Club sexual
Recuerdo que todo comenzó con lo que iba a ser una cita casual. Llevaba tiempo de conocer aquel chico y habíamos tenido sexo ocasional. Conocíamos los gustos e incluso los fetiches entre sí.
Recuerdo que todo comenzó con lo que iba a ser una cita casual. Llevaba tiempo de conocer aquel chico y habíamos tenido sexo ocasional. Conocíamos los gustos e incluso los fetiches entre sí. A ambos nos excitaba la idea de tener sexo en lugares públicos y la idea de poder ser pillados en el acto, pero nunca lo habíamos practicado hasta ese momento.
Habíamos quedado de ir a un restaurante un tanto lujoso para celebrar mi cumpleaños. Ambos vestíamos elegantes, pero de manera juvenil- Me encantaba como se veía de traje, lo hacía lucir muy seductor. En cuanto entramos al restaurante nos mostraron el menú y unos minutos más tarde ya teníamos una botella de vino tinto delante de nosotros. Hicimos el primer brindis, el segundo y el tercero, hasta llegar a la segunda botella. Para ese entonces el vino ya había hecho su efecto en mí y al parecer él ya se había dado cuenta, noté como su postura cambiaba y sin dudarlo me dijo: - ¿Gustas probar el postre? Tengo algo aquí abajo que estoy seguro de que te encantará- De inmediato se le dibujó una sonrisa juguetona en su cara.
-Es lo que más deseo desde el momento en que te vi con ese traje- En seguida me dispuse a meterme debajo de la mesa tratando de ser discreta y haciendo alusión a que buscaba algo que había tirado. Estando abajo, vi su polla sobresalir de sus pantalones y yo estaba lista para acariciarla con mi lengua y gozar de ella.
No tardó mucho en venirse en mi boca, sin duda era el momento que más me excitaba, deseaba poder hacer más, deseaba que los demás vieran lo que me estaba comiendo y la manera que lo disfrutaba, pero los manteles largos impedían que pasara. Momento después me incorporé en mi asiento y pude ver su expresión en su rostro que al igual que yo deseaba más.
No tardó más de dos minutos en pedir la cuenta y en seguida con su ayuda nos dirigimos al ascensor. Estando dentro se acercó a mí y metió su mano por debajo de mi vestido, llegando así hasta mis bragas. -Estás escurriendo querida- Dijo susurrándome al oído. y de un tirón arrancó mis bragas -Éstas me las quedo yo- Dijo sin más, y en seguida se abrió la puerta del elevador.
Llegamos al carro y él me abrió la puerta trasera, un poco confundida entré y él detrás de mí, cerró las puertas con seguro y se abalanzó contra mí. Comenzó a besarme el cuello mientras frotaba mi clítoris con sus dedos. Podía sentir su polla dura y firme, esperando que me follara cuanto se le antojara. Entre gemidos me dijo que me tenía preparada una sorpresa y en cuanto terminamos de corrernos él se cambió al asiento del piloto y arrancó el carro, dirigiéndose a la carretera a máxima velocidad.
A la mitad del viaje él sacó un pedazo de tela del cofre y pidió que me la pusiera en los ojos.
¿A dónde vamos? Dime por favor.
A un club exclusivo. Y no volvió hablar en todo el trayecto
Después de un rato sentí que se paró el carro y abrío mi puerta, él tomó mi mano y me ayudó a salir del auto. -Confía en mí- Me tomó por los hombros y me fue guiando en el camino, comencé a escuchar mucho ruido, entre ellos, gemidos y murmullos.
Sentí como esposaban ambas manos a una especie de pared y besaba mis labios de una manera tan apasionada que me era casi imposible respirar. Me quitó el vendaje de los ojos y todo lo que podía ver eran personas desnudas por cualquier lado cogiendo y bebiendo como si no hubiera un mañana.
También había camareras y camareros, ambos en ropa interior, paseando por todo el salón con una bandeja de copas de champaña para quien se le ofreciera.
Delante de mi se encontraba él, lo único que traía puesto era su bóxer que le sentaba bien.
-¿Qué es todo esto?. Grité
- Tranquila, sólo disfruta. En seguida se le acercó una chica por la espalda susurrando algo al oído, él asintió y ella tomó su polla con su mano. Comenzó a frotarla cada vez más rápido hasta ver cómo salía el semen de él. Yo estaba inmovilizada y lo único que podía hacer era ver y estremecerme, deseando estar yo en su lugar. Después de que terminó, la chica se fue y él volvió a mi. Frotaba por encima de mi vestido un vibrador haciendo que me excitara pero sin dejarme llegar al éxtasis, era como si me pusiera a prueba mientras me hablaba.
- Bien querida, te soltaré, pero te comportarás como mi zorrita que eres ¿De acuerdo?-
-Está bien- dije con una voz apenas audible.
Bajó el cierre de mi vestido, dejando caer al suelo y me miró a los ojos.
-Abre bien las piernas y no te contengas. Se inclinó y metió su lengua en mi coño, frotaba mi clítoris con fuerza y yo quería sumérgete mis dedos entre su cabello pero las tenía inmovilizadas,cada movimiento era más violento y me hacía jadear con fuerza hasta llegar al punto de no aguantarlo más y venirme como nunca.
Me quitó las esposas y me dejé caer en sus brazos. Me cargó hasta llegar a una especie de cama que se encontraba en medio de todo el salón. Me tumbó en la cama boca abajo y elevó mis caderas para poder penetrarme por el culo. La mayoría de las personas también cogían por dondequiera pero otras veían como me cogía y eso me excitaba aún más. Me giro y colocó mis pies sobre sus hombros para así seguir cogiéndome. Se inclinó hacia mi y comenzó a lamer mis senos, subió por mi cuello hasta llegar a mis labios.
Descansamos un poco y tomamos champaña. En cuanto nos recuperamos, volvimos a lo nuestro.
- Arrodillate- Me ordenó. Me acarició el pelo y después metió su polla en mi boca, lamía cuánto podía, mientras que con mi mano estimulaba sus testículos. Después me monte encima de él y comencé a mover mis caderas rítmicamente. Estaba agotada pero también quería probarlo todo.
No recuerdo cuanto tiempo estuvimos en aquel lugar, pero sin duda fué una experiencia que jamás olvidaré.