Club de señoritas

Un adolescente precoz en sus inicios sexuales es invitado por un grupo de señoritas a compartir a un delicioso semental.

Club de señoritas

Comenzaré mi relato diciéndoles que conocí a Jim por mera casualidad, cierto día al ir camino a la escuela pasé entre unas casas para cortar camino, y fue justo en ese momento que Jim iba saliendo del baño completamente desnudo, secándose el cabello y haciendo que me detuviera por unos instantes a contemplar a través de esa ventana la verga más grande que hubiera visto a mis trece años. Durante varios días repetí el trayecto haciendo escala ante esa ventana pero no tuve mayor fortuna, sólo lo llegue a ver vestido o al menos vestido con un pequeño calzoncito aunque la visión de ese cuerpo atlético en esa diminuta prenda era muy agradable.

A pesar de mi corta edad, Yo tenía bien claro que me atraían los hombres y la imagen de aquel tremendo falo colgando entre las piernas de Jim me daba vueltas en la mente y me hizo ceder al acoso diario de Miguel, un compañero de la escuela un par de años mayor que yo y quien siempre que podía me palmeaba las nalgas o me daba rozones con su paquete.

Ese día encontré a Miguel en los baños de la escuela mientras se masturbaba, yo lo había visto muchas veces en shorts y estaba impresionado con el tamaño del paquete que se le formaba al frente, pero ver su miembro en completa erección me generó sensaciones de deseo que nunca antes había experimentado y cuando me invitó a que se lo tocara lo hice sin el menor recato.

  • ¿Te gusta? – me preguntó Miguel mientras mi mano derecha se apoderaba de su miembro.

  • La tienes bien grande – le respondí sintiendo como palpitaba entre mis dedos.

  • ¿No te gustaría darle un besito? – me dijo él mientras me miraba directamente a los ojos y sus manos afianzaban mi cintura.

  • No lo sé… tal vez – le respondí Yo pero inconscientemente ya me estaba arrodillando ante él.

Levanté la mirada y ví su rostro lleno de deseo, estaba excitado y sonreía. Fijé mi atención en su pene y comencé a besarle la cabezota, estaba tibio y si dejaba mis labios unidos a ese glande sonrosado podía sentir cómo palpitaba. No podía detenerme, separé mis labios y dejé que aquel pene se deslizara en mi boca. Él inició un ligero bombeo sujetándome con las dos manos por la nuca mientras mis manos acariciaban sus nalgas duras y firmes. No había palabras, sólo gemidos ahogados. Era mi primera vez como mamador y al parecer él lo estaba disfrutando tanto como yo. Entonces me lo pidió.

  • Quiero cogerte, wey – y me quitó su delicioso caramelo de la boca.

  • Es que yo nunca… soy virgen – le dije un tanto apenado pero sabiendo que si me insistía no lo iba a rechazar.

  • No te preocupes, de ese problemita me encargo yo – respondió él con gran seguridad mientras me miraba a los ojos y sus manos se encargaron de cachondearme mientras me bajaba los pantalones y los calzones.

  • ¿Me va a doler? – pregunté con la ingenuidad de un chico de mi edad.

  • Pues un poco, pero verás que te va a gustar – me dijo él con una sonrisa de oreja a oreja.

Nos metimos hasta el fondo de los baños y verificamos que estuviera bien cerrada la puerta. Él me puso en escuadra contra un lavamanos y me separó las nalgas. Me untó un poco de jabón líquido en el ano con sus dedos haciéndome gemir de puro gusto. A continuación me clavó un dedo, después otro y finalmente comenzó a meterlos y sacarlos mientras con su otra mano me acariciaba la verga.

  • ¡Ah que rico se siente! – exclamé ante semejante caricia y él comprendió que ya estaba listo, se acomodó detrás de mi y separando mis nalguitas colocó la cabezota de su pene contra mi virginal orificio.

  • Bueno, ahora relájate, relájate ah… - gimió él mientras su pene comenzaba a dilatar mi culito al entrar.

  • Ay no, mejor no… sácamela por favor – le pedí mientras su pene se deslizaba en mi interior.

  • Shhht cállate, que nos van a oir – me susurró al oído y me señaló unas sombras que se distinguían por debajo de la puerta.

Él aprovechó a la perfección la situación y comenzó a cogerme con un vaivén que al inicio me incomodó un poco pero conforme aumentaba el ritmo me iba gustando más y más, tratábamos de no hacer ruido mientras cogíamos pero él no se pudo contener y lanzó un "Ahhh" cuando comenzó a bañar mi culito con su leche tibia y viscosa. Mi estreno se había consumado, se la había mamado, me había cogido y me había regado las entrañas con su leche y lo había hecho todo tan rico que a pesar del dolor inicial, me había encantado.

Nos limpiamos y nos acomodamos la ropa. Creo que en ese momento sentí algo de culpa, pero verlo mientras se acomodaba los calzoncillos me hacía desearlo nuevamente y es que esos calzoncitos eran muy parecidos a los que usaba Jim, sí, a pesar de cuanto me había gustado hacerlo con Miguel, en mi mente estaba Jim. Sin embargo, pasó el tiempo y poco a poco le fui tomando gusto al pene de Miguel y Jim fue quedando en el olvido, sabía que la verguita de Miguel no se comparaba con la de Jim pero tenía un buen tamaño, estaba a mi alcance y gozaba con ella, así que cuando prácticamente había olvidado a Jim, ocurrió algo inesperado, se organizó una salida de picnic a un balneario entre varios chicos y chicas vecinos de la colonia y entre ellos iba a ir Jim. Cuando me enteré, la sola idea de que ese hermoso chico iba a estar en traje de baño al alcance de cualquiera me generó una enorme excitación. Sólo había un problema: Yo no había sido invitado.

No sabía que hacer, así que investigué quien lo organizaba y me enteré que lo organizaba Luisa, una amiga de Julia, la hermana de Miguel que era tres años mayor. Decidí pedirle a Julia que me dejaran acompañarlos, pero ella se negó diciendo que los que iban eran los más grandes y que iban a ir en parejas, así que cuando estaba a punto de retirarme Julia me pidió algo que jamás hubiera imaginado.

  • Sabes, sé que mi hermano te coge y me ha dicho que mamas divino, ven este viernes que mis padres no van a estar y veremos si es cierto lo que mi hermanito dice de ti, si me gusta creo que podrías ir como mi pareja al picnic – y sonriendo levantó su faldita mostrándome su virginal coñito.

Ese viernes acudí a su casa y me esforcé al máximo para hacerla gozar con mi lengua, recorrí su coñito y conseguí hacerla gozar lo suficiente para que se viniera por primera vez pero cuando me pidió que le lamiera el culo no me pude negar, el agujerito sonrosado lucía muy atractivo entre sus hermosas nalguitas, me hizo sentir muy excitado y terminé metiéndole la verga por el culo.

Conseguí ser la pareja de Julia en el día de campo, me puse un calzón de baño tipo bikini bajo el short pues tenía la intención de nadar en el lago cerca de Jim, acercarme a él y a lo mejor lograba seducirlo. Sin embargo no pude hacerlo, pues se perdió un rato con una chava de nombre Beatriz, la cual iba sola e hicieron pareja durante el viaje. Cuando los encontré ella estaba desnuda y empinadita gimiendo mientras Jim, arrodillado detrás de ella la ensartaba. Como me hubiera gustado ser Yo el que ocupara su posición, y peor aún cuando escuché la conversación entre Beatriz y Julia, en donde le contaba lo rico que cogía Jim por el culo.

Obviamente la descripción que Beatriz hizo de la vergota de Jim pronto se hizo del conocimiento general de las chavas y más aún sabiendo que Jim la había hecho gozar por el culo sin desflorarle el coño, es decir, que la cachonda Beatriz seguía siendo virgen pero había gozado de lo lindo.

De pronto parecía que todas las chavas anduvieran con ganas de llevarse a la cama a ese semental, al grado de que habían decidido compartirlo. De eso me enteré cierta noche que pasé con Julia y que llegaron sus amigas. Finalmente se organizaron para invitarlo un fin de semana a la casa que una de ellas tenía en la playa. Yo me moría de ganas por ser invitado pero Julia me dijo que era una "encerrona" de puras mujeres y un semental. Le supliqué varias veces hasta que me dijo que lo iba a consultar con Jim, pues él iba a ser el único hombre en esa casa y todas iban a estar a su disposición, así que si me aceptaban sería como un culito adicional para él.

Pasaron varios días y no tenía respuesta, por lo que pensé que Jim, como buen macho jamás aceptaría cogerse a otro macho, así que di por perdida esa oportunidad y busqué a Miguel para que me consolara, pero su novia lo traía cortito y no lo dejaba ni un momento solo, así que me comencé a resignar. Pero entonces ocurrió, Julia me llamó y me dijo – eres un suertudo, Jim dice que nunca se ha cogido a un hombre y quiere probar el culito de un chavito y aceptó, sólo quiere que no te comportes como un puto, sino como un machito, pero eso sí, le gustan los calzoncitos sexys y los shortcitos, así que lleva ese tipo de ropa y… prepara tus nalguitas que el viernes nos vamos.

No tuvo que decir más, casi brinco de alegría. El viernes pasaron por mi Julia, Beatriz y Luisa y nos fuimos a la casa de Carolina, otra chava más grande y que nos iba a alcanzar al día siguiente.

Llegamos por la noche a la casa de Carolina, era una casa que se veía un poco alejada de las otras, no tenía luces encendidas y las chicas no quisieron bajarse del coche, así que me mandaron para ver si ya había alguien, toqué el timbre pero nadie salió, sin embargo alcancé a escuchar unas voces, así que insistí volviendo a tocar el timbre. Y salió, aquel chavo que me había quitado el sueño tantas veces estaba ahí, justo frente a mi, sólo con una camiseta y unos bóxers cortos y ajustados, bajo los cuales se notaba perfectamente el enorme pene. Sólo atiné a preguntar - ¿Jim? Nos manda Carolina para… - y me quedé mudo porque se acarició el paquete y lo acomodó para que se apreciara mejor.

  • Claro, las estaba esperando… ¡Rosa! ¡Ya llegaron! – gritó mientras aparecía una mucama bastante joven de raza negra que nos invitaba a pasar, y él añadió – Disculpen las fachas pero es que hace mucho calor aquí, pasen a sus habitaciones y pónganse algo mas cómodo… y Tú Jaime, ven conmigo, te toca quedarte en mi habitación porque no quiero que vayas a andar follando con las chicas, ellas son sólo para mi.

Me llevó a su habitación, me enseñó en dónde podía guardar mis cosas y se fue a buscar a las chicas. No pude evitar la tentación de ponerme unos shorts cortitos y pegaditos para intentar llamar su atención desde el principio. En cuanto me cambié bajé a buscarlos pero sólo encontré a Rosa quién me dijo que Jim estaba ayudándoles a acomodar las cosas a las chicas. De tal manera que me dirigí a sus habitaciones y justo cuando iba a entrar escuché los gemidos de Julia.

  • Ahh Jim que rico lo haces… mmmm – gemía Julia mientras Jim, acostado en el suelo le comía el coñito, en tanto que las otras dos le mamaban la verga.

Era una escena de lo mas cachonda y no sabía si podía entrar y participar en ella, pero no tardaron mucho en venirse tanto él como Julia y las otras dos chicas, que seguramente ya habían tenido un cachondeo previo, y los cuatro quedaron tendidos en el suelo con los ojos cerrados. Entonces me deslicé al interior de la habitación sin hacer ruido y me acerqué a Jim, por fin estaba ante ese chico admirando su descomunal verga, así que me acomodé a un lado de él y sujeté con una mano aquel hermoso pene que se encontraba semierecto descansando en sus muslos. Le sacudí la verga ligeramente para ver si reaccionaba y de inmediato lo hizo, así que sin pensarlo la llevé a mi boca para besarla, lamerla con mi lengua desde los cojones hasta la cabeza y mamarla.

  • Vaya, vaya pero si es el pequeño Jaime mmm… ya me habían dicho lo rico que mamabas pero jamás imaginé que lo hicieras tan bien – me dijo Jim como diciéndole a las chavas que se fijaran y añadió señalando mi ropa – y bueno, ya que estamos todos encuerados esto viene sobrando.

De inmediato me puse en pie para quitarme la ropa y mientras me quitaba la playera él se encargaba de palmear mis nalgas por encima de los shorts, lo cual me hizo sentir en las nubes, pero de repente él se salió de la recámara.

  • ¿A dónde fue? – les pregunté a las chicas.

  • Jajaja… No te preocupes, ahorita viene, lo pusiste bien caliente con la mamada y no creo que se vaya a tardar – dijo Julia mientras nos sentábamos en el sillón.

  • Listo, ahora vamos a empezar – dijo Jim en cuanto regresó con un tarro de vaselina y nos ordenó – el jueguito es muy sencillo, ustedes me van a dar un espectáculo de mamadas, así que Tú, Julia, ponte en cuatro y separa bien tus piernas porque te van a comer el coño y el culo… Ahora Beatriz acomódate boca arriba entre las piernas de Luisa y le vas a mamar el coño mientras ella te lo mama a ti.

  • Lo que tu digas Jim – respondió a la vez que obedecía a nuestro semental.

  • Ahora te toca a ti Luisa, ponte en cuatro detrás de Julia porque le vas a comer el culo mientras Jaime te lo come a ti – ordenó y de inmediato ocupamos nuestras posiciones y añadió mientras se sentaba en el sillón frente a nosotros - ¡Comiencen a mamar!

Ahí estábamos los cuatro mamando y mamando mientras él en el sillón se acariciaba la verga de arriba abajo al tiempo que se embadurnaba vaselina de un tarro que tenía junto a él. Yo lo miraba de reojo al principio pero el culito de Luisa reclamaba mi atención así que hubo un momento en que sólo me dediqué a él. Los gemidos de las chicas eran cada vez más fuertes e inundaban la habitación hasta que hubo un gemido que calló a los demás.

  • Ayyyyy – gemí ante el sorpresivo ataque de Jim a mi trasero, me había clavado la enorme cabezota de su verga y no pude evitar la exclamación.

  • Sigan mamando – ordenó Jim al notar que mi grito había hecho que nos detuviéramos, a continuación apoyó todo su cuerpo en el mío y continuó penetrándome mientras me susurraba al oído – esto es lo que querías ¿o no?

Yo seguí mamando y moví la cabeza en sentido afirmativo mientras impulsaba mis nalgas hacia atrás, clavándome otro pedazo de verga en el culo. Entonces él comenzó a culearme con un meneo de cadera delicioso y yo empujaba mis nalgas contra él para demostrarle que me gustaba su vergota. El ritmo de las embestidas fue aumentando más y más, me palmeaba las nalgas haciéndome gemir ligeramente y de cuando en cuando me decía cosas obscenas al oído que me excitaban hasta que de pronto, un embate profundo y delicioso fue acompañado de una cantidad impresionante de leche, nunca me había llenado Miguel con tanta leche.

  • Necesito ir al baño – le dije y él me sacó su vergota aún en completa erección.

  • Claro nene, tienes un culito delicioso y después habrá que repetir, si quieres ve al de nuestra habitación y date un baño – me dijo él mientras me palmeaba las nalguitas y se acomodaba detrás de Luisa quien pegó un grito más fuerte que el mío al sentir como Jim la atravesaba con su deliciosa vergota.

Estando en el baño escuché los gritos de Julia y Beatriz, signo inequívoco de que habían sido enculadas. Antes de que terminara de bañarme llegó Jim y se metió a la ducha conmigo.

  • ¿Les rompiste el culo a las tres? – le pregunté mientras le enjabonaba la verga.

  • Jajaja mas bien a los cuatro… aunque Tú me la aguantaste bastante bien para ser la primera vez – me dijo mientras me acariciaba las nalgas.

  • Bueno Jim, la verdad es que tu verga no es la primera que entra en mi culito, a lo mejor no tan larga ni tan gruesa pero otra ya ha amoldado el camino jejeje – le confesé y los dos nos reimos.

Saliendo de la ducha él me pidió que en la casa sólo anduviera en calzoncitos por si se le antojaba cogerme al igual que a las chicas. Así que ambos fuimos al comedor para cenar vistiendo únicamente él un bikini blanco a la cadera que apenas podía contener su vergota en reposo y Yo boxer cortito y ajustado color rojo. Las chicas estaban sólo usando diminutas tangas mostrando sus tetas en completa libertad.

Rosa sirvió la cena y era la única que estaba vestida, aunque su vestimenta era bastante sexy, pues traía puesto un uniforme de mucama excesivamente corto que permitía apreciar sus muslos morenos bien formados y un escote que mostraba casi todas sus tetas. Creo que ninguna de las chicas había notado que cada que se acercaba Rosa a servirle a Jim, este le acariciaba los muslos y ella separaba ligeramente las piernas permitiéndole que su mano llegara hasta la entrepierna cubierta por un diminuto calzoncito blanco.

La noche era joven y después de la cena pusieron algo de música y todos comenzamos a bailar y ellos a tomar y tomar. Hubo caricias y cachondeo entre todos pero sin llegar al sexo. Por la madrugada todos nos fuimos a descansar para recuperar fuerzas, así que Jim y Yo terminamos en la misma cama pero desafortunadamente él estaba muy cansado y se durmió de inmediato. Lo único que me sirvió de consuelo fue que me abrazó para dormir y yo me las ingenié para quedar totalmente desnudos y quedar así completamente unido al chico que me traía de nalgas.

Por la mañana me despertó Jim con un buen par de nalgadas y me dijo – vente, vamos a bañarnos, me gustó que me enjabonaras la verga así que esa será tu chamba todos los días.

Mientras le enjabonaba la verga no podía evitar admirarla, realmente era impresionante y lucía descomunal, así que le pregunté cuánto le medía y sólo se rió y me dijo – 27 centímetros.

¡¡¡27 centímetros!!! Eso era demasiado pero tomando como referencia la mía que medía 13 centímetros, esa era casi el doble, así que no lo dudé y me sentí orgulloso de haberla aguantado toda en mi culito.

Nos pusimos los calzones y él fue a ver si Rosa ya había preparado el desayuno y Yo fui a ver si las chicas ya se habían levantado. Toqué la puerta de su habitación y nadie respondió, así que me asomé y las ví tendidas en las camas durmiendo plácidamente, por lo que preferí no interrumpir su sueño y fui a buscar a Jim a la cocina. Justo iba a entrar cuando escuché unos gemidos, era evidente que Jim se estaba cogiendo a alguien y seguramente era Rosa, así que sólo para confirmar abrí sigilosamente la puerta y efectivamente ahí estaba Rosa, doblada en escuadra con los brazos apoyados en una silla, la faldita del uniforme completamente levantada, los calzoncitos en las rodillas y Jim detrás de ella, bombeándole con su vergota por el coño y palmeándole las nalgas con fuerza.

  • Ah Jim, que rica verga tienes – le decía ella mientras recibía aquel robusto miembro dentro de sus entrañas.

  • ¿Te gusta? Pues ahora va por el culo – y así, sin más lubricante que sus propios fluidos la ensartó por el culo.

  • Ah papito eres muy malo… pero me encantas… ahhh me vengo – gimió ella y se arqueó hacia Jim quien la abrazó con firmeza para que no se saliera su verga y le suplicó – dame tu leche papito, dámela por favor.

  • Lo siento nena, pero tengo que llenar cuatro culitos mas el de otra chica que llega al rato – y sin decir mas, Jim sacó su vergota de aquel moreno agujerito y se volteó hacia la puerta haciendo evidente que había notado mi presencia – a ver Jaime, ya que disfrutaste el show ven a limpiarle la panochita a esta morenita.

Obviamente lo obedecí de inmediato, me arrodillé ante Rosa y sorprendida dejó que le limpiara la panochita, mientras Jim se limpiaba la verga con mis calzones.

Al poco rato bajaron las chicas y Rosa se encargó de servir el desayuno. Julia, Beatriz y Luisa estaban ansiosas de continuar disfrutando de los placeres de la jodienda, incluso vestían solamente minúsculos calzoncitos y comenzaron a sugerir la manera en que podían continuar, pero Jim pidió que esperáramos a Carolina pues de ella había sido la idea, había puesto la casa y ni modo de que al llegar no le diera el trato que merecía.

Jim asignó tareas a cada uno para hacerlas mientras llegaba Carolina. A mi me tocó ir a comprar algunos víveres por lo cual me tuve que vestir para ir al minisúper que estaba cerca, sabía que lo mas probable era que al regresar los encontrara cogiendo, pero tenía que obedecer a Jim. Esos pensamientos rondaban mi mente mientras buscaba las cosas de la lista en la estantería del minisúper pero al no encontrar unos condones que quería Jim, tuve que solicitar ayuda al encargado. Fue hasta ese momento en que me di cuenta de varias cosas: en primer lugar me había puesto el shortcito más chiquito que encontré, en segundo el encargado era un encantador chico de ojos verdes que vestía solamente un ajustado shortcito semejante al mío pero de color blanco, con un enorme bulto en la parte frontal y en tercero el chico no me quitaba la vista de encima.

  • Hola… estoy, estoy buscando unos preservativos, me podrías ayudar… por favor – le dije al chico mientras se aproximaba a mi sin poder dejar de mirarle el bulto.

  • Hola, los preservativos están por acá, sígueme… - me dijo con una sonrisa angelical y lo seguí, admirando el otro lado de ese escultural cuerpo, que espalda, que cinturita, que hermoso trasero, que piernas, y de nuevo ese bulto – sólo tengo estos que son los normales y estos que son extralargos, dime de cuáles quieres.

Yo me quedé callado, no supe que decir, ver cada paquete de condones en sus manos al lado de "su" paquete me hizo perder el aliento.

  • ¿Son para ti? – me preguntó sonriendo y al no obtener respuesta volvió a preguntar - ¿o son para un amigo?

  • Para un amigo – respondí de inmediato tratando de salir de su encantamiento.

  • ¿Y sabes de cuáles usa tu amigo? – me volvió a preguntar con una sonrisa maliciosa.

  • No… no sabía que había varios tamaños – le respondí mientras le echaba una mirada a su bulto, el cual me parecía había crecido un poco.

  • Pues si, si te llevas los normales y tiene un pene grande, pues no le van a servir… y si lo tiene normal, pues se le puede salir durante el coito – me dijo él mientras se acomodaba el bulto permitiendo que se perfilara su verga bajo el shortcito, cosa que me pareció una invitación, así que le respondí.

  • Me parece que es un poco más grande que la tuya – le sonreí y rocé con las yemas de los dedos ese perfil de su shortcito.

  • ¿Estás seguro? Espérame un momento – me dijo mientras se dirigía a la puerta para cerrarla y poner el letrero de "vuelvo enseguida" y añadió mientras me guiaba al fondo del minisúper – Ven vamos por acá.

Nos metimos a la bodeguita que tenía y me mostró su verga preguntando malicioso - ¿La tiene así o más grande? - Era enorme, quizás no tan grande como la de Jim pero más cabezona.

  • No lo sé… me parece que sí, es mas o menos así… necesitaría verla parada… ¿puedo? – pregunté y de inmediato me puse de rodillas y comencé a mamársela. No podía creer lo que me estaba pasando, estaba ahí en la bodeguita de un minisúper, en un pueblito costero, mamándole la verga a un hermoso chico mientras en la casa me esperaba el hombre de mis sueños con una verga más grande.

  • ¿De verdad tu amigo la tiene mas grande? Hummmm… - preguntaba mientras Yo recorría su hermoso pene desde la base hasta la cabezota.

  • Pues sí, creo que sí, aunque la tuya está muy gorda – le dije mientras la sostenía en mis manos admirándola y tratando de compararla mentalmente con la de Jim.

  • ¿Y tu amigo ha disfrutado de estas preciosas nalguitas? – me dijo él mientras me ponía de pie y me abrazaba, afianzando mis nalguitas en sus manos.

  • Claro que sí… y me ha hecho disfrutar a mi también, ahhh – gemí al sentir como sus manos ya hurgaban bajo mis shorts y uno de sus dedos se clavaba en mi agujerito.

En ese momento Yo me volteé y le di la espalda para sentir contra mis nalguitas aquel tremendo pene y él no perdió el tiempo, me bajó los shorts y me comenzó a pasar aquel camote por toda la rajada del culo, y poco a poco me hizo descender hasta colocarme en cuatro patas. Sus caricias eran deliciosas, me besaba las nalgas y clavaba su lengua en mi culito haciéndome suspirar una y otra vez. Y entonces ocurrió, sentí como colocaba la cabezota de su verga justo contra la entrada de mi culo pero la sensación era un poco diferente, fría, debido a que el chico se había puesto un condón y lubricante.

  • ¡Wow! ¡Qué culito tan sabroso! Siento que me lo quieres arrancar… mmmm – gemía él mientras su vergota se iba clavando en mi culito, avanzando a cada empujón y haciéndome sentir más lleno que nunca.

Y entonces inició el bombeo, las nalgadas y una de sus manos se apoderó de mi verga. En mi corta experiencia nunca me había sentido así, era simplemente delicioso. Poco a poco nos acercamos al clímax, pero a diferencia de Jim, este chico no se vino dentro de mi, se esperó a que me viniera en sus manos para sacármela y quitarse el condón para bañar mis nalgas con su leche.

  • Ah que rico… me cogiste bien rico… pero ya me tengo que ir – le dije, tratando de acomodarme la ropa pero él me detuvo.

  • Espera, déjame limpiarte para que no te vayan a regañar – me dijo él mientras me limpiaba las nalgas y la verga con su lengua, inicialmente, y después con unas toallitas húmedas.

  • Bueno, ahora sí, ya me voy… ¿nos volveremos a ver? – le pregunté malicioso mientras le palpaba el paquetote que se le formaba al frente del short.

  • Pues Yo vivo muy cerca de aquí, si vienes y no estoy puedes buscarme en mi casa, ahorita te apunto la dirección – y me apuntó en un papelito la dirección de su casa, su teléfono y su nombre: Adán.

Nos despedimos y Yo regresé a la casa, pensando en lo bien que lo había pasado con ese chico. Aunque admito que sentí algunas molestias en mi culito después de esa verguiza, pero no me arrepentía. Al llegar Rosa me abrió y me preguntó por qué había tardado tanto y al notar mi nerviosismo me sonrió y me preguntó si me había atendido Adán. Me puse rojo y ella lo supo. Comprendí entonces que Adán era famoso en ese pueblito. Rosa me dijo que no me preocupara, que ella guardaría mi secreto y me puso al tanto de lo ocurrido en mi ausencia. Carolina ya había llegado y todos habían estado cogiendo en su cuarto, me dijo que Jim había pedido que me uniera a ellos en cuanto llegara y así lo hice.

Al entrar a la habitación me quedé sin habla, Julia y Beatriz estaban entrelazadas haciendo un 69 de lo más cachondo, a un lado Jim estaba tendido boca arriba comiéndole la panochita a Luisa mientras un firme y redondo par de nalgas blancas subía y bajaba devorando por el culo su descomunal verga. No dije nada, me quedé callado mirando como gozaban de los placeres del sexo. Me excitaba demasiado y pronto tuve una erección, así que me quité la ropa y comencé a masturbarme. Poco a poco, todos y cada uno de los integrantes de aquella pequeña orgía comenzaron a lanzar exclamaciones de placer.

  • Vaya, al parecer hemos dado un espectáculo gratis – exclamó Luisa al descubrir mi presencia.

  • Así que ya llegaste, que bueno, estas señoritas me han estado deslechando y necesito una de tus deliciosas mamadas para ponerme la verga a punto – me dijo Jim mientras se levantaba y añadió – Carolina, este es Jaime.

  • Así que Tú eres el famoso Jaime, dicen que mamas muy rico…

  • me dijo Carolina.

  • Hola… pues eso dicen, pero si quieres comprobarlo estoy a tus órdenes – le respondí mientras me arrodillaba frente a Jim para comenzar a mamarle la verga.

  • Vaya creo que este niño nos va a hacer la competencia – añadió Carolina con un tono francamente de molestia.

  • No te preocupes nena, tengo verga para todas, y para que no te enojes Jaime te va a mamar el coño mientras me lo cojo – dijo Jim en un tono autoritario.

Carolina ya no dijo mas, se acomodó en un sillón y me ofreció su coño. Yo de inmediato me acomodé entre sus piernas y comencé mi tarea. Desde las primeras caricias que recibió en su panochita Carolina comenzó a gemir. Yo sabía que estaba molesta pero sabía que una buena mamada la podría relajar, así que me apliqué al máximo. Y pronto ya estábamos acoplados, sus gemidos eran cada vez más acelerados por lo que disminuí un poco las caricias. Entonces ocurrió, sin aviso alguno Jim me la metió de un solo golpe. Intenté gemir pero Carolina me sujetó la cabeza contra su coño.

  • ¡¡¡Qué culito tan goloso tienes!!! – exclamó Jim mientras me nalgueaba.

Yo no sabía que hacer, por un lado la vergota de Jim me enloquecía a pesar de lo rozado que me había dejado el culito la vergota de Adán y por el otro, el coño de Carolina me excitaba en exceso. No lo podía creer, hace unas horas la verga de Adán me hacía gozar como loco y ahora Jim. Era el sueño de cualquiera y Yo, apenas un adolescente ya lo estaba probando. De pronto los gemidos de Carolina se volvieron gritos y es que por fin estaba llegando al orgasmo, sus piernas se enroscaban alrededor de mi cuello mientras la vergota de Jim entraba y salía de mi culito sin misericordia. Sentía las nalgas ardiendo de tantas palmadas, pero me encantaba, ese era mi macho y lo estaba gozando. Unos minutos después el gran vacío, Jim me la había sacado del culo y se colocaba junto a Carolina ofreciéndole que bebiera la leche directamente de la verga.

  • Eres un cabrón Jim, te acabas de joder a un muchachito, te lo nalgueaste sabroso y no le vas a dar su premio… jajaja bueno, dámelo a mi – dijo Carolina mientras abría su boca para devorar aquel delicioso pene que comenzaba a arrojar su leche, mientras Yo seguía comiéndole el coño.

En cuanto me soltó Carolina me separé de ella y la miré, realmente era una chica fenomenal, hermosa de cuerpo y cara, y cachonda como ella sola. Realmente era la pareja ideal de Jim, y creo que lo que me había hecho Jim era para que no me hiciera ilusiones. Así que ahí me di cuenta que Jim no era para mi, iba a disfrutar el resto de la estancia ahí pero no me haría ilusiones con él.

El resto del fin de semana fue bastante placentero, sobretodo porque tuve la oportunidad de ir nuevamente a comprar víveres con Adán. Cuando regresamos sabía que jamás volvería a probar la verga de Jim, pero tenía el teléfono de Adán y la invitación para visitarlo cuando quisiera. ¡¡¡Y quise varias veces!!! Sin embargo, siempre me acordaré de ese club de señoritas del que fui miembro.