Club de intercambio familiar

Continuación de lo que pasó durante esas “Vacaciones nudistas en familia” en Cap d´Agde, en los siguientes días.

Hace un tiempo, a raíz de mis relatos, se puso en contacto conmigo un hombre que me empezó a contar las experiencias liberales que había tenido en su vida, incluyendo intercambios de parejas, en los que también intervenían los hijos, y de ahí paso a hablarme  de la existencia de un “Club de intercambio familiar”, algo de lo que yo nunca había oído hablar, pero él empezó a darme toda serie de detalles sobre como era su funcionamiento, normas y hasta el lugar donde se encontraba, según él, en la ciudad de Benidorm.

A mí me daba curiosidad todo eso que me estaba contando y la verdad que mucho morbo también, por lo que él siguió explicándome que había como una especie de categorías para clasificar a las mujeres jóvenes, “primerizas o de soba” y de “monta”, así como esas salas temáticas, de embarazadas, orgías, encuentros íntimos, una sala para ver cine en compañía……

Al final, acabó invitándome a mí y a mi familia, pero mis hijos eran pequeños todavía y no fuimos, por no considerarlo pertinente.

Tiempo después, otro amigo me habló de cuando hace muchos años, una tía suya le llevaba a un campìng de la zona de Las Landas (Francia), donde había un Club de acceso muy restringido, solo para socios y algunos invitados de mucha confianza, como este amigo mío que se quedó impactado con todo lo que vio allí, ya que estaba especializado más bien en la zoo, con sus espectáculos sexuales en esas fiestas nocturnas que se organizaban y como el ambiente era bastante liberal, propiciaba todo tipo de contactos entre familias también, de los que él participó y ahora, después de tantos años, todavía se acuerda, con nostalgia.

Y más recientemente, mi amiga Luisa ya me había hablado de la existencia de un Club de esos en Cap d´Agde, al que había ido de joven con sus hijos, pero ese tema volvió a salir en la cena que tuvimos con Mark y Rosa, como conté en el anterior relato de “Vacaciones nudistas en familia”, ya que ellos eran asiduos a ese Club, siempre que estaban allí, justificándose Rosa:

— Mi marido es un entusiasta de ese Club, y a mí también me gusta porque tengo que reconocer que tiene su punto de morbo, hay un ambiente muy especial que te atrapa y que lo hace todo diferente.

Comentando Luisa:

— Yo fui bastantes veces con mis hijos, pero dejé de ir, porque al final, allí se hace lo mismo que hago yo aquí, estar con otras familias, jugar con el morbo, tener nuevas experiencias con todo tipo de personas y yo lo disfruto igual, sin tener que pagar esa barbaridad de dinero por ser socio.

— Es verdad que es un poco caro, pero nosotros tenemos la opción de llevar invitados y muchos socios lo hacen, por lo que siempre hay gente nueva cada vez que vamos a alguna reunión y eso es muy estimulante, porque no sabes con quien te vas a encontrar.

Entrando yo en la conversación:

— A mí me encantaría ir a un lugar así para ver como es.

Diciéndome Rosa:

— Claro, nosotros te llevaremos como invitada, porque en dos días precisamente está programada la próxima reunión y Luisa también nos puede acompañar, porque a ella la conoce todo el mundo allí.

— Está bien, os acompañare y llevaré a mis hijos, para que vean que yo también aporto algo, jaja.

— Genial, ya tengo ganas de ir.

— Prepárate a disfrutar, amiga, eso no lo has visto en tu vida.

Cuando llegó el día de la visita a ese Club,  yo estaba muy nerviosa, porque sabía que era una privilegiada, una de las pocas personas en estar en un lugar como ese del que tanto se hablaba, pero que pocos conocían en realidad.

Estaba en un lugar un poco apartado, hacia el interior y era una especie de Palacio antiguo, que decían que había pertenecido a la familia de los Borgia y que lo utilizaban para sus orgias cuando pasaban sus vacaciones en la zona, así que ya tenía tradición liberal ese lugar.

Al llegar al Parking, había ya una gran cantidad de coches, lo que mostraba lo concurrida que estaba ya la reunión y al llamar a la puerta, donde había una placa que me hizo cierta gracia porque  ponía “Mayores de 18 años”, ya que me habían comentado que en el pasado, esas edades no se respetaban tanto……. Nos abrió una chica joven que llevaba un llamativo  vestido rojo ajustado muy sexy, que nos llevó con Alfred, un maduro alemán que regentaba el Club junto a su mujer Denisse, a los que les gustaba recibir a todos personalmente y en el caso de que fuera alguien nuevo, para informarles de las reglas del Club y enseñarles las instalaciones y servicios que ofrecía, así que dirigiéndose a mí, me dijo:

— Supongo que sus amigos la habrán informado sobre el funcionamiento del Club, pero a mí siempre me gusta dar una información general sobre la historia de este lugar que fundamos hace ya bastantes años, cuando éramos más jóvenes, ¿verdad Luisa?

— Sí, demasiados,. Jaja.

— Pero bien disfrutados, eso sí. Mira, esta es la sala de recepción en donde informamos a las nuevas familias, que como ves, están ya algunas esperando mientras se toman una botella de champagne.

Aunque por fuera, el Palacio pareciera algo descuidado y nadie podría imaginar lo que había dentro,  la luz tenue y la música sensual te atrapaban creando un ambiente muy especial, lleno de lujuria y sofisticación, en el que familias venidas de toda Europa se encontraban aquí para experimentar esos morbosos intercambios familiares o para iniciarse en ellos.

Mientras Alfred fue a buscar una botella para invitarnos, yo me fije en las familias que estaban en esa Sala de recepción. Algunas supongo que sería la primera vez que acudían, recién cumplidos los 18 años sus hijos, aunque quizás ya alguna pudo haber venido anteriormente con sus hijos mayores, pero me llamaron la atención unos que estaban a nuestro lado, que me parecieron españoles también. Tenían un hijo que me miraba mucho y una hija que parecía un poco temerosa, sentada al lado de su madre, aunque su imagen no daba a entender eso, ya que una corta minifalda permitía que todos pudieran admirar sus preciosas piernas cruzadas que atraían lad miradas de muchos.  Luisa empezó la conversación con su madre, ya que tenía más experiencia en esas cosas:

— Ya veo que al chaval le gusta mi amiga……

Contestando su madre:

— Bueno, ya sabe, a su edad le atraen las maduras.

— Sí, jaja, es normal, como todos. A mi hijo, que anda por ahí, le encantaban también y ahora todavía le gusta follarlas.

Preguntándola yo por su hija:

— Su hija parece un poco asustada por lo que ve.

— Es que es un poco retraída hasta que coge confianza. Se llama Raquel y yo Bea. Es que es la primera vez que la traemos y está un poco cortada. Y aunque no lo parezca, estaba desando venir, pero teníamos que esperar a que cumpliera los 18 años para traerla.

— Es preciosa. Muchos van a querer estar con ella.

— Supongo. Ahora tiene que mostrarse en el desfile de “las sobas”, que son las chicas nuevas y alguno me la pedirá.

— Pero… ¿Ella es virgen todavía?..... ¿Su padre no….?

— No, han hecho de todo, menos metérsela por el coñito, porque su padre es muy morboso y estaba reservándola para mostrarla aquí, porque disfruta mucho viendo como otros hombres la desean…… También hemos estado con una familia amiga, jugando entre nosotros, pero esto es nuevo para ella.

Desde luego, tal como decían, este era un lugar muy especial, porque la actitud de esta familia ya me estaba sorprendiendo, con ese padre que deseaba que su hija dejara de ser virgen con otro hombre y viendo Luisa mi cara, quiso aclarármelo:

— Como supondrás, ahora es muy difícil que lleguen vírgenes al Club, antiguamente era más normal, pero en estos tiempos, imagínate…… El caso de esta familia es muy especial, pero es todo por ese fetiche que tiene su padre, si no, esta no legaba aquí sin estrenar, jaja ……

— Ah, ya entiendo, pero me resulta sorprendente.

— Cómo tantas cosas que verás, amiga.

Denisse vino a buscarla porque iba a comenzar el desfile de sobas, primero saldrían las chicas y luego, los chicos, que también volvían locas a las señoras maduras, y que siempre estaban muy atentas a este desfile para ver si podían darse un caprichito con alguno que les gustara.  La madre de Raquel, la acompañó para ayudarla a prepararse, ya que primero harían un pase con un bikini o lencería sexy y luego otro pase desnudas.

Al final del desfile se daban unos premios por votación entre los asistentes y había mucho interés en ser la ganadora, por lo que las madres solían aconsejar a sus hijas con esos trucos que su experiencia les daba.

Yo le pregunté a Denisse sobre esa palabra, “sobas”, que había usado, comentándole que una persona ya me había hablado de eso hace un tiempo, así como de las chicas “de monta”, una clasificación que se hacía en un Club de intercambio familiar de España y ella me contestó riéndose, que seguramente lo habrían copiado de ellos, porque este era el Club más antiguo que conocía ella y que todos los demás fueron imitándoles, pasando a explicarme un poco de donde venía esa curiosa clasificación:

— En los primeros años del Club, quizás tuviera más sentido, porque se trataba de que las chicas nuevas, en vez de ponerse a follar directamente, pasaran por una fase previa, en las que sólo se podía jugar con ellas, sin penetrarlas a no ser que fuera con el permiso de sus padres.

— Sí, algo así me comentó esta persona que te digo…..

— Esta especie de "ritual de iniciación", siempre gustó mucho a los socios, por lo que se fue conservando en el tiempo y suele ser una de las partes más esperadas y con más aceptación, para poder ver que chicas nuevas hay e intentar estar con ellas en esos juegos posteriormente, y como es bajo la supervisión de sus padres, es algo que les produce mucho morbo.

— ¡Ah!, ya entiendo, como un juego para irse conociendo.

— Algo así. Tiene esa función y para eso está la “Sala de sobas”, que es donde van todas las chicas nuevas en donde en esos juegos, las pueden sobar bien, pero sin que puedan follarlas. Por eso se llama así, porque ahí las dan unas buenas sobadas. Luego, ya, una vez que pasa el desfile y sus madres lo permiten, se convierten en “chicas de monta”, y ya pueden ser folladas libremente y ellas tienen más autonomía para irse con unos y otros.

— Que ritual más curioso. Y los chicos nuevos, también pasan por esas fases, según veo.

— En el caso de los chicos, sucede algo parecido, pasan igualmente por estas fases, y en la de monta, pueden ser penetrados por otro hombre, ya que aquí se admiten todo tipo de prácticas, siempre que sean consensuadas, aunque suelen estar acaparados por las mujeres maduras que verás por aquí, que se vuelven locas de morbo con ellos. Os pueden resultar un poco extrañas estas reglas, pero son con las que empezó a funcionar este Club y se han mantenido así.

También me fijé en que algunos hombres y mujeres mayores, se habían acercado a hablar con alguna de las familias que estaban allí esperando, explicándome Luisa que estarían intentando apalabrar con los padres, el poder estar con sus hijos, nada más terminar el desfile, para que no se les adelantara nadie, como era el caso de Mark, que se acercó a hablar con la madre de una chica morenita, muy guapa y que estaban solas las dos:

— Es preciosa su hija.

— Muchas gracias. Un amigo me habló de este lugar y me decidí a traer a mi hija, porque la gusta mucho el sexo y suele participar con mi pareja en nuestros encuentros.

— Os lo pasareis genial. Seguro que aquí va a disfrutar mucho también y a mí me gustaría estar con ella, si no le molesta y su hija me acepta.

— Sí, claro, ¿quieres, cariño…? (mirando a su hija)

Su hija contestó afirmativamente, iluminándosele la mirada, continuando la conversación:

— Creo que es la primera vez que viene su hija. ¿Cómo no la apunto al desfile de sobas?

— Es que ella es muy tímida, ya la ve, y no se atreve a mostrarse ahí delante de todo el mundo.

— Bueno, no se preocupe, no todas son tan atrevidas, pero a mí me encantan así, como su hija. Sé cómo tratarlas y va a disfrutar mucho conmigo mientras usted se da el gusto con lo que más le apetezca.

— Gracias, pues verá, vengo aquí con la fantasía de follar con un padre y su hijo.

— Genial. Si quiere, luego yo les presento a algunos que podrían gustarle, si no encuentra primero.

Yo escuchaba sorprendida la conversación, porque no acaba de acostumbrarme a esa naturalidad, pero estaba visto que allí las cosas funcionaban así. Luego, Alfred  nos hizo pasar a un pequeño salón donde se iba a celebrar el desfile, comentándome:

— Creo que te gustaría ver lo que pasa ahí detrás, como preparan las madres a sus hijas e hijos  para el desfile.

Yo me quedé muy sorprendida y le dije:

— ¿Puedo verlo?

— Sí, claro, acompáñame.

Pasamos a la sala de atrás y ahí estaban las madres con sus hijas y otras con sus hijos, preparándolos de una forma muy curiosa, ya que a sus hijas se dedicaban especialmente a hacer destacar su zona vaginal, masajeándola ligeramente para que estuviera en ese punto en el que empezaba a humedecerse, abriéndose los labios vaginales con ese tono rosado brillante por sus flujos, así como una estimulación de los pezones, para que aumentaran su tamaño y hacerlos más atractivos y a los chicos a pajearles un poco para que en principio no se pusieran duras del todo, pero tuvieran un buen y llamativo aspecto.

Al final, de lo que se trataba, era de darles el aspecto más sexual posible, porque que a la hora de las votaciones, sabían que eso era decisivo.

Allí todo era así de sorprendente; todo lo que iba viendo era una sucesión de experiencias nuevas para mí, que me tenían en un permanente estado de excitación.

Cuando todos estuvieron preparados, dio comienzo el “desfile de sobas”, saliendo primero las 10 chicas que participaban, algunas con unos diminutos bikinis que dejaban poco a la imaginación, y otras con una lencería muy sexy que resaltaba las curvas de sus cuerpos, mientras el presentador iba diciendo sus nombres y algún dato más que fuera interesante sobre su procedencia.

Aunque este primer pase era de presentación, alguna ya intentaba sacar ventaja, como una que al pasar por el borde del escenario, se apartó la braguita para enseñar su coño, algo que no estaba permitido en ese momento, por lo que fue reprendida.

Luego volvían a salir ya completamente desnudas y era en la que las más avispadas o atrevidas desplegaban sus encantos y todos esos trucos que les habían enseñado sus madres. Se acercaban al público abriendo la piernas y mostrando sus coños que abrían ligeramente con sus dedos. Dejaban contemplar sus cuerpos en todo su esplendor y casi no sabías ni dónde mirar, porque todas eran preciosas, y para todos los gustos, rubias de piel clara, morenas, una mulata de grandes pechos, otra de rasgos asiáticos, que como anécdota nos dijo que había sido adoptada por la familia con 7 años, después de morir su madre; unas más delgaditas, otras más rellenas……., aunque cada uno ya tuviera sus gustos y decidido a quien iban a votar.

A mi lado, dos madres empezaron una pequeña discusión, criticando una a la otra el descaro de su hija, cuando agarró la mano de uno de los que estaban sentados en primera fila, para que le pasara los dedos por su vagina abierta, lo que ofendió a la otra por entender que estaba quebrantando las reglas, ya que las chicas no podían tocar a nadie, al igual que en estos desfiles, tampoco podían tocarlas a ellas.

Las chicas hicieron varios pases, bailando al son de la música y al final del desfile, empezaron las votaciones, dando al poco rato los resultados, saliendo vencedora como “Reina de las sobas”, una belleza de piel canela y un culito que hizo las delicias de los presentes en sus paseos por la pasarela y que cumplía con todas las cualidades que debía de tener una auténtica “soba”, para hacer disfrutar a cualquier hombre que la tenga encima, con sus suculentos pechos, duros y con  puntiagudos pezones, un culito para amasar una y otra vez entre las manos y una cintura estrecha para hacerla más manejable sentada a horcajadas sobre sus piernas, permitiendo acceder a su vulva con la polla, para pasar su glande hinchado, arriba y abajo de su rajita, haciéndole brotar sus jugos hasta la llegada del orgasmo de ella y la eyaculación de él, sin ni siquiera penetrarla, como mandan los cánones del disfrute pleno de las sobas, un auténtico arte dentro del sexo.

Todo esto pudo comprobarlo uno de los hombres maduros asistentes a la reunión, un apasionado de las sobas, que consiguió ese primer encuentro con ella, bajo la supervisión de su orgullosa madre que se quedó contemplando el gozo de su hija bajo las expertas manos de aquel hombre.

Esta es una de las cosas que hacen diferente un “Club de intercambio familiar”, de cualquier otro encuentro entre familias fuera de él, que aquí rigen unas reglas que no pueden saltarse y eso aumenta el morbo de sus participantes.

Aunque pareciera que allí sólo podían asistir familias, pude ver muchos hombres y mujeres maduros que estaban solos, y según me explicaron, en su momento venían con sus familias, pero por circunstancias de la vida, fueron quedándose solos, lo que no les impedía seguir disfrutando de los placeres de un lugar como ese, por ser miembros antiguos del Club o por ser invitados por algún socio, como era mi caso.

Seguidamente empezó el esperado, también, desfile de los chicos “de soba”, aunque pude percibir entre el público, un mayor número de mujeres maduras que las que había en el desfile de las chicas, y que se mostraban de una forma más efusiva con los chicos que iban empezando a desfilar, volviéndose ya totalmente locas cuando salieron en el segundo pase desnudos y aunque a mí me costara apartar la vista de cualquiera de ellos, había un chico negro que destacaba sobre los demás, llevándose todos los piropos de las acaloradas mujeres, ante la sonrisa orgullosa de su madre, que junto a su otra hija, veía el desfile.

Algunos de los chicos ya se exhibían en plena erección, intentando atraer las preferencias en las votaciones entre las damas presentes que se relamían los labios, anticipando el festín que esperaban darse después mamando esas pollas jóvenes que se les ofrecían.

También había alguna que no podía aguantarse, e intentaba echarle mano a alguna, permitiendo el chico que la tuvieran en la mano, pero eran advertidos para que no lo hicieran más, ya que al igual que con las chicas, no podían tocarse hasta terminar el desfile.

Después de las votaciones, en este caso, no hubo sorpresas y el chico negro fue el ganador, recibiendo las felicitaciones su madre, que presumiendo de hijo, les auguraba a las mujeres que estuvieran con él, que iban a disfrutar como nunca.

Y casi, sin darme cuenta, vi como  las mujeres se llevaban de la mano a estos chicos hacia los sofás del salón y empezaban a pajearles y mamársela con un ansia, como si no se hubieran comido una polla en su vida.

Yo me quedé con ganas de catar a alguno, pero Luisa me dijo, que cuando pasáramos a las demás salas, ahí iba tener todos los que quisiera y que me iba a cansar de mamar pollas, así que empezamos a adentrarnos en esas salas más especializadas, según lo que se buscara.

Como buen anfitrión, Alfred, se ofreció a seguir enseñándome todo lo que ofrecía ese Club y a la primera sala que me llevó, fue la que él llamó “de las abuelas”, porque la verdad es que allí estaban varias señoras que pasaban de los 60 años, rodeando a 4 chicos jovencitos, todos desnudos, y una de ellas, al verme, me dijo:

— ¿A ti también te gusta deslecharlos?

Yo me quedé sin saber que contestar, pero me quedé mirando como ellas pajeaban a esos chicos, animándoles a que se corrieran…..:

— Vamos, cariño, dame la leche ….  ¿ya te viene…?

Y uno de ellos empezó a correrse, soltando chorros de semen que recibía alborozada la señora, llevándoselo a la boca y extendiéndoselo por sus grandes tetas, volviendo a mamarle la polla para sacarle la última gota que le quedara, y no contenta con eso, esperó a que la otra acabara de pajear al otro chico, esperando recibir algo de él también.

Viendo mi cara de estupefacción, Alfred se río, diciéndome:

— Cuando se llega a esta edad con ganas de seguir viniendo aquí, tienes que tener mucho vicio y a estas señoras a vicio no las gana nadie, jaja. Son unas veteranas de aquí y tienen sus gustos particulares. Tu amiga Luisa también las conoce de cuando venían hace años con sus familias. Al marido de una de ellas, le vamos a ver en la sala de las chicas más jóvenes, donde “los abuelos”, también se deleitan con la hermosura que añoran de sus años jóvenes.

— ¿Aquí todo el mundo puede cumplir sus fantasías, no?

— Así es, aquí somos libres para cumplirlas.

— Me está dando mucho morbo ver a estas señoras disfrutar con estos chicos, voy a quedarme un poco con ellas.

Una de ellas me cedió la polla de uno al que estaba chupando, diciéndome:

— Mira que cosa más rica……

Yo me la metí en la boca y empecé a mamarlo con ganas, mientras me tocaba el coño, con toda la excitación que llevaba acumulada desde que entré allí y después de un rato repasando su polla con mi lengua, le hice correrse salpicándome con su semen, felicitándome la señora:

— ¡Bravo!, has conseguido sacársela. A este truhan cuesta trabajo que te la de, porque aguanta mucho, pero si le sobas bien los huevos, te la echa toda.

A nuestro lado, una de las señoras de más edad que había visto yo allí, ya tenía a un chaval metido entre sus muslos follándola que la metía y sacaba la polla al ritmo de sus gemidos, pensando para mí, como le gustaban las pollas jóvenes con sus años, aunque no sabía si fuera de allí tendría tanta facilidad para disfrutar de ellas, pero el caso es que la escena nos calentó a las que estábamos mirando y la señora con la que estaba volvió a decirme:

— Mira, este ya la  tiene dura otra vez. Es la ventaja con estos chicos, que se corren y enseguida la tiene dispuesta para metértela. ¿No te apetece follártelo?

A mí claro que me apetecía. Tenía el coño ya empapado, pidiéndome una polla a gritos, así que me tumbé en el colchón que tenían allí y dejé que se me pusiera encima para que empezara a follarme sin más preámbulos. Esa hermosa polla entró dentro de mí y empezó a moverse con la sabiduría que le daba el llevar follando ya mucho tiempo a mujeres como yo y de todas las edades, así que no tardé en correrme, que no fue más que una forma de desahogarme de toda la tensión acumulada durante mi estancia en ese lugar.

Pero todavía me quedaban muchas cosas por ver allí y seguí recorriendo las distintas salas de ese Palacio, como una muy concurrida, en la que estaban las chicas más jóvenes, incluidas alguna de las que había participado en el desfile de sobas, ya entretenidas con alguno de los hombres que las habían requerido y alguna madre que todavía no quería dejar sola a su hija, como Bea, la que había conocido en la sala de recepción, que me saludo:

— Aquí estamos ya cada uno por su lado. Mi hijo te estaba buscando, pero creo que una señora se lo llevó a una de las salas privadas, y mi marido debe estar en otra metido con alguna, mientras yo, por estar pendiente de mi hija, todavía no he podido estrenarme.

— Tu hija creo que se arregla ya bien sola, por lo que estoy viendo…..

— Sí, la verdad es que aquí todos son muy amables y cariñosos con ellas y eso te da tranquilidad.

— Eso parece. Así que tú dedícate a disfrutar, que hay mucho donde elegir, como yo ahora, que me han dado un buen repaso, jaja.

— Uuufff, de eso tengo ya ganas. Voy a la sala de los chavales para ver si hay alguno disponible. Ya que estamos aquí hay que aprovechar.

— Claro, mujer…….

Yo seguí curioseando por allí y me encontré con la sala de embarazadas y allí estaba Luisa hablando con una amiga, quedándome a escuchar la conversación y diciéndome mi amiga:

— Mira, esta es Charlotte, amiga mía desde hace muchos años y solemos vernos en vacaciones. Y esa es su hija Cloe, y me estaba diciendo que en la anterior reunión se quedó embarazada y que lleva unos meses follando sin parar de la calentura que le provoca el embarazo, así que aquí viene a desquitarse con todos los que quieran disfrutar de ella. Fíjate que tetazas se le han puesto. Se ponen morados con ellas, jaja.

— Cuando se está embarazada, se disfruta mucho más del sexo, es verdad, y aunque algunos hombres no quieren ni tocarnos en este estado, los que saben lo que es bueno,  nos convertimos en un bocado exquisito para ellos.

— Es que fíjate, se la están follando de dos en dos, y encima otro se la da en la boca…..

— Con lo que la están haciendo correrse, el crío que lleva dentro, debe estar feliz, jaja.

Al salir me encontré con el hijo de Bea, que me sonrió alegrándose de verme, pero sin atreverse a decirme nada:

— Tu madre me dijo que me buscabas…..

Él contestó afirmativamente con un gesto de la cabeza, mientras con la mano se agarraba la polla en erección, como mostrándomela:

— La tienes preciosa. ¿Esa señora no te la exprimió del todo?

— No, todavía me queda, jeje.

— Que bueno, entonces vamos a buscar un sitio donde estar solos.

Él mismo me llevó a una de las habitaciones, con un gran colchón, como en la mayoría de las salas y como ya estábamos desnudos, empezamos a tocarnos y besarnos, pero yo quería probar esa hermosa polla y me la llevé a la boca para saborearla lentamente, quedándole restos de la corrida anterior con la señora, que lamí gustosamente, mientras él con una mano me sujetaba la cabeza para que no parara y con la otra me sobaba la tetas, pellizcándome los pezones con la fuerza justa para excitarme sin hacerme daño. Se notaba que había practicado mucho con su madre y eso es lo que hacía a estos chavales tan especiales, porque juntaban su juventud con una experiencia difícil de encontrar en otros casos.

Eran capaces de llevar la iniciativa, aunque en otras ocasiones se dejaran llevar por una mujer que la gustara ser dominante en estas situaciones en las que estaba follando con un chaval que podría ser su hijo o su nieto, algo tan morboso que era difícil de comparar con cualquier otra experiencia sexual que se hubiera  tenido.

Esta vez, preferí dejarme llevar, porque él parecía muy seguro de lo que quería y aunque yo hubiera preferido que me echara la corrida en la boca, me puso de rodillas en la cama, mostrándole mi culo, ya que quería follarme por atrás, aunque primero me la metió en el coño y cuando me hizo correrme, aprovechando la lubricación, me la empezó a meter por el culo y aunque tuve un dolor inicial, enseguida pudo entrar completamente dentro de mí y empezar a bombearme, dejándome casi sin respiración por el ritmo de la follada, que aunque para él fuera fácil, yo ya tenía una edad y necesitaba una pausa, pero él no quiso parar y no paró hasta correrse dentro de mi culo y conseguir que yo también me corriera nuevamente.

Se acercaba la hora de marcharnos y para ser mi primera experiencia en un Club como ese, no había estado nada mal, aunque supongo que hubiera estado mucho mejor y lo hubiera disfrutado más plenamente, si en su momento, cuando era más joven, hubiera venido con mi marido y mis hijos y todos juntos hubiéramos descubiertos este mundo tan desconocido para la mayoría y tan habitual para este número reducido de personas que pueden acceder a él, una vez desprovistos de todos los prejuicios y represiones que atenazan nuestra vida y nuestros comportamientos.

Mi amiga Luisa y su vida son un ejemplo para mí y para tantos otros que soñáis con un paraíso de libertad como este, en el que disfrutar de todas esas fantasías que sólo leéis en los relatos, pero aquí se ve como en algunos lugares son una realidad.