Cogido detrás de los Matorrales
La necesidad es la madre de la invención... y de la temeridad. Aquella tarde me dejé coger por Rafael como un loco detrás de aquellos matorrales.
Cogido detrás de los Matorrales
Buenos días, otra vez soy Tito para seguir contándoles mi historia. Tras regresar de ese viaje a la playa con Rafael, las cosas continuaron mejorando para mí. Nuestros encuentros eran regulares, a veces en mi casa cuando estaba solo, pues luego de la muerte de mi esposa mis hijas me visitaban casi a diario. A veces íbamos a la suya, cuando ni sus padres ni su hija estuvieran (era divorciad). La mitad de las veces en hoteles de paso, en donde entrábamos en su carro, una camioneta con los vidrios polarizados, conmigo oculto atrás.
Una de las ventajas de que un hombre tenga como amante a otro hombre es que nadie sospecha nada claro, si los 2 son muy masculinos en el sentido que la sociedad le da a la masculinidad. Y claro, tanto Rafa como yo parecemos los más machos entre los machos. Sin embargo era más riesgoso en muchos casos.
Nací, crecí y viví toda mi vida en un ambiente muy machista, propio de todas las sociedades de rancheros. Se esperaba de mí ser un hombre en toda la extensión de la palabra, buen padre, buen hijo, buen marido, trabajador y que pudiera llevar el sustento diario a los míos, buen amigo y, sobre todo, que me gusten las mujeres. Jamás nadie de mi círculo iba a comprender que a mi me gustaran los hombres. Eso era algo simplemente inconcebible.
Por lo tanto debíamos tener mucho cuidado para encontrarnos, mucho cuidado. No debíamos levantar sospechas algunas, así que, si no podíamos ir a su casa, debíamos buscar otros sitios en donde irnos a desfogar y eso siempre era arriesgado, a muchos encargados de moteles y hoteles no les agradan las parejas gays.
Pero como la necesidad es la madre de la invención y de la insensatez, para echarnos una buena cogida a veces nos bastaban unos matorrales.
Rafa y yo compartimos una gran pasión por los caballos, nos encanta salir a cabalgar por mi finca o por la de el, recorrer grandes extensiones de terreno y luego regresar para una sesión de buen sexo. Pero a veces las ganas nos ganaban y se apoderaban de nosotros.
Je, je, je oí que Rafa se reía, el venía cabalgando detrás de mi.
¿De qué se ríe Rafa?
De su yegua.
¿Por qué, si es de las mejorcitas que tengo?
Es que sus cachas me recuerdan a las de alguien.
¿De quién? pregunté extrañado, pues por lo general los caballos finos poseen traseros enormes.
¡Pues a las suyas Gato!
¡Ja, ja, ja, ja! me reí de su ocurrencia, nunca se me ocurrió comparar mi trasero con el de un caballo, tan grande y firme.
Llegamos hasta una loma en donde nos detuvimos por unos momentos, queríamos contemplar una valle que estaba al pié de una montaña y desde donde se miran innumerables cabezas de ganado. Pero mi amigo tenía otros planes, pues de repente sentí su fuerte mano estrechándome el trasero.
¿Ya se calentó Rafa? le pregunté solo por preguntar, era más que obvio.
¡Como una braza Gato!
Bueno si quiere nos vamos ya de regreso
¡No´mbre, no llego! Mejor echémonos la cogidita ahí atrás. me dijo señalando a unos tupidos arbustos.
¿Aquí? ¿Y si pasa alguien?
¿Y quién va a pasar? Los arrieros están allá abajo, aquí arriba estamos lejos de todo, ¿quién va a pasar?
No sé Rafa mejor nos vamos para mi casa
Pero antes de poder decir más arrimó su caballo junto al mío y me bajó el cierre del pantalón. Se inclinó hasta meterse la punta de mi verga dormida entre sus boca, esta no tardó mucho en reaccionar, lo que me hizo bajarme del caballo pues la tenía torcida y dolía bastante. Rafael aprovechó aquello para bajarse también y empezarme a besar.
La verdad es que la situación me calentaba bastante, el morbo de hacerlo en el campo, protegidos tan solo por unos matorrales. Yo había pasado toda mi vida haciendo las cosas "correctas y jugando seguro", el peligro de ser descubiertos me puso como una brasa.
Me tomó de la mano y me llevó detrás de dichos matorrales, yo me dejaba guiar mansamente, recuerden que a pesar de mi tamaño y porte me gusta que me dominen y no hay nada que me agrade más que me penetren por el culo con fuerza.
Sin más preámbulos, Rafael se acercó a mí, me tomó de la barbilla con suavidad y me besó con pasión. No había nada más que decir, tan solo le pregunté si traía condones y el me dijo que si. Inmediatamente lo volví a besar, con lengua y todo, despacio, sin prisas. Suavemente me comenzó a empujar por los hombros y yo, poco a poco bajé hasta llegar a sus hinchadas ingles, de donde extraje su hermoso falo. Rafa no llevaba calzoncillos, cuando andaba conmigo le gustaba andar al "natural".
Empecé a chupar con deseo aquella hermosa verga, 22 cm. bien duros y gruesos para mi solito, surcados de venas y respaldados por una vitalidad inagotable. La endurecí a base de lamidas largas y lentas. El gemía de gusto, esperando a que yo considerara que su pene había alcanzado ya su máxima longitud y dureza.
También le lamía los huevos peludos y su negra mata de pelo en el pubis mientras el se quitaba la camisa y quedaba desnudo. Rafa me tomó de la cabeza y la empezó a mover fuerte, cogiéndomela con la verga que me llegaba casi hasta la garganta, el sabe que eso me pone a mil. Mientras yo me metía hasta 3 dedos dentro del culo, preparándolo para ser montado luego.
Rafael respiraba profundamente y con agitación, había llegado a un punto máximo de placer. Me levantó del suelo con fuerza, ansioso y desesperado, y me sentó sobre sus piernas en el suelo, el se había recostado sobre una gran piedra. Allí me quité la playera y terminé de desnudarme, me acomodé, le puse el condón y empecé a sentarme sobre su larga y dura vara poco a poco hasta tenerla toda en mi interior, sintiendo un inmenso placer, que expresaba inclinando la cabeza hacía atrás con una mueca suprema de gozo. A ese gozo se sumaba el morbo producido por la consciencia de estar cogiendo en medio del campo, rodeado de vegetación y animales.
Inicié un lento pero constante movimiento de émbolo para permitirle a mi ano acomodarse totalmente, en breves minutos las metidas y sacadas fueron acelerando. Nuestro placer crecía a cada embestida conmigo en el control y marcando el ritmo. Rafa solo me veía saltar cada vez más frenéticamente sobre su pene, abrazándolo del cuello y besándolo apasionadamente. En una de esas me empujó un poco e hizo hacia delante la cabeza, atrapando mi enhiesta verga entre sus labios. No le fue difícil, recuerden que en erección la talega me mide hasta 30 cm.
Ese placer supremo combinado, ser sodomizado y recibir una felación a la vez, me vuelve loco, tanto que en cuestión de minutos, en medio de gruñidos y gritos ahogados, empecé a eyacular a borbotones dentro de la boca de mi amante, que no dejaba de darme verga con fuerza.
¡¡¡¡AAAAAAGGGGGGGGHHHHHH!!!! ¡¡¡¡RAFFFFAAAAAAAAGGGGMMMMMMMMM!!!! el placer era tremendo, el sol nos caía encima y sudábamos copiosamente.
Quedamos así, en esa posición, descansando por un momento, yo no me quería sacar esa rica verga así que me quedé ensartado hasta los huevos, besándolo y acariciándolo, robándole mi néctar del interior de su boca. Posteriormente, tomándome de los hombros me puso boca arriba sobre la hierba sin sacarme la paloma ni una vez. Luego, mirándome fijamente con ojos de vicio, recomenzó la cogida, esta vez a toda máquina.
Se puso mis piernas sobre los hombros y me agarró de la verga con una mano, sentía su pene enorme entrar y salir sin descanso de mi dilatadísimo culo que se lo tragaba todo como si fuese la última verga de este mundo. Con mis manos me separaba más aun los cachetes de las nalgas para darle un paso más cómodo mientras que de mi garganta salían gemidos cada vez más fuertes, me estaba olvidando de donde era que nos encontrábamos cogiendo.
Nuevamente el placer cayó implacable sobre mí y volví a alcanzar el orgasmo, que esta vez derramé sobre todo mi pecho peludo y en la mano de mi jinete.
¡¡¡¡¡OOOOOOOUUUUUURRRRRGGGGGGHHHHHH!!!!! ¡¡¡RAFA, RAFA!!! ¡¡¡¡RAFAAAAAAGG!!!!
¡¡¿Otra vez Gato?!! ¡¡¡QUÉ PUTA ES USTED!!!
Bruscamente y sin avisarme, Rafael me puso de pié y me apoyó contra la roca, poniéndome el culo en pompa me la metió nuevamente, ahora más rápido y duro, tal y como a mi me gusta. "¡Soy una perra! ¡Soy una perra!" me decía yo mismo en susurros, sintiendo como la masculinidad de mi macho me partía en 2.
¡¡¡GATO, GATO!!! me decía con un hilillo de voz y sudando la gota gorda - ¡¡¡VOY VOY !!! ¡¡¡¡¡VOY A ACABAAAAAAARRRRRRRRGGGGGGHHHHHH!!!!!
Rafael me sacó la paloma del culo, se agarró con mucha fuerza del pelo y me obligó a arrodillarme. Yo, instintivamente abrí la boca y lo deje pajearse hasta que eyaculó sobre mi cara, llenándomela con su espesa esperma, atragantándome con ella. Luego de eso, quedamos en paz, agitados, cansados y cubiertos en sudor.
Descansamos unos minutos acostados sobre nuestras ropas, luego nos vestimos y regresamos a mi rancho, en donde ya no pudimos continuar con la fiesta pues mi hija Estelita acababa de llegar a verme con sus niños. Pero no nos importó, habíamos gozado como lo9cos.
Tito (Garganta de Cuero)
Pueden mandarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos.