Cogido por los huevos
Literalmente, cogido por los huevos por un padre sobre protector que solo piensa que el "ese" chaval solo quiere metersela a su hija. O así era hasta que ve que es como él.
A los quince me había sacado una novia un año y medio mayor que yo, lo que era todo un reto y orgullo para mí entonces. Ella se llamaba Fabi, de Fabiola, y era una chica muy guapa, muy animada e inteligente para su edad y que había perdido a su madre cuando pequeña, quedándose sola con su padre. Llevaba con ella apenas un mes cuando, con el pretexto de un trabajo de clase, me dijo de ir a su casa en donde podríamos hacer dicho trabajo mucho mejor, lo cual era cierto. Como no, yo estaba algo nervioso por que Fabi era mi primera novia y me había invitado, insistentemente, a su casa, a su cuarto, dejando en mi mente fantasiosa la posibilidad a que ocurriese “algo” y ascendiese en la jerarquía de la sociedad. El típico pensamiento de adolescente salido, vamos.
La cosa ya surgió mal cuando, al llamar a la puerta, el que me abrió fue su padre y que me miró con una cara de pocos amigos que me acojonó por dentro. Era bastante normal, el típico padre español que va por casa en calzoncillos y camiseta tirantas, solo que había algo en el que me era diferente y este algo era que me parecía guapo, atractivo, un pensamiento que me supo repulsivo ya que tenía el estúpido pensamiento de que sentirme atraído por aquel hombre era igual que sentirme atraído por mi padre. Me engañé un poco a mi mismo, diciéndome que él era mucho mas joven que mi padre ya que el padre de Fabi tenía treinta y largos. De forma seca, y como algo molesto con mi presencia, me hizo pasar al salón en donde me recibió Fabi. Nada mas saludarme, agarró mi mano y me hizo venir con ella, conduciéndome por el pasillo hacia su habitación. En seguida escuchamos a su padre tras nosotros gritándole que dejase la puerta de la habitación abierta.
Durante toda la primera hora, y gran parte de la siguiente, estuvimos dedicándonos en exclusiva con el trabajo, pero luego comencé a cansarme y a aburrirme con lo que comencé a dejar de lado el trabajo y hacer que Fabi se uniese con migo. Hablamos, me enseño cosas de su cuarto y poco mas, eso fue todo lo que hicimos por que no podíamos alejarnos de los libros ya que su padre pasaba cada diez minutos por el pasillo, para tenernos controlado. Aunque sus rondas de poco le sirvió ya que en varias ocasiones nos andamos besando. En mi caso incluso tocando. Tanto besuqueo me dejó la boca seca así que le pedí agua y ella me condujo hasta la cocina en donde me llenó un vaso. De repente el teléfono sonó en el salón, escuchándose a su padre cogerlo.
-¡¡Fabiiii…, tu amiga Isa!! – Le dijo para que se pusiera al teléfono.
-Voy a ver quien es – Me aviso antes de irse a cogerlo.
Tras beber, dejé el vaso en la encimera y detrás escuche a alguien entrar a la cocina. Era su padre, que sin mediar palabra me cogió por el hombro y con la cabeza me hizo una señal para que fuese con el al lavadero que había al final de la cocina. En seguida me temí lo peor, sobre todo cuando su mano se estampó en mi pecho y me empujó contra el lavavajillas.
-Haber listo, que esto que te voy a decir quede entre nosotros ¿Estamos? Se de que vas, así que cuidadito con Fabi – Me amenazó sin que yo supiese ni a que venía aquello ni lo que quería decir.
-Yo no voy de nada ¿Vale? – Tuve que soltar con toda chulería cuando en verdad estaba cagado por dentro pues el padre de Fabi era de brazos muy fuertes y de espalda ancha lo que le daba un aspecto bastante intimidador.
-¿Qué te crees muy valiente? – Y entonces sentí como su mano bajaba abajo y me agarraba los huevos, no muy fuerte, pero si impactante a mis quince años.
-Aahh… ay… aaay… - Me quejé, sintiendo mas dolor del que en verdad me estaba haciendo.
-¿Qué? ¿Ahora que? - Dijo con triunfo al tenerme cogido de los huevos literalmente – Escucha niñato, como se te ocurra meter la polla en donde no debes te cojo estos y te los cortos ¿Te has enterado?
-Si.
-¿Te has enterado? – Repitió como si no se hubiese enterado la primera vez.
-Que siii…
Manteniéndome la mirada unos segundos, su expresión cambio de amenazante a sorpresa. Sentí su mano moverse en mi paquete, comprobando algo. El entonces agachó la mirada a mi paquete, haciendo que mirase yo también, y entonces me encontré con que estaba plenamente empalmado. No sabía cuando pero allí estaba, una erección que formaba en mis pantalones una evidente tienda de campaña, agarrada en su base por la gran mano de aquel hombre y sentí una gran excitación con aquella imagen. Cogiendome entre dos de sus dedos, apretaba comprobando la dureza de mi miembro como si aún no creyese que estuviese empalmado. Una vez mas nos miramos, leyéndonos la cara del otro.
El tiempo supuestamente prudencial para comprobar y certificar mi erección había expirado ya pero él en cambio continuaba con su mano en mi entrepierna, sintiendo mucho placer con tan solo sentirla allí casi quieta. Una corazonada, o tal vez simple deseo, me llevó a bajar la vista a su paquete. Al ir en calzoncillos de estos de toda la vida, pude ver como bajo estos estaba él a medio empalmar. A un lado, la gastada tela de los slips se fue abriendo paso, marcando el camino de su erección, hasta que la punta de su polla surgió por el borde de una de las perneras. El agachó la mirada a su polla, ya empalmada del todo y medio fuera del calzoncillo, y volvió a mirarme a mí. Estaba absorto en su miembro, en su capullo rosáceo totalmente descapullado echado sobre su muslo velludo. Era el primer pene que veía exceptuando el mío y en seguida sentí que me encantaba, me fascinaba, y sin pararme antes a pensar en la posible hostia que me podía ganar, alcancé su polla con la mano. Había agarrado solo la parte que sobre salía, haciéndolo con toda seguridad. Estaba durísima, muy caliente y sentía sus venas en la superficie bombeando todavía mas sangre, vibrando entre mis dedos. De regreso en mi paquete, su mano comenzó a deslizarse aún por la base. Me masturbaba en movimientos cortos debido al pantalón, aunque lo hacía con bastante velocidad. Esto lo entendí yo como una carta blanca o invitación a que hiciese lo mismo. Así lo hice, lo masturbé, llevando mi mano bien atrás contra sus calzoncillos. Su polla se sentía inmensa en mi mano lo que era cierto ante mi pequeña polla, aun en edad de crecer.
-…si, hasta mañana, adiós… - Se escucho a Fabi a lo lejos por teléfono.
Esto a mi, aunque lo escuché, no me decía nada dado la experiencia en la que me encontraba absorto. El padre de Fabi en cambio si que reaccionó y dando un paso atrás, me soltó la polla e hizo que yo soltase la suya. Él se movió por la cocina, metiéndosela para adentro y ajustándola para que se notase lo menos posible. Yo en cambio todavía seguía en mi sitio, mirándolo hacer. Mi novia entró a la cocina para buscarme, demasiado ajena a todo como para darse cuenta de cualquier bulto en mis pantalones.
Se había hecho ya de noche, me tenía que ir ya, y me puse a meter mis cosas en la mochila. Al verme Fabi me pidió que me quedase un poco más, pero no podía ya que no vivía precisamente cerca. Ya en el salón, su padre al vernos discutir en broma sobre que quedase un ahora mas o no, propuso por sorpresa que me quedase a dormir. Es momento resulto cómico por que Fabi y yo nos giramos hacia el con cara de asombró ya que una cosa era quedarse un rato más y otra bien distinta era quedarse a dormir en casa de tu novia. Estaba claro que su padre ya no me veía como una amenazada para su hija. Y esta, claro, se puso como loca de contenta y ya no pude decirle que no, por lo que le pedí permiso para llamar por teléfono a mi madre y decírselo, cambiando lo de “en casa de Fabi” por “en casa de Juan”, un amigo, por que sabía que entonces no me dejaría y me apetecía mucho estar con Fabi.
Se hizo bastante cortas las horas siguientes y su padre nos sorprendió diciéndonos que ya era hora de dormir. Era evidente que yo no podía dormir en la habitación de Fabi, y su padre me preparó el sofá del salón, que era cómodo pero no tanto como para que me pudiese dormir en los primeros treinta minutos. En todo caso esto fue bueno ya que mi móvil vibró y al ir a ver vi que era un mensaje de Fabi en el que me decía que fuese a su habitación pero sin hacer ruido para que el padre no se despertarse. Tal cual como estaba acostado, en boxers y camiseta, fui en la oscuridad con cuidado, yendo despacio, hasta que llegué a su habitación. Su habitación estaba débilmente iluminada por la luz de la calle y en cuando me vio surgir por la puerta me hizo sitio bajo su sábana. Los nervios eran mutuos, aunque igualmente fuimos pasando de conversaciones entre susurros a caricias, y de estas a besos, buscando juntar nuestros cuerpos cada vez, que es lo que hicimos.
Esa noche lo hice con ella y ambos tuvimos nuestra primera vez. Ya me quedaba claro mí homosexualidad aunque no fuese plenamente consciente de ella. Resulto excitante hacerlo con Fabi, con una chica, pero no tanto como se suponía, pasando ademas que el reciente suceso con su padre surgió en mi cabeza a mitad y mi libido se disparó, alcanzando el éxtasis con el recuerdo de cuando masturbaba a su padre. Por si no me sentía ya suficiente cabrón, no pude quedarme ni un minuto con ella cuando había terminado, simplemente no podía. Ella interpretó aquel gesto como una preocupación mía por que nos pillasen o se diese cuenta su padre de que no estaba en el sofá si le daba por ir a mear. Le di un beso, uno largo, y salí al pasillo de regreso al salón. Es entonces cuando pude entre ver que la puerta del dormitorio del padre de Fabi estaba abierta al otro extremo del pequeño pasillo. Me imaginé a su padre dormido, en la misma ropa interior que llevaba para ir por casa, y quise verlo.
Asomándome al dormitorio contemplé al padre de Fabi en la cama, solo en calzoncillos y sin tapar por la sábana. Dormía boca arriba, dejando a plena vista su paquete, redondo en su slip blanco. Al apoyarme sobre el marco de la puerta, hice abrir un poco mas la puerta y esta chirrió de repente. Poniéndose sentado, el hombre miró quien era con susto. Al ver que era yo se tranquilizó y se sacudió en la cama hacia abajo hasta sentarse en el borde.
-¿Pasa algo? – Me preguntó en voz baja y de forma atenta para mi sorpresa.
-Perdona que le haya despertado – Me disculpe aunque lo dije mas por tener algo que decir ya que no me salían muchas palabras.
-No pasa nada, todavía estaba despierto – Dijo frotándose los ojos.
El corazón me latía fuertemente en el pecho y también en la cabeza. En mi mente aparecía una y otra vez lo ocurrido en el lavadero, sintiéndome tan caliente que pensaba que iba a explotar. Por supuesto, mi polla se había puesto dolorosamente dura, marcándose muchísimo bajo la única y fina tela del boxer. Esperando él a que yo dijese algo, camine en silencio hacia la cama. Al quedarme frente a él, apuntándolo con mi erección, me cogió por la cintura con ambas manos. Volvimos a quedarnos mirando, apenas unos segundos, y esta vez siendo yo el que miraba desde arriba. Me quité la camiseta y bajé los boxer sin dejar de mirarlo, dejando mi polla al descubierto cara a él, por entonces todavía encapuchada y un poco manchada en la punta de restos de semen que podía confundirse perfectamente con preseminal. Tomándome de nuevo, y esta vez con mas fuerza, de la cintura, él se adelanto y se introdujo mi polla de un solo bocado. En seguida desfallecí de placer. Su saliva caliente envolvió al momento toda mi polla, haciéndola resbaladiza para su lengua y sus labios, que no paraban de moverse mientras adelantaba una y otra vez la cabeza. Definitivamente prefería su boca a la vagina de su hija.
La puerta detrás de nosotros estaba abierta y si Fabi despertaba y salía al pasillo podría llegar a oír el ruido del estar chupándomela de su padre. Había llegado un momento en el que se había puesto a hacerlo con mucho mas fervor y en vez de mover el cuello, me atraía de la cintura, follándose la boca con mi polla. Con esto ya iba a conseguir que me corriese, lo que me hizo recordar que era mi segunda vez en aquella noche. Al final no llegué a correrme ya que cuando estaba apunto él paró.
Lanzándome sobre él, este me cogió y caímos sobre la cama. Cargó con migo, llevándome arriba, sobre la almohada, sin impedirme que lo besas. Cuando se hubo acomodado, se puso a besarme él también, de una forma mucho mas profunda, mas caliente, que con su hija. Para mí eran besos de adulto. Pero mientras nos besábamos, lo que mas me gustaba era sentir sus manos acariciándome la espalda, su pecho lleno de vello contra el mío, lo mismo con nuestras piernas y, sobre todo, su polla dura bajo el slip frotándose contra mi cuerpo mientras yo hacía lo mismo con la mía. Me caí a un lado y bajé para liberar su polla. Sus calzoncillos bajaron por sus piernas fácilmente y su polla quedó tumbada en su vientre, mas gorda de lo que la recordaba al no haber calzoncillos de por medio.
Acaricié el vello de su pubis que era muchísimo mas espeso que el mío y luego tomé su polla. Deslizándola abajo, la masturbé y lo escuché a él respirar hondo sobre la almohada. Intentaba ganar tiempo por que no sabía como meterme algo tan grande y duro en la boca, como chuparlo o lamerlo, pero ya no pude contener mas el calentón y me la metía en la boca sin pensar. Primero dando pequeños chupetones en la punta, lamiéndola por fuera, y después chupándola como le había visto hacerme el a mí antes. Resoplando bajito, comenzó a mover la pelvis impaciente, lo que me forzó para que fuese chupándosela mas adentro, incluso haciéndome daño en unas pocas ocasiones que fue bruto, pero el se daba cuenta de ello y bajaba el ritmo. Colocándome la mano en la cabeza intentó avisarme de que estaba disfrutando mucho y que podía venirse en cualquier momento. Yo, que era demasiado novato, no entendí ese aviso y de pronto sentí su polla golpear contra mi dentadura con espasmo, expulsando su semen directamente en mi garganta y haciéndome tose un poco.
-Perdona… ¿Estas bien? – Susurró.
No le llegué a responder. Dejé su polla y me tumbé sobre él otra vez pues quería volver a sentir su cuerpo. Esta vez también sentí lo pringoso de los restos de su corrida que todavía emanaba de su polla. Disfrutamos de esta manera un buen rato hasta que él me echó a un lado, dándome la vuelta y arrodillándose él a los pies de la cama. Sus manos bajaron por mi espalda hasta mi culo, masajeándolo y apartando mis cachetes. Eso si me asustaba un poco por que toda esa zona era desconocida incluso para mí, pero me gustaba lo que me hacía. Una humedad en mi ano me hizo dar un respingón. Era su lengua, deslizándose por mi agujerito en círculos y arriba y abajo entre los cachetes. Él escupió en mi ano y eso me dio un poco de asco. Su dedo se introdujo en mi ano, resbaladizo por su saliva. Esto se prolongó hasta que ya pude sentir tres dedos en mi ano, no sin una sensación incómoda. Arrodillándose, se tumbó sobre mí, dejando su cuerpo a poco centímetros suspendido por detrás. Notaba su polla frotarse por mi culo pringoso, de tal forma que cada vez se frotaba menos y se iba centrando en mi ano. La punta de su polla finalmente se presionó contra mi agujerito, penetrándome dolorosamente. Quería quejarme, aunque nos escuchasen, pero de algún modo el calor de su cuerpo contra el mío me calmaba. Su polla ya terminó de entrar, pudiendo hasta sentir sus huevos caer tranquilos en mi culo, esperando a que mi orificio se hiciese un poco a su miembro y entonces se puso a follarme.
Atrás había quedado el escozor. Su polla entraba y salía en su mitad por mi culo, sintiendo a mi esfínter apretarse hacia fuera cuando la sacaba y el interior de mi culo llenándose de su polla cuando empujaba. Se había estado cansando con lo que su cuerpo había ido cayendo sobre el mío, sin dejar nunca que cayese todo su peso. Lo sentía jadear en mi oreja y yo jadeaba un poco mas fuerte que el, solo un poco mas, para que pudiese escucharme disfrutar. Su cuerpo se proyectaba con mas furia contra el mío a medida que se iba acercando a su fin. Con esto a su vez hacía que mi polla fuera masturbada automáticamente contra la cama al ritmo de su penetración. Ya si sentí todo el peso de su cuerpo sobre el mío, acelerando con furia al igual que su respiración. Dando una gran embestida, comenzó a gemir, dando una segunda embestida que ya no era tan fuerte como la primera y de este modo hasta cinco o seis veces. En el interior de mi culo se fue corriendo, llenándome con su esperma.
Tumbándose a mi lado, me puso el brazo por encima y se arrimó a mí. Al compartir espacio en el que estaba notó una humedad en el colchón, los restos de la corrida que había tenido mientras el me había estado penetrando. A el no le pareció importar, todo lo contrario. Nos quedamos acariciando en silencio. Todavía conservaba mi erección mientras que yo sentía la suya, flácida y pringosa, en mi culo. Me giré hacia él para besarlo pero él en cuando me vio ponerme boca arriba ya me besó. En ese justo momento le confesé que acababa de hacerlo con su hija. Una vez mas desconozco por que se lo dije y mas así de golpe. El se puso serio, aunque no en plan severo, preguntándome si lo había hecho con condón. Cuando le respondí que sí el me dijo que no pasaba nada, pero tenía que dejar a su hija por que estaba claro que no me gustaban las chicas. Dos días después la dejé y por suerte la seguí conservando como una grandiosa amiga, lo que facilitó las visitas a su casa, en donde su padre siempre me invitaba a quedarme a dormir. FIN.
Relato ficticio escrito por Morningwood.
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