Club SW, sauna 2 continuación

El placer que me dio Néstor en el sauna continua sin la presencia de mi esposo, hasta que él llega y me ve....

Club SW, sauna 2 continuación…

Al salir del sauna y camino de las duchas, miraba a todos lados buscando a mi esposo, no sé como se lo tomaría, que me había entregado a otro hombre sin estar él presente, espero que no se disguste, tal vez incluso le guste; pero igual estaba un poco descompuesta por la situación, algo desolada por su ausencia y también asustada por su reacción; en el club hay varias duchas, un par de ellas están en una cabinas transparentes frente al jacuzzi en donde todos pueden verte, hay otro par de duchas en la sala pequeña del turco, en donde el leve calor del lugar las hace muy acogedoras, allí me fui; al llegar al turco, está a la derecha la sala grande donde generalmente entra más gente por la alta temperatura en la que permanece, a la izquierda está la sala más chica en la que apenas hace calor y casi siempre permanece sola; en medio de las dos salas hay un pequeño rectángulo con una silla, para aquellos que quieren descansar un poco del calor de adentro; allí había un sujeto joven de no más de 28 años, apenas entré, se quedó mirándome como extrañado por estar sola, lo saludé e ingresé a la sala chica a ducharme, tan pronto abrí la puerta sentí el calor de la sala, no era muy fuerte pero si agradable, me quité la toalla y abrí una de las duchas, el agua estaba muy fría, esperé que saliera un poco más caliente; en ese momento el chico de afuera entró y se sentó en una de las bancas del turco frente a mí, observándome, yo estaba desnuda lista para entrar bajo la regadera; me incomodó un poco que entrara cuando me iba a dar un baño, pero igual este es un lugar público.

Le di la espalda y me metí bajo el agua que caía deliciosamente, tomé un poco de jabón líquido y me lo restregué por todo mi cuerpo, enjabonándome despacio, sabía que aquel hombre no dejaba de mirarme y llevé mis manos a mis nalgas para esparcir gran cantidad de jabón, me acariciaba bien los glúteos, metía mi mano en la raja de mis nalgas, lo hacia despacio consiente de sus ojos en mí; de pronto lo escuché decir algo, me volteé a mirarlo por si me estaba hablando, y sonriéndome me dijo que tenía un bonito cuerpo, yo solo agradecí y bajé los ojos, seguí en esa posición, de frente a él que seguía mirándome, untándome jabón por mis senos y cuello, levantaba la cabeza para refregarme el cuello y lo miraba de soslayo.

El chico abrió la toalla que tenía a la cintura y me mostró un pene largo y delgado, lo tenía muy erecto, sin dejar de mirarme, abrió bien la toalla para compartir su erección; yo detuve mis manos sobre mis senos para mirarle bien el pene que me ofrecía, luego seguí bañándome como si nada; al rato entro Alejo, tan pronto entró le pregunté si sabía en donde estaba mi esposo; el chico se cubrió inmediatamente con la toalla; Alejo me dijo que ellos vieron que me quedé dormida y se fueron al jacuzzi y que el agua ya estaba caliente, me contó que mi esposo se quedó allí charlando con una pareja que recién llegaron, me dijo que iba a avisarle que yo estaba despierta, le dije que no lo hiciera que yo ahora lo alcanzaba en el jacuzzi; el chico joven se levantó y salió; Alejo se quedó sentado allí viendo como me bañaba, sin quitarse la toalla que mostraba un considerable bulto; un par de minutos después la puerta se abrió y entró Néstor, el hombre que me había dado tanto placer en el sauna, me dijo que estaba buscándome por todos los baños hasta que me encontró; ni siquiera miró a Alejo, simplemente se quitó la toalla que tenía en la cintura y dejó un par de toallas limpias en una repisa y se acercó a mi ducha; no se porque me puse nerviosa de lo que Alejo pudiera pensar, era una sensación rara, yo no tenía nada en particular con Alejo, pero él estaba con mi esposo, esperando que yo despertara, seguramente con deseos de compartirme.

Nestor sin pedir permiso se metió bajo la regadera en la que me bañaba, se mojó todo el cuerpo y tomo una gran cantidad de jabón para untarse el cuerpo, luego se me acercó por la espalda y me abrazó como si fuera mi esposo, me sentí muy vulnerable, sin embargo no podía dejar de acordarme de todo el placer que me había dado, me dejé abrazar y sentí su duro pene contra mis nalgas, me apretó más y llevó sus manos a mis senos para apretarlos suavemente, me buscó el cuello para besarme y me dejé llevar de sus caricias, volteé el rostro para buscar su boca, abrió sus labios invitándome a entrar, le metí mi lengua con pasión, quería devolverle todo le gusto que me dio en el sauna, lo besé como me gusta, con fuego en los labios y veneno en la lengua, me entregó toda su boca, seguía apretando mis senos, su pene trataba de colarse entre mis nalgas, quería sentirlo adentro, me incliné para que me penetrara, Néstor se retiró un poco, yo volví a mirarlo y me tomó de mis brazos y me giró para quedar frente a frente, otra vez me tenía super excitada, ahora era él el que me besaba, lo hacia suave y tierno, me enloquecía más.

Me abrazó fuertemente, un brazo sobre mis hombros y el otro abajo acariciando mi cintura me apretó contra él, sentí su duro pene llegar hasta el ombligo, quería tocarlo, quería sentir en mis manos ese gran pene que tanto placer me había dado, llevé mis manos y lo tomé con ambas, lo acaricié por todo lo largo, era tan grande, apreté el glande, Néstor tembló con mis caricias, me siguió besando con más pasión, le tomé los testículos y los apreté un poco, no mucho solo para sentir como eran de grandes, fui subiendo una mano por todo el tallo del pene y con la otra apreté su cintura y luego la bajé hasta la nalga, la apreté contra mí; luego tomé la otra nalga con mi otra mano y lo empujé hacia mí para que se me pegara más si era posible, él suspiró en mi boca; levanté una pierna para envolverlo y atraerlo, me tomó de las nalgas y me levantó, sentí que podíamos caernos por el suelo mojado y jabonoso, pero él me tenía bien fuerte, me sentí tan pequeña en sus brazos.

Así abrazados de pies y manos, nos metimos bajo la regadera, el agua trataba de disolver el calor de nuestros cuerpos pero era imposible, me acordé de Alejo y lo busqué con la mirada; aún estaba allí sentado, mirándonos con los ojos bien abiertos, se tocaba el pene bajo la toalla; seguí besando a Néstor con más pasión, él trató de acomodar el pene en mi vagina que estaba chorreando agua y jugos de mi calentura, me incorporé un poco para ayudarlo y sentí como me incrustó ese enorme aparato, me llegó mucho más adentro, tal vez por la posición lo sentí llegar a donde nunca nadie había llegado, se quedó quieto, sintiendo la plenitud de su embestida, mis flujos desbordaron, sentía como se escurrían por mis muslos y seguramente por los de él.

Con sus manos en mis nalgas me levantó un poco más para acomodarlas mejor y sentí que quería llegar con sus dedos a mi ano, me abrí lo más que pude, el orgasmo era inminente, mi respiración se agitaba más y más, su dedo llegó y me penetro con extrema facilidad, sentí mi ano muy abierto, le dije al oído que me metiera otro dedo, no se hizo esperar y sentí como me ensanchaba mi recto, me corrí y me volví a correr cuando sentí otras manos acariciando mis senos, abrí los ojos para ver que era mi esposo que sin darme cuenta había entrado de forma silenciosa o quizás simplemente no lo escuché.

Mi esposo me miraba con tanto deseo y pasión, me incliné un poco para besarlo pero él se retiro un poco para no permitir que me alejara de las caricias que Néstor me estaba dando; solo sentir que mi esposo estaba a mi lado acariciándome los senos, mientras yo abrazada con mis piernas alrededor de la cintura de otro hombre que me sostenía en sus brazos, me besaba con ardor y me penetraba con su grande y duro pene hasta muy adentro; me llevó por una gran caída de gusto, exploté en otro orgasmo que hizo temblar mis piernas, mi boca se abrió en un grito mudo, me faltaba el aire para gritar toda la pasión que estaba sintiendo, mi esposo me ayudo a bajar, Néstor estaba perplejo por mis convulsiones, su pene seguía erecto, no supe si se había corrido conmigo, estaba como desmayada, era mucho placer desenfrenado.

Alberto me terminó de bañar, yo solo me dejaba hacer, me juagó con bastante agua, luego me secó con una de las toallas que Néstor le entregó, después de secarme, me mostró el tanga que tenía entre su toalla, lo miré sin decirle nada, creo que él me la quitó para incentivar algo así como lo que me había pasado; salimos del turco y me preguntó si adonde quería ir, le dije que quería descansar un rato en el jacuzzi, que me encontraba super fatigada después de tanto sexo, me miró sorprendido y me dijo: Ahora me cuentas todo.

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