Cójete a mi esposa en el DF

Un día de suerte en el chat puede llevarte a un encuentro desenfrenado en el que muchas de tus fantasías se hagan realidad con una bella mujer (ajena), y lo más importante… desconocida.

Cójete a mi esposa en el DF

Un día de suerte en el chat puede llevarte a un encuentro desenfrenado en el que muchas de tus fantasías se hagan realidad con una bella mujer (ajena), y lo más importante…. desconocida.

Mi nombre es Daniel. Soy un chico común de 28 años, moreno claro, complexión normal, un poco velludo y con un alto sentido erótico. Deseo contarles una de las experiencias más ardientes que he tenido... fue mi primera experiencia erótica producto de Internet.

Tenía ya mucho tiempo que no entraba a algún chat, pero estaba aburrido, sin mucho qué hacer y decidí entrar al viejo chat de Starmedia, del que tiempo atrás había sido un asiduo visitante.

La presentación había cambiado desde la última vez que estuve allí, pero rápido me familiarice con la interfaz y empecé a buscar con quién charlar. Ingresé en la sala de "Cama Redonda", y estuve allí un rato, intentando establecer algún contacto, sin éxito alguno. Revisé qué otras salas estaban disponibles y anduve rondando por todas ellas. Al cabo de un rato, comencé a desanimarme, pues no me estaba yendo nada bien. Yo esperaba más que sexo cibernético; mi propósito era intercambiar alguna experiencia con alguna mujer o pareja y tener posibilidad de algún encuentro real... pero nada de eso sucedía.

En una de las tantas ocasiones que "salí a ver" qué otras salas estaban disponibles, me encontré con una que llamó poderosamente mi atención. La sala decía "Cójete a mí esposa en el DF". De inmediato pensé que era la respuesta a mi búsqueda... pero tan pronto como me llegó la emoción, se me fue, pensando que acaso se trataría de un bromista que no tenía nada mejor qué hacer. Bueno, no perdía nada con probar, así que entré en la sala, donde sólo se encontraba una persona, con el nick "S**" (omito el nombre por cualquier malestar que pudiera provocar mi falta de discreción). Le pregunté si él era quien deseaba que se cogieran a su esposa, y como respuesta él me preguntó mi descripción. "Bueno, allí vamos", pensé, y me describí lo mejor que pude. Me preguntó si tenía alguna foto mía y le respondí que sí. Me dio su dirección de correo g.....@prodigy.net y le envié una fotografía que algunos meses atrás me había tomado. Esperé su contestación pero no llegaba... habían entrado ya algunos otros hombres a la sala y me imaginé que estaría conversando con ellos, pero no: cuando busqué su nombre entre los presentes, ya no estaba. De inmediato me imaginé que se trataba de algún bromista, o alguien que sólo buscaba coleccionar fotos, quizá con la intención de enviar alguna de ellas cuando se la solicitaran para establecer un contacto.

Un poco desilusionado salí de la sala y me puse a buscar en otras alguien con quien platicar, pero nada. Estuve así un rato cuando de pronto me llegó un mensaje privado; era él. Me comentaba que se había desconectado, pero ya estaba de nuevo allí. Fuimos a una sala privada y continuamos charlando. Me preguntó cuál era mi dirección de correo (imagino que para revisar la foto que le había llegado desde allí y ver con quién estaba hablando). Platicamos un largo rato. Le dije que vivía en el Estado de México (ellos vivían cerca del Estadio Azteca). En algún momento manifestó cierto pesar por el hecho de yo viviera tan lejos, pero le dije que no tenía problema por el desplazamiento y que no me importaría quedarme fuera de casa (en algún hotel, pensaba yo). Más adelante, mostró ese mismo pesar por mi edad.

"Lo malo es que estás muy chico", me dijo. "¿Y eso qué tiene?" , preguntó. Y me dijo que a "M...." le gustaba que el hombre tomara la iniciativa, por que si no, ella se imaginaba que era poco atractiva y no se calentaba lo suficiente. Ante esas objeciones que él decía, volví a imaginar que quizá sólo se tratara de un bromista, puesto que yo nunca puse objeción. Entonces le dije que eso no era cuestión de edad, y le pregunté si él tenía alguna objeción por ello... respondió que no. Entonces comenzamos a platicar más como cómplices... él me daba indicaciones y yo preguntaba un poco más. Me preguntó qué cosas me gustaba hacer y, a su vez, me contaba lo que le gustaba a su esposa. A ella le gusta que le besen todo el cuerpo, que le hagan chupetones en los senos, en las nalgas y por todas partes. Yo estaba muy caliente de pensar en todo lo que él me contaba...

-¿Te gusta el sexo anal? -me preguntó de pronto.

-Sí -le contesté, aunque nunca había tenido una experiencia así, pues todas la mujeres con quienes había estado se habían negado a hacerlo por detrás; algunas firmemente, otras no tanto, pero nunca se decidieron a hacerlo. Lo más que llegaba a hacer era meter uno o dos dedos en su ano y lamer ese orificio tan delicioso. Bueno... no había tenido experiencia anal con una mujer... pero sí que lo había hecho conmigo mismo y es muy gratificante. La mayor parte de las mujeres argumentan que es muy doloroso, y es cierto, cuando no sabes hacerlo. Pero mi propia experiencia me dice que con la debida paciencia y "preparación del terreno" es algo delicioso.

Resulta que a "M.... le encantaba el sexo anal. Y tenía que metérsela por lo menos una vez por allí. No podía creerlo; dos de mis fantasías podían cumplirse de una sola vez: cojerme a una mujer desconocida (además guapa, según me dijo), y hacerlo por el ano. Me preguntó si conocía tal glorieta cerca de su rumbo, pero yo no la conocía. Eso me dio la impresión que no le agradó mucho, pero le dije que por qué no me daba la dirección y yo llegaba. Entonces respondió algo que me sorprendió mucho: es que la idea es que ustedes se vean en X sitio y de allí se vayan a un hotel. Vaya, eso era demasiado. Normalmente cuando uno encuentra anuncios de parejas o charla con un hombre que desea que alguien más esté con su esposa, es para realizar un trío, o bien, para que él esté observando, pero éste no era el caso. Su fantasía era que otro estuviera con su esposa y luego él le contara todos los detalles del encuentro.

Ese día era sábado, yo imaginé que el encuentro sería el siguiente fin de semana o quizá, con suerte, a media semana... pero me equivoqué... el encuentro era al día siguiente (a estas alturas quizá ya estemos hablando de ese mismo día) a las diez de la mañana. Me dijo cómo iba a ir ella vestida... con vestido azul; y yo iría de traje negro con corbata dorada... bueno, uno siempre quiere quedar bien, ¿no es cierto? Además, modestia aparte, creo que lucía bien ese día. Antes de despedirnos me advirtió que fuera puntual, por que sólo tendríamos dos horas. "No hay problema", le dije, si existe alguien puntual en el mundo, ése soy yo.

Me dormí alrededor de la 1:00 am del domingo y me desperté bastante a tiempo para llegar a la cita.

Llegué alrededor de las 9:00 de la mañana.. Lo primero que hice fue entrar en un centro comercial a comprar condones. Luego fui "tantear el terreno" y buscar algún hotel... pero no había ninguno cerca. Incluso pregunté a un taxista sobre algún hotel cercano y dijo que el más cercano en realidad no lo estaba tanto. Eso me dio mala espina. "Ellos deben conocer muy bien la zona", pensé, "¡es su rumbo!, ¿cómo es que me citaron en un lugar donde no hay hoteles, si la idea es ir a uno?". La verdad es que mis pensamientos eran poco optimistas. Todo me parecía... ¿cómo decirlo? Muy bello para ser real. Además, no era la primera vez que establecía un contacto que resultaba ser un fraude. "¿Y si me hacen algo?", pasó por mi mente también la posibilidad de que fuera un engaño para hacerme algo, ya saben, de esas cosas que uno escucha en cualquier charla: "fulanito se fue de vacaciones a Acapulco, allí se encontró a una chicas y.... al final ella le dejó un recado en el espejo: \'Bienvenido al mundo del SIDA\'". Todas esas cosas pasaban por mi mente antes de la hora de la cita. Cuando por fin dieron las diez, me puse en el lugar exacto que habíamos acordado y me dispuse a esperar. Pasaron cinco minutos... diez... quince.... nada. Habían pasado personas por allí, pero ninguna se parecía a la descripción de "M....".

Veinte minutos... veinticinco.... empecé entonces a ver qué microbuses pasaban por allí, por que ya estaba convencido que todo había sido una broma de mal gusto... seguramente el tipo aquel estaría desde algún punto invisible a mí viéndome y muriéndose de la risa. En eso... volteé hacia mi izquierda y allá a lo lejos vi venir a una mujer de muy bonito cuerpo, rubia... atractiva a simple vista y pensé "¿será ella?". Pero no podía ser, por que "S.." había dicho que "M...." iría con vestido azul, y esta mujer iba con un vestido blanco y franjas negras. A medida que se acercaba al punto en el que yo estaba, fingía estar viendo hacia otro lado... pero de pronto su presencia me atrapó... y no pude evitar mirarla insistentemente mientras avanzaba hacia mí... en especial por que ella también me miraba... y por que de sus labios escuché "¿Daniel?" . ¡Sí era ella! Recordé rápidamente los consejos de "S..", e intenté hacerle plática de cosas intrascendentes... pero no me salió. Ella parecía muy tensa... incluso, al abordar el taxi que nos llevaría al hotel que ella conocía... casi no hablamos... aunque ese hecho pasó un poco a segundo término al sentir su cuerpo muy junto al mío, allí, arriba del taxi, y poder atisbar por su escote y descubrir dos lindos senos presos de un sexi sostén. Llegamos al hotel, ella preguntó algo así como "¿y ahora, cómo entramos?". Al estar dentro, ella se quedó junto a los elevadores mientras yo pedía una habitación, pero .... ¡Oh, cielos! No había ninguna habitación disponible, pues estaban haciendo la limpieza. Me dijeron que no tardarían mucho, pero había que esperar... Se lo dije, y no tuvimos más remedio que esperar... aunque la espera fue muy valiosa.

Allí por fin "M...." se relajó y abandonó esa actitud esquiva del principio. Me confesó que era la primera vez que iba a hacer algo así. Guauuuu!!!! Ambos éramos primerizos, eh? Me dijo que ya habían platicado ella y "S.." sobre esa fantasía, pero todavía la noche anterior, cuando él me contactó, ella no tenía idea que ese día iba a hacerse realidad. Imagino que es ese tipo de cosas que uno desea tanto, que la pasa pensando en ellas; sin embargo, cuando se vislumbra la posibilidad firme de hacerlo realidad, entra un miedo que uno no puede controlar y es muy fácil encontrar pretextos para evadirlo... y luego arrepentirse. En fin, allí estábamos.

La miré bien; era linda, con una expresión nada lujurioso, más bien tierna. En especial cuando, luego de mirarla insistentemente mientras ella me relataba un poco de su vida, ella puso su mano sobre mis ojos y dijo "No me veas"; yo imaginé que esa timidez que ella manifestaba se iba a reflejar también en la cama..... Estuvimos charlando un rato, esperando que se desocupara una habitación... me enteré que ella llevaba el estómago vacío, con excepción de dos tequilas que había tenido que tomarse para animarse. La espera pasó así menos tormentosa... peor por fin nos dieron una habitación.

En el camino casi no hablamos, el elevador nos llevó al piso asignado. Buscamos la habitación y entramos. Lo primero que ella hizo fue entrar al baño. Yo me quité el saco y traté de ordenar mis ideas... "S.." había dicho que tenía que tomar la iniciativa, pero no quería parecer vulgar. Por otra parte, ya había tomado un poco de confianza y me sentía menos presionado...

Cuando "M..." salió del baño se sentó en la cama, encendió un cigarro... le dio una fumada y lo dejó en el buró. Entonces extendió su mano y me acerqué a ella. La besé en esos labios ardientes y.... Entonces ella olvidó cualquier resquicio de timidez. Me tomó el miembro por encima del pantalón y empezó a sobarlo con mucho frenesí. Mmmm, yo sentí riquísimo. Entonces la levanté de la cama y comencé a bajar el cierre de su vestido... Guau!!! Se veía hermosa con su lencería negra, yo quise despojarla del brassiere, pero ella dijo que aún no. En cambio, ella sí me despojó completamente de la ropa y pronto se apoderó de mi miembro. Nos acostamos y nos besamos. Yo tocaba sus senos por encima del brassiere, mientras nuestras lenguas se enredaban en una ardiente batalla, de la que el único ganador fue el placer.

Hago un paréntesis, a mí me gusta que haya luz, pues me excita mucho la contemplación de mi pareja, pero a ella no le gusta, conseguimos ponernos en el punto medio de manera que a ella no se cohibiera tanto (aunque seguía diciéndome que no la viera) y que yo no me perdiera de la belleza. Comencé a besar todo su rostro... el cuello.... los hombros... y entonces ya no pudo oponer más resistencia y la despojé del brassiere. Qué lindo senos tenía... blancos... y tibios. Lo que nunca me hubiera imaginado es que al mamarlos me dejaban un sabor dulzón en la boca... seguí los sabios consejos de "S.." e hice varios chupetones en el cuerpo de "M....", al principio con cautela, por temor a lastimarla... pero luego con más firmeza, hasta que me di cuenta que, lejos de lastimarla, mientras más fuerte chupaba en sus carnes, más gemidos de placer ella emitía. Luego le tocó el turno de retribuirme y si más, se metió mi verga en la boca. Mamaba muy rico.... su boca caliente se enredaba con mi miembro a punto de ebullición y extraía de él las más intensas sensaciones.

A pesar de lo que dictan las buenas costumbres y la seguridad sobre el contacto con desconocidos, yo no pude evitar el deseo de mamar esa hermosa raja que ella me ofrecía. Estaba empapada, con sus vellos recortados, enmarcando esa entrada que pronto iba a ser mía. Hicimos un 69, yo encima de ella... ... creo que allí tuvo un orgasmo. Cambiamos un poco y yo me senté casi sobre su cara, para que ella metiera su lengua en mi ano.... Qué sensación más intensa... no era la primera vez que alguna mujer lo hacía, pero nunca como "M...", con tanta sapiencia... mamaba y mordisqueaba mis nalgas.... era demasiado. Luego, yo la volteé, la puse en cuatro patas y me dediqué a saborear esa ano apretado y rico que me enloqueció. Nunca había visto un culito tan limpio, cuyo color no fuera más oscuro que el resto de la piel. El de "M..." era muy blanco, con sus pliegues muy bien marcados, apretadito y caliente... y delicioso. Lo estuve mamando un rato, y siguiendo su ejemplo, de vez en cuando mordía sus nalgas, ante su complacencia... pero ya deseaba perforar ese tesoro que tenía a mi disposición.

Acerqué mi verga a su agujero, sólo para sentir su calor... pero ella se imaginó que quería penetrarla y me pidió que me pusiera un condón. Así lo hice, ella se tendió en la cama de espaldas. Yo coloqué sus piernas sobre mis hombros y puse mi verga en la entrada de su vagina... no la metí de inmediato. Estuve jugando con su clítoris... metí un poco, apenas la cabeza... y volví a salir de ella..... la golpeé con la dureza de mi verga en su pubis.... volví a meter apenas la punta de mi verga en su ardiente cueva.... y volví a salir.... así pasó un rato, hasta que, luego de salir de ella por enésima vez.... le dejé ir toda la longitud de mi verga hasta el fondo.... ella soltó un gemido que me hipnotizó y comencé a cojérmela con frenesí.

Me encantaba ver su cara agitada y con el placer retratado allí... al lado de la cama había un espejo y allí podía ver la erótica escena de una mujer rendida en la cama, con las piernas bien abiertas mientras era poseída por mí..... No sé cuánto tiempo pasó... no cambiamos de posición, aunque sí de intensidad... por momentos bajaba el ritmo... disfrutaba entrar en ella lo más profundo posible y permanecer allí, luego, salir despacio, casi hasta estar completamente fuera, sólo para volver a penetrar esa gruta hasta el abismo.... después aceleraba las embestidas, hasta que nos alcanzó el orgasmo. Ella no notó el mío, por que yo puedo separar el orgasmo de la eyaculación, así que, aunque tuve mi orgasmo, no eyaculé y ella no sintió ese líquido hirviente dentro de ella.

Descansamos muy poco. Ella me preguntó "Me lo vas a meter por atrás", y yo desde luego dije que sí. Lo deseaba más que nada en ese momento. Ella se puso en cuatro patas, con su hermoso culito apuntando directamente hacia mí e invitándome a traspasarlo. Intenté penetrarla, pero era muy difícil, no había pasado mucho tiempo desde el orgasmo... y.... sí, adivinaron.... la presión es la peor compañera de la erección. Yo, más que nunca, necesitaba una buena erección para poder entrar en ese misterioso agujero que se me ofrecía, pero era tanto mi deseo, y sobre todo la premura del tiempo, aunado al poco descanso, que no conseguí la firmeza necesaria....... No sin muchos intentos, desistimos.... a medias, por que volví a penetrarla por la vagina, por esa deliciosa vagina caliente, llena de jugos que me atraía para quedar atrapado dentro de ella.

Estuvimos cogiendo otro rato... no sé cuánto, pero no fue mucho.... ¿Creerán posible que en plena faena ella, al ver mis ojos clavados en su rostro, levantara una mano, cubriera mis ojos y dijera "No me veas"? Pues eso fue lo que hizo, y a mí me causó mucha gracia. Pero no pudo durar más tiempo, el plazo se había cumplido... ella tenía que irse....y yo, obviamente no deseaba que lo hiciera. Estuvimos todavía un rato acostados, ella se sentía un poco decepcionada (según me enteré después) por que "no me vine". Me masturbaba y repetía "échamelos", intentando sentir en su cuerpo mi semen, pero no fue así. Antes de irnos, ella me tomó dos fotos con una cámara instantánea. Yo, desafortunadamente, presté mi webcam ese fin de semana y no pude conservar un recuerdo. Le pedí que me dejara tomarle una foto y ella dijo que sería la próxima vez. Eso me agradó. Así que habría una próxima vez, eh?...... No la hubo, por cuestiones que no interesan en este relato.

Salimos y ella abordó un taxi, yo tomé un colectivo hacia el metro Taxqueña y me despedí así de mi primera gran fantasía hecha realidad.