Club SW, cuarto oscuro, continuación
Disfrutar sin saber con quien, que delicia, ser tocada besada chupada y penetrada por un extraño
Club SW, cuarto oscuro, continuación
Mi esposo me dijo: Tranquila, podemos seguir otro rato….
Después de recibir ese inmenso placer por un desconocido en el cuarto oscuro, pensé que nos iríamos, pero Alberto quería continuar; y por supuesto yo quería seguir disfrutando y darle a mi esposo el placer que quería; me dijo: Espérame acá que voy a guardar tu tanga y las toallas para estar más cómodos y libres; le dije que no, que como se le ocurría dejarme sola allí, pero no me dio tiempo a más réplicas, solo vi que se alejó y lo perdí de vista; me sentí abandonada, totalmente desnuda, expuesta en un cuarto en donde no veía a nadie, solo escuchaba murmullos, jadeos, golpes piel a piel; estaba muy asustada.
Traté de ver en la oscuridad, alcancé a ver movimientos en un sofá o mueble que estaba cerca, agudicé la vista y vi varios cuerpos tocándose, escuché a una mujer suspirando y diciendo a muy bajo volumen: Duro, más duro...; me acerqué a mirar y pude ver que en efecto era una mujer, sentada sobre las piernas de un hombre, dándole la espalda; el hombre sentado detrás de ella la sostenía de los brazos y piernas mientras otro hombre, un poco agachado, la penetraba con fortaleza, la imagen un poco borrosa por la oscuridad era muy erótica, la mujer estaba en una posición incómoda, o eso me parecía a mí, tenía la cadera muy levantada para permitir que la penetraran muy adentro; mientras los observaba, sentí un cuerpo a mi espalda, me asusté un poco, pero ya estaba otra vez caliente, me quedé quieta mientras se me pegaba más y más, lo hacía tan despacio como intentando que no sintiera su proximidad; se me pegó totalmente a mi espalda, sentí su abultado pene bajo una toalla y su pecho pegado a mi espalda, su respiración en mi cuello; sus manos tocaron cada uno de mis brazos, muy suavemente, me hicieron estremecer.
Me quedé estática, solo sintiendo esa leve caricia; se empezó a mover despacio sobre mis nalgas, sentía que su pene crecía más, lo ubicaba sobre mis nalgas hacía arriba, en medio de ellas y lo sentía duro a través de la toalla, sus manos acariciaban mis brazos a todo lo largo, llegaban hasta los codos y subían a los hombros, lo hacía tan despacio y suave que me tenía muy excitada; luego bajó llegando hasta mis manos, me las apretó y tomándolas palma con palma, entrelazó sus dedos con los míos produciéndome más placer, se acercó más a mi cuello y sopló produciéndome un estremecimiento; él lo sintió y me besó tras la oreja, temblé con esa caricia, me dijo al oído: ¿Quieres ver como me tienes?; y tomando mis manos, las llevó hacia atrás y las puso sobre su gran erección.
Me soltó las manos para liberar mi deseo; lo toqué sobre la toalla, el hombre se la quitó dejándome sentir su pene al desnudo, estaba exageradamente erecto, no apuntaba hacia el frente, estaba hacia arriba, casi se pegaba con su abdomen, recorrí todo el pene con una mano mientras con la otra acariciaba sus testículos; estaba como ida, no me reconocía, quería tocarlo todo, apretarlo, pero no sabía quién era, ni como era su cuerpo, me sentí impulsada a explorar, con una mano seguí acariciando el pene, mientras que con la otra acaricié sus muslos, por lo que toqué y sentí era un hombre corpulento, un poco más alto que yo, le acaricié el abdomen, estaba duro, luego me sentí más audaz y pasé la mano para tocarle sus nalgas, él se apretó más para facilitarme la caricia.
Creo que él tenía en una mano su toalla, porque solo me acariciaba con la otra, me tomó del cuello y me apretó contra él, mi mano soltó su pene para sentirlo contra mis nalgas, empezó a moverse con fuerza contra mi espalda; la mujer que estaba sentada se paró y se retiró junto con el hombre que la sujetaba, creo que era su pareja; el otro hombre el que la estaba penetrando, se volteó y vio cómo me estaban acariciando, me tomó de la mano y me halo hacia el sillón; no se porqué pero me dejé llevar; él se sentó y me acercó para besarme los senos, yo me dejé hacer, me incliné un poco para sentir mejor sus besos, el hombre que estaba atrás sintió mi inclinación y acomodó su pene entre mis piernas, lo sentí tan duro y grueso; me mojé más todavía, mi vagina estaba chorreando; volteé a ver a todos lados para ver si mi esposo regresaba, igual no veía más allá de un metro alrededor.
Estaba a punto de dejarme penetrar por otro perfecto extraño; el hombre que estaba sentado seguía besando y chupando mis senos, me tenía en la gloria, sabía como llevarme al éxtasis; el de atrás seguía moviendo su pene sobre mi ano y vulva, adelante y atrás; quería que lo metiera pero él no tenía intensión de hacerlo; en ese momento sentí que me tomaban del cuello y volteaban mi rostro para besarme, era Alberto, me tranquilicé por tenerlo otra vez junto a mí, me besó con mucha pasión, luego se sentó junto al hombre que estaba besándome los senos, mi esposo me haló hacia él para sentarme sobre su increíble erección, la sentí potente, me acomodé sobre las piernas de Alberto para dejarme ir ese duro pene hasta el fondo; los dos hombres que antes me tocaban, miraban la situación un poco desorientados, no sabían que este era mi esposo.
Luego de una pequeña duda, el que había estado detrás mío acariciándome entre las piernas con su pene, se acercó invitándome a tocarlos nuevamente, le tomé el pene con mi mano y lo masturbé con celeridad, mi esposo solo me apretaba de la cintura moviéndome arriba y abajo, atrás y adelante, estaba como loco de deseo, lo sentía más fuerte y grande dentro de mí, me empezó a besar el cuello, los senos con locura, no me decía nada, solo quería que disfrutara tanto como él.
El hombre al que masturbaba se desplazó hacia mi espalda, se pegó dejándome sentir su rico pene hacia arriba sobre mis omoplatos, me gustó esa sensación, empezó a desplazarse sobre mi espalda, me encanta como recorría mi espalda con ese pene tan duro, tan grueso y sobre todo con esa erección hacia arriba; Alberto me inclinó hacia él, quería ofrecer mis nalgas a ese hombre que me tocaba, me incliné sobre su pecho, mi esposo sacó más su cadera haciendo que quedara más acostada, sabía lo que quería, me dio susto pero estaba muy caliente y excitada; el hombre de atrás se inclinó, tomó su pene con las manos y lo puso entre mis nalgas, lo sentí tan duro y grueso.
Yo estaba más que mojada por todo lo que había pasado en ese cuarto oscuro, mi vagina expulsaba chorros y chorros de fluido, mi esposo, muy acomedido, tomó con su mano algo de flujo y me lubricó bien el ano; estaba muy tensa, temblaba y jadeaba por lo que venía, mi esposo se quedó quieto, quería sentir igual que yo; el hombre a mi espalda se inclinó más, apuntó su grueso pene y trató de meterlo; no pudo, era muy grueso y la posición de su pene hacia arriba dificultaba la penetración, mi esposo me abrió las nalgas, el hombre embadurnó sus dedos con el flujo de mi vagina y me penetró con dos, después fueron tres dedos, me los metía bien adentro, los giraba, trataba de abrirlos dentro de mi ano, la tarea era dilatarme muy bien, me sentía tan expuesta, tan abierta, después de algunos segundos, sacó sus dedos y metió la punta de su pene, solo el glande….Que delicioso dolor, ooohhhhh, fue sentir como entró un poco y me corrí, el orgasmo fue explosivo, me apreté a mi esposo, lo besé con delirio, le agradecía por tanto placer recibido.
El hombre se quedó quieto, apenas había metido el glande y sintió como me corrí, esperó a que me relajara un poco y empezó a penetrar más, suave pero sin parar, lo fue metiendo sin prisa pero sin devolverse, solo entraba y entraba; y a cada roce mis flujos caían sobre mi esposo; él, estaba quieto, solo dejándome disfrutar de ese doble placer, su pene lo sentía muy duro y muy adentro de mi vagina, mientras el otro lo sentía que me partía el ano, por más dilatado que lo tenía, sentía un fuego abrazador por todo mi conducto, me estaba quemando, me estaba desfigurando pero me estaba haciendo correo nuevamente de tanto placer, sentí que llegó a su límites cuando chocaron sus testículos contra mis nalgas, que delicia, no me había sentido así de rico en mucho tiempo; me vine y me volví a venir cuando empezó a sacarlo y meterlo con pasión, sentía que me asfixiaba de tanto gozo, estaba tan deliciosamente concentrada en el placer que me daba ese pene dentro de mi ano, que no me di cuenta cuando mi esposo empezó nuevamente a moverse dentro de mí; se movían tan sincronizadamente que exploté en el mejor orgasmo de la noche, aaahhhhhhh, que delicia, amo tanto a mi esposo por tanto placer.