Club de Viciosas y Curiosas [02].
Dalma al Desnudo.
Capítulo 02.
Dalma al Desnudo.
Las tres integrantes del club Veritas Sectatores llegaron a la casa de Dalma. Las atendió una mujer de simpática sonrisa y radiante cabello castaño claro.
―Hola, Xamira. ¡Qué bueno verte por acá! ―Saludó efusivamente.
―Hola, Emilia. Vine a ver a Dalma… mejor dicho, vinimos a ver a Dalma. Ellas dos me acompañan. Siara, Erika, les presento a Emilia, la madre de Dalma.
―Si no me decías que era la madre, hubiera jurado que era la hermana ―dijo Erika, abriendo mucho los ojos.
―¡Ay, pero qué chica tan simpática! ―Dijo Emilia, riéndose―. ¿Son compañeras de Dalma?
―No exactamente ―dijo Xamira―. Pero sí van al mismo instituto que nosotras.
Mencionó el instituto porque sabe muy bien que Emilia desconfía mucho de los desconocidos, especialmente si no pertenecen a su grupo religioso. Pero el instituto al que asiste su hija tiene tan buen prestigio y reputación que Emilia tiende a confiar un poco más en la gente que estudia en ese lugar.
―¿Y a qué se debe esta visita? ―Preguntó Emilia, con una radiante sonrisa.
―Ellas quieren ayudar a Dalma con su… problemita.
La sonrisa de Emilia se borró de forma tan repentina que asustó a las chicas.
―Ah… ya veo ―dijo la señora―. Creo que es inútil intentar esconderlo ¿no?
―Es difícil ―Xamira ya había hablado de ese tema con Emilia, y se le hacía muy duro tener que repetirlo―. Mucha gente ya tiene acceso a ese maldito video, y son pocos los que le dan a Dalma el beneficio de la duda.
―Entiendo que se sienta mal, señora ―dijo Siara―. Yo estaría igual en un caso así. Xamira asegura que la chica del video no es Dalma, y nosotras queremos ayudarla a demostrarlo.
―No es ella ―dijo Emilia―. No puede ser ella. Es imposible. Mi hija sería incapaz de hacer una barbaridad así. Nosotros la criamos de otra manera. Ella… ni siquiera sale a bailar ni nada. No le interesan ese tipo de cosas. Dalma solo se preocupa por ayudar a los demás. Jamás me dijo algo como: “Mamá, quiero salir con chicos”. Tiene su novio, y sé muy bien que con él… em… ambos estaban esperando a la noche de bodas. Es ridículo pensar que Dalma pueda hacer una cosa así… ¡y con tres tipos a la vez! ―Se llevó una mano al pecho. Por su mejilla rodó una lágrima.
―Ay, Emilia… ―Xamira la tomó del brazo―. Te dije que no vieras el video.
―Sí, lo sé… pero no pude evitarlo. Necesitaba estar segura.
―¿Piensa que la chica del video se parece a Dalma?
―Siara ―dijo Xamira, con tono cortante―. ¿Te parece que es el momento apropiado para hacer esa pregunta?
―Solo intento reunir información. No se olviden que estamos acá para investigar el asunto… y ayudar a Dalma.
―Está bien, chiquita… está bien. ―Emilia secó las lágrimas usando la manga de su blusa―. Si realmente quieren ayudar a mi hija, se los puedo decir. Tengo que admitir que se parece a Dalma. A pesar de que no se le ve la cara en ningún momento… la contextura física y el color de pelo… encajan con Dalma. Pero… yo conozco muy bien a mi hija, somos muy buenas amigas. Ella sería incapaz de hacer una cosa así. Si fuera un solo hombre, ya se me haría muy raro… dos sería una locura absurda; pero… ¿tres? no, simplemente es imposible que Dalma se deje hacer todo eso por tres hombres a la vez, como si fuera la puta del barrio.
―Gracias ―dijo Erika―. ¿Podemos hablar con Dalma? Creo que en estos casos lo mejor es escuchar lo que la persona afectada tiene para decir.
―Eso es muy cierto ―dijo Xamira―. Si Dalma está de acuerdo… nos gustaría hablar con ella.
―Está bien, pasen. Le va a hacer bien recibir una visita amistosa.
Erika pensó que el cuarto de Dalma era el más deprimente que había visto en su vida. Las paredes blancas estaban completamente vacías, no había ni un solo póster, ni un cuadro, nada. Las cortinas y el acolchado de la cama eran de color beige. El piso de parqué perfectamente encerado le recordó a la casa de una de sus abuelas. ¿Cómo una chica de dieciocho años podía tener un piso tan brillante y pulcro en su propio cuarto? ¿Dónde estaban los pedacitos de papas fritas? ¿Las migas de galletitas? ¿Los posters de bandas de rock? ¿Las fotos con amigas? ¿Por qué no había alguna media sucia tirada en un rincón… o un corpiño? ¿Por qué no había nada que tuviera un color vivo y alegre?
Todo estaba tan limpio y prolijo que a Erika le dio asco. Era como estar dentro un quirófano.
Dalma era la viva imagen de la pureza, tenía puesta una camisa blanca que llegaba hasta el cuello y una pollera negra que pasaba sus rodillas. Erika pensó que la chica había vuelto recientemente de la iglesia, de otra forma no podía entender cómo una mujer podría llegar a vestirse así por voluntad propia. Quería creer que Dalma no usaba esa ropa todo el tiempo.
―¿Cómo estás, amiga? ―La saludó Xamira, sentándose a su lado en la cama.
―Un poco mejor… pero todo esto apenas empieza. Se va a poner peor. ―Miró a las recién llegadas―. ¿Quiénes son ellas?
―Son dos… amigas. Siara y Erika. Ellas quieren ayudarte. Creo que pueden encontrar una forma de demostrar que la chica del video no sos vos.
―¿De verdad?
―No nos adelantemos ―intervino Siara―. Recién empezamos a entender este asunto, todavía no sé si podremos llegar a alguna conclusión.
―Pero al menos lo vamos a intentar ―agregó Erika.
―Si no te molesta ―dijo Xamira―, les gustaría hacerte algunas preguntas. Podés confiar en ellas, son buenas chicas y tienen mucho entusiasmo por ayudar.
―Está bien ―Dalma asintió con la cabeza―. Si vos confiás en ellas, entonces yo también. ¿Qué quieren saber?
―¿Vos sos la chica del video? ¿Te cogieron entre tres? ―Preguntó Siara, sin vueltas.
Dalma y Xamira se quedaron boquiabiertas.
―Lo que Siara quiere decir ―intervino Erika―, es que tenemos que hacerte esa pregunta sí o sí, por más básica… y directa que sea. Pero Siara es menos sutil que un toro con rabia.
Siara fulminó con la mirada a su amiga, Erika se limitó a sonreír.
―Para que te sea más fácil ―dijo Xamira―, pensá en las chicas como si fueran policías, o detectives. Ellas de verdad están investigando tu caso. Quieren llegar al fondo de todo esto… y yo las voy a ayudar.
―¿Detectives?
―Sí ―dijo Erika, con mucho entusiasmo―. Formamos un club dedicado a resolver misterios. Ahora mismo estamos trabajando en tu caso…
―Y yo me uní a ellas ―dijo Xamira, con una simpática sonrisa―. ¿Alguna vez me imaginaste como detective? Porque yo no.
Dalma se rió, aunque no fue una risa muy alegre.
―Sos muy inteligente, Xamira. ¡Claro que podrías ser detective!
―Gracias.
―Todo esto del club me parece de lo más raro; pero si de verdad quieren ayudar, voy a responder todas las preguntas que me hagan. Y mi respuesta a la primera pregunta es: No, yo no soy la chica del video.
―¿Y sabés quién puede ser? ―Preguntó Siara.
―No, ni idea.
―¿Alguien te habló de este video antes de que se volviera viral? ―Preguntó Erika.
―Emm… no lo había pensado. No sé exactamente cuándo se volvió viral… pero el primero en decirme algo al respecto fue Tomi, mi novio… o mejor dicho, ex novio. Él está convencido de que la chica del video soy yo.
―Si es así, no te merece como novia ―dijo Xamira―. Me sorprende esa actitud, viniendo de Tomi, pensé que era un buen chico.
―Es un buen chico ―dijo Dalma―; pero también es muy celoso. Si él tiene la más mínima sospecha de que esa chica puedo ser yo… no me sorprende que se ponga así.
―Y cuando tu novio te habló de esto. ¿Te pasó el video… o un link? ―Quiso saber Siara.
―No, nada. Simplemente me dijo que había un video porno en el que yo aparecía con tres tipos. Me insultó. Insultó a todo mi árbol genealógico y ya no volvió a hablarme. Bloqueó mi número. Intenté comunicarme con él; pero no pude.
―No lo llames, amiga. Es un pelotudo. No vale la pena ―Xamira parecía verdaderamente enojada―. Se suponía que ustedes se iban a casar… si al primer problema que tienen reacciona así, no merece estar a tu lado.
―Sí, tenés razón ―dijo Dalma, agachando la cabeza―. ¿Quieren saber algo más, chicas?
―Por el momento, no ―dijo Siara―. Antes tenemos que reunir más información. ¿No te molesta si más adelante te hacemos más preguntas?
―No me molesta.
―A mí sí me gustaría pedirte una cosa… aunque no creo que te guste ―dijo Erika―. Pero podría servirnos para la investigación.
―Si las puedo ayudar en algo, hago lo que sea ―aseguró Dalma.
―Esperá ―dijo Siara―. Porque a mi amiga se le ocurren ideas muy absurdas. Antes de aceptar, mejor escuchá lo que tiene para decir. ¿Qué tenés en mente, Erika?
―Em… como bien dije… no te va a gustar. Estaba pensando que podríamos usar algunas fotos tuyas para comparar el video.
―Tengo algunas fotos, si quieren se las paso ahora mismo.
―Este… em… tienen que ser fotos sin ropa.
Las otras tres chicas del cuarto abrieron tanto los ojos que Erika pensó que se saldrían de sus cuencas y ella tendría que recorrer todo el parqué buscándolos.
―¿Estás loca? ―Dijo Xamira―. ¿Cómo nos va a pasar fotos desnuda?
―Es que… a la chica del video solo se le ve la… la cachucha ―se puso roja al decir esto―. Y Siara tiene la teoría de que éste podría ser el primer video de entre varios.
―¿Qué? ―Preguntó Dalma, atemorizada―. ¿Va a haber más? ¿Cómo lo saben?
―Tranquila, amiga ―Xamira la rodeó con un brazo―. Es solo una posibilidad muy remota. Hay un par de números en una esquina del video: 5/7. Siara piensa que eso podría indicar que es el quinto video, de un total de siete.
―O bien podría ser una fecha ―se apresuró a decir Siara.
―En caso de que haya más videos ―dijo Erika―, nos vendría bien tener fotos tuyas. Una ventaja es que el video tiene muy buena resolución. Cualquier mínimo detalle que te diferencie con esa chica, va a saltar a la vista. Así sea un pequeño lunar. Si encontramos alguna marca que no coincida con vos, ya tendríamos una prueba de que vos no sos la chica del video.
―¿Y después, qué? ―Preguntó Xamira―. ¿Le mostraríamos a todo el mundo la concha de Dalma para demostrar que no es ella la del video? Me parece una locura.
―Es una locura ―dijo Dalma―. Pero si con eso consiguen demostrar que la chica no soy yo, estoy dispuesta a hacerlo.
―¿Mostrarías la concha en internet? ―Preguntó Xamira, confundida.
―Solo si es el último recurso. Prometanme que, aunque las fotos les sirvan para demostrar que la chica no soy yo, no las van a publicar sin antes haber intentado todo. Absolutamente todo.
―Eso te lo prometo ―dijo Siara―. Lamento decir que Erika tiene razón, a nosotras nos vendrían muy bien las fotos, para la investigación. En especial si son de muy buena calidad.
―Tengo una buena cámara ―dijo Dalma.
―Bien. Si aceptás a darnos esas fotos, no solo las vamos a cuidar como si fueran nuestras, sino que antes de usarlas, vamos a agotar hasta el último recurso. Solo serán usadas en público si ya no quedan más alternativas. Ni una sola.
―Gracias. La idea de mostrarme desnuda en internet no me gusta nada; pero si con eso consigo que la gente deje de acosarme, estoy dispuesta a hacerlo. Prefiero que me vean desnuda antes de que circulen los rumores de que me acosté con tres tipos a la vez.
―Entonces… ¿te vas a sacar las fotos? ―Xamira no cabía en su asombro.
―No, amiga… me las vas a sacar vos.
Dalma estuvo de acuerdo con sacarse las fotos, pero le pidió a Siara y a Erika que se retiraran. No tenía problema en que esas dos chicas vieran el resultado de la sesión de fotos; pero prefería hacerla junto a su fiel amiga Xamira.
Siara y Erika se marcharon, prometieron que juntas trabajarían en un plan de investigación más elaborado.
Cuando estuvieron solas, Dalma comenzó a desprenderse la camisa.
―Amiga ―dijo Xamira, ya con la cámara en mano―. ¿Estás segura de que querés hacer esto? ¿No te molesta que yo te vea desnuda?
Dalma siguió desprendiendo botones, un discreto corpiño beige cubría sus pechos.
―Xamira, sé que te cuesta entender por qué hago esto. Por culpa de ese video me siento desnuda ante el mundo, todos hablan de mí y me mandan mensajes muy agresivos. “Cómo te gusta la pija, putita de mierda”, fue lo más suave que me dijeron. Hubo una piba que incluso me dijo algo peor… perdón por lo que voy a repetir, amiga, es muy sarpado; pero es que me quedé helada cuando leí ese comentario… especialmente porque venía de una chica. Decía así: “Me encanta como te dejaron la concha chorreando leche, la próxima vez avisame, así te la chupo y me la tomo toda”.
―¡Qué sarpada! ¿Quién te dijo eso?
―No sé quién es, no es del instituto.
―¿Y hubo más comentarios como ese? No lo pregunto de morbosa, solo porque podría servir para la investigación.
―Bueno, sí… la misma chica. Yo le respondí diciendo: “Sos una desubicada. ¿No te da asco decir en público que querés tragar semen?”. Y la mina me respondió: “No te hagás la puritana, si ese día habrás tragado como un litro de leche. En el video se nota cómo te la tomás toda”.
―¿Qué? ¿En qué momento se ve eso?
―Yo no me había dado cuenta ―dijo Dalma―, hasta que me lo hizo notar esta chica. Fijate bien, hay un momento en el video en el que se nota que esa chica está tragando algo mientras… em…. mientras chupa una verga. O sea, no es que yo sea una experta en sexo; pero…
―Sí, es difícil suponer otra. Se lo voy a comentar a las chicas, porque ese detalle se nos pasó por alto. Y me gustaría investigar a la mina que te escribió. Quizás ella sabe algo. ¿Dónde puedo leer sus comentarios?
―Me escribió por Instagram. Después si querés chequealo.
―No quise entrar a tus redes sociales, porque no quería ver lo que te decían… sin embargo, en los comentarios puede haber alguna pista. Ahora le mando un mensaje a Erika y a Siara, para que lo revisen.
―Puse Instagram y Twitter como privados, solo lo pueden ver las personas que me siguen. Así que cuando ellas le den “seguir” a mis perfiles, avisame. Así las acepto.
―Bien.
―En fin, como te decía… a esta altura lo que menos me molesta es que vos me veas desnuda.
―Gracias por la confianza, pero… ¿y las otras chicas? Siara y Erika también te van a ver así.
―Ya te dije, si vos confiás en ella, yo también.
―Hasta ahora demostraron ser muy eficientes.
―Lo que me alegra es tener gente de mi lado. Estos días me sentí muy sola. Ni mi familia quiere hablar conmigo.
―Tu mamá está segura de que vos no sos la chica del video.
―No lo sé… a veces me da a entender lo contrario. En fin. Espero que esto sirva de algo.
Se quitó la camisa y el corpiño, cuando sus delicados pechos quedaron expuestos, Xamira apartó la mirada automáticamente, y se sonrojó. Dalma notó esto, pero aún así continuó desvistiéndose. Se quitó la pollera, mostrando que tenía una bombacha haciendo juego con el corpiño. Xamira pensó en la ropa interior de su abuela. A ella no le gustaba andar vistiendo ropa indiscreta; pero tampoco llegaba a los extremos de Dalma, que vestía como una monja.
Dalma se quitó los zapatos, las medias y justo antes de despojarse de su última prenda de vestir, miró a Xamira y dijo:
―Amiga, si alguien me tiene que ver desnuda, me alegra que seas vos. ¿Te puedo pedir una cosa?
―¿Qué cosa?
―No reacciones como si todo esto fuera una locura. O sea, sé que lo es; pero… si veo la cara de vergüenza que tenés, me siento peor. Se me hace todo más difícil.
―Está bien, entiendo. ―Xamira cerró los ojos y tomó aire, una técnica que usaba cuando quería concentrarse en alguna competencia deportiva. Exhaló y abrió los ojos otra vez―. Bien, ya estoy mentalizada. Gracias por la confianza, Dalma… y si tengo que sacarle fotos a una chica desnuda, me alegra que seas vos. Sos muy bonita y estoy segura de que las fotos van a quedar preciosas.
Dalma sonrió, con genuina alegría.
―Gracias. Espero que las fotos queden muy lindas. Lo digo en serio. Esforzate para que salgan bonitas, como si yo fuera una modelo que posa desnuda. Sé que esa no es la intención; pero… una tiene su orgullo. Si me van a ver la cachucha, al menos quiero salir bien.
Las dos se rieron.
La bombacha de Dalma cayó al piso y Xamira se asombró al ver que su amiga tenía la vagina completamente depilada. No había ni rastros de vello púbico.
―Me la depilo siempre ―dijo Dalma, como si hubiera leído los pensamientos de su amiga―. Me parece más higiénico.
―Ah, está re bien. Yo… yo también me depilo, aunque… ―Xamira nunca había hablado de este tema con su amiga; pero quería que Dalma se sintiera cómoda, ya suficiente tenía con soportar el acoso de un montón de gente. Por eso Xamira tomó el elástico de su pantalón y lo bajó un poco, junto con su tanga deportiva―. Así me la dejo.
Dalma se acercó y admiró el pubis de su amiga. Estaba prolijamente depilado, incluso en la zona de los labios vaginales; sin embargo había una línea de vello que cruzaba en vertical el pubis.
―Ay, qué paciencia tenés que tener para hacer eso. Para colmo te quedó perfecta.
Dalma estiró su mano y tocó el vello púbico de su amiga, lo acarició como si fuera su peluda mascota. A Xamira esto la tomó por sorpresa y estuvo a punto de retroceder, pero logró contenerse. Conocía bien a Dalma y sabía que ella no la había tocado con malas intenciones, era simple curiosidad de amiga... de una amiga de mucha confianza. Para demostrar que no estaba asustada o molesta, Xamira bajó más el pantalón y la tanga, hasta llegar a la mitad de sus muslos. Toda su concha quedó expuesta. Estaba nerviosa, el corazón le latía a mil por hora; pero lo vio como una excelente forma de demostrarle a Dalma que la apoyaba en este duro momento.
―Me encanta cómo te queda, pero yo no tengo paciencia para dejarla así ―los dedos de Dalma bajaron a lo largo de la línea de pelitos. Por un momento Xamira temió que su amiga fuera demasiado abajo, pero ésta se detuvo justo antes de llegar al clítoris―. Me sirve de mucho que te hayas sacado la ropa, amiga. Me transmite confianza. Así ya no me siento tan sola.
―Emm… si te hace sentir más cómoda, me quedo desnuda ―Xamira lo dijo más como una broma; pero Dalma se lo tomó en serio.
―¡Eso me encantaría! ―Exclamó, sonriendo―. Si las dos estamos igual, me voy a sentir mucho más cómoda.
―Este… em… está bien.
“¿En qué quilombo me metí?”, pensó Xamira, mientras se quitaba la ropa. Buscó alguna excusa para no tener que hacerlo, pero ya era demasiado tarde. Se había comprometido.
Xamira se quitó la remera y en el momento de desprender su corpiño se detuvo.
―¿Tenés dudas? ―Le preguntó Dalma, con una cálida sonrisa―. Está todo bien, amiga. A mí también me da un poquito de miedo, pero… creo que no hay nada más puro que el cuerpo femenino al desnudo. Miralo de esta manera: esto nos va a ayudar mucho a entrar en confianza, va a fortalecer nuestra amistad.
Xamira esbozó una ligera sonrisa, asintió con la cabeza y se quitó el corpiño. Luego, sin pensarlo demasiado, se sacó el resto de la ropa, hasta quedar tan desnuda como su amiga.
Dalma quedó impresionada con el cuerpo atlético de su amiga. Los pechos de Xamira eran ligeramente más pequeños que los de ella y parecían bronceados, esto se debía al natural tono oliváceo de la piel de Xamira.
―¡Wow, amiga! ―Exclamó Dalma, abriendo muchos los ojos―. ¡Qué cuerpazo tenés! Alguna vez te vi usando calzas, pero… no me imaginé que tuvieras un cuerpo tan tonificado.
―Es que hago mucho ejercicio, ya lo sabés.
―Sí, pero igual… estoy sorprendida. Es la primera vez que veo a una chica con los abdominales marcados.
―Están apenitas marcados, no me gusta que se marquen demasiado.
―Es increíble.
Dalma pasó sus dedos por las tenues líneas que marcaban los abdominales de su amiga. Luego descendieron lentamente hacia el Monte de Venus. Todo el cuerpo de Xamira se estremeció, no acostumbraba a recibir ese tipo de caricias… y mucho menos de su mejor amiga. Los pezones se le pusieron duros, quedaron como dos timbres marrones, apuntando firmemente hacia adelante. Se preguntó cómo había llegado tan lejos con Dalma, que era una chica tan puritana. Todo pasó demasiado rápido… y ni siquiera habían comenzado con las fotos.
Los dedos de Dalma volvieron a acariciar su vello púbico, esta vez fueron bajando mucho más lento. Cuando llegaron al borde, ya casi tocando el clítoris, volvieron a subir, provocando que todos los pelitos se erizaran, incluyendo los finos pelitos de los brazos de Xamira. Se le puso la piel de gallina.
―Es divertido ―dijo Dalma, con tono inocente―. Es como rascar una alfombra.
Xamira estaba tensa. Tal vez Dalma no veía la desnudez como algo morboso, quizás para ella era algo puro. Recordó a su amiga hablar de ese tema, brevemente. Dalma le dijo que le gustaría poder andar desnuda por la vida, no para estar provocando deseos sexuales en nadie, sino para sentirse libre de cuerpo y alma.
No podía reaccionar con Dalma de la misma forma en que lo haría con cualquier otra persona. Además de ser su mejor amiga, Dalma era la chica más pura e inocente que conocía. Si ella le tocaba el vello púbico, lo hacía con intenciones puras; como una amiga curiosa. Xamira decidió que debía relajarse un poco, estar desnuda junto a Dalma no es morboso… es adorable.
Dejando sus prejuicios de lado, Xamira acarició el monte de Venus de Dalma, la rubia se estremeció y comenzó a reírse.
―¡Ay, eso no me lo esperaba! ―Dijo, entre risas.
―Perdón, es que me dio curiosidad… te quedó super suavecita; pero si te molesta...
―No me molesta para nada, porque sos vos. Sos mi super amiga. Puedo estar totalmente desnuda frente a vos, y me importa un carajo.
―Gracias… me pasa lo mismo con vos. ―No era del todo cierto, le llevaría tiempo acostumbrarse a estar desnuda frente a Dalma; pero ya se estaba sintiendo mejor, más confiada y segura.
―¿Empezamos con las fotos? ―Preguntó Dalma, con tranquilidad.
―Bueno, sí… supongo que sí ―A Xamira aún le costaba mantener en orden sus pensamientos―. ¿Cómo lo hacemos?
―Y… no sé. Esto de sacarme fotos desnuda es nuevo para mí.
―Y yo nunca le saqué fotos a nadie que estuviera sin ropa.
Las dos soltaron una risita divertida de amigas íntimas.
―Me acuesto en la cama, y vos sacá fotos como te parezca.
―Dale.
Dalma se tendió en su cama de lado, apoyó el codo en el colchón y la cabeza quedó sostenida por su mano. Xamira pensó que parecía alguna representación de una diosa o algo por el estilo. Su amiga, además de ser hermosa, parecía brillar con su propia aura de pureza. Comenzó a pensar que quizás Dalma tuviera razón, quizás no había nada de obsceno en el cuerpo femenino.
La primera foto que tomó Xamira fue de cuerpo completo, tomó dos o tres más como esta y luego se acercó a su amiga.
―Em… tengo que sacarte… fotos desde más cerca a las…
―¿A las bubis?
―Sí… y después… lo mismo, pero más abajo.
―No importa, lo entiendo perfectamente. Dale, sacá...
Xamira volvió a sentirse extraña al enfocar en primer plano las tetas de su amiga. Las fotografió un par de veces y luego fue bajando con la cámara lentamente hasta el pubis, tomando fotos por el camino. La vagina de su amiga estaba cerrada, porque ella mantenía las piernas juntas.
Dalma cambió de posición, se sentó de espaldas a la cama, como si fuera una modelo para una pintura renacentista. Xamira quedó impresionada por las curvas de su amiga, que parecían las de una guitarra acústica.
Xamira pensó que las fotos hasta tenían cierta ternura. Sí, Dalma estaba desnuda, pero no era obsceno. Las fotos se podrían usar tranquilamente en una escuela de arte, para enseñar a dibujar la anatomía femenina. Pero eso cambió cuando Dalma dijo:
―Me imagino que necesitás algunas fotos más… directas. Donde se vea más… em… lo que se tiene que ver.
Acto seguido, Dalma se puso en cuatro patas sobre la cama, con su culo en pompa y las piernas separadas. Esto fue chocante para Xamira, su amiga pasó de ser una modelo de desnudo artístico a una modelo de pornografía. Se sintió incómoda y quiso apartar la mirada al encontrarse con el agujero del culo y con los labios vaginales abiertos, mostrando el interior del sexo de Dalma.
―¿Estás segura de querer sacarte una foto así? ―Preguntó Xamira.
―Sí. Es decir, no me gusta mucho la idea; pero seamos honestas… tus nuevas amigas van a estar más interesadas en mi vagina que en cualquier otra parte de mi cuerpo. Al fin y al cabo eso es lo que más se ve en el video… y me estoy poniendo en la misma posición y todo.
―Bueno, sí… eso es cierto.
Xamira reanudó la tarea de sacar fotos e incluso procuró tomar algunas replicando el ángulo de la cámara de ese video porno. La iluminación era muy buena y la calidad de la cámara también, Xamira estaba segura de que se podría ver hasta el más mínimo detalle del cuerpo de su amiga.
―Se te va a ver todo ―dijo, pensando en voz alta.
―Y esa es la idea, ¿no?
―Eh… sí… pero me refería a que la cámara… es muy buena…
―Lo sé. Por cierto ―Dalma se sentó en la cama y separó las piernas, exponiendo su concha una vez más. Xamira hizo un gran esfuerzo por no mirar esa zona, pero no lo consiguió―. Deberías buscar alguna señal… alguna marca.
―¿A qué te referís?
―Mmm… vení, acostate en la cama.
Xamira no comprendía nada, pero aún así hizo lo que su amiga le pedía. Se tendió boca arriba y se sorprendió cuando Dalma le separó las piernas. Xamira, instintivamente, volvió a cerrarlas.
―Ay, perdón, Xami… lo hice sin pedir permiso. No me di cuenta.
―No, no… está bien ―Xamira recobró la compostura―. Yo reaccioné mal… sé que para vos todo esto es muy puro y casto; pero a mí me cuesta un poquito estar desnuda frente a otra persona.
―Lo sé, lo entiendo. No lo hice con mala intención, solo quería mostrarte a qué me refería con las señales. ¿Confiás en mí?
―Sí, por supuesto. ―Para demostrar esa confianza, Xamira separó las piernas―. Podés seguir con tu explicación.
―Muy bien, muchas gracias ―dijo Dalma, con una simpática sonrisa.
Xamira se alegró de que su amiga, a pesar del duro momento que estaba atravesando, fuera capaz de sonreír. Esto le pareció sorprendente, pero lo que más la sorprendió fue lo mucho que Dalma acercó la cara a su vagina. Comenzó a analizarla como si se tratase de una detective buscando pistas. Xamira se sintió muy incómoda por esta cercanía y más que nada porque podía sentir el aliento de Dalma chocar contra sus labios vaginales.
―¡Ajá! ¡Esto es lo que buscaba!
―¿Qué cosa? ―Preguntó Xamira.
―Justo al lado del labio derecho tenés un lunarcito, es muy pequeño, apenas se nota, pero está ahí. ―Xamira sintió uno de los dedos de su amiga en la zona descripta, estaba mucho más cerca de la concha de lo que había imaginado. Tanto que el dedo rozó ese labio vaginal―. Pasame la cámara y te muestro, porque sé que tenés elasticidad, amiga; pero no creo que tanta.
Dalma tomó la cámara y fotografió la concha. Luego le mostró el resultado a Xamira, que se sintió sucia. Ella no acostumbraba a sacarse ese tipo de fotos y le pareció obsceno que hubiera una foto de toda su vagina en un primerísimo primer plano.
―¿Ves? ―Dijo Dalma, acostándose a su lado, mientras le mostraba la pantalla de la cámara―. Acá está. Es pequeñito…
Efectivamente, ahí estaba. Un ínfimo lunar, justo al lado de uno de sus labios vaginales.
―Sí, lo veo…
―Este tipo de cosas tenés que buscar. Le van a servir cuando hagan la comparación.
―Entiendo… sí… podría ser muy útil. Pero no vi nada así en… tu… en tu…
―¿En mi concha? No sé, no me la revisé tanto; pero capaz que algo tengo. Vos ni siquiera sabías de este lunar.
―Es cierto, nunca lo había notado. Pero vos tenés la piel muy suave y pálida, creo que un lunar se notaría a simple vista. Yo soy más morocha, se disimulan más.
―Es que no solo tenés que buscar lunares. A ver si encuentro algo más, que pueda usar de ejemplo. Si no te molesta, claro.
―No, no me molesta…
Eso era cierto, no estaba molesta con su amiga por esa exploración tan minuciosa; sin embargo se sentía expuesta, agobiada. Intentó mentalizarse una vez más, pensar en que Dalma se estaba tomando la situación con total naturalidad, porque ella no veía nada sexual ni obsceno en las fotos. Xamira pensó que para Dalma una foto de la concha solo simbolizaría una zona del cuerpo que una normalmente no muestra; pero que si se está en confianza no hay problemas al hacerlo.
Una vez más Dalma se zambulló entre las piernas de su amiga, con la cámara en mano, y continuó con su exploración. Unos segundos más tarde Xamira se sobresaltó cuando sintió dos dedos directamente sobre sus labios vaginales; sin embargo se esforzó por disimular el asombro.
Esos dedos separaron un poco los labios de su concha. Xamira se siente incómoda incluso cuando su ginecóloga la revisa, y tener los labios abiertos frente a otra mujer, aunque fuera su mejor amiga, la hacía sentir expuesta, como si miles de ojos estuvieran observando esa zona tan íntima y privada de su cuerpo.
―¡Ajá! Acá adentro también tenés un lunarcito.
―¿Cómo? ¿Adentro? No puede ser…
―Bueno, no sé si es un lunar… es un puntito chiquito… ―Dalma frotó con un dedo, como si quisiera borrar la macha. Xamira sacudió su cuerpo como si hubiera recibido una descarga eléctrica―. ¡Ay, perdón! Es que… soy una boluda, nunca pienso en cómo te lo vas a tomar. Solo quería estar segura de que no era una pelusa o algo así.
―Está bien… está bien ―se apresuró a decir Xamira―. No pasa nada, amiga.
Pero sí pasaba. No quería admitirlo pero ese toque fue sumamente extraño para ella, porque activó una zona erógena muy sensible―. Se me hace raro tener una manchita ahí dentro ―dijo, intentando mantener la compostura.
―Ahora le saco una foto y te muestro… abrila vos.
Xamira se lamentó de sus palabras. No le quedó más alternativa que abrir su concha frente a los ojos de Dalma… y frente a la cámara, que empezó a capturar imágenes casi al instante. Xamira comenzó a sentirse como una modelo porno exponiendo su concha para que un montón de pajeros en internet pudieran disfrutar al verla. A su vez esto le produjo una extraña sensación de poder, algo que no había experimentado desde que ganó su última pelea de boxeo. ¿Y a qué se debía esa oleada de poder? Xamira supuso que era por sentir la libertad de poder abrir su concha frente a su amiga y que eso no significara algo malo.
―¿Ya está? ―Le preguntó a Dalma.
―Sí, ya te muestro… a ver, pará… ahora que levantaste un poco las piernas, me pareció ver algo en tu cola. ¿Podrías darte vuelta?
Xamira obedeció porque no pensó que esa posición pudiera ser peor que la que ya tenía. Sin embargo al darse la vuelta apoyó sus rodillas en la cama, quedando en cuatro patas. Se iba a acostar, pero Dalma la tomó por la cintura y comenzó una nueva revisión. Xamira se quedó muy quieta, incluso cuando su amiga le abrió las nalgas, como si se tratase de un proctólogo.
―Acá tenés una marquita, como si fuera una pequeña cicatriz ―Xamira se estremeció cuando sintió el dedo de Dalma deslizándose muy cerca de su ano. Esta vez sí la invadió una fuerte sensación de vergüenza. No está bien que se estén mirando los culos de esa forma, aun siendo mejores amigas―. No sé qué es. Le saco una foto y te muestro.
Xamira se quedó muy quieta, con su culo elevándose, como si estuviera esperando a que alguien la penetrara… como lo habían hecho con la chica del video. Esto le provocó un nudo en la garganta y una rara sensación de vacío en la boca del estómago.
―Ahora sí, ponete como antes. ―Xamira volvió a su posición original, creyendo que ahora sí Dalma le mostraría las fotos. Sin embargo su amiga siguió con la inspección―. A ver si encuentro algo más.
Puso su cara muy cerca de la vagina de Xamira, incluso más cerca que antes. Esta vez pudo sentir el aliento de Dalma justo contra la zona del clítoris. Desde el punto de vista de Xamira parecía como si su amiga fuera a practicarle sexo oral en cualquier momento. Intentó alejar esos burdos pensamientos de su mente. ella nunca haría una cosa así.
―Me gusta tu clítoris ―dijo Dalma, con tono inocente, como si hubiera dicho: me gusta tu nariz.
―¿Cómo?
―Sí… es lindo. Me gusta cómo se asoma.
Xamira tuvo que hacer un gran esfuerzo para recordar que Dalma es sinónimo de inocencia y que esas palabras no escondían ningún mensaje sexual.
―Em… gracias.
―Perdón que te mire así, desde tan cerca… es que, la estoy pasando bien. Nunca me sentí tan cómoda con alguien, y más teniendo en cuenta que estamos las dos desnudas.
Esto hizo sonreír a Xamira.
―Yo también la estoy pasando bien ―dijo ella, porque sí, en cierta medida lo estaba disfrutando, aunque aún se le hacía difícil relajarse.
Un nuevo estremecimiento la invadió cuando Dalma tuvo la loca idea de tocarle el clítoris, como si estuviera dándole golpecitos a una diminuta campana. Por un momento Xamira estuvo tentada a decir algo, sin embargo una vocecita interna le dijo: “Si te molestás por esto, Dalma podría malinterpretarlo”.
Los suaves golpecitos en el clítoris siguieron y Xamira luchó contra su propio cuerpo. Tensó todos sus músculos para evitar moverse, lo más difícil fue mantener las piernas abiertas; pero cerrarlas hubiera sido un gran error, porque Dalma estaba allí, justo en el medio.
―Si te molesta que haga esto, decime… ―Dalma habló mientras seguía tocando ese pequeño botoncito de placer―. Es solo que… una no siempre tiene la oportunidad de mirar algo tan lindo junto con alguien de confianza. Espero que no te lo tomes a mal.
―Está bien, no me lo tomo a mal ―dijo Xamira, sin estar muy convencida de sus propias palabras. Esto era raro, sí… pero no dejaba de ser divertido, quería decir algo para convencer a Dalma de que estaba todo bien―. Me hace cosquillas.
―Sii… lo sé muy bien. No es que ande todo el día tocándome el clítoris, ni nada de eso… pero, bueno… alguna vez lo hice. ¿Me explico?
―Em… sí… yo también.
¿Y qué iba a responder? ¿Que ella nunca se había masturbado? Eso sería absurdo. Al fin y al cabo Dalma, con todos sus lineamientos religiosos era capaz de admitir que a veces se pajeaba.
―Mmm… veo que te mojás fácil ―dijo Dalma.
Esto puso los pelos de punta a Xamira… incluso los pelos de su pubis. Y la sensación se hizo más fuerte cuando su amiga pasó dos dedos a lo largo de toda su concha y luego le mostró los jugos vaginales que había recolectado.
―¡Ay, qué vergüenza!
Dalma soltó una risita.
―No pasa nada, amiga. A mí me pasa igual. Es la lubricación natural del cuerpo. No se puede evitar. Si querés después comprobalo, para que veas que a mí tampoco me molesta. ¿Sabías que esto es algo bueno? ―Volvió a pasar los dedos por la concha y juntó más jugos.
―¿Ah sí? ―Preguntó Xamira, que seguía luchando contra los espasmos sexuales de su cuerpo.
―Sí, me lo dijo la ginecóloga. Ella me explicó que si una mujer lubrica bien, eso la puede favorecer mucho en el momento de tener relaciones sexuales. Como que duele menos.
Xamira no era virgen, pero nunca se había puesto a analizar el sexo de esa manera.
―Entonces supongo que tengo mucho a mi favor ―dijo―, porque, como verás, me mojo muy fácilmente.
―Eso veo…
Dalma soltó otra risita y volvió a tocar el clítoris, solo que esta vez usó dos dedos y comenzó a moverlos en círculo, como si estuviera masturbando a su amiga.
Xamira tuvo que morder su labio inferior para ahogar un gemido. No podía creer que el inocente toqueteo de su amiga le hubiera producido una ola de placer tan fuerte.
―Es tan lindo que dan ganas de morderlo ―dijo Dalma.
―Espero que no se te ocurra hacer eso.
―No, sonsa ―dijo, con una risita―. ¿Cómo te lo voy a morder? ¡Qué dolor! A esto hay que tratarlo con cuidado, es muy delicado.
Dalma presionó con sus dedos y el clítoris quedó atrapado entre ellos. Luego acercó su lengua…
Apenas sintió el contacto, Xamira se apartó. Quedó sentada en la cama, alejándose de su amiga, como si Dalma fuera una araña venenosa.
―¿Sabes qué? Me acordé que tengo que entrenar ―dijo Xamira, haciendo un pésimo intento por mostrarse tranquila―. Me está esperando la profesora… me va a matar si la dejo plantada.
―Ah… ―Dalma parecía desilusionada.
―Perdón, amiga. La estoy pasando muy bien, pero en serio… tengo que irme. ―Saltó de la cama y comenzó a vestirse a toda prisa―. Te juro que me re olvidé que hoy tenía entrenamiento, y sabés muy bien que no me gusta faltar a ninguno.
―Sí, lo sé ―respondió Dalma, con el ánimo de un cadáver.
―Bueno, me voy ―dijo Xamira, cuando terminó de vestirse.
―¿Y qué pasa con las fotos?
―Ah, eso… em… mandamelas por mail.
―Pero… no son suficientes.
―Yo creo que sí… sino podés hacer el intento de sacarte vos algunas, las que puedas. O… vengo otro día y seguimos.
Se arrepintió al instante de sus palabras, pero no pudo decir que estaba mintiendo… no después de que Dalma volviera a sonreír como si se hubiera ganado la lotería.
―Dale… otro día lo seguimos. Igual te mando las fotos que ya tengo, para que empiecen con la investigación. Espero que tengan suerte con eso.
―Sí, yo también.
―Bueno, amiga ―Dalma se acercó y le dio un fuerte abrazo―. Gracias por todo. Te quiero mucho. Nos vemos otro día, vení cuando quieras.
―Em… sí, te prometo que voy a venir.
Xamira se despidió de su amiga y salió de la casa tan rápido como pudo. Tenía la mente llena de ideas que no parecían conectar entre sí. ¿Qué había pasado? ¿Cuál fue la intención de Dalma? ¿Hasta dónde puede llegar la inocencia y la pureza? Xamira no tenía respuesta para esas preguntas, ni las quería… solo quería olvidarse de todo y hacer de cuenta que nada de esto pasó, que fue solo su imaginación.