Colega de trabajo con derecho a roce (2)

BELÉN – Maca cumple su promesa, y yo acabo sacando buena tajada.

Continuación de "Colega de trabajo con derecho a roce (1)"

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La semana siguiente a aquel inesperado sábado de sexo en casa de Maca la llevamos con bastante normalidad. Nos veíamos esporádicamente por temas laborales y continuábamos tomando el café juntos, con la misma complicidad, pero sin comentar el tema.

También intenté no preocuparme demasiado por saber cómo le iba con su nueva compañera de piso, después de descubrir los secretos que escondía su habitación.

El vídeo

Sin embargo, el viernes por la noche, mientras leía en la cama antes de dormir, recibí un WhatsApp suyo.

–  ¡Buenas noches!

–  Hola guapa, ¿qué hay?

–  ¡Te dije que lo haría!

–  ¿qué es lo que tenías que hacer?

Recibí de ella un video. Aparté el libro y me dispuse a reproducirlo, recostado en la cama.

El vídeo, aparentemente tomado con el móvil, se veía un poco oscuro e iluminado solamente por el flas del teléfono. Parecía que lo había tomado ella misma, y la cámara estaba enfocando sus piernas desnudas y abiertas. Se veía una chica rubia, que rápidamente deduje quién era, y que parecía estar comiéndole el sexo mientras se oían los fuertes jadeos de mi compañera de trabajo.

El vídeo me dejó sin palabras y mi erección fue instantánea.

La llamé al instante:

–  ¡Holaaaa!

–  ¿¡Es tu compañera de piso?!

–  Mmmh… sí.

–  Qué pasada…

–  Mmmh… ya te lo dije

–  Oye… ¿y esos suspiros? ¿no te estarás tocando?

–  Mmmh… más o menos – contestó, entre suspiros

–  ¿Y cómo lo has hecho? – pregunté, mientras empezaba a masturbarme también, lentamente.

–  Pues, después de cenar… nos hemos puesto cómodas… y nos ha apetecido ver juntas una peli… y teníamos por aquí el DVD de “Lucía y el sexo” …

–  Vaya… esa peli es toda una declaración de intenciones…

–  Mmmh… sí, y creo que ella también lo ha percibido así… total, que estábamos las dos en el sofá, en camisón, y a medida que la peli se iba calentando, yo he empezado a tocarme disimuladamente.

–  Joder… me pongo cachondo sólo de imaginarlo.

–  Seguro que te estás tocando…

–  ¿Tú que crees? Va, continúa, cabrona.

–  Bueno… pues eso… me iba tocando, pero cada vez lo podía disimular menos, hasta que ella se ha dado cuenta.

–  ¡Joder, que sexy! ¿Y qué ha hecho?

–  Pues me dice: “veo que a ti también te está excitando, esta peli”. Y le preguntado si le importaba que me tocara.

–  ¡Jajajaja! Como aquel que no quiere la cosa, ¿no?

–  Síííí, clarooo… con naturalidaaad

–  …y?

–  ¡Pues que la guarrilla me contesta que, para nada, que ella también tiene ganas de hacerlo!

–  ¡Vengaaaa! – Yo seguía masturbándome, y mi polla dura y gruesa se veía brillante por el abundante líquido preseminal que brotaba – ¿y cómo ha acabado entre tus piernas?

–  Mmmh… pues una cosa ha llevado a la otra… primero nos estábamos masturbando, y nos hemos besado… Belén es muy sensual, besando… y se ha quitado la camisola y se ha quedado con las tetas al aire… tendrías que ver las tetas que tiene… son preciosas… y muy grandes!

–  Ufff… - yo disfrutaba imaginando la escena, mientras mi mano recorría mi verga con fuerza.

–  … y su lengua ha empezado a recorrer mi cuerpo… el cuello… mis pechos… hasta que se ha puesto entre mis piernas y ha empezado a lamer mi cosita… ¡Ufff! Sólo de recordarlo…

–  ¡Y hala! Las dos ahí, dale que te pego… y yo, que tengo a mi amiguete, que tendrías que verlo…

–  ¡Aich… no me digas eso, que me entran ganas de verle! Vaaa… ¿por qué no me mandas una foto?

Estaba tan cachondo, que no lo dudé un instante… saqué una buena foto a mi polla, que se veía enrojecida y brillante, y se la envié.

–  ¡Uhmmm! ¡Qué rica que se ve! ¡nos encanta!

–  ¿Cómo, que OS encanta? ¿Se la has enseñado a tu compañera?

–  ¡Sí, claro! Estamos juntas en su cama… follando – Yo no podía salir de mi estupefacción, y a duras penas podía sujetar el teléfono mientras me masturbaba.

–  ¿Follando? ¡ahora entiendo tus suspiros! ¿Y tú, hablando por teléfono?

–  Mmmh… sí, Belén se ha puesto el arnés, y me está follando a cuatro patas, mientras hablamos.

–  Pensaba que me habías enviado el vídeo al acabar…

–  Nooo… y nos queda un buen rato… oye, te dejo, y mañana hablamos, ¿vale?

–  ¡Ok! Pasadlo bien…

No me dio tiempo ni de acabar la frase, que Maca ya me había colgado… y yo, aceleré mi masturbación mientras imaginaba la escena de las dos chicas enrollándose, hasta que tuve un orgasmo como nunca había tenido con una paja. Mi polla empezó a lanzar chorros de lefa como una fuente, salpicando mi barriga y las sábanas, hasta que me quedé rendido sobre la cama, durmiéndome al cabo de pocos minutos.

Ese fin de semana no pudimos vernos, ya que yo había quedado con mis colegas para ir a hacer rafting en el pirineo, así que no pudimos hablar hasta la semana siguiente.

La idea de Maca

El lunes esperaba impaciente la hora del descanso para poder saber más sobre la noche del viernes. Cogimos un café de la máquina, y nos fuimos a un lugar apartado, para poder hablar con tranquilidad.

–  Joder, Maca, qué puntazo lo del viernes…

–  Ufff… si… y hemos follado un par de veces más durante el fin de semana.

–  Pero tú no habías tenido nunca una relación con otra chica, ¿no?

–  Nooo… era mi primera vez, pero ha sido fantástico porque ella sabe bien lo que hace. ¡Ha sido un fin de semana genial!

–  Si todavía me voy a poner celoso…

–  Tranqui, compi, que los chicos no me han dejado de gustar… digamos que… simplemente… he abierto un poco mis gustos.

–  ¿y qué? ¿cómo es ella?

–  Pues la niña tiene un cuerpo envidiable… ¡tendrías que verla! un tipito esbelto, unos pechos impresionantes… muy mona de cara… ¡y es una viciosa de cuidado! Joven, pero está claro que con mucha experiencia…

–  Así que habéis… “intimado” bien, ¿eh?

–  Pues sí, a parte del sexo hemos tenido oportunidad de charlar de muchas cosas… ¡nos hemos hecho muy amigas!

–  ¡Me alegro! Siempre es mejor tener buena relación con tus compañeros de piso…

–  Si… la verdad es que ella lo ha pasado bastante mal, últimamente…

Miré a Maca con curiosidad

–  Antes de venirse a vivir a mi piso, estaba con un chico. Parece que el tipo estaba forrado, y la colmaba de atenciones… pero en realidad era un cretino.

–  Uy, pobre chica…

–  Ella estaba muy encoñada de él, y creo que tiene un punto de sumisa, ¿sabes?

Mis ojos se abrieron como platos

–  …hasta el punto de que ella se operó las tetas, sólo porque a él le gustan las chicas tetonas… ya ves, con esa edad…

–  ¿Está operada?

–  Sí, y mucho… ya te dije que tenía unas tetazas… pues te creerás que el cabrón ese la dejó por otra… ¿a los pocos días de operarse?

–  ¡Qué hijo de puta!

–  Si, un cabrón… y ahora ella lo está pasando un poco mal, económicamente. Ya sabes que hoy en día no es fácil encontrar trabajo…

De repente, Maca dio un respingo y se le iluminaron los ojos.

–  ¡Oye! ¿Tú no estabas buscando una asistente?

–  Sí… en recursos humanos están… un momento… ¿estás de coña? ¡pero cómo quieres que contrate a una persona que me ha visto… ya sabes!

–  ¡Pero si ella no sabe quién eres! Nunca le he dicho que el tío con el que hablaba por teléfono era un colega del trabajo…

–  Joder… no sé… tampoco sería fácil para mí, estar trabajando con alguien de quién sé todo lo que sé de ella…

–  ¡Oooye! Bien que trabajas conmigo, y no té importó comerme el trasero cuando pudiste…

Ahí me dejó sin argumentos…

–  Además, ahora que la conozco bien, la veo una chica espabilada, y ha estado formándose mucho, para un puesto como el que estás buscando. Habla varios idiomas…

–  Sí, como el francés… - comenté, con sarcasmo.

–  ¡En serio! ¡seguro que encajaría con el puesto!¡venga!

–  … bueeeno… vaaale… dile que envíe el currículum, y lo miramos.

–  ¡Ok! ¡seguro que no te arrepentirás! – me dijo, mientras me daba un toque con el codo…

–  Mmmh… ya veremos…

Al día siguiente, me llegó desde Recursos Humanos el currículum de Belén. Si bien su experiencia no era muy grande, con alguna práctica por allí y alguna práctica por allá, sí que era verdad que se había aplicado mucho en su formación, habiendo complementado su educación reglada en Secretariado Internacional con un montón de cursos, y hablaba varios idiomas. Me pareció justo entrevistarla, y le confirmé mi interés a Rosa, la consultora de selección encargada de esta posición.

La cosa fue bastante rápida, y en un par de días ya habían citado a Belén para entrevistarse, el mismo viernes por la tarde, con Ainhoa y conmigo. Le mandé un WhatsApp a Maca:

–  Belén viene el viernes a entrevistarse. Tendrá que ser a última hora, porque voy de culo.

–  Si, ella ya me lo ha dicho. Si te parece, el viernes vamos a trabajar en tu coche, y así le dejo el mío para ir a la entrevista, y a la vuelta ya volvemos juntos.

–  Ok, por mí ningún problema.

El viernes por la tarde, ya era Había llegado la hora de salir, y todos en la empresa ya estaban recogiendo sus cosas. Yo estaba en el puesto de uno de mis colaboradores, comentando un par de aspectos de última hora sobre un proyecto que llevaba, cuando llegó Ainhoa, la consultora, acompañada de Belén.

–  ¡Hola! Te presento a Belén, la candidata que estamos entrevistado hoy.

–  Hola Belén, encantado – saludé, ofreciéndole la mano para estrechar.

Belén correspondió a mi saludo, con aparente timidez, pero noté que la timidez de sus maneras no se correspondía con la mirada de sus oscuros y brillantes ojos.

A decir verdad, era tan mona como la recordaba, y en esta ocasión había recogido su pelo rubio en un moño, dándole un aire más serio.

–  Nuestra compañera Maca nos pasó su currículo, y ya la hemos entrevistado – continuó Ainhoa – creemos que su perfil se ajusta a lo que necesitas. ¿Qué te parece si le entrevistas para conocerla mejor?

–  ¡Ah! ¿Eres conocida de Maca? – respondí, con disimulo – entonces seguro que la entrevista te va bien – bromeé.

Belén sonrió discretamente, bajando la mirada.

–  Ainhoa, ¿qué te parece si la acompañas a mi despacho, y que me espere allí? Acabaremos en un par de minutos, porque David supongo que tiene que irse.

–  Por mi perfecto – contestó Ainhoa – que yo también tengo que irme.

–  Pues en unos minutos nos vemos, Belén. Ainhoa, nos vemos mañana, entonces.

Ainhoa se encaminó a mi despacho, seguida por la compañera de Maca, y yo aproveché para fijarme en la chica, intentando ser discreto. A pesar de su juventud, iba vestida muy formal, con un traje chaqueta con falda de cintura alta, que insinuaba un firme trasero, una chaqueta torera, medias finas y zapatos formales de tacón.

Muchos componentes de mi equipo, chicos y chicas levantaron la mirada para observar cómo se iba, y David, mi colaborador, hizo un discreto comentario lleno de intenciones.

–  La vas a fichar, ¿no?

–  Bueno… ya veremos…– le respondí, transmitiendo el máximo posible de profesionalidad.

La encerrona

Acabé mi prevé reunión con David, y nos despedimos, antes de dirigirme a mi despacho. Cuando entré, Belén estaba sentada en una de las sillas frente a mi mesa. Cuando me oyó abrir la puerta, se puso de pie un poco atolondradamente, y su ajustada falda se levantó lo suficiente para mostrar el liguero de encaje que sujetaba sus finas medias de seda.

–  Hola – saludé, ya en un tono más serio, metiéndome en el rol de entrevistador y haciendo ver que no me había dado cuenta del pequeño percance.

Pasé por detrás suyo, di la vuelta a mi mesa y me senté en mi sillón, mientras le indicaba:

–  Siéntate, siéntate…

–  Belén volvió a sentarse, tirando de su falda. En seguida me di cuenta de que la chica sabía cómo usar su sexo para obtener lo que quería. Ella sonrió con una tímida sonrisa de falsa inocencia mientras tiraba de su falda, y yo pude ocultar interés en ella mientras la miraba.

Después de más de media hora preguntándole acerca de su bagaje formativo y profesional, ella misma tuvo la iniciativa de dirigir la conversación.

–  Ya sé que no dispongo de mucha experiencia en el puesto, sus dedos jugueteaban con su pendiente mientras hablaba en voz baja, pero Maca me explicó que mi formación podía ser un buen activo para este puesto, y que tú valorarías también mis otras cualidades… ¿te importa que me quite la chaqueta? Hace un poco de calor…

–  Sí, claro… hace calor – le dije, mientas también me soltaba un poco la corbata – todo el mundo se ha ido, y habrán desconectado el aire acondicionado. Tranquila, ponte cómoda…

Se levantó y se quitó la chaqueta. Al girarse para colgarla de la silla, me permitió gozar de sus largas piernas y su perfecto trasero, que se adivinaba bien duro bajo aquella ajustada falda.

Al girar y sentarse, me di cuenta de que me habían tendido una encerrona, y tuve que hacer un esfuerzo para mantener mi cara de póker ante la sorpresa que me tenía preparada: bajo la americana llevaba una blusa blanca semitransparente, que permitía ver con claridad sus espectaculares tetas, casi desproporcionadas, enmarcadas por un sujetador pecho abierto, de encaje negro. El enigma de las joyitas encontradas en su habitación quedó también resuelto: se adivinaban sus pezones, luciendo sus respectivos piercings.

Al volver a sentarse, su falda volvió a quedar un poco arremangada, dejando ver el final de sus medias y el liguero, pero no ya pareció importarle mucho.

–  Cr… cr… creo entender a qué cualidades te estás refiriendo… - sonreí con humor, pero bastante apurado – esta posición es un buen trabajo para una chica joven y bien… formada, como tú, en la que podrás desarrollarte profesionalmente y también pasarlo bien…

Realmente ya no entendía si la chica estaba realmente interesada en la oportunidad profesional, o en una fantasía sexual… ¡o en las dos cosas! Pero, viendo lo que me venía encima, decidí apostar fuerte y tomar la iniciativa en aquella situación tan excitante como incómoda:

–  … sin embargo, me preocupa que la persona que escoja no tenga… digamos… la ambición y determinación… necesarias…

Belén frunció el ceño y separó los labios ligeramente, de forma sensual.

–  ¿Tú estás buscando una asistente… o una puta? – preguntó directamente, mientras se desabrochaba lentamente un par de botones de la blusa y mostraba su hinchado escote.

–  Vaya… ejem…veo que eres directa… ¡eso me gusta! – la verdad es que no me esperaba una pregunta tan directa, y me quedé pensativo unos segundos - Bueno… estoy buscando una puta… que sea mi asistente.

Ante la respuesta, Belén se soltó el pelo, se reclinó sobre el respaldo, y se subió la falda lo suficiente para poder abrir sus piernas, levantarlas y apoyarlas sobre los brazos de la silla, mostrándome su entrepierna con descaro. Ante la ausencia de bragas, su sexo, rasurado exceptuando una fina línea de vello, se mostraba húmedo de excitación y exhibía otra joyita sobre su clítoris.

–  Soy una persona siempre dispuesta a satisfacer los deseos de mi jefe – Una mano se deslizó por su entrepierna, y empezó a dar tironcitos a su piercing, mientras los dedos de la otra se deslizaban por sus labios vaginales – y soy… - cerró los ojos en un momento de trance.

–  … ¿eres? – yo ya estaba recostado en mi sillón, completamente empalmado.

–  Soy… - abrió los ojos y me lanzó una mirada directa – soy muy buena chupando pollas.

–  Revelador… ¿de veras?... muéstramelo.

Belén se levantó, desabrochó totalmente su blusa, liberando esos pechos espectaculares, y se recostó sobre la mesa. Alargó su mano a mi corbata y tiró de ella, haciendo que me inclinara hasta que mi cara quedara a escasos centímetros de sus tetas. Las acaricié con mis manos, mientras chupaba sus erectos pezones. Entre suspiros, ella me quitó la corbata y se la quedó. Mis dientes aprisionaron las joyitas de sus pezones, arrancando un silencioso gemido de placer.

Disfruté de su delantera unos minutos, hasta que se deslizó hacia atrás, poniendo su pies de nuevo en el suelo, apoyando sus tetazas sobre la mesa y mostrando su trasero casi descubierto a cualquier persona que pudiera abrir la puerta del despacho en ese momento. Se relamió los labios y tragó saliva mientras sus manos corrían por mi entrepierna, sintiendo mi polla dura y palpitante bajo la tela de mis pantalones. Hurgó con mi cinturón y la bragueta de mis pantalones mientras yo la observaba atentamente.

Cuando tiró de mis pantalones y mi polla apareció, erecta y dura, ella gimió y extendió sus manos para agarrar mi verga. Ella me miró con hambre, suplicando con sus ojos mi permiso. Asentí, y ella lanzó tímidamente su lengua sobre mi palpitante polla, haciendo pequeños círculos alrededor del glande mientras acariciaba el tronco y mi bolas con sus manos. Besó la punta, y con su lengua jugueteó con ella mientras la veía latir y endurecerse.

Cuando consiguió que mi verga estuviera como el mármol, Belén pasó la corbata hasta la base y tiró de ella hasta que el nudo la aprisionó con fuerza. Mi polla se hinchó, enrojecida, y Belén tiró de la corbata, metiéndosela hasta el fondo de la garganta de un golpe.

–  ¡Jooder!

Podía notar cómo Belén respiraba con la nariz, pegada a mi pubis, mientras succionaba con fuerza. Pasados unos largos segundos, mi polla bañada en saliva volvió a salir, Belén cogió aire, y volvió a tirar de la corbata para metérsela hasta la garganta otra vez. La corbata, bien apretada, le servía para dirigir los movimientos con los que le estaba follando la boca, mientras borbotones de saliva se escurrían por la comisura de sus labios. Nunca me habían comido la polla de esta manera y, más que darme placer, Belén me estaba poniendo como un animal.

Apoyé una de mis manos en su cabeza, agarrándole con firmeza el cabello para acompañar sus movimientos, y alargué mi otra mano para disfrutar de su trasero. Sus nalgas tenían la dureza propia de su juventud, con una piel suave y cálida.

Una visita inesperada

Al deslizar mis dedos por la raja de su culo, otra sorpresa me aguardaba: mis dedos notaron un juguete metido en su ano, que parecía un plug anal. Lo agarré y empecé a tirar de él lentamente, arrancándole gemidos de placer, hasta que salió del todo, dejando su ano abierto, enrojecido y palpitante.

Era una de esas joyas anales, un plug metálico con una pieza que simulaba un diamante de color azul en el extremo exterior.

Belén se sacó mi polla de la boca, para decir:

–  ¡Mmmh! ¡Mmmh! ¿Le gustará a mi jefe, que siempre tenga mi culito dispuesto para lo que necesite?

La hice callar metiéndole el plug de la boca y dejando que lo relamiera, antes de volver a clavárselo en el trasero.

–  ¡Aaagh!

En esos momentos, la puerta de mi despacho se abrió lenta y silenciosamente. Mi corazón dio un vuelco, pensando que alguien nos había pillado, hasta que vi a Maca asomarse por la abertura. Su expresión de asombro era impagable, y se llevó la mano a la boca, como escandalizada, pero sus ojos no perdían detalle de lo que estaba ocurriendo. Poniéndome el dedo sobre los labios le pedí silencio, mientras la apresuraba, con gestos, a entrar.

Maca entró en silencio en el despacho y cerró la puerta con pestillo tras de sí. No dejaba de preguntarme con gestos qué estaba pasando.

Llevaba un modelito veraniego, con una falda vaquera a medio muslo, una blusa floreada de manga corta, con los hombros descubiertos, y unas sandalias de tacón, anudadas a sus tobillos.

Belén seguía mamando con fuerza, y yo jugando con el plug metido en su trasero, mientras Maca dejaba su bolso en el suelo y se quedaba de pie, cerca de la puerta, sin dejar de observarnos. Su expresión de sorpresa enseguida se transformó en deseo, y sus manos bajaron hasta el interior de sus muslos, de forma cada vez más atrevida, hasta que se arremangó la falda, mostrando un minúsculo tanga blanco de encaje, totalmente mojado por su excitación.

Sus dedos apartaron la tela y empezaron a acariciar su exquisito coñito, mientras nos observaba en silencio, con una mirada ya más juguetona y sensual.

Aproveché la escena para preguntarle a Belén:

Me da la sensación de que te gusta que te dominen un poco, ¿no es así?

La rubia se sacó mi polla de la garganta, y empezó a lamerla mientras con una mano mantenía prieta la corbata y con la otra me pajeaba, para poder contestar:

–  Veo que has estado informándote para la entrevista… Sí, me encanta, soy una zorrita sumisa, y me pone cachonda sentirme sometida.

–  ¿Y qué tal, con Maca?

–  Muy bien… ella ha descubierto su bisexualidad, y nos divertimos mucho en casa, explorando sus nuevos límites… – Belén se sacaba mi polla de la boca y se daba golpes en la cara con ella, mirándome fijamente, mientras me preguntaba – ¿has follado con ella?

–  Vaya… una “zorrita sumisa”, pero no te andas con rodeos… ya lo debes saber, que lo he hecho.

–  Mmmh! Bueno… ella no me lo ha dicho, pero he sacado mis propias conclusiones…sobre todo cuando he visto tu polla, que… estoy segura… ya había visto antes.

Sin duda se refería a la foto que le mandé a Maca mientras estaban follando en su habitación.

–  Ya lo veo…

–  Podrías venir un día a nuestro pisito… ya sabes que tengo juguetes, y nos divertiríamos mucho – afirmaba, con voz de niñita malcriada, antes de volver a meterse mi verga hasta el fondo de su garganta.

Mientras Belén se follaba la boca manejando mi polla con la corbata, yo miraba a Maca aún con cara de sorpresa, y ella, todavía vestida, pero mostrando sus tetas por fuera del escote, sonreía con expresión libidinosa. Paró un momento de masturbarse, y se quitó lentamente sus. braguitas, deslizándolas por sus contoneadas y bronceadas piernas, y las guardó en su bolso, antes de acercarse.

Maca se dispuso a quitarle la falda a Belén, quien al notar su presencia se asustó, interrumpiendo su fantástica felación para mirar a sus espaldas.

–  ¡Ah! ¡Hola Maca!

–  Hola niña… te estaba esperando para volver a casa, pero tardabas mucho, y he bajado a ver… no sabía que la posición te interesaba tanto…

–  La posición me interesa mucho… y también quería probar la fantástica polla de la foto.

La cara de Maca mostró sorpresa, mientras acariciaba el culo de Belén con suavidad.

–  ¿Y cómo lo has sabido?

–  ¿Olvidas que nos cruzamos, hace un par de semanas?

–  Uhmmm, claaaro… – contestaba Maca, mientras se arrodillaba detrás de Belén

–  Al volver del fin de semana noté que alguien había estado trasteando en mi cajón de los juguetes, y até cabos… una visita a la web de la empresa antes de… ¡Mmmh! ¿Qué me estás haciendo?

Maca había sacado el plug anal del culito de Belén, y se lo estaba introduciendo en el suyo, mientras su cara había desaparecido entre sus nalgas y, a juzgar por cómo la rubia movía sus caderas, le debía estar chupando el sexo, …

–  Uhmmm… ¡qué bueno!

Para facilitar la tarea de Maca, hice que Belén se girara, estirándose sobre la mesa con la cabeza colgando, y ella abrió y flexionó sus piernas, apoyando sus tacones sobre la mesa.

Metí mi polla hasta el fondo de la garganta de la candidata y, agarrando sus tetazas para sujetarla, empecé a follarle la boca vigorosamente, mientras desde mi posición privilegiada veía como su amiga succionaba su sexo con avidez, con el culo en alto.

La imagen de mi verga húmeda entrando y saliendo de la dulce boquita de esa veinteañera, y mis manos sobando esos firmes pechos sin apenas poderlos abarcar con las manos, podrían hacer explotar el cerebro de cualquiera, pero a pesar de eso, no podía dejar de prestar atención al precioso trasero de Maca, que de movía cadenciosamente al ritmo de las chupadas que de daba al coñito de la rubia.

Necesitaba esa maravilla cerca, así que saqué mi verga de la boca que estaba follando, y me acerqué a Maca, que seguía concentrada en la rajita de Belén, y acaricié sus perfectas nalgas, adornadas por la joyita incrustada en su ano, disfrutando de su calidez.

Maca dejó momentáneamente su tarea para decirme, dulcemente:

–  Me pica la rajita, ¿puedes hacer algo?

Solo me faltaba esa innecesaria invitación. Me posicioné detrás de ella, metí mi polla entre sus piernas y empecé un mete-saca, sin penetrarla, frotando sus labios y notando la humedad que brotaba de su vagina.

–  ¿Te va bien que te rasque aquí?

–  ¡Mmmh! ¡Qué gusto!... – respondió con un travieso mohín – ¿puedes frotar un poco más dentro?

Con un pequeño movimiento coloqué la punta en la entrada de su vagina y hundí mi verga lentamente hasta el fondo.

–  ¡Ahora!, ¡¡¡Diosss!!! – gritó, de placer, antes de enterrar otra vez su boca en la entrepierna de Belén.

La vagina de Maca se ajustaba como un húmedo guante a mi verga, que entraba y salía de ella en un ritmo pausado y constante.

Pronto fue ella la que cogió la iniciativa. Yo me mantenía firme, y ella me follaba usando mi pene como si de un consolador pegado a una pared se tratase. El vaivén de su cadera era suave y cadencioso, y lo combinaba con movimientos giratorios, haciendo que en cada penetración mi grueso pene explorara hasta el último rincón, y acelerando el ritmo progresivamente, sin dejar de lamer el sexo de nuestra candidata, hasta que empecé a notar los temblores de su in inminente orgasmo.

–  ¡Me… me… me corro! ¡no te muevas!

A la vez, Belén empezó a emitir tímidos grititos, como una conejita, mientras se retorcía de placer y con su mano fijaba la cabeza de la morena en su entrepierna.

–  ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Sí! ¡Sí! ¡No pares, por favor! – gemía Belén

Maca dejó de chupar un instante:

–  ¿Te corres, niña? ¡Hazlo en mi boca, putita! – contestó, sin dejar de penetrarse el coño con mi polla.

–  ¡Sí! ¡Me corro! ¡Me corro! ¡Me corro! ¡Chupa! ¡Chupa!

La rubia se corrió entre gruñidos, como una cerda, y al instante noté como Maca también llegaba al orgasmo con su cálida y abundante eyaculación inundando su vagina y humedeciendo mi entrepierna.

Agarré a Maca del pelo para sacar la cabeza de entre las piernas de Belén, que se retorcía de espasmos sobre mi escritorio vestida solo con la blusa desabrochada, y la obligué a arrodillarse para lamer los jugos de su corrida que bañaban mi verga.

Observaba el coñito palpitante de la que podía ser mi secretaria, y sentía la necesidad de invadirlo con mi verga, húmeda y dura como una roca, así que no quise respetar su descanso. Me acerqué a ella, puse sus piernas sobre mis hombros, y le metí la verga de un viaje, hasta el fondo.

–  ¡!!Aaagh!!! – Gritó Belén

–  ¡Más bajo, zorra, que, si hay alguien en la oficina, nos van a oír! – le ordené, mientras la penetraba con furor.

–  ¿Quieres que le tape la boca? – Preguntó Maca, desde el suelo donde descansaba.

–  Si, hazlo

Se levantó y se subió a la mesa y se sentó sobre la cara de la niña, obligándola callar y a chupar su encharcado coño.

–  Tiene el coño inundado, apenas noto nada – objeté, mientras bombeaba con dureza.

–  Las dos, tenemos coño empapado, cabrón… ¿y si pruebas su culito? Antes te lo ha ofrecido, y ni te lo has mirado…

Con un gesto accedí, mientras me salía de la rubia y la morena liberaba su boca y bajaba de la mesa. Belén se incorporó, bajó también de la mesa, me tomó de la mano y me hizo sentar en mi sillón.

–  Si, jefe, creo que deberías conocer mis habilidades… desde todos los ángulos.

Se situó frente a mí, se giró y apoyó sus manos en la mesa para poner el culo en pompa.

–  Seguro que te va a gustar.

Tenía ante mí el precioso culo de una veinteañera, suave y duro, y lo acaricié con suavidad, admirándolo. Efectivamente: me gustaba… como a cualquiera que no fuera de piedra.

Maca se puso a mi lado y me agarró la polla con fuerza, mientras me susurraba al oído:

–  ¿Por qué no le das unos azotes, a la niña? ¡Pégale! ¡Dale su merecido a esta putita!

–  Si… por favor… susurró Belén, con un mohín

Empecé a atizarle las nalgas, con la mano abierta, y los gemidos de la candidata se hacían más estremecedores a medida que aumentaba la fuerza, mientras Maca me pajeaba con vigor.

–  Ven, zorra, ¿quieres que tu jefe te haga el culito? ¡pues siéntate!

La rubia se incorporó, se acercó a mí de espaldas, con las piernas abiertas, y empezó flexionar sus piernas hasta notar mi polla, sujetada con firmeza por su compañera de piso, tocar su entrepierna.

Maca apuntó a su orificio trasero, y Belén se dejó caer de golpe, haciendo que mi polla invadiera su culo hasta el fondo, mientras soltaba un desgarrado grito de placer.

–  ¡Aaagh!

Se quedó así sentada en mi regazo, durante unos minutos, con las manos apoyadas en la mesa y moviendo suavemente su cadera en círculos mientras notaba cómo apretaba y relajaba rítmicamente su esfínter.

Posteriormente, empezó a saltar sobre mi regazo, presionando fuertemente mi polla con su ano. En cada movimiento de penetración daba la sensación de que me arrancaría la polla, y esa intensa sensación me estaba matando de gusto.

Maca se acercó y me empezó a masajear los hombros, mientras su lengua jugueteaba con mi oreja y me besaba el cuello.

–  ¿Crees que la vas a contratar?

Mi cabeza de daba vueltas, de puro placer.

–  ¡Aaagh síííí! ¡Si lo quiere, el puesto es suyo! – afirmé, sumido en un placer indescriptible.

Belén continuaba follándose el culo con mi verga, hasta que noté cómo mi cuerpo se empezaba a tensar en un camino sin retorno.

–  M… Me… Me voy… Ufff… - apenas podía decir.

Belén se dio cuenta de que estaba a punto de estallar, y rápidamente se arrodilló en mis piernas y se metió mi polla hasta el fondo de la garganta. En una succión rápida y salvaje, la boca de Belén sustituía a su culo, y mi verga brillaba con su saliva.

–  Y a mí… ¿no me vas a dar alguna comisión por el fichaje? – continuó preguntando Maca.

Antes de poder contestar, Maca se dejó caer de rodillas al lado de la candidata, y comenzó a chupar la polla mientras la otra lamía mis pelotas. Gruñí, agarrando a las dos ninfas por el pelo mientras trabajaban mi polla.

Sus gemidos de placer cuando unieron sus habilidades sólo sirvieron para aumentar mi excitación. Mi verga, dura y brillante, palpitaba mientras pasaban la lengua por ella y se turnaban, primero Maca, luego Belén, una boca y luego la otra, chupando y lamiendo con hambre salvaje mi palpitante pene.

Al notar la inminente corrida, gruñí ruidosamente y agarré sus cabellos. Mi semen brotó abundante, como nunca lo había hecho, bañándolas a ambas con la leche caliente. Hambrientas y salvajes, las dos lamían desesperadamente, queriendo devorar cada gota.

Una vez que mi polla estuvo limpia y exprimida, las chicas se unieron en un húmedo beso, compartiendo mi semilla, antes de que Belén me mirara, con una mirada de niña buena.

–  Entonces… ¿estoy contratada?