Colección de momentos (1: El Respaldo De La Silla)
La silla, un buen escenario para el erotismo.
Cualquier sitio sería bueno para dar rienda suelta a nuestras pasiones. En esta primera entrega cumplo fantasías en una silla, uno de los elementos más habituales en el día a día. Se admiten ideas. . .
Colección de momentos
El Respaldo de la Silla
¿Cuántas veces vemos y utilizamos sillas? Probablemente cada uno de nosotros lo haga diariamente, algunos quizás pasan la mayor parte de su día sentados en ellas, otros tal vez repongan fuerzas y quien sabe cuántos motivos podemos regalarle a una silla.
En las líneas siguientes mi propósito es narrar un momento erótico, cuyo único escenario es una silla de color azul. ¿Por qué azul? Pura casualidad.
Imaginando la silla, imagino infinitas situaciones contigo. . .cada una de ellas es tan maravillosa como la anterior y tan hermosa como la siguiente. Tú estás semidesnudo, tan sólo con una camiseta amplia cubriendo la mitad de tu cuerpo, sentado sobre el respaldo, mirándome desde la otra punta de la habitación. Tus ojos están clavados en mis pechos, cuyos pezones pretenden romperme la camiseta interior que los cubre. Noto palpitar mi corazón desacompasado al ritmo natural, un sudor frío entre mis manos y un calor intenso me recorre la columna. Tu pene también me mira, está erecto en toda su plenitud, rodeado de la selva de pelo habitual.
Con tu mano izquierda comienzas a acariciarlo, suave pero firmemente, dejando ver el glande enrojecido, ansioso de ser mimado. Noto un jugo resbaladizo entre mis piernas, deslizándose por el interior de mi vagina, como un río a punto de desembocar. El mar, la culminación, mis braguitas rosas de algodón. Tus ojos siguen clavados en los míos, como las dos espadas más afiladas que yo haya visto antes sobre la tierra. Tu mano juega con la base del pene, deslizando el prepucio con suavidad. De repente soy consciente del vinilo que dejé puesto en el tocadiscos del salón. "The End" de los Doors, oh Dios, que momento tan increíblemente mágico. Por un momento dudo si lo que veo es vida o es sueño. El borde de tu camiseta roza tu mano en movimiento, y yo sigo petrificada observándote. Cierras los ojos, pero se que me sigues mirando a pesar de la sombra que los cubre, imaginando cada uno de los milímetros de mi piel, cada una de las curvas de mi cuerpo. Tu expresión de placer y de ansia es difícil de describir con palabras, pues ya se sabe de la imperfección del lenguaje.
De nuevo me miras, haciendo un gesto que entiendo a la perfección acércate a cortos pasos me muevo, y tu mano en libertad se posa en mi brazo derecho, guiándola hacia tu pene erecto, que mantiene la dirección y el sentido; similar a un vector, orientado hacia mi ser. Está ardiendo, me quema y me encanta quemarme. Tus dos manos ahora sobre mis pechos hacen movimientos circulares, pellizcando levemente mis pezones atrapados bajo la camiseta. Mi mano cada vez se mueve más rápido acariciando tu pene, y tú que ya no soportas la espera levantas mi camiseta con furia, dejando al aire mis formas redondeadas. Tomándome por la cintura me acercas hacia ti, llevando tu boca a mi pezón derecho. Lames la aureola con la misma pasión que le pones a todo, a la vez que tus manos recorren mis rincones. Muerdes cariñosamente el pezón, y yo me muero de gusto. Ahora tu glande está rozando mis braguitas, justo sobre mi punto de placer, aquel que guarda mis secretos. El vaivén que provocas en mi cuerpo mientras tu lengua recorre mis pechos, hace que choque continuamente con tu pene bajas mis braguitas y diriges la punta de tu miembro a mi clítoris. El roce nos arranca un gemido a ambos. Con la mano lo mueves de arriba abajo, proporcionándome suaves golpecitos sobre el pubis y parte de la vulva. La silla no cesa de moverse, ni mi cueva de emanar fluídos. Estoy empapada, y tú no dejas de resbalar tu pene sobre mi clítoris. Me agarro a tu cuello y nos besamos. Nos ahogamos en salivas, nuestras lenguas se persiguen en el juego de nunca acabar.
Sigues sobre el respaldo, y yo de rodillas sobre la silla, deseando probar tu jugo, buscando envenenarme con tu clímax. Una gotita preseminal me espera en el centro. Mi lengua la recoge con gusto, y la saboreo intensamente. Tus manos acarician mi pelo, invitándome a que pruebe de tu postre, ese que tanto me gusta. Retiro el prepucio con mis manos y mi lengua haciendo movimientos en forma de "O" te provoca un espasmo de placer que denotan tus manos, empujando mi cabeza hacia ti. La puntita roza mi garganta, mi boca lo abarca casi todo. Una y otra vez ves desaparecer tu grueso pene entre mis labios. Se que te estoy matando de gusto lentamente, no dejo de mirarte mientras chupo entre tus piernas. La silla azul tiembla. Tiembla como tiembla mi ser cuando te beso. Tu mano derecha acaricia mi sexo, resbalas dos de tus dedos desde el capuchón del clítoris hasta la entrada de mi cueva, que espera hambrienta tus manos, tal y como un animal espera a su presa.
Uno de tus dedos penetra mi cuerpo, y un grito ahogado sale de mi garganta, a la vez que me atraganto con tu pene a punto del disparo. El dedo corazón de tu mano derecha en mi interior, y el pulgar acariciando sutilmente los alrededores del clítoris Me excita lamerte, saber que estás a punto de explotar de placer, y tus dedos hacen maravillas. Es como quedarse quieto al borde del precipicio, y esperar a que el otro te empuje al vacío. Caer veloz, y subir como una pequeña pluma. Te conozco y se que es cuestión de segundos, tus gemidos comienzan a llamarse gritos, y mi placer se torna orgasmo. Tu veneno cae sobre mis labios, como una cascada de agua, derramándose sobre mi barbilla y mis pechos, y mi vagina aprieta tu dedo con fuerza a la vez que notas el hinchazón del clítoris y las palpitaciones de mi cuerpo.
Un terremoto de pasiones, y sin embargo la silla nos sigue sosteniendo. A los dos. Tú sobre el respaldo, y yo de rodillas.
Terminan los temblores, nos queda el sudor. Nos quedan las ganas de volver a querernos. "The End" ha terminado, nuestro mundo no ha hecho más que empezar.
"Desde su invención, la silla ha acompañado por todo el largo de la historia al hombre. Su función de reposo ha sido acompañada por muchas otras. . ."
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. E s c o r p i o n a A m a r i l l a
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