Club de Cornudos, Putas y Machos 7- La Cena

Por fin llega la esperada cena en la que Javi y yo servimos a Jacobo y Alba como puta y cornudo.

Cuando colgué a Javi me di cuenta de que me había autoinvitado a la casa de mi nuevo amante.

-       Perdona... – le dije algo cortada - ¿puedo quedarme contigo a pasar la noche? – él se rió al haber visto mi atrevimiento y estar ahora muerta de vergüenza.

-       Me llamo Pedro y sí, puedes quedarte mientras sigas siendo una buena sumisa. Mañana entraré tarde a trabajar por lo que podré usarte a mi antojo, llamaré a la asistenta para que no venga y nos moleste.

-       Gracias – le respondí aliviada – haré lo que me ordenes.

-       No lo dudo, Claudia. En la cocina tienes un delantal. Limpia toda la casa a fondo - me dijo al tiempo que se ponía una copa de vino más

-       ¿Cómo? – se me escapó extrañada

-       No estás muy bien enseñada por lo que veo. Quiero que te pongas el tanga y sólo el tanga, el delantal encima y limpies a fondo toda la casa. Es grande, tardarás unas 2-3 horas. Si no va a venir mañana la asistenta, alguien tendrá que limpiarla, ¿no?

Menudo cerdo, pensé, pero obedecí. Me puse el tanga y el delantal el cual me quedaba verdaderamente mal debido al gran tamaño de mis pechos y comencé a limpiar toda la casa. No estaba acostumbrada a limpiar pero me excitaba hacerlo por sumisión. En las 3 horas que estuve limpiando ni siquiera recibí una mirada de Pedro. Cuando limpiaba el salón intentaba ponerme en su campo de visión y provocarle con algún contoneo con el fin de pasar a otros temas más interesantes pero no sólo no lo conseguía si no que no recibí la más mínima atención. Esa indiferencia me excitaba.

Cuando terminé, Pedro estaba en la cama leyendo un libro sobre gestión empresarial. Le indiqué que había acabado y me ordenó quitarme el delantal. Le obedecí mientras mis pechos se liberaban y me miraba fijamente.

-       Es una delicia ver a una cría como tú, con ese tamaño de tetas – me dijo y sonreí ante tal piropo. Me hizo sentir muy especial después de 3 horas de trabajo limpiando y esa absoluta indiferencia – quiero que me la chupes antes de dormir. A 4 patas, tal y como te corriste antes.

Me puse a 4 patas tal y como me ordenaba y empecé a jugar lentamente con su polla. Me había hecho sufrir mucho estas 3 horas ignorándome mientras limpiaba. Recorrí su polla con mi lengua desde sus huevos hasta el glande. Cuando llegué arriba me metí sólo el glande en la boca y le chupaba lentamente. Elevé los ojos para ver su cara.

-       Qué puta eres, por juguetona te quedarás sin volver a correrte – escuchar eso hizo que mi clítoris palpitase y al instante que me la metiese entera en la boca. Sabía que seguramente no me pudiese correr y me daba mucha rabia, pero había captado su mensaje.

Seguí chupándosela a cuatro patas, sin ayudarme como otras veces con las manos, quería darle el espectáculo de verme como una perrita. Al rato comenzó a correrse en mi boca. Sin ningún tipo de permiso ni aviso, me encantaba este tipo de tíos.

-       Trágatelo todo, puta – me dijo a la vez que se agarraba a las sábanas y empezaba a correrse en mi boca. Me lo tragué todo y me tumbé a su lado. – las putas duermen en el sofá, me dijo acariciándome la cara. A las 9:00 despiértame con otra mamada. Y por supuesto tienes prohibido correrte.

Grandísimo hijo de puta, pensé. No sólo me dejaba sin correrme si no que iba a dormir incómoda. Me tumbé en el sofá tapándome con sólo una manta y pensé en mi situación. Podía escoger entre ir a casa de Javi a dormir cómodamente en un colchón de latex mientras mi novio sumiso me regalaba los orgasmos que yo quisiera, cuando yo quisiera y como yo quisiera, sin tener que devolverle a él ninguno y sin embargo prefería estar incómoda en el sofá de un desconocido, habiendo limpiado antes su casa y con la prohibición de haberme corrido. Qué me estaba pasando, pude pensar antes de caer en brazos de Morfeo.

No recuerdo con qué estaba soñando pero sí recuerdo muy bien el sonido infernal del despertador. No sé a qué volumen tenía puesto el móvil pero me levanté como si una alarma de incendios hubiese saltado en el edificio. Corrí a apagarlo y me puse sólo las medias y el tanga para despertar a Pedro con su mamada. Antes por supuesto, pasé por el baño para arreglarme un poco. Quería que me viese guapa. Cuando llegué estaba ya levantado.

-       Te dije que me despertases con una mamada y me has despertado con una mierda de alarma infernal, cerda – me gritó muy enfadado – soy una persona que tiene que tomar decisiones muy importantes en mi empresa y cómo me despierto es algo de vital importancia para mí. Eres una jodida estúpida que no sirves para nada – siguió gritándome. Me asusté un poco.

-       Yo... Lo siento, de verdad, venía a hacerte tu mamada, no sé por qué el móvil me sonó tan alto. Él fue al cajón a buscar algo, se le notaba enfadadísimo – perdóname por favor, déjame chupártela para calmarte.

Pero nada de lo que le decía iba a calmarle. Ese hombre tenía un verdadero problema con sus despertares. Cogió un consolador de los que tienen ventosa y un collar de perro el cual me tiró fuertemente y me ordenó colocarme. Luego movió una mesita y apareció una argolla anclada a la pared. Pegó el consolador un poco más arriba de la argolla, donde ya había una marca. No debía de ser la primera vez que lo pegaba ahí, no entendía nada. Sacó una mini cadena y me la enganchó al cuello y me hizo acercarme al consolador.

-       Ponte a cuatro patas cerda -  le obedecí al instante mientras le seguía suplicando perdón – abre la boca y métete el consolador – seguí muy enfadado así que le obedecí y entonces enganchó mi collar a la argolla quedándome con media polla en la boca y sin poder dejar de chuparla. – Así aprenderás, dijo al tiempo que apagaba la luz de la habitación y salía de ella.

Me quedé atada a cuatro patas con esa polla en la boca en la oscuridad. No podía echarme hacia atrás y si me echaba hacia delante me daría una arcada. Me sentía humillada y totalmente indefensa. Pero sobre todo estaba arrepentida de haberle despertado de esa forma. El castigo hacia efecto y me hacía sentir que me lo merecía.

No tengo ni idea de cuánto tiempo estuve en esa postura pero se me hizo eterno. Notaba como la saliva empezaba a caerme y los brazos me cansaban. De pronto se encendió la luz y mi esperanza de que me soltara cobró vida, pero no le sentía moverse. Debía de estar disfrutando de verme así. Me ponía nerviosa la incertidumbre de si me soltaría o volvería a irse. De repente sentí que se movía y la esperanza de que me soltase volvió a cobrar fuerza, pero se desvaneció cuando sentí que introducía dos dedos en mi culo. ¿De verdad quería humillarme más? Se había lubricado los dedos por lo que entraron sin ningún problema. Yo me dejé hacer y se me escapó en un momento un gemido casi ahogado por el consolador que tenía en la boca. Cuando cansó de masturbarme con sus dedos me metió su polla por el culo.

Tuve que concentrarme en que sus embestidas no me provocaran una arcada al meterme demasiado el consolador por lo que hacía fuerza con el culo y las penetraciones eran aún más profundas. Nunca había sentido una polla tan metida en el culo. La situación tan humillante volvía a calentarme. Me estaba volviendo demasiado guarra y me preocupaba, pero no podía evitarlo. Estar babándome con esa polla en la boca mientras Pedro me ignoraba por completo y me follaba el culo me ponía. No entendía por qué pero lo hacía y cada vez más. Fue entonces cuando recordé que tenía prohibido correrme y con ese consolador en la boca tampoco podría pedirle permiso. Además, si me corría seguramente se enfadaría muchísimo y temí un castigo mucho más duro. Fue en ese momento cuando ese miedo rebajó mi calentura y pude aguantar hasta que él terminase. Cuando fue a correrse el hijo de puta empujó mi cabeza hacia la pared, haciendo que el consolador entrase más en mi boca. Yo puse las manos en la pared mientras intentaba no ahogarme con él y no paraba de babarme mientras él se corría en mi culo.

Cuando terminó, sacó su polla de mi culo y hubo una pausa que me pareció eterna. Esa pausa iba a marcar si por fin me soltaba y terminaba mi castigo o si se iba a trabajar dejándome así durante horas. Tan sólo pensar esa posibilidad hizo que empezara a ponerme nerviosa. Empecé a respirar con fuerza poniéndome más nerviosa con cada segundo que pasaba. Él se levantó e ignorándome fue vistiéndose con el traje. Pude verle como se ponía a mi lado y se abrochaba el nudo de la corbata frente al espejo. Me sentí tan sumisa, nerviosa atada a la pared con esa polla en la boca, temblando con la indecisión de si me soltaría o no. En un momento giró la cabeza hacia mí.

-       ¿Qué te pasa puta? ¿Quieres que te suelte? ¿O prefieres quedarte así para aprender a obedecer? – me dijo ya vestido. Me puso nerviosa verle así, estaba listo para irse.

-       Uuuuuffffhhhh – La polla que tenía en la boca era demasiado gorda y estaba demasiado medida como para poder articular ninguna palabra.

-       No te entiendo, ¿no quieres que te suelte? – me respondió divertido. Yo me desesperé, grité como pude con ese consolador metido y estuve a punto de llorar. Fue entonces cuando se apiadó de mí y me soltó.

-       Gracias, gracias, gracias, gracias – le dije mientras me agarraba a sus piernas.

-       ¿Gracias por qué putita? ¿Por soltarte? – me dijo serio

-       No, gracias por enseñarme a ser mejor sumisa, a complacer mejor a hombres como tú – respondí sabiendo que era lo que quería oir.

-       Estás bien entrenada en saber qué decir. Si fueses mi esclava me esforzaría en castigarte hasta que lo sintieses de verdad. Pero por desgracia esa no es mi labor. Vístete y márchate. Quizás algún día nos volvamos a ver – dijo al tiempo que empezaba a caminar y se marchaba ignorándome.

Me vestí y pagué un taxi con el dinero que Javi me había dado. Le avisé por whatsapp de que iba y cuando llegué ya me había preparado la comida. La verdad que había disfrutado mucho siendo humillada por Pedro pero ahora necesitaba la calma y tranquilidad que Javi me proporcionaba. Me sentí segura y a gusto en su casa. Amaba tener cubierta esta doble necesidad que había descubierto gracias a Jacobo, y quería que fuese en aumento. Quería volverme aún más sumisa y ser utilizada por esos hombres de verdad y a la vez volver a mi novio, Javi, en un cornudo más sumiso y complaciente conmigo.

Cuando terminé de comer me senté en el sofá y ordené a Javi que me lo comiese. Quería correrme. Pensé en servirme una copa de vino imitando a mi reciente amante, pero me dejé de tonterías. Cerré los ojos y en cuanto sentí su lengua empecé a rememorar lo vivido con Pedro. Tenía intención de pensar en el polvo de ayer, pero no sé por qué mi imaginación se iba a cuando estaba atada en la pared con ese consolador en la boca. Esa sensación de sumisión que viví me excitaba. Mi mente sólo podía pensar ahora en como me sentía en es momento. En lo que sentí cuando me daba por el culo en esa postura mientras yo me bababa. Tuve un orgasmo delicioso.

Me pasé el resto del día calentando a Javi y corriéndome yo otras dos veces más. Esa fue la tónica habitual hasta que por fin llegó el viernes. Nos fuimos a mi casa y le expliqué a Javi la situación. Vendrían dos amigos a cenar, chico y chica, él cocinaría y yo les serviría. Luego seguramente me iría con el hombre a la habitación a disfrutar y si se portaba bien quizás podría correrse cuando terminemos. Me puse muy seria amenazándole con que esa cena era muy importante para mí. Y que si algo salía mal no volvería a saber de mí. Le necesitaba sumiso hasta que los invitados se fuesen. Llevaba varios días sin correrse y siendo calentado por mí. Cuando Javi estaba prometiéndome que se portaría bien esta noche sonó el timbre. Me sorprendí ya que no esperaba en ese momento ni a Jacobo ni a Alba. Abrí la puerta y era un mensajero. Respiré aliviada.

Cogí el paquete y traía una nota: “Póntelo esta noche. Que te vista tu novio con él. Luego yo lo disfrutaré. Jacobo.”. Fue el inicio de mi calentura. Llevaba toda la semana deseando escuchar una orden suya. Pero mi sorpresa al abrir el paquete fue mayúscula, era un disfraz de conejita que por la foto que traía en el paquete era demasiado porno. Iba a ser una noche dura para Javi, esperaba que no me fallase.

Me fui a dar una ducha mientras Javi comenzaba a preparar la cena. Sólo pensar en Jacobo me incitaba a colocarme la alcachofa de la ducha en el clítoris y dejar volar mi imaginación. Lo hice durante unos segundos pero pronto paré. Tenía que reservarme para él. Pero mientras me duchaba no podía parar de pensar en él y parecía que mi sexo tenía un centro de gravedad contra el que tenía que luchar. Decidí poner fin a la ducha y concentrarme en estar guapa para Jacobo

Me cambié los piercings de los pezones por unos aros, por si acaso Javi tenía que verlos esta noche, no me reconociese como la sirvienta que se folló a sus empleados y fue humillada por ellos. Me puse el disfraz el cual parecía ser todo de mi talla (Jacobo sabía mis medidas) excepto el top. Me costó mucho trabajo colocar mis pechos los cuales oponían una severa resistencia a que el top abrochase y tuve que llamar a Javi para que me ayudase.

-       Joder… - dijo con voz entrecortada - estás increible – fue lo primero que dijo al verme.

-       Espero que a Jacobo le guste, que es para él, ayúdame a colocarme el top, no me entran los pechos en él – le contesté intentando ser fría y dominante con él. Hoy no me podía fallar.

Cuando fue a colocármelo me lo bajó a propósito con la excusa de que tenía que ponerlo bien. Me di la vuelta y le di una bofetada. Llevaba mucho tiempo sin verme las tetas y quería que siguiese así por el bien de su entrenamiento.

-       ¿Ya te has puesto los piercing? – me preguntó muy salido.

-       Sí perrito, pero tú no los vas a disfrutar – vi reflejada la frustración en su cara. Me di la vuelta de forma coqueta. – abróchame el top, están a punto de llegar. Te juro que como me falles hoy, no volverás a verme, Javi; esto es una prueba de fuego para la relación que busco contigo.

-       Tranquila, Claudia, te obedeceré en todo y aceptaré que te folles a ese tío.

Javi obedeció y justo cuando estaba terminando sonó el timbre. Me sobresalté y me puse nerviosa. Fui a abrir la puerta mientras mi novio permaneció al final del pasillo, guardando la distancia para que yo les presentara después de saludarles. Al abrir me encontré a Jacobo guapísimo con un traje que parecía hecho a medida de lo bien que le quedaba. Venía elegante pero a la vez informal, carente de corbata y con el último botón de la camisa abierto. Me jode reconocerlo pero Alba también estaba guapísima. Tenía un vestido rojo que marcaba todas las curvas de su cuerpo de forma sutil a la vez que sexy, con un escote más que generoso con forma de corazón coronando el modelito. En los pies unos tacones que la volvían aún más sexy. Joder, qué asco le tenía. Cuando abrí no sé de qué estaban hablando pero los dos reían ignorándome. Parecían una pareja de verdad, me invadió la envidia. Ella tan guapa riendo con Jacobo y yo disfrazada de conejita para ser su objeto sexual. Por fin se dirigieron a mí.

-       ¡Muy buenas, Claudia! – me dijo mientras me daba dos besos. Normalmente estaba acostumbrada a que los chicos pusiesen su mano en mi cintura para dármelos pero Jacobo la posó directamente en mi culo a la vista de Javi. Recé para que estuviese tranquilo y sumiso y no se alterase.

-       ¡Pon el culo en pompa, perrita! – me dijo Alba divertida. Empezábamos bien, pensé. Obedecí y saqué el culo a su lado para recibir un azote. Jacobo rió y Javi intuyo que fliparía.

-       Así que tú eres Javi – le dijo Jacobo – encantado – le estrechó su mano en un tono serio y manteniendo una mirada fija. Vi un pequeño desafío en la mirada de Javi que me asustó.

-       Yo soy Alba – dijo mientras se pegaba a él y aprovechaba para susurrarle algo al oído y darle los dos besos cerca del cuello. Menuda zorra.

-       Sentaros por aquí por favor les dije mientras les acompañaba a la mesa que habíamos preparado y Javi se iba a la cocina para ultimar todo.

Jacobo ya había dejado todo preparado a falta de calentarlo y emplatar. Una vez sentado fui a la cocina a por el vino moviendo mi culo apenas cubierto por el disfraz con la esperanza de obtener un poco de la atención de Jacobo pero no fue así. Él reía con Alba como una pareja de enamorados. Al entrar en la cocina recalqué a Javi cómo debía de comportarse y le amenacé con dejarle o no correrse de por vida.

-       No te preocupes ama, prometo portarme bien, te lo mereces – me dijo con una mirada sincera, mezcla de excitación, sumisión y amor. Me daban ganas de fundirme con él en un abrazo y darle las gracias pero debía fomentar su sumisión durante toda la noche o no aguantaría lo que pueda pasar.

-       - Muy bien perrito, así me gusta, aceptando tu lugar – le dije coqueta mientras me marchaba con una bandeja y las dos copas de vino para Jacobo y Alba.

Les serví y me quedé esperando mientras me ignoraban y seguían a lo suyo. Me estaba sintiendo muy frustrada y cada día odiaba más si cabe a Alba. La cabeza comenzaba a arderme del enfado.

-       Claudia va guapa, no crees? – Dijo Jacobo mientras me tocaba el culo por fin dándose cuenta de que existía. No pude evitar sonreír como una colegiala tonta… Después de tanta indiferencia me había sentado muy bien ese comentario.

-       Qué dices… Si casi no le entran las ubres – dijo riendo. Maldita zorra… No pude evitar mirarle con cara de odio.

Alba respondió a mi desafío se levantó y me sacó las tetas del vestido. Me las cubrí en un acto reflejo y ella se acercó a Jacobo tocando su polla y susurrándole al oído.

-       Seguro que tu puta te gusta más así no? – le susurró relamiéndose posteriormente los labios. Jacobo sonrió aceptando el juego.

-       Por qué coño te has tapado las tetas en mi presencia – me dijo enfadado elevando el tono.

Jacobo se levantó y puso mi cara contra la mesa-

-       Pon el culo en pompa – dijo autoritario. Lo puse todo lo que pude intentando complacerle. – Cuéntalos – Añadió. Esperé nerviosa a ver cómo de fuerte me azotaba con la esperanza de que Javi no lo escuchaba pero ante  mi sorpresa el azote fue de los más fuertes que me habían dado.

-       UNO – grité por el dolor y el susto de su fuerza. Alba rió a carcajadas. No había duda de que Javi lo estaba oyendo todo. El siguiente azote no se hizo esperar y fue con la misma fuerza. Igual que todos los siguientes.

-       DOS, TRES, CUATRO, CINCO, SEIS, SIETE, OCHO, NUEVE, DIEZZZ! Gracias amo, gracias amo, gracias amo… respondí dolorida mientras caía a sus piernas. Con la poca atención que me estaba dando y encima le fallo. Me sentía muy mal.

-       Es un comportamiento que no puedo tolerar, Claudia, no tienes claro tu papel – dijo mientras se levantaba y abría su bolsa – Si te llevo a una cena o un evento y te comportas así me dejarás en ridículo – dijo enfadado mientras me ponía una mordaza de bola y me la abrochaba atrás en la nuca.

-       Tienes que entender que eres mi esclava – me dijo en un tono más relajado mientras me ponía una pinza en cada pezón. Sonrió al terminar y me hizo una caricia. Me estremecí. ¿Qué me pasaba? Era una adicción. Me acababa de azotar, amordazar y pinzar mis pezones como castigo. Y mera caricia ya me había hecho feliz - ¿lo vas entendiendo, Claudia? – asentí como una loca mirándole dulce sin poder hablar por la mordaza. Alba no pudo evitar celarse.

-       Espero que el cornudo no nos joda la velada – dijo Alba de forma burlona y con malas intenciones. Lo estaba deseando, quería a Jacobo sólo para ella y cualquier desvío de su atención hacía mí hacia que los celos la devorasen por dentro.

Es verdad… ¡Javi! Había aguantado mucho por teléfono pero ahora había escuchado 10 azotes a su novia desde la habitación de al lado y ahora iba a parecer con una mordaza y dos pinzas en sus pezones para servir la comida a los que la humillaban.

-       Seguro que sí… Si no, la expulsaré de Phantom y todo terminará aquí – aquellas palabras me aterraron – Y como tardes en servirnos la cena te volveré a castigar.

Me giré y corrí a la cocina. Al entrar Javi quedó petrificado al verme así. No podía cagarla ahora. Le hice un gesto a la vez que intentaba decir algo con la mordaza para que me sirviera. Puso los platos en la bandeja y le señalé mis tacones con la cabeza. Quería humillarle como fuese para reforzar su posición de sumiso. Me los besó y entonces le puse el tacón en la cara poniéndosela contra el suelo. Hice un pelín de presión.

Normalmente con la castidad y las palabras me sobraban para controlar a mi novio pero en este caso no podía hablar y tenía que hacer que sintiese mi poder. Me giré con cuidado de no tirar nada y fui a servir a Jacobo y Alba. Jacobo me ordenó que le hiciese una cubana mientras degustaba la cena. Asentí contenta de poder darle placer y me arrodillé para sacársela del pantalón.

Alba soltó otra carcajada intentando reflejar que mi condición ahora mismo era totalmente denigrante y era consciente. Disfrazada de conejita, con las tetas por fuera del vestido con una pinza en cada pezón. De rodillas para hacerle una cubana a un tío mientras mi novio cocina. Pero yo quería denigrarme para Jacobo. Me ponía más que ningún tío me había puesto y sabía que Alba daría lo que fuese por estar ahora mismo en mi lugar, humillándose para Jacobo.

-       ¿Tienes algún problema con mi orden, Alba? ¿Ya no te gusta hacer que disfrute? – le dijo Jacobo poniéndose serio mientras yo terminaba de sacarle la polla y ponérsela dura. – Sácate las tetas y ponte ahora mismo las pinzas con la cadena – le ordenó mientras yo empezaba a pajeársela con mis tetas arrodillad ante él.

Alba se asustó y obedeció a Jacobo tras pedirle perdón tres veces y agachar la cabeza. Se sacó sus tetas y se puso las dos pinzas unidas por una cadena.

-       Ahora muerde la cadena y estate así hasta que yo te lo diga – le ordenó a Alba Aunque no podía verlo disfruté con la humillación de esa zorra.

-       Cornudo, más vino – dijo Jacobo levantando la voz pero sin llegar a gritar. Temí la reacción de Javi ante la situación tan humillante pero esperaba que el entrenamiento con Pedro y la castidad a la que estaba sometido le hiciesen comportarse como debe ante mi macho alpha.

Javi vino con la botella de vino y tras unos segundos de sorpresa ante la escena que tenía ante sus ojos, comenzó a servir la copa de Jacobo.

-       A Alba no le sirvas que tiene la boca ocupada – dijo ante la sorpresa de Jacobo al ver a esa chica tan guapa en esa situación y aguantando esas humillaciones.

-       ¿Sabes? –Jacobose dirigió a Javi – eres un hombre con suerte. Lo único que tienes que hacer en tu vida es obedecer las órdenes de otras personas - Yo en cambio tengo que educar a estas zorras y no sabes lo difícil que es – dijo elevando el tono. Yo comencé a pajearle con mis tetas más rápido, es cierto que casi había parado pendiente de las reacciones de mi novio.

-       Esta puta – dijo señalando a Alba y elevando su tono – ahora se cree por encima de mí. Y esta otra – dijo ahora refiriéndose a mí mientras me miraba – no ha aprendido ni a hacer una puta cubana bien – noté como su enfado había crecido mucho. Intenté apretar mis tetas y hacérsela más rápido aún pero me apartó. – Ponte el collar de perra me dijo con desprecio y desesperación mientras se levantaba y bebía vino. Creo que estaba siendo demasiado exigente conmigo. Había avanzado muchísimo como su sumisa desde que le conocí.

-       Javi, Claudia te ha dejado claro tu nuevo papel en la vida? – se dirigió a Javi. Me asusté por su posible reacción.

-       Sí.. – le contestó Javi con voz entrecortada.

-       ¿Y cuál es? – preguntó mientras yo terminaba de ponerme el collar y me colocaba a cuatro patas delante suyo.

-       Aceptar que voy a llevar los cuernos que Claudia considere. Y obedecerla en todo lo que me pida. – contestó Javi sumiso.

-       ¿Buscas la felicidad y el placer de Claudia realmente?

-       Sí… De verdad que sí. Por eso hago todo esto – dijo Javi muy seguro.

-       Bien… Sonrió Jacobo cogiendo mi correa y mostrándose aún más poderoso. Tenía a una chica desnuda a cuatro patas cogiéndola por la correa y a otra humillada con unas pinzas en los pezones y agarrando la cadena que une las pinzas con su boca lo cual hacía más presión – Claudia lo que más quiere en estos momentos es mi placer. Que me corra usándola y humillándola. ¿Verdad perrita? – Asentí desde el suelo con energía – Entonces cornudo… Estás deseando que yo disfrute con esta puta y me corra verdad?

-       Sí… - contestó Javi agachando la cabeza y con una mezcla de sumisión, celos y rabia.

-       ¡Dilo! – gritó Jacobo a la vez que daba un tirón de mi cadena. Me asusté.

-       Quiero que disfrutes y te corras con mi novia. Es lo que más quiero ahora mismo.

-       Ves… Eso está muy bien – se cachondeó Jacobo dándole unas palmadas en la espanda a Javi. Cogió luego a Alba y la colocó en cuclillas metiendo un vibrador en su tanga. – Cornudo ponte a cuatro patas mirando fijamente a mi putita. Si se corre o suelta la cadena de su boca quiero que ladres – Alba le miró aterrorizada – Ahora voy a disfrutar de mi puta – Terminó diciendo mientras me daba un tirón.

Mientras le seguía a la habitación a cuatro patas visualicé la situación de los cuatro y sentí más que nunca el poder que emanaba Jacobo. Sólo quería ser una buena puta y hacerle feliz.