¿Coincidencia, o...? (1)

Gabriel, un chico normal, descubre de pronto que no todo son coincidencias.

Los jadeos, gritos y el golpeteo rítmico del cabecero de sus nuevos vecinos, no le dejaban dormir. Ya se había hecho dos pajas, e incluso se había tomado un par de cervezas a ver si el alcohol y el cansancio eran capaces de hacerle dormir. Pero no, no se quedaba dormido. Y ahí seguían sus nuevos, incansables.

De pronto, en su mente, Gabriel elaboró un sencillo pensamiento: "¡YA ESTÁ BIEN! ¡DEJAD DE FOLLAR, YA!", y como por arte de magia, el ruido de sus vecinos acabó de golpe. Gabriel sonrió ante aquella extraña coincidencia, y realmente agotado, se durmió.

----MESES MÁS TARDE----

Aunque Tania no se podría decir que tenía cuerpo de actriz porno (nada de tetas enormes ni un culazo de infarto), es verdad que tenía una cara muy bonita con unos ojos grandes y negros y unos labios carnosos. Además solía llevar su pelo oscuro y largo suelto, como a Gabriel le gustaba. Y tenía un cuerpo que, con la ropa con la que salía a correr a diario, se adivinaba cuando menos atlético.

Aquel día, Gabriel y Tania coincidieron en el portal, y mientras esperaban a que bajase el lento ascensor, Gabriel la saludo como otras tantas veces:

G. - ¡Hola Tania! ¿Qué tal está la vecina que más se cuida del edificio?

T. - ¡Hola Gabriel! ¡Pues menos mal que alguien se fija!

G. - ¡Uy! ¿Pero por qué dices eso? ¡Seguro que Jose está todo el día diciéndote lo guapa que estás!

De pronto, Tania, se echó a llorar.

G. - Tania, ¿qué te ocurre?

T. - ¡Ay Gabriel! ¡No sé si debo contártelo!

G. - Pero, ¿he dicho algo que no debía? ¿no estáis bien Jose y tú?

T. - ¡No, no es eso! Jose y yo nos queremos mucho, pero...

G. - ¿Pero qué?

T. - Pues que... hace meses que no hacemos el amor.

G. - ¿Pero cómo va a ser eso? Si fueras mi novia... -se le escapó.

Tania le miró extrañada, y Gabriel rápidamente se disculpó por sus palabras:

G. - Perdona Tania, pero es verdad. Siempre me has parecido muy guapa, y la verdad es que estoy alucinando un poco... porque recuerdo la noche en que llegasteis al piso, en que casi no pude dormir por el ruido que hacíais...

T. - Pues precisamente esa fue la última vez que hicimos el amor. Aquella noche, de pronto, Jose tuvo un gatillazo... y desde entonces hasta hoy. Cada vez que empezamos a hacer el amor, se le baja al instante... ¡y ya lo hemos probado todo! Incluso anoche le hice un streaptease con una lencería de leopardo nueva que me compré y que sabía que le haría ilusión a Jose, y todo parecía ir bien hasta que... - y un nuevo sollozo impidió que acabase la frase.

Gabriel se quedó callado, recordando aquella noche, mientras juntos entraban en el ascensor y Tania pulsaba el botón del 7º piso.

Y cuando el ascensor iniciaba su marcha, una idea clara se formó en la cabeza de Gabriel: "¡UFF TANIA!¡HAZME A MÍ UN STREAPTEASE COMO ESE Y VERÁS COMO TE FOLLO POR TODOS LADOS!".

De pronto, Tania dejó de sollozar, y mirando a los ojos a Gabriel, comenzó a quitarse la chaqueta del chándal que llevaba puesta a la vez que cambiaba su expresión de tristeza por una amplia sonrisa.

Gabriel se quedó quieto. ¿Qué era esto, otra coincidencia?

Pero la coincidencia parecía ir más allá: Tania se quitó la camiseta quedándose con un sujetador deportivo negro justo en el momento en que llegaban a su piso.

De pronto se abrió la puerta del ascensor. La señora Montes, aquella anciana vecina que compartía con ellos el mismo rellano, los saludó extrañada mientras Gabriel y Tania salían apresuradamente del ascensor.

G. - Tania, ¿te parece si entramos en mi casa?

Pero Tania ni le respondió, ocupada como estaba sacándose las zapatillas de running, sin dejar de mirarle a los ojos con aquella sonrisa.

Gabriel no se lo podía creer, pero atinó a sacar las llaves del bolsillo, abrir la puerta de casa y meter a Tania dentro de su casa, sin olvidar sus zapatillas.

Una vez dentro, Tania seguía con su apasionado streaptease particular, bajándose aquellas mallas deportivas apretadas, mientras Gabriel no podía dejar de mirarla alucinado. ¿Sería esto algún tipo de control mental? ¿Por qué estaba ocurriendo?

Verla en tanga y sujetador, aunque fuera aquel feo sujetador deportivo, fue lo último que necesitó para ponerse a tono a pesar de lo extraño de la situación. Gabriel nunca se había sentido tan excitado, tal y como demostraba el enorme bulto que se adivinaba bajo sus pantalones.

T. - ¿Vas a quedarte ahí parado mucho rato? ¡Porque tengo una necesidad enorme de que me folles por todos lados, Gabriel!

Gabriel, ni corto ni perezoso, se avalanzó sobre su vecina y comenzó a magrear su culo y sus tetas, mientras besaba el cuello de Tania, que comenzada a suspirar por aquellos cuidados largamente esperados.

G. - ¿Y si empiezo follándote la boca?

T. - ¡Estaba esperando que me lo dijeras!

Tania se arrodilló ante Gabriel para bajarle de un tirón los pantalones y la ropa interior, haciendo que su polla saltase como un resorte y le golpease en la cara. Y a pesar de lo cómico de la situación, no se hizo esperar y comenzó a chuparle la polla con verdadera ansia. Gabriel, sin tiempo a dejar que Tania saborease en exceso su tranca, la agarró por los lados de la cabeza y comenzó a follarle la boca.

La cara de Gabriela era un poema. Casi sin tiempo para respirar, con el maquillaje corrido y un sinfín de babas saliendo sin parar de su boca, mientras el glande de Gabriel atravesaba su boca y se colaba por su garganta una y otra vez sin compasión. Pero sus ojos brillaban de alegría mientras un extraño orgasmo se formaba en su interior.

Y Gabriel, preso de tanta excitación, no pudo aguantar más, y se corrió en la boca de Tania, que engullía aquella inmensa descarga a la vez que explotada todo aquel placer contenido, en oleadas, con cada nueva gota de semen que tragaba.

Continuará...