Coco y playa (II:Dewey)

Al día siguiente Dewey me invita a nadar de noche...

Al día siguiente…

Cerca de las 8am llegaron mis amigas del bar, haciendo todo el silencio que pueden hacer 3 mujeres ebrias, menos mal así de abrupto como entraron se durmieron, entonces aproveché para recoger mi pijama, vestirme y poder seguir durmiendo hasta las 10 que era la hora de desayunar.

El día transcurrió con calma, descansando entre el lobby y la piscina; al almuerzo Dewey se me acercó (es curioso que hasta ahora no habíamos hablado), y como de costumbre se me sentó en las piernas, aplastándome.

-          ¿Y usted qué?

-          Dewey, ¿cómo estás?

-          Bien, de verdad me hacía falta un descanso así

-          Es cierto, a mí también me ha servido mucho

-          Jajaja ¿si?... ¿con Evander?

-          Evander… (no pude evitar sonreírme)

Con Dewey nos hicimos muy buenos amigos desde el inicio de la carrera, la tensión era evidente y las ganas nos las habíamos confesado varias veces, pero no pasaba de besos y tonteos, la verdad es que no nos animábamos por el típico “miedo a dañar la amistad”, así que no era algo a lo que le diéramos mucha importancia.

-          Mujer ¿qué vas a hacer esta noche?

-          No he pensado en nada, de pronto caminar un rato, pero no sé… ¿Por qué?

-          Pensaba que fuéramos a nadar un rato

-          ¿De noche?

-          Si, sería rico

-          Ok… me escribes

Ya caído el atardecer, decidí subir a recostarme un rato porque ya sentía que si seguía al sol me iba a tostar jajajaja, mientras caminaba por el pasillo hacia mi alcoba, me crucé con Flavian

-          Hola ¿cómo estás?

-          Cansada, me voy a recostar un rato

-          Vamos a nuestro cuarto y descansas allá mientras cae un poco la noche para ir a la playa

-          ¿Vas a ir?

-          Si, estamos viendo a ver quiénes se animan

Llegamos a la alcoba donde estaban los chicos cada uno en su cama, así que seguí y me recosté con Dewey, estuvimos hablando de planes de trabajo y proyectos para después de la graduación, mientras iban llegando otros interesados en el plan, pero al final terminamos siendo 7 no más así que, sobre la media noche, después de un par de chupitos, nos fuimos a la playa.

Caminar a esa hora, hacía que la brisa fresca al contacto con la piel y la arena templada entre los pies se sintiera muy relajante después del sofocante calor del día, y como niños entramos corriendo al mar a jugar con el agua.

Tras un rato así, Dewey me cargó en su espalda para empezar a nadar alejándose un poco del grupo, cuando se detuvo, rodee su torso quedando colgada de su cuello abrazando su cintura con mis piernas, estábamos sobre un piso de coral y alga, permitiéndonos estar de pie tranquilos con el agua al pecho.

-          Te deseo -me susurró al oído poniéndome super nerviosa

-          Ya lo sé ¿Y entonces? -contesté intentando descifrar sus intenciones

Tenía una mirada intensa que nunca había visto, sentí como me acercaba a él jalándome con sus manos desde mi trasero, me sonrió y luego me besó, si había algo que me gustaba de él era su forma tranquila pero deseosa de besar, amaba que suspirara en mi boca entre besos, lo abracé por el cuello mientras enredaba mis dedos en su cabello, jalándolo hacia mí con desespero, buscando besos más profundos para disfrutar de su calidez.

Apretó un poco más mi trasero y aprovechando la cercanía que el beso permitía, deslizó sus dedos por mis muslos para abrirlos y alzarme sobre su costado con mis pies reposando en su cadera, sentí como pasó sus dedos sobre mi tanga para luego hacerla apenas a un lado y empezar a recorrer con un delicioso ritmo mi vulva, con sus dedos separaba mis labios y presionaba mi clítoris, ahí el placer me hizo inclinar instintivamente hacia atrás y así facilitarle la tarea.

Las emociones lo hacían el conjunto ideal, estar flotando mientras seguía enredada a él y lo sentía explorarme con tanto gusto se sentía maravilloso, a la vez que el roce del agua en mi cuerpo ayudaba a aumentar mi placer. Con la mano libre deslizó sus dedos a lo largo de mi columna y a la altura de mis costillas siguió dejando el camino de suaves rasguños hacia mi pecho y así, con su mano cubriendo por completo mi teta, empezó a amasarla con fuerza, apretando y soltando con un ritmo que de alguna forma se sincronizaba con el que él marcaba con sus dedos en mi coño, en un perfecto mete saca que me estaba volviendo loca.

Las sensaciones empezaban a agolparse en mi vientre, mientras mi vulva palpitaba y mi vagina empezaba a tener suaves espasmos, supe que no faltaba mucho para llegar, por lo que como pude me solté de todos los agarres y de pie frente a él, sin miramientos metí mi mano en su pantaloneta sintiendo esa deliciosa verga dura y palpitante, ansiosa de mi contacto.

Con una mano empecé a sacudir arriba y abajo ese delicioso tronco mientras con la otra mano apretaba sus calientes huevos, y así de pie él volvió a meter sus dedos en mi, buscando no dejar de gozar de ese delicioso intercambio de gritos y gemidos entre húmedos besos, disfrutando de nuestros cuerpos sin culpa, sin miedo, llenos y presos de las ganas.

Y al borde del éxtasis, embriagados de placer, puse mis dedos sobre los suyos para guiar el acelerado ritmo sobre mi clítoris, mientras él con su mano sobre la mía ayudaba a hacer más presión y controlar el movimiento sobre su grueso tronco, para así llegar plenos, satisfechos, sin privar al otro de sentir ese delicioso palpitar que nos sacaba tantos  gritos y suspiros, e hizo que cansados pero felices nos abrazáramos y nos sostuviéramos mutuamente enterrando mis uñas en sus hombros mientras él se aferraba a mi cintura.

Sin noción de cuánto tiempo estuvimos allí, al recobrar el sentido, oímos como los demás nos llamaban desde la orilla, salimos del agua, aguantamos las risas y cotilleos de todos de vuelta al hotel, Dewey me acompañó hasta mi alcoba, dejándome en la puerta con un suave beso, que comprobaba que todo seguía igual.

Gracias por leerme...