Clyde

Una adolescente y sus amigas en caliente sesión...

CLYDE HACE TORTILLA

Por Chichonero

Clyde era estudiante de la secundaria en segundo año y sus formas habían comenzado a desarrollarse notoriamente. Su concha estaba coronada por un tupido manojo de pelos negros, a los cuales ella en sus momentos de soledad tijereteaba cuidadosamente, dejando apenas una triangulito cuya punta se orientaba hacia arriba, haciendo muy vistosa esa zona. Si bien hasta el presente sus avances en sexo no habían pasado de franelas intensas, toqueteo de pijas por sobre la ropa y ya la habían cajeteado bastante, lo máximo que había hecho era chuparle la pija a varios chicos que la cortejaban y casi siempre en autos, o bien ocultos en alguna obra en construcción, pero de coger nunca, aunque ella se enterraba zanahorias y hasta pepinos, todo recubierto con condones, con lo cual ya tenía una aproximación a lo era un pija bien metida en la concha.

Su madre siempre le aconsejaba que no fuera a ser que tuviera sexo y quedara preñada, y que se fijara bien con quién salía. Que se cuidara para llegar virgen al matrimonio.

Ideas y costumbres de antaño que ya no van con las chicas modernas, que a los 14 años o antes, ya han disfrutado de una buena pija, y la mayoría son unas expertas chupa pijas y adoran les rompan el culo con tal de no quedar gruesas.

Y así se desarrollaba el tema sexo de Clyde, donde por supuesto no faltaban algunas reuniones nocturnas los fines de semana en casa de alguna compañera en las denominadas "pijama partys". Por lo general eran dos o tres las chicas y habían formado un ‘equipo’ alternando cada semana el hogar.

Ese fin de semana le tocó a Clyde ir a lo de Elsa junto a Rosy. Las tres eran muy compañeras y tenían mucho en común. Los padres de Elsa debieron viajar hacia otra ciudad y regresarían a la tarde siguiente, por lo cual las tres muchachas tendrían más de 24 horas para ellas solas.

Una vez instaladas, decidieron ducharse antes de la cena, y dado que hacía calor se desnudaron totalmente en una misma habitación. Tanto Elsa como Rosy se admiraron que Clyde tuviera pelos en la concha, tanto que ellas la usaban totalmente rasuradas.

Clyde les dijo que no lo hacía pues temía lastimarse, por lo cual ambas amigas se ofrecieron para afeitarla. Pasaron al baño, mientras Elsa iba en busca de crema de afeitar de su padre. En tanto Rosy con Clyde sentada en el bidet, comenzó a lavarle la concha para tenerla bien mojada. En ello estaban cuando regresó Elsa con un tacho de crema. Colocó en su mano y se dio a cubrir los pelos de Clyde hasta dejarlos totalmente empapados. Rosy con la maquinilla lista, empezó el rasurado en medio de risas nerviosas de Clyde que no alcanzaba a ver qué le hacía su amiga. Cuando la operación hubo finalizado, lavó la concha, Elsa la secó y la acercaron al gran espejo del ante baño donde Clyde se admiró de cómo le había quedado la concha.

¡Parece la de una beba! –dijo entre risas de las tres-.

Lo que Clyde ignoraba era que sus amigas le tenían otras sorpresas para el resto de la noche

Cenaron entre risas y comentarios que recalaron en sexo y cada una narró sus ‘aventurillas’. Obvio que sus amigas ya habían pasado por cosas más grandes que chupar pijas, puesto que cada una a su tiempo había ido a hoteles donde no sólo las desvirgaron sino que les hicieron el culo. Esto en particular atrajo la atención de Clyde y comenzó a preguntar por detalles, pues ella suponía que coger por allí era una seguridad para no quedarse de preñada.

Rosy le aclaró que siempre hay que usar ‘forros’ pues "la menor gota de leche de macho te preña" –aclaró- muy expertamente.

La cosa siguió camino en el dormitorio donde las tres totalmente en bolas, se dedicaron a mirar un DVD de lesbianas.

Clyde estaba que volaba de calentura a menos de la mitad del filme y con disimulo se pasaba la mano por la concha húmeda. Ello no pasó desapercibido para sus pícaras amigas y fue Elsa quien abrió el fuego acariciándole las tetas.

-¿Te estás calentando? –le preguntó-

Clyde pasó la lengua por sus labios pero no respondió sino con un gemidito.

Elsa comprendió que su amiga estaba realmente caliente y apoyó sus labios sobre los erectos pezones de Clyde quien tiró la cabeza para atrás y se abandonó. Rosy se sumó a las caricias y sus dedos fueron directamente hacia la concha babeante de Clyde.

Unos minutos después las tres ni se acordaban del vídeo. Una a otra lamía y acariciaban partes de sus cuerpos y los ayes y gemidos se oían apagadamente. Las lenguas se hicieron más atrevidas en Rosy y Elsa. Elsa, hurgaba ardientemente en la concha de Clyde y ésta en la de Rosy. Metía y sacaba su fino índice, en tanto que Elsa se aventuraba en la oscura roseta de Clyde que deliraba por el proceso retrayendo sus caderas.

Unos momentos después, Elsa se levantó, hurgó en el fondo de su ropero y regresó con un soberbio consolador color piel. Era de buenas dimensiones y tras ensalivarlo se lo pasó por sobre la boca a Clyde que lo saboreó como si de un pija real se tratase. Otro tanto hizo Rosy. Elsa no tardó en hacérselo jugar por los labios vaginales de Clyde y muy lentamente comenzó a introducirlo haciendo que Clyde levantara y bajara sus caderas rítmicamente a media que el soberbio plástico avanzaba por su canal.

Rosy había acercado su boca a la concha de Clyde y cuando el aparato salió por unos instantes lo introdujo en la boca chupándolo golosamente hasta que Elsa decidió reingresarlo. Un rato se lo hizo jugar hasta que decidió introducirlo en Rosy quien expectante se puso boca arriba y con sus piernas levantadas y abiertas de par en par.

La concha se le abrió de inmediato pues deseaba más que a nada sentirlo entrar. El aparato una vez dentro hasta la mitad, comenzó a vibrar y ondularse. Esto le provocó intensas oleadas de gozo y gemía como emputecida rogando se lo entrara aún más. Cuando lo tuvo alojado profundamente, Rosy chillaba por lo bajo. Clyde le chupaba los largos y duros pezones y a su vez Clara introducía su anular en el culo de Clyde. ¡Ninguna quedaba sin acción!

Cuando fue el turno de Elsa, dio muestras de haberlo contenido repetidamente ya que con mucha maestría columpiaba sus caderas y zona del pubis, indicando lo bien que le sentaba la introducción del plástico y acabó a los gritos. Su concha estaba empapada de jugos a los que Rosy succionó golosamente.

Clyde no podía salir de su asombro de cómo se complementaban sus amigas en el juego lésbico. Pensaba que lo hacían seguido y para su gusto ¡lo ejecutaban muy bien!

Elsa –que comandaba la sesión-, fue hasta su ropero nuevamente y sonriendo pícaramente mostró un envase de profilácticos. Sacó uno y lo desenrolló sobre el pene de látex. ¡Lucía como una pija verdadera!

Con vaselina sólida untó el ano de Rosy, previo habérselo lamido, y acostándola boca arriba le pidió a Clyde le sostuviera las piernas en alto.

Rosy parecía un pollo al espiedo. Elsa lentamente comenzó a hacérselo jugar en la roseta oscura y en medio de exclamaciones de placer, Rosy albergaba de a poco tremenda pija artificial, en tanto Clyde miraba al borde del orgasmo cómo su amiga tragaba analmente semejante artificio de placer.

Cuando escasos milímetros faltaban para estar completo en el ano de la amiga sodomizada, Elsa inició eróticos movimientos de entrada y salida que en instantes provocaron en Rosy un fenomenal orgasmo haciendo dificultoso a Clyde el mantenerle las piernas separadas. Rosy quedó como desmayada por la acabada y Elsa invitó a Clyde a colocarse de espalda y en 4.

Nuestra amiga, ansiosa obedeció y tras cambiar el profiláctico, Elsa sin muchos miramientos se lo fue enterrando. Menos mal que Clyde estaba acostumbrada a los pepinos y zanahorias, sino hubiera sido rajada lisa y llanamente.

Sus quejidos y suspiros se mezclaban con los del vídeo que seguía corriendo, y cuando vino la acabada le pareció que se meaba entera.

Esa vez fue inolvidable para Clyde, y cuando iniciaba el regreso a su casa, se prometieron agregar un chiche de los dobles y uno con cinturón. Presa de una ansiedad insostenible, Clyde aguarda el próximo fin de semana, esta vez en casa de Rosy.