin contar con lo sin chiste que es prefiero morirme de frío que utilizarlo. Y mi uniforme ya se parece bastante al de una ramera buscando clientes en una esquina, que el suéter arruina todo el estilo:

Una camisa de botones blanca tan transparente que de usar un corpiño de un color que no sea el blanco se notaría, (pero nunca falta quien lo haga) un moño como corbata a juego con la falda a cuadros de tonos violetas azulados corta, unas calcetas blancas largas que llegan hasta el musloi(idea que yo considero fue cosa de un director pervertido que disfrutaría de ver a las niñas así) y zapatillas negras. Con mis amigas solemos sacarle provecho agachandonos sin doblar las rodillas para llamar la atención de los profesores y que nos den algún punto extra o cruzar las piernas de forma que la falda, de por sí corta, se levante un poco más y nos den la respuesta de los exámenes, por lo cual mis amigas: Daniela, Elisa, Eva y yo tenemos notas altas, y aunque somos "niñas bien" las hormonas nos ganan y un punto extra no le cae mal a nadie, pero jamás se me hubiera ocurrido la cantidad de pervertidos que voltearian ante nuestro coqueteo, y mucho menos cuando ni siquiera lo intento.

Hay algunas materias que no tomo o a las que me salto con mis amigas y los aprovechamos para sentarnos en unas mesas acomodadas al final de un pasillo con vista a un patio jardinizado fuera de horarios de receso, el calor nos hace quitarnos los ridículos moños y desabotonarnos un par de botones de la camisa, y como el maestro mas cercano está a varios metros podemos reírnos a carcajadas sin recibir regaños. Ah, y el psicólogo de consultoria que jamás está en su oficina, o al menos eso creemos. Puerta que queda justo en frente de los bebederos.

En varias ocasiones he sentido que cuando me agacho para beber agua alguien me observa, en un principio creí que eran mis amigas (a veces nos damos piropos subidos de tono, nos damos nalgadas o nos levantamos la falda) pero tenía una sensación de que era alguien mas, por lo que siempre que puedo saco a relucir el tema del psicólogo al que nadie va nunca.

Ese día estaba haciendo mucho calor, y tenía clases de francés, idioma natal de mi padre, solía saltarmela sin amonestaciones por ello, yo sabía palabras que no venían en los libros, era casi un juego para mí esa clase, así que decidí pasarla por alto ese día, el calor era demasiado, faltaban pocos días para las vacaciones pero sentía largos los minutos, me diriji a nuestra mesa especial, Elisa y Eva tenían clase de matemáticas, Dani de arte, por lo que consideré ir sola.

Al llegar me incline hacía el bebedero, la brisa fresca hizo que se me levantará ligeramente la falda pero no me preocupe por regresarla a su lugar, se sentía bien.

-¡Lily estás aquí!- Voltee sorprendida, Dani venía hacía mí sonriendo

-Hola sexy, ¿Qué haces aquí?- Nos dimos un piquito como usualmente lo hacemos, es algo que comenzó cundo Eva beso por accidente a Dani, Dani se puso tan roja que comenzamos a darle piquitos y luego entre nosotras para molestarla.

-Miss Dalia nos dejó un proyecto para vacaciones y luego se marchó, creí que te encontraría aquí-

-Como cada clase de francés- Me burle.

-Oye, ¿Me acompañas a comprar ropa está tarde?- Pregunto sonrojada, se me hizo extraño, casi una vez a la semana hacíamos compras las cuatro juntas.

-Por supuesto, le avisaré a las niñas

-No, por favor, es que es...- Jugueteo con sus manos y me vió apenada- Ropa interior- Abrí la boca sorprendida

-¿Que?- Reí, Dani es tan apenada.

-Ropa interior- Repitió

-¿Acaso quieres verme en lencería?- Le guiñe un ojo, ella río

-No, eres más plana que yo- Se burlo, me rei con ella, las 4 estábamos en desarrollo, 16 años y apenas cuatro de ellos comprando sostenes.

-Pero nadie le gana a Eli- Nos reímos, Eli con rapidez había alcanzado la copa D, en ocasiones nos dejaba tocar sus senos grandes para hacernos una idea de como seríamos, aunque yo estoy casi segura de ser plana el resto de mi vida.

-Quisiera tener sus senos

-Igual yo, son como pequeños melones

-La otra vez que hicimos la pijamada en su casa me pidió que la tocara, me dió tanta pena- Dijo mientras se sonrojaba.

-Yo si lo hice- Dani abrió los ojos sorprendida- Fue en la mañana, se estaba poniendo su sostén y vi sus pezones, me moría de la curiosidad. Pero fue cosa de nada

-No es cierto

-Son suaves, parecen almohadas- Confesé recordando la mañana de aquel día.

Era fin de semana, sus padres habían accedido a que nos quedaramos y había sido una noche muy divertida, con palomitas y películas para adultos, iba de unas amigas hablando y tomando café mientras se cuentan diferentes experiencias sobre sus actos previos, iban desde tríos hasta lésbicos, yo había sentido como mi chochito se calentaba y palpitaba mientras me mojaba ligeramente, incluso creí que era mi periodo, así que lentamente metí mi mano en mis bragas y al sacarla tenía un líquido blanco, cada una estaba concentrada en la película así que lo ignore, al rato Dani pidió que la quitaramos, como la mojigata que es, y después de ver Bittlejuice nos quedamos dormidas.

En la mañana me desperté con sed, y todas menos Eli seguían durmiendo, me levanté para ir al baño y al abrir la puerta la vi sin sosten y acariciando sus pechos.

-Hey- Se tapo con sus manos

-Perdoname, Eli- Dije dandome la vuelta. -¿Qué haces?

-Umm, quería ponerme el sosten, pero creo que está mas pequeño- Las dos nos reímos nerviosas- Voltea, no hay nada que tú no tengas- Eli siempre fue muy despreocupada, era lo que nos había hecho amigas. Al voltear vi sus senos grandes, con la aureola de un tono cafe claro y pezones duros.

-¿Que se siente?-Pregunte curiosa

-¿Quieres saber?- Me sonrió

-Pues sí- Me encogi de hombros.

Tomo mis manos y las puso en sus pechos, con la palma de mi mano en sus pezones solo pude apretarlos

-No seas tonta, así no- Tomo mis manos e hizo que las deslizara sobre sus pechos, con más confianza comence a acariciarlos.

-Son enormes-

-Son una pesadilla, a veces duelen pero me hago masajes como los que tú me haces-

-¿Y quién te dijo?

-Mi hermano mayor, dijo que era un secreto pero no creo que le importe- Ambas sabíamos lo que eso significaba, en el colegio nos decían seguido que no nos dejáramos tocar por nadie, mucho menos ahí. -A veces los besa para hacerme cosquillas, intenta- Dijo con una sonrisa, era parecido a lo que hacían en la película de ayer, creo que ambas entendíamos que hacía él pero ella había confiado en mí y no le diría a nadie.

-Quiza otro día- Dije sin valor, quería, me daba curiosidad, y mi chochito me quemaba como el día anterior, pero pensar en su hermano era mejor, él era el sueño de todas nosotras.

Alto, rubio, delgado pero no demasiado, despreocupado y seguramente marihuano, pero nuestro sueño, incluso desde niñas nos retabamos besarlo, solo Eli lo lograba.

-Así que la toque- Terminé por contarle a Dani. Algo excitada por mi relato se me ocurrió una idea perversa. -Te apuesto a que no funciona, sino me acariciaria todo el tiempo.- Dani me vio con curiosidad

-¿En serio no le crees? Dudo que Derec mienta

-Los hermanos siempre mienten, mira- Dije mientras me acariciaba los senos encima de la blusa

-¡No hagad eso!- Dijo cubriéndose los ojos

-Siguen doliendo, intenta tú.

-¡No me voy a acariciar en medio del colegio! ¿Qué tal si alguien nos ve?

-Nadie vendrá. Mira, intenta conmigo

-¿Qué?

-Solo para comprobar- Deprisa me pare y me puse frente a ella mientras desabotonaba mi blusa.

-Solo tienes que poner tus manos así- Puse sus manos sobre mis pechos- Y mover, como cuando te duele algo

Dudosa comenzo a hacer círculos con sus manos en mis pechos con un sostén nada más, me baje la blusa un poco más y...

-¿¡Pero que les sucede!?-En una fracción de segundo pude notar como palideció ante la voz del psicólogo que no creíamos que se mantenía por ahí, los padres de Dani eran muy estrictos por lo que ella intentaba ser muy recta siempre y era la que menos se saltaba clases, podía ver como temblaba de los nervios mientras se levantaba de la banca, pálida como el papel y yo con el mismo sentimiento tan rápido como pude me cerré la blusa sin poder abrochar mis botones

-¡No le diga a mis padres, me mataran!- Comenzó ella entrando a la oficina del psicólogo ñoño.

-Señor, la imprudencia fue mía, permítame recibir cualquier amonestación sobre Dani-

-Les agendare ahora mismo una cita con el director- Indignado se acercó a su escritorio y tomo el teléfono, comenzó a marcar y Dani comenzaba a llorar

-¡No!- Dije de inmediato. Mierda, Dani, me debes está- Hare lo que me pida, lo juro, es más, lo haré el doble porque ella no tuvo nada que ver- El hombre paro de inmediato, con su mano sobre los botones del teléfono volteó, temble ante su mirada y noté de inmediato que se estaba fijándo en mi blusa desabrochada.

-¿Entiende lo que me pide?- Contestó cauteloso. Yo suspiré.

-Si-

-¡No!- Respondió Dani -No, yo responderé pero por favor no le diga a mis padres, ellos me mataran.

-Silencio- Contesto molestó- Hablo con tu amiga- Dani retrocedió.

-Por favor- Insistí, ella solo quería ayudarme a mí-

-Fuera, Daniela, y no la quiero ver aquí hasta mañana o empeorará las cosas para su amiga.

-¿Lily?-Dijo dudosa

-Llama a mi mamá, dile que llegaré tarde, te llamo luego- Suspiró y salió.

Con pesar recibí mi castigo. Limpiaria el estudio entero, yo detestaba limpiar pero parecía un castigó poco severo para la magnitud de mi problema, así que lo hice sin quejarme, el psicólogo Alex salió tan pronto como pudo.

Sería una larga tarde.

Caja tras caja con papeles infinitos, cada una en un casillero diferente, yo comenzaba a ensuciarme, así que me doble las mangas e hice lo que pude, cerca de media hora después voltee a la puerta pensando en que seguramente ya no había nadie en la escuela, y yo tenía unas 15 cajas que dictaban tortura con mi nombre en ellas.

Al abrir la siguiente caja me tope con un grupo de libros, cargue tantos como pude hasta que uno se resbaló y fue a dar bajo un mueble, suspiré y me agaché para poder alcanzarlo, poniéndome en 4. Clic, escuche.

-Vaya suerte- Dijo el Psicólogo. Me paralice, ¿Me había tomado una foto?

-¿Acaso me acaba de tomar una foto?- me giré para preguntarle molesta, estaba bajo el umbral de la puerta, con una cámara instantánea en la mano y agitando un papel con la otra. Lentamente caminó hacia su escritorio, tomo un folder y lo lanzó en mi dirección.

Confundida lo abrí y pude ver como estaba lleno de fotos mías, de mis piernas al inclinarme al bebedero, de las veces que me desabrochaba la camisa por el calor junto a mis amigas, dónde me había sacado los pechos bromeando y con Dani acariciándome pero desde otro ángulo. Desde su ventana.

-Es usted un pervertido- Me levante molesta. Él se levantó. Me sonrió provocándome escalofríos. Era asqueroso

-No, soy paciente- Fue cuando me di cuenta que llevaba rato viéndome y que yo solita había pedido este castigo, pero sobre todo me di cuenta que estaba sola con él en todo el edicio, solté el folder y me corrí a la puerta. Cerrada. -No, no esperé meses sentado, masturbándome frente a la ventana mientras le dabas piquitos a tus amigas zorras, mientras se toqueteaban, no esperé una hora en el baño de maestros intentanto no masturbarme con esa imágen de ti con Daniela con la idea de que vaciaria todo mi semen dentro de ti para dejarte ir

-Cuando mi padre se entere de esto...-

-¿Y por qué habría de hacerlo?- Contestó acercándose. -¿Cómo piensas comenzar la historia? ¿Zorreando con tu amiga? ¿Besándose como lesbianas entre las cuatro? -Con cada palabra de acercaba lentamente hacía mí- Además a ti te encanta ser una puta-

-¿Qué?-

-Le coqueteas a los maestros por puntos, te he visto, te regalas

-Es diferente- Le contesté pegandome a la pared por su cercanía mientras temblaba de los nervios, puso ambas manos a la par de mí, encerrandome con su propio peso, estábamos cara a cara a tan solo unos centímetros de distancia.

-No eres más que una niña que busca desesperadamente una cogida- Se acercó mas a mi cara y cerré los ojos. -Y hoy seré yo.- Me besó con fuerza, cerré mi boca como pude e intenté empujarlo con todas mis fuerzas, pero él pudo introducir su lengua y ahora la sentía tocando la mía, tan repungnante. Pasaron unos eternos segundos con él sobre mi boca cuando sentí sus manos paseándose por mis muslos, subiendome la falda y pasando sus manos por los bordes de mi ropa interior, mal día para traer tanga. Se paseaba por mis piernas y mi trasero, luego, con su mano derecha se deslizo entre mis piernas y comenzó a acariciar mi clítoris con su pulgar mientras con sus otros dos dedos empujaba hacía mi virginal cavidad pero la tela se lo impedía, con su mano izquierda acariciaba mi pecho por encima de mi camisa. Logre separarme de sus labios y gritar

-¡Ayuda!- Me empujó a su escritorio en un cerrar y abrir de ojos, me inmovilizo con su peso y con una mano me tomo las dos manos, con la otra, me ato con su cinturon de cuero, y habilidosamente me dejó inútil de manos, me rompió la blusa y dejo mis pechos únicamente protegidos por mi corpiño blanco, comenzó a besarme el cuello mientras me acariciaba los pechos, yo estaba comenzando a mojarme y a regañarme por mojarme, algunas lágrimas salían de mis ojos al sentirme tan humilada. De un jalón mi corpiño dejo salir libres mis pechos, gemi ante su tacto y él solo sonrió.

-¿No que no?- Intenté resistirme más, no dejaría que un pervertido me desvirgara, mucho menos en un despacho de consejería en mi escuela.

-¡Ayuda! ¡Alguien! ¡Por favor! Comencé a Gritar. Él sólo río y se agachó, de un tiron de deshizo de mi tanga por más que apretara las piernas y me levantó la falda, sentí su respiración en mis nalgas desnudas y luego un manotazo.

-Silencio- Me había ardido como el demonio, pero no me iba a rendir, no dejaría que notará que estaba mojada.

-¡Socorro! ¡Me están violando!

-¿Quieres saber de qué hablas?- Me calle abruptamente, estaba empeorandolo, se levantó rápidamente, con una mano me sostenía la falda y me hacía recostarme en el escritorio por el peso, creí sentir sus dedos intentando abrirse paso entre mis piernas, pero era más grande, mucho más grueso que sus dedos, me di cuenta que era su miembro, estaba por perder mi virginidad.

-¡Para, por favor! Soy virgen- Lloriquee.

-Oh, me encantan las vírgenes- Sometida y humillada, con una lágrima rodando por mi mejilla sentí como su pene se abría paso por mi entrada con mucha facilidad. De un golpe llego al fondo y solloce-Virgen y renegada, pero muy mojada- Se había dado cuenta. Comenzó con un mete saca muy despacio.

Sentía como salía de mí, dejando la punta de su largo falo y como luego volvía a meterse, ya sin resistirme, me deje caer sobre la mesa, ya había perdido todo, solo me quedaba llorar. Se inclino sobre mí y comenzó a besarme el cuello, acariciaba mis pechos y los pellizcaba ligeramente, me hacía aguantarme un gemido cada vez que lo hacía, aunque salía mas como un sollozo. Me arrancó el moño que llevaba hasta el momento y me volteó dejandome recostada sobre el escritorio, aun con las manos atadas por detrás, me abrió de piernas y se volvió a introducir en mí, esta vez un poco más rápido, se metía un pecho a la boca mientras con la otra mano acariciaba el otro y luego intercambiaba, me hacía pequeñas marcas sobre mis pechos y luego me besó, esta vez le seguí el beso, no tenía caso resistirme mas, abría mi boca para que su lengua y la mía pudieran jugar, con una mano comenzó a acariciarme el clítoris y yo comenzaba a gemir, al principio bajo y en forma de queja, tal vez si hacía lo que él quería me dejaría en paz, pero después de un rato con su mano masajeando mi clítoris como un profesional, pellizcando mis senos y entrando y saliendo de mí, comencé a disfrutar, a mojarme cada vez más y más con él dentro de mí.

Comencé a disfrutar cuando subía de mis pechos a mi cuello, mordiendo ligeramente, me hacía suspirar, y al pasar su lengua por mi clavícula, delineandola solo pude cerrar mis ojos y difrutar, regresó a besarme y está vez, con deseo le contesté el beso mientras unas ligeras gotas de sudor se formaban en mi frente, dejo de acariciarme el clítoris para liberar mis manos tan rápido como las ató, me hizo pasarlas por su cuello y me levanto de la mesa, me abracé a él para no perder distancia entre nuestros cuerpos, y con sus manos en mis nalgas y mis piernas enrrolladas en su cintura comenzo a entrar y salir rápido de mí, yo ya estaba gritando su nombre.

-¡Alex, siii! Ahhh, ahhh, ahhh, sigue, sigue- el ruido de mis nalgas contra sus huevos hacía que mojara hasta gotear, el gemia ligeramente y con pequeños gruñidos se separaba de mi boca para que yo pudiera exigirle más.

-Así, más, más- Me recargó contra la pared y sus embestidas se hacían más rápidas, mis uñas se encajaban en su espalda y mis pechos rebotaban entre nosotros.

Comencé a sentir como fuego me recorría por todo el cuerpo y el placer entero se centraba en mi vagina, grite de placer al sentir como me corría, sentía que mis jugos chorreaban por sus piernas, sentí como se tensaba mientras su pene palpitaba dentro mío, luego de detuvo y gimiendo chorros de su semen se dispararon dentro de mí, sentí como me llenaba y fue cuando me soltó sobre su escritorio, sin darme cuenta habíamos estado dando vueltas por el lugar y desordenando todo a su paso. Estaba agotada, pero como pude recupere mi enojo y él solo me sonrió con malicia, le di una cachetada mientras me levantabas y me cerraba la blusa, tome la perilla de la puerta y esta vez giró, abrí dejando atras mi tanga y salí corriendo para limpiarme el semen que corría por mis piernas al baño.

Avergonzada llegué, ¿Cómo podría estar con ese maldito hasta que terminará de limpiar?