Club SW, sauna 3
En la sauna suele pasarnos muchas cosas, cada vez más excitantes, pero si me dejan sola, no se hasta donde puedo llegar
Club SW, sauna 3
En otra ocasión fuimos al Club SW un viernes que se celebraba el día del hombre y mi esposo quería divertirse esa noche; llegamos alrededor de las 7 pm, el club estaba lleno, había más hombres que parejas, las pistas de baile estaban muy bien decoradas; la de abajo tenía cintas de colores y luces multicolores, las sillas y mesas las habían ubicado de tal manera que dejaran un área más grande para bailar, o quizás para que pudieran acomodarse más personas de pie; la pista del segundo piso estaba también iluminada con luces de colores y reflectores intermitentes, todo era una invitación al desorden, tenía arreglos colgados en las paredes con forma de cuernos, en las esquinas habían muñecas de tamaño real de mujeres voluptuosas, también entregaban a cada asistente una máscara para darle un ambiente más perverso a la fiesta.
Mi esposo me había pedido que para ese día llevara un pequeño vestido amarillo que me compro en línea, era muy ajustado hasta la cintura con la espalda descubierta y la falda corta que no alcanzaba a cubrir todas mis nalgas; la tela era tan suave que sentía que iba desnuda; mis senos se marcaban perfectamente y los pezones estaban erectos toda la noche, el vestido incluía un pequeño tanga también amarillo que era un pequeño triangulo con una tira en cada ángulo que se unían para incrustarse en mi trasero y dejar todas mis nalgas descubiertas.
Alberto me había depilado a fondo, me encanta cuando lo hace, es tan meticuloso, me abre de piernas y me rasura con suavidad dejándome la piel completamente lisa y sedosa como la de un bebé; también él mismo me aplicó una crema con un leve perfume por todo el cuerpo, estaba absolutamente deseable y mi esposo lo sabía, le gusta mucho cuando los hombres a mi alrededor no dejan de mirarme y desearme con su mirada.
Ese día no entramos al jacuzzi porque no quería mojar ni mi corto vestido ni el tanga, solo bailamos un lado en medio de la gran pista del segundo piso, habían varias parejas bailando y muchos hombres observando, a la expectativa, listos para lanzarse, me sentí muy observada y Alberto se dio cuenta en seguida y mientras bailaba me acarició la espalda desnuda y bajó sus manos hasta mis nalgas tocándolas por encima del vestido; las amasaba y acariciaba subiéndome el vestido para mostrar mis redondas nalgas a los hombres que me observaban.
Luego al finalizar el baile, me dijo que se iba a pasear por el club para dejarme sola y los demás tuviesen más oportunidad de bailar conmigo; esa era su táctica para ofrecerme a otros.
Tan pronto abandonó la pista, dos hombres que no se de dónde salieron, me invitaron a bailar, me sonreí por la simultánea invitación y les dije que de a uno en uno; unos de ellos le cedió el primer turno al otro; este último me tomo de la mano y me llevó al centro de la pista, sonriendo se presentó como Nelson y yo le di mi nombre, entonces me tomó de la cintura y me atrajo hacia él, apretándome y marcó el paso, era muy buen bailarín y me llevó por toda la pista, me sentía como una reina, moviéndome en los brazos de ese experto danzante, sentí sus manos recorrer el camino desde mi desnuda espalda hasta la cintura en donde el pequeño vestido cubría apenas mis nalgas.
Nelson me miraba intensamente, no hablaba nada solo sonreía y se me pegaba cada vez más, extrañamente vestía con una pantaloneta deportiva y una toalla en su cuello; la pantaloneta dejaba ver sus fuertes piernas y un paquete bastante marcado; yo tenía mis manos en su cuello, pero trataba de no pegarme tanto, aunque él me acercaba más a su cuerpo, yo sentía ganas de tenerlo pegado, pero sentía que debía tenerlo apartado en esa primera pieza de baile.
Cuando terminó la canción, me dijo al oído que quería seguir bailando otra pieza, le dije que si y me tomó de una mano que llevó a su cintura justo al inicio de su pantaloneta; y la otra mano me la llevó hasta su cuello, él hizo lo mismo, me puso una mano en la cintura exactamente donde empezaba la tela del vestido y la otra mano la puso en mi cuello; en esta posición quedamos un poco más pegados, inmediatamente sentí sus dedos jugando en mi cuello y su otra mano bajando un poco para tocar mi trasero.
Sentí mis pezones más duros, apenas comenzaba la noche y ya estaba excitándome mucho; el otro hombre que me había invitado a bailar se acercó por la espalda de Nelson y me hizo señas para indicarme que la siguiente canción bailara con él, yo sonreí y asentí.
Nelson empezó a darme vueltas y vueltas mientras su mano en mi cuello seguía acariciándome, apretándome, dándome calor y deseo; sentí su cadera rozar mi entre pierna, el calor de su pubis llegó al mío, empecé a mojarme y sabía que el pequeño triángulo de mi tanga que apenas cubría un poco mi vulva no sería suficiente para detener mis jugos.
La mano que tenía en la cintura la subió suavemente por mi espalda desnuda, acariciando mi piel y llegando hasta mis hombros, luego la desplazó por debajo de la axila, sentí escalofríos, y él seguro de sí, me acarició el seno por el lado del pequeño triángulo que cubría un poco más que mi pezón; la piel de mis senos se tensionó produciéndome mas excitación; en un arranque de locura, me pegué a su paquete, lo apreté contra mi vulva, me tuve que empinar para rozarme a mi antojo, el aprovechó para acariciarme todo el seno y apretarme el pezón por encima de vestido, tanto que habíamos planeado esa noche había surtido efecto en mí, estaba muy caliente.
Sentí como su pene se movió dentro de la pantaloneta, como creció de una manera exagerada; con mis movimientos sentí que se desplazó hacia un costado; no me contuve, llevé mi mano para tocarlo, quería sentir esa dura herramienta de placer; al tocarlo por encima de la prenda, la sentí caliente, muy caliente y dura, palpitaba, parecía tener vida propia, recorrí mi mano para acariciar toda su extensión, la pantaloneta quería romperse de tanta presión que ejercía ese gran pene; sentía claramente el glande y el tronco, era inmenso, no podía dejar de tocarlo; Nelson me apretaba el seno como si quisiera arrancármelo; sentía su fuerte respiración en mi oído.
Sentí que la música se detuvo, las parejas se alejaban del centro de la pista, pero yo no podía dejar de tocar ese pene; entonces Nelson me quitó el gran juguete de la mano y me llevó hacia las mesas; en ese momento el otro hombre que esperaba el próximo baile se acercó, mirando a Nelson y tomando mi mano le dijo, ahora me toca a mí.
Nelson era apenas un poco más alto que yo; en cambio a este otro hombre, yo le llegaba al hombro, me llevaba más de 30 centímetros; sus manos eran muy grandes; al ir caminando otra vez hacia el centro de la pista de baile lo observé de arriba abajo, era un hombre delgado pero fuerte, sus pies eran también muy grandes, sus piernas largas y musculosas sin ser muy gruesas, sus hombros y pecho estaban bien cuidados, seguramente hacia mucho deporte, me gustó como se veía.
Rápidamente me rodeó con sus brazos por mi cintura y agachó su cabeza para ponerla prácticamente sobre mi hombro, sentí su piel en mi mejilla, no supe que hacer con mis brazos y solo las puse sobre sus brazos y hombros, sentí la fuerza de sus músculos; me sentí tan pequeña e indefensa contra su cuerpo; empezamos a movernos al compas de la música, me llevaba despacio como si fuera a romperme si me soltaba, no movía sus manos en mi cintura, sentía todos los dedos en mi espalda y cintura, tenía las manos abiertas.
Yo, sin darme cuenta empecé a mover mis manos por sus hombros y brazos, estaba acariciándolo desprevenidamente, el se tensionó un poco, pero siguió moviéndome por la pista, luego giró su cabeza sobre mi hombro y puso sus labios en mi cuello, no me besó, solo posó sus labios allí en donde más placer me produce, un pequeño chorro bajó a mi tanga. Mis senos se pegaron a su pecho, mis duros pezones querían atravesar la tela de mi vestido, las caricias con Nelson me habían dejado muy caliente y dispuesta.
Él estaba únicamente con una toalla a la cintura y lucía una evidente erección, la cual yo sentía que rozaba mi abdomen, quería apartarme para ver mejor su erección, pero su abrazo no dejaba margen, seguí acariciando sus brazos y apreté sus hombros en una clara señal de placer; este hombre solo seguía bailando y apretándome fuerte contra su pecho; una de sus piernas se metió dentro de las mías, sentí su muslo en mi vulva, el pequeño vestido no cubría mayor cosa y su pierna apretó mi pubis dándome mucho más placer.
Quería sentir sus manos en mis senos, o en mis nalgas pero nada, solo me apretaba con los brazos en mi cintura y su pierna mi mojada vulva mientras su boca rozaba mi cuello; me giré para ofrecerle mis labios pero él creyó que quería soltarme de ese abrazo y se incorporó dejándome perpleja y con deseos de más, nos miramos con una gran sonrisa, él pareció extrañado y antes que dijera algo, tomé sus manos y las llevé nuevamente a mi cintura pero mucho más abajo, sobre la parte alta de mis nalgas y lo miré desafiante; en esta posición debía inclinarse más; aproveché para observar su erección bajo la toalla, era muy interesante, se veía bastante bien y sobre todo estaba muy inclinada hacia arriba.
Me apreté contra él, y puse mis brazos en su cuello, quería que sintiera mi excitada respiración en su oreja.
Nuevamente empezó a girar, pero esta vez bajó sus manos y me apretó las dos nalgas, fuertemente, sus manos abarcaban todo mi trasero, parecía que quería levantarme, me sentí liviana, se incorporó un poco y sentí que mis pies abandonaban el piso, me apreté a su cuello y le mordí la oreja, él empezó a respirar muy fuerte, estaba super excitado, yo quería que me levantara más pero nuevamente me dejó en el piso mientras seguía bailando al compás de una salsa.
Al colocarme en el piso vi que su pene estaba más parado, y su toalla estaba a punto de caerse; él me soltó rápidamente para anudarla nuevamente y me dijo: casi se me cae; yo sonriendo le dije que no me importaría…él abrió los ojos perplejos por lo que le dije, pero nuevamente me tomó de las nalgas y seguimos bailando.
Al terminar la música me preguntó si quería bailar otra, le dije que me encantaría, pero quería descansar un rato y que me acompañara hasta nuestra mesa; me llevó de la cintura y pude observar que Nelson no nos quitaba la mirada, yo le sonreí al pasar.
Al ver que Alberto no estaba por allí, le dije al hombre que me acompañara mientras mi esposo volvía, me preguntó si no habría inconveniente y le dije que no se preocupara que nos gustaría su compañía; se sentó a mi lado y me invitó una bebida, le dije que solo bebía agua sin gas y pidió una botella para mí y una cerveza apara él, mientras nos llevaban el pedido, puso su brazo sobre mis hombros de una manera muy despreocupada, me dijo que le encantó bailar conmigo; ¿solo bailar?, le dije algo coqueta y él se agachó y me dijo al oído, todo lo demás también y me besó el cuello; yo miré su toalla y su erección no bajaba; él se dio cuenta a donde lo miraba y me dijo: mira como me tienes; yo lo miré a los ojos y subí las cejas en señal de admiración.
Estuvimos charlando un rato tomándonos las bebidas y conociendo un poco de cada uno, me preguntó si veníamos seguido y sobre nuestros gustos, al contarle que solo veníamos una vez al mes y que lo que más nos gustaba eran los tríos HMH, preguntó si teníamos algún perfil de hombre para nuestros encuentro, yo le dije que solamente escogíamos a alguien que nos cayera bien en el momento, de conversación agradable, de buen cuerpo y por supuesto bien ”equipado”; esto último lo hizo reír y me dijo: espero que esto te parezca bue equipo, señalando su erección.
Después de un rato, llegó mi esposo y no se sentó con nosotros, solo me dio un beso y me dijo que iba a estar en el truco un rato, estrechó la mano del hombre que en ese momento supe que se llamaba Rafael y luego se marchó hacia el turco; Rafael se quedó algo intranquilo, me preguntó si mi esposo se había molestado por estar sentado acompañándome, le dije que no se preocupara que así le gustaba a él, dejarme sola para que me divirtiera con quien quisiera; entonces me invitó nuevamente a bailar y salimos cuando empezaba un vallenato; en este baile que es más pegado, aprovechó para apretarme contra su cuerpo mientras llevaba sus manos a mi espalda y pegaba su pene contra mi abdomen, me sentí muy deseada con ese abrazo y pegué mi rostro contra su pecho sintiendo su aroma, el movía su pene contra mí produciéndome más y más placer, cada vez estábamos más excitados; al terminar el disco me propuso ir al sauna; yo rápidamente le dije que sí.
Tan pronto entramos al sauna, sentimos el calor en nuestro cuerpo incrementando el calor de nuestra excitación; el sauna estaba bastante lleno, en la primera sala había alrededor de diez personas charlando animadamente, en la segunda sala había una mujer recibiendo besos y caricias de tres hombres mientras otro par miraban extasiados; en la tercera, la más profunda y oscura sala había varias parejas teniendo sexo y en una de las sillas de madera estaba acostado un hombre mientras una mujer lo cabalgaba a conciencia mientras otra mujer que estaba de pie, le acariciaba los senos y la besaba con mucha pasión; había varios hombres alrededor que acariciaba a una o a otra de las mujeres que recibían las caricias tranquilamente.
Rafael me empujó hacia este grupo y se acomodó muy cerca de la mujer que acariciaba a la que montaba a su hombre, le tocó el hombro y cuando ella giro le preguntó con un gesto si podía tocarla, ella solo le sonrió aceptando; entonces Rafael le toco la espalda y llevó su mano hasta las nalgas de la mujer, allí habían otras manos tocando, yo estaba mirando asombrada como esa mujer que besaba a la otra, era acariciado por tres hombres a la vez; a veces se giraba y besaba a alguno de los hombres que la tocaban; Rafael se acercó más a ella para que también lo besara y en ese momento me soltó de la mano, dejándome allí sola en medio de varios hombres que no solo miraban esa escena tan erótica sino que también me miraban con mucho deseo.
Yo seguí mirando la escena tan morbosa, veía a las dos mujeres como gozaban, la primera seguía montada en ese hombre que tenía mucho aguante y empujaba su pelvis contra la mujer para lograr más penetración, sus cuerpos sudaban tanto por el calor del sauna como por el que les generaba la excitación; la otra mujer apretaba los senos de la primera, y le besaba la boca y el rostro completo buscando prolongar más su placer, algunos hombres, tal vez cinco, acariciaban a las dos mujeres; Rafael llegó hasta las nalgas de la chica de pie y buscaba presuroso el ano para penetrarlo con sus dedos; yo estaba muy excitada y de pronto sentí que estaba rodeada de otros hombres que iniciaron a tocar mi cuerpo por todas partes; miré a mi alrededor, buscando si estaba mi esposo, no lo vi.
Unas manos apretaron mis senos desde atrás, mientras un hombre se paró a mi lado izquierdo tocando mi abdomen y bajando su mano hasta meterla bajo el vestido, acariciando mis muslos y apretándolos para también separarlos un poco, sentí otras manos en mi nalgas por debajo del vestido, me tocaban toda, metían unos dedos bajo la tira del tanga para llegar a mi ano, yo estaba totalmente quieta, impactada por la forma en que de manera automática y simultáneamente varios hombres empezaron a tocarme, sentí que levantaban mi vestido para desnudarme, yo solo me dejaba hacer, parecía una muñeca sin voluntad.
Me quitaron el vestido y no supe en dónde quedó, luego sentí varias manos y bocas recorrer mi piel, una lengua estaba en mi cuello dándome mucho placer, recorría todo el cuello desde atrás hasta llegar a mi oreja, luego chupaba el lóbulo y metía la lengua tratando de penetrar mi oído; sentí que alguien se agacho delante de mi y trató de ubicar su cabeza en medio de mis piernas para llegar a mi vagina, trataba de levantarme con sus hombros en mis muslos, pero otro hombre me tomó de la mano para que me apoyara firmemente, el que estaba agachado corrió el pequeño triángulo del tanda y empezó a besarme los labios y el clítoris de una manera desesperada, yo estaba totalmente húmeda y su lengua hizo mojarme aún más.
Alguien más estaba atrás, acariciando mis nalgas y besándome los muslos, querían besarme todo el cuerpo, uno más trató de sacarme la tanga pero el que estaba chupando mi vulva lo tenía apretado en su mano, entonces sentí que alguien lo desgarró por una de las tiras y quedé totalmente desnuda, expuesta, ofreciéndome a tantas manos y bocas que me llevaban a una caída vertiginosa de gusto y placer desenfrenado.
No sé exactamente cuantos eran, dejé de ver a la pareja que tenían sexo delante de mí y cerré los ojos para dejarme llevar por esta locura, sentí que me arrastraban hacia una de las sillas de madera del fondo de la sala del sauna, me abandoné, cuando me acercaban a la banca sentí que me acomodaron encima de alguien que estaba sentado esperándome, sentí un pene erecto tocar mis nalgas, estaba muy caliente, me asusté por que iba a ser penetrada por algún extraño sin saber si quiera quien era y como era, lo único que sabía es que deseaba todo ese placer; el hombre sentado me tomó de la cadera y metió sus piernas dentro de las mías, abriéndomelas para que me sentara con una pierna a cada lado de las suyas, otras manos no dejaban de acariciar mi vagina y mis nalgas tratando de meter algún dedo, sentía bocas en mis senos que no abandonaban sus besos en mis pezones que estaban a punto de reventar.
De pronto sentí el duro pene entrando por el ano, no me lo esperaba, estaba tan excitada que no me importó, lo dejé llegar hasta muy adentro abriendo mi boca para respirar mi estruendoso orgasmo, quise agarrarme de algo para no caer, pero el hombre sentado que me penetraba me agarró fuertemente y me inclinó hacia él dejándome expuesta todo el frente, inmediatamente sentí de un par de hombres se apoderaron de mis senos mientras otro más se abalanzó a besarme la vulva, su lengua abrió mis labios y penetró profundamente en mi vagina, chupaba los jugos que manaban si descanso, alguien más me tomó de las piernas para abrirlas y levantarlas, estaba tan abierta, tan ofrecida y expuesta y sobre todo decidida a dejarme hacer cualquier cosa.
El hombre que me penetraba desde atrás, me ladeo la cabeza para besarme en la boca, le entregué mi lengua y tomé la suya en una batalla de locura, él estaba quieto, yo me movía lentamente sobre su erección, su boca aspiraba y chupaba la mía; otro hombre que estaba de píe a nuestro lado tomó mi mano y la llevó a su pene, lo cogí con hambre, al sentirlo y me llegó de manera exagerada un nuevo orgasmo, era un pene super gordo, no podía cogerlo con mis dedos, no podía abarcar la circunferencia, volteé a mirar y era un pene no muy largo pero supremamente grueso, más que mi brazo, el dueño de ese monstruo se dio cuenta de mi contemplación y se acercó más, lo miré con tanto deseo y mordí mi labio inferior para que viera mis ganas de sentirlo; éste entendió mi emoción y se fue acomodando sobre mi entrepierna, los hombres que antes me acariciaban se detuvieron para poder ver si era capaz de meterlo, yo estaba chorreando placer, mi vagina pedía a gritos más atención.
El hombre que estaba sentado y me penetraba el ano se quedó también quieto, todos estábamos a la expectativa, sentí como se acomodaba en la puerta de mi vagina, moví mi cuerpo hacia su encuentro, pero el hombre en mi ano me sujetó bien, otros dos tenían mis piernas abiertas y en lo alto, estaba lista para ese grueso invasor, sentí el glande tratando de entrar, mi vagina expulsó mas jugos, sabiendo que lo necesitaba, el hombre apretó más, el glande estaba super duro pero suave al tacto, me quemaba, quería que me rompiera toda, abrí más las piernas; alguien se acercó y abrió mis labios para facilitar la entrada, el hombre apretó más, sentí que me desgarraba, el dolor me llegó con un nuevo orgasmo, mi cuerpo todo tembló y en ese instante aquél aparato descomunal me penetró abriéndome como nunca, mi orgasmo me llevó a una sensación de dolor, llanto, risas y temblor en la piernas que no paraba, el hombre tuvo compasión de mi y se quedó quieto; jamás había sentido un pene tan grueso, pero mucho más si consideramos que tenía otro pene en el ano; ambos estaban quietos, dejándome relajar de ese orgasmo tan avasallador.
Lentamente fui recobrando la conciencia y mi respiración se hizo más pausada, los hombres en mi interior empezaron a moverse, suavemente al comienzo pero fueron incrementando la velocidad de sus entradas y salidas, coordinadamente, como si siempre lo hubiesen realizado, sentía un escozor en mi vagina y una fuerte presión en mi ano, ahora parecía que no podían moverse sin producirme más dolor; sentí en mi cuello y senos que seguían vibrando como eran acariciado por otras manos; los hombres que tenían levantadas mis piernas empezaron a besarme los dedos produciéndome un placer infinito; quería sentir más y más placer, pero el dolor era inmenso, cerré nuevamente mis ojos y moví mi cadera hacia los lados tratando de buscar más comodidad en las penetradas, ellos mal interpretaron mi movimiento y empezaron a penetrarme con más rudeza, sus embestidas me llevaron a un gran dolor de lujuria que nunca antes sentí, giré el rostro y un pene me tocó la boca, no lo dudé un instante, abrí mis labios y lo dejé entrar, sentía que no podía más otro orgasmo me llegaba, los hombres me penetraba con más pasión, sus penes me abrían más y más, no quería que se detuvieran, sentí el pene en mi boca que penetraba mi garganta hasta ahogarme, traté de separarme para respirar pero el hombre me contuvo la cabeza y apretó mi nariz para que no respirara, eso obligó a abrir más la boca para encontrar aire y en ese instante me la metió hasta el fondo, no se como pero me llegó hasta la faringe y mis vías se abrieron asombrosamente, sentí ese pene querer seguir más adentro y como palpitaba, sabia lo que significaba y en ese momento en que mi garganta y faringe se abrieron, expulsó una gran cantidad de semen muy adentro provocándome una arcadas que me quemaban por la presión.
Poco a poco sacó su pene de mi boca y pude respirar como una demente, mis ojos llorosos miraban para todos lados, como buscando al ultrajador, pero no tuve tiempo de pensar mucho, es ese momento el hombre del pene grueso que penetraba y desgarraba mi vagina, se salió intempestivamente dejando un gran vacío, luego, apretando su pene empezó a expulsar chorros y chorros sobre mi vulva, sobre mi abdomen y mis senos, prácticamente me baño de semen; y ahí estaba yo, completamente abierta de piernas que dos hombres tenía en alto, mientras otro seguía penetrándome por el ano sin compasión, mi cuerpo totalmente bañado en semen, cuando veo a mi esposo quieto en mitad de la sala mirándome; sus ojos estaban que echaban chispas, no se si de deseo y placer o de furia por haber disfrutado sin él; solo se que sus ojos en mi me produjeron un nuevo orgasmo.