Club de Viciosas y Curiosas [04].

En Búsqueda de la Verdad.

Capítulo 04.

En Búsqueda de la Verdad.

Erika y Siara acordaron reunirse con Xamira en el salón del instituto que servía como sede del club. Las dos amigas llegaron alrededor de las dos de la tarde y encontraron a Xamira sentada en el pasillo.

―Hey, hola ―saludó Erika, con gran entusiasmo―. ¿Hace mucho que estás acá?

―Mm… como unos veinte minutos ―dijo Xamira, luego de consultar la hora en su celular.

―¿Y por qué no fuiste a secretaría a pedir la llave del salón? ―Preguntó Siara.

―No sabía que me la iban a dar.

―Sos miembro del club, nena ―dijo Erika―. Y nosotras dejamos dicho que cualquier miembro del club puede solicitar la llave de la sede del club cuando lo necesite.

―Ah, es un buen dato para tener en cuenta. ―Xamira se puso de pie y aguardó mientras Siara abría la puerta―. ¿Tuvieron algo de suerte con la investigación?

―Sí, mucha ―dijo Erika, con su característico entusiasmo―. Pasá, tenemos que contarte. No te dijimos nada por teléfono porque esto lo tenés que ver con tus propios ojos.

―Ay, no me asusten… no me digan que descubrieron la cara de Dalma en algún video.

―No, eso no ―dijo Siara―. Ni siquiera podemos estar seguras de si se trata de Dalma o no. En ese punto estamos como al principio. Pero lo que encontramos es muy bueno. ¿Te acordás que dijimos que los números en el video podían significar que se trataba del quinto, de siete fragmentos?

―Aja…

―Bueno, ahora estamos seguras de que eso es así. Vamos a oscurecer todo y te mostramos lo que encontramos.

Las tres integrantes del club se apresuraron a correr las cortinas y a conectar la laptop de Siara al televisor. Una vez más Erika proveyó auriculares para todas. Cuando las tres estuvieron instaladas frente a la pantalla, Siara reprodujo el video.

Xamira lo miró con creciente asombro. Era tan explícito como el anterior. Aquí se podía ver, todo el tiempo, la concha filmada en primer plano. Los tipos se fueron turnando uno por uno para penetrar a la chica y cada vez que alguno colocaba la verga a la altura de su cara, ella se apresuraba para agarrarla y empezar a chupar.

―Se ve parte del mentón ―dijo Siara―. Desde abajo. Así que, cuando puedas, sacale fotos a Dalma desde esa posición.

―Está bien.

―Y vamos a necesitar fotos de su concha… varias, y en primer plano ―aseguró Erika.

―Bueno, ya tengo algunas de esas… si quieren podemos empezar a hacer comparaciones. No es lo que más me entusiasma, pero si encontramos cualquier detalle que indique que esa chica no es Dalma, la vida va a ser mucho más fácil para ella.

―¿Y cómo piensa demostrarle a todo el mundo que esa concha no es la de ella? ―Preguntó Siara―. ¿Acaso piensa subir fotos desnuda para que todos puedan comparar?

―Dalma dijo que estaría dispuesta a hacer eso ―la respuesta sorprendió a Erika y a Siara―. Pero lo haría solo si es la última alternativa.

―Pobrecita, debe estar desesperada ―dijo Erika.

―Sí. La está pasando muy mal. Creo que hoy voy a visitarla otra vez, para ver cómo anda.

―De paso podés aprovechar para sacarle más fotos ―sugirió Siara.

―Eh, sí… obvio.

Xamira sabía que no estaba siendo del todo sincera, pero ¿por qué lo sería? si apenas conocía a Erika y a Siara. Lo que tenía preocupada a Xamira era lo que pasó segundos antes de que ella abandonara el cuarto de Dalma. ¿Por qué Dalma había intentado lamer su clítoris? Estuvo toda la noche mortificandose con esa pregunta. No quería sacar conclusiones apresuradas, porque tal vez no había nada de malo. Al fin y al cabo Dalma tiene una forma muy particular de ver el mundo. Prefería darle el beneficio de la duda y preguntarle… si es que se animaba a hacerlo.

Las tres integrantes del Club Veritas Sectatores pasaron casi dos horas comparando las fotos de Dalma con las imágenes de los dos videos que tenían. Llegaron a la conclusión de que la chica de los videos se parecía mucho a Dalma, pero no encontraron ninguna seña particular que les permitiera afirmarlo. Ni siquiera un pequeño lunar o una tenue cicatriz.

Decidieron dejar estas comparaciones para cuando tuvieran más pruebas. Las fotos que Xamira seleccionó no eran muchas. Ella no quiso decirle a Erika y a Siara que había elegido las que le parecieron menos obscenas, descartando aquellos primeros planos muy nítidos de la concha de Dalma. Lo hizo para proteger un poco la intimidad de su amiga, sin embargo, luego de pasar tanto tiempo comparando imágenes, ella misma llegó a la conclusión de que, la próxima vez, tendría que hacer uso de esas fotos tan explícitas.

Por supuesto, Xamira también descartó aquellas fotos en las que salía ella, completamente desnuda. Siara y Erika no necesitaban ver eso, no tenía ningún uso práctico en la investigación.

―No pudimos avanzar mucho ―dijo Erika.

―No, pero al menos ya tenemos más imágenes para comparar ―aseguró Siara―. Encontrar el segundo video cambió mucho la situación. Cuando Xamira nos traiga más fotos de Dalma, podemos comparar mejor.

―Sí, y Xami… ¿te puedo decir Xami?

―No…

―Bien, Xami ―siguió Erika, ignorándola totalmente―. No te ofendas, pero… necesitamos que las fotos sean mejores. Estas estaban un poco movidas… y desde ángulos medio raros. Nosotras necesitamos ver bien la concha de Dalma.

―Sí, sí… perdón por eso. Es que no soy fotógrafa… y no fue fácil sacarle fotos desnuda a mi mejor amiga. Pero les prometo que las próximas van a ser mejores. Ahora mismo voy a la casa de Dalma y le saco más fotos.

―Muy bien, entonces nos reunimos acá mañana a la misma hora ―dijo Siara, concluyendo la reunión―. Y Xamira, si llegás antes, pedí la llave. Vos también sos miembro de este club, aunque sea temporal.

―Está bien. Gracias.


Xamira pasó casi diez minutos de pie frente a la puerta de la casa de Dalma debatiéndose en si debía tocar el timbre o volver a su casa. Aún le daba miedo tener que enfrentarse a su mejor amiga después de lo que ocurrió la última vez. Cuando decidió que lo mejor era dar media vuelta y marcharse, la puerta se abrió.

―Hey, Xami. ¿Cómo estás? ―La saludó Emilia, la madre de Dalma―. ¡Qué casualidad!

―Em… hola, Emilia. ¿Está Dalma?

―No no, pero pasá, pasá… justo quería hablar con vos.

―¿Sobre qué?

―Dalma me contó lo que hicieron en la pieza…

―¿Eh? ―El corazón de Xamia se detuvo.

―Va a ser mejor que pases, no quiero hablar de un tema tan delicado en la calle.

Xamira no quería entrar, su cuerpo le pedía salir corriendo de allí tan rápido como le fuera posible. Sin embargo, no podía hacerle eso a Emilia. Esa mujer había sido como una segunda madre para ella durante todos los años que fue amiga de Dalma. Entró y se quedó muy quieta, como si fuera la primera vez que ingresaba en esa casa.

―Vení, vamos a mi pieza ―dijo Emilia―. Va a ser mejor que hablemos ahí.

―¿Y Dalma? ¿Cómo está ella? ―Preguntó Xamira.

―Un poco mejor. Ahora mismo está con unas amigas de la iglesia. Me alegra que se haya animado a salir. Son chicas buenas, ellas no creen los rumores que corren sobre Dalma, y le están brindando su apoyo.

Xamira no estaba tan convencida de que todas las chicas de la iglesia apoyaran a Dalma, había leído mensajes en internet de más de una de esas chicas y algunas se pusieron bastante agresivas con los comentarios. Quizás Emilia se refería a un reducido número de personas, quizás las más allegadas a Dalma… o las que solo querían hablar con ella por puro morbo, para ver si podían sacar algo más de información. Xamira suplicó al cielo que a Dalma no se le ocurriera contarle a sus amiguitas nada de lo que ocurrió en la pieza.

―¿Y qué fue lo que te contó Dalma? ―Le preguntó a Emilia, con todo el cuerpo temblando.

―No mucho, solamente me explicó cómo fue esa sesión de fotos que querían hacer. Se la veía bastante tranquila. Te agradezco un montón lo que estás haciendo por ella, Xamira. No sé qué haría Dalma sin tu apoyo ―esas palabras tranquilizaron a Xami, pero aún le quedaba una incertidumbre.

―¿Y sobre qué querías hablarme? ―Preguntó cuando entraron al cuarto de Emilia.

―Sentate en la cama, ahora te muestro. ―Emilia abrió el placard y de allí sacó una caja de cartón rosada, con flores amarillas estampadas. Se sentó junto a Xamira y abrió la tapa―. Te voy a mostrar algo, porque confío plenamente en vos. Si no fueras tan amiga de Dalma, jamás te mostraría esto; pero… creo que te podría servir para la investigación.

―Entonces esperá ―Xamira sujetó suavemente la mano de Emilia―. Si es para la investigación, no me lo muestres a menos que pueda compartirlo con Siara y Erika. Ellas me están ayudando mucho, son chicas muy inteligentes y no me gustaría esconderles información que podría ser útil.

―Está bien… lo entiendo. No me agrada que otras personas sepan de esto, pero si vos confiás en esas chicas, yo también. Porque yo confío en vos, Xamira.

―Gracias por la confianza.

De a poco Xamira comenzó a recuperar esa tibieza interior que le provocaba estar cerca de Dalma, o de la madre de ésta. Esa sensación de estar tratando con mujeres que ven al mundo a través de un prisma de pureza e inocencia.

―Estoy segura de que Dalma habló con vos sobre el tema de la desnudez y lo que significa para ella.

―Sí… Dalma está convencida de que no hay nada… impuro en el cuerpo de una mujer.

―Así es. Una idea que me costó comprender. Para Dalma es una verdad absoluta. No duda de eso, y hasta se ofende cuando alguien opina lo contrario.

―Ella tiene una forma muy particular de ver las cosas. Por desgracia vivimos en un mundo que nos hizo creer que el cuerpo al desnudo es obsceno.

―Sí, eso mismo opina Dalma. Tuvimos algunas discusiones con este tema, especialmente cuando a ella se le dio por andar desnuda por la casa. Eso sí, siempre procuró no hacerlo frente a su padre. Pero cuando estábamos solas, a Dalma no le importaba usar ropa. Eso me resultó chocante. De todas maneras, con el tiempo aprendí a ver las cosas como ella. Para demostrárselo, accedí a hacer algo que ella misma me propuso. ―Emilia apartó la tapa de la caja y cuando Xamira bajó la mirada se encontró con una imagen en blanco y negro―. Fuimos juntas a un estudio fotográfico y nos sacamos estas fotos.

Emilia le entregó un fajo con fotos a Xamira. Ella miró las primeras y no encontró nada extraño. Incluso le parecieron muy bonitas. Emilia y Dalma aparecían en cada foto sonriendo o abrazándose. Sin embargo, a medida que las imágenes iban pasando, la escena avanzaba como si fuera una vieja película. Tanto la madre como la hija iban perdiendo prendas de vestir con el paso de las fotos, hasta quedar en ropa interior. Además era lencería de encaje, la cual transparentaba un poco en las partes pudientes. Xamira se detuvo.

―No tengas miedo en seguir mirando ―dijo Emilia―. Confío en vos. Sé que vas a saber entender que Dalma y yo nos sacamos estas fotos para hacer las pases. Quería demostrarle a mi hija que comprendía su peculiar forma de ver el mundo.

Xamira continuó observando las fotos. Algunas eran de primeros planos en los que se veían las nalgas de Dalma, con Emilia apoyada suavemente sobre ellas, como si se tratase de una almohada. En otras la escena se repetía, pero esta vez eran las nalgas de Emilia, y Dalma se apoyaba sobre ellas. Xamira temió seguir adelante, pero igual lo hizo. En las fotos posteriores pudo ver a madre e hija en tetas, con los pezones erectos, y las sorpresas no terminaron ahí. Llegaron a estar desnudas por completo. La foto que más asombró a Xamira era una que mostraba la vagina de Dalma en primer plano, completamente depilada y con las piernas ligeramente separadas. Emilia estaba apoyando la cabeza sobre su vientre y con una mano le acariciaba el pubis.

―Esa fue la foto que más me costó ―aseguró Emilia―. Pero Dalma me dijo una y otra vez que me olvidara de mis prejuicios y que viera que eramos solo una madre y una hija compartiendo un momento de pureza espiritual.

―Ya veo… las fotos son muy bonitas. Lo digo en serio. Se nota que están hechas por un profesional. Lo que no entiendo es de qué manera podrían ser útiles para la investigación. Porque si es por tener fotos de Dalma desnuda, las puedo sacar yo, y no es necesario que vos te expongas.

―Lo sé. Pero como bien dijiste, estas fotos fueron sacadas por un profesional. Y a eso es a lo que voy… me gustaría que vos y tus amigas investiguen ese estudio fotográfico.

Xamira abrió mucho los ojos.

―¿Creés que ese estudio puede tener algo que ver con el video?

―No lo sé. Quiero creer que no. Quiero creer que la chica del video no es Dalma. Pero… ¿y si lo es? En caso de serlo, estoy segura de que en ese estudio deberían saber algo. El fotógrafo le dijo a Dalma, varias veces, que si algún día se quería sacar más fotos, así sea sola, él la estaría esperando con gusto. No me gustó mucho la excesiva confianza que se desarrolló entre este tipo y Dalma. Yo no me animo a preguntarle, además el tipo me va a negar todo. Pero quizás vos y tus amigas tengan más suerte. Te mostré las fotos para que veas que Dalma se sintió bastante cómoda con el fotógrafo, a pesar de estar completamente desnuda. A mí me costó un montón. Además, si no te mostraba las fotos no ibas a comprender por qué tengo tantas sospechas con este tipo.

―Es muy cierto. Tenemos que investigarlo.

―Y ojalá no tenga nada que ver con Dalma ni con el video.

―Pero hay que asegurarse.

―Sí, siempre hay que buscar la verdad, por más que la verdad duela.

―Quedate tranquila, Emilia. Estoy segura de que Dalma no tiene nada que ver con este asunto. Se trata de una simple coincidencia. De todas maneras voy a ir a este estudio fotográfico, a ver qué puedo averiguar.

―Muchas gracias, nena. De verdad. Estás haciendo mucho por nosotras.


Al día siguiente Xamira entró en el salón que servía como sede del club y se llevó una gran sorpresa al encontrarse con un video porno reproduciéndose en la gran pantalla. Siara y Erika estaban sentadas frente a ella y se asustaron cuando la puerta se abrió.

―¡Ay, boluda! ―Exclamó Erika―. Pensé que era Sofía, la presidente del club de estudiantes. Qué susto.

―Perdón, no fue mi intención entrar sin golpear… no me imaginé que estaban haciendo esto acá.

―No es lo más práctico ―dijo Siara―. Prefiero comparar estas imágenes en mi casa. Pero como dijiste que tenías algo para contarnos… algo teníamos que hacer mientras te esperábamos.

Siara cortó la reproducción del video.

―Contanos ―pidió Erika―. De todas formas hoy no hubo suerte en internet. No encontramos nada que pueda servirnos. Espero que vos tengas alguna pista, porque ya nos estamos quedando sin ideas.

―Sí, tengo algo importante. ―Xamira se sentó frente a las dos amigas―. Necesito que me acompañen a un estudio fotográfico. No quiero pensar que Dalma tuvo algo que ver con esto, pero Emilia, su mamá, quiere que averiguemos la verdad, sea cual sea.

Xamira le contó todo lo necesario para que comprendieran por qué quería ir al estudio fotográfico. Por supuesto las dos chicas estuvieron de acuerdo en acompañarla, era la mejor pista que tenían. Al menos les daba algo para hacer y alguien a quién preguntar.


Llegaron al estudio alrededor de las cinco de la tarde. Las recibió un hombre de estatura media, hombros anchos y piel bronceada. Tenía el cabello corto, color negro y una chomba del mismo color. Daba la impresión de que debajo de esa chomba se escondía un cuerpo fibroso con músculos bien definidos.

―Hola, mi nombre es Alexis. ¿En qué las puedo ayudar? ―Preguntó el tipo, con una sonrisa ensayada.

Xamira miró el logotipo que el tipo tenía en la chomba, era el mismo que estaba en el cartel del estudio fotográfico.

―Hola. Mi nombre es Xamira. Quiero hacerle unas preguntas… sobre las sesiones de fotos que ustedes hacen.

―¿Están interesadas en organizar una sesión de fotos? ―Alexis miró a las chicas como si las estuviera escaneando con un sensor―. A ustedes puedo ofrecerles un precio prácticamente de regalo, si es que llegamos a una serie de acuerdo.

―¿Qué tipo de acuerdo?

―Erika, no estamos acá para sacarnos fotos ―se apresuró a decir Siara.

―Lo sé; pero me dio curiosidad. ¿A qué tipo de acuerdos se refiere?

―Bueno, eso solo lo hablo con la gente que está interesada en las sesiones de fotos. Si ustedes no piensan participar, entonces no tiene sentido explicarles.

―De todas maneras yo quisiera hablar sobre una sesión de fotos en particular ―dijo Xamira. Abrió la carpeta que tenía en la mano y le mostró la primera foto al tipo, eligió una de las más inocentes, en la cual se veía a Emilia con Dalma sonriendo ante la cámara, aún con la ropa puesta―. Estas fotos se sacaron acá, ¿cierto? Bueno, eso ya lo sé, me lo dijo Emilia ―señaló a la mujer en la imagen―. Ella me envió a hacer algunas averiguaciones.

―¿Averiguaciones sobre qué? ―Preguntó el tipo.

―Sobre esta chica en particular ―señaló a Dalma―. ¿Participó en alguna otra sesión, además de esta?

―¿Puedo mirar la carpeta? ―Preguntó Alexis. Xamira lo miró con recelo―. Estoy casi seguro de que esas fotos se sacaron acá. Verlas me ayudaría a refrescar la memoria. ―Xamira le alcanzó la carpeta. El tipo revisó una por una las fotos, y una sonrisa muy curiosa se empezó a formar en su cara a medida que la ropa iba desapareciendo―. ¿Estas son todas las fotos que tenés?

―Sí.

―¿Dónde las conseguiste?

―Me las dio Emilia. Ya te dije que ella misma me envió a hacer averiguaciones.

―Mirá, flaca. No te conozco y no sé si será verdad que la señora te entregó las fotos. Yo no puedo estar revelando información sobre mis clientes a la primera persona que viene a preguntar.

―Si querés podés hablar con Emilia ―dijo Xamira―. Ella puede corroborar mi historia. Solo necesito que me digas si Dalma vino otro día, además de ese. Nada más. Se metió en un problema. Soy su amiga y solo intento ayudarla.

―Está bien, aunque tu historia sea cierta y yo me la crea, no te puedo ayudar. No puedo darte información sobre mis clientes. Son políticas de la casa. ¿Por qué mejor no le preguntás a Emilia? Porque me parece que la mamá de tu amiga no te contó toda la historia.

Este comentario dejó descolocada a Xamira. Siara y Erika se miraron entre sí, ninguna de las dos quiso intervenir porque entendieron que esta batalla la debía disputar Xamira.

―¿A qué te referís? Emilia incluso me dio las fotos…

―Sí, pero no te dio todas las fotos. Estas no son ni la mitad ―soltó de un golpe la carpeta sobre el mostrador―. Por eso digo que, quizás, le estás preguntando a la persona equivocada.

―¿Y qué problema hay si no me dio todas las fotos? Con la clase de contenido que se puede ver ahí me doy cuenta de que no esconde nada. Hay algunas fotos que podrían dar lugar a malinterpretaciones.

―Es cierto, me acuerdo que Emilia y su hija se pusieron muy… cariñosas durante la sesión de fotos. Sé que hay más fotos que fueron… realmente interesantes ―dijo Alexis, con una sonrisa cargada de picardía―. Pero bueno, ni siquiera te tendría que estar contando esto. En fin, chicas, fue un placer hablar con ustedes. Si algún día quieren participar en una sesión de fotos, voy a estar encantado de atenderlas. A las tres podría irles muy bien en el modelaje de ropa interior. Ganarían mucho dinero. Se los aseguro. Pero si no tienen nada para ofrecerme ahora mismo, les voy a pedir que se retiren.

Siara y Erika hicieron una mueca de desprecio. No les interesaba participar en ningún catálogo de lencería, ni necesitaban dinero. Sus futuros económicos estaban prácticamente asegurados.

La única que sintió un pequeño pinchazo de curiosidad fue Xamira. No porque le agradara la idea de posar semidesnuda frente a un desconocido, sino por el dinero. Por más que en su familia se esforzaran por aparentar que la situación económica era estable, ella sabía muy bien que estaban atravesando un profundo bache. Llevaba tiempo ideando formas de ayudar a su familia, al menos ganando lo que ella necesitaba para estudiar. Más de una vez se lamentó de que a sus padres les gustara tanto aparentar. No tendrían que haberla enviado a un instituto tan costoso.

Sin embargo, este no era el momento para lamentarse por problemas financieros. Xamira estaba desesperada, no dormía bien, y todo por intentar hacer todo lo posible por ayudar a su mejor amiga… o para conocer la verdad. Pasó muchas noches en vela imaginando las distintas posibilidades, y ambas le aterraban. Si Dalma era inocente, eso significaba que estaba siendo víctima de una dura persecusión, de una “cacería de brujas”. En cambio, si resultaba ser culpable… la mente de Xamira se bloqueaba al legar ahí. Miraba el video porno y no podía creer que esas tres pijas estuvieran entrando en la concha de la dulce e inocente Dalma. Una chica que ni siquiera hace chistes “subiditos de tono”. Una chica que participa en todas las actividades de su iglesia. ¿Cómo alguien así podría terminar siendo sometida por tres tipos a la vez? ¿Y por qué permitiría que la grabaran?

Xamira tenía que averiguarlo, como sea.

―¿Cuánto querés? ―Le preguntó al fotógrafo.

―¿Quién habló de dinero? ―Alexis parecía ofendido.

―Me dio la impresión de que estabas insinuando que querías algo a cambio.

―Ajá… puede ser. Y repito: ¿Quién habló de dinero?

Xamira lo miró confundida.

―¿Y si no es plata? ¿Entonces qué querés?

―Lo que puedas ofrecerme… o alguna de tus amiguitas. Me da igual.

Las tres chicas se quedaron mudas durante largos segundos. Hasta que Siara dijo:

―Vamos a la vereda… así charlamos tranquilas y decidimos lo que tenemos que hacer.

―Decidanse rápido ―dijo Alexis―. Porque en una hora y media tengo que cerrar.

Las tres chicas del Club salieron a la calle.

―¿Se dan cuenta de lo que dice este tipo? ―Preguntó Xamira, con indignación―. No sé si ustedes piensan lo mismo que yo, pero a mí me dio la impresión de que quería alguna especie de… favor sexual.

―Sí, pensé lo mismo ―dijo Siara―. Y no estoy dispuesta a darle nada… y menos por tan poca información.

―A mí me gustaría verlo desnudo ―dijo Erika. Las otras dos se giraron para mirarla, con los ojos desencajados―. ¡Hey! No me miren así. No lo digo de babosa. El tipo no me gusta. Lo que pasa es que… podría ser uno de los tipos del video.

―¿Qué? ¿Estás segura? ―Preguntó Siara.

―No. Por eso me gustaría verlo desnudo… y tener alguna foto. Ya saben, para comparar.

―¿Y por qué estás tan segura de que puede ser él?

―Porque tiene la piel bien bronceada… y las manos, son medio parecidas a las manos de uno de los tipos del video. Como es posible que el video que vimos se haya grabado acá… bueno… no me sorprendería si ese tipo también participó.

―Si llega a ser él uno de los tipos del video ―dijo Siara―, eso haría recaer más sospechas sobre Dalma.

―La puta madre. Es cierto ―dijo Xamira, mordiéndose los labios―. Si llega a ser él… o la chica del video es Dalma, o es una que se le parece mucho… y vive en esta misma ciudad.

―Lo que ya sería una gran coincidencia ―puntualizó Erika―. ¿Qué hacemos? Bah, mejor dicho… ¿qué pensás hacer, Xamira? Porque el tipo te mira más a vos…

―Además, Xamira, seamos sinceras ―Siara la miró con seriedad―. Nosotras queremos llegar al fondo de este asunto; pero tampoco es que seamos tan amigas de Dalma como para andar haciendo favores sexuales por ella. ¿Me explico?

―Sí, lo entiendo perfectamente ―Xamira se movió incómoda―. Si hay que hacer algo… lo tengo que hacer yo. ―Su mente se llenó de dudas, las cuales eran empujadas con más fuerza por la curiosidad, el deseo de saber la verdad, sea cual sea―. Solo lo voy a hacer si el tal Alexis tiene algo más para ofrecer.

―¿Estás segura? ―Preguntó Siara.

―No, pero… es la mejor pista que tenemos.

―Hagas lo que hagas, nosotras vamos a estar ahí con vos. Para cuidarte ―le aseguró Erika―. Y de ser posible, para grabarlo todo. Necesitamos imágenes… y sabés por qué.

―Sí, no me agrada nada tener que hacer esto; pero me dejaría mucho más tranquila saber que ustedes están cerca. No me gustaría tener que quedarme sola con ese tipo.

Volvieron al interior de la tienda. Todo el cuerpo de Xamira temblaba. Ella intentó recordar los consejos de su entrenadora para manejar situaciones de mucha presión. Esto no era un deporte, pero los nervios seguían siendo los mismos.

Respiró hondo, miró a Alexis a los ojos, y dijo:

―Entiendo lo que me estás pidiendo… y no me gusta. Voy a rechazar tu oferta, porque no creo que tengas información importante. Si la tuvieras, lo consideraría. Además, no me fío de tu palabra.

Xamira apretó los puños y esperó. Sería un gran alivio que ese tipo le dijera que no tenía más información que brindar, así ella podría volver a su casa con el orgullo intacto.

―No hace falta que confíes en mi palabra ―dijo Alexis―. Puedo darte pruebas de todo. Y sí, sí que tengo información sobre tu amiguita. ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. Dalma. Me acuerdo bien de ella. Aunque la recuerdo mejor sin ropa.

Eso podría ser un simple alarde, pensó Xamira, al fin y al cabo ya es sabido que Dalma posó desnuda frente a él. Pero… ¿y si sabe algo más? ¿Si de verdad participó en el video? Xamira se resignó, sabía que podía dar media vuelta y marcharse, pero también sabía que su necesidad de saber la verdad no se lo permitiría.

―Está bien ―dijo―. ¿Qué tengo que hacer?

―¿De verdad estás dispuesta? ―Alexis sonrió, como si no creyera que su treta funcionaría realmente.

―Sí. Solo si me das pruebas.

―Muy bien. Entonces… pasá por acá… ―señaló una puerta detrás de él.

―Mis amigas me van a acompañar. Para asegurarse de que no me vaya a pasar nada malo.

―Me parece bien. De todas formas, quedate tranquila, chiquita. Lo que tengo para darte es algo muy bueno. Te aseguro que te va a gustar.

Apretando las muelas de pura rabia, Xamira acompañó a Alexis hasta el depósito de la tienda. Siara y Erika la acompañaron, tal y como habían prometido.

Xamira ignoró por completo la habitación. El estómago le daba vueltas y no podía hacer otra cosa que mirar fijamente la entrepierna de Alexis, como si allí aguardara el monstruo que daba origen a sus pesadillas.

―Bueno, chiquita, de rodillas… y a comer. Me imagino que ya te imaginarás lo que tenés que hacer.

Xamira se puso de rodillas ante él. Acto seguido, Alexis bajó su pantalón, exponiendo un pene flácido, pero de buen tamaño.

Xamira sintió cómo el piso se tambaleaba bajo sus rodillas. Esta situación le trajo recuerdos que eran muy difíciles de procesar. El recuerdo de un momento tan humillante como éste, en el que tuvo que someterse a un hombre que tenía una verga muy similar a la que le ofrecía Alexis.

―Dale, flaca. ¿Cuándo vas a arrancar?

Xamira sintió náuseas. Se puso de pie y corrió fuera del estudio fotográfico, como si hubiera visto un fantasma. Siara y Erika intercambiaron miradas de confusión. No esperaron mucho. Salieron tras su nueva amiga.

―¡Hey, Xami! ―Dijo Erika, cuando estuvieron en la vereda―. ¿Te sentís bien?

Xamira estaba apoyada contra la pared, agitada, como si acabara de correr una maratón.

―No puedo hacerlo ―dijo―. Lo intenté. Les juro que lo intenté. Pero no puedo.

―Está bien, Xami, no te preocupes ―dijo Siara, dándole palmaditas en los hombros―. Nadie te puede obligar a hacerlo.

―Sí, no te hagas drama ―agregó Erika―. Buscaremos otra manera.

―Lo siento mucho.

―Nada de eso. Nos vamos ya mismo de acá ―dijo Siara―. ¿Vamos al club? Quizás ahí podamos pensar, mientras tomamos un café.

―Me parece buena idea ―dijo Erika, con una amplia sonrisa, como si todo el asunto ya hubiera sido olvidado―. Pero antes pasemos por la panadería, quiero comer algo con mucho dulce de leche.


Unos minutos más tarde las tres integrantes del Club ya se encontraban en el salón que el instituto les había asignado. Xamira no había probado bocado de las facturas que compró Erika, pero ya había bajado la mitad de su segunda taza de café. Aunque sabía que esto no la tranquilizaría, posiblemente le quitaría el sueño a la noche.

―Quiero pedirles perdón una vez más ―dijo―. Las hice ir hasta allá por nada. Me siento muy avergonzada, porque de verdad creí que podría hacerlo. Pero cuando se bajó el pantalón todo se volvió demasiado real. Ya estuve en una situación parecida a esa… y no estoy lista para repetirla.

―¿Parecida? ―Preguntó Erika―. ¿Tuviste que hacer favores sexuales a cambio de algo?

―No exactamente. Y no piensen nada raro, no fue una situación forzada. Fue algo en lo que yo solita me metí… y acepté las consecuencias. La forma de hablar de Alexis también me recordó mucho a esa ocasión.

―Si nos querés contar, sabés que podés hacerlo. Cualquier cosa que digas, queda entre nosotras ―dijo Siara.

―Gracias, quizás me haría bien hablarlo con alguien…

Xamira estaba debatiéndose si debía contarles o no, cuando sonó su teléfono. Era una llamada de Dalma.

―Hola, amiga. ¿Cómo estás? ―Saludó Xamira.

―Mal. Muy mal.

―¿Por qué? ¿Qué pasó?

―Me quiero morir. Filtraron otro video porno… y es peor que el anterior… y lo peor de todo es que en internet siguen diciendo que soy yo. Me quieren arruinar la vida.

―¿Qué? ¿Otro video? ¿Dónde está? Pasame el link ―Xamira le hizo señas a las otras dos chicas para que preparasen la computadora. Siara y Erika se pusieron a trabajar en eso―. Quedate tranquila, Dalma. Confío en que esa chica no sos vos, todo se va a resolver.

―¿No te das cuenta, Xamira? No importa lo que vos creas… si todo el mundo piensa que soy yo, da igual que sea verdad o no. Me van a crucificar.

En eso tenía razón. Xamira no supo qué decirle para mantenerla animada, por lo que optó en actuar como si fuera una detective trabajando.

―Pasame el video, Dalma. Lo voy a mirar con Siara y Erika. Quizás podamos sacar algunas pistas de ahí. Cuando tenga algo, te llamo. Te lo prometo.

Dalma se despidió y le mandó por mensaje el link del video en cuestión.

A las chicas les bastaron apenas unos segundos para darse cuenta que formaba parte del mismo set que los videos anteriores. Este decía “7/7”. La séptima parte de siete en total. Y era mucho más explícito que los otros videos.

―¿Están pensando en lo mismo que yo? ―Preguntó Erika.

―Creo que sí ―dijo Siara.

―¿Qué? ¿De qué me perdí? ―Preguntó Xamira, que tenía la mente en blanco. Su cerebro se negaba a funcionar.

―Es posible que este video lo haya filtrado Alexis ―dijo Erika―. Es decir, si realmente él participó, puede que tenga copias de algunos fragmentos… o de todos.

―Pero… ¿por qué haría eso? ―Preguntó Xamira.

―¿No es obvio? ―Dijo Siara―. Porque no quisiste chuparle la verga. Esto es una represalia.

Xamira se quedó helada. Si eso era cierto, ahora ella era culpable de que a su amiga la estuvieran exponiendo aún más.

―Lo voy a cagar a trompadas ―dijo, apretando los puños―. Le voy a enseñar lo que puedo hacer cuando me enojo.

―Tranquila, Xami ―dijo Erika―. No dudo que le puedas romper la cara a ese infeliz, tenés pinta de ser buena peleadora. Pero si le pegás, no vamos a conseguir nada de él. Y ahora, más que nunca, sospecho que está metido en todo este asunto. Si esto lo filtró él, nos está mandando un mensaje: “Vengan, porque tengo información para ustedes”.

―Eso quiere decir que yo… ―Xamira no pudo completar la frase.

―Quiere decir que vas a tener que hacer lo que él dice ―completó Siara―. Lo siento mucho, Xami. Pero no nos queda otra alternativa.