Cogí con el peor enemigo de mi padre.

El título lo dice todo, pero las consecuencias que lleva esa traición, la convirtieron en una chica enferma por el sexo.

COGÍ CON EL PEOR ENEMIGO DE MI PADRE

Soy Carolina, una chica de 20 años, muy consentida por mi padre, me gusta lo bueno, las cosas finas y que me traten como una dama, mido un metro con 65 centímetros, soy rubia, blanca y heredé el mismo cuerpo de infarto que tenía mi madre, pero no soy perfecta: soy voluntariosa, muy rebelde, altanera, presumida, malcriada y celosa a morir, tengo novio, es español, de Sevilla, se llama Javier García Galisteo, es el chico más guapo de la Universidad donde estudio, estoy enamorada… o eso creo, siempre he sido fiel, hasta que…

Íbamos camino al motel, era la primera vez que iba a coger con Alberto, él tiene 48 años, mi papá y él, fueron los mejores amigos, pero nunca supe por qué se volvieron los peores enemigos, Alberto es un mujeriego incorregible, pero conmigo siempre se portó muy atento, al extremo que cuando mis padres se divorciaron, él me ayudó. Mi papá se volvió alcohólico y su estado financiero cayó considerablemente, después de vivir con holgura, caímos en la más absoluta pobreza.

No sé por qué acepté coger con Alberto, bueno, sí sé, es tan guapo el cabrón y a pesar de su edad, tiene un cuerpo de atleta que me moja, y que conste que no voy a coger con él por agradecimiento, me gusta, cuando a él se le mete algo en la cabeza, trabaja hasta conseguirlo, yo me le metí en la cabeza y ahora estoy a punto de que también me meta la verga.

Alberto se pasó todo el camino metiéndome mano, yo iba en silencio aguantándome los pujidos, que rico me tocaba la cuca, ya la tenía empapada y volteaba a ver su bulto, que digo bulto, su enorme verga, tenía ganas de tocársela pero no me atreví, por fin llegamos al motel, entramos a la habitación, le ha de haber costado cara porque tenía yacusi, espejos por todos lados, una cama enorme, y muchos lujos más, encendió la televisión y empezó a buscar canales porno, por fin dejó un vídeo donde una estudiante con uniforme de colegio, se subía la falda para que un negro la penetrara, seguramente le hubiera gustado verme así, pero hacía tres años que me había recibido del colegio.

Yo estaba embobada viendo la enorme verga de ese negro, como le partía el culo en dos a esa colegiala, ella gritaba de dolor, por muy actriz porno que fuera, seguramente le dolía de verdad, las pocas veces que mi novio me dio por el culo, me dejó caminando como pato y eso que su verga es la mitad que la del negro, en eso, oigo que se abre la puerta del baño, Alberto salió desnudo con la pija bien parada, esas son las cosas que adoro de ese cabrón, lo hace todo diferente a los demás hombres.

Me invitó al yacusi, me desnudó como si yo fuera una muñeca, cualquier otro, me hubiera pedido que le hiciera un striptease, pero cuando Alberto quiere algo, lo coge y nunca mejor dicha esta palabra, me metió al agua espumosa y luego se metió él sentándose frente a mí, me tenía expectante, no sabía cuál iba a ser su siguiente paso, me sacó de dudas inmediatamente, sentí su pie hurgando dentro de mi cuquita, no sé cómo lo hizo, pero logró meterme su dedo gordo del pie y me excitó sobremanera, nadie me había hecho eso y cuando comenzaba a sentir rico, se paró, ordenándome que le quitara el jabón de la verga y los huevos.

No sé porque no le podía decir que no a nada, lo hice, me agarró de las greñas, me abrió la boca apretando mis mejías y me zampó la verga en la boca sin contemplaciones, yo sentí que me ahogaba, pero, al hijo de puta, le importó poco, me hizo tragar verga hasta tocar mi campanilla, me estaba cogiendo por la boca, nadie me había tratado así, pero me estaba encantando, sentirme usada por ese hombre me tenía extasiada, yo movía mi lengua para acariciar la cabeza de su verga, realmente quería que sintiera placer, así fuera a costa de mis ahogos, le arañé delicadamente los huevos, me agarró de la cabeza y no sé cuánto tiempo me tubo con mis labios en sus pelos, sentía que me faltaba la respiración, lagrimeaba, tosía con la boca llena, por fin me la sacó, me pidió que lo pajeara y se vino en toda mi cara.

Me he de haber visto muy puta con el semen escurriendo por mis mejías, por mi boca, por mis tetas y tuve que cerrar los ojos para que no me llenara de colirio masculino, luego se secó y fue directo a la cama, me pidió que lo siguiera como perra, gateé hasta dónde él estaba, creí que ahí había terminado todo, porque un viejo como Alberto, era imposible que aguantara dos rounds seguidos, que equivocada estaba, me puso en posición 69 como si fuera una muñeca de trapo, me abrió la cuca y empezó a darme lengua, me lamía el clítoris con maestría, me metía los dedos en mi cuquita recién violada por su dedo gordo, me tenía temblando de la calentura el muy cabrón.

Yo estaba como en trance, recibiendo mucho placer, no pensaba en nada, solo sentía como su lengua hacía maravillas en mi panochita hirviente, no me iba a quedar atrás, así que abrí la boca y le di una buena mamada, es mi adición, mamar verga, Alberto ha de haber sentido muy rico, porque me metió un dedo en el culo y empezó a nalguearme, pero duro, muy duro, seguramente mis nalgas blancas estaban coloradas, me mordió el clítoris y me sacaba y metía dos dedos en mi culo, pero lo hacía con furia, como si me quisiera castigar, a mí me dolían mis hoyos, pero al mismo tiempo quería que no se detuviera, en eso me vino un calambre y le llené la cara con mis jugos.

Estaba agotada y adolorida, pero no me dio pausa, me jaló de las piernas, las puso sobre sus hombros y de una estocada me hundió la verga hasta el fondo de mi delicada panochita, me estaba bombeando, martillando, taladrando y yo puje que puje, muerta de gozo, le pedía más verga, estaba a punto de chorrearme:

YO: Cógeme, cabrón, chíngate a tu puta, dame más verga, culéame rico, síngame, fóllame, písame, pero no pares, papito, tienes la verga más grande que me ha cogido, me tienes loca, mi rey, úsame, pendejo, dame verga, culero.

ALBERTO: No sabes las ganas que tenía de cogerte, mi nena preciosa.

YO: Nada de nena preciosa, trátame como tu puta.

ALBERTO: Si eso quieres, te complaceré… Así, putita, mueve el culo, que caliente tienes la papaya, cabrona.

YO: Nadie me había cogido así, ¿Alguien coge mejor que yo? Dime la verdad. Papito. ¿Disfrutaste tanto de una mujer como conmigo?

ALBERTO: Coges mejor que tu mamá, Carolina.

YO: ¡¿Cómo?! ¿Te cogiste a mi mamá? ¿Por qué? ¡¿Eres un hijo de puta?! Con que razón mi papá te mandó a la mierda.

ALBERTO: Tranquila, potranca, deja de relinchar, ahora te explico.

YO: No tienes nada que explicarme, ¡Suéltame, pendejo!... que me dejes de coger te digo, te odio.

ALBERTO: ¿Y tú crees que puedes detener una verga caliente? Muévete puta, hazme acabar y luego te cuento.

YO: Ni mierda, déjame, eres un cabrón, te cogiste a mi mamá y ahora me coges a mí ¿Qué pretendes? ¿Humillarme? ¿Humillar más a mi papá?

ALBERTO: Al principio, sí, te quería humillar, pero luego me gustaste de verdad, aquella flacucha que fuiste, se convirtió en toda una mamacita…Tu papá es un verdadero hijo de puta y además cornudo y borracho el cabrón.

YO No seas tan descarado, ¡tú lo hiciste cornudo!

ALBERTO: Porque tu mamá era una puta.

No entendía por qué, pero mi culo se movía solo, iba al encuentro de su pija, la rabia me tenía caliente, yo seguí peleando, pero mi cuerpo pedía a gritos un orgasmo, me agarró las tetas y me las atornilló sin piedad, yo pegué un enorme  grito y me vine como yegua desbocada, como pude, me lo quité de encima, me encerré en el baño llena de llanto y frustración, me enjaboné hasta la última molécula de mi cuerpo, no quería que quedara ni una pizca de su olor en mi piel, me vestí y salí corriendo, cuando traté de abrir la cortina metálica del motel, no pude, Alberto, parsimonioso, avisó por el teléfono y al minuto él abrió la cortina, salí corriendo a la calle, sin importarme si algún conocido podía verme salir del motel, Alberto me alcanzó en su carro y me abrió la puerta, yo la pateé y tomé un Uber hacia mi casa. No quería volver a verlo en mi vida, pero que equivocada estaba. No entendía cómo había llegado hasta ahí, pero todo tiene una explicación y esa, era la más amarga.

Cuando mis padres se divorciaron, yo tenía 17 años, me fui a vivir con mi papá, porque a mi madre le entró una depresión que casi termina en suicidio, de hecho, no sabemos dónde está, desapareció de la noche a la mañana. Mi padre se volvió a casar con Ana Isabel, una señora encantadora que me trata como una amiga, nunca como madrastra, desde que eran novios me llevaba regalitos, me hacía mi comida preferida, me llevaba a conciertos, se convirtió en una buena amiga y como soy hija única, estoy muy consentida.

Todo empezó una mañana que recibí una llamada de Alberto, me sorprendió mucho, porque hacía como 2 años que no sabía nada de él, me invitó a tomar café y dijo que era urgente que nos viéramos, yo no tuve ningún reparo y acepté, claro que me advirtió que no le contara nada a mi papá, no sé por qué pero ni a mi novio le dije nada, nos reunimos en un restaurante muy distante de mi casa, al llegar, se puso de pie y me dio un beso en la mano, yo lo abracé y lo besé en la mejía, luego de romper el hielo, me dijo que él estaba dispuesto a pagarme la Universidad, yo no entendía nada, Alberto me dijo que sabía del alcoholismo de mi papá y que eso nos había llevado a la ruina, por eso quería ayudarme.

Le dije que si mi papá se llegara a enterar, era capaz de cometer una locura, que corríamos peligro, tanto él como yo, pero me dijo que mi papá no tenía por qué enterarse, que él no tenía como pagarme los estudios y quería ayudarme, me dijo que me conseguiría un trabajo y que le dijera a mi papá que ganaba el triple, así podía justificar semejante gasto, me fui muy agradecida con él y comprobé que mi papá cada vez reducía más sus gastos, hasta vendió su camioneta nueva y compró un auto de segunda mano.

Las cosas empezaron a cambiar cuando apareció Ana Isabel en nuestras vidas y no es que ella fuera millonaria, pero es una abogada exitosa, cada vez que salíamos a cenar, yo miraba que, a escondidas, ella le daba dinero a mi papá. Por fin me gradué y conseguí el trabajo que Alberto me había conseguido, realmente ganaba una miseria, pero Alberto me depositaba una cantidad considerable, así pude mentirle a mi papá, diciéndole que, con el esfuerzo de mi trabajo, yo me pagaría los estudios.

Hasta logré comprarme un auto del año, iba bien en el trabajo, rápidamente me ascendieron y con la ayuda de Alberto, llevaba el estilo de vida al que estaba acostumbrada. Lo que se me hacía extraño era que Alberto no me pidiera nada a cambio ¿Por qué me ayudaba? Por esas épocas me hice novia de Javier, un español divino que estudiaba conmigo, un degenerado completo, me enseñó las cosas más sucias y deliciosas que el sexo puede ofrecer, con él me convertí en toda una putita, me encantaba como me cogía, pero mi mejor amiga me contó que salía con otras… ¿Otras? Le pregunté… sí, otras, me dijo muy seria… yo traté investigar quienes eran esas otras, pero no pude averiguar nada.

Una noche llegué a mi casa, creí que no había nadie, nunca subo al segundo nivel porque mi habitación está en el primero, pero oí ciertos ruidos y la luz estaba apagada ¿Serían ladrones? Subí con sigilo, pero eran gemidos, nunca me dio por espiar a mis padres y menos a la linda de Ana Isabel, los iba a dejar en su intimidad, cuando oí la voz de Ana decir: -Por favor papi, méame las tetas- eso le da morbo y curiosidad a cualquiera, así que me escondí a manera de verlos sin que ellos notaran mi presencia.

Estaban en el baño y casi no podía ver nada por la neblina que inundaba el baño, pero sí oí cuando un chorro de orines bañaba a Ana,

ANA ISABEL: Esa era tu fantasía ¿no? ¿Orinarme las tetas?

PAPÁ: Sí, mi amor, gracias, pero también quisiera que te los tragaras.

ANA ISABEL: Vamos poco a poco, corazón.

Luego se ducharon, salió Ana Isabel totalmente desnuda, era muy bella y se conservaba muy bien para su edad, me dio mucha risa ver el corazón que tenía recortado en su pubis, se acostó boca arriba, abrió las piernas y se empezó a tocar, ver aquella hendidura abierta y rosada, me excitó, a mí nunca me atrajeron las mujeres, pero Ana Isabel era muy sensual, en eso salió mi padre y al verle la verga, me dio asco, solo de pensar que de ahí había salido yo, me dio repugnancia, así que volví a mi habitación y por alguna extraña razón, me masturbé.

Alberto cada vez se hacía más presente en mi vida, sin ningún motivo, me regalaba flores, me invitaba a comer, me regalaba ropa, pero no daba muestras de interesarse en mí:

YO: Alberto, perdón que te lo pregunte, pero ¿Por qué me ayudas tanto?

ALBERTO: Porque te quiero.

YO: ¿Cómo así? ¿Te gusto?

ALBERTO: No quise decir eso, pero sí, tú le gustas a cualquier hombre, aunque sea un maduro como yo.

YO: Tú no estás viejo, a ti los años te sientan como al vino.

ALBERTO: Gracias, Carolina, viniendo de ti, me siento un hombre renovado.

YO: Dime… ¿Por qué…? ¿Por qué mi papá se peleó contigo?

ALBERTO: ¿Él no te lo dijo?

YO: No, solo me prohibió volver a verte, si supiera todo lo que estás haciendo por mí, creo que le daría un ataque al corazón, dime ¿Cuál fue la causa de su pelea?

ALBERTO: Si no te lo contó él, prefiero guardarle el secreto.

YO: ¿Tienes algo que ver con la desaparición de mi mamá?

ALBERTO: Eso sí te lo puedo contestar, no tengo nada que ver.

YO: Me mantienes intrigada, todos los hombres, bueno, no todos, pero la gran mayoría andan detrás de mis huesitos, incluso un Licenciado mayor que tú, pero…

ALBERTO: ¿Pero?

YO: No sé, no quisiera pecar de vanidosa o aún peor, de inocente… tú eres soltero y muy guapo, podrías tener a la mujer que quisieras, ¿Por qué no te has casado?... dime… ¿Por qué te quedas callado?... habla, por Dios.

ALBERTO: Mira, Carolina…te voy a confesar algo… te quiero en secreto… no quería que pensaras que te ayudo por conseguir algo tuyo, tenía la esperanza que de tanto vernos, pues… yo te interesara en algo… sé que tienes novio y por eso nunca te dije nada, pero ya me descubriste y… no sé ahora que vayas a pensar.

YO: De mi novio prefiero no hablar… me dejas anonadada con esa confesión… no sé qué decirte… me halagas… pero tú bien sabes que lo nuestro es imposible.

ALBERTO: Lo sé, por eso nunca te dije nada, te deseo en silencio… tienes un cuerpo muy tentador.

Esas últimas palabras me dejaron muy inquieta, ya sabía yo que nadie da nada de gratis, pero, por otro lado, el hecho de que me gustara tanto, era una tentación horrible, nos gustábamos los dos y eso era muy peligroso. Justo por esos días, comprobé que Javier, sí salía con otras mujeres, me llené de rabia y lo mandé a la mierda, pero él seguía divirtiéndose con su harem, realmente la que estaba en la mierda era yo. Lloré hasta quedarme sin aliento, pero una mañana, recibo una invitación de Alberto para almorzar, no se necesita ser un genio para saber que él me consoló, me propuso acostarme con él, en secreto y yo que estaba necesitada de verga, accedí de inmediato, realmente me gustaba mucho y además sería una buena venganza contra Javier, aunque él no se enterara, a veces, ni yo misma me entiendo.

Por eso cogí con Alberto, pero nunca imaginé que se había cogido a mi mamá ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué tenía que cogerme a mí también? Tenía que averiguarlo, a pesar de que me sentía humillada lo llamé y le dije que no pensaba recibir de él ni un centavo más, pero quería una explicación en persona, él no decía casi nada, yo hablaba a borbotones y Alberto aceptaba todos mis insultos y contestaba con monosílabos, entonces quedamos de vernos en el mismo café que me citó hace dos años.

Cuando llegué, tenía cara de perro regañado, ni siquiera lo saludé, solo le dije que quería una explicación, empezó diciendo que, aunque no lo quisiera, me iba a seguir depositando la misma cantidad de siempre, no moví ni un músculo de mi cara, no quería que se enterara del alivio que su ayuda me causaba, luego me contó algo terrible, no lo podía creer:

ALBERTO: Mira, Carolina, tú no lo sabes, pero… yo tenía una novia, incluso tenemos una hija, aproximadamente de tu misma edad, nos íbamos a casar…

YO: No me importa nada de tu miserable vida, te exijo una explicación…

ALBERTO: Y te la voy a dar, pero es importante que me escuches, por favor… te decía que nos íbamos a casar, pero tu mamá me dijo que no me convenía… para no hacerte cansada la historia… no había ninguna razón, yo le gustaba a tu madre… no digas nada, déjame terminar… yo traté de serle fiel a la amistad que tenía con tu papá, a pesar de la belleza de tu mamá, pero él fue el causante que me acostara con tu madre.

YO: Ahora resulta que mi papá va a ser el culpable, no me creas tan tonta, sé que eres un mujeriego hijo de…

ALBERTO: Hijo de puta, lo sé, pero ya no me interrumpas por favor… tu papá se cogía a mi hija a mis espaldas, solo tenía 15 años… no le dije nada, quería pagarle con la misma moneda, pero no me atreví a hacer nada contigo, no quería parecerme a él, un viejo pedofílico… tenía a mano a tu mamá y me enamoré de ella, ya no me la cogía por venganza, sino por amor… incluso le propuse que lo dejara y que se casara conmigo, pero ella nunca quiso… poco antes de que se divorciaran, le conté todo sobre mi hija, no me creyó y terminó para siempre conmigo, yo me quedé sin novia y sin tu mamá, de ahí mi adicción a las mujeres, yo no era así.

YO: ¡¿Por qué se divorciaron mis padres?!

ALBERTO: Te juro que no lo sé.

YO: ¿Por qué me llevaste a la cama?

ALBERTO: Ya te lo dije, fue como un deja vu, eres igual de bella que tu mamá y te amé en silencio… una noche te vi bailando con tu novio, casi se me sale el corazón por la boca, en la penumbra creí que eras ella, a partir de ese día te seguí, me tenías obsesionado, por eso te ofrecí ayuda, quería tenerte cerca, y el día que te llevé al motel, cumplí mi más ansiada fantasía… sabía que tenía que contarte toda la verdad, no sabía cómo… y te la dije de la peor manera… que bueno que me llamaste para explicarte mis razones y pedirte perdón, aunque sé que no quieres saber más de mí… te amo.

Me levanté echa una fiera y lo dejé con la palabra en la boca.

Llamé a Ana Isabel y le dije que me urgía hablar con ella, al solo verla, me eché en sus brazos muerta en llanto, cuando recuperé la respiración, le dije que quería hacerle una pregunta muy delicada:

YO: ¡¿Sabes por qué se divorciaron mis padres?!

ANA ISABEL: Sí, pero es mejor que no lo sepas, ya bastante dolor te han causado tus padres, como para que venga yo a remover la herida.

YO: Está bien, tendré que hacer lo inevitable, se lo preguntaré directamente a mi papá.

ANA ISABEL: No lo hagas, nunca te diría la verdad… está bien, tú mereces saber todo lo ocurrido… te lo contaré yo misma… en una de sus borracheras, tu papá me conto que…

YO: Habla, Ana Isabel, por dura que sea la verdad, tengo derecho a saberla.

ANA ISABEL: Pues… tu mamá le reclamó a tu padre… le dijo que por qué se había acostado con una niña, eso lo castiga la ley, pero que lo imperdonable era que… era la hija de Alberto, su mejor amigo… tu papá lo negó al principio, pero luego no tuvo más remedio que aceptarlo… ella le contó que era amante de Alberto, ahí se volvieron los peores enemigos… tu papá le pegó, pero con el tiempo la perdonó… tal parece que ella dejó a Alberto… empezaron los problemas, tu mamá no quiso volver a tener sexo con él… pero la gota que derramó el vaso fue para su cumpleaños, en plena fiesta, se metió a su habitación con dos hombres, tu papá desesperado la buscaba por toda la casa, hasta que la encontró, esos dos hombres, eran tus primos… tu papá la echó de la casa, le cerró todas sus cuentas y tarjetas y la dejó en la calle.

YO: ¿Sabes dónde está mi mamá?

ANA ISABEL: No… luego conocí a tu padre manejando los asuntos legales de su empresa, nos enamoramos y el resto ya lo sabes.

YO: ¿No tienes miedo que te haga lo mismo?

ANA ISABEL: Para que te voy a mentir, claro que tengo miedo, por eso lo acompaño a las sesiones de Alcohólicos Anónimos… ha cambiado mucho…

YO: Gracias, Ana.

Esa noche fue interminable, por más que trataba de entender, me confundía más, odié a mi papá y en algún recóndito lugar de mi alma, sentí lástima por Alberto, cualquier otro hombre lo habría matado, pero él prefirió vengarse con la puta de mi madre y encima lo dejó por decirle la verdad, tenía que hablar con él, es más, quería volver a coger con él, tal vez era una forma de vengarme de mi papá como lo hice con Javier, que locas somos las mujeres, nos vengamos pero sin que ellos lo sepan, ¿será que somos masoquistas?

Alberto pasó a recogerme a la puerta de mi casa, por más que hice porque mi papá se diera cuenta, no lo conseguí, el pobre Alberto estaba muy confundido, le conté la charla con Ana Isabel y le dije que no quería habla más del asunto, que me llevara a su casa, esta vez no quería un motel y que me diera la cogida de mi vida, que sería su esclava, que podía hacer conmigo lo que quisiera y si no cumplía, lo autorizaba a que me obligara, aunque llorara y le suplicara, quería ser usada, sumisa, humillada, quería ser su cosa sexual, su muñeca inflable, su asquerosa puta.

Para qué se lo pedí, luego me iba a arrepentir, pero las cartas estaban echadas, ese día me cambiaría la vida para siempre, en el camino me fue hablando de no sé qué cosas, yo venía atolondrada, sintiendo como mis uñas se hundían en las palmas de mis manos sangrantes, era como si al hacerme daño, se lo hiciera a mi padre o a Javier, pero no, era yo la estúpida que no sabía lo que hacía, casi por llegar a su casa, Alberto me dijo que tenía mucha rabia contra nuestra familia, que mis padres le habían destrozado la vida y que a mí era a quien me tenía más cólera porque me amaba y lo había hecho sufrir, le dije que era su tiempo de venganza, que me pegara, que me usara y que me violara si eso lo hacía sentirse mejor, un destello rojo, vi en sus ojos.

Al no más bajarme de la camioneta, me agarró del pelo y me arrastró por toda la casa hasta llevarme a su habitación, yo gritaba pidiéndole que me soltara, que, de verdad, me estaba lastimando, pero Alberto, fiel a mi promesa, me estaba usando como su puta esclava, me tiró al piso, se me subió encima y me rompió toda la ropa, cuando me rasgó la tanga, sentí que me hería la cuca, pegué un grito desgarrador, pero eso lo enfureció más y me agarró a cachetadas, yo aturdida de tanto golpe no atinaba que hacer, así que opté por callarme para que no me partiera la cara, me ardía todo el cuerpo y eso apenas empezaba.

Alberto estaba colorado de la rabia, se desnudó de prisa, y se me volvió a subir encima obligándome a que me tragara su verga y no es que la tuviera descomunal, pero era la forma tan violenta en que me la zampaba, que me lastimaba, luego se me sentó en la cara para que le chupara las bolas, pero me sentía aplastada por su peso, casi no me dejaba espacio para mover mi lengua, pero después vino la peor humillación de mi vida, se sentó literalmente en mi boca y me ordenó que le chupara el culo, ni en mis más pervertidos pensamientos había imaginado semejante asquerosidad, me tomó por los cabellos y me restregó el culo en mi boca, como no saqué la lengua, otra lluvia de bofetadas me inundó la cara.

No tuve más remedio que abrir la boca y meterle la lengua en su culo peludo, me moría del asco, pero me tenía agarrada del pelo y me sacudía la cabeza para saciar sus antojos, luego me metía la verga a la boca nuevamente, luego los huevos y el culo e iba de regreso llenándome de insultos, casi no podía respirar, pero lo peor estaba por venir, se recostó en el suelo boca arriba, me hincó frente a su verga, me ordenó que se la mamara, que le sobara los huevos con una mano y que le metiera un dedo dentro del culo, eso era demasiado, pero volvió a cachetearme y tuve que hacerlo, luego de varios puyones a su culo, le toqué la próstata y sentí como su verga se hinchaba en mi boca y me rociaba de semen toda mi cavidad bucal, era tanta que tuve que tragarme más de la mitad. La próstata ha de ser lo más parecido a nuestro punto G.

Luego me tiro boca arriba, agarró mis piernas y me las puso en sus hombros, este hombre seguramente tomó viagra, no era posible que mantuviera semejante erección… sin decir agua va, me metió la verga en la cuca, me dolió hasta el alma, yo lloraba porque no estaba suficientemente lubricada y en castigo, recibí otra andanada de bofetadas, acompañadas de nalgadas muy duras y fuertes apretones en mis delicados pezones, me faltaba el aire, tenía la cara empapada de lágrimas, los ojos trabados, me dolían las palmas de mis manos, me insultaba, me decía que era su puta de mierda, que me iba a coger hasta dejarme desmayada… pero ocurrió algo muy extraño, me tomó del cuello y me lo fue apretando poco a poco, sentir esa asfixia, esa pequeña muerte, hizo que se me acalambrara todo el cuerpo y exploté en un orgasmo enfermizo.

Luego de un breve descanso y de un silencio misterioso, me levantó con ternura, me llevó al baño y me pidió disculpas, mientras yo lloraba en sus brazos, me enjabonó como si fuera de cristal, lo hacía con suavidad, me acariciaba las nalgas delicioso, me tocaba la rajita con esmero, mi sobaba las tetas con cuidado, fue tan tierno, no entendía como ese hombre podía pasar de ser una bestia salvaje a una ternura infinita, me secó y me llevó cargada a la cama, me decía que me amaba, que por eso tenía tanta rabia, que estaba muerto de celos por Javier, le conté que ya había terminado con él y me besó con pasión.

Tenía muchas preguntas que hacerle, así que empecé por la que más me atormentaba, mi mamá,

YO: Alberto, sé que mi mamá no fue buena contigo, pero… ¿Por qué no la buscaste cuando mis padres se divorciaron?

ALBERTO: Ella me buscó a mí, me contó que tu papá la había dejado en la calle porque la sorprendió con dos de tus primos, ella me dijo que lo había hecho por venganza, me pidió perdón y me dijo que volviéramos, pero yo estaba muy dolido, le di dinero y no volví a saber de ella.

YO: ¿Dónde estará?... de verdad ¿La amaste?

ALBERTO: Con locura.

YO: Vas a pensar que estoy loca, pero… ¿Por qué me dijiste que yo cogía mejor que mi mamá?

ALBERTO: Porque es cierto, mira, ella era muy posesiva, cuando vio que las cosas con la madre de nuestra hija iban en serio, empezó a coquetearme, hasta que hizo que me enamorara de ella, cogía conmigo solo para que no volviera con mi ex, pero me daba cuanta que lo hacía sin ganas, por eso te dije que tú eres mejor.

Luego me dio de comer en la boca, me trataba como novia nueva, yo no cabía de la felicidad, después de todo ese hombre me amaba, pero… ¿Lo amaba yo a él? NO. Estaba buenote, pero amarlo era otra cosa, me cogía rico, bueno, solo una vez lo había hecho, pero recuerdo que lo disfruté mucho, y ese orgasmo entre el deseo y la cólera había sido el más intenso que recordara, y recién me había pegado una paliza, ¿Cómo se puede lastimar a quien se ama? En esas cavilaciones andaba cuando lo sentí meterse dentro de las sábanas y llegar al centro de mis piernas, este maduro me traía loca de deseo, sentí su aliento recorrer mi cuca, pero sin tocarme, solo sentía calientito y muerta de deseo subía mi culo para sentir su lengua, pero él se retiraba, me tenía muy caliente, yo quería verga y la quería ¡Ya!

Por fin sentí su lengua lamiendo mis labios, chupando mi clítoris, mamándome el culo, este hombre era todo un semental, me tenía temblando de calentura, me agarraba de las nalgas, me las abría y las cerraba, yo me tocaba las tetas, luego me puso de lado, hundió su cara entre mis voluptuosas nalgas Y metió todo lo que pudo de su lengua dentro de mi culo, esa caricia me enloquece, sentir todas mis terminaciones nerviosas lamidas, es lo único que me hace dar el culo a quien me lo pida, hasta ese momento, solo Javier me lo había roto, pero estaba a punto de que mi culo probara otra verga diferente.

Y así fue, me puso boca abajo y me punteó el culo con su verga, yo lo cerré de los nervios y el miedo, Alberto me dijo que me relajara, metió su mano debajo de mi cuerpo y acarició mi botoncito con mucho ahínco, sin querer paré el culo para disfrutar mejor de su caricia y fue cuando aprovechó, me fue metiendo lentamente la cabeza, sentía que me iba a reventar, yo misma me abrí las nalgas para facilitar su penetrada, tenía toda la cara fruncida y hundida en la almohada y sentí como mis paredes anales se agrietaban mientras su verga seguía su curso, el dolor era inmenso a pesar de su caricia clitoriana, y en un solo movimiento, me enterró toda la verga, sentía sus pelos en mis nalgas.

Le pedí que no se moviera, cada vez que sentía este momento, me arrepentía de dar las nalgas, nunca he tenido hijos, pero imagino que se siente igual, es como parir por atrás, en eso empezó el mete saca despacio, sacaba poco y la volvía a meter, afortunadamente mi clítoris ayudó, me sentí mojada, Alberto me metió un dedo y encontró el punto G, solo eso necesitaba para empezar a gozar, le apreté la verga y se vino una taladrada pero como si fuera eléctrica, es decir, a toda velocidad, sentía que me asfixiaba, pero al mismo tiempo sentía un calor que subía por mi espalda, yo misma le pedí que me diera más fuerte y más rápido, fue tan delicioso que ese calor explotó en mi cara, en mi cuca y en mi culo al mismo tiempo, fue el primer orgasmo anal de mi vida y quedé muy abierta, pero también muy satisfecha.

Empecé una relación con Alberto, no sé si éramos novios, amantes o amigos con derecho, sé que me ama y me lo demuestra de todas las formas, pero, aunque mi papá haya sido un hijo de la chingada, no quería empeorar las cosas, ya llevaba casi el año de no beber, Ana Isabel se convirtió en su inspiración, recuperó el terreno perdido y volvió a ser el hombre productivo que siempre fue, aunque él no sabe que yo sé lo de su relación con la hija de Alberto, trato de llevar la fiesta en paz.

¿Por qué no definía mi relación con Alberto?

Me había vuelto adicta al maltrato, ya no lograba tener orgasmos si él no me pegaba, me arrastrara o me usara como una puta barata, él quería amarme, pero yo quería ser sometida como una cualquiera, nunca entenderé los recovecos de mi mente, desde esa vez que se vengó conmigo, algo cambió en mi sucia mente, las asfixias las adoraba, pero Alberto me trataba como su novia de cristal y a mí me gustaba que me tratara como su perra rebelde, quería que me domara, que me cabalgara hasta que entendiera, pero no, el amor no puede con las dos cosas.

Una noche que estábamos cogiendo, nadie sabe cuándo será esa última vez, apareció su hija, era cierto, aparentaba tener mi misma edad y aunque me costó reconocerlo, era mucho más bella que yo. Entro furiosa, afortunadamente a Alberto le dio tiempo de vestirse y detenerla en la sala, los oí discutir pero no entendí nada de lo que decían, de pronto el silencio… como a la media hora bajé y nada, me vestí y no lo volví a ver nunca más, luego supe que ella se iba a casar en Brasil, le vino a pedir que la entregara, él quería que se casaran acá, pero al final ella lo convenció, lo hizo abuelo y nunca más volvió, una noche me llamó para contarme que su hija, esa noche de su desaparición, había comprado dos boletos de avión y que si no se iba con ella en ese momento no la volvería a ver nunca más. Me pidió que fuera donde sus abogados para que vendieran todas sus propiedades y así terminé mi relación con ese hombre que me abrió las puertas de mi futuro destino.

A partir de ese momento me volví promiscua, pero también logré llegar a jefa del Departamento de Recursos Humanos, así que dinero no me faltaba, tenía el mío, el que nunca dejó de depositarme Alberto y la ayuda de mi padre, pero no estaba satisfecha, tenía muchos pretendientes, pero no quería amarrarme a un hombre, necesitaba varios, así que de bar en bar, conocí a una chica muy guapa, que cada vez la veía con diferentes hombres, eso quería, luego supe que ella trabajaba para una agencia de damas de compañía, le pedí que me llevara, pero no era tan sencillo como yo pensaba, primero había que hacerse exámenes médicos periódicamente, luego había tarifas por cada servicio, la más barata era cuando solo servía para acompañar a algún hombre, luego seguía la de tener sexo, se cobraba más si era sexo anal incluido, pero cuál sería mi sorpresa, al saber que la más cara eran las chicas sumisas, esas como yo que le gustan los golpes y el maltrato.

Rápidamente empecé a trabajar y no tenía horario, yo elegía al cliente o varios, si era el caso, cuando yo estaba desocupada, no tenía idea de lo que ganaban esas chicas, y no es que yo lo hiciera por dinero, me gustaba sentirme sometida, tampoco tenía idea de los lujos que se daban algunos clientes, incluso conocí varios países gracias a mis nalgas, tuve que vencer mi miedo a estar con mujeres, una compañera me ayudó en los placeres de Lesbos, luego ya visitaba parejas para hacer tríos. En una oportunidad un cliente me llevó a Costa Rica y al terminar “su evento” o sea yo, tomó su avión de regreso y me dejó el boleto para que to tomara otro vuelo, no quería que su mujer lo viera llegar conmigo.

Recibí una llamada de la agencia donde una pareja de San José, solicitaba mis servicios, me presenté a la hora indicada, me recibió un tico muy guapo, era médico, lo pude saber por la cantidad de diplomas que presumía en su sala, me ofreció de beber y me dijo que yo era el regalo para su nueva esposa, que era una sorpresa, pero la sorpresa me la llevé yo, la esposa era mi mamá.