Club de Cornudos, Putas y Machos 12- Cornudo

Mi nombre es Claudia y en esta serie narro como me transformé de una chica buena en una auténtica zorra sumisa. En esta décimo segunda entrega, Javi sirve a Teresa y empieza su entrenamiento intensivo como esclavo cornudo.

Puesto que nos habíamos separado, ordené a mi cornudo, Javi, escribir este relato, por lo que todo se verá desde su punto de vista.

Recibí una llamada de camino al aeropuerto. Mi socio enfadado otra vez, amenazándome con

irse de la empresa. Y no le faltaba razón… Mi vida se había puesto patas arriba desde hacía un tiempo y estaba dejando de lado mis obligaciones y cargándole a él de trabajo. La realidad era que yo soy el dueño del 80% de la empresa, pero la paciencia de la gente tiene un límite. Me inventé un problema familiar y le pedí que me diese un mes más… Que aguantase y se lo compensaría. Mi socio aceptó a regañadientes.

— No recuerdo haberte dado permiso para contestar al teléfono — me dijo mi nueva ama temporal, Teresa desde el asiento de atrás del coche (yo iba al lado del conductor para que fuese más cómoda)

— Disculpa… Era muy importante no se volverá a repetir — el conductor me miraba de reojo extrañado.

— ¿Disculpa, qué? — me contestó bruscamente Teresa.

— Disculpa ama… — dije muerto de vergüenza mirándola por el retrovisor sintiendo cómo el conductor levantaba las cejas. Me era fácil ser sumiso en la intimidad pero me costaba mucho cuando había alguien delante.

Llegamos al aeropuerto y me apresuré a abrir la puerta a Teresa aunque el conductor se me adelantó. Cuando se dirigía hacia el maletero Teresa le paró con la mano.

— Tranquilo, mi esclavo se encarga — le dijo con una sonrisa sexy.

— Sí, ama — le contesté apresurándome a cargar todo su equipaje. Por mucha vergüenza que me diese, el cinturón de castidad me estaba haciendo la vida imposible. Cada minuto pensaba en sexo y cada minuto me sentía sometido; antes a Claudia y ahora a Teresa.

Mientras cargaba con la ropa tuve unos minutos para reflexionar en cómo había cambiado mi vida. Desde adolescente había tenido las mismas fantasías. Fantasías de sumisión y de cuernos hacia cada una de las novias que había tenido, pero fantasías que siempre había ocultado. Cuando Claudia me vino con esto una luz me iluminó. Por un lado me aterraba perderla jugando a este juego… Pero por otro todo lo que siempre había soñado podía hacerse realidad. Por supuesto jamás le confesé esto y jugué al ritmo que marcó ella.

Claudia había conseguido en poco tiempo cumplir todas las fantasías de mi vida. La amaba más que nunca. Cuando más estaba en brazos de otras personas más le amaba. Desde que empezamos nuestra relación nunca se había pasado tanto tiempo en mis pensamientos, pero en estos momentos había otra cosa que no podía quitarme de mi cabeza… Teresa.

No tenía el prototipo moderno de belleza ya que tenía la cadera bastante ancha así como sus muslos pero su forma de moverse desprendía pura sexualidad. En estos momentos ella caminaba delante de mí con unos pantalones rosas ceñidos y yo no podía quitar la vista de su culo. Me hipnotizaba, emanaba poder. En uno de estos momentos de hipnosis, vi cómo me “cazaba” a través del reflejo del espejo.

— Cuánto tiempo llevas sin correrte, perrito? — me preguntó con una sonrisa.

— Seis días ama… — le contesté sincero.

— ¿¿Solo?? — se sorprendió — parece que llevas un mes — rió tras esto.

— Lo sé… — me sinceré — estoy completamente ido, sé que hay gente que aguanta mucho más tiempo pero he tenido las experiencias sexuales más bestias de mi vida. Mi primera sumisión, mis primeros cuernos, ver a mi novia en manos de otro hombre siendo su esclava… — no pude evitar hacer un gesto de incomodidad al recordar todo eso.

Teresa rió divertida. Fuimos a facturar su equipaje y sacar las tarjetas de embarque para los dos.

— Vamos al baño perrito — me ordenó — aunque me divertiría no vamos a pasar con el cinturón de castidad por el detector de metales, no quiero numeritos hoy.

No lo había pensado, llevaba un candado bloqueándolo y seguramente hiciese saltar al detector. Me puse nervioso al sentir que mi polla se liberaría… No pude evitar pensar en cómo correrme a escondidas. Pero no, no podía fallar a mi nueva ama.

Entramos al baño de chicas y nos metimos en un reservado. Teresa me mandó bajarme los pantalones y me temblaba la mano.

— Qué coño te pasa — rió

— Perdona ama… no sé qué me pasa estoy muy nervioso — dije intentando ser menos torpe con el cinturón pero estaba realmente excitado y nervioso.

Cuando Teresa me quitó el cinturón no pude evitar tener una erección. Me entró el miedo, Teresa no era como Claudia, desprendía poder. Ver cómo se comportaba cuando estuvimos con Fabio en el club, cómo follaba con Taylor, cómo hizo que Claudia le comiese el coño lleno de leche… Me arrodillé ante ella.

— Qué haces — siguió riendo.

— No sé perdona… — le besé los tacones. Sinceramente en ese momento no sabía lo que hacía. Llevaba “solo” 6 días sin correrme pero con todo lo que había vivido me estaba volviendo loco.

— Tranquilo perrito… — me tocó la cabeza como si fuese un perro — es normal todo lo que te pasa. Y es solo el principio.

Sacó un arnés con un consolador de su bolso y me lo colocó en la cabeza. Quedaba el consolador hacia fuera de mi boca.

— Ven… — dijo colocándome suavemente apoyado mi cabeza en el WC y quedando el falo hacia arriba.

Teresa se quitó los pantalones y se apartó el tanga para meterse el consolador en su coño. La postura era increíblemente incomoda para mí pero me pareció un honor que me utilizase para tal fin.

— Tu miedo me ha excitado, pringado — dijo mientras follaba el consolador. Se dio la vuelta para ver mi polla dura como una piedra.

— ¿Me puedo tocar ama? — le rogué. No me contestó pero con la risa que le entró supe la respuesta. — Perdón ama…

— Hoy te estoy perdonando demasiadas cosas perrito… — dijo entre jadeos y risas — tengo el día divertido. Pero a partir de hoy seré más exigente.

Teresa seguía follandose el consolador en mi cara mientras se tocaba el clítoris. Sentí como tenía un orgasmo lo más silencioso que pudo. Se incorporó y se puso los pntalones.

— Gracias ama… Ha sido un honor — le dije sinceramente con la polla a punto de explotar.

— Lo sé perrito… — dijo haciéndose la remolona mientras se descalzaba la sandalia y me tocaba la polla con su pie descalzo.

Di un brinco a la vez que jadeaba y le rogué que parase porque me correría.

— ¿En serio? — Teresa volvía a reír. Definitivamente se estaba divirtiendo conmigo — Hacía tiempo que no tenía un esclavo tan novato.

— Perdona ama… Por favor — le rogué echándome un poco para atrás. En ese momento sentí otra vez un dolor testicular fuerte que me subía hacia la barriga.

— Sí que estás mal — continuaba divertida — pon tus manos atrás — obedecí al instante.

Empezó a rozarme muuuuuy lentamente la polla con su pie. Era a la vez placer y tortura. Le miré desde el suelo desesperado.

— No me das las gracias, pringado?

— Gracias ama… muchas, muchas gracias de verdad… Pero no voy a poder aguantar le tengo que rogar que pare o que me dé permiso para correrme.

— ¿Por qué crees que las amas reducimos los orgasmos de nuestros esclavos? — me preguntó.

— Porque somos más obedientes cuando estamos sin corrernos… — Claudia me lo había enseñado aunque en realidad lo sabía perfectamente, siempre he fantaseado con la dominación

— Exacto… — sonrió mientras seguía rozándome muy muy lentamente con el pie — y porque es importante diferenciar a los alpha de los beta. Los orgasmos son para los alpha. — En ese momento elevó su pie hacia mi boca. Los dedos estaban llenos de líquido preseminal.

Jamás lo había probado. Pero no podía pensar en ese momento solo obedecer. Le chupé los pies tragandome el líquido preseminal por primera vez en mi vida. La verdad que no me gustó el sabor pero sentí un honor chuparle los pies a la diosa que hace poco vi cabalgar sobre Taylor.

— Muy bien… buen chico — dijo mientras volvía con el pie a mi polla de nuevo muy lentamente.

No pude evitar un jadeo sentí que me iba a correr y ella quitó el pie rápidamente de mi polla.

— No…!! — supliqué mientras notaba cómo el semen salía sin poder tener mi orgasmo. Alguna vez me había arruinado el orgasmo pero nunca de una forma tan perfecta, era una sensación muy rara. Miré hacia arriba y vi a mi ama triunfante.

— Como aún no has comido semen voy a permitirte limpiar el suelo con un poco de papel… No tardes — dijo mientras salía y me dejaba ahí.

¿”Cómo aún no he comido semen”? Sería incapaz de hacer algo así la verdad… Limpié con un papel el semen un poco asqueado, la sumisión se me había bajado algo a pesar de que no había tenido orgasmo como tal, estaba un poco desorientado. Tras terminar salí rápidamente ante la mirada de dos chicas que estaban lavándose las manos. Fingí haberme equivocado de baño. Al salir Teresa y yo montamos en el avión y nos dirigimos hacia

Mi sorpresa al llegar a la casa donde nos íbamos a alojar es que había otros dos hombres en ella que al ver a Teresa se pusieron a 4 patas al instante. Los dos vestían una camisa con unos pantalones cortos pero ambos llevaban un collar de perro en el cuello con una pequeña argolla para poner una correa.

— ¡¡Hola mis perritos!! — gritó Teresa al verlos.

— ¡Guau guau! — contestaron ellos. La verdad que me pareció un poco patético… Aunque siendo sinceros yo sería capaz de hacer lo mismo por ella.

Teresa les acarició y sentí bastante celos. ¿Se iban a quedar allí? No me hacía mucha gracia “competir” por la atención de mi ama, pensé que estaríamos solos. Además ambos eran guapos y fuertes, me sentía un poco acomplejado a pesar de que yo no estuviese mal, ya que de elegir… Creo que sería el último del ranking.

— Os presento a mi nuevo perrito, Javi — dijo señalándome — Javi, estos son Bernardo y Carlos.

— Encantado… — dije posando una maleta para levantar un brazo en forma de saludo. No sabía cómo se saludaba a dos personas que estaban a cuatro patas… Teresa se acercó a mí y me cruzó la cara de una bofetada. Me pilló por sorpresa y casi me tira al suelo de la fuerza.

— ¿En serio me vas a dejar mal nada más presentarte? — ya se han acabado las tonterías.

Me daba un poco vueltas todo, pero en seguida me puse a 4 patas y ladré como habían echo ellos.

— Guau, guau! — grité. La verdad que no me había hecho mucha gracia la bofetada…

— Recoge las cosas y llévalas a mi habitación — dijo sin mirarme — Bueeeno perritos! qué me habéis preparado para comer! — les dijo a Bernardo y Carlos yéndose con ellos dentro de la casa.

Me indicaron la habitación de Claudia en el piso de arriba. Era un chalet de dos plantas. Abajo estaba la cocina, el salón, un baño y una habitación, así como un jardín con una piscina privada.

Arriba había 3 habitaciones. En total eran 4, entiendo que si no había nadie más no tendríamos que compartir, aunque me tocase la más pequeña por ser el último… Dejé colocado lo mejor que pude la ropa de Teresa en el armario. Lo doblé todo lo curioso que sé y ordené por tonos de colores la ropa.

Al bajar mi ama estaba en bikini sentada en el sofá. Era un bikini blanco muy sexy. No tapaba demasiado de su pecho perfectamente colocado aunque no de gran tamaño y la parte de abajo era una especie de braga brasileña que la hacía aún más sexy.

Los dos esclavos estaban desnudos y solo tenían su collar y un cinturón de castidad. Bernardo le hacía de reposapiés colocado a 4 patas frente a ella y Carlos estaba de rodillas a su lado sujetando una bandeja con fruta.

— Hola perrito Javi — dijo al verme. Me coloqué a 4 patas antes de contestarla.

— Hola ama, tu ropa ya está lista — le respondí a la vez que veía que Carlos arqueaba las cejas.

— No vuelvas a tutearme o tendremos un problema… — me respondió de forma autoritaria.

— Disculpe ama… — la verdad que a Claudia le gustase que la tratase de “tú” aunque estuviésemos en el papel de ama/esclavo por lo que me costaba el cambio.

— Mira no suelo coger perritos nuevos, lo he hecho únicamente como favor a Taylor, para que pueda esclavizar tranquilo a la zorra de tu novia — me dijo mirándome fijamente para ver mi reacción. Intenté no inmutarme y mantener la sumisión.

— Te agradezco que me des una oportunidad… — comencé pero me interrumpió,

— Peeero te voy a dar una oportunidad. Eso sí, estas son mis vacaciones y tengo MUY poca paciencia. He venido a disfrutar, no a entrenar a perros de otros. Si me haces disfrutar, te premiaré, sino lo haces, te castigaré de forma que no me molestes.

— Entendido, ama.

— Las reglas son sencillas… — comenzó

  1. Los 3 dormiréis en la habitación de abajo y os encargaréis de que la casa esté siempre perfecta. Organizaros como queráis. Cualquier cosa que no esté a mi gusto, los tres pagaréis las consecuencias.

  2. Portareis orgullosos vuestros dos símbolos de sumisión hacia mí. El collar que representa vuestra condición de esclavos o perros y el cinturón de castidad, que representa vuestra renuncia a la condición de alpha y vuestra entre incondicional a mis deseos.

  3. Solo os vestiréis cuando vaya a recibir ciertas visitas que requieran cierto decoro, el resto del tiempo permaneceréis únicamente con el cinturón de castidad y el collar.

  4. Obedeceréis cualquier orden mía o de cualquier persona dominante que asista como invitad@. Conoced bien cual es vuestro lugar.

— Si incumples cualquiera de las normas perrito Javi, te amordazaré atado en una esquina de alguna habitación durante el resto de las vacaciones — me amenazó mientras se metía sensualmente una cereza en la boca. Me tiró un collar de perro al suelo.

— Sí, mi ama, no le fallaré — dije mientras me ponía el collar y procedía a quitarme la ropa.

— Eso espero — contestó orgullosa al ver mi reacción y mi determinación.

En ese momento sonó el timbre. Me sobresalté por un instante.

— ¡Mi cita! — contestó Teresa contenta — espero que os comportéis como lo que sois.

— Sí, ama — dijeron Bernardo y Carlos, intenté seguirles aunque descoordinado.

Bernardo abrió la puerta y apareció un chico tatuado. Bernardo se arrodilló ante él en señal de respeto para que entrase.

— Pero bueno… — dijo al ver a Teresa en bikini— no me he traído el bañador.

— No te hace falta Héctor… — le contestó Teresa mientras se levantaba a saludarle.

Cuando llegó hasta él, Héctor la cogió del culo y le dio un buen morreo. Me sobresalté por un instante por la posible reacción de mi ama. Pero no estaba visualizando que él era un alpha y estaba en un mundo diferente y Teresa se subió de un salto a sus brazos.

— Vamos a la piscina — le dijo Teresa mientras iba desnudando a Hector por el camino tirando la ropa al suelo — traednos champagne perritos.

— Yo se lo llevo — nos dijo Bernardo a Carlos y a mí.

— Vale, nosotros vamos recogiendo —respondió Carlos mientras se disponía a coger la ropa de Héctor que habían ido tirando al suelo.

—¿En serio? — pensé. Vale servir a Teresa pero recoger y doblar la ropa de ese imbécil tatuado…

— Es el alpha que ha seleccionado tu ama — me dijo Carlos como si me hubiese leído el pensamiento — se merece respeto y servidumbre mientras esté con ella.

Tenía razón… Era un alpha que daba placer sexual a nuestra ama, cosa que estaba fuera de betas como nosotros… Era como si dentro de mí existiesen dos fuerzas opuestas tirando cada una a su favor. Por un lado sentía rabia por rebajarme a esos niveles cuando yo era un líder en mi vida real, con una empresa que saqué adelante de la nada; y por otro, algo en mi interior que parecía hacerme decir que esa forma beta era mi verdadera naturaleza y lo que debía aceptar.

Terminamos de doblar la ropa y al levantar la vista vi como Hector estaba en el borde de la piscina sentado y Teresa le chupaba la polla desde la piscina. Cuando estuvo un rato jugando con su polla subieron a la habitación mojados. Antes de subir miró hacia nosotros y vi cómo Carlos se ponía a cuatro patas y le imité.

— Seguidnos los 3 — dijo nuestra ama a la vez que cogía tres correas.

Llegamos a la habitación y nos enganchó la correa al collar y luego al pomo de la puerta

— ¿No vais a decir nada? — dijo Teresa

— Gracias Hector por darle placer a nuestra ama — les entró la risa a los dos

— Bueno… Algo es algo — dijo ríendose mientras volvían a comerse la boca y cerrar la puerta de golpe, lo que hizo que nos diese un tirón a los tres.

Durante la siguiente media hora aproximadamente permanecimos en silencio a 4 patas escuchando como Teresa y Héctor follaban. Parecían dos verdaderos alphas, se escuchaba cómo Hector rendía follándosela con mucha energía, se escuchaban los azotes que Teresa recibía, golpes de la cama contra la pared, cómo se insultaban, gemían, gritaban… Cerraba los ojos para imaginarme a mi ama en manos de ese alpha tatuado, cómo ella disfrutaba cómo se merecía. Sentía una presión enorme en mi polla encerrada pero a la vez sentía mucho placer por escucharla disfrutar. Pude contar 3 orgasmos por su parte y otro de Hector que puso fin al acto.

Al salir nos atropellaron con la puerta como si no estuviesemos. Hector se despidió y Teresa soltó nuestras correas.

— ¿Habéis disfrutado, perritos? — nos dijo Teresa con el Bikini otra vez puesto.

— Mucho, ama, muchísimas gracias — la respuesta fue similar en los tres.

— Voy a quitaros un segundo la jaula de castidad — dijo juguetona. Los tres nos pusimos nerviosos. Llevaba cuatro llaves colgadas del cuello. Tres similares (las nuestras) y una cuarta diferente. Me pregunté de quién sería.

A los pocos segundos los tres teníamos una buena erección por lo que habíamos experimentado y por tener a nuestra ama. Me arrodillé al instante por instinto y me siguieron Carlos y Bernardo. Teresa sonrió orgullosa.

— Lamentablemente sigo caliente y me apetece que otra polla me folle — nos dijo de forma directa Teresa y el corazón de los tres se aceleró. — Quiero que cada uno me diga a quién debería de follarme — nos dijo con una sonrisa maliciosa. Qué clase de prueba era esta. Carlos fue el primero que tenía que responder.

— Fóllate a Bernardo — le miré sorprendido a Carlos— me encantaría follarte a mí pero Bernardo tiene la polla más grande de los tres. Creo que te mereces la mejor polla — dijo sumisamente inclinando la cabeza al suelo.

La verdad que no había recaído en la polla de los otros esclavos, carlos tenía un tamaño normal similar al mío pero es cierto que Bernardo tenía una polla más grande de unos 17 o 18 cm. Teresa sonrió y miró a Bernardo, el siguiente en la lista.

— Ojalá me elijas ama, pero si tengo que elegir elegiría a Carlos — respondió sumisamente. Me jodió que ninguno me eligiese a mí — es el que tiene mejor cuerpo de los tres — continuó. Era cierto que estaba muy trabajado de gimnasio — y te mereces al mejor hombre para tu placer — eso hizo saltarme un click en mi cabeza.

— A ninguno ama… — te suplico que vuelvas a llamar a Hector o a otro alpha que esté a tu altura… — le respondí sincero — por favor, una diosa no puede follarse a un beta.

Agaché también sumisamente la cabeza cuando sentí que se aproximaba a nosotros con fuerza y le daba una patada en los huevos a Carlos. Se cayó de dolor con las manos en sus partes.

— Abre las piernas — le ordenó a Bernardo. Bernardo obedeció con miedo esperando el golpe que no tardó en llegar. Cayó también al suelo dolorido.

— Abre las piernas — repitió conmigo.

— ¿En serio? — pensé. Creía haber respondido perfecto. hizo un ademán de golpearme pero finalmente me hizo una caricia ríendose.

— MUY BIEN PERRITO — rió divertida — Muuuuy bien. Te has ganado un premio. Poneos los tres el cinturón de castidad YA.

Los tres obedecimos a colocárnoslo. Carlos y Bernardo lo tenían fácil por el golpe, habían perdido al erección pero yo tenía la polla como una piedra de dura.

— Tú no te lo pongas todavía — me ordenó Teresa mientras cogía mi correa y me llevaba a la habitación

— ¿Iba a dejar que me corriese? — pensé por un instante. Carlos y Bernardo se fueron a fregar el suelo ya que estaba mojado de cuando subieron de la piscina Héctor y Teresa.

— Te voy a dar un premio perrito, te lo mereces — me dijo con una sonrisa malvada que no me gustaba nada. Se sentó en la cama y me colocó a cuatro patas mirando hacia la televisión mientras la encendía.

Me dio un vuelco al corazón al corazón al ver a Claudia cabalgando a un negro mientras éste le azotaba y ella le suplicaba que se la follase a cuatro patas. En ese momento enfocaban a otros tíos que les veían comiendo palomitas desde un sofá y se descojonaban de ella. Sentí una mezcla de rabia, impotencia y excitación. El negro puso a Claudia a cuatro patas, tenía una polla enorme. Sentí una inmensa excitación que no podía controlar al ver a Claudia con ese alpha.

— Me puedo tocar, ama — dije muerto de la excitación y la humillación por rogar por masturbarme viendo como un africano se follaba a mi princesa.

— Noooo, claro que no — rió Claudia. No podía apartar la vista de la televisión.

El negro estaba follándosela con fuerza mientras la agarraba del pelo y la azotaba.

— ¡Ama, por favor! — le supliqué a Teresa justo a la vez que Claudia le gritaba lo mismo a su nuevo amo Taylor. Teresa rompió a reír ante tal coincidencia. A continuación Claudia se corría y parecía arrepentirse muchísimo. Taylor le pagaba al africano y le decía que terminase de follársela ¿qué coño estaba pasando?

Parece que el africano se la volvía a follar y Claudia lloraba suplicando a Taylor que no la abandonase… Vale que se lo follase y le sirviese pero eso era demasiado. El negro seguía bombeando y Claudia gemía de nuevo.

Seguía mi mezcla de excitación, rabia y humillación. Claudia me mandó chupar bien un fino tacón de unos zapatos que se había puesto y luego seguir mirando. Mientras seguía viendo al negro follarse a mi novia y ésta suplicando a Taylor, Teresa colocó su tacón en mi culo.

— ¿Quieres que te lo meta mientras el negro se la mete a tu novia, perrito? Estáis en la misma postura — me dijo Teresa divertida — será la única estimulación que recibas.

— Sí por favor — me rendí — ver a mi princesa con ese negro y con ese amo tratándola así me excitaba demasiado.

— Suplícalo — Teresa quería divertirse más. Humillarme ante esa situación no era suficiente.

— Te lo suplico ama, méteme el tacón en el culo mientras ese negro se folla a mi ama y es humillada por Taylor — le rogué a la vez que sentía el tacón entrar. Me coloqué para que entrase bien necesitaba cualquier estimulación ante eso.

Era la primera vez que me metía algo analmente pero estaba completamente ido, fuera de mí viendo a mi novia. Claudia suplicaba a su amo que haría lo que fuese por él mientras el africano se la follaba. Sentía una excitación enorme.

—¿Te gustaría que subiese este video a internet? — le preguntó Taylor a Claudia — mi corazón se puso a cien.

A continuación Claudia le suplicaba que lo subiese, Taylor reía y ella continuaba humillandose. LA situación me superaba y notaba una presión como nunca en mis huevos.

— Ama, me puedo correr? te lo ruego — le supliqué. Teresa rió por la situación. En la TV continuaban Taylor y Claudia

— ¿Y si lo ve tu novio, putita? — le preguntaba Taylor. Miré atentamente a la TV a la vez que esperaba la aceptación de mi novia.

— No… no me importa… — contestó jadeando pareciendo que se iba a correr otra vez con el negro— Yo soy tuya… Follo con quien tú me ordenas y hago lo que me dices. — le dijo y Claudia soltó una carcajada.

— ¿Asumes que Taylor es el amo de Claudia y ella es solo su juguete, perrito?

— Sí… Lo asumo… — le contesté muerto de la excitación y a punto de correrme simplemente con ese tacón en el culo — Él se corre como quiera con mi novia y yo con un tacón metido en el culo viendoles

En la TV Claudia gritaba:

— SOY TUYA. SOY TU PUTA, SOY TU ESCLAVA, FOLLO CON QUIEN ME ORDENESSS — dijo mientras empezaba a correrse.

— Córrete como te mereces, BETA — me dijo Teresa mientras me dejaba llevar y tenía una especie de orgasmo arruinado al no poder tocarme la polla. Un orgasmo acorde a un beta como yo.

La humillación de la situación que estaba viendo por la tele y de cómo me había corrido, además de no haber podido tener placer normal de un orgasmo y todo lo que Claudia estaba viviendo explotó en mi cabeza. ¿En qué nos estaban convirtiendo?