Club SW, cuarto oscuro
Mi esposo dejó que todos me tocaran
Club SW, cuarto oscuro
Ya habíamos ido varias veces al club swinger, ya mencioné en otros relatos, que tiene varios servicios: jacuzzi, turco, sauna, pistas de baile, salones de masajes cuarto oscuro, salón fantasía, salones de video y cuartos privados; siempre paseamos por todos las áreas y salones, incluso entrábamos un rato al cuarto oscuro, pero salíamos rápido porque a mí no me gustaba; sin embargo, a Alberto si le emociona y trataba de convencerme de durar más tiempo en él; cuando entrábamos, no se veía nada, solo algunas sombras, partes de cuerpos moviéndose, ruidos de quejidos y cuerpos chocando teniendo sexo, a mí me daba miedo por no saber quién me podía tocar.
Siempre que entrábamos al Club, buscábamos la compañía de un hombre para hacer trío HMH, era lo que más nos gustaba; habíamos tenido algunas experiencias de caricias, bailes, y hasta sexo completo con uno y hasta con dos hombres a la vez; pero siempre era con alguien que nos gustaba, que los dos aceptábamos; no quería dejarme tocar por cualquiera y menos sin saber quién o cómo era; por eso no me gustaba el cuarto oscuro, pero Alberto me convencía de probar nuevas cosas, y hasta ahora siempre tenía razón y terminaba gozando de experiencias muy placenteras; así es que al fin, después de mucho insistir le dije que bueno, que entráramos durante más tiempo y ya veríamos hasta donde llegamos.
Ese día, como casi siempre, era sábado en la noche, llegamos y nos metimos al jacuzzi, el agua estaba deliciosamente caliente, no había nadie en el jacuzzi, algunas parejas pasaban y nos miraban un rato y seguían su camino; un hombre solo, se acercó y se quedó mirando mis senos que sobresalían del agua, me miraba fijamente, Alberto me dijo al oído que le sonriera a ver si el tipo se atrevía a entrar, y si entró pero se sentó un poco lejos de nosotros; mi esposo empezó a besarme mientras acariciaba mis senos con fuerza, estaba tratando de darle ánimos al hombre para que intentara algo conmigo, pero el tipo no se decidía, finalmente después de varios minutos salimos y llegamos a la pista de baile, nos sentamos y pedimos una bebidas, bailamos un poco, esperando que llegaran más personas, parecía que había poca asistencia.
Pasado un tiempo y que ya varias parejas estaban bailando y algunos hombres solos deambulaban entre las mesas, Alberto se fue a dar una vuelta para dejarme sola y permitir que me sacaran a bailar; tan pronto se fue, un hombre grande, de casi dos metros de altura me sacó a bailar, yo lo miré un poco sorprendida por su altura, que no es muy común por estos lados, aunque conozco varios hombres altos que juegan baloncesto con mi esposo, en el club nunca había visto a alguien tan alto; bailamos dos piezas sin apenas tocarnos, solo me tomó de las manos sin acercarse; después sonó un merengue y entonces se acercó un poco dubitativo, como queriendo saber que opinaba yo de bailar más pegados, le abrí mis brazos invitándolo a acercarse, entonces me puso un brazo en la espalda y otro en el cuello, al ser muy alto le tocaba agacharse; yo puse mis brazos en su espalda, casi en la cadera y empezamos a movernos al ritmo de la música, en algún momento se cansó de estar agachado y se estiró; mis brazos quedaron a la altura de su cintura, entonces él me abrazó del cuello suavemente, acercando su tronco hasta mi cabeza, sentí su pecho temblar junto a mi cara, me sentí algo inquieta y bailamos varias piezas así; era un poco incómodo, sentí que su pene levantaba la toalla que tenía en su cintura, estaba excitándose, apretaba su pene contra mi estómago, lo sentí muy duro; él al notar que yo no me molestaba, empezó a tocarme la cabeza, me rozaba el cuello y parte de la espalda, no me hablaba nada, solo me acariciaba lentamente como con miedo de romperme, me gustó su delicadeza.
Seguí bailando varias piezas hasta que me llevó de nuevo a mi silla, me agradeció y se volvió para retirarse, pero como que lo reconsideró y volviéndose nuevamente me preguntó si podía sentarse conmigo un rato, le dije que sí y se sentó acompañándome en la mesa, me preguntó mi nombre y me dijo que se llamaba Ricardo, también me preguntó con quien venía, le dije que con mi esposo; me preguntó si no se ponía furioso por verme con él, le dije que no había ningún problema y en ese momento se sintió con más confianza, se acercó más a mi silla y me preguntó si podía acariciarme; yo sonriendo le dije que sí; parecía un niño grande, preguntando todo.
Solo se atrevió a tocarme un hombro con su mano izquierda mientras la otra la puso sobre mi muslo, la dejó allí quieta, quemándome por su ternura y timidez; en un momento llegó Alberto y se sentó frente a nosotros, le presenté a Ricardo quien rápidamente quito sus manos de mí, me dio risa su actitud y mi esposo le dijo que tranquilo, que a él le gustaba verme disfrutar; sin embargo, Ricardo se quedó muy quieto y al poco rato se levantó; nos dijo que luego nos veíamos, se fue con mucha prisa.
Mi esposo me dijo que fuéramos al cuarto oscuro, que había varias parejas muy a gusto; con algo de inquietud lo acompañé porque ya le había prometido que iríamos; al entrar escuché varios murmullos, besos, chupadas, ruidos de muslos contra muslos, algunos susurros y jadeos; eso me calentaba porque sabía que habían muchos disfrutando, pero también me asustaba por no poder ver quiénes eran; yo estaba con una toalla alrededor de mi cuerpo y debajo un pequeño tanga; Alberto llevaba solamente la toalla a su cintura; me empujó suavemente para en centro del cuarto, hasta que chocamos con alguien, le ofrecí escusas y al escuchar la voz de una mujer, sentí varios movimientos hacia nosotros, tomé la mano de Alberto apretándolo para que no nos perdiéramos; él se acercó por la espalda y me acarició las nalgas besándome el cuello, sabe que esto me encanta, luego llevó sus manos a mis senos; en ese momento sentí que alguien se nos acercaba, sentí su calor antes que sus manos, me tocaron por encima de la toalla, me pegué más a Alberto con susto, el me empujó hacia adelante para que tocara al quien estaba cerca, sentí que era un hombre por su cuerpo duro y fuerte, el tipo llevó sus manos a mi cuerpo, me tocó por encima de la toalla el abdomen y subió hasta mis senos, Alberto rápidamente retiro sus manos para permitir que ese otro me tocara.
El hombre me sobó los senos rudamente, apretándomelos estirando el pezón a través de la toalla; sentí que alguien más me tocaba por el lado, Alberto seguía tocándome las nalgas y sentí otras manos sobando mis muslos, subiendo por debajo de la toalla, me sentía caliente, sentí una mano tocando mi cara, no sabía si era uno de los que ya me tocaban o era otro, eso me asustaba más; Alberto tomó mi toalla y trató de quitármela, la tomé fuerte y le dije que no, pero él simplemente no me hizo caso, me la quitó y se la puso sobre su cuello para no perderla, me sentí entregada a todos los que quisieran, el hombre que estaba al frente llevó su mano directamente a mi vulva, sintió mi tanga mojado, me acarició por encima, apretando mis labios y buscando el clítoris, con al otra mano me toco nuevamente los senos, esta vez desnudos, la mano que tocaba mis muslos por el lado derecho subió hasta las nalgas, Alberto le dio espacio para que me tocara aunque él siguió tocándome la otra nalga, alguien giró mi rostro y sentí que un tercer hombre me besaba, yo no abrí la boca, solo dejaba que me besara los labios cerrados y las mejillas, estaba sintiendo mucha excitación pero continuaba asustada.
Sentí que Alberto se apartaba hacia atrás, lo apreté de la mano que aún tenía fuertemente, no quería que me dejara sola, el hombre que tocaba mis nalgas se acomodó bien atrás, y se me pegó, estaba completamente desnudo, sentí su duro y caliente pene contra mis nalgas, temblé de la impresión, pero me quedé ahí, quieta, dejándome tocar por tres diferentes hombres, tomada de la mano de mi esposo, era algo muy erótico, me estaba empezando a humedecer aún más mi vagina, sentía que escurría flujo y mojaba el tanga; el hombre que me besaba la boca sintió que ya estaba más excitada y empezó a besarme el cuello y tras las orejas, esto me hizo calentarme más; el que estaba al frente empezó a besarme los senos, pasaba la lengua por los pezones, trataba de meterse todo el seno en la boca, me los apretaba con sus labios, me acariciaba la vulva por encima del tanga, luego sintió mi humedad y metió sus dedos por dentro, acarició mi clítoris, metió dos dedos dentro de la vagina, empecé a suspirar más alto, Alberto me apretó la mano, sentí su excitación a través de sus dedos, el hombre de atrás me abría las nalgas y puso su pene entre ellas, me lo movía arriba y abajo, sentía su pene duro, grande húmedo recorrer toda mi abertura, estaba muy excitada; el sujeto que me besaba los senos fue bajando hasta alcanzar el pubis, tomó el tanga para bajarlo y traté de retenerlo pero fue en vano, me lo bajó hasta los tobillos; mi esposo se agachó y me los sacó para tenerlos, quedé completamente desnuda frente a tres sujetos que no podía ver como eran, ya sentía el pene de atrás crecer más y más entre mis nalgas y el de adelante se bajó y empezó a chupar mi vagina, me estaba enloqueciendo de placer, el sentirme tocada, besada, chupada sin saber quienes eran me volvía loca, era mucho más excitante de lo que creía, otra vez Alberto tenía razón, estaba en el paraíso, el hombre metía su lengua muy adentro de mi vagina, tomó mis piernas y las abría más para entrar profundamente en mí, el que estaba atrás, aprovechó para poner su pene cerca, muy peligrosamente cerca de mi ano, en esa posición no podía protegerme, podría penetrarme sin siquiera esforzarse.
Puso su pene a la entrada de mi ano y trató de entrar, se acercó más, puso sus manos sobre mis senos, me los acariciaba fuertemente, apretándome los pezones y besándome el cuello, el tipo sabía como excitarme más, sabía que me enterraría su duro pene por el ano, cuando el hombre que me chupaba la vagina se incorporó levantándome con él, desprendiéndome de las manos de los otros dos, me llevo levantada hacia el fondo, solo mi esposo seguía sujetando mi mano, llegó hasta la pared del fondo, en ese momento me di cuenta que el tipo era muy alto, sería posible, ¿sería Ricardo, con el que bailé?; me abracé con mis piernas a su cintura para no caer, en esa posición su rostro quedaba a mi altura, me acerqué para tratar de verlo mejor, era difícil ubicar sus rasgos, él me empezó a besar la boca, en ese momento si me entregué totalmente, abrí mi boca para permitir que su lengua me penetrara, lo hacía con mucha fuerza, queriendo llegar más al fondo, empecé a sentir un calor en mi entrepierna, me moví un poco hacia abajo y sentí la dureza de su pene, me golpeaba con él, lo sentía caliente, duro y muy largo, como pude llevé mi mano derecha, la que no tenía agarrada a mi esposo, hasta agarrar ese pene, si era sumamente largo, no muy grueso pero me gustaba lo duro, el hombre siguió besándome con mucha pasión, luego me subió un poco más para besarme los senos, sentía sus dientes raspando los pezones, era muy rica esa sensación.
Yo no solté su pene, lo llevé a rozarme la vagina, quería sentir su calor en mí, Alberto se acercó un poco tratando de ver un poco que hacíamos, se agachó para ver si ya me estaban penetrando, pero hasta ahora solo yo me rozaba con su pene, mientras el hombre me besaba con mucha pasión mis senos, mi esposo se incorporó y me besó la espalda y el cuello que estaba muy arriba de su altura, seguramente se empinó para hacerlo, el hombre bajó un poco mi cuerpo, apoyó su espalda contra la pared y me acomodó sobre sus piernas, ubicó su pene y me penetró de una sola estocada, que delicia, sentí que me llegó tan profundo, era tan suave sentir como entro hasta el fondo, su calor me inundaba mientras se movía de manera exagerada, solo con sentirlo llegar hasta el fondo me vine en un delicioso orgasmo, mi esposo me acariciaba las nalgas mientras yo temblaba de emoción, temblaba y suspiraba, lo besaba con fiereza, su lengua me enroscaba la mía era una guerra de lenguas, me volví a venir, era un hombre que me estaba dando mucho placer y que no sabía quien era, me penetró durante muchos minutos, dándome muchos orgasmos seguidos, los dedos de mi esposo penetraban mi ano para completar mi gusto, mi locura llegaba a límites descontrolados.
Finalmente me depositó nuevamente en el piso, mis piernas temblaban por el esfuerzo, el hombre se inclinó para darme un último beso antes de irse, estaba muy segura de que era Ricardo, con el que bailé, el que era muy tímido, pero me había dado un increíble placer; le pedí a mi esposo que me regresara la toalla para taparme e irnos, pero me dijo: Tranquila, podemos seguir otro rato….