Colegas de pajas
-Ufff nene, ha sido brutal!!!! -No sabía que tenía un amigo tan cerdo -Eso mismo estoy pensando yo
Desde que tengo memoria, siempre he convivido con Miguel Ángel, somos de la misma edad, hemos ido al colegio desde pequeños siempre juntos. Y tanta unión hizo que con la llegada de la pubertad también nos pajeásemos juntos. Lo hacía con algún otro compañero de clase, pero siempre mi preferido era Miguel Ángel. Ya con el paso de los años por desgracia, el tema de juntarnos a ver porno y hacernos una paja fue desapareciendo.
Fue desapareciendo el hacerlo juntos, yo me seguía haciendo pajas pensando en él, en esas situaciones vividas, y en las nuevas que me imaginaba en mi cabeza. Además, que con el paso de los años estaba cada vez mejor. Éramos compañeros de natación y verlo en las duchas desnudo era un regalo que recibía cada tarde. Era un chico alto, sin fibrar en exceso, con la piel morena, unas piernas y un culo peludo y un hilillo de pelo que le subía por el ombligo que me volvía loco. Además, con su peinado con un poco de tupé y su pendiente negro en la oreja derecha era un encanto. Pero, sobre todo, me encantaba su rabo y sus grandes huevos, recuerdo de aquellas pajas de la adolescencia que tenía un gran tamaño, mayor que el mío, circuncidado y un glande rosado muy apetecible. Ahora verlo en las duchas, con la polla flácida me dan ganas de acercarme y agarrar su rabo con fuerza.
Llegó la universidad y los dos nos fuimos a otra ciudad a estudiar, íbamos a compartir piso, íbamos a hacerlo con otro conocido nuestro, pero al final le dieron plaza en otra ciudad y decidimos buscarnos uno para los dos. Yo estaba encantando, a pesar de hacer ya unos años que habíamos aparcado las pajas juntos, compartir piso sólo con él hacía que mi imaginación de disparase y mi rabo dentro de mis pantalones también.
Nos instalamos y las primeras semanas fueron normales, aclimatándonos a la universidad, las clases y al piso. Pero todo cambió cuando una noche que pensaba que Miguel Ángel estaba ya dormido. Yo estaba en el salón, con el portátil y decidí ponerme un video porno para hacerme una paja antes de dormir. Ya estaba con los pantalones y el bóxer por los tobillos y con el rabo duro en la mano. Mi polla no es como la suya, es algo más pequeña, sin circuncidar, eso sí es bastante gorda.
Entre el calentón que tenía y que estaba el volumen un poco subido no oí que Miguel Ángel había salido de su habitación y estaba en la puerta del salón viéndome como me pajeaba.
- “Adri tío, veo que sigues igual de cerdo con tus pajotes diarios”.
Yo intenté taparme como pude, y debí ponerme rojo por la situación.
- “Joder qué pillada, pensaba que estabas durmiendo ya”.
- “No importa, ya me voy, puedes seguir con tu paja tranquilo que yo tengo que madrugar más que tú. Además, que nos hemos hecho muchas juntos de críos, no me voy a asustar de verte el rabo duro ahora”.
Miguel Ángel se fue a dormir, y yo tras un rato de duda si seguir o irme también a dormir, decidí pajearme, pero ya pensando en mi compañero. Fue una corrida brutal. Tras limpiar y recoger todo me fui a la cama. Al día siguiente no vi a Miguel Ángel hasta la hora de cenar, al no vernos no habíamos sacado el tema de la pillada con la paja.
Nos sentamos en el sofá con la tele encendida y cada uno con nuestros móviles, hablando por WhatsApp con amigos. Después de lo de anoche, estar sentado cerca de mi amigo hacia que me excitase, el bulto me iba creciendo poco a poco, se me marcaba mucho en el pantalón corto de deporte que llevaba. Tampoco hacía por ocultarlo. Miguel se levantó y fue a por su portátil para volver rápido al sofá con él.
- “Al verte ayer con el rabo en la mano, me vino a la mente la adolescencia, y llevo todo el día con ganas de ver una porno contigo y pajearme. ¿te apetece que recordemos viejos tiempos?”
- “Yo encantado, sabes que yo no tengo problemas en pajearme a menudo, jajajaja”.
- “Si, ya veo que llevas con el rabo medio duro un rato largo ya”.
Miguel Ángel estuvo un rato buscando un video, cuando por fin lo encontró dejó el portátil en la mesita del salón y se recostó en el sofá. Poco a poco los dos íbamos sobándonos los rabos por encima de los pantalones, y comentando cosas de la porno. Yo no quería desaprovechar el tiempo y me bajé los pantalones y saqué mi polla. Estaba dura por completo, con el glande bien húmedo, empecé suavemente a pajearme. El no tardó mucho en hacer lo mismo. En el momento que comenzó a bajarse los pantalones mi vista se fue por completo a su rabo. Ya no prestaba atención a la porno.
- “Joder tío, desde que no te veo con el rabo duro, te ha crecido bastante. Es más grande aún”
- “Jajajaja, siempre te ha molado mi rabo, no digas ahora que no”
- “jajajaja, un poco sí, es que menuda herramienta gastas amigo”
Los dos nos empezamos a reír a carcajadas mientras seguíamos con nuestra paja. Al cabo de un rato con las pollas en la mano y yo con mi vista más sobre su rabo que en otro lado, Miguel me dijo:
- “Adri, que, si tanto te gusta mirar mi rabo, lo puedes hacer mas de cerca, y ya de paso me la comes un poco, que veo que me la vas a desgastar con la mirada”
Yo estaba deseando, pero no podía ponérselo tan fácil.
- “Pero que dices chaval, te la he mirado al principio porque hacia mucho que no te veía empalmado”
- “Pero si en las duchas de la piscina no me quitas el ojo de encima cabronazo, jajajaja”
Miguel se puso de rodillas en el sofá, apuntándome con su rabo duro a escasos centímetros de mi cara. Yo retiraba la cabeza un poco, pero me sorprendió lo que hizo, con su mano me agarró la cabeza y me “obligó” a comerle el rabo. Tras un pequeño forcejeo, aunque en realidad lo estaba deseando, me metí su rabo por completo en la boca. Por fin después de tanto tiempo imaginándolo en mi mente, pude probar aquella polla.
Era un sabor delicioso, saboreaba su glande, agarraba sus grandes huevos, y los metía en mi boca de vez en cuando, no paraba de comerle el rabo con locura. Una y otra vez sacaba y metía su verga de mi boca. El poco a poco fue agarrándome la cabeza, para follarme la boca. Yo estaba más caliente de lo que he estado nunca. Intentaba comerme el rabo entero, pero era imposible, antes de llegar al final me ahogaba y tenía que sacar un trozo de mi boca. Mientras tenía su rabo dentro, aprovechaba para apretar con fuerza su culo peludo con mis dos manos.
Poco a poco iba jugando con uno de mis dedos, y se lo intentaba meter, acercaba mi dedo a su agujero, jugaba todo lo que podía, hasta que lo fui introduciendo. Intenté meterle otro más pero no fue posible. Ya me cansé de ser un juguete a manos de Miguel Ángel. Me incorporé con fuerza del sofá, me saqué por completo la ropa y empujé a Miguel contra el sofá. Giré su cuerpo y dejé su culo accesible. Escupí sobre su agujero y ahora ya si podía maniobrar con mis dedos con más facilidad.
Quería follarme ese culo peludo desde hace mucho tiempo. Y así hice. Acerqué mi polla húmeda a su agujero y poco a poco y con mucha dificultad fui penetrando a mi amigo de la infancia. Como es bastante gorda, hizo que Miguel gimiese con fuerza, hasta que consiguió entrar por completo. Agarraba con fuerza por la cintura a mi amigo y me lo follaba con mucha lujuria, se la clavaba hasta el fondo cada vez. El gemía sin parar. Quería ver su cara de placer mientras me lo follaba. Hice que se diese la vuelta y se sentase sobre la punta del sofá, con las piernas hacia arriba, se la volví a clavar hasta el fondo. Ahora si que veía como disfrutaba con mi rabo dentro.
Quería seguir así toda la vida, pero mi excitación hacia que cada vez estuviese mas cerca de correrme. Seguí un rato más follando a Miguel Ángel hasta que decidí parar o le llenaría su culo con mi leche. Quería seguir un rato más con este placer y quería sentir el precioso rabo de Miguel dentro de mí. No dije nada. Me puse a cuatro patas sobre el sofá y él lo entendió al instante.
Se puso de pie cerca de mi culo, acercó su rabo y sin miramientos lo clavó hasta el fondo. Yo tuve que dar un chillido que seguro me oyeron todos los vecinos. Que brutalidad, me ardía el culo. El cabronazo, la sacó y de golpe me la volvió a clavar, lo hizo varias veces. Era una locura lo que estaba haciendo conmigo, me estaba produciendo tal placer que me iba a correr en breves. Me agarro fuerte de la cintura, y comenzó una follada brutal. No fue mucho tiempo hasta que descargó toda su leche sobre mi espalda.
Yo necesitaba correrme ya. Agarré mi polla para pajearme y poder echar mi leche fuera, pero mi sorpresa fue cuando Miguel se sentó en el sofá, acercó su boca a mi polla y me la empezó a comer, a los pocos segundos ya le había llenado la boca de leche. El cabrón se comió entera mi corrida. Y siguió chupando hasta que mi rabo poco a poco fue perdiendo su tamaño.
-“Ufff nene, ha sido brutal!!!!”
-“No sabía que tenía un amigo tan cerdo”
-“Eso mismo estoy pensando yo”
-“Tendremos que aprovechar el tiempo que vivamos juntos ¿no Adri?”
-“Claro que si nene. Este año va a ser una locura en este piso”