Club SW, sauna 2

Tantas veces hemos disfrutado en el sauna, esta vez es una de esas que nunca olvidaré...

Club SW, sauna 2

Quiero decirles que en el Club SW y en especial en la sauna, hemos vivido una gran cantidad de momentos llenos de placer, locuras que nos llevaron a un nivel de excitación increíble; entre tantos, hay algunos que son los más recordados que si debo relatarles.

Un sábado temprano en la mañana, nuestras hijas fueron a una reunión con algunas amigas de la mayor de ellas, por lo que a medio día estábamos algo aburridos en casa y mi esposo me propuso ir al Club SW en la tarde, nosotros acostumbramos ir tipo 8 pm, por lo que se me hizo un poco extraño, pero igual acepté y nos fuimos; llegamos como a las 2:30 pm; el club estaba casi solo, entramos, nos dieron las llaves para el lockers; nos cambiamos, Alberto desnudo se puso la toalla a la cintura, yo me quedé con un pequeño tanga que era un par de tiras que se anudaban al costado y un pequeño triangulo de tela casi trasparente que apenas cubría mi depilada vulva, también me puse encima una toalla que cubriendo mis senos, llegaba apenas a tapar mis nalgas.

Mientras nos cambiábamos llegó una pareja compuesta por una mujer de 40 años aproximadamente, tenía la toalla en la mano, iba mostrando sus enormes senos; tenía un liguero negro con rojo que ajustaba un par de medias de red color rojo, llevaba un tanga negro que le cubría su pubis dejando al descubierto todas las nalgas y por último tenía un par de sandalias de tacón alto que le daban más contorno y forma a sus fuertes piernas y nalgas; el hombre que la acompañaba, pasó mirándome como me quitaba la ropa y se quedó mirando hasta que me puse la toalla, me vio todo el cuerpo expuesto mientras su pareja miraba a todos lados como buscando algo; el hombre iba vestido igual que mi esposo con una toalla a su cintura y unas chancletas suministradas por el Club.

Cuando terminamos de cambiarnos y guardar nuestras cosas en el lockers, nos fuimos hacia el jacuzzi, a esa hora estaba completamente solo, el agua aún estaba fría, le dijimos a las chicas del bar que por favor encendieran el jacuzzi que queríamos usarlo; y mientras tanto nos fuimos a dar una vuelta por todo el club para saber cuánta gente había.

El turco estaba solo, en las pistas de baile, solo había un par de hombres solos charlando en una esquina, indudablemente venir a esta hora asustaba un poco; nos fuimos al sauna y estaba bien caliente; en la primera sala habían un trío de dos hombres y una mujer charlando alegremente, se detuvieron a vernos cuando pasamos, me di cuenta que los hombres, me miraron de arriba abajo con una sonrisa deseosa, la mujer en cambio me miró a los ojos sonriendo a nuestro saludo; seguimos a la siguiente sala, la más pequeña, estaba un poco más fría y sola; por último entramos a la sala del fondo, era más grande, más oscura y estaba más caliente; allí había un solo hombre completamente desnudo, acostado de lado sobre su toalla, tenía los ojos cerrados por lo que me atreví a mirarlo todo, tenía un buen cuerpo, algo pasado de kilos pero se veía bien su tórax era bastante fuerte, igual que sus piernas; y por supuesto no podía dejar de verle el pene, no era muy grande, lo tenía depilado aunque se veían algunos pelos sobre el pubis que le daba un aire de adorno que me causó algo de risa, le seguí mirando sus testículos que caían sobre su muslo, se veían bastante grandes; cuando llevé la vista nuevamente a su rostro, me estaba mirando, me sentí descubierta y aparté los ojos rápidamente.

Mi esposo, sin decirme nada, me quitó la toalla y la tendió en una de las largas sillas de madera frente al hombre, me dijo que me acostara boca abajo para darme un masaje; yo le dije que más adelante, que por ahora solo nos acostáramos a relajarnos; me acosté sobre la toalla pero boca arriba; mi esposo se sentó a mi lado, cerca a mis pies y empezamos a charlar sobre lo solo que estaba el club; el hombre sentado al frente acostado, se levantó y sentó quedando desnudo sobre su toalla, nos miró un rato y luego empezó a participar de nuestra charla; nos dijo que era muy temprano, que el club lo abrían a la 1 pm y que alrededor de las 4 o 5 de la tarde empezaría a llegar las parejas; que a esta hora solo acostumbraban a entrar algunos caballeros solos.

La silla en donde él se encontraba sentado estaba frente a nosotros, a unos cuatro metros, se levantó y tomando su toalla en la mano se nos acercó y se presentó como Alejandro, que todos le decía Alejo, le estrechó la mano a Alberto y me tendió la mano, me incorporé un poco para darle la mano y él tomándomela la apretó y halo hacia él para inclinarse y darme un beso en la mejilla, muy cerca de mis labios, eso me tomó por sorpresa y volteé a ver a mi esposo, que estaba igual de sorprendido, pero no dijo nada; luego Alejo se sentó en nuestra silla junto a mi cabeza, yo miré intranquila a Alberto haber si decía algo o le molestaba, le parecía bien y me sonrió.

Seguimos charlando sobre los mejores días para ir al Club y que tipo de situaciones habíamos presenciado, Alberto le preguntó a Alejo cada cuanto venía al club, y si siempre venía solo; Alejo nos comentó que era la segunda vez que entraba, que la primera vez vino hace dos meses con su novia y que le encantó el ambiente, que la novia no había podido venir hoy; pero que él estaba dispuesto a seguir viniendo, con ella o solo; nos comentó que la vez pasada, llegaron a entrar a un cuarto privado con otra pareja más jóvenes que ellos, (él tenía como 35 años); y que aun cuando se besaron y se acariciaron con la pareja cambiada, solo tuvieron sexo cada cual con su respectiva pareja, viéndose mutuamente en todo momento lo que agregó más excitación.

Mi esposo comenzó a tocarme los pies y a meter sus dedos entre mis dedos, me fue relajando mucho, lo cual junto con el tono de su charla y el calor delicioso de la sauna me fueron cerrando los ojos y terminé durmiéndome plácidamente.

Entre sueños sentí que mi esposo subía las manos por mis piernas, las recorría tan suavemente que apenas apretaba mi piel, era delicioso, sentí que llegó hasta los muslos, subía y bajaba otra vez hasta mis pies, luego subía y esta vez más suave casi no me tocaba, trataba de meter las manos por la parte interna de mis muslos, abrí inconscientemente las piernas para facilitarle la tarea, volvió a bajar las manos pero esta vez por la cara externa de las piernas, llegó hasta la planta de los pies y subió de nuevo por la cara interna de mis piernas y muslos, subió y subió hasta llegar a mi pubis, sentí sus dedos rozándome los labios de mi vulva, parecía como si me tocara por debajo del tanga, sentía un dedo abrir un poco mis labios…!!!mi tanga¡¡¡, no tenía el tanga, me asusté y abrí los ojos para verlo, efectivamente no tenía el tanga, pero más sorpresa me llevé cuando vi que esas manos que me tocaban no eran las de mi esposo; era un hombre que no conocía ni sabía de donde había salido, asustada me levanté un poco para ver a todos lados buscando a Alberto y no lo vi, tampoco estaba Alejo, solo estaba ese hombre que por mi actitud asustada dejó de tocarme, me senté tratando de taparme con parte de la toalla que estaba bajo mi cuerpo; le pregunté: ¿Quién es Usted?; ¿Dónde está mi esposo?; el hombre sonrió y me dijo que él vio salir a dos hombres del sauna, que seguramente fueron a dar una vuelta por el Club; que él entró y me vio tan hermosa y dormida que no quiso despertarme, que solo me estaba acariciando y que yo en sueños sonreía como si me gustara; que en todo caso lo perdonara por su impertinencia, pero que él era experto dando masajes.

Yo lo miré directamente a los ojos, tendría alrededor de 45 años, de cuerpo bien cuidado y completamente calvo, se veía bien; también tenía una toalla atada a su cintura que no disimulaba su erección; no sé cuánto había dormido, le pregunté la hora, me dijo que eran  las tres y media, no creí haber dormido tanto, pero me sentía muy relajada; me preguntó el nombre y me dijo llamarse  Néstor, me preguntó si me gustaban los masajes, le dije que me encantan pero quería ir a buscar a mi esposo; me convenció de esperarlo acá, con eso no nos cruzábamos; él se sentó a mi lado, traté de acomodarme la toalla para cubrir mi cuerpo, busqué el tanga pero no lo encontré; no sabía que había pasado; me puse la toalla cubriéndome desde mis senos, Néstor me miraba toda, me desvestía con sus ojos, se acercó más aún, me dijo que si podía darme un masaje en el cuello y espalda pero sin esperar mi respuesta empezó a tocarme con una mano el cuello, lo hacía tan suave que me dejé llevar, siguió tocándome el cuello por todo el contorno, apretaba solo un poco, luego movió mi cabeza para estirar el cuello, era muy delicioso, puso su otra mano sobre la parte alta de mi espalda, la que la toalla no alcanzaba a cubrir.

Yo me fui relajado y me giré un poco para darle la espalda completamente; él se acomodó subiendo una pierna en la silla y estirándola a mi lado, quedé un poco entre sus piernas, una la tenía estirada en la silla junto a mí y la otra la tenía doblada pero muy cerca de mi cadera, la sentía moverse un poco sobre mis nalgas; empezó a masajear mi cuello y espalda simultáneamente, era algo delicioso, me encanta cuando me tocan así, suspiré muy alto y él me dijo si podía bajar un poco la toalla para seguir con el masaje, yo no le contesté, estaba un poco nerviosa por si mi esposo regresaba y me veía en esa situación, dejándome tocar por otro hombre sin que él estuviese presente.

Néstor fue bajando la mano sobre mi espalda, arrastrando la toalla cada vez un poco más, sentí que mi toalla se caía y dejaba al descubierto mis senos, no me importó, me sentía muy bien; Nestor se removió un poco en la silla y sentí que se pegó más, sentí su erección a través de la toalla, me quedé muy quieta, sentía su respiración  muy agitada, igual que la mía; me dijo que me sentara bien para que me sintiera más cómoda, entonces me paré y le pregunté que como quería que me sentara, el me dijo que me quitara la toalla y me sentara sobre ella pero con mis piernas sobre la silla, me sentí un poco cohibida pero lo hice, igual él ya me había visto desnuda, extendí la toalla y me senté subiendo mis piernas en la silla, quedando de espaldas a Néstor, sentí como el se sentaba a mi espalda pero no tan pegado, solo se inclinó hacia mí para tomarme de los hombros y empezar a masajear todo el cuello, los hombros y la parte alta de la espalda, lo hacía sin prisas y apretando y soltando cada parte de mi piel y de mis músculos; me fue reclinado un poco sobre él, luego subió y flexionó sus piernas y las puso una a cada lado.

Siguió masajeándome la espalda, de arriba abajo de derecha a izquierda, luego subía hasta mi cuello y me apretaba y estiraba, era una sensación muy placentera, me fue reclinando más sobre él, hasta que sentí su pecho caliente, él se incorporó un poco y se arrimó más, sentí su pene caliente y duro en la parte baja de mi espalda, no se si se lo había sacado o se había quitado la toalla, temblé de emoción por sentirme acariciada por su pene; Néstor sintió mi cuerpo temblar y se apretó un poco más, llevó sus manos a mis axilas y me levantó un poco para hacerme acercar más, me acomodé sobre la silla un poco más erguida y él se pegó más, sentí su pene muy duro contra mis nalgas y espalda, parecía muy grande porque me llegaba hasta muy arriba de la espalda; me mojé solo se pensar como sería.

Néstor siguió acariciando mi cuello y espalda, inclinó mi cabeza y la recostó sobre su hombro, me empezó a acariciar la parte delantera del cuello, luego subió hasta mi rostro, su pene palpitaba en mis nalgas y espalda, lo sentía muy húmedo, igual que mi vagina; me tocó la quijada, luego la boca, me dejé hacer, me rozó con sus dedos mis labios, me quedé inmóvil, tenía mis ojos cerrados, disfrutando de sus caricias; llevó sus manos a mis orejas, me emocioné más todavía, me acariciaba por dentro el oído, me tocaba el lóbulo, luego apretaba toda la oreja, era super erótico, sentí nuevamente sus dedos en mi boca acariciando mis labios, estaba dispuesta a abrir mi boca y dejarlo entrar pero me contuve, de pronto sentí los dedos de su otra mano tocando mi pezón, sentí un calambre en mis senos, los pezones se endurecieron al instante, mi respiración se agitó más, su pene en mi espalda brincó, no quería quedarme quieta, llevé mis manos a sus piernas que estaban a cada lado mío, solo las puse en sus piernas, para que las sintiera pero sin moverlas, estaba muy tensa.

Nestor, sintió que aceptaba sus caricias en mi seno y llevó la otra mano a hacer lo mismo, solo me acariciaba el pezón, suavemente, con un dedo, luego lo apretaba con dos, y luego rozaba la yema de sus dedos en la punta del pezón, me tenía en la gloria con ese contacto tan leve; Néstor se fue inclinando hacia atrás, y tomando con toda la mano cada seno, me fue llevando consigo, sentí que se acostaba y me ponía sobre su pecho, yo no quería dejar de sentir sus caricias en mis pezones, me dejé llevar, terminé acostada de espaldas sobre él que seguía acariciándome los senos, mi cabeza yacía sobre su hombro mientras que sus piernas estaban estiradas a cada lado de las mías, sentí como su pene ahora mucho más abajo se me incrustaba entre mis nalgas, lo sentía tan duro, tan caliente y sobre todo tan grande, Néstor no me decía nada, solo sus manos hablaban, sentí que su rostro se acercaba peligrosamente a mi cara, me empezó a poner su boca en la mejilla, no sabía que hacer estaba muy asustada pero muy excitada, me quedé quieta; que hiciera lo que quisiera conmigo.

Estaba tan caliente y mojada que él debió sentir como mis flujos caían sobre su pene y sobre sus muslos, me empezó a besar mis orejas llevándome más aún al límite del orgasmo, abrí mis piernas para sentirlo más; en ese instante él me tomó de la cintura y me volteó hacia un lado para dejarme contra la pared y él a mi espalda; se incorporó un poco sin retirarse mucho de mí, sentí que acomodó la toalla de él para ubicarla como una especie de almohada en mi cabeza, yo me dejé hacer, me comenzó a acariciar la espalda y las nalgas, llevó su mano hasta mi abertura, tocó toda la zona, llevó sus dedos hasta mi ano y se detuvo allí un poco, acariciando, haciendo presión moviendo la punta del dedo sobre el pequeño círculo que palpitó, después siguió su camino hasta llegar a mi vulva que destilaba sus jugos, baño dos o tres dedos en su interior, me tocaba con tanta suavidad produciéndome tanto placer; se acomodó nuevamente muy apretado a mi espalda, sentí otra vez su duro pene contra mis nalgas, pero esta vez, no sé cómo, se había puesto condón, lo sentí más suave pero igual de duro y caliente, fue bajando su cintura hasta llegar a sentir su pene contra mi ano, luego apretó un poco, creí que quería penetrarme por allí pero se acomodó mejor y con una mano acomodó el duro y gran pene en la entrada de mi vagina….

Me sentía a punto de explotar, su pene rozaba mi entrada, no quería entrar solo la pasaba de un lado al otro, yo incliné más mi cuerpo para que me penetrara, pero él no lo hacía, estaba dispuesta a todo, incluso que me penetrara por el ano si quería, pero Néstor era un experto en tenerme en ese estado de excitación, me tuvo así durante muchos minutos obligándome a inclinarme más y más para que me penetrara, seguía sintiendo ese gran pene en todos mis labios abriéndome sin entrar acariciándome sin romper, llevé mi mano hasta sus nalgas y lo empujé contra mí, me penetró muy profundo, sentí que me abría en demasía, era un pene muy grande, gordo, duro; me vino un orgasmos tan intenso, me convulsioné de placer, lo apreté más contra mí, creía que me había entrado todo, pero estaba muy lejos de ser cierto; Néstor se inclinó un poco sobre mi espalda y levantando mi pierna me dejó ir ese pene hasta el fondo, me rompió toda, lo sentí tan adentro que me asustó pensar que algo de daño me causó; se movió hacia adentro, luego lo sacaba solo un poco y volvía a meterlo, era una tortura deliciosa.

Me estuvo rematando contra esa pared durante muchos minutos, no se como aguantaba ese hombre, yo me volví a correr dos veces más, sentía como sus testículos chocaban contra mis nalgas, su pene entraba tan adentro, en un instante Néstor se acercó a mí oído y me dijo que quería botarse sobre mis nalgas, yo solo asentí, él se salió de mi dejándome un gran vacío, se arrodillo sobre la silla, se quitó el condón y acariciándose el pene empezó a arrojarme chorros y chorros de semen en mis nalgas y espalda, parecía que hacía mucho no se venía porque la cantidad de semen que me lanzó era abrumadora, me sentí bañada en semen, poco a poco dejó de expulsar su esencia, yo sentí como chorreaba hasta la silla, me levanté y él me ayudo a levantarme, tomé mi toalla y me envolví en ella y le dije que me iba a dar una ducha porque me había dejado impresentable, él solo sonrió y me dijo que iba a pedir otras toallas que ya me alcanzaba en la ducha; me fui hacia las duchas pensando en donde estaría mi esposo….

Club SW, sauna 2 continuación…