Club SW, sauna 2 y sigue

Aún quedaba mucho placer por recibir y mi esposo estaba dispuesto a llevarme al límite (dedicado a mi lectora amiga Bellaney)

Club SW, sauna 2 sigue…

Después de ese doble placer, mi esposo me llevó al jacuzzi; detrás de nosotros venían Alejo y Nestor; le pedí el tanga a mi esposo para ponérmelo al entrar al jacuzzi; el agua estaba deliciosa, caliente y llena de burbujas; de la mano de Alberto me acomodé en una de las sillas adaptadas dentro del jacuzzi, los chorros me masajeaban la espalda y las nalgas, era delicioso; me fui relajando mientras mi esposo me besaba suavemente las mejillas y acariciaba un muslo por debajo del agua; me di cuenta que Alejo se sentó a mi derecha, al otro lado de donde estaba mi esposo, mientras Néstor se sentó frente a nosotros; no había nadie más en el jacuzzi.

Cerré los ojos cuando sentí la mano d Alejo tocar mi otro muslo, solo quería descansar un rato y relajarme; y qué mejor que siendo acariciada suavemente por mi esposo y otro hombre.

Pasados unos minutos, sentí algunas voces; abrí lo ojos y me encontré con que había llegado otras personas, eran la pareja que nos vieron mientras nos cambiábamos; la mujer estaba sentada entre su esposo y Néstor; y cada uno tocaba uno de sus grandes senos, también me di cuenta que Alejo me seguía tocando con una mano el muslo, bien arriba cerca del tanga y con la otra mano me acariciaba el seno que asomaba por encima del nivel del agua; mi esposo me acariciaba el otro muslo y tan pronto me vio con los ojos abiertos me preguntó que cómo me encontraba.

Yo solo lo bese suavemente en los labios y sonreí mirándolo intensamente a los ojos, era una muestra clara de lo bien que me sentía; empecé a contarle lo que Néstor me hizo en el sauna y luego en la ducha del turco, vi como se le puso duro el pene, sabía que le gustaba que le contara con detalles, que le excitaba conocer cada una de las caricias que me daban y las sensaciones que me producían; yo le conté todo el placer que me proporcionó, y le fui acariciando el duro pene por debajo del agua; la mujer que estaba sentada al frente no quitaba la mirada del grande y erecto pene de mi esposo, eso también me gustaba.

Al terminar de contarle todos los detalles, tanto mi esposo como yo estábamos muy calientes y excitados y decidimos pasar nuevamente a la sauna.

Al salir del jacuzzi, mi esposo me dijo que me quitara el tanga nuevamente, porque además de estar mojado, quería darme mucho placer en el calor de la sauna; me quité el tanga y me puse la toalla no sin dejar de ver como la mujer y su esposo me miraban todo el cuerpo con deseo, eso me hizo sentir unas cosquillas en mi bajo vientre.

Salimos del jacuzzi y de la mano de mi esposo volteé a ver si Alejo o Néstor venían con nosotros, no fue así, se quedaron allí en el agua en compañía de esa pareja.

Entramos a la sauna y sentimos rápidamente el cambio de temperatura, estaba haciendo mucho calor; en la sala exterior, no había nadie; seguimos al interior, en la sala pequeña estaba una pareja acostados y acariciándose las nalgas simultáneamente, alcancé a ver como el hombre levantar su rostro para mirarnos, me sonrió mientras sus manos seguían acariciando a su pareja, yo lo miré directamente a los ojos y sonreí, seguimos hacia la sala interior, no había nadie; mi esposo se quitó la toalla y la extendió para que nos sentáramos; él se sentó y me abrazó por los hombros recostando mi espalda sobre su pecho, me acomodé sintiendo sus manos tocarme los senos por encima de mi toalla.

Me preguntó si quería un masaje, aunque era muy tentador, le dije que así estaba muy bien, que siguiera acariciándome como lo hacía; él se recostó sobre la pared y me atrajo más hacia él para seguir acariciándome los senos mientras besaba mi frente y mejillas, era tan delicioso sentir como mi esposo me tocaba con ternura mientras mi vagina seguía palpitando por el placer recién recibido.

Pasado un tiempo que me pareció corto por el gusto que sentía, entró Alejo en compañía del esposo de la mujer del jacuzzi, venían hablando animadamente y riéndose muy fuerte, nos sacaron de nuestro idilio, ambos se sentaron en la misma silla en donde estábamos Alberto y yo, junto a mis piernas; Alejo puso su mano sobre mis pies y aquel otro hombre me miró intrigado, como preguntando con sus ojos si yo estaba de acuerdo con esa intromisión; yo simplemente miré de lado a mi esposo y él sonrió.

Alejo empezó a subir su mano por mi pantorrilla, me acariciaba un poco fuerte pero me gustó, abrí un poco las piernas como invitándolo a seguir por ese camino; se acomodó sentándose de frente a mis piernas y puso una mano en cada una de ellas, tocándome desde los tobillos hasta la altura de las rodillas, apretando y estirando mis piel y los músculos de las pantorrillas, era un delicioso masaje; luego se acercó más, acarició mis muslos subiendo sus manos por debajo de la toalla, sentí que me mojaba con sus caricias; mi esposo me soltó un poco el nudo de la toalla para acariciar mis senos por debajo.

Cuando Alejo llegó bien arriba con sus manos, tocando mi cadera y acercando sus dedos pulgares a mi entre pierna, me abrí todo lo que la toalla permitía; Alberto me apretó cada seno con una mano, un apretón que me demostraba el placer que sentía, levanté mi rostro hacia atrás para que me besara; estábamos en una posición muy cómoda; mi esposo sentado recostado sobre la pared, yo recostada con mi espalda sobre su pecho con la toalla un poco suelta dejando ver un poco de mis senos que eran acariciados por mi esposo de manera casi salvaje; Alejo sentado frente a mí, tocándome las piernas, más exactamente los muslos con sus manos bajo la toalla llegando muy cerca de mi vulva que a esta hora destilaba muchos jugos; el otro hombre que llegó con Alejo estaba sentado tras Alejo pero no apartaba su mirada de los movimientos y caricias que me hacían.

Estaba tan excitada, sintiéndome casi expuesta a los deseos de tres  hombres; Alejo me haló de mis piernas, quería casi acostarme sobre la gran silla de madera, sentí que rodaba sobre el abdomen de mi esposo que no quitaba sus manos de mis senos, la toalla se me subió por la cintura, Alejo la tomó de la parte superior y la abrió totalmente dejando al descubierto mi cuerpo completamente desnudo; mi esposo acomodó sus piernas a cada lado de mi cuerpo e inclinándose sobre mi me besó en los labios y me dijo al oído: Pase lo que pase déjate llevar y disfruta; yo abrí mucho los ojos y lo miré con algo de angustia y  mucho deseo, él solo me besó una vez más y acomodó mi cabeza sobre su bajo vientre, casi sobre su genitales.

El otro hombre se levantó y de pie junto a mi se quitó la toalla dejando ver un pene medio erecto y unos testículos que colgaban llenos de pelos, tenía una barriga cervecera también peluda y extrañamente sus piernas eran muy delgadas aun cuando el resto de su cuerpo era grueso; se empezó a mover el pene mirándome a los ojos, luego recorría su mirada desde mi rostro, bajando por mi cuello hasta el pubis y luego subía, sentía la caricia de sus ojos y me encendía más.

Alejo se agachó a besar mis muslos, lego se acercó a mi vulva y besó mis labios que se abrieron para recibirlo, me tocó la cadera, llevó sus manos hacia a tras tocando mis nalgas, levantándome un poco para tocar mejor mi trasero y enterrar más su boca en mi vagina; instintivamente abrí más mis piernas, sentí su lengua en mi clítoris y estallé en un leve pero prolongado orgasmo; fue delicioso, quería más.

Sentí que me acariciaba el ano con un dedo, lo movía tratando de entrar, levanté un poco mas mi cintura, él me abrió más las nalgas para facilitar la penetración, el dedo entró y sentí que el ano vibró con esa intromisión, sin dejarme reponer, lo metió hasta el fondo, creo que era el dedo del medio porque era grueso y largo, me gustó tanto que empecé a mover mi cadera arriba y abajo, Alejo sacaba el dedo casi hasta la punta y lo volvía a meter, me estaba acercando peligrosamente a otro orgasmo, mi esposo lo sabía y empezó a acariciarme el cuello y las orejas para incrementar el placer.

Miré al hombre de pie a mi lado y tenía el pene más erecto, no era muy grande pero se veía bastante bien; el se dio cuenta que lo miraba y me lo ofreció levantándolo con su mano, yo solo sonreí sin quitarle la mirada, entendió que aceptaba su invitación y se acercó más, puso la mano que antes masturbaba su pene sobre mi seno, la sentí un poco mojada y me gustó que esparciera su humedad en mis senos, apretó mis pezones haciéndome levantar un poco el pecho para disfrutar esa caricia; luego fue acercando más su erecto pene a mi cara; yo retiré un poco mi rostro y miré a mi esposo negando con mi cabeza, mi esposo dijo suavemente, que disfrutara; y tomando mi cabeza la giró para poner mi cara frente al pene que me ofrecía; yo no quería chupar ese pene rodeado de pelos, traté de apartar otra vez mi cara pero mi esposo me retuvo fuerte, me miró intensamente, pidiéndome con sus ojos que le brindara ese placer, él quería verme haciéndole sexo oral a otro hombre.

Miré resignada a aquel hombre que me ofrecía su pene, luego miré el glande que se acercaba más y más, estaba atenta a las sensaciones que me llegaban a mi nariz, el olor fuerte de su pene, la cabeza húmeda; por estar en esta situación poco deseada, me había olvidado por completo de Alejo que seguí metiendo su lengua en mi vulva, chupaba los labios y penetraba con rapidez mi ano con su grueso dedo, volver a despertar a esas ricas caricias hicieron que me dejara llevar; cuando el pene llegó a rozar mis labios, simplemente saqué la lengua y acaricié el glande, no se que dio en ese instante pero quise sentirlo todo, llevé mi lengua alrededor de todo el glande, el hombre me acariciaba más fuerte los senos, Alejo intentó meter otro dedo en mi ano, sentí que lo logró fácilmente, me sentí más llena aún, abrí más mi boca y me acerqué a ese pene, con mi lengua empecé a recorrer todo lo largo, sentí algunos pelos en  mi boca y en la nariz, no me importó, estaba como en trance.

El hombre se dio cuenta de mi entrega y retiró un poco el pene de mi rostro, lo miré con deseo y abrí más la boca indicándole que quería más, llevó el pene sobre mi cara, acercando sus peludos testículos a mi boca, no me importaba nada, saqué mi lengua y acaricié sus bolas le pase la lengua por toda el área, algunos pelos se enredaban en mis dientes pero estaba lanzada, quería chuparlos; sentí el pene de mi esposo bajo mi cabeza que estaba tan duro y caliente, me moví sobre él para que sintiera mi placer.

Alejo se incorporó sin sacar sus dedos de mi ano, sentí mi vagina abandonada, lo miré de lado suplicando con mis ojos que no me dejara así, estaba a punto de explotar de deseo; levantó un poco mis piernas y acercó su erecto pene, quería que me lo metiera ya, no me importaba si se había puesto un condón o no, lo necesitaba dentro de mí, sus dedos seguían penetrando mi ano, estaba al borde del precipicio.

El hombre acercó más su pene, lo tomé con una mano y chupé sus testículos, sentí un gusto raro pero delicioso, traté de meterme los dos, mi esposo no dejaba de acariciar mis orejas y cuello, él sabia cuanto me gusta eso; el hombre me acarició los pezones, luego los apretó salvajemente, justo en el momento que sentí que Alejo sacaba los dedos del ano y me penetraba con su pene…..que dolorrrrrrrr, que ricooooooo, nunca me habían penetrado el ano así, tan de repente, exploté en un orgasmo delicioso, intenso exquisitamente doloroso; y al mismo momento el hombre a mi lado me metió el pene en la boca, lo empujó hasta la garganta, aprovechando que yo abrí la boca para respirar por el inmenso placer de mi orgasmo, mi cuerpo empezó a temblar, Alejo no dejaba de penetrarme con su gran pene abriéndome las entrañas, mi esposo me apretaba la cabeza con dulzura mientras recibí los golpes del pene en mi garganta, sentí que se iba a correr en mi boca, traté de sacarlo pero mi cuerpo no respondía, seguía temblando y el hombre eyaculó dentro, su semen inundó  mi boca y garganta, sentí que vomitaba pero el pene incrustado en mi ano hizo que abriera más la boca para tomar aire y solo deje que el semen inundara mi garganta hacia adentro y alguna parte se derramara fuera de mi boca.

Finalmente, Alejo empezó a incrementar sus embestidas, su pene lo sentí más grueso en señal que se veía dentro de mi ano, y explotó inundándome, sentí su caliente semen recorriendo todo mi interior, también sentí que mi esposo mojaba mi cabeza y cuello con su caliente explosión, quedé rendida por tantos placeres simultáneos…

No se si me dormí o me desmayé, abrí los ojos y mi esposo estaba acariciando mi rostro, me miraba con tanta dulzura y deseo; tanto Alejo como el otro hombre ya no estaban, traté de incorporarme, pero Alberto me dijo, que descansara un rato más que aún faltaba lo que él me daría en la casa.