Cogiendo con un tatuador

-Abre bien la boca, flaquita. Así, mírame. Que rico ver tu carita.Me esforzaba en metérmela lo más que podía y chuparla al mismo tiempo. Mis esfuerzos eran reconocidos -Así, ya sabía que también sabías chuparla. No cierres los ojos, mamita, hazlo como las mamadoras. Así, te quiero dar mi lechita...

¡Después de algún tiempo he vuelto! Y retomando mi idea original, seguiré contándoles qué es lo que pasa bajos mis sábanas. A mis 26 años aún tengo mucha curiosidad por el sexo, mi atracción por hombres mayores y el sexo anal siguen, lo que sí ha cambiado es la forma de ver mi propio cuerpo.

A diferencia de muchas mujeres de mi edad no estoy obsesionada con mis proporciones, me mantengo delgada por genética, con proporciones pequeñas, tetas que caben en una mano, nalgas firmes adornadas con una cintura que sí se nota.  Puedo decir que me encanta mi cuerpo pequeño, mi piel ligeramente bronceada con pecas que salen con los rayos del sol, teñí mi pelo de negro para no verme más chica de lo que soy.

Y la historia que les quiero contar pasó  hace pocos meses. Había planeado un viaje corto a Zicatela con Melissa, una amiga de mi edad que estaba deprimidísima y con el corazón roto.

Nuestra llegada fue un poco abrupta, bueno, más bien la mía lo fue. Llegué corriendo al aeropuerto en el outfit menos indicado: falda lápiz arriba de la rodilla con una blusa blanca y tacones altísimos. Un look bastante incómodo y formal para viajar, pero ese día tenía una junta exprés y no me quedó de otra. Como imaginarán una vez aterrizando el clima lo empeoró todo, tuve que desabotonar mi blusa, subirme las mangas, recogerme el pelo.

Una camioneta del hotel llegó al aeropuerto por nosotras, nos esperaban menos de 30 minutos de carretera para llegar a nuestro hotel. Pero no éramos las únicas a las que recogían, con nosotras llegaron dos tipos más: un hombre tatuado de barba generosa, pelo corto pero abundante, altísimo o al menos a mí me lo parecía, después supe que tenía 37 años y era dueño de un estudio de tatuajes; iba acompañado de otro hombre de la misma edad con un look mucho más conservador, a penas un tatuaje visible, lentes y pelo un poco largo.

Ellos dejaron que subiéramos primero a la camioneta mientras el chofer subía nuestro equipaje. Noté como el segundo sujeto veía insistentemente las generosas nalgas de Melissa pero no dije nada. Solamente no pude subir a la camioneta al primer intento, ni al segundo… mi falda era muy ajustada y no me permitía subir tanto la pierna.

El tipo tatuado me dijo: Perdón pero si esperamos a que puedas subir van a pasar horas. Permíteme. Y acto seguido se paró frente a mí, me tomó de la cintura y me levantó para ponerme sobre el asiento de la camioneta.

-¿Qué te pasa? No tienes que ser tan grosero- Le respondí.

-Se dice gracias. Te recuerdo que no podías hacerlo sola- Me dijo.

-Ya déjalo, amor- Me dijo mi amiga (Sí, ya sé que somos muy cariñosas, quizá demasiado).

De camino al hotel cada grupo iba hablando de sus cosas. Cuando llegamos, por la forma en como íbamos acomodados (Mel y yo en los lugares que quedan a la puerta de la camioneta) nosotras podíamos bajar primero, pero sentía que de nuevo no iba a poder bajar fácilmente.

-¿La señorita va a tener problemas para bajar?- Preguntó el tatuado.

Afortunadamente en ese momento el chofer ya había bajado y había abierto la puerta, por lo que él me ayudó a bajar sin problemas.

Ya en el lobby del hotel hicimos el check in y nos llevaron a la habitación que Mel y yo íbamos a compartir,  mientras yo me bañaba para refrescarme ella ya había pedido un par de cocteles y prácticamente había iniciado su propia fiesta.

En poco tiempo yo ya estaba lista para salir. Ya que ninguno de los hoteles de la zona tiene playa, teníamos que cruzar una pequeña calle. Yo me puse shorts de mezclilla a la cadera, sandalias con una ligera plataforma plana y debajo un bikini rayado en colores vivos. Mel, que es más del tipo gordibuena, se puso un traje de baño completo con un generoso escote, un vestido encima y sandalias.

Llegamos a una palapa, donde empezamos a beber cerveza y mezcal. Para ser honesta, con algo de alcohol en el cuerpo, a Mel y a mí nos sale lo exhibicionistas. Mel pe ponía bloqueador en la espalda, se esmeraba en la parte baja de mi espalda y en mis piernas y cuando le dije que teníamos a unos gringos viendo el espectáculo se esperó más y “discretamente” me lo ponía también en las nalgas. Los sujetos se acercaron y los rechazamos en 5 minutos, nuestra casi experiencia lésbica había sido divertida pero apenas llegaban a los 20.

Cuando sentimos que ya era demasiado alcohol caminamos para buscar un restaurante sobre la playa, pasamos frente al tatuado y a su amigo. En eso Mel me abrazó de la cintura y al oído me dijo: ¡Cógete al de la barba!  Nos reímos y a unos metros fuimos a comer.

Empezó a atardecer, regresamos al hotel, continuamos bebiendo en la alberca. Después de todo la idea de Mel no me pareció tan mala, nunca había estado con un hombre de ese perfil, grande de cuerpo, barbón, tan tatuado y con ese aire de “chico malo”.

Me cambié de bikini, elegí uno estampado. En la parte de arriba además del los típicos triangulitos tenía tiras delgadas extra que se unían en la espalda, la parte de abajo era más pequeña de lo habitual porque era brasileña. Así salí al área de la alberca, el hotel no era un resort enorme, en algún momento debía pasar y así fue.

Me hice una coleta en el pelo y me metí a la alberca. Me puse sobre un tipo camastro hecho de mosaico dentro de la misma alberca y empecé a echarme agua sobre las clavículas para que resbalara sobre mis senos y se endurecieran mis pezones, todo lo hacía con los ojos cerrados.

-Amor, pídeme un agua mineral, por favor

-Si lo pides con tanto cariño ahora mismo la pido, amor

-¿Qué? No, pensé que había llegado mi amiga. Yo sola puedo pedir lo que voy a beber, gracias.

-¡Qué altanera eres, pídete también un poco de educación!

-Perdón, pero tampoco eres tan amable. Lo siento, de verdad.

-Acompáñame con algo más fuerte, trae a tu novia si quieres.

-¿Mi novia?

-Tu amor, con quien llegaste y te abrazaba en la playa.

-¿Crees que soy lesbiana?

-Oye, no me importa que lo seas.

-No soy lesbiana, ella y yo solo somos amigas.

-¿Y le dices amor?

-Sí

En ese momento llega el mesero a preguntar si queríamos pedir algo, él pidió cerveza y yo un mezcal.

-Me estas sorprendiendo. Tomas mezcal, por la mañana eres toda una ejecutiva y por la tarde eres…

-¿Qué soy?

-Una chica interesante y bonita, aunque un poco mal educada.

-No soy una chica. Me llamo Sofía, tengo 26 y suelo ser educada, excepto cuando me ponen las manos encima sin permiso.

-Me llamo Joaquín, tengo 37, soy tatuador. Sal de la alberca y platicamos.

Extendió su mano, me ayudó a salir y se me quedó viendo.

-Me pasas una toalla por favor, están ahí.

-Sí claro. Ven acá, te ayudo.

Extendió la toalla, me puse de espaldas a él y me abrazó por atrás con la intención de secarme. Puso sus manos sobre mis hombros pasó a los brazos y después a la cintura. Me quité para secarme yo misma, sentía mis pezones duros y su mirada por todo mi cuerpo.

Platicamos de cosas sin sentido, terminé mi mezcal y le dije que me tenía que ir. Quiso acompañarme a mi habitación y lo dejé.

-¿Quieres salir por un trago más tarde? Conozco un bar que seguramente te gusta.

-A mí y a Melissa nos va a encantar. Porque sí puede venir, verdad.

-Claro, tráela. Vengo a buscarlas a las 10

En punto de las 10 ya estaba tocando la puerta, Melissa le abrió.

-Hola extraño. ¿Cómo me veo?

-Hola Melissa, soy Joaquín. Te ves muy guapa.

La verdad Mel se veía espectacular. Llevaba un vestido corto y suelto, muy escotado en el pecho, con sandalias de tacón que resaltaban sus piernas y sus nalgas.

Yo estaba terminando de arreglarme. Me había puesto un body negro de encaje y un short rojo, con sandalias negras de tacón. Labios rojos, pelo al natural.

-Ya estoy lista

-Amor, no traes ropa interior. Eres muy bitch.

-El body es ropa interior, amor.

-¿Entonces sales en ropa interior?

-¡Ya vámonos!

Llegamos al bar y el amigo de Joaquín estaba ahí con un amigo más. Hicimos las presentaciones y empezamos la fiesta. Los tres eran muy divertidos, podía notar como se perdían en el escote de Mel y como nos veían cuando bailábamos juntas.

-Es una lástima que yo no baile. Me encantaría tenerte así de cerca- Me dijo Joaquín.

-Vamos a intentarlo

-Creo que voy a necesitar más alcohol para hacerlo- Me respondió mientras ponía su mano sobre mi rodilla.

Así empezamos a romper el hielo, me dijo que me había visto desde el aeropuerto, que era como una fantasía con esa ropa. Como me lo iba contando, su mano iba más arriba de mi pierna, hasta que la metió bajo mi short y sintió el body de encaje.

-¿Es en serio? ¿No usas ropa interior? ¿No hay nada bajo esto?

Y cuando lo dijo metió un dedo bajo el body y sintió mi vagina depilada.

-¿Qué otra duda tienes?

-¿Qué buscas conmigo? Más de uno aquí te ha estado mirando y nos vemos algo diferentes…

-Eso, que somos muy diferentes. Nunca he estado con alguien tan grande, tan diferente a mí. Por ejemplo, muchos primero me besan antes de meterme mano.

-Ahorita lo arreglamos.

Me tomó de la nuca y me acercó a sus labios, los abrió y sentir su barba me prendió al instante. Me raspaba y sentía su lengua entrar a mi boca, me volvía loca, era como si necesitara más de él. Su mano en mi cuello me hacía sentir más frágil, que me envolviera en su cuerpo era como si no tuviera más remedio que dejar que me hiciera lo que quisiera.

Me separé de él en medio de los gritos de sus amigos y Mel. Me la llevé al baño para ponernos de acuerdo en quien se quedaba con el cuarto, ella estaba más borracha que yo, así que por seguridad le dejé el cuarto y yo ya vería lo que haría.

Llegamos a la mesa y nos separamos. Joaquín me llevó a un bar más tranquilo y bebimos un poco más.

-Tomas demasiado, no te quiero inconsciente, flaquita.

-¿Cómo me quieres?

-Despierta y dispuesta

Platicábamos y ya no nos quitábamos las manos de encima. Podía sentir su verga medio despierta pero yo ya estaba súper mojada, le pedí que nos fuéramos.

-Vamos a mi habitación, no la comparto con nadie y no quiero que nos interrumpan.

Al entrar al hotel sentía las miradas del personal, seguramente sabían a lo que iríamos. Su mano estaba en mis nalgas y ya me estaba costando caminar así que prácticamente caminaba recargándome en Joaquín.

Apenas cerramos la puerta se abalanzó a mis labios. Me cargó y con mis piernas rodeé su cintura, así me llevó hasta la pared de la habitación, me recargó ahí y me bajó, me dio la vuelta y ahora sí sentía su verga en mi espalda, me besaba el cuello. Me quitó el short y me masturbó sobre el body, en automático mis caderas se movieron y empecé a gemir suavemente.

Estaba tan caliente que mis jugos se deslizaron por mis piernas. Lo noté y las cerré, me dio un poco de pena.

-No, ábrelas. ¿Así te puse? Me encantas, eres tan caliente. Quédate así

Me dejó con las piernas abiertas con el pecho pegando a la pared, levanté bien mis nalguitas para que me viera bien. Como todo mi cuerpo estaba cubierto solo de encaje, como el body se me metía entre mis nalguitas.

-Joaquín, tócame por favor. Mira como me tienes.

Me dio una nalgada y después me mordió una nalga. No supo desabrochar el body y lo rompió de la parte de abajo. Sentí sus lengüetazos en mi culito, en mi rajita, sus dedos nuevamente. Me estaba comiendo completita y yo ahí parada solo escurría más y más.

-Nunca dejes de hacerme eso, me encanta.

-¿No quieres que pare?

-No, casi termino. Sigue.

Se detuvo, intenté darme la vuelta pero me detuvo.

-Quédate así, no te muevas. Ya tuve suficiente de tu mala educación.

Seguí sus órdenes y solamente moví mis nalgas. Estaba que ardía necesitaba desesperadamente sentirlo dentro, sus dedos, si lengua, lo que fuera.

-Así que la señorita quiere atención

-Sí, quiero que me des de tu atención, por favor.

  • Repítelo. ¿Qué quieres?

-Quiero que me toques, me tienes a 100. Por favor, te tengo muchas ganas.

Escuché que se estaba quitando el cinturón, los jeans. Eso me puso más, sabía que iba a sentir su verga en unos momentos. Pero estaba equivocada, me pegó con el cinturón, me quejé y me volvió a acariciar, me dio más lengua y cuando menos lo esperaba me volvió a dar con el cinturón y después de eso me la metió completita, de una sola estocada. Mi grito tuvo que escucharse hasta la recepción.

-¡Ah! Joaquín, sí. Así.

Solamente lo escuchaba resoplar en mi oído. Me separó de la pared y me inclinó más, tomaba impulso de mis hombros para clavármela hasta el fondo. Cada vez respirábamos más rápido.

-Que apretadita, te quiero coger diario. ¡Toma! Muévete así, que rico mami.

-Más fuerte, dame más rico. Voy a acabar.

Las estocadas se volvieron más rápidas, me tomó de las tetas, me apretaba y yo ya no podía más. Lo sentía tan adentro y tan grande que en unos segundos tuve un orgasmo como pocos, perdí fuerza en las piernas y me dejé caer.

-No flaquita, aquí no hemos terminado. Quiero que me la comas completita, se ve que te gusta.

Me tenía agarrada de la cintura pero desde atrás. Así que me cargó hasta la cama, me acostó. Y se puso sobre mi, a la altura de mi boca. La posición me parecía un poco agresiva pero dejé de pensar en eso cuando se quitó el condón y pude ver una verga grande y gruesa, en todo el rato no se la había visto, no sé como entro tan fácilmente semejante pene. Estaba tan rico que no me molestó el sabor a látex, comencé a besar su glande, pero estaba desesperado por que se la comiera toda.

-Abre bien la boca, flaquita. Así, mírame. Que rico ver tu carita.

Me esforzaba en metérmela lo más que podía y chuparla al mismo tiempo. Mis esfuerzos eran reconocidos.

-Así, ya sabía que también sabías chuparla. No cierres los ojos, mamita, hazlo como las mamadoras. Así, te quiero dar mi leche.

Yo se la mamaba y él me masturbaba, Acariciaba mi clítoris y me encantaba, me retorcía. Ya sentía la cama mojada.

Estaba esperando su lechita en mi boca pero cambió de posición.

-Seguiría cogiéndote por la boca, pero no me quiero perder de todo tu cuerpo.

Terminó de desnudarme y verlo estando yo acostada me excitó más si es que se podía. Realmente había cogido con alguien a quien no había visto desnudo. Tenerlo ahí, con su cuerpo tan ancho, lleno de tatuajes, brazos definidos; me volvía a sentir indefensa. Se acercó a mi cara, me volvió a besar, su barba en mi cara, en mi cuello, en mis senos, me mojaba más y más. Veía un rastro rojo por donde pasaba su barba y como sus manos cubrían mi cuerpo me volvía loca.

-Vuélveme a coger, por favor. Me encanta tu verga dentro de mí.

-Solo porque me lo pides, flaquita.

Se puso otro condón y me la metió despacio. Sentía cada parte de su verga, cada vena, cada palpitación, cuando la tuve toda adentro se quedó quieto unos segundos. Después la metió y la sacó lento, la sacaba casi completamente y la volvía a sacar.

Lo único que hacía era dejarme hacer, sus manos retorcían mis pezones, sus labios me besaban lento y profundo. Después le dio atención a mi clítoris, lo masajeaba directamente y e segundos tuve otro orgasmo con un gemido profundo.

-¿Me puedo venir en tu carita?

-Termina en donde quieras

Me volvió a besar, me la sacó y se empezó a masturbar frenéticamente frente a mi cara. El primer disparo de leche terminó en mi frente y en mi cabello, abrí la boca y un poco de su leche alcanzó a entrar, el resto terminó en mis tetas.

Me besó y entre los dos nos tragamos su leche.

-Tengo que volver a tenerte, Sofía. Me encantaste y hay cosas que nos faltan hacer.

-Ahora estoy cansada y no sé como voy a salir de aquí. Rompiste mi ropa.

-No te vayas, quédate aquí hasta que terminen tus vacaciones. Mira, sólo con tenerte cerca a este amigo le da insomnio- Me dijo mientras me tomaba de la mano para que yo acariciara su pene.