Club de Cornudos, Putas y Machos 5- Zorra Alba

Mi nombre es Claudia y en esta serie narro como me transformé de una chica buena en una auténtica zorra sumisa. En esta quinta entrega tengo un encontronazo con Alba mi peor enemiga después de haberme azotado en el despacho de Jacobo. Parece que no le ha parecido suficiente.

Terminé de vestirme y me senté ante Jacobo muy intrigada por el misterioso club llamado Shantom, en el que supuestamente estaba inscrita.

-       Verás Claudia, como te expliqué en la primera clase, las mujeres tienen un deseo dual entre el amor , es decir, el compañero sentimental que cuidará de ella y de sus hijos, y el placer , en el que buscan por instinto (recuerda que el sexo es en su mayor parte instintivo) el mejor material genético para sus descendientes, por lo que querrán a hombres guapos, fuertes y con una gran polla para ser fecundadas con facilidad. Unos emprendedores estadounidenses en base a esta premisa formaron un club. Originalmente se llamaba Hotwifes, Cuckold and Bulls y el club enseguida se extendió por muchos países. Aquí lo tradujimos como Putas, Cornudos y Machos. Al principio, los clubs eran simplemente un lugar de reunión secreto, pero tuvo tanto éxito en muchos lugares del mundo que un miembro de la familia Rockefeller...

-       ¿Esa es la familia más poderosa del mundo, no? – interrumpí

-       Sí, esos mismos. Uno de sus miembros, el cual se desconoce, compró todos los derechos del club e inyectó una cantidad increíble de dinero. Además otorgó al club de una estructura jerárquica que aún permanece. – en ese momento miré mi pulserá y recordé la de Mario y Jacobo. - A día de hoy, con la inclusión en el club de accionistas anónimos, se desconoce quién o quiénes son los propietarios del club.

-       Como ya te expliqué, en el club hay hombres y mujeres dominantes cuyo rango es representado por líneas rectas, al igual que mujeres y hombres sumisos cuyo rango lo representan las líneas curvas. Existen multitud de mujeres (es lo más común) que aunque son sumisas como tú, muchas tienen a un hombre sumiso aún por debajo de ellas. Los hombres sumisos son siempre el último eslabón de la cadena, por estatutos del club no se permite a un sumiso ser amo de ninguna sumisa. Esto se hace para preservar el propósito por el cual el club se creó, el deseo dual de la mujer, los cornudos y los machos alpha.

-       ¿Y qué gano perteneciendo a este club? – pregunté intrigada – quiero decir... Voy camino de que mi novio me consienta una vida libre sexualmente y él sea sumiso y atento conmigo. Además te tengo a ti como amo, ¿qué me aporta el club? – lo dije de forma sumisa y con respeto para que a Jacobo no le ofendiese mi curiosidad

-       Para empezar, no puedo ser amo de nadie de fuera de Shantom. Me expulsarían y es algo que no contemplo. Y si quieres tener una vida sexual plena y libre y descubrir placeres inimaginables te aconsejo permanecer en el club. Te ofrece anonimato, algo muy importante para tener este estilo de vida en una sociedad tan represiva como la actual. Existen fiestas, eventos y bases de datos con miles de personas que encajarán en tus deseos; y más adelante podrás beneficiarte de infraestructuras de manera gratuita: chalets, hoteles, casas en la playa...

-       ¿Y cómo se financia todo esto? ¿Qué ganan los accionistas? – había muchas cosas que no me cuadraban.

-       Ya lo irás aprendiendo. Por ahora voy a hacerte un regalo - Me dio una web y un usuario y contraseña – Entra aquí cuando estés en casa. Ahora quiero que te desnudes.

Con una cinta de medir empezó a medirme el pecho, la cintura, las piernas, la cadera, los brazos, los tobillos... Parecía un sastre aunque no creo que las cosas fuesen por ese camino. También con unas pinzas me midió el nivel de grasa corporal. Pensé que estaba chalado, la verdad, entre esto y el control de mis pulsaciones, flujo, etc. Me ordenó sentarme y abrir las piernas. Empezó a estimularme y luego midió mi clítoris. La verdad que no entendía nada pero yo me dedicaba a obedecer sin cuestionar como ya había aprendido.

-       Ahora vístete y vete – me dijo mientras se volvía a sentar en su silla - y recuerda que tienes hasta el viernes para entrenar bien a tu novio. A partir de ese día sólo existirán tres opciones: o entra al club como tu cornudo sumiso, o le dejas u os vais los dos del club olvidando nuestra relación. El viernes le pondrás esta pulsera. Me dio una smartband más.

-       Sí, amo, le entrenaré - Tragué saliva nerviosa por no saber si iba a conseguir que Javi soportase bien esa situación.

Nada más salir del despacho, mientras me dirigía al parking, llamé a Javi y le dije que quería hablar con él, que no estaba segura de nuestra relación (por el supuesto chivatazo que me habían dado de que había zorreado con otra tía) y que no fuese esta semana a trabajar si es que quería intentar salvar lo nuestro. En estos 5 días quería decidir si le dejaba o seguía con él. Noté su voz nerviosa y casi podía sentir sus pulsaciones desde el otro lado del teléfono. Me suplicaba y me decía que no me arrepentiría y que todo saldría bien. Realmente estaba muy enamorado de mí y me encantaba. No tenía pensado dejarle escapar bajo ningún concepto. Cuando salía por la puerta de la universidad me encontré a Alba.

-       ¡Hola perrita! – me dijo con recochineo. En ese momento miré a todos los lados para ver si alguien la había escuchado. Nuestra rivalidad era conocida en toda la universidad.

No supe cómo reaccionar en ese momento. Ahora no estaba Jacobo delante para obligarme a obedecerla por lo que podría contestarle como me diese la gana, pero el viernes estaría cenando en mi casa con él, y ya me costará bastante entrenar a Javi para que acepte sumiso los cuernos que le otorgará Jacobo, como para tener a Alba dando por el culo. Opté por la indiferencia.

-       Hola Alba – Respondí sin ceder ni un ápice mi paso hacia el coche. Pero ella comenzó a caminar a mi lado a mi misma velocidad.

-       ¿Cómo está tu culo? Espero que hayas aprendido la lección – me dijo riéndose y con la intención de seguir humillándome.

-       Mira Alba, obedeceré a Jacobo en todo lo que me diga, pero no me ha dado ninguna orden de aguantarte, así que no me toques los ovarios – le dije enfadada.

-       Vaaaaya... – expresó irónicamente – parece que no has entendido nada – Te lo voy a explicar para que lo entiendas y te quede claro. Piensa en nuestro pasado, presente y futuro. Pasado: Las dos luchábamos por la matrícula en la asignatura de Jacobo y las dos nos lo follamos. Yo tengo la matrícula y tú te has quedado con el sobresaliente. Presente: Hace unos instantes tú estabas a cuatro patas desnuda y yo azotándote con mi sandalia. Luego me diste las gracias por cierto, debió de gustarte los azotes. Futuro: Por lo que me acaba de escribir Jacobo, el viernes iré a cenar a tu casa, mientras el pringado de tu novio cocina y la perrita me sirve. Luego, Jacobo te follará y yo me tendré que quedar con el cornudo... ¿Qué podría contarle? – me dijo divertida. Maldita zorra pensé. No tenía tiempo para valorar si tenía razón y podía convencer a Jacobo para putearme pero que el viernes se quedaría a solas con Javi era un hecho. Y no quería más problemas. Tan sólo quería mi vida de placer con Jacobo y el amor y sumisión de Javi.

-       Lo siento si te he ofendido. Pero no quiero problemas ¿vale? – le dije mientras habría la puerta del conductor de mi coche.

-       Si no quieres ofenderme sé una buena perrita, que es lo que Jacobo te enseña – me dijo mientras reía y subía al asiento del copiloto – y llévame a casa, el autobús es un coñazo – dijo con chulería poniendo los pies en el salpicadero.

-

Me resigné. No quería problemas hasta el viernes. Necesitaba entrenar a Javi en su sumisión hacia mí para pasar la última prueba. Ya tendría oportunidad de ser complaciente con Jacobo, ganarme su confianza y aplastar a esta zorra de mierda a la que cada vez que habría la boca odiaba más y más. Conduje por otro camino al que habitualmente tomaba para llevar a Alba a su casa.

-       ¿Y tu novio sabe que te follas a Jacobo? – le pregunté buscando tener algo con lo que defenderme contra Alba, suponiendo que su novio, Marcos, no sabría nada de lo zorra que era su novia.

-       Por supuesto – me respondió Alba – Marcos sabe que me merezco tener el placer que desee, cuando desee y con quien desee. Le pongo una correa como la que tú llevabas antes por cierto – dijo volviendo a reír. Le encantaba humillarme cada vez que podía.

En ese momento paramos en un semáforo.

-       Ir contigo en coche es aún más aburrido que el autobús, Claudia – me dijo mientras suspiraba – sácate las tetas y conduce así hasta que llegues a mi casa.

-       ¿Qué? – le exclamé – estás loca - Es cierto que era una carretera poco transitada a esas horas pero mis tetas eran muy grandes y mucha gente podría vérmelas.

-       Claudia... Te juro que el viernes va a ser el peor día de tu vida como sigas provocándome – me dijo amenazante

-       Joder Alba no te estoy amenazando pero tampoco me putees así... Me has azotado antes, aún me duele el culo, te he dado las gracias por ello, te he pedido perdón por insultarte y te he besado los pies humillándome, te has llevado mi matrícula, el viernes voy a servirte la puta comida mientras mi novio cocina, ya vale ¿no? – dije ofendida. Joder, no quería problemas pero no quería humillarme así para Alba. Si fuese Jacobo lo haría sin rechistar.

-       No, no vale. Conozco bien este semáforo, quedan unos 20 segundos para que se ponga en verde. Tú verás lo que haces. En función de cómo te portes hoy yo me comportaré el viernes – dijo divertida – Si te soy sincera, prefiero que no te saques esas ubres que tienes y tener libertad para ser una auténtica hija de puta el viernes y jdoerte la vida.

-       Joder, eres la hostia, Alba... – dije resignada mientras me sacaba las tetas. Nunca tuve tantas ganas de correr con el coche para dejar a esa zorra en su casa de una vez y que dejara de molestarme. Tenía muchas cosas en la cabeza para aguantar sus humillaciones.

-       Muy bieeeen perrita. ¿Ves cómo no era tan difícil? – dijo aplaudiendo mientras seguía riendo.

Nunca estuve tan atenta a los coches que tenía alrededor mientras conducía. “Si me hubiese sacado el carnet de conducir con las tetas fuera de la camiseta como ahora no habría suspendido tres veces” pensé. Conté los coches y las personas que me veían las tetas e intentaba fijarme en sus caras para ver que no era nadie conocido. Continuaba conduciendo y vi que un semáforo se ponía en ámbar. No quería estar parada en un semáforo con las tetas así, por lo que aceleré y crucé en rojo.

-       ¡Eeeh! Tranquila perrita, que nos vamos a matar – exclamó Alba, aunque siempre en tono burlesco. Le encantaba la situación que estaba viviendo – Espero que ese semáforo no tuviese cámara porque ibas a salir muy guapa en el radar – dijo a la vez que empezaba a reírse descontroladamente.

-       Joder el coche está a nombre de mis padres y les llegan a ellos las multas, tú conoces estos semáforos, no había cámara no, Alba? – le preguntaba mientras ella reía a carcajadas. Se me hizo un nudo en el estómago.

En el siguiente semáforo frené por miedo a que hubiese una cámara-radar que me pusiese una multa con mi imagen conduciendo con las tetas al aire, con la mala suerte de que un coche se puso a nuestro lado. Ni siquiera les miré a la cara por la vergüenza pero pronto bajaron la ventanilla y gritaron

-       ¡Morena! ¡Vaya tetorras! – tetorras... no se puede ser más basto, aunque estaba acostumbrada ya a este tipo de comentarios debido al gran tamaño de mi pecho. Intenté ignorarles y desear llegar ya a casa de Alba.

-       ¡¡Holaaaaa guaaaaapooooosss!! – gritó Alba. La muy zorra se lo estaba pasando en grande con mi humillación.

-       Alba, para por favor... – le dije en bajo.

-       Quiero que bajes la ventanilla y ladres, perrita – me dijo divertida. No me hagas llegar al viernes enfadada que lo voy a pagar contigo y con el cornudo de tu novio... – añadió. ¿Se podría odiar a alguien tanto? Deseaba todo el mal posible para esa zorra. Bajé la ventanilla.

-       ¡Guau! ¡guau! ¡guau! – dije deseando que el semáforo cambiase de una vez.

Las carcajadas fueron increíbles. Vi que sacaban un móvil para sacarme una foto o grabarme un vídeo y justo se puso en verde. Arranqué rápidamente y giré a la derecha perdiéndoles de vista.

-       ¡Joder Alba casi me graban con el móvil, vale ya, me las voy a guardar! – le dije enfadándome pero intentando contenerme todo lo posible.

-       ¿El qué te vas a guardar perrita? – me preguntó con la voz con la que hablas a un bebé.

-       Las tetas Alba, casi me sacan una foto o me graban un vídeo... – le dije esperando que se mostrara comprensiva y cesase ya este maldito juego.

-       No tienes tetas, Claudia ya te lo he explicado millones de veces, tienes ubres – dijo con una sonrisa

-       Pues me voy a guardar las ubres joder, Alba, que esto es peligroso para mí – tan sólo quería hacerle entrar en razón, pero el odio que yo le tenía a ella era recíproco y no parecía hacerme caso.

-       Mmmm déjame que piense. No, mejor no – dijo volviendo a reír – conduce por aquí, que es un atajo – añadió mientras empezaba a indicarme.

Sabía que no era un atajo y que seguramente era un camino más largo para llegar a su urbanización pero al menos parecía mucho menos transitado. Al poco tiempo conduciendo, me mandó parar en un parking al aire libre en el que no había nadie.

-       Alba, por favor sólo quiero llevarte a casa – le dije empezando a cansarme de sus juegos.

-       Desnúdate perrita – dijo sonriente y segura.

-       No, Alba, ya valió. Quedamos en que te llevaría a casa y ya me he humillado conduciendo en tetas todo este tiempo y casi me graban un puto vídeo – le recriminé.

-       En tetas no, en ubres, perrita. Y vídeo fue el que te grabé yo – me dijo sin cesar de sonreír. El estómago se me hizo un nudo temiendo que fuese verdad y cuando me enseñó su Smartphone me quedé blanca. Ahí estaba yo con mis dos pechos fuera ladrando a unos tíos que estaban en el coche de al lado.

-       Borra eso Alba joder, esto ha dejado de tener gracia, te estás pasando, borra eso ahora mismo, borra ese puto vídeo – hice ademán de quitarle el móvil y protegiéndolo me dijo que se lo mandaría a toda la universidad.

-       O mejor, se lo mandaré a Javi – me dijo mientras sonreía aún más – Ayer estuve con Mario y me dijo que el sábado se lo pasó muy bien contigo y riéndose de Javi. En el vídeo se te ven los piercing, seguro que le resultan familiar al cornudo de tu novio - Mi tono cambió.

-       Alba por favor... Estoy haciendo todo lo que me pides. Por favor borra ese vídeo, es demasiado tener eso y lo sabes. Por favor... – le supliqué sumisa.

-       Ese es el tono que quiero que tengas perrita... Pero vas a tener que portarte muy bien si no quieres que tu novio tenga este vídeo. Vamos a jugar a un juego. Cada vez que pongas una pega a una de mis órdenes le envío el vídeo a una persona. No te diré a quién – me dijo divertida.

-       Alba por favor para no puedo más... – le supliqué

-       Desnúdate perrita – me ordenó mientras se recolocaba en el asiento. Me rendí. Aquel vídeo era demasiado grave y otra vez mi relación con Javi estaba en peligro. No sólo eso, si no mi vida en general, si ese vídeo se difundía. La obedecí, no tenía ganas de más pelea – ¡Muy bieeen! Ahora sal del coche y ven hasta mi puerta – añadió mientras abría la suya.

Abrí la puerta desnuda y miré hacia todos los lados pendiente de que nadie me viese y corrí rodeando el coche por adelante hasta la puerta de Alba.

-       Por favor Alba, para ya con esto, me van a ver así – le supliqué a mi peor enemiga.

-       Ponte a cuatro patas y cómemelo hasta que me corra – me ordenó a la vez que me enseñaba la pantalla de su móvil con el vídeo, pulsaba en compartir y luego en el icono de whatsapp.

Me rendí a ella. En ese momento no me quedaba otra que obedecerla en lo que le diese la gana a esa zorra psicópata pero juré que me vengaría. Me puse a cuatro patas sobre el suelo y ella aproximó su cadera, se subió el vestido y se apartó las braguitas. La muy zorra tenía un coño precioso. Unos labios muy carnosos y un clítoris enorme que brillaba.

La muy puta lo tenía todo. Guapa de cara, cuerpazo y hasta el coño tenía que tener bonito. Nunca había comido uno pero sí que me lo habían hecho muchas veces, así que hice simplemente lo que a mí me gustaba. Empecé con círculos alrededor de su clítoris variando la presión y luego pasé a un movimiento de arriba y abajo constante. Primero suave con la punta de la lengua muy lubricada y a medida que notaba a Alba caliente aumentaba la velocidad y la presión. La verdad es que no le olía a nada, parecía recién duchada y perfumada y el sabor no me resultó desagradable. Tampoco es que me excitara comer un coño y menos aún en esa situación de nerviosismo y de odio hacia Alba.

Mientras lo hacía pensaba en cómo me vengaría de esto y la única forma era convenciendo a Jacobo. Él era el amo de Alba al igual que el mío y no le costaría borrar ese vídeo y castigarla por todo esto. Simplemente tenía que complacerle más aún de lo que lo hacía esta zorra. Seguí comiéndoselo todo lo rápido que podía al verla tan excitada y pronto se corrió. Me agarró del pelo hundiendo mi cabeza mientras gritaba dejándose llevar y convulsionaba en el asiento de mi coche.

-       Joder perrita, lo haces mejor que mi novio – dijo aún jadeando.

-       Gracias – le dije, aunque no lo consideraba un piropo – ¿nos podemos ir ya por favor?

Alba seguía jadeando mientras se incorporaba en el asiento y me miraba fijamente desde arriba. De pronto me dio una bofetada fortísima en mi cara. La miré con cara de incrédula, nunca en mi vida me habían abofeteado tan fuerte.

-       Te jodes perrita, por todas las veces que has competido conmigo – me dijo desafiante. Yo no tenía armas para luchar en ese momento, necesitaba tiempo para convencer a Jacobo y Alba sólo quería provocarme para tener una excusa para mandar ese vídeo.

-       No volveré a competir contigo, te lo prometo – dije mintiendo como una bellaca, para ganar tiempo para convencer a Jacobo. La verdad que me daban ganas de arrancarle los pelos, pero tenía demasiado que perder en ese momento. Más bien todo que perder. Me sentía derrotada, la cara me ardía y Alba estaba tan imponente. Me coloqué a cuatro patas como sabía que le gustaría – Con los azotes de antes y los castigos de ahora he comprendido que no quiero competir contigo – añadí para terminar de humillarme desnuda y mirándola desde el suelo a cuatro patas. Necesitaba que terminase todo esto.

-       No sé si creerte perrita... ¿La bofetada te ha ayudado a asumir tu inferioridad hacia mí? – dijo haciéndose la dubitativa

-       Sí, aunque ya estaba convencida, me ha terminado de ayudar a entender que soy inferior a ti y no debo competir contigo si no tenerte respeto – dije mintiendo otra vez deseando que se acabara esto de una vez. Me juré que le devolvería todo multiplicado por tres.

Entonces me dio otra bofetada igual de fuerte que la anterior.

-       Si te ha ayudado a asimilar tu posición de inferior a mí ¿por qué no me has dado las gracias? ¿acaso preferías seguir considerándote mi igual y que siguiéramos compitiendo perrita? – me dijo riñéndome como el que riñe a su perro porque no se ha portado correctamente. De verdad me estaba asustando. Ya no sabía qué era mejor si perder a mi novio o dejar que esta loca me diese una paliza.

-       No, perdona... Gracias, gracias de verdad Alba – dije ya desesperada, incluso me saltaron algunas lágrimas. - Me sentía indefensa ante tal maquiavélica chica con tanto con lo que hacerme daño. Volví a colocarme a cuatro patas ante ella – Perdóname y gracias por corregir mi comportamiento. Gracias por la bofetada, Claudia ¡Guau, guau! – ladré porque sabía que le gustaría. Estaba desesperada y ya no sabía que hacer para que eso terminase.

Alba sonrió triunfante y me cogió la cara.

-       Tranquila, no hace falta que llores. ¿Ves cómo era fácil entenderlo? No sé por qué te empeñaste en hacerlo todo tan difícil, Claudia. Deberías de haber obedecido desde el principio.

-       Lo sé, pero ahora ya he aprendido la lección – dije mientras seguía a cuatro patas sintiendo ya el frío del suelo.

-       Bueno, pues ahora sube al coche, vístete, saca las tetas como antes y llévame a casa – dijo haciéndose la comprensiva. Ni siquiera iba a discutir lo de las tetas, ya me daba todo igual. Me daba mucho miedo esa zorra loca en este momento y sólo quería llevarla a su casa, entrenar a mi novio en sus cuernos consentidos y complacer a Jacobo como fuese para vengarme de todo esto.

Conduje por ese camino hasta llegar a su chalet con la mala suerte de que su vecino, de unos 25 años estaba en su jardín. Al parar delante de la puerta de Alba se asomó a la valla.

-       ¡Alba guapa! ¡Vaaaaya! A ver cuando me presentás a tu amiga – dijo con una sonrisa y acento que me pareció argentino. Alba bajó la ventanilla.

-       ¡Claro, ahora mismo! – le dijo – vamos, sal perrita – me dijo. Tras el vídeo y las dos bofetadas que había recibido no quería más problemas. Ya estábamos en su casa por lo que sería una última humillación. Como mucho tendría que follarme a su amigo, que para que engañarnos, no estaba nada mal.

-       Sí, Alba – le dije mientras comenzaba a guardarme las tetas.

-       ¡Eh, eh eh! Qué te crees que haces – me dijo cogiéndome de un pezón con fuerza y moviéndolo

-       Perdón Alba yo pensé... – intenté escusarme

-       Las perritas no piensan, obedecen – me riñó. Grandísima hija de puta. Sigue humillándome que grabaré cada acción en mi cabeza para devolvértelas todas pensé. Pero por supuesto obedecí y salí así del coche

-       Bueeeno, ¡qué linda sos! ¿Me llamo Diego y vos? – dijo dándome dos besos

-       Me llamo Claudia – le respondí. Me cogió de la cintura y me llevaba hacia su garaje.

-       Ven, no te vayas a poner mala tan destapada – me dijo riéndose. Era muy zalamero. Reconozco que pasearme en tetas con un desconocido empezaba a calentarme.

Cuando entramos al garaje Alba se lanzó a sus brazos y se fundieron en un morreo. Uno de sus amantes, supuse. Le dijo algo al oído y Diego fue a buscar algo.

-       Desnúdate perrita. Quédate sólo con el tanga. – me dijo Alba.

-       Lo que tú digas, Alba, pero necesito estar en casa en poco tiempo, por favor – le supliqué con la esperanza de que todo terminase de una vez y pudiese dedicarme a mi novio.

-       Pórtate bien y te dejaré ir – me dijo volviendo a poner esa cara de zorra sonriente que tanto odiaba.

Me quedé en tanga como me ordenó y entonces apareció Diego con un cubo con agua y jabón, lo dejó en el suelo y se metió en el coche. Se sentó, echó el asiento para atrás y lo reclinó un poco.

-       Perrita, Diego tiene el coche algo sucio, quiero que se lo limpies.

-       Sí, Alba – dije mientras buscaba un trapo - ¿podrías prestarme algo para limpiarlo?

-       ¿Bromeas? Con esas ubres que tienes no necesitas nada más – rió a la vez que se metía en el asiento del copiloto.

Me humillé como Claudia me ordenó. Mojé mis tetas en el cubo y empecé a restregarlas por los cristales como bien podía. A pesar de que el coche estaba cerrado escuchaba sus carcajadas. Vi como Diego se bajaba los pantalones.

-       ¿Qué haces cerdo? – le dijo Alba. ¿Te vas a pajear en serio con esta puta con ubres?

-       Sí, ¿algún problema? La situación me está poniendo mucho – le contestó. La verdad es que no quería poner cachondo a Diego o más bien. No quería enfadar a la zorra de Alba. Sólo quería irme a mi casa. Seguí metiendo mis tetas en el cubo y pasándolas por los cristales mientras ellos discutían.

-       ¿Tanto te gustan sus tetas? – gritó Alba a la vez que salía del coche y se dirigía hacia mí.

-       Yo no he hecho nada, Alba – le dije suplicante – estaba fuera de sí.

-       Tú te callas vaca de mierda – me gritó mientras me agarraba del pelo, abría la puerta del coche y me obligaba a agacharme frente a Diego – Hazle una cubana.

Obedecí sin rechistar. Estaba muy enfadada. Tenía mi vídeo y estaba fuera de sí. Necesitaba que esto llegase a su fin. Me arrodillé ante Diego, cogí mis dos grandes pechos los junté en su polla y empecé a pajearle con ellos.

-       ¡Pon el culo en pompa, puta! – me gritó Alba celosa. A Diego parecía divertirle nuestra pelea. El primer azote no se hizo esperar. Me quejé por lo fuerte que fue. – Hasta que Diego no se corra no dejaré de azotarte, me da igual si se te queda el culo en carne viva.

El segundo azote llegó. Y el tercero. Me azotaba muy fuerte, cada vez más. Empecé a moverme cada vez más rápido y los azotes no cesaban. Parecía una poseída moviendo mis tetas para que Diego se corriese, sólo quería dejar de sentir dolor. A Alba le empezó a doler la mano y se quitó la sandalia para azotarme con ella. Gritaba de dolor mientras movía mis tetas sin cesar. Tuve suerte de que a Diego le puso muy cachondo la escena que estábamos montando y se empezó a correr. Yo caí rendida al suelo con su semen esparcido por mis pechos. Diego se levantó y le pegó un morreo a Alba.

-       Te compensaré esto preciosa – le dijo.

Me incorporé un poco y miré a Alba desde el suelo.

-       ¿No te han enseñado a tragarte la leche en agradecimiento, perrita? -  me dijo en un tono más desenfadado.

-       Sí, perdona, Alba, perdón Diego – contesté apresurándome a lamer y tragar la corrida que tenía esparcida por el cuello y las tetas.

-       Que no se vuelva a repetir – me advirtió Alba desde arriba mientras se abrazaba y besaba a Diego. Me volví a sentir muy inferior a ella en ese momento. Ella besando al chico mientras yo me tragaba su semen desnuda desde el suelo – Bueno, ya te puedes ir.

-       Gracias por todo – le dije mientras le besaba los pies. Nunca me imaginé reaccionando así, pero el culo me ardía y ya no aguantaba más humillaciones de Alba.

-       Despídete bien, eres una perrita – me dijo divertida. Tenía miedo que quisiera seguir humillándome

-       ¡Guau, guau! – le contesté mientras me ponía a cuatro patas.

-       ¿Guau guau y ya está? Eso es el aprecio que me tienes – me contestó enfadada.

-       ¡¡GUAU, GUAU, GUAU, GUAU!! – le respondí completamente humillada. Los dos empezaron a reir a carcajadas.

-       ¿Ves como es fácil ser una buena perrita? – me dijo con voz de idiota mientras me agarraba del pezón y me lo movía – Quiero que conduzcas en tetas hasta tu casa entendido?

-       Sí, Alba, perdona y sí, conduciré como tú me digas – le respondí sumisa. Me vestí, me dejé las tetas fuera tal y como me había ordenado y fui hasta el coche.

-       Eso es – contestó satisfecha - Adiós, perrita, otro día jugaré contigo! – se despidió mientras no dejaba de mirarme.

-       ¡GUAU, GUAU! – exclamé para provocarles una última carcajada.